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domingo, 15 de diciembre de 2019

Sierva de María y no reina en el mundo.

Venerable Ana Catalina de Austria, duquesa y religiosa. 15 de diciembre.

Nació el 17 de enero de 1566 en Mantua. Sus padres fueron el Duque Guillermo de Mantua y Montferrato y la princesa Leonor de Hasburgo. Fue una niña muy piadosa y devotísima de la Santísima Virgen luego de que esta la librara milagrosamente de morir enferma.

Aunque su deseo era consagrarse al servicio de Nuestra Señora, la cual alguna vez se le habría aparecido, en 1582 fue prometida al archiduque Fernando II de Austria, tío suyo. Ana Catalina aceptó obedientemente y se resignó a cumplir la voluntad de su padre. A cambio, solo pidió que su padre liberara a 15 presos, donara bienes a 15 iglesias y diera cuantiosa limosna a 15 mendigos en honor de la Santa Virgen. El numero 15 habla de su devoción al santo rosario.

La boda ocurrió el 14 de mayo de 1582. Tuvieron cuatro hijas, todas enfermizas, tanto que para ellas Ana tenía un libro de recetas especial, con una dieta estricta, para evitar enfermedades y alergias. La ausencia de un hijo varón que asegurara el linaje y la sucesión enrareció la relación del matrimonio, y Fernando tendría numerosos ataques de ira por ello, como si su mujer fuera la culpable. Ella solo rezaba y sufría en silencio. El hijo varón nunca llegó y Fernando finalmente se resignó a ello y en 1595 murió luego de pedir perdón a nuestra beata por sus injustificados malos tratos y humillaciones.

Ya viuda, Ana Catalina se concentró en la educación de sus hijas y en la vida piadosa. A las niñas las preparó para el claustro o para alcanzar excelentes matrimonios. Fueron mujeres muy cultas y piadosas, dotadas para la música y el arte. Ella misma dejó todas sus galas, se enfundó en una túnica negra y una toca blanca, portando solamente un rosario al cuello, sin volver a usar nunca más una joya, y todas las que tenía las dio a los pobres. Convirtió su habitación en una especie de celda monacal, totalmente desnuda y con solo un jergón de paja. Camas, muebles, cortinas, todo fue vendido para los pobres. Toda la corte fue sumiéndose en aquella piedad, fuera por convicción o por no perder privilegios, y llegó a tener el aspecto de un monasterio.

Además de la piedad constante, la caridad se hizo presente más aún. Ella misma alimentaba a los pobres cada día, atendía a los enfermos que venían por limosna o los visitaba en los suburbios. Se hacía acompañar de algunas de sus hijas, a las cuales enseñaba como debían servir siempre a Jesucristo en los pobres. Donó numerosas propiedades y dinero a las iglesias de Innsbruck, y con ello promovió el arte barroco, propio del momento. Entre todas estas obras sobresale construyó el convento de las servitas de Innsbruck, el cual le fue solicitado por la Madre de Dios en una visión. Para ello reformó uno de sus castillos, dotándolo con una bella iglesia. Esto lo hizo no sin grande oposición de los nobles, quienes veían en ello un gasto demasiado grande e innecesario.

Tanta guerra le enfermó y postrada en cama supervisó los trabajos de construcción. Pero su perseverancia tuvo su fruto: la Virgen se le apareció y la curó instantáneamente, mandándole que tomara el hábito de religiosa servita. Y no fue el único portento relacionado con el convento. Un día hubo un deslizamiento de tierra y un obrero quedó sepultado por el lodo. Solo al otor día se puso excavar y el hombre fue hallado con vida y ni siquiera estaba herido. Una vez terminado el monasterio de las terciarias servitas, la otrora archiduquesa se convirtió en religiosa tomando el nombre de Ana Juliana, abandonando para siempre el mundo. Su hija María, viuda, le seguiría al poco tiempo.

Vivió en el convento como había vivido sus últimos años: orando y trabajando por los demás, sin jamás hacer prevalecer algún privilegio por sus títulos, familia o ser la fundadora del convento. Fueron años de varias gracias místicas y vida de intensa oración. Finalmente Ana Catalina entró al cielo el 14 de diciembre de 1621. En 1693 se inció el proceso de canonización con la elevación de las reliquias a un altar por parte del obispo Johann Franz, caso insólito en el siglo XVII, donde ya las normas eran muy estrictas con respecto esto. Nunca fue canonizada, pero las monjas servitas de su convento celebraron su memoria siempre y promovieron su culto.


