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lunes, 29 de abril de 2013

Las doctoras de la Iglesia: Parte I

Se estrena como colaborador de mi blog (y ya son cuatro), el amigo José Alejandro Valadez Fernández, con un tema que, en principio sería un solo artículo: Santa Hildegarda de Bingen. Afortunadamente, lo ha desarrollado muy bien, con una amplia introducción sobre las Doctoras de la Iglesia, que presentaré en un primer artículo, por lo sustancioso de su contenido, para en otro momento, dar paso al segundo, propiamente sobre Hildegarda. Y os dejo ya con él:



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Santa
Hildegarda
Recientemente fue nombrada Doctora de la Iglesia, en Octubre de 2012, Santa Hildegarda de Bingen (17 de septiembre) una de las personalidades femeninas y religiosas más fascinantes de la Baja Edad Media [1]: este análisis nos presenta a grandes rasgos la vida, extensa obra y espiritualidad de esa abadesa nacida en el año 1098 en Bermersheim, en la región de Renania-Palatinado, al suroeste de Alemania [2]. Pero antes de comenzar, es preciso hacer mención de otras santas que comparten junto a ella la dignidad de llevar el birrete doctoral y ser reconocidas como parte de ese grupo. En otro artículo haremos algunas anotaciones con respecto al contexto histórico y social en el que nació y se desenvolvió, esto es, en la Europa cristiana del siglo XII; también haremos un análisis y explicación de las facetas que caracterizaron la personalidad de Santa Hildegarda, a saber: su don profético, su vocación de escritora (a pesar de que rara vez escribió, más bien dictó sus visiones), su papel como fundadora y abadesa de monasterios, y su propuesta espiritual para lograr un mayor acercamiento con Dios [3].

Las Doctoras de la Iglesia:
En el universo de los santos de la Iglesia católica existen casos de algunos de ellos que destacaron de manera especial porque fueron eminentes defensores de la fe cristiana, a través de la producción de obras o tratados que explicaban o profundizaban algún aspecto de la religión [4]. Por lo general en estos tratados se defendía, de manera notable, los dogmas de la fe, por ejemplo, sobre el misterio y la naturaleza de Dios y sus criaturas, o sobre el origen del mundo o la jerarquía angélica. En otros se proponía una espiritualidad y modelo de vida totalmente innovador, resultado de un profundo conocimiento teológico.


Sto. Tomás y los
Doctores de la Iglesia
Debido a lo trascendental que resultaron esos escritos, la Iglesia reconoció a esos santos como doctores, es decir, les otorgó el grado máximo en conocimiento que se puede dar, y se les reconoció entonces como maestros para la cristiandad. Para ser considerados doctores debían cumplir tres cualidades: haber llevado una vida santa, haber profesado una doctrina ortodoxa y como ya señalamos, haber escrito una obra relevante. Las instituciones encargadas de estudiar los casos son la Congregación para la doctrina de la fe [5] y la de la Causa de los santos [6], las cuales examinan a detalle la vida y obra del candidato y luego lo presentan ante el Papa, quien es el que dictamina el veredicto.

Entre los santos doctores están Santo Tomás de Aquino (28 de enero y 7 de marzo) llamado “el Doctor Angélico”, San Buenaventura (15 de julio) conocido como “el Doctor Seráfico”, San Agustín (28 de agosto; 24 de abril, bautismo; 29 de febrero, traslación de las reliquias a Pavía; 15 de junio, en la Iglesia oriental), San Gregorio Magno (12 de marzo y 3 de septiembre, elección papal), San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo, traslación de las reliquias), San Anselmo de Canterbury (21 de abril; 4 de diciembre, consagración episcopal; y 12 de septiembre, invención de las reliquias) y San Bernardo (20 de agosto), por mencionar algunos. Sin embargo, en el terreno de las santas doctoras no es tan fructífero, pues solo se cuenta como tales a Santa Teresa de Jesús (15 de octubre y 26 de agosto, la Trasverberación), Santa Catalina de Siena (1, la impresión de las llagas, y 29 de abril) Santa Teresa del Niño Jesús (1 de octubre) y, en últimos tiempos, a Santa Hildegarda (17 de noviembre). Pero, ¿cuáles fueron esos requisitos que debieron cumplir estas mujeres para ser consideradas como tal?, veamos algunos de ellos. 

