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jueves, 10 de marzo de 2016

De un mártir por Cristo Rey

Beato Elías del Socorro Nieves, agustino mártir. 10 de marzo


El 21 de septiembre de 1882 nació en la isla de San Pedro rodeado por las aguas del lago de Yuriria en el estado de Guanuajuato, el niño Mateo Elías Nieves Castillo. Sus padres tuvieron que trasladarse al convento agustino del pueblo de Yuriria donde alguna vez residió el también Beato Bartolomé Gutiérrez (3 de septiembre), para que su pequeño hijo fuera bautizado. Desde pequeño Mateo tenía la intención de ser sacerdote, pero a los doce años su padre muere asesinado y él tiene que dejar sus estudios para ayudar a su madre a mantener a su familia. Posteriormente parte a Celaya, Guanajuato en busca de un mejor salario, donde trabaja de todo. Luego parte a Irapuato y comienza a prepararse para ingresar a la Orden de San Agustín. Durante diez días fallecieron su madre y su tío fray Antonio Castillo, debido al desaliento que esto le provocó se dedicó a cultivar el campo.

En 1904 el colegio de San Pablo, del convento agustino de Yuriria es reabierto y Elías se presenta para ser admitido, a pesar de que un primo suyo trata de convencerlo de que él estaba hecho para el campo y no para el convento, pero el beato no se dio por vencido. Aceptado en el convento siguió trabajando para mantenerse pero terminó perdiendo la vista. Ayudado por varias personas logro viajar a Morelia, Michoacán a visitar a un médico quien le dijo que necesitaba muchos cuidados para recuperar en un año la vista. Elías se encomendó a Nuestra Señora del Socorro imagen venerada por la provincia agustina como su patrona y que había sido un obsequio de Santo Tomás de Villanueva (10 de octubre y 22 de septiembre) a los primeros agustinos enviados a territorio novohispano y en tres meses Elías recuperó la vista.

El 19 de enero de 1910 recibió el hábito agustino y un año después hizo su profesión y cambio su nombre por el de fray Elías del Socorro Nieves, en agradecimiento a Nuestra Señora del Socorro por el milagro de recuperar su visión. Fue enviado a Aguascalientes para seguir preparándose y ser ordenado sacerdote el 9 de abril de 1916 por el obispo Ignacio Plasencia y Moreira. En su pueblo natal, Yuriria, celebró su primera misa y fue nombrado vicario cooperador de la parroquia. Posteriormente vuelve a Aguascalientes donde estuvo por espacio de dos años. A finales de 1921 fue nombrado vicario del pueblo de Cañada de Caracheo. Allí el padre Nieves, como era cariñosamente conocido, se dedicó a concluir la construcción del templo y en 1925 colocó un reloj público. Se opuso en varias ocasiones a las exhibiciones cinematográficas, que consideraba contrarias a la moral.

Al comenzar las tensiones entre la Iglesia y el Estado, el padre Nieves decide esconderse en una cueva en la barranca de "El  Leñero", cerca del cerro de la Gavia y organizó a sus feligreses en siete grupos para que fuera a escuchar misa y recibir los sacramentos el día de la semana que les tocara. A las tres de la mañana llegaban a la cueva para ser confesados y recibir diversos sacramentos y escuchar misa, el padre Nieves arregló la cueva de tal modo que tuviera todo lo necesario para celebrar la eucaristía. Por las noches el padre Nieves descendía al pueblo para atender a enfermos y ancianos que no podían ir a la cueva a escuchar misa y aprovechaba a oficiar bodas y bautizos.

El 7 de marzo de 1928 llegó un regimiento de soldados al mando del capitán Manuel Márquez siguiendo a unos ladrones. Buscando un sitio donde pasar la noche llegaron a la casa cural y al no poder entrar intentaron derribar la puerta, pero dos vecinos, Gregorio López y Nicolás Bernal, intentaron evitar que destruyeran la puerta y fueron aprehendidos en el acto. En respuesta a esa injusta acción los vecinos empezaron un tiroteo que duró tres horas. A la mañana siguiente López y Bernal fueron fusilados, al entrarse de tan terrible noticia el padre Nieves decidió recluirse en oración todo el día jueves. Esa noche la pasó en casa de los hermanos Sierra, en el rancho de San Pablo y celebró misa el viernes por la mañana.