Fuente:
-"Diccionario de los Santos" C. LEONARDI, A. RICCARDI Y G. ZIARRI. Ed. San Pablo. Madrid, 2000.

A 15 de diciembre además se celebra a:

San Mesmin, fundador.
Beata Hadewych, mística.


lunes, 30 de julio de 2018

Maestra en la sal de la sabiduría y la miel del amor.

Santa Erentrudis de Salzburg, abadesa. 30 de julio y 4 de septiembre, traslación de las reliquias.

Nació sobre 696 en el seno de una familia principesca. Fue su tío el célebre San Ruperto de Salzburg (27 de marzo y 24 de septiembre, traslación de las reliquias), aunque la leyenda de San Trudpert, mártir (26 de abril), la hace hija suya, sin razón. 

En 714 su tío fundó para ella el monasterio de Nonnberg, siendo la joven su primera abadesa. Fue muy piadosa y culta, y esto influyó en la formación de las monjas, todas de clase noble, y niñas que se acogieron a la educación que se brindaba en el recinto. De la santa se dijo que "brilló por el poder de su palabra para ablandar los duros corazones de los empecinados, sazonándolos con la sal de la sabiduría y la miel del amor".

Erentrudis entró al empíreo en 718, y fue venerada desde ese momento. En 1024 las reliquias se trasladaron a un bello sepulcro de mármol, y en 1318 se depositaron en un busto relicario. En 1624 una porción de las reliquias se trasladaron a un bellísimo relicario de plata. Su monasterio aún existe, siendo de Europa el más antiguo, en el mismo sitio y sin haber sido despoblado en alguna ocasión.

Fuente:
-https://www.heiligenlexikon.de

A 30 de julio además se celebra a:


Santos Abdón y
Senén, mártires.
Santa Julita de
Cesarea, mártir.
Beata Ingeborg
de Dinamarca, reina.








jueves, 8 de junio de 2017

Fe, agua y ermita.

Pregunta: existe alguna santa llamada Helga? Me gusta mi nombre. México.

Respuesta: Sí que existe, y me parece bien te guste tu nombre, pues feo no es. Tienes a:

Reliquias de Santa Helga.
Santa Helga de Bregenz, ermitaña. 8 de junio.

Nació en Bregenz, en una noble familia austríaca. Sobre 1070 se retiró a la soledad junto a sus hermanos, el Beato Merbot (3 de septiembre) y el Beato Diedo (15 de marzo). Al llegar a un río, Helga se despidió de sus hermanos, para adentrarse en la espesura de Schwarzenberg, pero antes, tomó agua del río y la puso en su delantal. Diedo se fue a Andelsbuch y Merbot a Alberschwende. En Schwarzenberg Helga derramó el contenido de su delantal, y al punto brotó una fuente milagrosa que hasta el día de hoy es venerada. En agradecimiento, los lugareños le ayudaron a construir una ermita. Helga vivió hasta 1115, luego de unos años dedicados a la oración y la penitencia; al momento de su muerte, todas las campanas de la región repicaron solas. Fue sepultada en su propia ermita, luego iglesia parroquial. Sus reliquias se venera aún. Se le invoca contra los males de la vista, y desde hace algún tiempo, la invocan los estudiantes para obtener buenos resultados en los exámenes.


Fuente:
https://www.heiligenlexikon.de


A 8 de junio además se celebra a
San Medardo de Noyon, obispo.
San Miguel de los Santos, religioso trinitario.
San Maximino de Aix, obispo.

martes, 15 de noviembre de 2016

San Leopoldo III, marqués de Austria.

San Leopoldo III de Austria, “el Piadoso”, confesor. 15 de noviembre.

