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lunes, 12 de abril de 2021

Ermitaño, quesero y santo coronado.

San Alejandro de Foigny, monje cisterciense. 12 de abril y 3 de mayo.  

Según la leyenda de Foigny, había cuatro hermanos príncipes que vivían en Escocia. Los dos mayores, hombres, se fueron de ermitaños y quedó la hermana, llamada Mechtilde y nuestro Alejandro. Cuando cumplió Alejandro cumplió 10 años Mechtilde le dijo: "Todos hemos cambiado los bienes terrenales por los celestiales. ¿Vas a ser el único de nosotros que no lo haga ahora?" El pequeño le respondió que le enseñara que debía hacer, y la hermana le llevó al granero. Allí le enseñó a ordeñar vacas, hacer mantequilla y queso, al tiempo que le enseñaba a pensar en Dios.  

Cuando Alejandro cumplió 12 años ambos cruzaron el océano y llegaron al continente. Mechtilde dejó al niño en la abadía cisterciense de Foigny, diciéndole: “aquí emplearás en todo lo que sabes”, y le despidió con un “Hasta la vida eterna”. El muchacho tomó el hábito de Hermano lego y fue un gran artesano del queso. Cuéntase que en una ocasión apareció un jabalí gigantesco que comenzó a atacar las vacas del monasterio. Un cazador intentó neutralizarlo, pero quedó paralizado de miedo. Entonces el jovencito Alejandro se le enfrentó al animal y con una oración la bestia desapareció.  

Alejandro murió joven, con fama de santidad, al poco tiempo de su muerte, un monje tuvo grandes dolores en el pecho y rezó en la tumba del joven con gran devoción. Al poco tuvo una aparición en la que Alejandro le sanó de su mal. Como se mostró llevando una corona en la cabeza y otra en la mano, el joven le preguntó que significaban, y el santito le respondió:  "La corona en mi mano indica mi origen, porque soy verdadero hijo de reyes. Mas la corona en mi cabeza indica que soy uno de los elegidos". 


A 12 de abril además se celebra a

San Alferio
de La Cava, abad
.
San Víctor de Braga,
mártir
.
San Erkenbod, obispo.
San Julio I, papa.








domingo, 11 de abril de 2021

Desposada con Cristo antes de nacer.

Santa Sancha de Portugal, reina y religiosa cisterciense. 11 de abril, 13 de marzo, 17 y 20 de junio. 

Nació en 1180 Fue hija de Sancho I de Portugal, y de la reina Dulce. Sus hermanas fueron Santas Teresa y Mafalda (17 y 20 de junio). Desde muy niña fue piadosa y muy devota de la Santísima Virgen. A los 5 años aprendió a leer, y el Oficio, las vidas de santos y tratados piadosos eran sus lecturas preferidas. A los 10 años comenzó a usar un cilicio pegado a las carnes, que la hacía sufrir muchísimo, pero lo soportaba por amor a la Pasión de Cristo. Cuando llegó a edad de buscarle marido, su madre le preguntó sobre con quien querría casarse llegado el momento, a lo que la princesa respondió: “Con aquel que me ha recibido por esposa antes de nacer”  

En 1198 murió su madre y el rey Sancho, viendo la determinación de su hija a ser toda para Cristo, le regaló uno de su castillo de Alenquer para que ella lo convirtiese en su morada personal, alejada de la corte. Sancha eligió a los parientes y sirvientes más devotos y rectos para que le acompañaran en su casa. Allí no había vanidades ni vida frívola como en la corte: se rezaba frecuentemente, se hacían actos de cariad y se atendía a los pobres. Todos los miércoles del año Sancha daba de comer a 12 mujeres pobres a las que ella misma lavaba y vestía. Les daba limosnas y a algunas las seguís socorriendo si eran enfermas, o las colocaba de sirvientas en casas honestas. En esta villa donde vivía había un beaterio en el que mujeres pobres y penitentes se santificaban, Sancha las visitaba en ocasiones, aprendía con ellas de la vida espiritual, tenían oración en común, y la reina siempre les daba alguna limosna.  

