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viernes, 28 de abril de 2017

Proba y Grimonia, cefalóforas.

Santas Proba y Grimonia, vírgenes y mártires. 28 de abril y 7 de septiembre, traslación de las reliquias.


La leyenda, tardía, cuenta que ambas eran de origen irlandés y de sangre real, hijas de un rey pagano, y cuando se convirtieron a la fe de Cristo, huyeron al continente. La razón de la huida fue que su padre quería casarlas y ellas querían dedicar su virginidad a Cristo. En la Bretaña se adentraron en el bosque de Thiérache, donde comenzaron vida eremítica, pero fueron alcanzadas por unos sicarios del rey pagano, que las asesinaron. Una versión de la leyenda dice que ambas tomaron sus cabezas cortadas y caminaron hasta el sitio donde serían enterradas, por lo que a veces aparecen entre los santos cefalóforos. La leyenda, como no, parece una mezcla de la leyenda de Santas Elfriede, Edith y Sabina (8 de diciembre) y de la leyenda de Santa Dympna (15 de mayo y 27 de octubre, traslación de las reliquias). Algunas versiones hacen coincidir a Proba con una santa de igual nombre que evangelizó Caledonia en el siglo V.

Los cuerpos habrían sido sepultados piadosamente en su ermita, que posteriormente se transformó en santuario, ante los muchos milagros que allí ocurrían. Y no solo eso, sino que el actual pueblo de "La Chapelle" tiene en esta iglesita su origen. En el siglo XIII las reliquias se trasladaron solemnemente a Lesquilles, y el 7 de septiembre de 1562 se trasladaron a la abadía de los canónigos regulares de Henin-Lietard, donde se veneran.


Fuente:
-"Vies des saintes femmes, des martyres et des vierges". VARIOS. París, 1822.

A 28 de abril además se celebra a
San Patricio de Prusa, obispo y compañeros mártires.
Santos Vital y Valeria, Gervasio y Protasio, mártires.
Santos Teodora y Dídimo de Alejandría, mártires.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Santa Eufrasia, la de la piedra


Pregunta: que me puedes decir sobre Santa Eufrasia. Mi madre se llama así. España.

Respuesta: Pues algo te puedo decir.  Y para ello, abrimos de nuevo el fiel colaborador del blog, el libro "Flores del Carmelo", de Fr. José de Santa Teresa:

Santa Eufrasia, virgen carmelita. 13 de marzo y 25 de julio (Iglesia Griega).

Eufrasia vivió en el siglo V, y era hija, según la leyenda, del gobernador de Licia, Antígono, y de su esposa, Eufrasia. Al nacer la niña, los padres se dijeron "ya que Dios no ha concedido una heredera, contentémonos con ella y vivamos en castidad, dedicados a las cosas de Dios". Y así fue, aunque Antígono murió justo al año. Al cumplir Eufrasia cinco años, el emperador San Teodosio I (17 de enero), que había tomado a la viuda y la niña bajo su protección, decidió ajustar un matrimonio ventajoso para ella en el futuro. Eligió para ello al hijo de un rico senador romano, la prometió y decidió se celebrase el matrimonio en cuanto Eufrasia (la niña) tuviera edad suficiente. Pero como sería esperar muchos años, el senador prefirió casarse con la madre, total, era guapa y también se haría con sus posesiones. Eufrasia (la madre) se negó rotundamente, incluso cuando la emperatriz se lo ordenó. Así que decidió retirarse a Egipto, donde conoció a eremitas y monjes de la Tebaida. Allí comenzó a visitar el monasterio de Santa María, fundado por San Cirilo de Alejandría (27 de junio) y Santa Sara (13 de julio) en 432, donde hizo amistad con las monjas, las beneficiaba y las socorría, y estas se prendaron de Eufrasia (la niña). Quiso Eufrasia (la madre), donar todos sus bienes a las monjas, pero estas se negaron, aduciendo que ya lo habían abandonado todo y que los bienes materiales serían precisamente los que harían que esa austeridad y santidad del monasterio se perdiesen para siempre. Aunque para no desairarla, aceptó una renta de aceite para las lámparas e incienso para el culto.