Fue hijo de Leopoldo II, y de Ida de Formbach-Ratelnberg. Nació sobre 1075 y desde niño era piadoso y le gustaban el culto, las iglesias y socorrer a los pobres. Apenas llegó a la adolescencia comenzó a disciplinarse, a orar y meditar más asiduamente, a aplicarse al estudio de las Escrituras y la teología bajo la tutela del obispo San Altmann de Passau (8 de agosto), y por supuesto, a ejercitar una caridad constante. En el año 1096 murió su padre y Leopoldo, con 21 años tomó las riendas del gobierno. Era Austria en aquellos momentos una nación de gente indómita, valerosa y leal, pero sumida en el paganismo, la superstición y la casi absoluta indiferencia religiosa hacia la fe de Cristo. Leopoldo emprendió una labor evangelizadora y a la par cultural, para mejorar a su pueblo. Comenzó cambiando leyes arcaicas y brutales, iluminándolas con el Derecho Romano y la misericordia cristiana. Bajó impuestos, fijó precios, dotó a las iglesias de partidas para que se instruyese a los niños, persiguió la impunidad de nobles y alguaciles, promovió la construcción de puentes, acueductos, hospitales y hospicios. Cuando una epidemia de peste negra asoló sus dominios organizó la caridad para con los enfermos y los huérfanos de tal modo, que le llamaron "padre de los pobres". Embelleció iglesias y procuró el establecimiento de muchos monasterios, como veremos. 

En 1077 fue excomulgado emperador Enrique IV por el papa San Gregorio VII (25 de mayo), a causa de las investiduras, o sea, el poder que el emperador se arrogó a sí mismo para poner y deponer obispos, un asunto que quedaría zanjado tiempo después entre Enrique V y Calixto II. Pues a causa de esta excomunión y de la desastrosa política del emperador, Enrique, hijo de Enrique IV se levantó en armas contra su padre. Leopoldo y Austria tomaron parte en aquella guerra civil, que terminó en 1105, con la deposición de Enrique IV por parte de la Dieta de Maguncia. 

En 1104 Leopoldo se casó con una dama de la que no se tiene conocimiento cuál era su nombre y familia, por lo que muchos han puesto en duda tal matrimonio y no falta quien hable de una amante. De este matrimonio (o no), nació Adalberto, que falleció a los pocos meses. En 1106 se concertó su matrimonio con la princesa Inés, hija del Enrique IV que había enviudado de Federico de Suabia, y que tenía dos hijos: Conrado, y Federico. Con ella tuvo Leopoldo nada menos que 18 hijos, de los cuales siete no sobrepasaron la infancia. Entre los que sobrevivieron estuvieron Leopoldo IV, su sucesor y los que serían eminentes obispos, el Beato Otón de Freising (22 de septiembre) y San Conrado II de Salzburg (28 de septiembre). Ambos, Leopoldo e Inés vivieron una intensa vida de piedad: leían las Escrituras, oraban con los sacerdotes de su castillo, cuidaron del recato y comedimiento en las fiestas, hacían que toda su corte participara de los actos piadosos, etc. 

Uno de sus mayores anhelos era ir en una Cruzada a Tierra Santa, pero el peligro de los húngaros era demasiado real como para ausentarse y dejar a su pueblo sin gobernante. Y la razón estaba de su parte, pues Austria fue invadida por Esteban II de Hungría, pero Leopoldo y su pueblo le recharazon con valentía. Luego los húngaros lo intentaron de nuevo, pero Leopoldo igualmente les repelió y no les exterminó del todo porque ordenó que se tuviera misericordia y les dejasen huir sin perseguirles ni matarles. En 1125 murió el emperador Enrique V y al no haber descendencia, varios de los reyes y nobles electores se decantaron por elegir emperador a nuestro santo, pero finalmente prevaleció la elección de Lotario II, duque de Sajonia, pues Leopoldo se negó a llevar la corona imperial. Conrado y Federico, los hijos de Inés, que también habían sido candidatos por ser sobrinos, por línea materna, de Enrique V, levantaron disturbios en el imperio intentando poner a Leopoldo de su parte, pero este se mantuvo fiel a Lotario II como había jurado. Total, finalmente Conrado y Federico serían emperadores, y el último, además, padre de Federico Barbaroja.

