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viernes, 16 de marzo de 2018

Del Kidunaia y una santa pecadora.

San Abraham Kidunaia, eremita, y Santa María, su sobrina. 16 de marzo y 29 de octubre.

Fue este santo natural de Edesa, Mesopotamia, en el siglo V. Sus padres eran de buena posición económica, poseían tierras y muchas casas. Cuando Abraham era un joven le eligieron esposa a pesar de que él quería ser célibe por Cristo. El último día de la celebración, Abraham huyó y se ocultó en el desierto, donde le hallaron absorto en oración. Nada pudieron hacer los padres ni la esposa para que regresara a casa, así que le dejaron en paz.

Entonces Abraham se dedicó a una vida de gran austeridad y penitencia. Cerró su celda y solo dejó sólo una pequeña ventana por donde recibir alguna limosna. Cuando sus padres murieron no quiso salir para el entierro ni para ocuparse de sus bienes, sino que encargó a un amigo la distribuyera entre los pobres. El no necesitaba nada, solo su estera y un jarro para beber. Dícese que toda su vida de penitente no usó como vestido sino una áspera piel de cabra, que sería usada usado por otros, después de su muerte. También nos cuentan leyendas posteriores, que los ratones la hacían compañía y que con ellos se entretenía. O que el diablo le molestaba en forma de un dragón o basilisco.

El obispo de Edesa le pidió le ayudase con la evangelización de Beth-Kiduna una ciudad poblada por paganos que se resistían al Evangelio. Abraham no quiso, pero finalmente accedió por obedecer. Fue ordenado presbítero y allá se fue. Intentó predicar en público, pero nadie le hacía caso. Entonces edificó una iglesia en medio de la ciudad. Cuando estuvo hecha, hizo una fervorosa oración y salió de la iglesia destruyendo todos los altares e ídolos que encontraba. Por supuesto, los aldeanos le pegaron y le echaron de la ciudad. Pero en la noche Abraham regresó y, al día siguiente lo encontraron rezando en la iglesia. Volvió a hacer lo mismo, y de nuevo le apalearon, dejándolo por muerto. Se recuperó y otra vez a predicar y a destrozar ídolos. Y claro, de nuevo una paliza. Así estuvo nada menos que tres años, hasta que finalmente, su ejemplo, su paciencia (?) lograron su objetivo y Abraham bautizó a más de mil en un solo día. Luego estuvo un año más instruyéndoles en la fe, y cuando tuvieron su propio presbítero, dejó a sus discípulos sin decir palabra y regresó a su soledad. San Abraham vivió los setenta años, y antes de morir, dio la bendición a los que le acompañaban fuera de su celda.

Una leyenda aparte cuenta que junto a Abraham vivía su sobrina María. Esta quedó huérfana a los 7 años y se fue junto a su tío, quien le edificó una celdita cerca de la suya, y desde su propio retiro la instruía en la oración y en la lectura. Cuando tenía 20 años fue seducida por un hombre que se hizo pasar por monje y discípulo de Abraham. Pero el hombre la abandonó, por lo que María huyó a Troas, donde se dedicó a la prostitución. Dos años sufrió el santo la lejanía de su sobrina, por lo que un día, disfrazado de soldado, se fue a Troas y obtuvo una cita con María. Estando comiendo, Abraham se descubrió y ante el estupor de su sobrina, le habló de perdón y misericordia. Le prometió hacer penitencia toda la vida por los pecados de ella, si ella volvía a la vida santa de retiro y oración que había llevado hasta 2 años atrás. María entonces volvió a su celda y su piedad fue tanta que llegó a obrar milagros.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Volumen III. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 16 de marzo además se celebra a





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