Un día, Sara, la abadesa, le preguntó en juego a la niña si la quería más que a su madre, tanto como para irse a vivir con ellas, a lo que Eufrasia respondió, muy en serio: "Yo sí, si no creyera que fuera a llorar mi madre. Y también está mi esposo que me espera". Le dijo Sara "¿que es lo que más amas, a tu esposo o a tus hermanitas?”. Eufrasia le dijo “nunca he visto a mi marido, ni mi marido nunca me ha visto, poco no podemos amar, por tanto. Pero yo te quiero mucho hermana, porque te conozco”. “Oh”, dijo Sara, y añadió: "te quiero mucho, Eufrasia, pero amo a Jesucristo por encima de todo”. A lo que Eufrasia contestó: "yo también te quiero mucho, pero amo a más a Jesucristo”.


Eufrasia (la madre) oía la conversación enternecida, pero aún así, pretendió llevarse a la niña, para que cmpliera su promesa de desposorio, convencida de que era un capricho infantil quedarse allí y que se cansaría pronto de la vida del claustro. Le dijeron que debía ayunar, vivir muy austeramente, aprender el Salterio de memoria y dormir en el duro suelo, pero Eufrasia (la niña), a pesar de las dificultades, dijo que estaba lista para todo ello y que no quería partir. La abadesa dijo a la madre, "deja a la niña con nosotras, porque la gracia de Dios está obrando en su corazón”. La madre, poniendo a la niña ante un Cristo, dijo llorando: "¡Señor Jesucristo, recibe esta niña bajo tu protección, ya que sólo te desea a ti”!. Y luego bendijo a la niña, diciéndole: "Que el Señor, que hizo las montañas tan fuertes que no se pueden mover, te confirme en su santo temor". Al irse, iba llorando y las monjas con ella. A los pocos días Eufrasia fue llevada a la capilla, se le impuso el hábito religioso, y su madre, al ver que estaba feliz, dejó de llorar y se alegró con ella.

Pasaron los años, Eufrasia (la madre) murió y… el emperador escribió a Eufrasia (la niña, que ya tenía 12 años) instándola a que volviera a Constantinopla a casarse su prometido. Ella era de sangre imperial, y el emperador consideraba que, tras la muerte de su madre, la herencia de Eufrasia, debía ser suya. Ella le escribió una carta donde le imploraba le permitiera seguir su vocación, y que dispusiera sus bienes en beneficio de los pobres. Teodosio, convencido de su vocación, la dejó en paz y disolvió su compromiso.

En plena adolescencia comenzó para ella otra lucha, la de las tentaciones: en plena juventud, comenzó a ser tentada con la vida opulenta que podría llevar, siendo noble, con los banquetes y halagos masculinos que podría recibir. Para desviar la atención, y probar su obediencia, la abadesa Sara le ordenó que moviera un gran montón de piedras, y las llevara a la cima de una colina, a cierta distancia (la piedra es su atributo característico). Eufrasia obedeció alegremente, moviendo las piedras hasta el lugar indicado. Al terminar, lo comunicó a la abadesa, que le dijo: "Tráelas todas de nuevo”. Y Eufrasia obedeció. Al día siguiente le dijo la abadesa "he cambiado de opinión, lleva las piedras de nuevo a la cima del montículo”. Y así, treinta días seguidos, pero Eufrasia siempre obedeció con alegría. Fue enviada a la cocina, a cortar la leña para el fuego, a cocer el pan y los alimentos. Aunque por estas duras tareas estaba exenta de asistir a los oficios de medianoche, nunca dejó de ir al coro con las demás. A los veinte años, y a pesar de tanto trabajo y ayuno, era más alta y bella de las otras hermanas. Por esto era envidiada por otra monja, llamada Germana, que, rumoreaba contra ella, de ser una estafadora, que solo pretendía ganarse a las demás para ser abadesa. Enterada Eufrasia, se postró ante ella dándole gracias por reconocer su soberbia e intentar enmendarla. Enterada Sara, quiso echar a Germana por mentirosa, pero Eufrasia pidió no lo hiciera, e incluso le pidió fuera su compañera en las labores.