En 1133 fundó Leopoldo el monasterio de Santa Cruz y lo entregó al Císter, a unas 12 millas de su castillo, y ambos iban allí diariamente a participar del culto. Y más habrían asistido si no se lo impidiese el gobierno, por lo cual fundaron una comunidad de canónigos regulares que se tornara en el culto divino, al modo de los acemetas, para que siempre hubiera alguien orando en sus dominios. Y para poder asistir con más frecuencia fundaron el santuario y monasterio de Clausterberg, a 2 millas de Viena. La leyenda dice que en una ocasión en que caminaba con su mujer Inés, un vientecillo le arrebató a esta su velo de la cabeza, perdiéndose en el bosque. Nueve años más tarde, estando de cacería, Leopoldo halló el velo como nuevo, y en ese momento se le apareció la Santísima Virgen, pidiéndole la construcción de una iglesia y monasterio en su honor. La tradición dice que San Leopoldo manifestó su humildad cuando se negó a poner la primera piedra, rechazando la pompa de la circunstancia, y rogando a un joven sacerdote que la pusiese en su nombre. La iglesia, dedicada a Nuestra Señora fue dedicada en 1138 por el arzobispo de Saltzburg.

Después de un buen reinado San Leopoldo llegó al final de su vida lleno de piedad, fe y obras de caridad: estando cazando en las inmediaciones de Clausterberg resultó herido. Recibió los sacramentos y con gran paz subió al cielo el 15 de noviembre de 1136. Fue enterrado en su querido monasterio de New-Clausterberg, para el que había dejado una dotación con vistas a que en el aniversario de su muerte y en el de la muerte de Inés (cuando ocurriera) se diesen abundates limosnas a los pobres. El sepulcro de San Leopoldo pronto se convirtió en fuente de muchos milagros, y los austríacos le veneran desde entonces. Fue canonizado por Inocencio VIII en 1485. En 1663 fue nombrado patrono de Austria junto a San Colomán (13 de octubre), y con motivo de este hecho se trasladó su cabeza a un relicario aparte, puesto a la veneración pública.


Fuentes:
-"Vidas de los Santos". Tomo XIV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año: Noviembre". JEAN CROISSET. Barcelona, 1863.


A 15 de noviembre además se celebra a  
Santos Gurias, Samonas y Habib de Edesa, mártires
San Malo de Aleth, obispo.

martes, 23 de julio de 2013

Nuestra Señora de la Divina Gracia: carmelita

Reproducción de la imagen original,
coronada.
En la Octava de la Virgen del Carmen, celebra el carmelo descalzo la memoria de María, la Madre de la Divina Gracia. Es como un colofón a la novena, la solemnidad y la octava del Carmen. El oficio propio recoge el texto de la "Lumen Gentium":
"La Santísima Virgen, predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios juntamente con la Encarnación del Verbo, por disposición de la divina Providencia, fue en la tierra la Madre excelsa del divino Redentor compañera singularmente generosa entre todas las demás criaturas y humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra Madre en el orden de la gracia." (LG. VIII, III, 61)
Y está muy bien que esta memoria tenga un carácter teológico y espiritual, pero no entró al calendario carmelita por ello, sino por un hecho, imagen, milagros y promesa concretos. Lamentablemente esta parte no se cuenta ni se propaga como devoción mariana propia, como propia por adopción es la devoción al Niño Jesús en su imagen de Praga. Y he aquí el origen de todo:

Nuestra Señora, Madre de la Divina Gracia. 23 de julio.
Viena, 1610. Tiempos convulsos de las guerras de religión, los peligros, martirios y despojos de los religiosos de nuestra Orden, llegaron estos a Viena, para fundar un convento. El más religioso entusiasta era el Venerable P. Domingo de Jesús María, del que habrá que dar una breve reseña antes: 

Fue un santo varón, nacido en Calatayud, España, el 16 de mayo de 1559. Había profesado en la O.Carm, y luego de ser ordenado sacerdote pasó al carmelo descalzo. Era un religioso muy piadoso, que penetró las altas moradas de la oración y la contemplación. Muy caritativo, se preocupó del drama de la prostitución, fundando casas para acoger a las arrepentidas. Con dotes taumatúrgicas, se le conocen varios milagros en vida, así como trato frecuente con su Ángel de la Guarda, revelaciones trinitarias y de algunos santos. Fue prior de los conventos de Toledo, Madrid, Valencia. Gran predicador de la penitencia, la paz y la misericordia. Fue embajador de Felipe II en asuntos espinosos de la Corte. En 1604 llegó a Roma, y fue persona de confianza del papa Pablo V, amigo de fray Luis de León y San Roberto Bellarmino (17 de septiembre) y defensor de los fundadores San José de Calasanz (25 de agosto y 27 de noviembre) y San Camilo de Lelis (14 de julio), y del legado del Beato Nicolás Factor (18 de agosto). Escribió obras espirituales y de piedad, así como su autobiografía, por mandato del Venerable Juan de Jesús María "el Calagurritano", su confesor. Fue impulsador de "Propaganda Fide" con Gregorio XV. Fue Definidor General, y finalmente, 5º General de los Descalzos, entre 1617 y 1620. En el cónclave de 1623 fue papable, aunque salió elegido Urbano VIII.

