Se conservan unas Actas de este mártir, que, aunque no son muy fiables, parecen provenir de un documento auténtico y antiguo. Según estos testimonios, Ponciano alcanzó la palma del martirio a mediados del siglo II, imperando Marco Aurelio. Fue apresado el santo, ciudadano de Spoleto, y llevado ante el juez Fabián, quien le interrogó:
Fabián: "¿Cómo te llamas?"
Ponciano: "Mis padres me dieron el nombre de Ponciano. Pero ahora tengo un nombre más importante, y es, ‘cristiano’".
F: "Eres de buen linaje, pero estás en peligro porque te has deshecho de los dioses, y has venido a adorar a un hombre que fue perseguido de ciudad en ciudad y que finalmente terminó miserablemente en una cruz. Realmente no podrá ayudarte. Así que ven aquí, adora a nuestros dioses misericordiosos, y te dejes engañar por los mentirosos. Porque el dios al que adoras no podrá liberarte de mis manos".
P: "Tus palabras manchadas no pueden apartarme de la sabiduría. Y ese emperador tuyo no puede alejarme de mi Dios, Jesucristo. Así que no voy a adorar a dioses sordos y mudos que ni siquiera pueden salvar a sus adoradores".
Cuando Fabián se dio cuenta de que Ponciano no renunciaría a su fe en Cristo, le hizo sufrir una serie de tormentos: azotamiento con varas, caminar descalzo sobre brasas, ser colgado en un gancho, cabeza abajo. Al final del día le metieron en un calabozo, y al sacarle al otro día, todas sus heridas estaban sanas milagrosamente. Esto enojó a Fabián, quien lo arrojó a los leones, pero estos no lo tocaron. Luego mandó le metieran plomo derretido por los oídos, y como nada pasó, le decapitaron finalmente.
Fue sepultado el santo a las afueras de Spoleto, y su memoria permaneció entre los cristianos. Una vez llegada la paz de la Iglesia, en el siglo IV, se levantó una basílica en su honor en el sitio de su glorioso martirio. En 966 el emperador Otón el Grande arrambló con las reliquias de San Ponciano, luego de una campaña bélica en Italia. El Beato Balderik de Utrecht (27 de diciembre) se las pidió, y el emperador se las donó, junto con otras expoliadas reliquias de Santa Inés (21 y 28 de enero). Aunque Otón las quería para sí, no se las negó a dicho obispo, quien había sido preceptor de su hermano, San Bruno I de Colonia (11 de octubre).
El 14 de enero de 967 las reliquias fueron trasladadas solemnemente a Utrecht. Con la persecusión protestante el culto vino a menos y en 1994 la iglesia de Utrecht devolvió las reliquias a Spoleto, donde aún tiene culto.
Fuente:
Fuente:
-https://heiligen-3s.nl
A 19 de enero además se recuerda a:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Te ha gustado? ¿Qué opinas? Recuerda que tus sugerencias pueden ser importantes para otros lectores y para mi.
No añadas consultas a los comentarios, por favor, pues al no poner el e-mail, no podré responderte. Para consultas, aquí: http://preguntasantoral.blogspot.com.es/p/blog-page.html