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domingo, 10 de enero de 2021

"no hay cosa más indigna de un obispo que atesorar dinero"

San Guillermo de Bourges, obispo cisterciense. 10 de enero y 7 de mayo, traslación de las reliquias.

Nació sobre 1150, en la Casa de los Condes de Nivers. Fue niño piadoso y muy inteligente y, según su leyenda, pasaba noches enteras en oración. Se educó con su tío, el Arcediano de Soissons, que hizo de él un joven sabio y virtuoso. Llegado a los 21 años fue ordenado presbítero y se le otorgó una canonjía en la catedral de Soissons, donde era respetado y querido. También por sus relaciones familiares obtuvo una canonjía en París, con muchas rentas aparejadas, que Guillermo destinaba íntegras a los pobres.

Pero el mundo, ni aún el eclesiástico, le satisfacía, por lo cual se unió a los austeros monjes de San Esteban de Grandmont (8 y 13 de febrero), luego de dar a los pobres y necesitados todo lo que por herencia le correspondía. Fue Guillermo un monje ejemplar, el más humilde, penitente y caritativo entre todos. Esteban le tuvo gran afecto y le hizo conocido de prelados, cardenales y del mismo papa Inocencio III. Tanto reconocimiento le turbó y decidió buscar una vida más escondida, si se podía, yéndose por ello a la Orden del Císter. Durante algunos años pudo gozar de la soledad que buscaba, siendo un monje observante y callado, hábil para los trabajos y para el canto. Pero he aquí que los monjes de Font-Joan, habiendo muerto su abad, le eligieron para que les hiciera de padre abad. Accedió Guillermo solo por obediencia y amor a sus hermanos, pero poco tiempo estuvo allí, pues le eligieron por abad los monjes de Chalis.

Y como "no hay dos sin tres", ocurrió que quedó vacante la sede de Bourges, y hubo una gran división entre los canónigos, que finalmente recurrieron al arzobispo de París, hermano del obispo difunto, para que les nombrase un obispo. Este les recomendó eligieran a alguno de los abades del Císter, Orden de prestigio, que encumbraba varones santos. Así lo hicieron los canónigos, escribiendo varios candidatos en papeletas que pusieron bajo el ara del altar principal de la catedral. Cantada la misa, el arzobispo parisino sacó la cédula que tenía el nombre de nuestro Guillermo. Repitió el prelado el gesto dos veces más y volvió a salir Guillermo el elegido en cada una. El pueblo y clero que se agolpaba a las puertas de la iglesia entró en tromba reclamando saber el nombre.

Una vez sabido el nombre, se le envió el resultado a Guillermo y al papa. Cuando este lo supo, confirmó la elección, haciendo que Guillermo aceptara por obediencia. Ese mismo año fue entronizado en la sede de Bourges con júbilo popular. Fue Guillermo un prelado excelente: caritativo, celoso del culto, preocupado por los pobres, evangelizador y reformador de costumbres. Siempre llevó su hábito monacal y jamás usó manto de pieles por más frío que hiciera. 

Nunca dejó de asistir personalmente cuando era requerido al lecho de un moribundo, un enfermo o algún desvalido. Sus rentas las donaba íntegramente para los pobres o para el culto, pues su máxima era: "no hay cosa más indigna de un obispo que atesorar dinero". Y para ello no dudaba en denunciar las injusticias de los poderosos, rechazando sobornos cuando estos querían comprar su silencio. Incluso fue acusado ante el rey Felipe Augusto de promover que no se recogieran impuestos, pero el monarca, una vez se entrevistó con Guillermo, vio que todo era calumnia y si antes le estimaba, desde entonces le tomó gran afecto.

En1201 fue Legado Ponticifio de Inocencio III para hacer la paz entre Francia e Inglaterra, consiguiendo pacificar ambos reinos, no sin esfuerzo y desvelo. En 1203 presidió, por legacía papal, el Sínodo de Clertmont, para zanjar las divisiones entre el obispo y el clero, que amenazaba cisma. En 1207 realizó la traslación de San Benito (11 de julio) y a finales de 1208 el papa le encomendó participar en la Cruzada contra los albigenses. En esta tarea no duró mucho tiempo, pues el día 1 de enero de 1209 supo por revelación que no le quedaba mucho tiempo en la tierra. El día de la Epifanía predicó al pueblo un sentido sermón, que provocó muchas conversiones de herejes. Luego de esto, se retiró a su humilde habitación, y pidió los Sacramentos. Recibió el Sacramento de rodillas, a pesar de sentirse morir. El día 10 de enero aún pudo rezar Maitines en su lecho, y luego de esto, pidió le tendieran en el suelo, sobre cenizas, y así murió santamente.

Aunque el santo había dejado escrito que quería ser sepultado como un monje más en su monasterio de Chalis, la ciudad, clero y pueblo de Bourges no consintieron le llevaran el preciado tesoro del cuerpo del santo. Llegaron a aponer guardias para impedir los monjes se lo llevaran, así que estos decidieron dejarlo en Bourges, en cuya catedral fue enterrado. Pronto comenzaron los milagros en su tumba, siendo cientos los sanados por intercesión del santo obispo. La leyenda dice que el mismo año de su muerte los cruzados sitiaron Bourges y cuando parecían rendirse, el santo apareció en el cielo, sobre un caballo blanco y blandiendo una espada. Los soldados se animaron y tomaron la ciudad, matando a los 7000 herejes que tenían tomada Bourges.

En 1217 se inició el proceso de canonización, la cual celebró Honorio III el 2 de Julio de 1218. El 7 de mayo de ese mismo año se elevaron las reliquias al altar mayor de la catedral de Bourges, donde estuvieron hasta 1562, cuando los herejes hugonotes las quemaron y arrojaron las cenizas al viento.


Fuente:
-"Médula Histórica Cisterciense". Volumen 3. ROBERTO MUÑIZ O.Cist. Valladolid, 1780.
-https://artsandculture.google.com/entity/william-of-donjeon/m03hk9yc


A 10 de enero además se celebra a:

San Agatón, papa.
San Gonzalo,
religioso dominico.
Beato Gregorio X,
papa
.











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