Venerable Domingo de Jesús María
En 1620, luego del Generalato de la Orden, fue Legado Pontificio de Pablo V, ante el emperador Fernando II. Tuvo una visión en la que obtuvo la seguridad de la victoria de las tropas católicas del emperador contra el ejército hereje, en la gran y decisiva batalla de la Montaña Blanca, el 8 de noviembre del mismo año. Tradicionalmente se le presenta a caballo entre las tropas católicas arengando a los soldados con jaculatorias y bendiciones, pero en realidad su intervención fue únicamente orante. Llevaba al cuello una pequeña tabla gótica de la Natividad de Cristo, a la cual los protestantes, en su obcecación por las imágenes, habían perforado los ojos de la Virgen, San José y los pastores. A esta imagen profanada se encomendaba y luego de la victoria, la llevó triunfante a Roma, donde preside la iglesia de Santa María de la Victoria, atendida por los carmelitas descalzos, pero que no hay que confundir con la de este artículo. Luego de esta victoria católica, el P. Domingo ganó en fama y aprecio por el pueblo y los poderosos, aunque continuo viviendo una vida piadosa y callada en Cristo. En 1629, Urbano VIII lo envió como Legado a Austria, donde murió el 16 de febrero de 1630. Fue declarado venerable por San Pío X (21 de agosto) en 1907, pero su proceso de canonización se detuvo luego de esto.

Y sigamos con Nuestra Señora de la Divina Gracia.
En 1610 el P. Domingo buscaba una casa donde fundar definitivamente en la ciudad de Viena., pues estaban los religiosos en una casa temporalmente. Halló una casa destartalada, pero que podía ser restaurada y convertida en convento (¡cuán parecido a las fundaciones teresianas!). Estando inspeccionándola halló un montón de escombros y siguió adelante. De pronto, tuvo una inspiración y volvió a los escombros. Se acercó y descubrió una sucia y desgarrada pintura de la Virgen María y se quedó pasmado. La tomó con veneración, orando a la Virgen Santísima: "Me apena, querida Madre, que alguien haya tratado tu imagen de tal terrible manera. Te llevaré al convento conmigo, te adecentaré y te daré el homenaje que tú con tanta razón mereces". El P. Domingo, más lleno de inspiración que de conocimientos artísticos, limpió la imagen, repintó los trozos dañados y colocó la imagen en su celda, comenzando a rendirle culto. 

Un día, luego de barrer la celda, vio que el lienzo tenía polvo y exclamó: "Oh, lo siento mucho mi queridísima Madre! Humildemente pido tu perdón por olvidarme de desempolvar tu pintura". Tomó un paño limpio y oró a la Santísima: "Oh, la más pura y santa de las Vírgenes, nada en el mundo entero es digno de tocar tu santa cara. Querida Madre, yo sólo tengo este ordinario y viejo paño, y te ruego aceptes mi buena voluntad de quitar el polvo de tu imagen". Y procedió a pasar el paño por el rostro de Nuestra Señora, cuando de repente, este se animó y sonrió al P. Domingo. Este se asustó, pensando fuera engaño demoníaco, y entonces, la Virgen se le apareció excatamente como en la imagen y le habló: "No temas, hijo mío, que tu petición ha sido concedida - aludiendo a una petición personal que el religioso le había hecho tiempo antes - tu plegaria será respondida y será como recompensa, por el amor que tienes a mi Hijo Jesús y hacia mí. Ahora, Domingo, quiero que me pidas con toda confianza, que favor te gustaría que yo te concediera". Y respondió el P. Domingo, de rodillas: "Oh querida Madre, yo me ofrezco enteramente a ti y a tu querido Hijo Jesús, y solo deseo hacer lo que tú y Jesús pidan de mí. Señora, se que el alma de un bienhechor está sufriendo en el purgatorio. ¿Serías tan amable de liberar su alma de los fuegos del Purgatorio?". "Domingo hijo mío - respondió María - yo liberaré esta alma del Purgatorio si tú haces muchos sacrificios y ofreces muchas misas por su alma". 