En primer lugar, todas estas mujeres llevaron una vida de santidad, y además, hicieron gala de su virginidad. El hecho de consagrarse en cuerpo y alma a su Creador fue indispensable para entrar en ese estrecho círculo (recordemos que hay santas que fueron casadas o viudas, pero ninguna de estas es doctora), caso contrario de los doctores varones, ya que algunos de ellos, antes de reformarse y llevar una vida virtuosa, tuvieron tropiezos en su vida mundana. Las doctoras, en cambio, fueron doncellas que desde su temprana niñez se predestinaron a llevar una vida de pureza y santidad. Según la tradición católica, esta virtud fue la que hizo posible que algunas de ellas recibieran favores o gracias, por ejemplo Santa Catalina, que en reconocimiento de su vida consagrada y virginal, fue tomada por Cristo como esposa, el cual le entregó un anillo como símbolo de su unión [7].

Delicioso anacronismo
en el abrazo de Teresa, Catalina
y Clara. A esta última también
se le ha propuesto para Doctora.
Un rasgo característico de estas mujeres (y de otras santas) es que pertenecieron a la nobleza, o a familias de clase media con cierta influencia local. Sabemos que en aquella época solo las hijas de familias acomodadas podían aspirar a profesar como religiosas (pues la dote y el linaje eran algunos de los requisitos que les pedían). Además podemos notar que casi todas estas mujeres durante su infancia tuvieron contacto con la literatura piadosa que formaba parte del acervo de la biblioteca familiar, reflejo de su posición económica. Otra cualidad (que no es requisito para ser doctora pero que se presenta en estas vírgenes, en mayor o menor medida) fue que experimentaron visiones o arrobamientos místicos [8]. Aquí es preciso hacer un paréntesis entre lo que diferencia una visión de un éxtasis. 

En la experiencia visionaria, el sentido principal por el que se percibe lo divino es la vista, a veces se refiere a que se ve “con los ojos interiores o del alma”, es decir, como una representación mental, en la que si bien intervienen los ojos físicos lo que realmente permite percibir la escena es que el alma se haya en un estado de gracia y purificación tal que puede mirar y comprender lo que sucede en otros planos o dimensiones. El visionario contempla con necesidad de una imagen, y se cree que el entendimiento de esa visión se le da por infusión divina. 

El extático o místico desea la unión espiritual e intelectual con Dios, y actúa sin necesidad de una imagen: Es el anonadamiento, la absorción en y por Dios, del espíritu [9]. Otra característica del extático es que se le permite intervenir en el acontecimiento: por ejemplo, Cristo le permitió a Santa Catalina ver y besar la herida de su costado derecho. En los desposorios de Santa Teresa, también con Cristo, a ella se le colocó un velo y un collar como símbolo de novia mística, y en el que intervinieron como padrinos la Virgen María y San José. Es decir, el místico traza una relación directa con Dios, en un diálogo y actuar mutuo, y no solo lo contempla. En las vidas de las doctoras, hay casos que presentaron estas dos facetas, y otras solo de una.

La santa extática por excelencia es Santa Teresa de Jesús, reformadora de los carmelitas descalzos. En uno de sus arrobamientos más asombrosos (conocido como la Transverberación) Santa Teresa experimenta un intenso dolor que al mismo tiempo era gozo divino pues un Serafín le atravesó el pecho con un dardo. La Santa relata:
Trasverberación de Santa Teresa.
Josefa de Óbidos. Siglo XVII.
"Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no eragrande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido queparecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja departicipar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento" [10].


La segunda cualidad para ser doctora es una vida ortodoxa. El llevar una existencia de acuerdo al modelo y conducta cristiana era algo que se lograba día a día, en la convivencia diaria y la firme convicción de no apartarse del camino ni un instante. Según las hagiografías de estas vírgenes en algunas se manifestaron éxtasis, otras obraron milagros en vida o post-mortem, y otras más dejaron en su lecho un distintivo aroma que fue tomado como signo de su santidad. Son múltiples los pasajes de sus vidas que nos muestran esa postura. Solo mencionaremos algunos:

