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miércoles, 8 de agosto de 2012

De Santo Domingo y de albigenses

Pregunta: Por cierto, Ramón. ¿Sabes algo de esta pintura? No he podido descifrar el misterio. Facebook.

Respuesta: Gracias por confiar en que puedo ayudarte. Esta bella imagen (aquí podéis verla a mejor resolución) trata de un supuesto un milagro de Santo Domingo de Guzmán (4 de agosto; memoria para la Iglesia Universal; 24 de mayo, traslación de las reliquias; 15 de septiembre, aparición de la imagen de Santo Domingo "in Soriano").

Nos dice el “Sacro Diario Dominicano” (que lo toma de “Vida del glorioso padre, y patriarca Santo Domingo de Guzmán”, de Francisco de Posadas) que, ante la amenaza de los albigenses, que “habían envenenado estas tierras [Francia] hasta meter los tósigos en las entrañas de los que nacían, madrugando tanto la malicia que antes asomaba la ceguedad que la razón”. Los herejes “afectaban santidad, engañando al vulgo (…), tenían pacto con el demonio y por arte suyo andaban sobre las aguas a la vista de aquella gente que, embobadas con aquellos milagros aparentes recibían sus engaños como doctrinas celestiales”. En fin, que esta “vitae” no escasea en adjetivos para los albigenses.

Pues resulta que llegado Santo Domingo a Tolosa, región fuertemente albigense, vio a unos de estos paseándose sobre las aguas de un río, y a cientos de gentes oyendo su prédica; se fue a la iglesia cercana y, tomando una forma consagrada, la puso en una custodia, se fue al río y dijo al demonio que poseía al hereje: “yo te conjuro por este Señor que traigo en mis manos, que te apartes de ellos, para que se manifieste la verdad”. Y, ante el asombro de todos, lanzó la custodia al río. No más se hundió el Sacramento en el agua, los albigenses fueron tragados por el río y se ahogaron, demostrando la falsedad de su "santidad" y doctrina.

Entristecido Domingo, por haber echado al Señor al río, pasó toda la noche llorando. Quiso Dios consolarle, al otro día al entrar a la iglesia, vio sobre el altar el mismo ostensorio con la misma forma y Dios le reveló que apenas el Sacramento tocó el agua, habían bajado unos ángeles que sacaron la custodia del río y la mantenían, invisible, sobre la multitud.

Está claro que la leyenda tiene un claro mensaje aleccionador y catequético, forman parte de la multitud de leyendas que suelen aplicarse a los santos misioneros (dominio de la naturaleza, portentos, demostraciones ante paganos, judíos o herejes).

Y quedamos a la espera de una ficha y explicación artísticas de la pintura.

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