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domingo, 15 de diciembre de 2019

Sierva de María y no reina en el mundo.

Venerable Ana Catalina de Austria, duquesa y religiosa. 15 de diciembre.

Nació el 17 de enero de 1566 en Mantua. Sus padres fueron el Duque Guillermo de Mantua y Montferrato y la princesa Leonor de Hasburgo. Fue una niña muy piadosa y devotísima de la Santísima Virgen luego de que esta la librara milagrosamente de morir enferma.

Aunque su deseo era consagrarse al servicio de Nuestra Señora, la cual alguna vez se le habría aparecido, en 1582 fue prometida al archiduque Fernando II de Austria, tío suyo. Ana Catalina aceptó obedientemente y se resignó a cumplir la voluntad de su padre. A cambio, solo pidió que su padre liberara a 15 presos, donara bienes a 15 iglesias y diera cuantiosa limosna a 15 mendigos en honor de la Santa Virgen. El numero 15 habla de su devoción al santo rosario.

La boda ocurrió el 14 de mayo de 1582. Tuvieron cuatro hijas, todas enfermizas, tanto que para ellas Ana tenía un libro de recetas especial, con una dieta estricta, para evitar enfermedades y alergias. La ausencia de un hijo varón que asegurara el linaje y la sucesión enrareció la relación del matrimonio, y Fernando tendría numerosos ataques de ira por ello, como si su mujer fuera la culpable. Ella solo rezaba y sufría en silencio. El hijo varón nunca llegó y Fernando finalmente se resignó a ello y en 1595 murió luego de pedir perdón a nuestra beata por sus injustificados malos tratos y humillaciones.

Ya viuda, Ana Catalina se concentró en la educación de sus hijas y en la vida piadosa. A las niñas las preparó para el claustro o para alcanzar excelentes matrimonios. Fueron mujeres muy cultas y piadosas, dotadas para la música y el arte. Ella misma dejó todas sus galas, se enfundó en una túnica negra y una toca blanca, portando solamente un rosario al cuello, sin volver a usar nunca más una joya, y todas las que tenía las dio a los pobres. Convirtió su habitación en una especie de celda monacal, totalmente desnuda y con solo un jergón de paja. Camas, muebles, cortinas, todo fue vendido para los pobres. Toda la corte fue sumiéndose en aquella piedad, fuera por convicción o por no perder privilegios, y llegó a tener el aspecto de un monasterio.

Además de la piedad constante, la caridad se hizo presente más aún. Ella misma alimentaba a los pobres cada día, atendía a los enfermos que venían por limosna o los visitaba en los suburbios. Se hacía acompañar de algunas de sus hijas, a las cuales enseñaba como debían servir siempre a Jesucristo en los pobres. Donó numerosas propiedades y dinero a las iglesias de Innsbruck, y con ello promovió el arte barroco, propio del momento. Entre todas estas obras sobresale construyó el convento de las servitas de Innsbruck, el cual le fue solicitado por la Madre de Dios en una visión. Para ello reformó uno de sus castillos, dotándolo con una bella iglesia. Esto lo hizo no sin grande oposición de los nobles, quienes veían en ello un gasto demasiado grande e innecesario.

Tanta guerra le enfermó y postrada en cama supervisó los trabajos de construcción. Pero su perseverancia tuvo su fruto: la Virgen se le apareció y la curó instantáneamente, mandándole que tomara el hábito de religiosa servita. Y no fue el único portento relacionado con el convento. Un día hubo un deslizamiento de tierra y un obrero quedó sepultado por el lodo. Solo al otor día se puso excavar y el hombre fue hallado con vida y ni siquiera estaba herido. Una vez terminado el monasterio de las terciarias servitas, la otrora archiduquesa se convirtió en religiosa tomando el nombre de Ana Juliana, abandonando para siempre el mundo. Su hija María, viuda, le seguiría al poco tiempo.

Vivió en el convento como había vivido sus últimos años: orando y trabajando por los demás, sin jamás hacer prevalecer algún privilegio por sus títulos, familia o ser la fundadora del convento. Fueron años de varias gracias místicas y vida de intensa oración. Finalmente Ana Catalina entró al cielo el 14 de diciembre de 1621. En 1693 se inció el proceso de canonización con la elevación de las reliquias a un altar por parte del obispo Johann Franz, caso insólito en el siglo XVII, donde ya las normas eran muy estrictas con respecto esto. Nunca fue canonizada, pero las monjas servitas de su convento celebraron su memoria siempre y promovieron su culto.


Fuente:
-"Diccionario de los Santos" C. LEONARDI, A. RICCARDI Y G. ZIARRI. Ed. San Pablo. Madrid, 2000.