Santa Teresa de Lisieux ingresó al Carmelo, casi se puede decir, para seguir donde vivían dos de sus hermanas mayores, y donde más tarde profesaron, en el mismo convento, una hermana y una prima. En sus relatos, Teresita cuenta que al principio ella era una chiquilla imberbe y sensible que no comprendía el verdadero significado de la vida religiosa. Pero un suceso marcó su conversión: sucedió que un 24 de diciembre de 1886, el festejo del nacimiento del Niño Jesús, le hizo madurar y reconocer que ahí era su lugar:
En esta noche en la que él se hizo débil y doliente por mi amor, me hizo a mi fuerte y valerosa; me revistió de sus armas, y desde aquella noche bendita ya no conocí la derrota en ningún combate[11].
Un ejemplo de la santidad en la carne lo muestra Santa Teresa de Jesús. En su muerte ocurrida en Alba de Tormes en 1582 dejó un dulce aroma que se expandió por todo el convento, una luz hermosa invadió la celda y alguien vio volar una paloma al lado de su cama [12]. Nadie dudó de su santidad. Su cuerpo fue exhumado varias veces y en cada ocasión le desprendieron partes de su cuerpo que los creyentes tomaron como reliquias: hoy en día se venera su corazón (que se cree incorrupto) en un ornamentado relicario en el convento de Alba de Tormes. 

Impresión de las llagas
de Santa Catalina de Siena
El tercer gran requisito (el más importante) es el haber escrito obras en donde explicaban o profundizaban una verdad de fe. La máxima obra de Santa Catalina de Siena son sus "Diálogos de la Divina Providencia", de los cuales se dice que fueron por inspiración del Espíritu Santo, aunque también dejó voluminosas cartas dirigidas a varias autoridades eclesiásticas, entre ellas a los papas Gregorio XI y Urbano VI. 

Santa Catalina también tuvo experiencias de este tipo, pues mientras oraba ante un crucifijo, “Vio descender cinco rayos sangrantes de las llagas de su Salvador”. Cuando estos cinco rayos la alcanzaron le produjeron un intenso éxtasis que provocó “que se desmayara en los brazos de sus compañeras como si hubiese sido herida[13]. Esto ocurrió en la ciudad de Pisa en 1375 mientras oraba ante un Crucificado. La diferencia de sus estigmas con los de San Francisco fue que los de ella no se percibieron, es decir, fueron invisibles. Esta aseveración generó una acalorada discusión entre franciscanos y dominicos. Los primeros argumentaron que esta fue una gracia especial concedida a su santo patrono. Los dominicos, por su parte, defendieron que Santa Catalina como Sponsa Christi también era merecedora de esas señales. El litigio terminó con la prohibición del papa Sixto IV de representar los estigmas en las imágenes de la santa, aunque posteriormente el papa Inocencio VIII las autorizó de nuevo y “se marcaron entonces como rayos luminosos y a veces como azucenas[14].

En su faceta como diplomática, Santa Catalina fue consejera de Papas y obispos, y en no pocas ocasiones mantuvo discusiones sobre religión con encumbrados estudiosos, los cuales le reconocieron su sapiencia. También obró el prodigio de trasladar al Papa Gregorio XI de Aviñón hasta Roma [15]. Murió en Roma en 1380, fue canonizada en 1461 por Pío II, y reconocida doctora de la Iglesia el 4 de octubre de 1970 por Pablo VI. Es considerada co-patrona de Europa, y especialmente de Italia (y en esto también comparte el crédito con San Francisco de Asís). 

Santa Teresita, sus hermanas
y la M. María de Gonzaga
Santa Teresa del Niño Jesús o Lisieux, nombrada la “Florecilla” fue una carmelita francesa que también redactó una autobiografía: "Historia de un alma", aunque también realizó cartas, poemas y oraciones. Tuvo un ferviente deseo de ser una monja misionera, cosa que no pudo lograr debido a su delicada salud [16]. Sin embargo, fue reconocida como Patrona de las misiones. Profesó que el camino seguro para llegar a Dios era la sencillez de alma: “Hacer por amor a Dios nuestras labores de todos los días.” El sentido de su propuesta era reconocer la pequeñez del hombre ante Dios, de su poder infinito y de sentir plena confianza en Él, es decir, reconocer su misericordia. Se le construyó una basílica en Lisieux y en 1945 se le nombró co-patrona de Francia, con Santa Juana de Arco (30 de mayo) [17]. El 19 de octubre de 1997 fue nombrada doctora de la Iglesia por el Papa Juan Pablo II, quién le concedió el título de "Doctor Amoris".

