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lunes, 10 de septiembre de 2012

Juan de Dios; granada y no sesos

Pregunta
: Hola, vengo navegando algunos días en la búsqueda de los atributos para identificar un santo, y me he disfrutado mucho de la lectura de los diferentes posts que tienen en el blog. Excelente esfuerzo y muy buena documentación. Felicitaciones! Yo estoy tratando de identificar un santo, el cual lleva un báculo aunque más parece un bastón de peregrino (hacia afuera) en la mano izquierda, y en la derecha lleva una especie de órgano o algo que no se llega a notar por el tipo de pintura que es, pareciera hasta un pedazo de cráneo... pero no logro identificar tampoco cuál es el distintivo que lleva. Habría forma de enviarles una imagen para que lo vieran? La vestimenta del santo es un hábito oscuro. Muchas gracias desde ya. Te paso la foto del santo que esta en casa desde la misma época que llego pero no tengo ni idea quien es! Y no se desde cuando estuvo en el muro! Se por el tipo de pintura que es un anónimo cusqueño del XVII. Que lleva en mano? La tapa de sus sesos? Un corazón? Ni idea!

Respuesta: Muchas gracias por tus elogios, tu confianza en que podemos ayudarte. Como dices lo que tiene es algo casi, recalco, casi indescifrable, y como apuntas, lo mismo podría ser la tapa de los sesos, un pastel, unas butifarras en salsa… Pero, aunque no lo parezca, ¡es una granada!, dicho sea de paso, pintada como el que nunca ha visto una granada. Y si es una granada… ¡Es San Juan de Dios! (20 de enero, la conversión; 8 de marzo y 28 de noviembre, traslación de las reliquias) Yo te identifico el santo, y te diré brevemente algo sobre la iconografía del santo y del simbolismo de este fruto, que no es poco:

Hábito: Es de color negro con escapulario y capucha sin capilla, formando una sola pieza. Lleva correa y rosario a esta.

Corona de espinas: En la mayoría de los santos, es el padecimiento místico de los mismos dolores de la Pasión de Cristo. También es símbolo también de trabajos, esfuerzos, sufrimientos por Jesús, y este es el caso de San Juan de Dios.

El Niño Jesús: Como se narra más adelante, tuvo una aparición del Niño que le reveló su misión.

Estandarte y conventillo: Aluden a su condición de fundador de una Orden Religiosa. Todos los fundadores (al menos los santos antiguos, cuya iconografía es muy rica) los llevan.

Canasta con panes: Símbolo de su caridad con los pobres, como en tu imagen, a veces el Niño Jesús es quien lleva el pan, en otras es el arcángel San Rafael (29 de septiembre y 24 de octubre), con el que el santo tuvo una relación muy especial de devoción y asistencia.

Báculo: Indica su condición de fundador y de peregrino al mismo tiempo.


Enfermo o pobre: A veces, sobre todo en la pintura, le acompañan los pobres, enfermos y desvalidos por los que dio su vida.

La granada: Es el atributo más peculiar del santo, y el más común (es el escudo de su Orden). El símbolo es profundo, puesto que la granada en la mentalidad medieval es signo de de vida. Su color rojo y la multitud de semillas, hablan de la fertilidad femenina, de la abundancia y la prosperidad. En el cristianismo, toma un significado más allá, y pasa a ser símbolo de resurrección y gloria. Su graciosa terminación en forma de corona, la hacen ser alegoría de la victoria en Cristo. En el santo, al estar coronada con una cruz, señala la victoria alcanzada por su obra caritativa.


Y en adelante, nuestro colaborador, el P. Estecha, te explicará como pasa a ser atributo distintivo del santo:

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Recientemente me mostraba Ramón la imagen que encabeza este artículo, a la que identificaba con San Juan de Dios, especialmente por su hábito, y también por sostener en su mano algo que a pesar de su imprecisión pensamos se trata de una granada. Y me encomendaba el recordar a los lectores porqué dicha fruta es un elemento iconográfico que puede aparecer en un cuadro del fundador de la Orden Hospitalaria. Nada diremos de la vida del portugués Juan Ciudad (éste era su apellido), nacido en Montemor-o-Novo en 1495 y muerto santamente en Granada en 1550, pues no es el objeto de este artículo. Nos limitaremos a relatar un episodio concreto que ha vinculado su figura a la granada hasta el punto de entrar a formar parte del escudo de su Orden.

Sabemos que en las vidas de los santos, junto con los datos inequívocos, según va creciendo su fama, se narran otros episodios de los que no siempre hay constancia histórica y así la hagiografía está colmada de leyendas; por otra parte, somos conscientes de que nuestro tiempo es más crítico con los hechos de tipo sobrenatural y así con frecuencia se tacha a los antiguos de excesivamente crédulos a la hora de admitir milagros, apariciones y otros fenómenos semejantes. Aunque como creyentes admitamos su posibilidad tampoco podemos creer imprudentemente cualquier relato que se nos presente. Es lo que sucede con el episodio de la vida del Santo que vamos a narrar, que para algunos cae dentro de lo legendario.

