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miércoles, 28 de febrero de 2018

Fueron grano limpio y gloria de Dios.

Santos Román y Lupicinio de Condat, hermanos abades. 28 de febrero.

Nació Román sobre 390. se formó en el monasterio de Ainay, cerca de Lyon, bajo la dirección de su abad San Sabino (3 de septiembre), y luego regresó a su casa aunque en su corazón ardía la vocación monástica. Ayudó a su padre en el negocio familiar y rechazó cualquier matrimonio que se le propusiera, algunos muy ventajosos. Cuando tenía 35 años quedó huérfano, se deshizo de todas sus propiedades, reservándose solo un ejemplar del conocido libro "Vidas de los Padres del Desierto" y unas cuantas semillas y herramientas. Con su carga se fue al Jura, donde tomó morada bajo un pino. Luego estableció una ermita, germen del célebre monasterio de Condat.

Allí parecía que nadie le hallaría, pero la noticia de aquel eremita que había logrado cultivar entre las montañas pronto se extendió y le llegaron algunos discípulos, entre ellos su hermano Lupicinio. En un año eran tantos, que ambos hermanos ya gobernaban dos recintos cenobíticos, aunque unidos en la Regla y la caridad. Una hermana suya, de la que no tenemos nombre, también tuvo su propio monasterio entre los riscos, donde con los años llegaría a haber la impresionante cantidad de 500 monjas. En los tres monasterios la vida era idéntica: celda separada, teniendo solo la iglesia y el refectorio en común. Vestían túnicas sencillas de piel, que protegían de la lluvia, pero no del frío. La austeridad, penitencia, ayuno, oración, trabajo y lectura eran las máximas de los monasterios de Román, imitando la vida de los monjes de Oriente.

Lupicinio superaba a todos en sus privaciones, pues dormía en un tronco de árbol y vivía de un menjurje a base de cebada y salvado, sin sal ni aceite. Solamente una vez, y por contentar a unos monjes, accedió a añadir un caldo de pescado a su rancho. Su estricto modo de vida hizo que algunos monjes protestaran y se fueran. Entonces Román le regañó de ser causa de dispersión de los monjes, a lo que Lupicinio le respondió: "No te preocupes, esos son la paja que se separa del grano. Son orgullosos y Dios no está con ellos". Sin embargo, Romano, más comprensivo, fue por ellos y les convenció de regresar al monasterio.

Román y los leprosos.
Hacia los 50 años Román peregrinó a Agaunum para venerar las reliquias de San Mauricio (22 de septiembre), y mientras iba en camino se hospedó con unos leprosos, a los que abrazó y besó, quedando los enfermos milagrosamente sanos con este gesto de cariño. La fama de este portento llegó a Ginebra, donde el clero y la nobleza le recibió con gran pompa y celebrando un pontifical en la catedral. Se dice que San Hilario de Arlés (13 de enero) les ordenó presbíteros, luego de conocerles y ver sus abundantes virtudes.

Román murió en 640, luego de despedirse de sus hermanos y exhortarles en la fidelidad a Jesucristo. Sus reliquias se veneran en el Jura. San Gregorio de Tours (17 de noviembre) escribió sus vidas. En cuanto al monasterio, pronto se llamaría de San Oyend (1 de enero), su ercer abad, y posteriormente y hasta hoy, se conoce como San Claudio (6 de junio), pues este célebre obispo de Besançon fue monje allí, y allí se halla su venerado sepulcro.


Fuentes:
-"Año cristiano, o ejercicios devotos para todos los días del año". P.P J. Croisset. Logroño, 1851.
-"Vidas de los Santos". Volumen II. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 28 de febrero además se celebra a






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