jueves, 31 de marzo de 2016

Beata Juana de Tolosa, carmelita.

Beata Juana de Tolosa, virgen “terciaria” carmelita. 31 de marzo.

Leyenda.
Sobre esta Beata de la Orden, mucho se ha fabulado, por falta de datos personales y sobre la Orden. Durante mucho tiempo se dijo que nació en 1220 y murió el 25 de agosto de 1271. La versión francesa la hace hija de Raimundo VII, conde de Tolosa, y descendiente de Juan I de Inglaterra. En 1249 se habría convertido en Condesa de Tolosa. En 1265 visitaba San Simón Stock
(16 de mayo) a los carmelitas de Tolosa (que habían fundado en la ciudad en 1240), cuando llegando Simón al convento, Juana le salió al camino y le suplicó la admitiera en la Orden. El santo la cubrió con la capa del hábito y la agregó a la Orden como terciaria, siendo la primera. La encomendó a Juan, prior del convento, el cual le permitió hacer votos públicos y seguir la Regla de San Alberto (17 de septiembre y 8 de abril). En adelante, se dedicó al servicio de los pobres y enfermos, y para su vida espiritual visitaba diariamente la iglesia de los frailes, les ayudaba, oraba y hacía sus penitencias allí. Poco a poco reunió a otras jóvenes a las que llevó a profesar como terciarias, siendo la fundadora de estas.  

Historia.
Pero la gran parte de lo anterior es legendario y sin fundamento, pues Juana realmente vivió en el siglo XV, o sea, nada menos que 200 años después que el santo del Escapulario. Tampoco se le puede considerar fundadora de las terciarias o las monjas, como apuntan algunos, pues las monjas y los terciarios se constituyen a finales de este mismo siglo XV. No es hasta 1452, ya Juana muerta, cuando el papa Nicolás V concede la Bula "Cum Nulla" a
los carmelitas de Florencia, por la que se fundan la Segunda y la Tercera Orden del Carmen. La Bula se extiende con tan amplias facultades, que el General de la Orden, el Beato Juan Soreth (24 y 28 de julio) la aprovecha para extenderla a toda la Orden. En el caso de las monjas, el primer monasterio con la Regla de San Alberto lo funda Soreth en los Países Bajos, aunque su mayor labor la desarrollaría en Francia luego de conocer a la Beata Francisca de Amboise (5 de noviembre), con la cual fundaría varios monasterios. 

Volviendo a los terciarios: ciertamente esta fundación oficial, enmarcada en la labor reformadora de Juan Soreth, no se habría dado sin que seglares, mujeres y hombres, no se hubieran acogido desde tiempo atrás a la espiritualidad carmelitana desde mucho antes y en diversos países, en sus respectivos conventos, sin que haya un fundador de terciarios. La Bula fue la consecuencia, y no la causa, de un movimiento extendido y simultáneo, no homogéneo, en el que los fieles participaron gradualmente. Una de estas fieles, una más, habría sido nuestra Juana, que en lo que sí es la primera es en recibir culto en la Orden.

Culto.
Relicario de la Beata Juana de Tolosa.
Juana murió en entre 1400 y 1450, en una fecha indeterminada. Fue sepultada en la iglesia de los carmelitas de la ciudad. Muy pronto su tumba comenzó a ser meta de peregrinos que la invocaban y lograban favores de ella. Si bien en 1437, fecha aproximada del primer “Catalogus Sanctorum Carmeli” elaborado por el carmelita de Tolosa, Fr. Juan Grassi, Juana no aparece ni entre los Venerables, en 1450 se hizo la primera traslación de las reliquias, lo cual evidencia un culto. Es probable que no fuera conocida o tal vez aún viviera cundo Grassi escribe su obra, y la traslación de 1450 fuese el primer acto de culto público. En 1452 se elevaron las reliquias, y en 1474 se colocaron definitivamente en una capilla dedicada a su memoria en la iglesia de los carmelitas. En 1656 unas reliquias fueron trasladadas a España, por el General Enrico Silvio. 

En 1805, en las obras de la iglesia, luego del saqueo y destrucción a la que fue sometida en la Revolución Francesa, en una pared fueron halladas las reliquias de Juana, y junto a estas, un acta de reconocimiento del cuerpo, datada en 1688. Además, se encontró un valioso libro de oraciones personales, manuscritas probablemente por la misma Juana. Esto indica que sería una mujer de cultura, conocimientos de la religión y claro, profundamente piadosa. Las reliquias fueron llevadas a la iglesia de San Esteban de Tolosa, y depositadas en dos relicarios en la capilla de San Vicente de Paúl, donde se veneran actualmente. 

En 1893 la Orden comenzó un proceso de beatificación oficial para la que ya tenían como santa desde siglos atrás. En 1895 el papa León XIII la beatificó y extendió su memoria a toda la Orden. Luego de la Reforma litúrgica emanada del Vaticano II, la memoria fue suprimida.



Fuente:
-"Historia de la vida y del culto de la beata Juana de Tolosa, virgen, religiosa profesa del orden de los Carmelitas de la antigua observancia". Barcelona, 1897.


A 31 de marzo además se celebra a
San Renovato de Mérida, obispo.
San Benjamín, diácono mártir.

miércoles, 30 de marzo de 2016

San Zósimo de Siracusa.

San Zósimo de Siracusa, obispo. 30 de marzo y 21 de enero (Iglesias Griegas).

Fue hijo de unos ganaderos acomodados de Siracusa, donde nació en 571, muy cerca del santuario y monasterio de la gran Santa Lucía (13 de diciembre), que seguía la regla basiliana. Fue niño piadoso y a los siete años pidió a sus padres le dejaran entregarse a Dios. Estos acpetaron y así, en 578 entró como oblato al monasterio, sin estar interno, sino que vivía en su casa y servía en el culto de la iglesia. Su primer oficio fue custodiar la limpieza, las velas y flores de la capilla de Santa Lucía, donde se veneraba el cuerpo de la santa, a la que Zósimo tomó gran devoción. Le rendía culto y, admirado por su martirio, se encomendaba a ella para que le preservara en la pureza y la obediencia a Dios. Tanto era su afecto por este trabajo que cuando Fausto, el abad, mandó ponerle en otro oficio, Zósimo se rebeló y se fue adonde sus padres, para no volver más al monasterio. Estos, con dolor y sentido del deber, le devolvieron al monasterio, y el abad entonces, con gran paciencia, le volvió a encomendar el cuidado de la capilla de Santa Lucía.

