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lunes, 10 de septiembre de 2012

Y el nombre de la Virgen era María... Parte I

Anagrama del Nombre de María.

Introducción.
Cuando Ramón me propuso redactar algo sobre la celebración de la fiesta del Santo Nombre de María (12 de septiembre), recordé haber leído hace tiempo en internet un interesante artículo sobre el tema, que tras azarosa búsqueda he logrado recuperar [1]. Reconozco que son pequeñas mis aportaciones, pues buena parte de las presentes líneas no son sino síntesis de dicho artículo, publicado por Pedro Aliaga Asensio, OSST, con el título de: “La Fiesta del Santo Nombre de María: Itinerario histórico-litúrgico”.[2]


Y el nombre de la Virgen era María” (Lc 1, 27). Con estas palabras nos presenta el autor del tercer Evangelio a la excelsa destinataria del anuncio celestial, y la Iglesia, en unos de sus textos eucológicos, se dirige a Dios en estos términos: “En el nombre de Jesús se nos da la salvación, y ante él se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra, en el abismo. Pero has querido, con amorosa providencia, que también el nombre de la Virgen María estuviera con frecuencia en los labios de los fieles; éstos la contemplan confiados, como estrella luminosa, la invocan como madre en los peligros y en las necesidades acuden seguros a ella
[3]. Por ello, señalemos que es común anteponer piadosamente al mismo nombre de María el calificativo de Dulcísimo.

Pinceladas bíblicas
.
Puesto que el “Itinerario” que nos presenta el P. Aliaga, él mismo lo califica de “histórico-litúrgico”, no podemos esperar un análisis bíblico que tampoco nosotros vamos a realizar; únicamente, en unas breves pinceladas, vamos a recordar que el nombre, que para nosotros es algo de una importancia relativa, en el mundo bíblico es esencial pues expresa a toda la persona:


-En el Génesis se nos relata que cuando Dios crea los animales se los presenta a Adán para que él los ponga nombre
[4]; es la manera de decirnos que Dios los pone bajo el dominio del hombre.
-Cuando Dios elige a alguien para una misión especial, con frecuencia le cambia el nombre, así, con Abrán-Abraham
[5], Saray-Sara [6], Jacob-Israel [7], etc.…
-También, ya en el Nuevo Testamento, vemos que es San José quien, por mandato divino, impone el nombre a Jesús [8], con lo que se muestra que aunque biológicamente no lo engendrara, sí se le encomendó una verdadera tarea paterna en el hogar de Nazaret.
-Jesús, al constituir a Simón como fundamento de su comunidad (la Iglesia) le cambia el nombre por el de Pedro
[9].
-Cuando el Señor resucitado se aparece a María Magdalena, ésta no lo reconoce hasta que Jesús la llama por su nombre
[10].

Por ello no podemos creer algo intrascendente cual sea el nombre de la Virgen, si bien no sabemos con seguridad cual es el significado del nombre de María; lo más probable es que signifique Señora (con lo que resulta muy apropiado que nos dirijamos frecuentemente a Ella como Nuestra Señora), pero hay otras numerosas etimologías que defienden los numerosos autores: Amada de Dios, Excelsa, Iluminadora, Bellísima, Mar Amargo, Deseada…
[11] Parece casi preferible no saber con seguridad el significado de María, pues así para nosotros es sencillamente en Nombre de la Madre de Jesús y Madre Nuestra. Dicho esto, sigamos al eruditotrinitario en su exposición.

LA FIESTA DEL NOMBRE DE MARIA EN LA HISTORIA

Antecedentes

La celebración del Nombre de María hunde sus raíces en la piedad mariana medieval, si bien su reflexión teológica comienza ya en la patrística. No podemos olvidar, entre los Padres Griegos a San Epifanio (12 de mayo) o San Juan Damasceno (4 de siciembre) y entre los latinos a San Jerónimo (8 de mayo y 30 de septiembre), que dejaría gran huella en autores posteriores como San Bernardo (20 de agosto) [12], Santo Tomás de Aquino (28 de enero, traslación de las reliquias, y 7 de marzo), San Alberto Magno (15 de noviembre) o San Buenaventura (15 de julio). También señalemos la influencia de Santa Brígida de Suecia (23 de julio y 7 de octubre), Dionisio el Cartujano y San Lorenzo de Brindis (21 de julio). Este último afirma: “Sería equivocado pensar que este nombre glorioso de María no está lleno de misterios o que no está divinamente inspirado, como lo estuvieron los de Jesús y Juan Bautista[13].

