domingo, 15 de enero de 2017

Bonito de alma, que no de nombre.

San Bonet de Clermont, obispo y monje. 15 de enero.

Bonet, mal traducido "Bonito", nació en Auvernia, sobre 623, en una familia de magristrados romanos. Sus padres se llamaban Teodato y Slagria. La leyenda cuenta que estando su madre encinta, saliendo de una iglesia se le acercó un sacerdote y besó su pie, pidiéndole la bendición. La mujer quedó sorprendida y el presbítero le dijo: "No se trata de usted, mi señora, sino que pido la bendición al niño que lleva en su regazo, y dará pronto a luz. Será un hombre santo y una luz en la Iglesia de Dios". Sin embargo, el niño Bonet fue educado por su familia para seguir los pasos de su padre, como funcionario, y por ello estudió leyes. Llegó a ser canciller de San Sigeberto III (1 de febrero), y al mismo tiempo fue ordenado sacerdote. Era un presbítero humilde, a pesar de vivir en la corte, y dado a los pobres y a la oración. Su hermano mayor fue el célebre San Avet (21 de enero), obispo de Clermont. Este, cuando estaba para morir, sobre 689 pidió al rey Thierry, sucesor de Sigeberto que cediera a Bonet el obispado de Clermont que dejaría vacante por su muerte. El rey accedió y Bonet, a pesar de sus escrúpulos, fue consagrado obispo.

Fue pastor celoso de la caridad y la evangelización, de la reforma del clero y de las costumbres de los fieles. Pero el obispado no era para él. A pesar de intentarlo, su vida penitente y orante y su amor por la soledad le impelían a aspirar a otra vida. Por eso San Tilo (7 de enero) le recomendó, luego de 10 años de episcopado, que renunciara a la sede y llevara vida solitaria. Así lo hizo, dejando el cayado en manos de Rodobert, su sucesor. Luego de esto, Se puso una simple túnica y a pie peregrinó a Roma, donde en el año 700 visitó al papa San Sergio I (8 de septiembre). En Roma se dedicó al cuidado de los enfermos y a la redención de los cautivos, a veces a costa de su propia libertad y vida, pues se exponía a muchos peligros.

La Virgen aparece al santo
Después de Roma, se trasladó a Lyon, donde continuó su vida evangélica de oración y caridad. Además, realizó muchos milagros, como restituir la vista a algunos ciegos. En una ocasión rezaba el pueblo en la iglesia de San Miguel, y él entre ellos, en una esquina. El pueblo se lamentaba que no hubiera entre ellos un sacerdote que les dijera la misa, cuando una luz le iluminó desde el cielo, se apartó y la luz le siguió. Entonces se vio bajar del cielo un cortejo de ángeles y vírgenes, presidido por la Santísima Virgen, quien entregó una hermosa casulla al santo para que celebrase la misa. Esa casulla del milagro aún se venera en Lyon. Finalmente, sobre 705 se retiró al monasterio benedictino de Manlieu, donde vivió pobremente y escondido de los demás, sin mencionar a los demás quien era. Murió el 15 de enero de 710. Fue sepultado en su iglesia catedral y sus reliquias se veneraron públicamente hasta que en un terremoto se perdieron.


Fuente:
-"Dix mille saints: dictionnaire hagiographique". A. SIGIER. 1991.


A 15 de enero además se celebra a  
San Alejandro el Acemeta, abad.
San Erembert de Arras, obispo.

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