El demonio la tentaba constantemente con el trabajo y el ayuno, pero siempre salía victoriosa. En una ocasión llegó a herirla con un hacha, mientras cortaba leña, y otra vez hizo se clavara un palo en la frente mientras trabajaba. Una tercera vez volcó sobre su rostro la olla donde hacía la sopa de hierbas de las monjas, pero no sufrió quemaduras. En ningún caso dejó el oficio para ser socorrida, sino luego de terminarlo. Dios la favoreció con el don de hacer milagros, y echar malos espíritus. Sanó muchos enfermos y poseídos: como a un niño que no podía andar. especialmente fue paciente y caritativa en sanar a una monja enferma y endemoniada, que le hacía la vida imposible, la calumniaba y ofendía, pero la santa con caridad e invocando el nombre de Cristo, la sanó y libró del demonio. 

Cumplió Eufrasia treinta años y Sara tuvo una visión: Dos religiosos llegaron al monasterio y le pedían dejase ir con ellos a Eufrasia. Se negaba la abadesa, pero ellos tomaban de la mano a Eufrasia, y al llegar a una puerta, esta se abrió dejando ver el paraíso, a Cristo glorioso, que tomaba a Eufrasia por esposa. Así que entendió Sara, que Dios llamaba a su hija junto a Él. A los 9 días no pudo contener más y se lo contó a Eufrasia. Esta le imploró a la abadesa le ordenase no morir aún, sino le diera un año para hacer penitencia por sus pecados, pero esta le contó el premio que le esperaba y que ya estaba dispuesta su alma. Casi de inmediato enfermó de fiebres Eufrasia y cuando estaba a punto de morir, otra monja que le quería mucho, Santa Julia (17 de marzo), le pidió ser su compañera en el cielo, como lo habían sido en la tierra, y Eufrasia le reveló que la seguiría en breve. Fue enterrada Eufrasia junto a su madre. Y efectivamente, Julia lloró tres días sobre su tumba y al tercer día murió, siendo enterrada junto a Eufrasia. 30 años después, Sara se sintió morir y supo que era Eufrasia, que la llamaba junto a Dios, al cielo. Fue enterrada en el mismo nicho que Eufrasia y Julia.

San Juan Crisóstomo (27 de enero, traslación de las reliquias a Constantinopla; 30 de enero, Synaxis de los Tres patriarcas: Juan Crisóstomo, Gregorio y Basilio; 13 de septiembre, muerte; 13 de noviembre, Iglesia oriental; 15 de diciembre consagración episcopal) cita una vida suya, escrita en griego antiguo. San Juan Damasceno (4 de diciembre y 7 de mayo) trata de ella en su “Lección sobre las imágenes”. Luego del siglo VII se escribieron otras vidas, muy adornadas y más llenas de alabanzas que de hechos históricos. En la Biblioteca vaticana se encuentra un manuscrito del siglo VIII en griego, que parece ser el más antiguo conservado y que recogen los bolandistas, aunque sin darle crédito alguno como veraz


