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viernes, 23 de febrero de 2018

"...pronto estoy a sufrir cuanto quieras por su Nombre"

San Sereno de Sirmio, mártir. 23 de febrero.

Fue Sereno natural de Grecia, donde hizo una gran fortuna, que vendió en favor de los pobres. Solo se reservó una parte con la cual se compró unos terrenos en Sirmio, adonde se mudó y plantó un hermoso jardín, del cual comía y en el cual vivía entregado a la oración y la meditación.

Imperando Galerio y Maximino, se desató la persecusión y Sereno se ocultó por un tiempo, pero decidió regresar a su huerto, encomendándose a Cristo. Un atardecer en el que se hallaba trabajando, apareció por su huerto una mujer con dos esclavas. Sereno le preguntó que buscaba y la mujer le dijo que al ver un jardín tan bello había querido pasearse y contemplar las flores que allí había. Sereno se excusó, pidiéndole se marchara, pues no era hora para que una mujer decente visitara a un hombre soltero. La mujer, que en realidad buscaba seducir a Sereno, se fue enojada del jardín jurando vengarse de él. Escribió a su marido, funcionario imperial que se hallaba en Roma, diciéndole que Sereno la había ofendido cruelmente, y que se decía que a otras mujeres había intentado hacer mal.

El marido consiguió un escrito imperial en el cual se mandaba capturar a Sereno y llevarlo ante el juez para juzgarle por su desmán. Los soldados apresaron a Sereno y le llevaron ante el Gobernador, quien le interrogó:

Gobernador: – ¿Cómo te llamas?
Sereno: – Me llamo Sereno.
G: – ¿En qué te empleas?
S: – En el oficio de jardinero.
G: – ¿Cómo has tenido la insolencia de ofender a la mujer de un noble?
S: – Jamás he hecho ofensa alguna a ninguna mujer.
G: – Daré orden que te atormenten hasta que confieses que insultaste a aquella señora cuando la viste pasearse en tu jardín.
S: – Acuérdome muy bien que vino allí una señora, ya hace algún tiempo, a una hora intempestiva, con ánimo de pasearse, según decía. Verdad es que me tomé la libertad de decirle que era contra el orden y contra la decencia el que una persona de su sexo, y de su alcurnia saliese a una hora como aquella de su casa.

El marido de la noble, que se hallaba presente, quedó confundido por la respuesta de Sereno, e instó al Gobernador a no juzgar más a quien se veía era un buen hombre. Pero el Gobernador, sospechando que un hombre tan cabal sería cristiano, continuó el interrogatorio.

G: – ¿Quién eres, y cual religión es la tuya?
S: – Soy cristiano.
G: – ¿Y cómo no te has escapado? ¿Dónde te habías escondido tan bien hasta aquí, que no te hemos podido encontrar, y cómo te has librado de ofrecer sacrificios a los dioses?
S: – La providencia de Dios lo ha dispuesto así, y me ha reservado hasta ahora. Dios me había reprobado como a una piedra poco propia para entrar en su edificio, pero tiene la bondad de volverme a tomar hoy para colocarme en él. Por lo demás, pronto estoy a sufrir cuanto quieras por su Nombre, a fin de poder ser recibido en el número de los Santos que están ya en su Reino.
G: –Bien, puesto que has querido eludir los edictos del emperador, que te has ocultado para no obedecer, y que no has querido sacrificar a los dioses, mando que te corten la cabeza, como satisfacción de todos esos delitos.

El santo fue entonces conducido a las afueras, y allí fue decapitado, el 23 de febrero de 307.


Fuente:
-"Las Verdaderas actas de los Martires". Tomo III. Teodorico Ruinart. OSB. Madrid, 1776.


A 23 de febrero además se celebra a





lunes, 3 de septiembre de 2012

Santa Febes de Corinto

Pregunta: Deseo saber todo sobre Santa Febe, 3 de septiembre.

Respuesta: La verdad es que “todo” sobre Santa Febe es poco, porque salvo lo que dice la Biblia... nada hay.