Tras su estancia en Ceuta, aconsejado por un confesor, Juan vuelve a la península e instalado en Gibraltar se dedica a vender estampas y libros piadosos, llevado más por el deseo de apostolado que por el ánimo de lucro. Un día, que algunos datan en Agosto de 1536, en que iba cargado con estos materiales recorriendo algunos pueblos de la comarca para ofrecerlos a los lugareños, encontrándose cerca de la localidad de Gaucín, en lo que hoy es provincia de Málaga, se encontró en el camino con un niño, descalzo y muy pobremente vestido, a pesar de lo cual rebosaba hermosura, con el que entabló el siguiente diálogo:


“-Pobre niño, hermano mío, ¿Dónde vas?, ¿te has perdido de tus padres?
-No me he perdido, sé mi camino y el tuyo.

-¿Pues cómo vas descalzo? Si te sirvieran mis alpargatas…
-Tú sí quieres calzarme, pero no me sirven –dijo, probándoselas y devolviéndoselas por demasiado grandes para pies tan pequeños” [1].



Entonces optó el Santo por cargar a sus hombros al pequeño, junto con sus libros y continuar así el camino. Al llegar a la fuente de la Adelfilla, dejó en el suelo con todo cuidado al niño, al que pidió permiso para ir a beber y refrescarse a la fuente; tras una sonrisa de asentimiento por parte de éste, al acercarse al agua, sintió que le llamaban y al volverse vio que ahora el Niño se mostraba resplandeciente y glorioso. Le mostró una granada abierta y sobre ella una Cruz a la vez que le decía: “Juan de Dios, Granada será tu cruz[2]; y dicho esto, desapareció el Niño, quedando Juan absorto en la contemplación de lo que acababa de vivir. 


La tradición local de Gaucin dice que el Santo volvió años después a este pueblo para hacer entrega de una imagen del Niño Jesús que, como recuerdo de este hecho, recibiera culto en una capilla (antigua mezquita) existente en el castillo de la población; según una versión Juan de Dios habría comprado la imagen a base de ahorros para poder llevarla a Gaucín, pero otra versión incluso dice que la habría encontrado en el lugar mismo de la aparición. En 1922 se colocó en ese sitio una lápida de mármol que cambiaba el nombre de la Fuente de la Adelfilla en Fuente de San Juan de Dios [3]. En 1960 se construyó allí una ermita, donde una nueva imagen sustituye a la que desapareció en 1936 [4].

Sobre las palabras de Jesús a Juan, en primer lugar resaltemos que es entonces cuando recibe el santo el apellido “de Dios” con el que va a pasar a la historia [5]. Por otra parte, encontramos ese juego de palabras entre granada (fruta) y Granada (ciudad): El Señor le envía a dicha ciudad para la misión que más adelante le hará ver (el servicio a los enfermos), lo que le supondrá incontables sufrimientos (cruces) que él aceptará por amor de Dios. Pero además no creemos incompatible un segundo juego de palabras, pues granado significa “notable y señalado”, con lo que “granada será tu cruz” también significaría que sus cruces (sufrimientos) serían notables.

El insigne literato Lope de Vega dedicó una de sus obras a San Juan de Dios y en ella evoca así este pasaje de su vida:

Allí viste la Cruz, y la granada
(Símbolo al fin de su costado abierto)
Tus hijos, Juan de Dios, fueron sus granos,
Allí quedó la Caridad fundada”
[6].
También sobre el tema, un piadoso religioso hospitalario, cronista de su Orden, escribió lo siguiente: “Esta aparición encierra en sí más de una significación misteriosa. La granada es un fruto en su interior encarnado y que lleva sobrepuesta una corona. Los autores profanos la presentan como símbolo de realeza, pero en la Sagrada Escritura es emblema del amor divino. En el Oficio propio de San Juan de Dios se dice 'Los frutos de tu caridad son un paraíso de manzanas y granadas', palabras tomadas del Cantar de los Cantares, 4, 13. La Cruz, sobresaliendo de la granada, representa el espíritu de sacrificio, que nace de la caridad. La caridad y la cruz son compañeras inseparables: amar es inmolarse[7].

