Santos Tigrio, presbítero, y Eutropio, lector; mártires. 12 de enero y 16 de junio (Iglesias griegas).
Todos los martirologios recogen su memoria. La principal fuente sobre su vida y martirio es Sozomeno en sus adiciones a la "Historia Eclesiástica", libro VIII, 22 y 23. También San Juan Crisóstomo (27 de enero, traslación de las reliquias a Constantinopla; 30 de enero, Synaxis de los Tres patriarcas: Juan, Gregorio y Basilio; 13 de septiembre, muerte; 13 de noviembre, Iglesia oriental; 15 de diciembre consagración episcopal) hace mención del ejemplo del presbítero Tigrio en una carta a Santa Olimpia (17 de diciembre). Y es que fue precisamente a partir de la defensa de la fe católica por parte del Crisóstomo cuando estos santos hallaron la gloria del martirio:
En 404 la emperatriz Eudoxia colocó una estatua suya en la basílica de Santa Sofía de Constantinopla, cosa que el Crisóstomo denunció por prestarse a la antigua idolatría que reclamaban los emperadores para sí. Esto, junto a las maquinaciones de San Teófilo de Alejandría (15 de mayo, Iglesia Copta), lograron que el santo obispo fuera depuesto de su sede, poniendo en su lugar al obispo Arsacio. Juan permaneció en la ciudad, aunque sin pretender tomar su sede. La mayoría del clero y del pueblo protestó contra aquel atropello negándose a reconocer al nuevo obispo, por lo que fueron expulsados de las iglesias, a las que solo permitían entrar a los que renegaran de Juan. Dos meses duró esto, hasta el emperador Arcadio le desterró oficialmente, pensando que así se calmarían los que le defendían.
Esa misma noche se incendió fortuitamente una iglesia de la ciudad, llegando las llamas al senado, que igualmente ardió. Los detractores del Crisóstomo difundieron la calumnia de que los "joanitas" habían incendiado la iglesia y el senado, como protesta. Ambos bandos se acusaron mutuamente, pues los partidarios de Juan no dudaron en decir que los contrarios a este habían incendiado la iglesia para culparles a ellos. Y se desató la insurrección popular. Optato, prefecto de Constantinopla, aprovechó la ocasión para quitarse de en medio a cristianos de valor, a los que detestaba (era pagano aún), quejándose al emperador de los partidarios del obispo Juan. Denunció que estos se reunían en iglesias aparte, celebrando la liturgia en casas o iglesias que tenían en su poder, negándose a orar con los otros, ni a aceptar al nuevo obispo, habiendo peligro de cisma. Arcadio que mandó a los soldados que encerraran a los más destacados defensores del Crisóstomo. Los soldados hicieron lo mandado, y más aún, pues con golpes y heridas, reunieron a algunos miembros del clero y seglares. Entre ellos, cuenta Sozomeno estaban nuestros Santos Tigrio, que era presbítero, y el lector Eutropio. Fueron los sayones capaces de desnudar a las mujeres, para burlarse de ellas y humillarlas. Esto no logró el miedo entre los partidarios de San Juan Crisóstomo, sino que los hizo más fuertes.
Optato, mientras decía querer esclarecer la verdad, se regocijaba en público de la desunión de los cristianos y mostraba alegría por la destrucción de la iglesia. Mandó a llamar a Eutropio, al que pretendía obligar a decir los nombres de los que habían quemado la iglesia. Este, que era inocente, ni sabía nada del incendio, solo callaba. Por ello fue desgarrado en los costados y cortadas sus mejillas. A la par, nos dice una versión de los herejes novacianos, que Sisinio, el obispo de los novacianos (herejes que, entre otras cosas, negaban la absolución de los cristianos "lapsi" y su vuelta a la comunión de la Iglesia) de Constantinopla tuvo una visión acerca de un hombre bello y enorme que aparecía sobre la iglesia de San Esteban de Constantinopla, que era la "catedral" de estos herejes. Este hombre misterioso le dijo que solo había un hombre bueno y santo en la ciudad, llamado Eutropio, y desapareció. Entonces Sisino dedujo que solo podía ser el lector Eutropio. Le buscó, supo de su prisión y martirio, y mandó un sacerdote novaciano a que le conociera y le pidiera oraciones por él, cosa que prometió hacer el santo. A los pocos días le apalearon con varas de hierro después y fue arrojado a la cárcel. Allí murió y los soldados tomaron su cuerpo para arrojarlo a los perros, pero unos católicos lo recuperaron y lo sepultaron en secreto. Al momento de enterrarlo, se oyó cantar a los ángeles, dirá su oficio litúrgico.
Por su parte, el presbítero Tigrio había sido esclavo de un noble que, viendo su piedad y laboriosidad, le dio la libertad. Ordenado presbítero, era conocido por su extrema caridad con los pobres. Cuando fue apresado, fue desnudado y flagelado en público al decir que no sabía nada del incendio, como era la verdad. Luego le estiraron de manos y pies en el potro. Así, descoyuntado, le enviaron a Mesopotamia, donde murió en la cárcel.
Fuentes:
-"Vidas de los Santos". Volumen I. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
A 12 de anero además se celebra a
San Martín de León, presbítero.