En el Breviario de las Galias aparece con oficio común de vírgenes, en 1640. En las capuchinas de Colonia se conserva una cabeza suya, junto a la de una tal Santa Serafia. Bolonia conserva otras supuestas reliquias. No está claro desde cuando la adoptaron los carmelitas como santa propia, ¿tal vez al organizarse como Orden, dotarse de Regla e historia propios?. Como sea, no tuvo mucho culto, aunque sí bastante iconografía. Fue carmelita hasta la reforma conciliar, cuando eliminaron varios santos de su calendario. De su rezo en la Orden da testimonio la Santa Madre, que en una carta del 4 de junio de 1578 a la M. María de San José, tratando de una enferma caprichosa y difícil, le dice:
"Advierta en esto que ahora le diré, que lo menos que pudiere ser Vuestra Reverencia la vea, porque para ese mal de corazón es tan dañoso, que le podría venir a mucho mal, y mire que se lo mando; sino escoja dos de las que más corazón tuvieren, que tengan cuenta con ella, y las demás no hay para qué la ver casi nunca, ni dejen de andar alegres, ni se estén afligiendo, sino como si tuviesen otra enferma; y, en parte, a ella hay que haber menos lástima, porque las que están ansí no sienten el mal como las que tienen otros males. Estos días leíamos aquí de un monasterio de nuestra Orden, adonde era monja Santa Eufrasia, y tenían en él ansí una como esa hermana, y sola a la Santa se sujetaba, y, en fin, la sanó. Quizá habrá alguna a quien tema allá. Si en estos monesterios no hubiese trabajos de poca salud, sería cielo en la tierra, y no habría en qué merecer".

Fuentes:
-“Glorias del Carmelo”. Tomo III. P. JOSÉ ANDRÉS. S.I. Palma, 1860.
 -“Flores del Carmelo, vidas de los santos de N. S. del Carmen”. FR. JOSÉ DE SANTA TERESA. Madrid, 1678.
-"Vidas de los Santos". Tomo III. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916. 


A 13 de marzo además se recuerda a:





viernes, 15 de junio de 2012

Germana Cousin de Pibrac, una historia al revés

Santa Germana.
Molde francés. Años XX.
Santa Germana Cousin, pastora. 7 de mayo (traslación de las reliquias) y 15 de junio.
El Acta Sanctorum trae a día de hoy, 15 de junio, una referencia a Germana, de la cual saco unas líneas. La fama de Germana comenzó al revés de la mayoría de los santos. Una vida virtuosa, y un reconocimiento luego de la muerte. Aquí empezó 43 años después de su muerte: 

El 4 de diciembre de 1644, la familia Cousin abrió la tumba familiar en la parroquia de Pibrac, para enterrar a un pariente. Al cavar un poco, la pala golpeó un cuerpo enterrado directamente en la tierra. Hurgaron un poco más y descubrieron asombrados el cuerpo incorrupto de una joven, coronada de claveles y centeno, que les era desconocida. Comenzaron a averiguar sobre quien podría ser, y algunos ancianos que acudieron a ver el cuerpo, la reconocieron: era Germana, hija de Laurent Cousin, alcalde de Pibrac entre 1573 y 1574. Fueron claves en el reconocimiento la constatación del cuello torcido por la enfermedad y la deformidad y pequeñez de la mano derecha.

Solo se pudo sacar en claro, por recuerdos de los ancianos, que Germana, había muerto sobre los 22 años en 1601, sola y en el establo con sus ovejas. Había nacido enferma, escrofulosa y con la mano derecha más pequeña y tullida, pero fue una niña feliz y amada hasta que murió su madre, cuando ella tenía 5 años. Su padre volvió a casarse y la nueva mujer maltrató a Germana hasta separarla de la familia y tratarla como a una sierva, y encargarle los animales. Le prohibió acercarse a sus otros hijos, porque tenía miedo de que su deformidad les atrajera maldiciones. A los 9 años la envió largas temporadas como pastora a los montes, para separarla más aún. Es comprensible por ello que ni los propios familiares supieran de su existencia.

Los contemporáneos la recordaban como una joven piadosa, que hallaba en la religión el consuelo a su atormentada vida y como había sido encontrada muerta una mañana en su cama de sarmientos, bajo las escaleras del establo. Y nada más. Una triste historia de una niña maltratada, una pastora más de la campiña francesa, como tantas otras, pero cuyo cadáver atrajo a curiosos y peregrinos, que con el tiempo fueron creciendo en multitud. Es lógico, si aún hoy un cuerpo incorrupto es tenido como signo de santidad (contra toda certeza), más aún lo sería en el siglo XVII.