Pero no olvidemos los aspectos críticos hacia la historicidad de este episodio. El primer biógrafo del Santo fue el sacerdote Francisco de Castro, apenas veinticinco años después de su muerte. Tiene el mérito de ser la primera y utilizar un borrador que dejó un compañero de nuestro protagonista pero también se le han hecho algunas críticas: “
Está escrita con estilo de notario, un criterio poco profundo y es bastante unilateral en la intención; parece que este primer biógrafo se limitó a recoger con cuidado lo relativo a la naturaleza exteriormente fría y reservada del biografiado, aunque sin dejar de incluir algunos hechos constitutivos de los principales milagros[8]. Se recuerda como muchos testigos valiosos, como San Juan de Ávila (10 de mayo), no fueron consultados por el P. Castro; así, vemos la anécdota de una piadosa dama, doña Sancha de Toledo, camarera mayor de la infanta doña Catalina, que al recibir el libro de Castro exclamó decepcionada: “Padre mío, ¿qué cortedad es esta de libro? ¿Cómo los que han escrito esta vida no se han alargado más? Por cierto que sólo de lo que yo sé de este glorioso Santo se podría escribir un gran libro[9]. Decimos todo esto porque los que consideran legendario este episodio se basan en que no es recogido por Castro, que sobre la marcha de Juan de Gibraltar a Granada se limita a decir: “…Y pareciéndole mucho trabajo andar siempre con el hato a cuestas y de lugar en lugar, determinó venir a Granada y vivir allí de asiento[10]

 
Cruset [11], que en su libro sigue principalmente a Castro, señala que los biógrafos posteriores han tomado este episodio de Celi [12], con el que considera que se inicia el “segundo ciclo historial del santo” y del que dice que “incluye y agranda todo cuanto es pura leyenda y artificio de elementos sobrenaturales y prodigiosos[13]. Aunque reconoce la predisposición espiritual de Juan Ciudad para el contacto sobrenatural, le resulta absolutamente inverosímil que recoja el detallado diálogo entre el Niño y Juan y añade: “Todo es posible a la mano de Dios. Lo infantil es afirmarlo, con detalles, incluso, del supuesto diálogo[14].

Los autores clásicos de obras sobre el Fundador de los Hospitalarios recogen generalmente este episodio [15]. En cambio, algunos de los contemporáneos prefieren omitirlo [16]. Tal vez todo sucediera como hemos relatado (independientemente de que algunos detalles fueran introducidos por los redactores) o también es posible que el Señor le hablara a través de los acontecimientos de cada día, haciéndole ver que el escenario de la tarea para la que le iba a llamar, y para la que a pesar de las contrariedades, no le faltaría la ayuda divina, era la ciudad de Granada, con todas las dificultades de una población grande para su época y cuya reconquista aún estaba reciente. Allí sería, a través de la predicación de San Juan de Ávila un día de San Sebastián de 1539, como el Señor movería su corazón para emprender la ardua tarea que culminaría en la fundación de la Orden Hospitalaria. 


Ángel Luis Estecha González, pbro.

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[1] Alarcón Capilla, Antonio: “La Granada de Oro. San Juan de Dios”. Impr. Pablo López; Madrid, 1950. Pp. 81-82.
[2] Alarcón, o.c., p. 83.
[3] Da este dato: Cruset, José: “San Juan de Dios. Una aventura iluminada”. Ed. Aedos; Barcelona, 1964. (3ª ed.) Página 119.
[4] Sobre las tradiciones existentes en Gaucín sobre el tema, puede verse el siguiente enlace: http://www.gaucin.tv/santo/santo.htm
[5] Es común en la Biblia que Dios cambie el nombre de quien escoge para una misión especial.
[6] Recogido por Alarcón, o.c., p. 320.
[7] Del Pozo, Fray Luciano: “Vida de San Juan de Dios”. Impr. Asilo de Huérfanos; Madrid, 1913 (4ª Ed.) p. 54.
[8] Alarcón, o.c., p. 6.
[9] Alarcón, o.c., p. 8.
[10] Citado por: Cruset, José: “San Juan de Dios. Una aventura iluminada”. Ed. Aedos; Barcelona, 1964. (3ª ed.) Página 119.
[11] O.c., p. 118.
[12] No encontramos en Alarcón (o.c., pp. 9 y ss.) referencia a Celi; tal vez sea uno de esos autores italianos cuyas biografías dice “están basadas en las francesas y no merecen mayor atención” (p. 13). Sin embargo, ensalza la obra del agustino portugués Fray Antonio de Govea (p. 9).
[13] Cruset, o.c., p.118
[14] Ídem.
[15] Además del tantas veces citado Alarcón podemos aludir, por ejemplo a: Del Pozo, Fray Luciano: “Vida de San Juan de Dios”. Impr. Asilo de Huérfanos; Madrid, 1913 (4ª Ed.) pp. 51-55.
[16] -Bellido, Juan Félix: “El corazón de la Granada. Un santo llamado Juan de Dios”. Ed. Desclée de Brouwer (Testigos); Bilbao, 1995.
-Riesco Álvarez, Valentín A.: “Y Dios se hizo hermano. Vida de San Juan de Dios”. Ed. San Pablo (Col. Vidas Breves); Madrid, 1994.



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2 comentarios:

  1. Muchas gracias por la información!! Espectacular la descripción y excelente post con la identidad del santo!!!

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