La devoción al nombre de María corre pareja a la del nombre de Jesús. Ésta comienza a desarrollarse en el siglo XIV, en el que ya encontramos recogida una misa en su honor en un Misal de Essen; San Bernardino de Siena (20 de mayo) será su gran difusor, extendiéndose después universalmente. Por otra parte, como veremos a continuación, no podemos ignorar la dependencia de la fiesta del Nombre de María de la de su Natividad (8 de septiembre).


El nacimiento de la fiesta: Cuenca, España ¿1513-1588?
La fiesta del Nombre de María nace indudablemente en Cuenca; en concreto, podemos ubicar su origen en una capilla de la Catedral conquense. Tradicionalmente, se ha considerado que fue concedida su celebración por bula de León X en el año 1513; sin embargo, el que no se conserve dicha Bula ni Sixto V la cite en la suya de 1587 hace que algunos autores pongan en duda su existencia, tanto más cuanto que no parece necesario el recurso a Roma para celebrar una fiesta tan localizada, reducida a una única capilla. Recordemos que esto tenía lugar antes de la promulgación del Missale Romanum de 1570, vinculante para toda la Iglesia latina; para que pudiera seguir celebrándose esta fiesta después de esa fecha era necesario pedir indulto a la Sede Apostólica.


San Simón de Rojas
recibe el cíngulo de pureza de
manos de la Virgen de Tejeda
.
En 1587, un canónigo de Cuenca, Juan del Pozo Palomino, pidió y obtuvo de Sixto V la concesión de dicha fiesta, mediante letras apostólicas emanadas por el cardenal Pedro Deza, del título de Santa Prisca, fechadas en 17 de enero de 1587, previa autorización del papa “vive vocis oráculo[14]. La fiesta del Nombre de María se celebraba pues en la capilla de la Catedral de Cuenca de la que dicho canónigo era patrono, dedicada a la Virgen María y dotada de un censo anual, con lo que se hacía con gran devoción y solemnidad. Esta fiesta tenía lugar en la Octava de la Natividad de María (o sea, el 15 de septiembre), pero tras el decreto del Concilio de Trento y del papa San Pio V (30 de abril), tuvo que ser reducida a mera conmemoración por coincidir con la celebración de la Octava [15].

La petición es la de poder volver a celebrar la fiesta con oficio propio: Sixto V accedió, con tal de que se celebrara el 17 de septiembre, sin coincidir con la Octava, concediendo además la categoría litúrgica de rito doble. Un año más tarde se pidió una segunda gracia al Papa: la extensión de la fiesta a toda la diócesis de Cuenca, que Sixto V acogió favorablemente, aprobando dicha concesión en fecha 10 de julio de 1588
[16]. Nace pues como fiesta ligada a la Natividad de la Virgen, de gran tradición en la diócesis conquense.

San Simón de Rojas, Apóstol del Nombre de María,
Señalábamos anteriormente que la fiesta del Nombre de María era en su origen una celebración propia únicamente de la diócesis de Cuenca; su gran difusor será el trinitario San Simón de Rojas (1552-1624. 28 de septiembre), principal propagador de la devoción al Nombre de María. Sus contemporáneos llamaban “El Padre Ave María”, porque estas palabras eran su saludo habitual. Recordemos que Simón fue superior del convento de trinitarios de Cuenca desde finales de 1591 hasta 1594 (en que pasó a ser superior de Ciudad Rodrigo). Es decir, durante su estancia en Cuenca conoció y celebró la fiesta del Nombre de María, que fue su principal devoción mariana. Aunque no haga referencia directa a la fiesta a la que nos referimos queremos añadir que tanto siendo prior del convento de Cuenca como en otras ocasiones acudió varias veces al convento de Nuestra Señora de Tejeda (8 de septiembre) en Garaballa, Cuenca, a hacer unos días de retiro, hospedándose en la celda que hoy es Capilla del Santísimo Sacramento. Allí recibió de la Reina del Cielo
[17] el don de la perpetua castidad, como premio a haber vencido todas las tentaciones que hasta entonces había padecido.

Cuentan todos los biógrafos del Padre Rojas que siendo confesor de la Reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, fue urgentemente llamado a su lado en El Escorial porque se hallaba gravemente enferma de sobreparto y se encontraba sin conocimiento y no había recibido los auxilios espirituales; al llegar el santo a su lado la saludó: “Ave María, Señora”, a lo que ante el estupor de los presentes la reina abrió los ojos exclamando: “Gratia Plena, Padre Rojas”. Recibió con gran fervor los últimos sacramentos y falleció en paz a los pocos días; era el año 1611.

