San Vero de Leembek, confesor. 31 de enero.
No es mucho lo que se conoce de este santo más allá de la leyenda que rodeó su tumba, ya venerada en Leembek en el siglo X. Según esta, Vero era hijo de Luis II "el Germánico" (no aparece entre sus descendientes) y pariente de Carlos el Calvo, y su familia tenía grandes planes para con él, como casarlo con una princesa. Pero el joven, que quería dedicarse a Cristo, abandonó su casa en secreto. Cuando escapaba, le sorprendió su hermana Santa Verona (29 de agosto), a la cual contó sus planes de huir para siempre. La hermana lamentó no verle nunca más y Vero le profetizó que ya le vería después de muerto, y que los árboles le indicarían como llegar a él.
Errando como peregrino, llegó a Leembek, en la actual Bélgica, donde obtuvo empleo como hortelano y vivió toda una vida de caridad, penitencia, oración y trabajo. Varios milagros se cuentan sobre él, como sanar animales enfermos o endemoniados, multiplicar cosechas, ahuyentar aves voraces y plagas. Una fuente que se conserva junto a su iglesia se dice que brotó cuando Vero clavó su cayado en la tierra para hallar agua. Así, luego de una vida larga, falleció rodeado del cariño de la gente, que le tuvo por santo enseguida. Fue sepultado en la iglesia.
Entretanto, una tormenta terrible tuvo lugar la noche de su muerte y al otro día su hermana vio como todos los árboles estaban torcidos en una misma dirección. Recordó la profecía de su hermano y se puso en camino siguiendo los árboles. Así llegó unos meses después a Brabante y desde aquí torció, siempre siguiendo los árboles hacia Leembek, en cuya iglesia parroquial encontró la sepultura de su hermano, muy querida por los lugareños. Pidió Verona ver el cuerpo de su hermano, abrieron la sepultura y le hallaron incorrupto y con un maravilloso olor a rosas. En el siglo XVI otra leyenda cuenta que, resentido el santo porque su devoción había ido a menos, se apareció a un sacerdote para amonestarle por ello. El presbítero entonces renovó el culto al santo y los milagros volvieron a florecer.
Se le invoca contra los males de cabeza y las fiebres.
Fuente:
-http://heiligen-3s.nl
A 31 de enero además se celebra a
Santa Ulpia Cándida, virgen.
Santa Marcela, viuda y religiosa.
No es mucho lo que se conoce de este santo más allá de la leyenda que rodeó su tumba, ya venerada en Leembek en el siglo X. Según esta, Vero era hijo de Luis II "el Germánico" (no aparece entre sus descendientes) y pariente de Carlos el Calvo, y su familia tenía grandes planes para con él, como casarlo con una princesa. Pero el joven, que quería dedicarse a Cristo, abandonó su casa en secreto. Cuando escapaba, le sorprendió su hermana Santa Verona (29 de agosto), a la cual contó sus planes de huir para siempre. La hermana lamentó no verle nunca más y Vero le profetizó que ya le vería después de muerto, y que los árboles le indicarían como llegar a él.
Errando como peregrino, llegó a Leembek, en la actual Bélgica, donde obtuvo empleo como hortelano y vivió toda una vida de caridad, penitencia, oración y trabajo. Varios milagros se cuentan sobre él, como sanar animales enfermos o endemoniados, multiplicar cosechas, ahuyentar aves voraces y plagas. Una fuente que se conserva junto a su iglesia se dice que brotó cuando Vero clavó su cayado en la tierra para hallar agua. Así, luego de una vida larga, falleció rodeado del cariño de la gente, que le tuvo por santo enseguida. Fue sepultado en la iglesia.
Entretanto, una tormenta terrible tuvo lugar la noche de su muerte y al otro día su hermana vio como todos los árboles estaban torcidos en una misma dirección. Recordó la profecía de su hermano y se puso en camino siguiendo los árboles. Así llegó unos meses después a Brabante y desde aquí torció, siempre siguiendo los árboles hacia Leembek, en cuya iglesia parroquial encontró la sepultura de su hermano, muy querida por los lugareños. Pidió Verona ver el cuerpo de su hermano, abrieron la sepultura y le hallaron incorrupto y con un maravilloso olor a rosas. En el siglo XVI otra leyenda cuenta que, resentido el santo porque su devoción había ido a menos, se apareció a un sacerdote para amonestarle por ello. El presbítero entonces renovó el culto al santo y los milagros volvieron a florecer.
Se le invoca contra los males de cabeza y las fiebres.
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A 31 de enero además se celebra a
Santa Ulpia Cándida, virgen.
Santa Marcela, viuda y religiosa.
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