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Santa Febe, diaconisa.
Icono moderno.
Santa Febe o Febes de Roma, diaconisa. 3 de septiembre.
Febe sólo aparece mencionada una vez, en la Carta de San Pablo a los Romanos: "Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo" (Romanos 16:1,2). De este texto se pueden sacar varias conclusiones, como que Febe sería alguien importante y conocida en la iglesia corintia. El término diaconisa es solo dicho una sola vez en la Sagrada escritura y es aplicado a Febes. Es posible que hubiese otras diaconisas (tal vez Trifena, Trifosa o Pérsida, mencionadas en este mismo capítulo, en el versículo 12) que hacían su ministerio apostólico en la Iglesia, sirviendo a los pobres y las viudas. Puesto que estas mujeres servían a la Iglesia, deberían tomarse en relación a Febe la recomendación que San Pablo da en 1 Tim. 5, 9-10 para señalar a una mujer como Viuda (recordar, aquí viuda no solo es la que ha perdido el marido, sino una servidora de la Iglesia). Según Pablo “debe tener no menos de sesenta años, haber sido esposa de un solo marido, gozar de una buena reputación por sus obras, si ha criado hijos, si ha practicado la hospitalidad, si ha lavado los pies de los santos, si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra”.

Cencrea pertenece a Corinto, pero al parecer Febe se habría trasladado a Roma ya fuera permanente u ocasionalmente, no se podría decir con certeza; ni siquiera se puede determinar el motivo de su viaje, pero la tradición indica que ella misma sería portadora de la Epístola a los Romanos, es por ello que Pablo indica quien es y que ha hecho, como para que sea acogida con cariño y respeto, aunque el “saludad” de la Carta indica que ya era conocida, por tanto, son elucubraciones. El manuscrito del siglo XII (a la izquierda) recoge precisamente esta tradición, pues aparece San Pablo dando el pergamino a Febe, para que sea llevado a los cristianos de Roma (la diferencia de colores en la tierra indica lejanía y separación entre las personas, aunque los veamos juntos en la imagen). Se desconoce el año y lugar de su muerte, aunque debió ser después del 57, año en que se escribió la Carta a los Romanos. Los martirologios recogen desde muy antiguo su nombre, el 3 de septiembre.

Y, todo sea dicho, durante siglos, el texto "nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa", fue intencionalmente traducido como "nuestro hermano Febo, el cual es diacono". Por desconocimiento de la antiguedad, perplejidad ante el hecho que existieran estas diaconisas, o simple machismo. Pero yendo al original, la mención destacada de Febe entre todos los demás echa por tierra el famoso e injusto machismo de San Pablo, que muchos sueltan basándose en unos pocos textos sacados fuera de contexto, sin tener en consideración otras cosas.
la cabeza de la mujer es el varón”. I Cor 11,3.
un hombre es la imagen y gloria de Dios: pero la mujer es la gloria del hombre. Ni tampoco se creó el hombre para la mujer: sino la mujer para el hombre”. I Cor 11,7-9.
Pablo da a Febes la carta a los Romanos.
Bibilioteca Nacional de París. Siglo XII.
Pero, la pregunta es... ¿se inventa esto San Pablo? ¿No era así ya en la sociedad, tanto judía como romana o griega? San Pablo no está dando preceptos nuevos del cristianismo, ni siquiera proponiendo verdades divinas e incuestionables, solo expone realidades de su momento, de su época. Pero aún así, trasciende al judaísmo, en el que la mujer era un bien mas a contar entre los animales, o el mundo romano, donde la mujer no tendrá personalidad jurídica siquiera. Dentro de las limitaciones propias del momento, San Pablo, contra lo que se piense, está diciendo que ambos son complemento, y que la mujer es símbolo de la Iglesia, amada y sostenida por Cristo. 

A menudo se achaca a San Pablo el ser “anti-mujer”, basándose en una indicación del apóstol sobre la oportunidad de que la mujer hable en público:

A la mujer no le consiento enseñar ni arrogarse autoridad sobre el varón, sino que ha de estarse tranquila en su casa”. I Tim 2,12.
 "Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta a su cabeza. Y toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza" 1 Corintios 11, 4-5. 



