San Eusebio de Samosata, obispo. 21 y 22 de junio.
Era Eusebio obispo de la sede samosatense en 361, tiempos convulsos para la fe católica, atacada por las herejías, sobre todo en Oriente. Pero hay que resumir algo la situación imperante para contar algo de su vida.
En 361 los obispos reunidos en Antioquía se reunieron para elegir patriarca de tan importante sede, y tanto los católicos como los arrianos comenzaron a maquinar para entronizar a un obispo que les fuera adepto. Unos y otros se fijaron en San Melecio (12 de febrero). Era un hombre bueno y conciliador, que podría contentar a todos. Por ello le apreciaban los más eminentes prelados del momento como el futuro San Basilio Magno (2 de enero y 14 de junio) o San Eusebio de Vercelli (2 de agosto). El emperador Constancio dio su visto bueno a la elección y Melecio tomó posesión de su sede. En un principio fue ambiguo, según parece, y su afán conciliador con los herejes (no con la herejía) hizo recelar a los católicos y esto comenzó a pasarle factura. Constancio II, emperador arriano, le hizo comparecer ante él para que aclarase su fe y proclamase su preferencia teológica. Él extendió tres dedos hacia la gente, luego cerró dos y dijo "Tres Personas se conciben en la mente pero es como si nos dirigiéramos a una sola". Enseñanza plenamente católica.
Los arrianos montaron en cólera y comenzaron a buscar su deposición. Le acusaron de sabelianismo, una herejía que erraba en la fe trinitaria y en el mismo 361 el emperador le depuso y le desterró a Melitine. Pero aún era obispo legítimo, pues nadie le había declarado hereje, y los arrianos intentaron revocar su decreto de nombramiento. Y aquí entra nuestro Eusebio.
El santo obispo de Samosata tenía en sus manos el Decreto de la designación de Melecio como Patriarca de Antioquía, y lo custodiaba como cosa sagrada. El emperador, a petición de los arrianos, envió un mensaje a Eusebio para que lo entregara. El obispo respondió: "No puedo entregar lo que públicamente se me entregó sin el consentimiento de todos los que me lo confiaron". Constancio insistió, amenazándole que, de no entregar la resolución del Sínodo, le cortarían la mano derecha. Eusebio extendió las manos al oficial mensajero y respondió tranquilamente: "Córtalas y llévaselas al emperador. No entregaré el documento". Constancio quedó impresionado al saberlo y no insistió en el asunto.
En 370 falleció San Eusebio de Cesarea (21 de junio), a quien no hay que confundir con el célebre obispo de igual nombre y sede, fallecido en 339. El clero de la ciudad pidió ayuda a los obispos de la provincia imperial para elegir un sucesor digno de la sede y no sospechoso de herejía. El obispo Gregorio de Nacianzo, padre del gran San Gregorio Nacianceno (2 de enero, 9 de mayo y 11 de junio, traslación de las reliquias) imploró la ayuda a Eusebio, aunque Samosata no formaba parte de la provincia. Eusebio viajó a Cesarea y luego de negociaciones y súplicas públicas, decidió dieran la sede al eminente presbítero San Basilio. Él mismo le consagró obispo el 14 de junio del mismo año.
Cuando estalló la persecución de Valente, Eusebio confirmó en la fe a sus fieles, y además, viajó a las sufridas iglesias de Palestina, Siria y Fenicia. Iba disfrazado de oficial, celebrando la eucaristía y consolando a los que enterraban a los mártires, sus viudas e hijos. Ordenaba nuevos obispos para que las comunidades no quedaran sin pastor. En 374 Valente, enfurecido con él, le desterró, pues no se atrevió a matarle como pedían los arrianos. El santo decidió partir mansamente, e incluso ayudó a irse en la noche al oficial que le trajo la noticia, para que el pueblo no se amotinara y la tomara con él.
Partió al destierro sin nada, tan pobre como vivía, y solo permitió le acompañara un siervo fiel. Le alcanzaron en el camino algunos cristianos, que le pedían peleara y se enfrentara al emperador, pero Eusebio, sabiendo que esto solo traería más muerte y destrucción, arengó a los suyos a obedecer a las autoridades. Además, les exhortó en la caridad de unos con otros y a permanecer fieles a la verdad custodiada y enseñada por la Iglesia. El nuevo obispo, arriano, era un buen hombre y no se atrevió a mancillar la memoria de Eusebio, y al poco tiempo renunció a la sede. El siguiente era un feroz hereje y llegó a destruir un baño público solo porque Eusebio lo había usado, considerando impuras las aguas. Y así, más de un exabrupto tuvo, como azotar a unos niños que jugaban con una pelota, porque esta se metió entre las patas de su burro, el animal tropezó y le hizo caer al suelo.
En 378 murió Valente y le sucedió el emperador Graciano, católico, que se propuso la restauración de la paz y la unidad en la Iglesia. A finales de 378 aquel Melecio del que hablamos antes volvió a su sede y nuestro Eusebio volvió a su querida Samosata. En 379 se convocó un Concilio para proclamar la fe trinitaria de la Iglesia, sin ambages ni concesiones teológicas. Se arrojaron a los arrianos de sus sedes, los católicos volvieron a poseer sus iglesias y se ordenaron obispos que habían sido probados en su ortodoxia mediante la persecución. Sepultura del santo. Doliche
En esto último destacó Eusebio, quien recorrió varias ciudades, eligiendo a los candidatos. Y en esta labor, le llamó el Señor de una manera un tanto curiosa: estando de labor pastoral en una pequeña ciudad de Siria, una mujer le lanzó una teja desde el tejado de su casa, con tan mala fortuna, que le dio en plena cabeza al santo. Eusebio padeció varios días por la herida, y finalmente entregó su alma al Creador, luego de perdonar a todos los que le habían hecho mal y haciendo prometer a sus amigos que no buscarían a la agresora. Por esta razón en ocasiones se le llama mártir.
Su sepulcro aún se conserva en Doliche, Turquía.
Fuentes:
-"Vidas de los Santos". Tomo VI. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
-"Historia General de la Iglesia". Tomo I. D. J. DARRAS. París, 1862.
A 21 de junio además se celebra a:
San Albano de Colonia mártir. |
San Luis Gonzaga, religioso jesuita. |
San Méen de Rennes monje. |
San Ramón de Roda, obispo. |
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