La obra de Santa Teresa de Ávila comprende varios tratados, cartas y poemas, entre los que destacan su autobiografía conocida como "El libro de la Vida", "Camino de perfección", "Las moradas (o Castillo Interior)". En estos tratados Santa Teresa propusó un modelo para acercarse a Dios: a través de diversos estadios o habitaciones que el alma tenía que pasar, para finalmente, en la última morada, en el interior del castillo, lograr la unión mística con su Creador. Es considerada patrona de España (junto a la Inmaculada Concepción y Santiago Apóstol), patrona de los escritores españoles y es invocada como auxiliadora de las almas del purgatorio. Tuvo una intensa vida activa y contemplativa pues equilibró sus actividades como priora y fundadora de conventos, también logró madurar y entender sus experiencias místicas para después plasmarlas en sus escritos dejando una guía espiritual para la posteridad. Fue nombrada doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970 por Pablo VI [18].



José Alejandro Valadez Fernández.


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Y, como hemos dicho, a la cuarta Doctora, Hildegarda, le dedicará el siguiente artículo.



[1] La Baja Edad Media es el período que comprende desde los siglos XI al XV. 
[2] En lo que en la actualidad se conoce como el land Renania Septentrional-Westfalia. Otras versiones nos dicen que nació en Böckelheim, o en el condado de Spanheim pero todas coinciden en el mismo año de nacimiento. 
[3] Su experiencia mística la podemos percibir a través de sus visiones y de la interpretación que ella misma les dio, pues fue conocedora en teología y sus simbolismos. 
[4] Muchos de ellos se convirtieron en documentos cumbre de la teología cristiana. 
[5] El antecedente de esta congregación era la Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, o simplemente Santo Oficio. La principal función de la Congregación para la doctrina de la fe es, como su nombre lo dice, promover la doctrina de la fe y la moral en el catolicismo. También impulsa el estudio de la doctrina cristiana, su comprensión y que genere argumentos que la defiendan. Así mismo estudia los textos y ver si son ortodoxos y siguen el modelo planteado. 
[6] Le compete todos los asuntos que tienen que ver con la Beatificación de los Siervos de Dios, su canonización, y la Conservación de Reliquias. Ambas congregaciones forman una parte de la Curia romana. 
[7] "Diálogos de Santa Catalina de Sena", trad. Fray Lucas Loarte, Profesor de la Sagrada Teología del Orden de S. Domingo, 1668, Madrid, en Google Books: books.google.com.mx/books?id=K20GCPMFC2wC 
[8] El éxtasis o arrobamiento, según la Real Academia, es un estado del alma, caracterizado interiormente por cierto unión mística con Dios mediante la contemplación y el amor, y exteriormente por la suspensión mayor o menor del ejercicio de los sentidos. Diccionario de la real academia. La experiencia extática no fue exclusiva de las mujeres, también hay casos de santos varones que fueron grandes místicos como San Juan de la Cruz (14 de diciembre), San Francisco de Asís (4 de octubre y 17 de septiembre, la impresión de las llagas) y San Pedro de Alcántara. 
[9] San Ignacio (31 de julio) ideó un modelo de ascesis o actividad espiritual que incluía a cualquiera que deseara acercarse a Dios y no solo para los místicos que desde pequeños hubiesen presentado el don. “El hombre no tiene más que dirigirse hacia Dios por los debidos caminos para alcanzarlo; a él puede llegar solamente con su fervor y el conveniente uso de sus facultades naturales”. Francisco de la Maza, Catarina de San Juan: Princesa de la India y Visionaria de Puebla, CONACULTA, 1990, p. 49. 
[10] Santa Teresa de Jesús, El libro de la Vida, 29, 13. 

[11] Teresa de Lisieux, Historia de un alma. 
[12] Cathleen Medwick, "Teresa de Jesús, una mujer extraordinaria", Marcelo Coiván, trad., España, editorial Maeva, col. Embolsillo, 2002. 

