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jueves, 28 de diciembre de 2017

San Gaspar, todo por la Sangre de Cristo.

San Gaspar de Buffalo, presbítero fundador. 28 de diciembre.

Nació Gaspar en Roma el 6 de enero de 1786, y por ello fue bautizado con los nombres de Gaspar, Baltasar, Melchor, aunque siempre se le llamó por el primero. Su familia había venido a menos y su padre era el cocinero del príncipe Altieri. Gaspar fue desde niño muy piadoso y le gustaba asistir al catecismo y el mismo lo impartía a los niños más pobres siempre que podía. Se educó en el Colegio Romano, encomendado al clero diocesano, una vez que se expulsó a los jesuitas de él. 

En 1796 Gaspar comenzó sus estudios sacerdotales y comenzó a impartir catequesis populares a los campesinos. Subió al altar a ser ordenado presbítero el 31 de julio de 1808, pero poco después fue desterrado de Roma al manifestar públicamente su fidelidad al papa Pío VII, prisionero de Napoléon, que pretendía destruir al papado y a la Iglesia. Todos los sacerdotes que se mantuvieron fieles fueron desterrados. Gaspar fue a Piacenza, donde fue encarcelado y estuvo cuatro años en cárceles de Bologna y Rávena. En 1814, derrotado Napoleón, Gaspar pudo volver a la Ciudad Eterna, hallando una ciudad destruida y sobre todo, desmoralizada. La educación y la piedad faltaban, muchas iglesias vacías y presas de la suciedad y la rapiña, los jóvenes sin oficio ni ilusión… Así que se lanzó a lo más importante: reeducar a la juventud, para formar ciudadanos. Luego de una misión en Giano, viendo que solo no podía, reunió en torno a sí a sacerdotes que tuvieran celo misionero para predicar por la ciudad y por los pueblos. Donde hiciera falta. Con ellos fundó la Congregación de los Misioneros de la Preciosísima Sangre. El papa bendijo su fundación, aprobándola en 1815, y le socorrió material y espiritualmente, recomendando a los obispos hicieran lo mismo. 

Las fundaciones se multiplicaron, sobre todo en los peores barrios de la ciudad, y en los pueblos lejanos a Roma. Él mismo se fue a Nápoles, una ciudad peligrosísima, a la que el papa le rogó fuera a misionar y a llevar a Cristo a los que le habían dado la espalda. Fundó allí en medio de mil dificultades, pobreza, vejaciones y peligros. Solo el celo por el Evangelio le movía, y era lo que estimulaba en sus misioneros. Instrucción y piedad, lo mismo que daba a sus misionados, lo procuraba para sus religiosos. Poco a poco su ejemplo de oración, piedad, caridad y celo dieron sus frutos y las conversiones comenzaron a llegar. Gente que había abandonado la fe, mujeres de mala vida, jóvenes delincuentes. También predicó y escribió contra la masonería y sus peligros, ganándose numerosos enemigos por ello, pero nada le detuvo.

Fue un ferviente propagador de la Adoración Nocturna y la Adoración Perpetua. Esta devoción de la adoración perpetua y el espíritu misionero del santo inspiraron a Santa María de Mattias (20 de agosto) para fundar en 1834 a las Hermanas Adoratrices de la Sangre de Cristo, dedicadas a la oración y la educación de las niñas y las mujeres. Por supuesto, el santo fue muy devoto de la Preciosísima Sangre de Cristo, a la que consideraba bálsamo y bebida estimulante para el alma, remedio de los males del mundo. Y en esta devoción tuvo en el santo su consuelo: en una ocasión, mientras que celebraba la santa misa, después de la consagración vio descender del cielo una cadena de oro que, atravesando el cáliz con la Sangre del Señor, ataba su alma a Dios. No en balde cuando en 1849 el Beato Pío IX (7 de febrero) instituyó la Fiesta de la Preciosísima Sangre a 1 de julio, la confió la extensión de su devoción a la Congregación. Y aunque fue suprimida en 1969, los Misioneros de la Preciosísima Sangre pueden seguir celebrándola.

Imagen relicario del santo. Roma.
La última misión del P. Gaspar fue en Roma, durante la epidemia de peste de 1836. De allí, intuyendo su cercana muerte, se retiró en Albano, para prepararse para el "dulce encuentro". El día de su amado San Francisco Javier (3 de diciembre) de 1837 regresó a Roma, donde recibió los Sacramentos el día 19, para fallecer el día 28 del mismo mes. En el momento de su muerte, San Vicente Pallotti (22 de enero) vio su alma subir al cielo en forma de una estrella. Muchísimos milagros ocurrieron por su intercesión, entre ellos la curación de San Pedro Julián Eymard (2 de agosto), quien le era muy devoto y se inspiró en él para fundar sus congregaciones de los Sacerdotes y las Esclavas del Santísimo Sacramento.

Fue beatificado el 18 de diciembre de 1904 por San Pío X (21 de agosto) y canonizado por Pio XII el 12 de junio de 1954. Sus reliquias se veneran en la iglesia romana de Santa María in Trivio.

Fuente:
-"San Gaspare del Bufalo. Apostolo delle Missioni al Popolo e Fondatore dei Missionari del Preziosissimo Sangue". MAXIMILIANO TARONI. Velar, 2013.

A 28 de diciembre además se celebra a  
San Convoyon, abad.  
La Traslación de Santa Juana de Lestonac.

sábado, 15 de agosto de 2015

El caso Napoleón, una verguenza.