A la muerte de su padre, en 1112, su hermano Alonso tomó el reino en sus manos y una de sus primeras acciones fue reclamar la villa y castillo de Alenquer para sí. Sancha, tanto por ella misma, como por sus siervos, en unión con su hermana Teresa, igualmente en peligro de perder sus posesiones, se rebeló contra su hermano. Organizó un ejército que plantó cara a Alonso a las afueras de Alenquer, donde el rey comenzaba el sitio. Lo contuvo un tanto, pero Alonso no cejó en sus pretensiones, por lo cual Sancha apeló al papa Inocencio III, el cual reconoció como legítimas las donaciones del rey Sancho, zanjando el asunto. A cambio, ella y Mafalda renunciaron al título de reinas.  

Luego de esta situación Sancha quiso tomarse más en serio su consagración, recibió de su hermano Alonso el permiso para fundar un monasterio cisterciense en Vimarens, que tomó el nombre de Santa María de Celas. Lo fundaría con las beatas que conocía de Alenquer y algunas monjas profesas del Císter autorizadas a trasladarse allí para enseñar a todas los usos y costumbres de la Orden. El abad de Alcobaça les dio el hábito a todas, menos a Sancha, que no sería monja sino hasta más tarde. En este tiempo ocurrió que el rey San Fernando III de Castilla (30 de mayo) pidió la mano de Sancha a Alonso de Portugal y este mandó a Sancha que accediera. Dos años duraron las amenazas, las promesas, las renuncias y las defensas de Sancha. Diría a su hermano en una ocasión: "Mas fácil me sería, hermano, dejarme arrojar en un horno ardiendo, o con una piedra al cuello en el profundo del mar, o cortar mis miembros uno a uno, que casarme con hombre nacido: y si en alguna cosa deseas darme gusto, será en no hablarme más deel asunto”. Finalmente, San Fernando desistió.  

Para librarse en lo sucesivo de otro intento de matrimonio, Sancha hizo voto de castidad perpetua ante el obispo de Coimbra y el clero. Luego  se despidió de los franciscanos de Alenquer, a los que había traído, fundando el primer convento de franciscanos de Portugal en su amada villa de Alenquer. Anotamos aquñi que cuenta la leyenda que, en agradecimiento, San Francisco de Asís (4 de octubre, 17 de septiembre, Impresión de las llagas; 25 de mayo, traslación de las reliquias a la basílica de Asís) le envió a San Berardo y a sus compañeros (16 de enero), que iban de camino de África a predicar. Estos santos dieron encendidas pláticas a las religiosas del monasterio, dejándolas llenas de deseos de servir mejor a Dios. Al año siguiente de esta visita, estando Sancha orando, se le aparecieron los franciscanos con gran gloria, revelándoles su martirio gozoso por Cristo.  

En fin, que libre de ataduras, Sancha se fue al monasterio de Cela, donde tomó el hábito del Císter. La leyenda del Císter le hace una monja perfecta, muy fervorosa. Tuvo varias gracias místicas como la profecía, el don de corazones. Fue muy penitente y constantemente llevó un cilicio que le cubría todo el torso y una cuerda de esparto a la cintura. Era también muy humilde, siendo la primera en servir a las demás, en hacer los trabajos más bajos de la casa y la primera en pedir perdón por lo que ella consideraba sus faltas. También tuvo el don de milagros, pues se nos dice que a varias religiosas aquejadas de dolores, tumores o infecciones, sanó con trazar la señal de la cruz sobre ellas.

Con su hermana
Santa Teresa.

Sancha entró al Reino de su Divino Esposo el 13 de marzo de 1229. El cuerpo fue trasladado al monasterio de Lorban, donde su hermana Santa Teresa vivía, a pesar de que las monjas de Cela la querían sepultar entre ellas, como tal había vivido. En Lorban el cuerpo fue depositado en el sepulcro de piedra labrada que Teresa tenía preparado para sí misma. Las crónicas del Císter nos cuentan que realizó numerosos milagros y que, incluso, más de una vez fue vista por alguna monja aparecer en el coro y cantar el Oficio Litúrgico con las monjas.