Esa noche, cuando se despedía de la santa, esta se le apareció, le pidió jamás volviera a separarse del servicio divino, e iba a castigarle, cuando la Santísima Virgen también apareció y le protegió. Santa Lucía le perdonó y le prometió que intercedería por él siempre si no abandonaba su servicio. A partir de entonces, dedicó más tiempo a su trabajo y la veneración a Santa Lucía, yendo a su casa solamente para ver a sus padres y que estos le vieran, regresando rápidamente a su sitio. Fue testigo de varios milagros de Santa Lucía, y según la leyenda, de lo mal que se las gastaba la santa con los falsos devotos. Cuéntase que una dama noble que padecía una enfermedad, fue a rogar a la santa, y le hizo peticiones impropias de un cristiano y la santa en el momento la hizo caer de un golpe. Zósimo avisó a los criados y estos al llegar la hallaron muerta.

Treinta años estuvo Zósimo al servicio del culto de Santa Lucía. Al cabo, el abad Fausto murió y los monjes no se ponían de acuerdo para elegir sucesor, Fueron todos a ver al obispo San Juan (23 de octubre) y este les preguntó: "¿No hay nadie más aparte de vosotros en vuestro monasterio?" "No", dijeron los monjes, y el obispo les replicó "no puede ser que hayáis dejado el monasterio solo". Los monjes admitieron que habían dejado al custodio de la capilla de Santa Lucía, un monje con el que no contaban para nada. El obispo mandó buscarle y apenas entró Zósimo a su presencia, el obispo tuvo una revelación y dijo solemnemente a los monjes: "He aquí a quien el Señor ha elegido". Y los monjes le aceptaron como abad, por lo cual el obispo le ordenó presbítero. Fue abad durante cuarenta años, siendo un padre amado por todos, por su justicia, prudencia y caridad. Embelleció el santuario y jamás olvidó la capilla de Santa Lucía, de la que se ocupaba siempre que podía. Así, en 649 murió el obispo San Pedro de Siracusa (7 de enero) y hubo una doble elección: el pueblo clamó por Zósimo como obispo, y el clero por su parte eligió a Venerio, un presbítero engreído y amante de los placeres. Zósimo no quería ser obispo, y menos luego de una pelea por la sede. Así que el pueblo elevó el caso ante el papa Teodoro, al que Zósimo fue a visitar. El papa se decidió por Zósimo, que era apoyado por la ciudad y tenía virtudes probadas para ello.

Regresó Zósimo a Siracusa, y halló una impresionante bienvenida propiciada por los pobladores de Siracusa en el puerto de Ortigia. Se enfrentaba Zósimo a una sede empobrecida, a pesar de ser una región rica, con buen puerto y tierras. Trabajó el santo por devolver a la ciudad su esplendor, sin olvidar la vida espiritual y moral de sus hijos. Para ello redactó enseñanzas, cartas, sermones. Fue caritativo a mares, sin dejar nunca de socorrer a los pobres, logrando milagros para ello si era necesario. Una leyenda cuenta que un día envió a Juan su diácono asistente, a dar dos monedas a un pobre. Juan le dijo: "Nuestra bolsa está vacía". "Ve y vende tu manto y dalo al que sufre", fue la rápida y evangélica respuesta del obispo. Y tomando su propia capa, la dio a Juan para que la vendiera y aliviara al mendigo. Al acto de hacerlo, llegó al palacio un joven que dejó una bolsa de monedas de oro para el obispo. Entonces Zósimo reprendió a Juan por su falta de fe en la Providencia. Otra anécdota cuenta que un día caluroso, mientras dormitaba, las moscas le molestaban. Había allí un presbítero que leía su salterio e interrumpió la lectura para espantar las moscas que molestaban al obispo. Cuando Zósimo despertó, le agradeció y añadió: "Pero nunca lo vuelvas a hacer, quédate en paz y lee tu salterio".

Reconstruyó y embelleció la iglesia de Santa María, que consagró el día que cumplía 82 años, en 653. En 656 ya estaba Zósimo enfermo y pasaba mucho tiempo en su cama, que no era más que un jergón de paja. Residía en Siracusa Caprasio, mayordomo del emperador Constante II, y sabiendo la pobreza del lecho de Zósimo, le regaló alfombras y mantas bellísimas y cómodas para que le preparasen un lecho más apropiado. Zósimo lo agradeció con cortesía y apenas estuvo solo, mandó a sus presbíteros que vendieran aquello a favor de los pobres y le preparasen su lecho de paja. Su muerte no está clara cuando ocurrió, entre 656 y 660. El pueblo le lloró muchísimo y le veneró en su sepulcro, donde ocurrieron algunos portentos.


Fuente: 
-"Vidas de los Santos". Tomo III. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1914.


A 30 de mayo además se celebra a 





martes, 29 de marzo de 2016

Para los informáticos: Beato Raimundo Llull.

Pregunta: Solo por curiosidad y los informaticos tendremos algún santo, habra algún santo tecnologico?. Saludos excelente esta tu blog.

Respuesta: Gracias por el elogio, entre los que preguntan, comentan y escribo, intentamos hacerlo bien.
El patrono de los informáticos es:

Beato Raimundo Llull, terciario franciscano y mártir. 29 de marzo.