N. S del Dulce Nombre de María.
Madrid.
Cuando el rey le ofreció algún don como agradecimiento por el consuelo proporcionado a la fallecida, el santo le pidió que se inscribiera, junto con sus hijos, en la Congregación de Esclavos del Dulcísimo nombre de María que se disponía fundar para difundir esta devoción a la vez que para asistir a los necesitados fundando un comedor de caridad que todavía subsiste en Madrid, en la Capilla del Ave María, único resto del antiguo convento trinitario, Junto a la Plaza de Jacinto Benavente. Junto con ello también pidió a Felipe III que se tramitara en Roma la extensión de la fiesta del Dulce Nombre de María, lo que no se materializó hasta 1622, ya bajo el reinado de Felipe IV. En efecto, como consejero del nuevo Rey y confesor de la reina Isabel de Borbón desde 1621, el Santo aprovechó su posición en la Corte para conseguir de Roma la consecución de su proyecto; así, va a lograr, como decimos, la extensión de la fiesta del Nombre de María para la diócesis de Toledo y para la Provincia de Castilla de los trinitarios.

Insistamos en la obra más perdurable de San Simón de Rojas, la Congregación a la que ya nos hemos referido, cofradía mariana de tipo esclavista (una de las primeras en su género) que se extendió dentro y fuera de los conventos de la Orden Trinitaria, en España y Portugal, y aún en la América española, cuyo principal objeto fue el culto al Nombre de María, al que se añadió en 1618 (a instancias del mismo Fundador) una finalidad caritativo social. Esta Congregación se difundió después por Flandes, Países Bajos, Francia y el Imperio, merced a la obra del agustino Bartolomé de los Ríos, discípulo del Santo Rojas, autor de la monumental “Hierarchia Mariana”
[18]. La devoción al Nombre de María pasó también a la Congregación de la Virgen del Carmen, fundada por el carmelita Miguel de la Fuente (1573-1625), amigo íntimo de San Simón. Omitimos en razón de brevedad la cita de algún otro autor que también nos señala el P. Aliaga.

Siguiendo con el tema de la fiesta del Nombre de María, fue el Conde de Monterrey y de Fuentes, don Manuel de Fonseca y Zúñiga, embajador extraordinario de Felipe IV ante Gregorio XV, el que en 1621, con autorización real, realizo la gestión, pues tanto él como su esposa, dona Leonor María de Guzmán, eran amigos y confidentes de San Simón de Rojas. En efecto, pidió en la audiencia con el Papa la concesión de la fiesta del Nombre de María para los trinitarios de la Provincia de Castilla y para la diócesis de Toledo, a lo cual accedió el Papa “vivae vocis oraculum” en Frascati, a 31 de mayo de 1622. Cinco días más tarde (5 de junio de 1622) se emanaba el Decreto correspondiente, por el cardenal Gaspar Borgia, del título de Santa Cruz en Jerusalén, por el que se concedía dicha fiesta, con oficio doble, tal y como se usaba en Cuenca
[19].

Dulce Nombre de María.
Castelammare.
También el Conde de Monterrey, animado con el éxito, pidió al Papa concediera a los trinitarios de todas las provincias de España que todos los sábados pudiesen rezar el oficio del Nombre de María, con rito semidoble y nueve lecciones, exceptuando los tiempos de cuaresma y adviento. El Papa volvió a condescender de viva voz, a 5 de enero de 1623, y mandó emanar el consiguiente decreto, que firmó el cardenal Ludovico Ludovisi, del título de Santa María en Traspontina el día 7 de enero de 1624 [20]. La concesión de la fiesta del Nombre de María fue celebrada por todo lo alto en España. El Cardenal Arzobispo de Toledo, don Fernando de Austria (que había sido pupilo de San Simón de Rojas) mandó publicar la gracia en toda la Archidiócesis, y que se hiciesen demostraciones de alegría eclesiástica. En 1623, don Diego de Guzmán, Patriarca de las Indias, capellán y limosnero del Rey, dio licencia al Padre Rojas para que pudiera imprimir el oficio del Nombre de María, del que en breve tiempo se llegaron a hacer siete ediciones [21]. Siendo el Padre Rojas Provincial de Castilla, mandó que todos los terceros domingos de cada mes se predicaran sermones del Nombre de María en todos los conventos de la Provincia. 

Y, como ya nos estamos alargando demasiado, será en la segunda parte donde continuemos exponiendo la evolución de esta fiesta mariana.

Ángel Luis Estecha González, pbro. 