A 15 de diciembre además se celebra a:

San Mesmin, fundador.
Beata Hadewych, mística.


sábado, 20 de enero de 2018

Reformadora sin reforma.

Santa Eustoquia Calafato, virgen clarisa. 20 de enero.

Su padre se llamó Bernardo Cofino, apodado "Calafato", y era comerciante. Su madre, Mascalda Roman, fue una mujer devotísima y algo exagerada, que vivía una vida de penitencia y ayuno extremos, influenciada por el franciscanismo reformador del momento. Especialmente influyeron en ella las predicaciones del Beato Mateo de Agrigento (7 de septiembre y 7 de enero) en Messina, y que la llevaron a ser terciaria franciscana. El padre, entretanto, estaba en la guerra, así que cuando regresó a casa luego de tres años, puso algo de orden en aquello, pues ni sus hijos pequeños escapaban del rigor no apto para infantes. Una de las obsesiones de la madre era tener una hija que fuera tan santa como la Santísima Virgen, así que solo por esa razón volvió a unirse a su esposo en relaciones sexuales, de las cuales concibió. Estando embarazada estalló una epidemia en Messina, por lo cual la familia se retiró a una granja que poseían en el campo, y allí, en el establo, nació nuestra santa, el 25 de marzo de 1434, siendo llamada Esmeralda.

La niña creció bajo el ideal eremítico de su madre, piedad, oración, sacrificios, caridad constantes. Quiso aprender a leer y escribir, pero sus hermanos se lo prohibieron, así que se las agenció para aprender por sí misma. Esto nos dice bastante de su carácter y fuerza de voluntad. A los 11 años la prometieron con un comerciante viudo que pasaba los 30 años. La boda se planeó para cuando el hombre regresara de un viaje de negocios, pero nunca se realizó, pues el prometido murió una semana apenas después del regreso. La familia volvió a arreglarle matrimonios, pero ella los fue rechazando uno tras otro, insistiendo en que su vocación era la vida monástica. Su padre se oponía tenazmente a aquello, pues consideraba que todo era producto de la educación “beata” que su madre le había dado. Mucha guerra le hizo hasta su muerte, en 1448.

Entonces la joven, ya libre, entró en el monasterio de las clarisas de Santa María, en Messina, tomando el nombre de Eustoquia. Su noviciado fue muy fervoroso, aprendió técnicas de meditación, ordenó sus penitencias, leyó mucho más y templó su carácter por la obediencia. En 1462, ya profesa, comenzó a explorar la forma de vivir el carisma franciscano más austeramente que en su monasterio. Flos Milloso, su abadesa, era una mujer influyente que permanecía demasiado atenta a asuntos temporales, de negocios y diplomáticos, lo cual le había alejado del espíritu de recolección. Por esto Eustoquia, con el permiso expreso del papa Calixto III, junto a otras religiosas, su hermana y una sobrina se estableció en un viejo hospital, para vivir la regla primitiva de Santa Clara (11 de agosto y 23 de septiembre, invención de las reliquias). En 1464 se trasladaron a una casa de unas Terciarias Franciscanas, dando inicio al monasterio de Montevergine, siendo Eustoquia la elegida como abadesa. Allí se le unió su madre, que murió como una santa religiosa.

Eustoquia fue devotísima de la Eucaristía, la Pasión del Señor y la Santisima Virgen María. Vivió humildemente el carisma franciscano de pobreza y la alegría fraternas. Era la primera en cumplir la Regla, por ello podía exigir a las demás que la cumpliera. Fue muy penitente, pero siempre propicia a eximir a las demás de cualquier dolor, aunque tuviera ella que asumir la penitencia de la hermana. Inculcó a las monjas el hábito de leer y meditar diariamente, cosa extraña en aquellos días para las mujeres, incluso las monjas, quienes a veces ni sabían leer, y rezaban de memoria.

Cuerpo incorrupto
de S. Eustoquia.
Murió nuestra santa el 20 de enero de 1485, siendo amada por sus devotas monjas, y con fama de santa entre los habitantes de Messina. Pronto su sepulcro se hizo famoso por los milagros que allí ocurrían, abriendo una investigación canónica con vistas a su canonización. Su cuerpo permanece incorrupto y con una admirable conservación. En 1777 fue proclamada patrona de Messina, luego de la protección sentida durante una epidemia. Esto motivó que en 1782 Pío VI aprobara el culto inmemorial que recibía Eustoquia, admitiendo que fuera llamada "Beata". Finalmente Juan Pablo II la canonizó en Messina, el 11 de junio de 1988.


Fuente:
-"Año cristiano". Enero. BAC. Madrid, 2002.


A 20 de enero además se celebra a
Beato Ángelo Paoli, presbítero carmelita.
San Fechin de Fore, abad.
San Sebastián, mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...