Pregunta:
Respuesta: Gracias por confiar en que puedo ayudarte. Esta bella imagen (aquí podéis verla a mejor resolución) trata de un supuesto un milagro de Santo Domingo de Guzmán (4 de agosto; memoria para la Iglesia Universal; 24 de mayo, traslación de las reliquias; 15 de septiembre, aparición de la imagen de Santo Domingo "in Soriano").
Nos dice el “Sacro Diario Dominicano” (que lo toma de “Vida del glorioso padre, y patriarca Santo Domingo de Guzmán”, de Francisco de Posadas) que, ante la amenaza de los albigenses, que “habían envenenado estas tierras [Francia] hasta meter los tósigos en las entrañas de los que nacían, madrugando tanto la malicia que antes asomaba la ceguedad que la razón”. Los herejes “afectaban santidad, engañando al vulgo (…), tenían pacto con el demonio y por arte suyo andaban sobre las aguas a la vista de aquella gente que, embobadas con aquellos milagros aparentes recibían sus engaños como doctrinas celestiales”. En fin, que esta “vitae” no escasea en adjetivos para los albigenses.
Nos dice el “Sacro Diario Dominicano” (que lo toma de “Vida del glorioso padre, y patriarca Santo Domingo de Guzmán”, de Francisco de Posadas) que, ante la amenaza de los albigenses, que “habían envenenado estas tierras [Francia] hasta meter los tósigos en las entrañas de los que nacían, madrugando tanto la malicia que antes asomaba la ceguedad que la razón”. Los herejes “afectaban santidad, engañando al vulgo (…), tenían pacto con el demonio y por arte suyo andaban sobre las aguas a la vista de aquella gente que, embobadas con aquellos milagros aparentes recibían sus engaños como doctrinas celestiales”. En fin, que esta “vitae” no escasea en adjetivos para los albigenses.
Pues
resulta que llegado Santo Domingo a Tolosa, región fuertemente
albigense, vio a unos de estos paseándose sobre las aguas de un río, y a
cientos de gentes oyendo su prédica; se fue a la iglesia cercana y,
tomando una forma consagrada, la puso en una custodia, se fue al río y
dijo al demonio que poseía al hereje: “yo te conjuro por este Señor que
traigo en mis manos, que te apartes de ellos, para que se manifieste la
verdad”. Y, ante el asombro de todos, lanzó la custodia al río. No más
se hundió el Sacramento en el agua, los albigenses fueron tragados por el río y se
ahogaron, demostrando la falsedad de su "santidad" y doctrina.
Entristecido
Domingo, por haber echado al Señor al río, pasó toda la noche llorando.
Quiso Dios consolarle, al otro día al entrar a la iglesia, vio sobre el
altar el mismo ostensorio con la misma forma y Dios le reveló que
apenas el Sacramento tocó el agua, habían bajado unos ángeles que
sacaron la custodia del río y la mantenían, invisible, sobre la
multitud.
Está
claro que la leyenda tiene un claro mensaje aleccionador y catequético,
forman parte de la multitud de leyendas que suelen aplicarse a los
santos misioneros (dominio de la naturaleza, portentos, demostraciones
ante paganos, judíos o herejes).
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