Al medio día el padre Nieves salió a dar un paseo disfrazado como campesino con un amplio sombrero, pero se encontró con los militares al mando del mayor Leonardo Rodríguez quien se percató que por debajo del pantalón de manta salía las orillas del pantalón negro del sacerdote y entonces lo detuvo en el acto. Entraron a casa de los hermanos Sierra buscando agua pero sorprendieron a los habitantes ocultando armas de fuego, y el mayor ordenó detener a José Dolores y Jesús Sierra. De camino a Cañada de Caracheo los soldados iban montados a caballo y los tres detenidos caminando. Llegados a Cañada, un vecino de nombre Toribio Martínez, por atención al sacerdote les ofreció pasar la noche en su casa, a lo que los militares aceptaron. El capitán Márquez entabló burlonamente una discusión sobre teología con el padre Nieves que se prolongó durante toda la noche. El señor Toribio ofreció al capitán y al mayor la cantidad de 1,000 pesos por la libertad del padre Nieves. El mayor estaba de acuerdo pero el capitán no, lo que terminó en una discusión violenta en la que don Toribio y el padre tuvieron que intervenir para calmar los ánimos. El padre Nieves enterado de la situación dijo: "No, Toribio no conoce esa cantidad de dinero, ni yo puedo aceptar que nadie se comprometa por mí. De modo que no hay lugar a discusiones. Que se haga la voluntad de Dios y nada más". El mayor Rodríguez decidió partir esa noche dejándole toda la responsabilidad al capitán Márquez. Al percatarse el padre Nieves de la discusión entre ambos militares, se acercó a los hermanos Sierra para decirles que huyeran debido a que ellos le harían falta a sus familia, pero estos se negaron alegando que si ellos hacían falta a sus familias, más falta hacía el que era el padre espiritual de tantas familias.


A las diez de la mañana del 10 de marzo de 1928 el contingente militar emprendió la retirada y una hora más tarde en la hacienda de Las Fuentes se ordenó el fusilamiento de los hermanos Sierra. José Dolores cayó muerto de un infarto antes de ser fusilado y Jesús murió abatido por las balas mientras con sus últimas palabras clamaba "¡Viva Cristo Rey!", aunque a ambos se les dio el tiro de gracia.

El padre Nieves pidió ser fusilado en otro sitio y fue llevado a tres kilómetros donde había un árbol de mezquite y un poste de teléfono. El agustino se arrodilló a hacer oración y le dijo al militar: "Capitán, estoy listo para morir por mi religión". El capitán le preguntó la hora al sacerdote y este le respondió que faltaban cinco minutos para las tres de la tarde e inmediatamente le obsequió su reloj al capitán y sus demás pertenencias a los otros soldados. El hijo de San Agustín le pidió a sus captores que se arrodillaran para recibir la bendición, lo que inmediatamente hicieron los soldados, pero el capitán algo molesto sacó su pistola y le dijo: "Yo no necesito bendiciones de curitas, a mí me basta mi pistola" y en el acto disparó al padre Nieves. Al caer al suelo el sacerdote logró exclamar: "Dios te perdone, hijo mío. ¡Viva Cristo Rey!". El capitán Márquez se acercó y le dio el tiro de gracia, para después partir hacia el pueblo de Cortázar. 

Una mujer que presenció el martirio escondida en unos matorrales se acercó a tratar de auxiliar al sacerdote y pudo escuchar que con sus últimas palabras dijo: "hombres de poca fe", luego de esto la mujer fue a darle aviso a los demás vecinos. Un pastor que también presenció el acto vio que un tozo del cráneo de había desprendido, lo devolvió a su lugar y  envolvió la cabeza del padre Nieves para evitar que se volviera a desprender pero todo fue inútil, el sacerdote ya había expirado. Al llegar los vecinos recogieron el cuerpo del padre Nieves y el de los hermanos Sierra y los llevaron para ser velados y los tres fueron sepultados en el panteón de la localidad al día siguiente. En 1936 los restos del padre Nieves y los hermanos Sierra fueron trasladados a la iglesia de la Virgen de los Dolores de la Cañada de Caracheo.

Fray Elías del Socorro Nieves, conocido cariñosamente como el padre Nieves fue beatificado por el beato papa Juan Pablo II, el 12 de octubre de 1997. En su pueblo natal, Yuriria, Guanajuato, anualmente el día 10 de marzo en recuerdo del martirio del padre Nieves se realiza la representación de “la pasión del padre Nieves” y el santo entierro del padre Nieves, llevando una imagen del beato revestido con los ornamentos litúrgicos en un ataúd, para después celebrar la misa en honor del beato.  


Lic. André Efrén Ordóñez.



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