San Mello de Rouen, obispo. 22 de octubre.
Su vida fue escrita en el siglo IX, está plagada de leyendas, que intentan hacer a Mello un ser semejante a Cristo, cosa que, en definitiva es la santidad. Mello era inglés, tal vez de Cardiff, Gales. Nació a inicios del siglo III y tomó la carrera militar. Fue destinado a Roma, donde una vez vio al papa San Esteban I (2 de agosto) mientras este catequizaba a un grupo de cristianos. Mello se detuvo y oyó hablar de Cristo, hizo preguntas y el papa le invitó a convertir a Cristo. Mello se convirtió, se bautizó y quiso servir a Cristo radicalmente; por ello regresó a su tierra, vendió sus bienes en favor de los pobres. Luego regresó a Roma, donde el papa Esteban le ordenó presbítero, y cuando celebraba su primera eucaristía, se le apareció un ángel con un hermoso báculo que le dijo: "Toma este báculo porque pronto tendrás que guiar al pueblo de Dios en la ciudad de Rouen, en el norte de la Galia". El santo lo contó al papa y este le confirmó en ello, enviándole a los galos como primer obispo de Rouen.
Llendo de camino, pasó por Autun, donde encontró a un tal Lupillo, que había sufrido un accidente y tenía una pierna partida en dos. Como Mello era forastero, le preguntaron si sabía medicina. Él les contestó que sanaría al hombre, si primero les dejaba predicarles a Cristo. – "Di lo que quieras" – le respondieron – "sánalo y creeremos en tu Dios y le adoraremos". Entonces Mello tocó a tocó Lupillo con su báculo, diciendo: – "En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, sánate", e inmediatamente el pobre hombre pudo ponerse en pie sin problemas y sin que quedara rastro de la herida. Entonces volvió a la ciudad y contó a todos los que hallaba por el camino lo que le había pasado. Había también en Autun una viuda que había quedado ciega de tanto llorar la muerte de su marido, y cuando supo lo ocurrido a Lupillo, envió a sus hijos adonde Mello, para que este la sanara también. Mello escuchó a los muchachos, se puso de rodillas y clamó: – "Señor Jesucristo, que abriste los ojos de los ciegos, abre los ojos de esta mujer para que pueda ver que no hay otro Dios más que tú". Y así sucedió. Entonces Verónica y sus hijos fueron bautizados.
Llegando a Rouen Mello sanó a un hombre llamado Quirino, quien llevaba paralítico más de 40 años, en cuanto este renunció a sus falsos dioses. En el nombre de Cristo Mello le animó a levantarse, y así lo hizo Quirino. Además de él, se convirtieron a Cristo sus padres. El santo dio su primer sermón en la plaza pública, y según cuenta la leyenda, en un tejado cercano había un joven llamado Praecordio, el cual se durmió porque la prédica resultó larga. Esto hizo que se resbalara del techo y cayera al suelo, rompiéndose las piernas y la cabeza, muriendo en el acto. Entonces Mello se aproximó y usando de nuevo su báculo, tocó al chico diciéndole: –"Levántate en nombre de nuestro Señor Jesucristo", y el niño sobrevivió. Agradecido a Jesucristo, Praecordio fue sacerdote y junto a Mello levantó la primera iglesia de la ciudad.
En 314, cuando ya era muy anciano, se le volvió a aparecer el ángel, diciéndole: – "Mello, has luchado por Cristo, has proclamado su nombre a los paganos, has edificado la Iglesia de Cristo entre ellos y al mismo tiempo has preservado tu alma y tu cuerpo en toda pureza. Ahora prepárate para recibir la recompensa de la vida eterna". Y así consolado predicó por última vez a sus fieles y les exhortó a permanecer unidos a Cristo. Luego expiró dulcemente, el 22 de octubre de 314.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo XI. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
A 22 de octubre además se celebra a
Beata Josefina Leroux, virgen clarisa y mártir.