San Arcadio, mártir.
Todos los martirologios recogen su memoria. La principal fuente sobre su vida y martirio es Sozomeno en sus adiciones a la "Historia Eclesiástica", libro VIII, 22 y 23. También San Juan Crisóstomo (27 de enero, traslación de las reliquias a Constantinopla; 30 de enero, Synaxis de los Tres patriarcas: Juan, Gregorio y Basilio; 13 de septiembre, muerte; 13 de noviembre, Iglesia oriental; 15 de diciembre consagración episcopal) hace mención del ejemplo del presbítero Tigrio en una carta a Santa Olimpia (17 de diciembre). Y es que fue precisamente a partir de la defensa de la fe católica por parte del Crisóstomo cuando estos santos hallaron la gloria del martirio:
En 404 la emperatriz Eudoxia colocó una estatua suya en la basílica de Santa Sofía de Constantinopla, cosa que el Crisóstomo denunció por prestarse a la antigua idolatría que reclamaban los emperadores para sí. Esto, junto a las maquinaciones de San Teófilo de Alejandría (15 de mayo, Iglesia Copta), lograron que el santo obispo fuera depuesto de su sede, poniendo en su lugar al obispo Arsacio. Juan permaneció en la ciudad, aunque sin pretender tomar su sede. La mayoría del clero y del pueblo protestó contra aquel atropello negándose a reconocer al nuevo obispo, por lo que fueron expulsados de las iglesias, a las que solo permitían entrar a los que renegaran de Juan. Dos meses duró esto, hasta el emperador Arcadio le desterró oficialmente, pensando que así se calmarían los que le defendían.
Esa misma noche se incendió fortuitamente una iglesia de la ciudad, llegando las llamas al senado, que igualmente ardió. Los detractores del Crisóstomo difundieron la calumnia de que los "joanitas" habían incendiado la iglesia y el senado, como protesta. Ambos bandos se acusaron mutuamente, pues los partidarios de Juan no dudaron en decir que los contrarios a este habían incendiado la iglesia para culparles a ellos. Y se desató la insurrección popular. Optato, prefecto de Constantinopla, aprovechó la ocasión para quitarse de en medio a cristianos de valor, a los que detestaba (era pagano aún), quejándose al emperador de los partidarios del obispo Juan. Denunció que estos se reunían en iglesias aparte, celebrando la liturgia en casas o iglesias que tenían en su poder, negándose a orar con los otros, ni a aceptar al nuevo obispo, habiendo peligro de cisma. Arcadio que mandó a los soldados que encerraran a los más destacados defensores del Crisóstomo. Los soldados hicieron lo mandado, y más aún, pues con golpes y heridas, reunieron a algunos miembros del clero y seglares. Entre ellos, cuenta Sozomeno estaban nuestros Santos Tigrio, que era presbítero, y el lector Eutropio. Fueron los sayones capaces de desnudar a las mujeres, para burlarse de ellas y humillarlas. Esto no logró el miedo entre los partidarios de San Juan Crisóstomo, sino que los hizo más fuertes.
Optato, mientras decía querer esclarecer la verdad, se regocijaba en público de la desunión de los cristianos y mostraba alegría por la destrucción de la iglesia. Mandó a llamar a Eutropio, al que pretendía obligar a decir los nombres de los que habían quemado la iglesia. Este, que era inocente, ni sabía nada del incendio, solo callaba. Por ello fue desgarrado en los costados y cortadas sus mejillas. A la par, nos dice una versión de los herejes novacianos, que Sisinio, el obispo de los novacianos (herejes que, entre otras cosas, negaban la absolución de los cristianos "lapsi" y su vuelta a la comunión de la Iglesia) de Constantinopla tuvo una visión acerca de un hombre bello y enorme que aparecía sobre la iglesia de San Esteban de Constantinopla, que era la "catedral" de estos herejes. Este hombre misterioso le dijo que solo había un hombre bueno y santo en la ciudad, llamado Eutropio, y desapareció. Entonces Sisino dedujo que solo podía ser el lector Eutropio. Le buscó, supo de su prisión y martirio, y mandó un sacerdote novaciano a que le conociera y le pidiera oraciones por él, cosa que prometió hacer el santo. A los pocos días le apalearon con varas de hierro después y fue arrojado a la cárcel. Allí murió y los soldados tomaron su cuerpo para arrojarlo a los perros, pero unos católicos lo recuperaron y lo sepultaron en secreto. Al momento de enterrarlo, se oyó cantar a los ángeles, dirá su oficio litúrgico.
Por su parte, el presbítero Tigrio había sido esclavo de un noble que, viendo su piedad y laboriosidad, le dio la libertad. Ordenado presbítero, era conocido por su extrema caridad con los pobres. Cuando fue apresado, fue desnudado y flagelado en público al decir que no sabía nada del incendio, como era la verdad. Luego le estiraron de manos y pies en el potro. Así, descoyuntado, le enviaron a Mesopotamia, donde murió en la cárcel.
Fuentes:
-"Vidas de los Santos". Volumen I. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
A 12 de anero además se celebra a
San Martín de León, presbítero.
San Arcadio, mártir.
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