Raimundo nació en Mallorca en 1232 o 1233, de joven fue paje en la corte del Beato Jaime I de Aragón (23 de julio), que lo hizo preceptor de su hijo. Durante estos años en la corte, llevó una vida mundana, y de gran ostentación, teniendo varios amoríos con doncellas y alguna casada. En esta época compuso canciones de amor, picarescas y divertidas. Sobre los 30 años su espíritu comenzó a cambiar, tuvo varias revelaciones de Cristo, que le impulsaron a cambiar de vida, desposeerse de todos sus bienes y dejar a su familia, para ser predicador de la misericordia divina. Aprendió árabe para predicar a los moros, luego se retiró a una cueva, donde vivió entregado a la maditación y la penitencia. En el monasterio cisterciense de La Real, aprendió latín y filosofía.

Construyó un monasterio para adiestrar misioneros y cristianizar a los árabes. Intentó convencer al papa Nicolás IV para emprender una nueva Cruzada, pero este se negó, por lo que Raimundo comenzó su predicación por Alemania, Francia, Italia, Tierra Santa, el Magreb, buscando convertir a los musulmanes y judíos, por lo que no dudaba en predicar en las puertas de las mezquitas y sinagogas. Esto provocó que en el norte de África estuvo a punto de ser lapidado. Viajó a Roma a presentar su proyecto de reforma de la Iglesia, que pasaba por una Cruzada definitiva de conversión de musulmanes y judíos, pero de nuevo fue rechazado. Ante esto, decide ingresar en la Tercera Orden Franciscana.

Participó en el concilio de Vienne, y se supone que defendió la inocencia de los Templarios, que serían disueltos allí, pero no se tiene constancia de ello. Se estima que fue así por su proyecto de la Gran Cruzada y porque conocía del valor de los Templarios. Allí se aceptó su propuesta de crear colegios para enseñar a los misioneros las lenguas orientales fue aceptada, mientras que la de marchar a una nueva Cruzada fue rechazada (que insistente, no?). Luego viajó a Túnez para continuar su misión. Murió el 29 de junio de 1325, martirizado por unos musulmanes. Su cuerpo se venera en el convento de San Francisco de Mallorca. Fue beatificado en Toledo, en el siglo XVI, como mártir, pero su canonización quedó truncada, por sospechas sobre la ortodoxia de su obra. aún así Juan Pablo II confirmó su beatificación, junto a la de otros beatificados por equivalencia, como el Beato Fra Angélico (18 de febrero) o el ya santo San Junípero Serra (28 de agosto).

Escribió sobre filosofía, teología, alquimia, lógica, física, arte, cábalas, ciencias; baste decir que habló de la gravedad 301 años antes que Newton. Su obra está casi toda en catalán, árabe y latín, aunque conocía el griego y el hebreo también. Es considerado un gran pensador en los campos espiritual y literario de la Edad Media. Es conocido con los apodos de "El Árabe Cristiano", "Doctor Inspirado" o "Doctor Iluminado". 

En el año 2001 fue proclamado patrono de los informáticos. Fue elegido por su método lógico aplicado a la filosofía y la alquimia. Además, trabajó, desarrolló el cálculo mecánico, la inteligencia artificial, los sistemas generativos, los grafos, las redes semánticas y los diagramas de Venn. Su memoria es el 29 de marzo. Un detalle, se lee que la patrona es Santa Tecla (23 de septiembre), por una alusión al nombre, pero esto no es así, ella lo es de las secretarias y mecanógrafas.


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lunes, 28 de marzo de 2016

Santos Mártires Prisco, Malco, y Alejandro

Santos Prisco, Malco, y Alejandro, monjes mártires. 28 de marzo. 

Eusebio nos narra en su “Historia Eclesiástica” el testimonio de estos tres mártires. En 260, imperando Valeriano, los tres vivían en la soledad del desierto de Cesarea de Palestina. Desatada la persecución, y sabiendo que los cristianos morían gustosamente por Cristo, los tres ermitaños se llamaron la atención entre ellos. Reconocieron que como soldados de Cristo, no podían permitirse una vida retirada a la oración, mientras “sus hermanos y compañeros de batalla” se enfrentaban al tirano en primera línea. Dijo Prisco a sus hermanos: "Qué, ¿mientras que la puerta del cielo está abierta, vamos a cerrárnosla nosotros mismos? ¿Vamos a ser tan pusilánimes como para no sufrir por el nombre de Cristo, que murió por nosotros?" Y dijo Alejandro: "Nuestros hermanos nos invitan con su ejemplo: su sangre es un grito que nos impone pisar sobre sus pasos. ¿Vamos a permanecer sordos a un grito que nos llama al combate, y con el que conseguiremos una victoria gloriosa?".

Así, animados unos a otros, salieron de su soledad, partieron hacia Cesarea, donde se presentaron como cristianos ante el gobernador. Fueron interrogados y castigados por no abjurar de Cristo. Empleó varias torturas para ello, pero nada, los tres monjes permanecían firmes y, además, causaban admiración a los demás cristianos, lo que enfurecía aún más al juez. Finalmente, y pretendiendo humillarles, mandó fueran arrojados a las bestias, y los tres murieron despedazados y cantando salmos.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo III. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916 


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domingo, 27 de marzo de 2016

De un santo con mucho "salero".

San Ruperto de Salzburg, obispo. 27 de marzo y 24 de septiembre (traslación de las reliquias).

Fue hijo de un noble franco de ascendencia romana. Desde niño fue piadoso, despierto y amante del saber y las cosas de la religión. Su trato era afable, sin condescendencias, era obediente, justo y amante de la pureza y la modestia. Un dechado de virtudes, vamos. No es de extrañar que muy joven profesara la regla de San Benito. Y joven aún, fue elegido para la silla episcopal de Worms, con unanimidad por parte de los obispos y príncipes alemanes.

