Nuestra Señora del Lledó en su camarín. |
Nuestra Señora, Santa María del Lledó. 4 de mayo.
El nombre "lledó":
Es un término ambiguo, pues una interpretación dice que proviene del "lledoner" (almez), un árbol muy extendido en las tierras castellonenses. Otra interpretación sostiene que "lledó" es una corrupción de "Lugdunum", antiguo nombre celta de la región. Aunque en diferentes nombres "lledó" (nombre común) y "El Lledó" (nombre propio) aparecen en documentos antiguos, la versión más extendida (que no la más certera), es la del origen botánico, que apoyaría la historia-leyenda que veremos posteriormente.
El santuario:
El documento más antiguo sobre la devoción es de 1375, y es una autorización al Consell Municipal de la Villa para que se pueda celebrar misa diariamente en la iglesia de Lledó (así, como nombre del lugar). Esto habla sin duda, de una devoción ya establecida, aunque este documento no alude a advocación alguna, ni a la historia de la imagen u origen de la devoción. Un documento de 1385 trata sobre el nombramiento de su propio cura encargado o beneficiado, para el santuario, que es más que una simple ermita o humilladero. Otro hito documental importante es de 1405, en el cual se muestra la oposición del Consell a la administración del santuario por parte de los cartujos (1):
“La dita Ecclesia de Madona Sancta Maria del Lledó, dicen los Jurados, és estada regida e administrada per la dita Vila (…) del temps de la conquesta ençà”.
Es decir, que lo menos desde el siglo XIII, la villa cuenta con este santuario mariano, independiente de la parroquia de Santa María, aunque sin un título especial, sino que simplemente toma el nombre del lugar "El Lledó", junto al camino preromano llamado, aún hoy "el Caminás". Sería posterior el hallazgo de la imagen al hecho de un sitio de culto mariano en el lugar, del que algunos apuntan existiría tal vez desde los tiempos mozárabes, mucho antes que de la reconquista por parte de Jaime I, pues el documento anteriormente citado no dice que el santuario date de este momento, sino solo la administración, con lo cual puede intuirse fuera anterior a Jaime I.
La imagen:
“imagen de seis centímetros de altura, desnuda, de gran tosquedad, mutilada por el plano que pasa por las caderas. Cabeza con pérdida de toda la sien izquierda, algún día separada y hoy pegada nuevamente al cuerpo. Ojos hundidos, nariz de base ancha y gran prognatismo de maxilares. Brazos plegados y cruzados sobre el pecho, con mano derecha más corta y ocultada en parte debajo de la izquierda”.
Así la describe Sánchez Gozalbo, que pudo estudiarla y custodiarla unos días en tiempos de la guerra civil. Y así tal cual nos ha llegado. Y es que esta imagen mariana, discordante con cualquier canon de imaginería cristiana, tiene sus orígenes mucho antes del cristianismo.
El doctor Joaquín Campos Herrero, la describe así:
“Su altura, desde la base de sustentación que parece corresponder a la región hipogástrica, hasta el extremo del gorro con que cubre la cabeza, es de 7 cm aproximadamente. Aparece mutilada en región fronto-parietal izquierda. Se adivina la casi total ausencia de frente, debido al elevado nivel de arranque de la nariz, en la que se han cuidado detalles como los orificios nasales y plano anterior a modo de base triangular ancha. Los cabellos han sido tratados a base de incisiones que caen hacia el torso y cubren la parte anterior de los hombros".
(...) destacan, tanto por su belleza como por la riqueza simbólica que encierran, un brazalete en la muñeca izquierda compuesto por dos trapecios unidos por su base menor. Su amplitud supera la anchura de la muñeca y tiene carácter exclusivamente frontal. Ha sido cincelado en el propio alabastro y es de considerable relieve. Es, pues, el signo más antiguo de cuantos hemos reconocido, contemporáneo forzosamente con la figura. En el centro del antebrazo derecho, que se encuentra a menor altura, hay grabados intensamente dos rombos, en posición vertical, unidos por su vértice. En el centro del pecho un orificio sirve de eje a un asterisco. Este jeroglífico no se percibe en su totalidad, ya que desaparece parcialmente en los cuadrantes de la derecha”.
Es decir, que se nos describe un idolillo de los tiempos "paganos", correspondiente a Isthar, la diosa madre. Astarté de los fenicios y predecesora de Afrodita de los griegos y Venus de los romanos. El doctor Joan Llidó Herrero, la data de entre el 5.506 y el 73 antes de Cristo. En 1986 se realizó el último estudio, despojándola del "manto" metálico (hoy repuesto, de oro) que le cubre la espalda y brazos, dejando ver una figura de alabastro blanco, que aparece vestida (contrariamente a lo antes creído, que era desnuda) con una túnica de mangas largas.
Grabado popular. Siglo XIX |
La asimilación con María, la Madre de Dios, tiene su miga, porque no es común que en los siglos XIII o XIV, la Virgen María se represente sola, sino que siempre va unida al Hijo y a este se dirige, como centro que es. Inmaculadas, Dolorosas, Asunciones como imágenes exentas de algún contexto pictórico y como centro del culto son posteriores a estas fechas tan tempranas. Y más curioso aún por la persistente costumbre de llamar en estas tierras "Mare de Déu" a María, más que "la Virgen"; o sea, siempre en unión al Hijo y a Él haciendo referencia.