Al parecer no caemos en la cuenta que dicha prohibición tiene un carácter social, cultural, tradicional, machista si se quiere, pero no es un problema religioso, no es una indicación teológica, de hecho no se dice que la profecía de ella sea falsa, ni inapropiada. Pero en ningún caso es invento de San Pablo, ni este se oponía, por sus narices, a la labor de la mujer en la Iglesia, y la prueba la da el mismo apóstol en sus cartas:

“(…) Evodia y a Síntique (…) lucharon a mi lado en la predicación del mensaje de Dios..., sus nombres  ya están escritos en el Libro de la Vida”. Filipenses 4, 2-3.



Os recomiendo además nuestra hermana Febes, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea.”  Romanos 16, 1.

Saludad a Trifena y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor. Saludad a la amada Pérsida, la cual ha trabajado mucho en el Señor.”  Romanos 16, 12.
Si consideramos el mundo judío donde se desarrolla la Iglesia de San Pablo, y la importancia de la mujer en la sinagoga (o sea, ninguna) sorprende ver a estas mujeres “diaconisas, trabajando para el Señor, inscritas en el libro de la Vida…”. Ellas participan activamente en la vida eclesial, no como los presbíteros ni obispos, sino de manera diferente, no menos digna ni menos santificante. Otra cosa son los siglos posteriores, con actitudes, prohibiciones y actitudes reprochables e innegables pero siempre inmersas en el contexto de cada época y, ni mucho menos, no culpa de San Pablo.


A 3 de septiembre además se celebra a 
San Remaclio, abad y obispo.
Santa Basilisa de Nicomedia, niña mártir

domingo, 22 de julio de 2012

Santa María Magdalena: un poco de todo.

Santa María Magdalena, Apóstol de apóstoles. 22 de julio, 20 de marzo, traslación de las reliquias; tercer domingo de Pascua, o de las Miróforas.
 
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La Asunción de la Magdalena.
José de Ribera.
Es María Magdalena probablemente una de las santas de las que más se ha escrito, llevado al arte, la música, el cine. Los místicos, los tratadistas espirituales, los pastores de almas han tenido en su figura una inspiración constante a la hora de acercar a las almas a Dios. Ya sean los Padres de la Iglesia poniéndola de ejemplo, el Medievo insistiendo en la penitencia, el barroco recreándose en su alma enriquecida por la gracia divina, o el romanticismo del XIX, reviviendo su epopeya legendaria, todas las épocas según sus características han amado y hecho amar a la Magdalena. Es que incluso la musicalidad de su nombre, María Magdalena, ya inspira deseos de escribir de ella. Y, sin embargo, todos estos siglos ha sido la leyenda, el sentimiento y la fe, más que la historia, lo que han modelado el culto a la Magdalena. La leyenda se ha basado principalmente en dos puntos: su identificación con María, la de Betania, y en sus tres “estados del alma”: pecadora, penitente, y agraciada. Este post versará precisamente sobre estos dos puntos, que se entremezclan:

¿La Magdalena, endemoniada, prostituta o adúltera?
La asimilación de María Magdalena con las pecadoras y endemoniadas evangélicas, dio mucho tema a la teología moral del medievo, pero sobre todo del barroco. Muchas obras piadosas, de edificación para los fieles, recorrían esta “vida” en los estados de pecado, penitencia y santidad. Consideraciones que pasaban de lo sublime a lo extravagante en un paso. Algunos la ponían tan, pero tan pecadora, que sería imposible; otros, muy pecadora, pero sin entregar el corazón enteramente al pecado. Luego la presentaban en unas ansias de penitencia increíbles, sobre todo porque, aunque los judíos hacían penitencia, no tenían un concepto como el cristiano, y menos, tan expiatorio como el de la época en que esas obras tan fantasiosas se escribían. En cuanto a la santidad, bueno, algunos la elevan al coro de las vírgenes, por la penitencia, incluso hablan de una asunción (José de Ribera la pintó magníficamente). Pero esta unión de personajes es muy bonita, da mucho para meditar, pero no tiene ningún viso de ser real, por más que la duda de paso a interpretaciones diversas. Intentemos desmenuzar un poco más: 