Ya de obispo, no se premitió ni la más mínima relajación de las penitencias y ayunos que llevaba a cabo en la vida monástica. Vigilias, largas oraciones, devoción al culto, pobreza en sus propios hábitos no cambiaron para nada. La diócesis de Worms era complicada de apacentar, pues aunque la ciudad era pequeña y los cristianos estaban concentrados allí, los bosques y campos eran muy extensos y poblados de paganos, cristianos y cristianos relajados. A estos alejados de Cristo fue a los que lanzó primordialmente su apostolado. Visitando, alentando, predicando y dando ejemplo, fue convirtiendo a los paganos que aún no conocían o despreciaban por ignorancia a la fe católica. Poco a poco su fama de apóstol celoso y caritativo fue extendiéndose y algunos obispos siguieron su ejemplo de ser apóstoles, y muchos paganos le visitaban para instruirse por su voz y palabra. Y sin palabras, pues con solo su ejemplo, ya predicaba y ponía en atención a los demás. Esto fue asustando a facciones de idólatras reacios a la fe de Cristo, los cuales comandados por Bercario, conde, apresaron a Ruperto un día que regresaba a la ciudad. Le azotaron y le expulsaron de Worms.

Dos años estuvo el santo sin sede, y dedicó este tiempo a peregrinar a Roma, venerando las tumbas de los Apóstoles y estando cerca del papa. Al cabo de dos años, sobre 697 Teodon, duque de Baviera supo de aquella injusticia y habiéndose informado sobre las virtudes de Ruperto, le envió una legación para que le suplicase fuera a su ducado a predicar el Evangelio y convertirlo a la fe de Cristo. Aceptó Ruperto, viendo en ello la voluntad de Dios y allá se encaminó, siendo recibido por el duque y su corte en Ratisbona. Comenzó su predicación en la misma corte ducal, apoyándose en la Beata Regintrudis (26 de mayo), hermana de Teodon y fervorosa cristiana. Una vez evangelizada la región, decretó un ayuno oficial, y luego de esta vigilia, bautizó a Teodon, a los señores de su corte y oficiales del ejército. Ante este ejemplo, los bárbaros súbditos de Teodon igualmente aceptaron a Cristo. También predicó en otras ciudades, como Lorch, Laursac o Relhia, donde cosechó numerosas conversiones de líderes paganos y todos sus pueblos. Además de la fe, se preocupaba por la caridad, la enseñanza e incluso la economía, pues organizó la industria artesanal de más de una. Como buen misionero, dio peces y enseñó a pescar.

Una vez lograda la cristianización del país, eligió la ciudad de Iuvanum, la actual Salzburg, como sede episcopal.. Construyó la catedral de San Pedro, donde estableció un cabildo de canónigos para que la atendieran espiritualmente y la administraran. Se hizo rodear de misioneros celosos y de vida ejemplar, como San Vidal (20 de octubre) y Santos Cuniald y Gisilard (28 de septiembre). Reparó o construyó iglesias por toda Baviera, y sabiendo la suma importancia que tenía en la evangelización y sostenimiento del culto, fundó varios monasterios, entre ellos el célebre de Nonberg, donde la primera abadesa fue su propia sobrina Santa Erentrudis (30 de junio).

En la cuaresma del año 718 Ruperto se sintió mal y tuvo la revelación de que moriría pronto. Eligió a Vidal como sucesor y lo comunicó a sus discípulos, prometiéndoles que ante Dios no se olvidaría de ellos. Sufrió dolores toda la Cuaresma y, finalmente, el Domingo de Pascua, 27 de marzo, falleció. Su cuerpo fue sepultado en la catedral, donde pronto se verificaron milagros a la vera de su tumba. San Virgilio, discípulo y sucesor suyo luego de Vidal, trasladó las reliquias solemnemente a una nueva iglesia dedicada a la memoria de San Ruperto, el 24 de setiembre de 773. En 846 este templo se incendió, pero las reliquias fueron salvadas y en 882, al restaurarse la iglesia, igualmente un 24 de septiembre, fueron devueltas a su sitio. 

Es considerado abogado de las salinas y los que trabajan en ellas, por haber organizado y revitalizado la producción de sal en Salzburg, de donde ya los romanos extraían este producto. En la iconografía precisamente se le reconoce por portar un barril de sal.


Fuente:
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los dias del año". Marzo. JUAN CROISSET. Barcelona, 1862.



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sábado, 26 de marzo de 2016

Santa Larissa, virgen y mártir.

Pregunta: Me gustaría conocer si existe santa Larisa. Gracias. 

Respuesta: Pues sí que existe, y aparece mencionada en un grupo de mártires antiguos:

Santos Mártires de Crimea. 26 de marzo y 23 de octubre.

En 370 (375 según otros), reinando los emperadores Valente, Valentiniano y Graciano, en la época en que los godos invadieron la península de Crimea, el capitán Hungerik capturó un grupo de cristianos, los encerró en una iglesia y la incendió posteriormente. Fueron, según menologios griegos, 308 personas, de los que solo nos han llegado los nombres del presbítero Bathusio y su mujer Virka, otro presbítero de nombre Berko, el monje Arpil, y los seglares Habib, Agnus, Racso, Igathrax, Isaac, Silas, Signico, Soniril, Suïmbal, Thermo (o Thermagoras), Filo, y las vírgenes Ana, Alla, Manca, Mamica, Animaide y Larissa. Algunos apuntan que Agnus es tal vez un nombre genérico: "cordero", probablemente aplicado a un niño, señalando la inocencia más que un nombre real. Algo parecido con Santa Inés (21 y 28 de enero). 


Enterada del martirio, la reina Gaätha ordenó fueran recuperados los restos del incendio y trasladadas solemnemente a Cizico, Asia. 

El culto a estos mártires ha sido escaso, incluso en la Iglesia Ortodoxa, aunque recientemente, el auge del nombre de Larisa le ha dado cierta relevancia, pero puramente testimonial e iconográfica, pues muchas mujeres quieren conocer la "imagen de mi santa". Lo curioso es que no es por la santa por la que el nombre se ha hecho conocido en Occidente, sino por la región griega de igual nombre.



 A 26 de marzo además se celebra a






jueves, 24 de marzo de 2016

De un santo mártir, ni mártir ni santo.

San Simón de Trento, niño mártir. 24 de marzo.