Santa Córdula de Colonia, virgen y mártir.
Su vida fue escrita en el siglo IX, está plagada de leyendas, que intentan hacer a Mello un ser semejante a Cristo, cosa que, en definitiva es la santidad. Mello era inglés, tal vez de Cardiff, Gales. Nació a inicios del siglo III y tomó la carrera militar. Fue destinado a Roma, donde una vez vio al papa San Esteban I (2 de agosto) mientras este catequizaba a un grupo de cristianos. Mello se detuvo y oyó hablar de Cristo, hizo preguntas y el papa le invitó a convertir a Cristo. Mello se convirtió, se bautizó y quiso servir a Cristo radicalmente; por ello regresó a su tierra, vendió sus bienes en favor de los pobres. Luego regresó a Roma, donde el papa Esteban le ordenó presbítero, y cuando celebraba su primera eucaristía, se le apareció un ángel con un hermoso báculo que le dijo: "Toma este báculo porque pronto tendrás que guiar al pueblo de Dios en la ciudad de Rouen, en el norte de la Galia". El santo lo contó al papa y este le confirmó en ello, enviándole a los galos como primer obispo de Rouen.
Llendo de camino, pasó por Autun, donde encontró a un tal Lupillo, que había sufrido un accidente y tenía una pierna partida en dos. Como Mello era forastero, le preguntaron si sabía medicina. Él les contestó que sanaría al hombre, si primero les dejaba predicarles a Cristo. – "Di lo que quieras" – le respondieron – "sánalo y creeremos en tu Dios y le adoraremos". Entonces Mello tocó a tocó Lupillo con su báculo, diciendo: – "En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, sánate", e inmediatamente el pobre hombre pudo ponerse en pie sin problemas y sin que quedara rastro de la herida. Entonces volvió a la ciudad y contó a todos los que hallaba por el camino lo que le había pasado. Había también en Autun una viuda que había quedado ciega de tanto llorar la muerte de su marido, y cuando supo lo ocurrido a Lupillo, envió a sus hijos adonde Mello, para que este la sanara también. Mello escuchó a los muchachos, se puso de rodillas y clamó: – "Señor Jesucristo, que abriste los ojos de los ciegos, abre los ojos de esta mujer para que pueda ver que no hay otro Dios más que tú". Y así sucedió. Entonces Verónica y sus hijos fueron bautizados.
Llegando a Rouen Mello sanó a un hombre llamado Quirino, quien llevaba paralítico más de 40 años, en cuanto este renunció a sus falsos dioses. En el nombre de Cristo Mello le animó a levantarse, y así lo hizo Quirino. Además de él, se convirtieron a Cristo sus padres. El santo dio su primer sermón en la plaza pública, y según cuenta la leyenda, en un tejado cercano había un joven llamado Praecordio, el cual se durmió porque la prédica resultó larga. Esto hizo que se resbalara del techo y cayera al suelo, rompiéndose las piernas y la cabeza, muriendo en el acto. Entonces Mello se aproximó y usando de nuevo su báculo, tocó al chico diciéndole: –"Levántate en nombre de nuestro Señor Jesucristo", y el niño sobrevivió. Agradecido a Jesucristo, Praecordio fue sacerdote y junto a Mello levantó la primera iglesia de la ciudad.
En 314, cuando ya era muy anciano, se le volvió a aparecer el ángel, diciéndole: – "Mello, has luchado por Cristo, has proclamado su nombre a los paganos, has edificado la Iglesia de Cristo entre ellos y al mismo tiempo has preservado tu alma y tu cuerpo en toda pureza. Ahora prepárate para recibir la recompensa de la vida eterna". Y así consolado predicó por última vez a sus fieles y les exhortó a permanecer unidos a Cristo. Luego expiró dulcemente, el 22 de octubre de 314.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo XI. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
A 22 de octubre además se celebra a
Beata Josefina Leroux, virgen clarisa y mártir.
Santa Córdula de Colonia, virgen y mártir.
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