"Vera efigie", reproducción italiana
de N. S de la Gracia.
Y así fue, luego de un tiempo de misas y sacrificios, Nuestra Señora se le apareció al P. Domingo, acompañada del liberado del purgatorio, que le agradeció sus trabajos por liberarle del fuego. La Santísima Virgen le dijo: "Domingo, quiero que me pidas más gracias y bendiciones. Yo soy la Madre de Dios y me deleito en auxiliar a mis hijos a obtener gracias para su salvación”. Respondió el buen religioso: "Querida Madre, habrías tú de ser tan amable como de escuchar compasivamente las oraciones de todos aquellos que honraran tu imagen y pidan por ella tu socorro?" Y Nuestra Señora, solemnemente le reveló: "Todos aquellos que pidan por mi protección y honren esta imagen con devoción, obtendrán una respuesta a sus plegarias y recibirán muchas gracias. Más aún, prestaré especial atención a las plegarias que me son ofrecidas por la liberación de las almas del purgatorio".

El P. Domingo, deseando ponerla a la pública veneración, la llevó a Roma, poniéndola en el Oratorio de San Carlos Borromeo, junto a la iglesia de Santa María de la Scala. Allí tomó el título de Nuestra Señora de la Gracia, por las grandes bendiciones y gracias que alcanzaban los devotos que la honraban. En 1630, ya muerto el P. Domingo, Maximiliano de Baviera pidió a la Orden le cedieran la sagrada imagen que tan milagrosa era, para fuera venerada en sus dominios, a lo que aceptó el General. Fray Anastasio de San Francisco, amigo y compañero del P. Domingo de Jesús María fue el encargado de organizar y acompañar la imagen en la peregrinación. El 7 de agosto de 1631 fray Anastasio juró y firmó un documento donde atestiguaba toda la historia contada por el P. Domingo de Jesús María. Maximiliano tuvo la imagen un tiempo, y luego la donó a los carmelitas de Munich. En el mismo 1631, el emperador austro-húngaro Fernando II, recordando el origen vienés de la imagen y agradecido al P. Domingo por su intervención en la batalla de Praga, antes mencionada, reclamó la imagen, y los carmelitas la cedieron, aunque con pena.

Fernando y su emperatriz, Leonor de Mantua, la recibieron en su palacio con gran devoción y la tuvieron en su capilla privada, donde se le empezó a llamar "Nuestra Señora de la Cabeza Inclinada". A ella le encomendaron su vida personal y la de todo el imperio, incluso el emperador se hacía acompañar de la imagen en sus viajes, y en los momentos de grandes decisiones. En 1637 murió el emperador y Leonor entró de religiosa a las carmelitas de Viena, llevando consigo la milagrosa imagen, que fue ubicada en el altar mayor, volviendo a estar al culto público, como querían la Santísima Virgen y el Venerable Domingo de Jesús María. En 1655, luego de la muerte de la emperatriz la imagen fue reclamada por los carmelitas a las monjas, que la cedieron para que tuviera el culto apropiado. Los religiosos la llevaron a su iglesia de San José y se dieron a la tarea de divulgar la promesa de María sobre su protección sobre las almas del purgatorio, devoción que entronca perfectamente con la devoción al escapulario del Carmen, por otro lado. Archicofradía, visitas, novenas, procesiones y rogativas, extendieron la fama de la imagen. Se fundó una cofradía y se hicieron muchísimas réplicas del original, siendo veneradas en conventos de la Orden e iglesias parroquiales. 

En 1683 los turcos saquearon el monasterio e iglesia, pero la imagen pudo ser salvada. Fue restaurada y en 1848 fue igualmente dañada por la revolución de Viena. En 1901 los carmelitas se trasladaron Döbling, otro barrio de Viena, construyendo un nuevo monasterio e iglesia, trasladando consigo a Nuestra Señora de la Gracia o de la Cabeza Inclinada, que aún recibe la veneración de los fieles. 

Lo que os debo, y con gran pena, es el momento en que pasó a formar parte del oficio propio carmelitano para toda la Orden descalza.


A 23 de julio además se celebra 
La Traslación de los Reyes Magos a Colonia.
Santos Bernardo, María y Gracia, mártires.
Beata Brígida de Holanda  


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Santa Almedha, virgen y mártir.

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