Vamos, que iconográficamente hablando, esta imagen tradicionalmente hallada en el siglo XIV, es lo menos parecido a la Virgen María que hay. Solo había que comparar con las existentes, y encontradas en España durante esos siglos, como para dudar. Más aún, creyéndose como se creía hasta hace poco, que estaba desnuda. Y más difícil aún que la Iglesia hubiese aprobado su culto tan pronto, sin más razones que un supuesto hallazgo. Eso, y que los castellonenses no eran tan burros, ni tan necesitados para aceptar sin más que aquello era la Virgen María, tan ajena a lo que veían diariamente; no eran los tiempos en que cualquier cura o devoto ponía una espantosa imagen de fibra de vidrio en una iglesia y todos la veneraban y punto.
Es por eso, que la tesis que apoyan algunos es que es una imagen cristianizada mucho antes que en el siglo XIV, con una larga historia de devoción castellonense, más allá de los 10 ó 12 años previos al primer documento oficial, como para que el Consell la defendiese y la asumiera, sustituyendo la que se veneraría en el santuario que poseía "del temps de la conquesta ençà". Lo más probable es que se trate de un santuario e imagen asumidos paulatinamente por el cristianismo. Una imagencilla de culto doméstico, que fue ganando importancia y a pesar de no casar con los cánones del momento, fue asimilándose como la Madre de Dios, sin más títulos hasta que toma el nombre del sitio: "el Lledó". Ni la tenaz reforma de Trento, que depuró las imágenes y devociones poco dignas de la Virgen y los Santos, fue capaz de acabar con este culto.
¿Y la leyenda del hallazgo?
Pues esta leyenda nos dice que, en 1366, el labrador castellonense Perot de Granyana, estaba arando con sus bueyes, cuando estos se detuvieron frente a una losa, debajo de un "lledoner" (almez). Intentó forzarlos, con lo que removió una raíz del árbol y halló una pequeña figura de la Madre de Dios, de unos 6 cm de alto. Y nada más. Era un relato creíble (se pensaba formaba parte de la obra “Llibre del Bé e del Mal de la Ciutat de València"), hasta que análisis del lenguaje, comparaciones y estudio de la escritura, desvelaron, en 1966, que este texto era un documento tardío, del siglo XVII, que pretendía hacerse pasar por medieval. Y lo confirma el estudio de un facsímil de 1777 de dicha obra, donde no aparece el hallazgo de la Virgen del Lledó.
Otro texto, del historiador Rafael Martí de Viciana, siglo XVI, incluido en su "Crónica de la ínclita y coronada Ciudad de Valencia y su reino", sí que sería el más antiguo conocido, recoge el hallazgo, aunque no dice fecha alguna de dicho hallazgo, ni se apoya en otro documento, ni ninguno de la época narra esta tradición:
“Además, en la huerta de dicha Villa hay un ermitorio bajo el título de Nuestra Señora del Llidó, que fue fundado hace muchos años de esta manera. Pedro Granyana, labrador, tenía un heredamiento en el cual araba con un par de bestias y arando, con la punta de la reja levantó y movió una piedra de mas de cuatro quintales de peso y bajo la piedra vio una imagen de piedra de alabastro de Nuestra Señora la Madre de Dios. Y como la viese se turbó de aquel misterio y luego dio aviso de ello a los regidores de la Villa y, con los clérigos, fueron allá y tomaron la santa figura y le dedicaron el altar bajo el título de Nuestra Señora del Llidó, porque había un árbol plantado en aquel campo, que en éste Reino llaman llidoner. Esta iglesia ha sido labrada y aumentada por los de la Villa y es muy frecuentada y venerada por los devotos y la Señora les alcanza grandes mercedes del Señor, según de los milagros habidos tienen escritos en libros de la casa y en insignias puestas en la Iglesia”.
"Paso por el manto" |
Inventarios de los siglos XVI y XVII, ya hablan del hallazgo como cosa oficial. Y el de 1638 habla de dos imágenes, cada una con sus coronas y atuendos, inserta la pequeña en la grande, tal como la vemos hoy en día, al gusto de la época barroca.
Y ya toda la historia del santuario, milagros, cultura y tradiciones se hace muy pesado para un blog simple como este. Solo cerrar con algunos datos breves sobre la imagen y advocación:
8 de noviembre de 1922: Pío XI la proclama oficialmente patrona de Castellón.
4 de mayo de 1924: Coronación canónica, por manos de Francesc Vidal i Barraquer, obispo de Tarragona. A partir de entonces, el primer domingo de mayo es su festividad principal.
1936: Durante la guerra fue enterrada en el campanario de la iglesia de San Vicente Ferrer de Castellón. En 1938 regresó al santuario dentro de otra imagen, pues la del siglo XVI había sido destruida por los comunistas.
1983: San Juan Pablo II proclama el santuario como basílica menor.
4 de mayo de 2008: I Año Mariano de Lledó, instituido para siempre cada vez que este día caiga en domingo, como es este año 2014, en que celebramos el II Año Mariano de Lledó.
A 4 de mayo además se celebra a
San Ricardo Reynolds, brigidino mártir.
San Judas Ciriaco, obispo y mártir.
Santa Bertha de Kent, reina.
(1) En 1397, Benedicto XIII, el papa Luna, había anexionado la parroquia de Castellón, sus bienes y rentas, al monasterio cartujo de Vall de Crist, y el prior de este monasterio castellonense quedó constituido párroco y administrador de los bienes de la Iglesia. Es ahí cuando pretente administrar el santuario del Lledó y el Consell municipal se le opone, ganando el pleito, por no ser el santuario propiedad de la Iglesia. Este gobierno de los cartujos duraría hasta 1835, con la supresión forzada del monasterio y las órdenes religiosas.
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