Sí, como leéis, si el palomarcico teresiano de Alba de Tormes fue organizado por la Santa Madre, su fundador y bienhechor fue el mismo San Andrés (30 de noviembre; y 20 de junio, traslación de las reliquias), santo al que dicho Carmelo guarda especial devoción. Fundóse este monasterio que se llamó Nuestra Señora de la Anunciación, a 25 de enero de 1571, apenas fundado el de Salamanca, y no las tenía mucho consigo Santa Teresa, porque Alba era una villa pequeña y las monjas necesiarían renta de algún notable para mantenerse; idea que no gustaba a nuestra Madre. La promotora fue Teresa Layz, cuya historia cuenta la Santa Madre en su libro “Fundaciones” Historia que es de leerse, pues parece una pequeña novela de aventuras. Y es que los comienzos de la descalcez carmelita no fueron aburridos, no. Esta Teresa, que habló a los tres días de nacida, se había casado con Francisco Velásquez, más por obedecer, que por amarle. Pero mal no vivía no, salvo que tenían el dolor de no tener hijos, cosa que deseaba muchísimo, y no cejaba de pedírselo a Dios constantemente. Estando en Salamanca, sucedió que… pero mejor que lo cuente la santa Madre Teresa:
“Pues andando muchos años con este deseo, y encomendándolo a San Andrés, que le dijeron era abogado para esto, después de otras muchas devociones que había hecho, dijéronle una noche, estando acostada: «No quieras tener hijos, que te condenarás». Ella quedó muy espantada y temerosa, mas no por eso se le quitó el deseo, pareciéndole que pues su fin era tan bueno, que por qué se había de condenar. Y así, iba adelante con pedirlo a nuestro Señor, en especial hacía particular oración a San Andrés. Una vez, estando con este mismo deseo, ni sabe si despierta o dormida (de cualquier manera que sea, se ve fue visión buena por lo que sucedió), parecióle que se hallaba en una casa, adonde en el patio, debajo del corredor, estaba un pozo; y vio en aquel lugar un prado y verdura, con unas flores blancas por él de tanta hermosura que no sabe ella encarecer de la manera que lo vio. Cerca del pozo se le apareció San Andrés de forma de una persona muy venerable y hermosa, que le dio gran recreación mirarle, y díjole: «otros hijos son éstos que los que tú quieres». Ella no quisiera que se acabara el consuelo grande que tenía en aquel lugar; mas no duró más. Y ella entendió claro que era aquel santo San Andrés, sin decírselo nadie; y también que era la voluntad de nuestro Señor que hiciese monasterio”. (Fundaciones 20, 7).
Aparición de San Andrés a Teresa Laiz |
“[al] otro día en la mañana, como entró en el patio, vio al mismo lado el pozo, adonde había visto a San Andrés, y todo, ni más ni menos que lo había visto, se le representó; digo el lugar, que no el Santo, ni prado, ni flores, aunque ella lo tenía y tiene bien en la imaginación. Ella, como vio aquello, quedó turbada y determinada a hacer allí el monasterio y con gran consuelo y sosiego ya para no querer ir a otra parte. Y comenzaron a comprar más casas juntas, hasta que tuvieron sitio muy bastante”. (Fundaciones 20, 10.11).
Así
que ya tenían el lugar, el mismo que el santo apóstol le había indicado en
sueños, entonces vino el problema “¿a que orden religiosa donamos la fundación?”,
se preguntaron los esposos. Y viendo el panorama del momento en las órdenes
femeninas, y oyendo a varias personas, decidieron dejarlo, y entendiendo que
esos «otros hijos son éstos que los que tú quieres» que San Andrés le había
dicho, podrían ser parientes con alguna necesidad, decidieron juntar a sus
sobrinos y darles aquella casa., pero entonces…
“Mas como nuestro Señor tenía ordenada otra cosa, aprovechó poco su concierto, que antes de quince días le dio un mal tan recio [el sobrino mencionado] que en muy pocos días le llevó consigo nuestro Señor. A ella se le asentó en tanto extremo que había sido la causa de su muerte la determinación que tenían de dejar lo que Dios quería que hiciese por dárselo a él, que hubo gran temor. (…)Desde este día se determinó de no dejar por ninguna cosa de hacer el monasterio, y su marido lo mismo, aunque no sabían cómo ponerlo por obra. Porque a ella parece la ponía Dios en el corazón lo que ahora está hecho, y a los que ella lo decía y les figuraba cómo quería el monasterio, reíanse de ello, pareciéndoles no hallaría las cosas que ella pedía, en especial un confesor que tenía, fraile de San Francisco, hombre de letras y calidad. Ella se desconsolaba mucho”. (Fundaciones 20, 12).
Convento de Alba de Tormes. Allí descansa el cuerpo de la Santa Madre |
Pero
como Dios manda, y da los medios para cumplir lo mandado, resulta que este
mismo confesor que se oponía a dicha fundación fue el vínculo para que Teresa
Layz conociera la reforma del Carmen y a la Santa Madre. Pero no se dejó
llevar la santa por el impulso ni por visiones de santo (por más San Andrés y más
apóstol que fuese), sino que negoció muy bien las condiciones de la renta, pues
tenía la experiencia de Pastrana. Así que, ya que daban renta, exigió de todas
las maneras, que ya que daban renta, la diesen bien, que tuvieran fondos
necesarios, pues no quería ver a sus monjas abandonadas o enfermas, sin nada
que comer. Que no necesitaran mendigar a sus parientes, ni les faltara de lo
necesario. Finalmente aceptaron las condiciones de la santa y, como ella misma
dice:
“En fin, vinieron a ponerse en razón y dar bastante renta para el número; y lo que les tuve en mucho, que dejaron su propia casa para darnos y se fueron a otra harto ruin. Púsose el Santísimo Sacramento e hízose la fundación día de la Conversión de San Pablo, año de 1571, para gloria y honra de Dios, adonde, a mi parecer, es Su Majestad muy servido. Plega a El lo lleve siempre adelante”. (Fundaciones 20, 14).
Así
que, bendito sea Dios, y bendito sea San Andrés.
A 30 de noviembre además se celebra a
San Tugdual de Bretaña, abad.
San José Marchand, presbítero y mártir.
San Wachtang I de Georgia, rey.
A 30 de noviembre además se celebra a
San Tugdual de Bretaña, abad.
San José Marchand, presbítero y mártir.
San Wachtang I de Georgia, rey.