Primero veamos si María Magdalena puede ser alguna de las pecadoras. María “la magdalena” (este magdalena, hay que recordar que no es un nombre, sino un gentilicio o tal vez un apodo), es una discípula de Cristo, tradicionalmente considerada originaria de Magdala (población no identificada actualmente), que toma un papel relevante en la Resurrección del Señor, y es mencionada expresamente en la Crucifixión. Había sido liberada de siete espíritus, según Lc. 8, 2 y Mc. 16, 9, lo cual se puede leer, efectivamente, como que había sido liberada de enfermedades, pecados y vicios, más que de demonios literales. Es cierto que durante siglos se le relaciona con la famosa pecadora pública aparece en el capítulo anterior, en Lc. 7, 36-50, y al mismo tiempo con la adúltera de Jn. 8, 2-11, pero una simple mirada desecha esta teoría. Una prostituta, la que lavó los pies del Señor en la cena de Simón en ese pasaje tan bello, casi poético, no podría es la misma mujer adúltera a punto de ser apedreada, porque no podría ser casada y al mismo tiempo prostituta. Sin embargo, la prostituta sí podría ser la de los "siete demonios" o sea, María Magdalena. Pero solo “podría ser”, porque el Evangelio no da nombres a ninguna de las dos pecadoras. Los nombres siempre se dan en las Escrituras porque son reconocidos por los receptores, y serían de personas conocidas en la Iglesia primitiva, que podrían aportar su testimonio a los relatos. Por ejemplo, Alejandro y Rufo, los hijos del Cirineo, cuyos nombres se dan en Mc. 15, 21 como garantía de la veracidad de lo contado, vemos en Rm. 16, 13, que es un miembro conocido de la comunidad romana.

Es el Evangelio de San Juan, el que le da una especial relevancia a María Magdalena (donde sí aparece este "magdalena" como nombre propio), pero sólo al final, sin hacer referencias anteriores. La pone al pie de la Cruz y es muy interesante un detalle: mientras de la hermana de la Santísima Virgen necesita el autor decir quién es (no sería muy conocida), de los demás, con decir quiénes estaban, es suficiente. Al decir que estaba María Magdalena ya deja claro quién es, sin más detalles. Está claro que los destinatarios saben de quien se les habla. La otra escena de San Juan es la de la Resurrección de Cristo y que ha configurado la relación entre ambos, y ha dado tanto tema. Sólo hay que comprender un poco del mundo judío y su trato a la mujer, para sorprenderse de ver que es esta mujer la encargada de llevar el anuncio de la Resurrección. De hecho, este sería uno de los inconvenientes para aceptarla: los discípulos de Emaus dirán “es cierto que algunas de nuestras mujeres han dicho que lo vieron” en Lc. 24,13-35. Es decir, tienen testigos, pero por ser mujeres no les creen. Entonces, si esta mujer fue la encargada de anunciar a los apóstoles la Resurrección, si fue testigo privilegiada de la crucifixión, surgen las preguntas ¿Quién era esta mujer que aparece de pronto en San Juan? ¿Que importancia tenía en la vida de Cristo, en su predicación? ¿Qué relación previa tuvo con el Señor? Profunda había de ser. Y al buscar en el Evangelio, sólo encontramos una mujer con un papel tan destacado en la vida pública de Cristo. Y resulta que no es la Magdalena, sino otra María, la de Betania. Y entramos en el otro punto:

María, ¿de Magdala o de Betania?
Esta es una polémica ya vieja, nacida en el siglo IV. Es San Ambrosio de Milán (4 y 5 de abril, muerte y entierro; 7 de diciembre, consagración episcopal) el primero conocido, que identifica a María, la Magdalena, con María de Betania (29 de julio), y al mismo tiempo con la pecadora pública de Lc. 7, 36-50, tema tocado en el apartado anterior. 