El 23 de marzo de 1475, Jueves Santo, el niño Simón, de dos años y medio de edad (había nacido a fines de noviembre de 1472), hijo de un curtidor de nombre Andrés, desapareció. Se inició su búsqueda, y fue hallado muerto el Domingo de Pascua, día 26. El cuerpecito apareció en una zanja que pasaba por debajo de la casa del chico, y que atravesaba la judería (y media ciudad). Fue hallado por Buenaventura, un judío cocinero de Samuel, uno de los judíos más influyentes de la ciudad. El primer médico que reconoció al niño fue un judío llamado Tobías, el cual firmó que la muerte había sido por ahogamiento, y los golpes observados eran a causa de los choques que habría sufrido el cuerpo con piedras y pilares de madera que sujetaban las casas y estaban a lo largo de la zanja. Además, detalló que una herida observada en el pene del niño se debía a un desgarramiento tal vez por algún hierro sumergido en las aguas de la zanja, que era un vertedero de todas las casas. Se avisó al alcalde, Juan Salis de Brescia, el cual llamó a médicos que certificaron la muerte violenta, no por ahogamiento, pues no había casi agua en los pulmones, además, notaron que los golpes eran semejantes todos, como dados con el mismo instrumento. Pero, además, la herida de su miembro la sellaron como una circuncisión. Esto último, sobre todo, desató que el pueblo culpara a los judíos de la ciudad de la muerte violenta del niño, viendo un crimen ritual en la muerte de Simón.

Varios judíos fueron apresados e investigados por orden del príncipe-obispo de Trento, Juan de Hinderbach. Se llamó como testigo a Juan de Feltre, judío converso, que narró con pelos y señales, los tormentos "a los que los judíos sometían a los niños cristianos en Pascua, para burlarse de Cristo". Dijo que él mismo los había cometido cuando era judío, y que por ello había pagado, siendo condenado por la Inquisición a siete años de galeras. Así que entre delaciones, falsos testigos y torturas, los implicados fueron “confesando” cosas como que con la sangre de niños cristianos amasaban panes para sus rituales de Pascua, que la vendían a otros judíos a altos precios por ser sangre de inocente cristiano. Israel, hijo del rabino Samuel, dio detalles (como que cortaron la mandíbula, un trozo de pierna derecha y del brazo izquierdo al niño y que por esos sitios le sacaron la sangre), algunos nombres, acusando a varios judíos prominentes de la ciudad, los cuales fueron apresados. Treinta en total. El papa Sixto IV y el archiduque de Tirol, Sigmund, invocaron misericordia para los “culpables”, pues dudaban de la legalidad de las acusaciones, pero el príncipe-obispo no les escuchó. Luego de varios meses, quince de los apresados fueron condenados a muerte, luego de serles confiscados los bienes y convertidas forzosamente sus familias.

Reproducción del "martirio" del niño Simón.
Para entender algo de este tema complejo, hay que recordar que el “libelo de sangre” fue una acusación popular que corría de un lado a otro, sobre crímenes de infantes que se sucedían en la Europa medieval, causados por los judíos. Así, todo asesinato cruel contra los niños era achacado a los judíos, por motivos religiosos, pero lo cierto es que crímenes execrables ha habido siempre, y los culpables han sido de todo tipo de condición: cristianos, judíos, ateos o musulmanes. En el caso de Trento, hay que decir que un factor determinante en la aversión a los judíos fue la predicación del Beato Bernardino de Feltre (28 de septiembre). Este religioso era muy duro con la usura judía, contra la cual luchó fundando el “Monte de Piedad”, para prestar dinero a bajísimo o escaso interés. Conocemos un sermón que predicó contra estos en Trento, que podemos leer en el Acta Sanctorum, y del que extraigo:
…de los judíos, voy a decir aquí lo que digo en todas las demás ciudades: es decir, que nadie, por lo aprecie su alma, puede dañar a los judíos en persona, o en las posesiones, o de otra manera. Ya que incluso con los judíos tiene que utilizar la justicia y la caridad cristiana, siendo ellos de nuestra naturaleza humana (...) Pero también es cierto que las leyes canónicas prohíben expresamente la familiaridad con los pérfidos judíos; no utilizarlos como médicos; no ir a sus fiestas. Y, sin embargo; he aquí que en [la ciudad de] Crema el judío León dio un banquete durante ocho días por la boda de su hijo y muchos [cristianos] se precipitaron a su mesa, su baile y sus juegos. E incluso ahora todos los enfermos se apresuran a buscar el tratamiento de los médicos judíos. ¿Cómo puedo predicar la verdad y encubrir estos delitos contra Dios y el derecho canónico? (…) La usura de los judíos (…) es indignante, hace a los ricos, pobres, y a los pobres, mendigos.

Y no hay que olvidar que los “humanistas”, que hoy consideramos “padres de Europa” fueron profundamente antisemitas, Erasmo de Rotterdam, entre ellos. Los escritos de estos “avanzados” también tocaron el tema de la “maldad natural en el pueblo deicida”. Tampoco quedaron libres de prejuicios los llamados reformadores protestantes. Los herejes luteranos y calvinistas, aún sin venerar como santos a estos niños, en el siglo XVI removieron y airearon estos casos para promover su antisemitismo, probablemente más furibundo que el existente en el mundo católico. Lo curioso de este caso es el interés particular de un obispo por darle culto, cuando la mayoría son casos sobre los que hubo recelos por parte de la Iglesia, como el caso de San Werner (19 de abril) en cuanto al culto que debía tributárseles. Casos de especial atención son los de España, donde aún hoy se venera a San Cristóbal de la Guardia (31 de marzo) y a Santo Domingo del Val (31 de agosto).