[13] Luis Réau, Iconografía del arte cristiano: Iconografía de los santos, tomo1, vol. 3.Daniel Alcoba, trad., Joan Sureda I Pons dir., España, Ediciones del Serbal, 1997. El pasaje de las llagas tiene su origen en la leyenda de San Francisco de Asís, santo que presentó los estigmas del Señor por primera vez.
[14] Luis Monreal y Tejada, "Iconografía del cristianismo", Barcelona, El acantilado, 2000. Las llagas de Santa Catalina no debían aparecer sangrantes y solo se permitió que fueran representadas por una pequeña fisura, las cuales se pueden apreciar sobre todo en las manos. Otros atributos que acompañan a la santa son las azucenas, símbolo por excelencia de la virginidad, un crucifijo, un rosario, un corazón flameante, y en la cabeza, una corona de espinas. Esta representación con azucenas se usó también para las dominicas Santa Margarita de Hungría (18 de enero) y la Beata Elena de Hungría (12 de junio), aunque esta sólo en la mano derecha.

[15] Louis Reau, "Iconografía del arte cristiano: Iconografía de los santos", vol. 3, tomo 2, Daniel Alcoba, trad., Joan Sureda I Pons dir., España, Ediciones del Serbal, 1997, p. 285. 
[16] En estricto orden de nombramiento, primero fue nombrada doctora Santa Teresa de Jesús, luego Santa Catalina, y después Santa Teresa de Liseux. 
[17] Murió de tuberculosis a los 24 años de edad.
[18] Santa Teresa de Lisieux en Wikipedia la enciclopedia libre, es.wikipedia.org/wiki/Santa_Teresa_de_Jesús

6 comentarios:

  1. Chao Maruxela dice:
    Un articulo muy entretenido. La verdad es que no me creo nada de las apariciones de la Santa Teresa, ni de las otras doctoradas a dedo. Antiguamente tendían a tomar pócimas extrañas o alucinógenos que las hacía enloquecer .Eran mujeres jóvenes y en edad hormonal muy disparada. De ahí que tuvieran esos malestares interiores. Veían a los Ángeles volar por su habitación sin poder alcanzarlo, o sí, vete tu a saber. Dice que le clavaba un dardo y sentía dolor y disfrutaba de ese dolor. Que quieres que diga, simplemente atisbo algo sospechoso en ese clavo . En fin lo dejo aquí porque alargaría mi opinión (...) En tiempos remotos no existía la tecnología que hay en la actualidad, por eso ahora no se oye nada de visiones.

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    1. pues mire Vd. Sr. ó Sra. listísimo o isima, si estuviera o estuviese mejor informado veria que sus argumentos carecen de fundamento. Vd. no demuestra conocer la vida de estas Señoras Doctoras por eso habla así, ni conoce lo que ocurre en la actualidad. Pero como esta información se adquiere en los libros antiguos y modernos, y forma parte algunas de estas doctoras de nuestra literatura. reconocida mundialmente por gente digna de ser considerada, le invitaría a volver al cole, donde ya desde pequeños se nos enseñaba primero el respeto y luego literatura. Que tenga un buen dia y aprovéchelo.

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    2. Chao Maruxela dice:
      Sr. anónimo cultivado o ada , he leído (obligada) bastante sobre la vida de Santa Teresa de Jesús, y no solo eso, después de cada lectura las monjas nos hacían reflexionar sobre lo leído. La vida de esta mujer era la más leída , ya que a la superiora parecía fascinarle su dolores y estigmas que nunca creí y compartí en sus criterios acerca de las vírgenes. Que estas mujeres fuesen doctoras e ilustradas no lo pongo en duda . Una cosa es su curriculum académico y otra que vieran volar Ángeles con dardos incandescentes , luces maravillosas y divinas , apariciones celestiales, estigmas etc. ¿ quién vio todo eso en primera persona ? ¿ ¿Qué moto es la que nos quieren vender ? Muchos libros antiguos están falseados, Ejem: La Biblia. Finalizo dando las gracias por su recomendación para la vuelta al "Cole" Ya me hubiera gustado . Si tuviera que ir para instruirme sobre la vida y milagros de estas "vírgenes": le aseguro que no iría. Prefiero aprovechar mi tiempo y dinero en aprender otros temas más terrenales

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    3. fabuloso, muy bien explicado. si señor.

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  2. Edvi: No olvidemos tambien el porte medicinal, misionero evangelistico y en especial musical de Santa Hildegard von Bingen, siendo abadesa decidio salir del claustro para ir a predicar y fue la primera que compuso un Oratorio, antes de que este se inventase.

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    1. Edvito querido, es que de Hildegarda aún no habla Alejandro, lo he dejado para una segunda entrega, porque tiene mucha enjundia.

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