[1] Tras encontrar la ubicación del artículo, ésta nos da resultado de error: www.trinitarianhistory.org/studes/Maria.htm. Sin embargo, hemos encontrado una copia operativa del artículo en el siguiente enlace (algo más debajo de la mitad de la página):
http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=1213
[2] En la prestigiosa publicación: Ephemerides Mariologicae, Vol. 51 (octubre-diciembre 2001), pp. 489-507.
[3] Misas de la Virgen María, misa 21. Prefacio. Posteriormente nos referiremos a este texto.
[4] Gn 2, 19-20.
[5] Gn 17, 5.
[6] Gn 17, 15.
[7] Gn 32, 28-29.
[8] Mt 1, 21.25.
[9] Mt 16, 18.
[10] Jn 20, 16.
[11] -Bou i Simo, Jordi M.: “María, Madre Virgen”. Promoción Popular Cristiana; Madrid, 1988, pp. 137 ss.
-Alastruey, Gregorio: “Tratado de la Santísima Virgen”. Biblioteca de Autores Cristianos (BAC normal, nº 8); Madrid, 1945. Pp. 7 ss.
-Carol, OFM, J.B.: “Mariología”. Biblioteca de Autores Cristianos (BAC normal, nº 242); Madrid, 1964. Pp. 386 ss. (El artículo “El santo nombre de María” es de Richard Kugelman, C.P.
[12] Insertaremos en el siguiente artículo un fragmento del significativo sermón 2º “sobre las excelencias de la Virgen Madre” o “sobre el missus est”.
[13] Cit. En Carol, o.c., p. 387. 
[14] El P. Aliaga nos facilita la ubicación de este dato: ARCHIVO SECRETO VATICANO, Segreteria di Stato, Spagna, vol. 64, ff. 688r.
[15] El primer testimonio de la práctica litúrgica de la celebración de la Octava de la Natividad se encuentra en la disposición de Inocencio IV (1243) en que se establece para la Iglesia romana con motivo de un voto hecho par el colegio cardenalicio en el conclave de 1241, cuando durante tres meses estuvieron prisioneros de Federico II.
[16] ARCHIVO SECRETO VATICANO, Segreteria di Stato, Spagna, vol. 64, ff. 688r-688v. El P. Aliaga incluye íntegro el texto latino de este documento en el Apéndice Documental de su artículo.
[17] “Antes de 1609 en que lo refirió a su Provincial”. Fuentes, Manuel: “Esclavo de María y hermano de los pobres, Simón de Rojas”. Secretariado Trinitario; Córdoba, 1988, p. 63.
[18] Sobre este autor, precedente directo de la espiritualidad de San Luis María Grignion de Montfort, es de destacar el libro: Gutierrez Alonso, OSA, Salvador: “La Esclavitud Mariana en sus fundamentos teológicos y forma ascético-mística e histórica, según el Beato Montfort y según el P. Ríos”. Tip. S. de Ocaña; Madrid, 1945.
[19] ARCHIVO SECRETO VATICANO, Segreteria di Stato, Spagna, vol. 64, f. 688v. Aliaga incluye el texto latino en su Apéndice Documental.
[20] ARCHIVO SECRETO VATICANO, Segreteria di Stato, Spagna, vol. 64, f. 689r. También Aliaga incluye el texto. 
[21] No hay localizado ningún ejemplar, aunque sí el texto de la licencia.

4 comentarios:

  1. Escribí un artículo muy similar a este en mi blog, lo he publicado días después del suyo. Noto que hemos bebido casi que de la misma fuente o tenemos un documento "Q" (Aliaga) je je je. Juró que incluso el título de "antecedentes" es pura coincidencia. Si se dan cuenta en mi bibliografía no cito el libro base, sino otros que lo citan.

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    1. jajajaja, ay Dios... mira, que por ahí hay un cura italiano diciendome que le he copiado el artículo de Santa Iris...

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    2. Ahora son muy pocos los investigadores, es decir, aquellos que beben de fuentes originales, en realidad la mayoría lo que hacemos es una interpretación de lo que otros ya han interpretado, que generalmente han hecho la suya de otros, je je je. ¿Y a quién le habrá copiado el cura italiano?. La ventaja es que Aliaga -en nuestro caso- si que bebe de fuentes originales.

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    3. Eso siempre digo yo... lo que uno sabe, lo sabe porque otro antes lo supo y los plasmó, y antes de ese, otro... por eso aborrezco la tendencia de atesorar conocimientos sin compartirlos. Para que sirve eso?

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