Reproducción de como se veía
el cuerpo expuesto a la veneración,
con los instrumentos de su Pasión.
Volviendo a Simón. Aún en la cárcel los judíos, Juan de Hinderbach comenzó a promover el culto al niño Simón como mártir de la fe: elevó las reliquias del niño a un altar en la iglesia de San Pedro, en la judería donde fue hallado el cuerpo de Simón y que se convirtió en el centro neurálgico del culto al santo niño. Además, Hinderbach predicó sobre las “excelencias” de la devoción al pequeño imitador de Cristo y comenzó a celebrar la memoria litúrgica a 24 de marzo. El papa Sixto IV prohibió el culto, y envió a Juan Bautista Sindici, obispo de Ventimiglia, para que analizara aquello. Este no creía en el crimen ritual ni la culpabilidad de los judíos, y también dudaba de los supuestos milagros que decían ya ocurrían en la tumba de Simón. Juan de Hinderbach comenzó una campaña de difamación contra Sindici, acusándole incluso de ser judío en lo escondido. El pueblo se levantó contra Sindici, y mientras los judíos "culpables" eran condenados y quemados en la hoguera. El papa incluso lanzó excomunión sobre los que venerasen al niño Simón como santo, por no haber indicios de martirio. Convocó una comisión de cardenales que investigase el caso, pero el presidente era amigo del Beato Bernardino de Feltre, y por acallar el escándalo y calmar al pueblo (que sí que acusaba a los judíos), dictaminaron que el caso era real, y el niño había sido martirizado por los judíos. Pío IV no levantó la prohibición del culto, pero aún así, este continuó y se extendió a varias regiones, gracias a la predicación franciscana. 

En el siglo XVI las prohibiciones habían quedado en el olvido, los judíos seguían siendo “culpables” y el culto a Simón de Trento se consolidó. En 1584 el cardenal Baronio incluyó al Beato Simón de Trento en el martirologio romano, y cuatro años más tarde el papa Sixto V concedió a Trento celebrar la misa y oficio litúrgico propios, lo cual es una beatificación equivalente (aunque normalmente se le llama "san"). Durante siglos, el culto continuó y se estableció. Cada diez años, se celebraba una procesión con el cuerpecito del "santito" y algunos de los instrumentos de su martirio. Hasta que el sentido común fue imponiéndose, y ya desde el siglo XIX, y sobre todo a principios del siglo XX el clero y muchos fieles eran reticentes a aquel culto, que se comenzó a considerar impostado y artificial. En 1955 fue la última procesión, y luego de esto el cuerpo fue sepultado. En 1965 la Iglesia pidió perdón por aquello, exoneró a los judíos que habían sido condenados, y suprimió oficialmente el culto a San Simón de Trento, con condenas explícitas a quien lo promoviese. En 2001, la Iglesia de Trento promovió nuevas investigaciones y volvió a pedir perdón por aquello.


Fuentes:
-"La imagen del judío en la España medieval: el conflicto entre cristianismo y judaísmo en las artes visuales góticas". PAULINO RODRÍGUEZ BARRAL. Barcelona, 2009.
-"Acta Sanctorum". Volumen VII. 1657.
-"Ristretto della vita e martirio di S. Simone fanciullo di Trento". R.P FRANCESCO ROVIRA BONET. 1757.

Otros "niños mártires de los judíos" son:
Beato Andrés de Rinn. 12 de julio y 21 de septiembre (traslación de las reliquias).
San Rodolfo de Berna. 17 de abril.
San Cristóbal de La Guardia. 25 de septiembre.

San Werner de Oberwesel. 19 de abril. 
 


A  24 de marzo además se celebra a 





miércoles, 23 de marzo de 2016

El Taumaturgo de Barcelona

San José Oriol, presbítero. 23 de marzo.

El niño José.
El joven José Oriol
demuestra su inocencia.
Nació José en la ciudad de Barcelona el 23 de noviembre de 1650, hijo de Juan y Josefa (o Gertrudis), gente humilde y buena. En 1651, cuando José tenía solamente 6 meses de nacido, su padre falleció a causa de la peste, y su madre se casó con Domingo Pujolar, que trató a José como a su propio hijo. Cuando el niño tenía seis años, Josefa lo llevó a Santa María, la "Catedral del Mar", donde funcionaba una escuela gratuita, a cambio de que los niños sirvieran como acólitos en las funciones religiosas. 
José pronto destacó por su carácter, su aplicación a los estudios y la piedad con la que ayudaba la santa misa. Cuando llegó a la adolescencia, los sacerdotes de Santa María le propusieron estudiase latín y teología, con vistas a ser ordenado sacerdote. Así que en 1664 se trasladó José a casa de su nodriza, Catalina Brugera y se matriculó en la Universidad de Barcelona, terminando la Filosofía en 1671 y la Teología en 1673. En 1674 se graduó de Doctor en Teología, con premio y felicitaciones de todos los profesores. Y a pesar de sus dolencias y enfermedades, entre ellas un hueso descoyuntado que le hacía sufrir mucho, aunque siempre sin quejarse. 

A la par de los estudios, forjaba su alma en el seguimiento de Cristo, era muy penitente, amante de la pobreza y la pureza de costumbres. Ayunaba siempre que podía para templar el cuerpo, nunca estaba ocioso y siempre que podía hacía oración. De esta etapa en la casa de Catalina Bruguera se cuenta que un día, llegó Antonio, marido de Catalina, y halló a José, mozo de 20 años, ayudando a su mujer en la cocina. Le asaltaron unos terribles celos, pero no dijo nada. Mas José, que supo la infamia que pasaba por la cabeza del hombre, puso sus manos en los carbones y le dijo: "soy tan inocente de lo que usted piensa, que no temo poner a prueba de mi inocencia las manos en el fuego". Y así lo hizo, quedando Antonio pasmado.

El Padre Oriol.
Como era la costumbre, para acceder al sacerdocio era necesario poder mantenerse. En 1676 el obispo de Gerona le concedió un beneficio eclesiástico y gracias a esto pudo ordenarse el 30 de mayo de ese mismo año en la iglesia de las dominicas de Vich, por manos del obispo Jaime Mas. Cantó la primera misa el 29 de junio del mismo año en Canet de Mar, en las fiestas de San Pedro. Una vez ordenado, Don Tomás Garnien le contrató como preceptor de sus hijos, y aunque vivía con ellos, gente de clase alta, José no abandonó su estilo sencillo de vida. No se permitía manjares ni faltar a los ejercicios piadosos. No alternaba jamás en fiestas ni reuiniones. Le apodaban "doctor pan y agua", debido a esta austeridad de vida. 