Primero veamos quien fue María de Betania: Es la hermana de San Lázaro (17 de diciembre) y Santa Marta (29 de julio). Aquella que escogió “la mejor parte”, según Lc. 10, 38-42. Cristo dice mucho de esta mujer, y lo desconcertante, sobre todo, es que después no se ve más su persona, ni el Evangelio de Lucas la vuelve a mencionar. La “mejor parte”, aquella que “nadie se lo quitará”, ¿está revelando un papel en la Iglesia? ¿Está anunciando una vida de santidad?, ¿un camino diferente de vida en Dios? Durante siglos, esta “mejor parte” se ha reducido a la vida religiosa, como un camino o estado de perfección, y por ahí tomó la leyenda de María Magdalena, que la pone como eremita en la cueva de Provenza. Se le tomó como ejemplo de contemplativa, de esposa extasiada en el Esposo. Numerosos místicos hallaron en esta imagen fuente de sus elevaciones y escritos.

Otro momento importante, es la muerte y resurrección de Lázaro, que leemos en capítulo 11 de San Juan. Cuando el señor llega a la casa, se repiten los términos de la escena de Lucas: Marta reclama y María vuelve a ponerse a los pies del Señor. Su papel es determinante, pues si bien Marta hace una confesión de fe como ninguna en el Evangelio, María solo adora, confía y suplica. Y he aquí que hasta que María no sale al encuentro de Cristo, no salen los que la acompañaban. Las lágrimas de María ante Cristo, desatan las lágrimas de los judíos y del propio Cristo. ¿Tan conocida y querida era esta María? ¿Qué relación tan estrecha tenía con Jesús, para conmoverle y llorar? Si era tan conocida, tan querida, como no se menciona después en el evangelio, en los momentos claves de la Pasión y la Resurrección, mientras que se mencionan a otras mujeres, y siempre por sus nombres? ¿O es que sí lo hacen, pero llamándola María Magdalena? 

El otro momento clave es la unción en Betania, en Jn. 12. De nuevo protagonizan María y Jesús un suceso único en el Evangelio, en el que Jesús acepta un homenaje. Vuelven a decirnos que Marta servía, cuando de pronto María derrama perfume, y buen perfume, y comienza a ungir los pies del Señor, y secarlos con sus cabellos, en un acto de servicio y reconocimiento de la grandeza del Ungido. Es una imagen que inmediatamente nos recuerda la unción de la pecadora pública de Lc. 7, 36-50. Solo que aquí no hay lágrimas, aunque se prevé la cercana Pasión del Señor en las palabras de Jesús “para mi sepultura lo ha guardado”. En Mt. 26, 6-13, y Mc. 14, 3-9 no se nos dice que sea María de Betania la mujer que unge, y el hecho ocurre donde Simón el leproso (para rizar más el rizo, el dueño de la casa en la escena de la pecadora, también se llama Simón). La unción es en la cabeza, evidenciando más aún el sentido mesiánico y consacratorio de la unción. Aquí, además de su defensa, Jesús añade que “donde quiera que se predique el evangelio en el mundo entero, también se hablará de lo que esta ha hecho, para memoria suya”.

Los tres textos aluden a la importancia de María de Betania en la sepultura de Cristo y, sin embargo ¿Cómo es que no aparece esta María, y quien tiene el protagonismo es María Magdalena? Indudablemente, esta María de Betania es alguien importante en la comunidad cristiana y también lo era, como vimos antes la Magdalena. Entonces, ¿son o no la misma? Veamos primero algunas teorías que lo apoyan y luego las que no:

A favor: 1. La unción de Betania: Recuerda a la unción de la pecadora pública, aquella con lágrimas, esta con gozo. Muestran una misma sensibilidad, un mismo corazón. Por otro lado, si María había guardado el perfume para la sepultura, ¿cómo es que no aparece en el entierro de Cristo, y es otra María, la Magdalena, la que está al pie de la Cruz y junto al sepulcro es la que lleva la voz cantante? Son la misma mujer entonces.