Vidriera moderna.
El párroco extrajo el cuerpo a la veneración, poniéndolo cerca del púlpito y… comenzaron los milagros, sobre todo entre la clase humilde y los enfermos. La gente comenzó a rezar a su “santita”, como comenzó a ser llamada. El sacerdote comenzó a recabar testimonios de personas que ha hubieran conocido en vida, que los había. Y todos se deshacían mencionando las virtudes y hasta milagros de la joven pastorcilla, abandonada y desconocida hasta entonces.

En 1700, el obispo mandó examinar el cuerpo aún intacto, comprobando la incorrupción. En 1736 el expediente de la investigación fue enviado a Roma, acompañado de testimonios de la “vida”, los milagros y la devoción ya pujante a Germana. Este documento se perdió en Roma y nunca fue hallado. En 1785, el P. Galibert, párroco de Pibrac, publica la primera biografía de Germana Cousin, con vistas a pedir la canonización de la pastorcita. Este mismo sacerdote cataloga y ordena los testimonios recogidos entre 1661 hasta la fecha.

Pero llega la Revolución Francesa, la persecución religiosa, y, en “aras de establecer la Suprema Razón sobre la superstición católica”, en 1793 los Diputados de Tolouse deciden que el cuerpo de Germana “una de las peores supersticiones clericales para engañar al pueblo”, debe ser destruido. Y así fue, incautada la iglesia, el cuerpo fue enterrado entre escombros y rodeado de cal, en la sacristía del templo. Con la cal buscaban la rápida descomposición del cuerpo. (1) En 1795, pasado el peligro, el padre Montastruc, cura que había jurado fidelidad al Régimen y era, por tanto, libre, recuperó el cuerpo, cuya carne había sido consumida por la cal y solo conservaba los huesos limpios. Puso los restos en un relicario en la iglesia, y la devoción continuó.

El milagro de las rosas.
En 1840 se retomó la causa de canonización. Se recopilan los documentos necesarios y se investigan varios milagros. Definitivamente llegó la beatificación el 15 de noviembre de 1854, para la que fueron escogidos dos milagros: la curación de raquitismo con atrofia de las extremidades inferiores en Jacqueline Cathala, y una fístula en el hueso pélvico de Felipe Lucas Cornebarrieu, ambos ocurridos en 1828. Y un tercero fue estudiado y reconocido como verdadero: una multiplicación el pan y la harina en el convento del Buen Pastor de Bourges, en 1845. Con motivo de la beatificación, las reliquias se trasladaron solemnemente a un bello relicario neogótico de plata dorada, el mismo que aún hoy los contiene. El 29 de junio de 1867 Germana fue canonizada por Pío IX, que mostró gran devoción a la pastorcita desconocida. Sus restos se veneran en su basílica, que fue consagrada en 1967.

Las biografías piadosas, y nada críticas, de Germana, publicadas en el siglo XIX, enseguida comenzaron a compararla con las míticas pastoras francesas, como las legendarias Santa Therence de Neuville (16 de setiembre) o Santa Thorette (1 de mayo), o las mártires Santa Solange de Bourges (10 de mayo) y Santa Regina de Alesia (7 de octubre), añadiéndole milagros, copiados de las vidas de otros santos, como el conocido "milagro de las rosas”, o el milagro de abrir una vereda en el río Courbet con su cayado, para ir a misa. O el más típico: plantar su rueca en el suelo, reunir las ovejas e irse a misa, sin que estas se movieran del sitio ni los lobos las atacaran.

 
(1)
Llama la atención, y es histórico, que los cuatro hombres que participaron en esta profanación padecieron posteriormente las mismas dolencias de Germana: cuello y manos deformes, dolores y encorvamiento de la espalda y, más asombroso aún: los dos que declararon en el proceso de beatificación y pidieron la intercesión de Germana, fueron sanados.


Fuentes:
-"Sainte Germaine Cousin". FRANÇOIS VEUILLOT. París, 1941.
-"HIstoria de la vida y milagros de Santa Germana Cousin". GIUSEPPE BOERO. Roma, 1866.
-"Diccionario de los Santos". Tomás A. Parra Sánchez. 



A 15 de junio además se celebra a San Pedro Compadre, franciscano.

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...