José prefería la predicación y el apostolado, que llevaba a cabo en la iglesia de San Felipe Neri, aunque solo parcialmente. Pero necesitaba el salario para mantener a su anciana y enferma madre. Cuando esta falleció en 1686, José Oriol se vio libre para dejar la preceptoría y dedicarse a su misión sacerdotal. Pero su ideal chocaba con la realidad, tenía que garantizar su sustento. Así que se fue a Roma, donde el Beato Inocencio XI (12 de agosto) le recibió, leyó las recomendaciones que llevaba y animado por su celo pastoral, le concedió ser cura beneficiado de la antigua iglesia de Santa María del Pi, en Barcelona, con los beneficios de San Clemente y San Lorenzo. Esta iglesia estaba atendida por un grupo de presbíteros que sin ser religiosos ni canónigos vivían en comunidad, pagando un alquiler, y repartiéndose los servicios religiosos de la parroquia. 

Imagen que se venera
en la Catedral de Barcelona.
Los sacerdotes acogieron bien a José, del que solo cosas buenas se decían. Este al llegar, eligió como habitación un estrecho habitáculo, donde dormía con suma austeridad. No permitía le lavaran o cosieran sus ropas, ni limpiaran su habitación, haciéndolo todo por él mismo, sin ser gravoso a los demás. Por su exquisita caridad, los presbíteros le eligieron enfermero, labor en la que destacó por su paciencia y caridad para con sus hermanos presbíteros. En la iglesia dedicaba largas horas al confesionario, consciente de la necesidad de arrepentimiento y purificación que el alma cristiana necesita. En breve se convirtió en director de almas de muchísimas personas que le elegían como confesor y director, entre ellas la Venerable Jerónima Llobet, alma piadosa de la Barcelona del siglo XVII. Y no le elegían por ser condescendiente ni laxo, sino por ser justo en sus decisiones, animarles a la perfección sin dejarse llevar por la tentación de la mediocridad espiritual. Alentaba a la piedad sincera, sin boato exterior, desterraba los escrúpulos y las falsas humildades, haciendo de las almas verdaderas discípulas de Cristo. No tenía las reticencias de otros sacerdotes, que dudaban si los seglares podían ser místicos y adentrarse en la profundidad de la oración mental; José les daba pautas y puntos de meditación, ayudas, y les animaba a ello.

El acusado y castigado.
Pero no todo eran agradecimientos. Algunos sacerdotes y fieles veían un exceso en el padre José, creían que la perfección cristiana, la oración mental y la meditación eran imposibles para seglares. También rumoreaban que era muy exigente en el servicio de Cristo, solo porque no dejaba que las almas se acomodaran en tres o cuatro devociones y obras piadosas exteriores. Y es que él quería más: quería autenticidad y vida interior. En fin, que al obispo Benito Ignacio de Salazar llegaron las acusaciones de jansenismo, terrible doctrina rigorista y fatalista, en boga en la Francia del XVII, que muchos prelados commbatieron, como San Francisco de Sales (24 de enero) o San Claudio de la Colombiére (15 de febrero). El obispo, temeroso de una infiltración jansenista en su diócesis, retiró a José Oriol la facultad y licencia de confesar, sin abrir una investigación y ni siquiera hablar con José. El mismo Oriol tuvo que decirlo a sus fieles y dirigidos, que no podía confesarles más. La obediencia era todo para él. Así pues, libre de las horas del confesionario, pudo dedicarse con más atención a la caridad con los pobres, otra de sus ocupaciones. Les visitaba, consolaba, repartía limosnas, incluso en ocasiones todo su beneficio lo daba a los demás. De hecho, los días 6 de cada mes, cuando cobraba sus 200 reales, los pobres se agolpaban en Santa María para recibir su ayuda, y pareciera que multiplicaba las monedas, pues a todos daba algo. Algunos fieles de renombre protestaron ante el obispo, pero este mantuvo su castigo. En 1693 tomó la sede episcopal Don Manuel de Alba, que revisando expedientes de la curia, comprobó que no había acusaciones formales, ni pruebas o fundamentos para condenar a José Oriol como jansenista. Escribió al pobre José, renovándole las licencias para confesar y la respuesta de nuestro santo fue sentarse en el confesionario, como si nada hubiera pasado, sin mostrar orgullo o reticencia. 

El pastor de los enfermos.

San José Oriol
sana al tullido.
En 1697 tuvo el impulso de ser misionero y mártir por Cristo, y el 2 de abril de 1698 se fue a Roma, para ponerse a disposición de la Congregación de Propaganda Fide. Para dormir, se hospedaba en los hospitales y pagaba su estancia con su servicio personal. En este viaje ocurrió que estando con un amigo, luego de comer, vieron que no tenían dinero para pagar. Se afligió el amigo, pero José tomó un rábano, cortó dos rodajas finas, hizo oración y las rodajas se transformaron en dos reales, con los que pudo pagar. Verdaderos ejemplos de caridad dio por todo el camino, aunque no llegó más allá de Marsella, pues en un hospital de esta ciudad enfermó gravemente y tuvo que regresar a Barcelona, donde sus fieles le acogieron calurosamente. En el trayecto de regreso se puso a orar en la cubierta del barco, cuando cayó en éxtasis y se elevó por los aires, y por más que intentaban sujetarlo, seguía subiendo, y por sí solo bajó cuando Dios quiso. 