2. Los gestos de postración de María de Betania ante el sepulcro de Lázaro y sus lágrimas, se repiten en María Magdalena ante el sepulcro de Cristo. En ambas hay el mismo gesto de reconocer quien es el Maestro. Son la misma mujer entonces.

3. “Nadie le quitará la mejor parte” concuerda muy bien con la participación en la Resurrección de Cristo y con la "vida de penitencia" y santidad de la Magdalena. Son la misma mujer entonces. Esto tiene la inconveniencia de dar por hecho la penitencia y la santidad sublime de la Magdalena, cosa que alaba la leyenda provenzal, que es solo eso, leyenda.

En contra:
1. Está claro: Una María era de Betania, y la otra de Magdala. Son diferentes mujeres entonces. Los contrarios a esto dicen que al prostituirse se fue a Magdala y al convertirse volvió a casa de sus hermanos. Indemostrable, como indemostrable es, siendo sinceros, que Magdala sea realmente un sitio.


Conclusión:
En fin, que la cosa ha dado para mucho a lo largo de los siglos, pero la iglesia hoy en día se inclina a seguir la tradición de las iglesias ortodoxas, que es formular que son dos personas distintas, pertenecientes al círculo más cercano del Señor. Porque esta unificación se da en solo la Iglesia occidental. Los orientales lo tienen más claro (más o menos) desde siempre: María de Betania no es la Magdalena, pero la Magdalena sí es la pecadora y la "endemoniada". En occidente hoy en día, se intenta separarles, incluso en algunos santorales católicos. Tengo ante mí el Ritual de la Orden del Císter de 2004, donde aparecen el 29 de julio “Ss. Marta, María y Lázaro, hospederos del Señor”, y lo mismo el Calendario Litúrgico Español de 2015, que trae, solo para los Reparadores, Benedictinos, Cistercienses y Trapenses a “Santos Marta, María y Lázaro, amigos del Señor”. 


Y a todas estas, ¿cual es el origen de esta asimilación de personajes? Pues dar más realismo a una santa tan importante, clarificando su vida, su nacimiento, familia… etc., intentando exponer cada momento de su vida. Y el resultado fue recoger dos figuras y hacerlas una. Por una parte, María de Betania aportaba orígenes, familia, relación con Cristo previa a la Pasión, y María Magdalena aportaba participación activa en la Iglesia primera. Luego la leyenda provenzal ya completaría la “vita” de una sola persona, y que daría para otras entregas.

Es el mismo recurso el empleado en la identificación de Santa Fotina (20 de marzo) con la Samaritana, de la Verónica (4 de febrero) y la Hemorroísa, o de San Dimas (25 de marzo) y la leyenda de la huída a Egipto. Y así, la mayoría de discípulos de Señor, identificados luego con obispos fundadores de diócesis que vivieron casi trescientos años después (el mismo Lázaro, es un caso). Repito, el origen y el sentido de esta mezcla de personajes con leyendas, es clarificar los orígenes de un culto asimilándole con personaje importante. Además, añadir en este caso que el hecho de que a la octava del 22 de julio se celebrase a Santa Marta, ayudó más aún al hecho de hacerlas hermanas.

En el siglo XIX el padre Lacordaire, dominico, escribió su famosa “Vie du Sainte Marie Madeleine”, una obra hagiográfico-histórico-devocional y patriótica, en el marco de la revitalización del patrio-catolicismo francés. Esta obra, poniendo a la Magdalena penitente y muerta en la Provenza (sus supuestos sepulcro y reliquias se descubrieron en el siglo XI, junto al de San Maximino) relanzó la teoría de la unificación de ambos personajes, aunque sea reciente. Históricamente esta obra no vale nada, pero es muy poética, muy descriptiva de paisajes, ambientes, personajes y da un buen seguimiento del culto y las enseñanzas morales alrededor de esta santa.


Fuente:
-Biblia de Jerusalén. 1976.



A 22 de julio, además se celebra a  
San Wandrille, abad
San Platón de Ancyra, mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...