El 15 de agosto, día jubiloso de la Asunción de la Madre de Dios tuvo su rejuego político en la Francia del siglo XIX. En este juego de intereses se mezclan un mártir antiguo, un emperador ensorbecido y una Iglesia débil y servil. Todo para confluir en el expediente X de:

San Napoleón, soldado mártir. 15 de agosto y 2 de mayo.

El de 2 de diciembre de 1804 Napoleón Bonaparte se coronaba como emperador de los franceses, y al año justo, el 2 de diciembre de 1805, ganaba la batalla de Austerlitz, dando inicio al Imperio Napolónico, que como todo gobierno en manos de un iluminado, pretendía cambiar los destinos del mundo. Y si para ello la realidad era un obstáculo, pues tanto peor para la realidad. Historia, culto, vida cotidiana debían ser cotejadas con la única "realidad" posible: la voluntad del Emperador. No se inventaba nada Napoléon, pues ya la República Francesa en un delirio renovador había hasta cambiado los meses y años, como quien pone a 0 un cronómetro.

Una de las primeras medidas, autocomplaciente por demás, fue declarar una Fiesta Nacional que pusiera la mirada en el emperador. No le valía la fiesta de San Luis de Francia (25 de agosto), que era patrono de los Borbones. Del 14 de julio, ni hablar. Así que se decidió fuera el cumpleaños del mismo Napoleón, que había nacido el 15 de agosto de 1769. Ya lo había hecho antes, pues el Concordato con la Santa Sede había sido firmado el 15 de julio, pero Napoleón lo retrasó su publicación a 15 de agosto, para que coincidiera con su cumpleaños. En 1802 hizo lo mismo, el 3 de agosto era creado Cónsul Vitalicio, pero no lo hizo público hasta el día 15, para que igualmente coincidiera con el día de su nacimiento. Así las proezas, glorias de Francia se personalizaban en él. Pero el deseo de proclamar su cumpleaños como Fiesta Nacional chocaba con un obstáculo: era día de la Asunción, celebración mariana profundamente arraigada en Francia, que además, ya era festiva. Para colmo, había sido una de las fiestas más promovidas por la antigua monarquía francesa, de la que él quería distanciarse. Necesitaba su propia fiesta.

Resurge San Neopolus.
Portalis, Ministro de Cultos del Imperio fue quien sugirió que si tantos hombres en Córcega llevaban el nombre de Napoleón, necesariamente tenía que haber un santo llamado así, por lo que encargó a la Iglesia y a historiadores que lo hallaran. Y mientras, para ir adelantando, el 19 de febrero de 1806 hizo público que el 15 de agosto de ese mismo año el 15 de agosto se celebraría a San Napoleón, patrono del Emperador. Pero ni rastro de un santo de ese nombre. La solución la halló el Cardenal Cappara, que estaba en Francia enfrascado en la elaboración del "Catecismo Imperial" (da miedo el nombre). Cappara halló en el martirologio romano, a 2 de mayo, lo siguiente: "In Rome SS. Martyrum Saturnini, Neopoli". Ya tenía el nombre. Habilmente tradujeron Neopolus a Napoleone, y de ahí a Napoleón. Ciertamente, el origen es el mismo: "ciudad nueva". Que el martirologio pseudo jeronimiano pusiera este martirio en Alejandría no fue obstáculo alguno.
Estampa de "san" Napoleón
con el rostro de Bonaparte.
Pero de un santo del que solo se sabía el nombre, no había que decir, así que el 14 de marzo de 1806 el obispo de Tournay, ante el desconcierto del clero, mandó que el 15 de agosto celebrasen a San Napoleón obispo, que ya se haría el oficio litúrgico propio. El 21 de mayo la leyenda ya estaba conformada, por obra de Cappara: San Napoleón era un soldado romano, victorioso en batallas y más aún victorioso en los innumerables tormentos a los que fue sometido, para finalmente morir en la prisión. El 15 de agosto la festividad fue solemne, pero solo en los ámbitos del Emperador, la mayoría de localidades celebraron la Asunción, aunque se hicieran referencias al santo del emperador. En territorios de la hoy Bélgica se celebró con desidia, e incluso algunos sacerdotes se negaron a celebrar aquella impostura que suplantaba a la Madre de Dios. El papa Pío VII protestó, pero con cautela, pues sabía que lo mismo que el emperador se servía de la Iglesia podía comenzar a perseguirla. Por su parte, la Iglesia francesa, tan nacionalista, se sumó con gozo a la novedad: la iglesia de Santa Genoveva de París, la abadía de Santa Cruz de Quimperle y otras, tomaron a San Napoleón como patrón. Los bonapartistas hicieron lo mismo. Incluso se llegó a imprimir y bendecir estampas del santo ¡con el rostro del emperador!

El fin de esta payasada imperial llegó pronto. En 1815 le llegó la derrota a Napoleón, y el nuevo rey, Luis XVIII anuló la fiesta del santo Napoleón, devolviendo a su sitio la Asunción de la Virgen Santísima. Napoléon III en 1852 volvió a celebrar el cumpleaños del primer emperador de los franceses, pero sin hacer alusión al santo soldado mártir. Con el tiempo, solo quedan los vestigios arquitectónicos e iconográficos, como alguna escultura o vidriera en iglesias, que recuerdan el infausto tiempo en que un emperador quiso un santo propio.

Fuentes:
-http://inmf.org/saintnapoleon.htm
-http://napoleon1er.perso.neuf.fr/Saint-Napoleon.html

A 15 de agosto además se celebra a:

Nuestra Señora de la
Asunción de Guanabacoa
.
Nuestra Señora de
la Asunción de Cuaco
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Nuestra Señora de
la Asunción de Tzoculiac
.
San Altfried de
Hildesheim, obispo
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Santa Almedha, virgen y mártir.

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