El fracaso como misionero le sirvió para adentrarse en la voluntad de Dios, que no le quería misionero en la lejanía, sino en la misma Barcelona, entre aquellos con los que le había configurado: los enfermos. Estando el mismo enfermo, había comprobado la soledad, la tristeza y las incomprensiones que invaden a los enfermos. Retomó su apostolado de visitarles, y no solo ello, sino haciendo que los mismos enfermos fueran misioneros unos con otros. Algunos visitaban a los más graves o inválidos, y otros se reunían en la iglesia de Santa María del Pi, donde escuchaban pláticas, oraban y recibían los sacramentos, en una pastoral dedicada especialmente a ellos, verdaderamente revolucionaria en su momento: enfermos evangelizadores de otros enfermos. Sus sermones eran sencillos, pero profundos. Aunque se dirigían a gente sencilla, no por eso era condescendiente en el lenguaje ni en la exigencia de perfección evangélica.

El taumaturgo.
Esta labor apostólica no dejó de ser bendecida por Dios y pronto comenzaron a ocurrir portentos, sobre todo al terminar las oraciones y dar José la bendición con el Santísimo Sacramento. Varios enfermos eran sanados, desde leves hasta algunos aquejados de algunos males durante años. Pronto se corrió la voz por Barcelona, y comenzaron muchos a ir a los sermones y devociones del taumaturgo sacerdote. Sumó a otros sacerdotes a predicar y rezar con los fieles, pero los milagros solo ocurrían cuando era él quien predicaba y daba la bendición con el Sacramento. Y no solo ahí, sino que otros casos se dieron: en una ocasión iba por la calle y una mujer le gritó "dichosa la madre que te parió"; y al oírla un hombre le increpó diciéndole: "¿también crees tú a este embustero?", secándosele los brazos en el acto y teniéndolos inmóviles hasta que, avisado José Oriol, fue, lo bendijo y el hombre sanó y cambió de opinión sobre el santo.

A una mujer sanó de la vista al mandarle se tocara los ojos con agua bendita de la pila del templo de Santa María del Pi. A un religioso carmelita que llevaba siete años baldado, lo sanó igualmente bendiciéndole y animándole a caminar. A sus amigos Llobets, que no tenían pescado un viernes de Cuaresma, mandó el santo que miraran en la despensa, y hallaron un bacalao entero. Una vez que tenía que confesar a las monjas jerónimas y llevaba una semana lloviendo, salió de la iglesia sin cubrirse y llegó al monasterio seco. Advertidas de ello las monjas, le preguntaron como era que había ido bajo esa agua, y no se había mojado, y el santo les dijo "la lluvia cumple su labor, yo cumplo la mía".

Tuvo el don de bilocación, o al menos el de sutileza, que es atributo de los ángeles, los cuales pueden trasladarse de un sitio a otro en un segundo, sin llegar a estar dos veces en el mismo lugar. Lo corroboraron testigos que en un viaje de Barcelona a Mataró le ofrecieron viajar en su carruaje, pero el santo se negó (siempre viajaba a pie). Al llegar allí los amigos, hallaron al santo sentado a las puertas de la ciudad y rezando su breviario. En otra ocasión visitaba el convento de Santa María de Gracia, a media hora de Barcelona, cuando dieron las doce del día. Siendo la última hora para cantar misa, antes de terminar las campanadas, ya estaba cantando misa en Santa María del Pi. Con estas noticias, normal es que la fama de santidad traspasara Barcelona, Cataluña y llegase a otras partes de España.

El fin y el principio.

Imagen relicario que
se venera en San Jaime
de Barcelona.
El 8 de marzo de 1702 se sintió mal, y como estaba muy cansado quiso recostarse. Pero sucedió que su habitación estaba ocupada, por lo que fue a casa de la familia Llobet, el cual por caridad le prestó un sitio donde descansar. Poco pudo hacerlo, pues pronto se agravó y hubo que llamar al médico, el cual confirmó la gravedad del santo. Le visitaron todos sus compañeros de Santa María, ya que no era conveniente trasladarle. Allí mismo le administraron el Viático. El 20 de marzo recibió los sacramentos y suplicó que la escolanía de su iglesia del Pi fuera a cantarle el "Stabat Mater", lo cual le provocó una gran emoción y paz. El 23 de marzo falleció serenamente, fue reverstido con sus ornamentos sacerdotales y tendido sobre una mesa; cuatro velas se pusieron a su alrededor, dándose el milagro que ardieron más de 24 horas sin consumirse y al ser apagadas, pesaban lo mismo que al ser encendidas. Fue tanta la gente que acudió a casa de los Llobet, que las escaleras de madera crujían, y se hizo tal nudo de personas, que se tuvo que tirar un tabique para que la gente saliera por otro sitio distinto de donde habían entrado.

Los funerales fueron concurridísimos, duraron varios días y se celebraron con gran solemnidad. Durante ellos, los devotos no cesaron, y ocurrieron muchos portentos, como la sanación de un niño tullido, que en los 7 años que tenía, jamás había caminado. Y eran tantos los devotos, e iban a más, que temían les enterraran a su santo, que aquello se hacía interminable. Por ello, los sacerdotes de Santa María anunciaron que lo sepultarían al día siguiente, y habiendo vaciado la iglesia, lo enterraron en la capilla de la Santa Espina, poniendo una pesada losa de piedra encima. Fue sepultado en Santa María del Pi, para seguir derramando gracias sobre los devotos, como había hecho en vida.

En 1759 se abrió el proceso de canonización, en cuyas fases declararon más de 60 personas que habían conocido a José Oriol. Pío VII lo beatificó a 21 de septiembre de 1806, y fijó su memoria para la diócesis de Barcelona. Ese año se había exhumado el cuerpo y se hallaron algunas partes conservadas. Una parte se envió a Roma, otra se repartió por toda Cataluña y –España, pero la mayor parte de las reliquias fueron puestas en el altar que se le dedicó en Santa María del Pi. Finalmente San Pío X (21 de agosto), lo canonizó a 20 de mayo de 1909.


Fuente:
- "Nuevo Año Cristiano". Tomo 3. Editorial Edibesa, 2001.
-“Mes consagrado al Beato José Oriol”. Barcelona, 1858.



A 23 de marzo además se celebra a 
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San Nicon y compañeros mártires de Sicilia. 
Santos Fingar y Piala, mártires.

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