En 1576 el rey Sebastián de Portugal y el obispo de Coimbra iniciaron las gestiones para que ambas reinas
hermanas fueran canonizadas, debido al culto que recibían de parte de las monjas. En 1695 el papa Inocencio XII dio visto bueno al proceso de canonización. El 23 de diciembre de 1705 el papa Clemente XI autorizó que fueran llamadas santas, canonizándolas directamente, sin beatificarlas oficialmente, pues se consideró que el culto permitido por los obispos y los papas anteriores era una intrínseca beatificación.   

Fuente:
-"Médula Histórica Cisterciense". Volumen 4. ROBERTO MUÑIZ O.Cist. Valladolid, 1780.  


A 11 de abril además se celebra a

San Antipas de Pérgamo,
obispo y mártir
.
Beato Jorge Gervase,
benedictino mártir
.
Santa Godebertis,
virgen
.
San Guthlac,
ermitaño
.







domingo, 4 de abril de 2021

Santos y padres de santos.

Beatos Aleydis y Tescelin, esposos. 4 de abril.

Aleydis fue hija del señor de Montbard, desde niña se inclinó por la vida religiosa, pero a los 15 años fue casada con Tescelin de Fontaine-les-Dijon. Allí nacieron sus hijos San Bernardo de Claraval (20 de agosto), Santa Humbelina (12 de febrero, 21 de agosto y 10 de julio), San Nivardo (7 de febrero), los Beatos Andrés, Bartolomé (ambos a 9 de diciembre), Gerardo (13 de junio) y Guido (11 de mayo).

A pesar de su patrimonio, la familia vivía austeramente, sin lujos innecesarios y en un ambiente piadoso. No son pocos los que señalan que más que castillo, la vivienda era un monasterio, donde las ceremonias religiosas, la oración, penitencia y caridad eran constantes en los padres y los hijos. La entrada de todos sus hijos en la vida monástica fue para ellos una gran alegría, y una vez que quedaron solos y sin tener que heredar a sus hijos, Aleydis y Tescelin se volcaron en la asistencia a los pobres.

Era Aleydis muy devota de San Ambrosiano (4 de abril), cuya fiesta mandaba celebrar con actos piadosos y de caridad. La última que celebró, sobre 1120, lo hizo con la certeza de que sería su último día de vida, según Dios le había revelado. Por ello reunió a sus hijos, se despidió de ellos con toda tranquilidad. Nada parecía darle la razón, pero el mismo día 4 de abril se sintió desfallecer, le dieron los últimos sacramentos y piadosamente entró en el cielo al momento en que hacía la señal de la cruz, quedando el cuerpo con la mano en alto. Sus reliquias se veneran en Longchamp-sur-Aujon.

Luego de enviiudar, Tescelin pidió el hábito del Císter a su hijo Bernardo. Vivió muchos años más y fue un ejemplar monje. San Bernardo le atendió en su última agonía.

A 4 de abril además se celebra a

San Tigernach,
abad y obispo
.
San Meryn,
ermitaño
.
San Emebert,
abad y mártir
.
San Zósimo, abad.










domingo, 21 de marzo de 2021

"Juan, hombre religiosísimo"

San Juan de Valence, abad cisterciense y obispo. 21 de marzo y 26 de abril (en Valence). 

Sepulcro del santo. Catedral de Valence
Fue nuestro santo natural de Léon de Francia. Fue educado piadosamente, y cuando llegó a la juventud un arzobispo pariente suyo le consiguió una canonjía y le ordenó presbítero. En aquel tiempo se fundaba la Orden del Císter y Juan, buscando una vida de más perfección prometió a Dios tomar el hábito monástico. Sin embargo, para prepararse a ello, decidió primero emprender la peregrinación a Santiago de Compostela. Así lo hizo, pero he aquí que al regreso, se enfrió en él el deseo de entrar en religión. 

Una noche soñó que veía al Señor acompañado de los apóstoles San Pedro y Santiago el Mayor. Traía San Pedro en la mano un libro en que estaban escritos con letras de oro los nombres de los elegidos a la vida eterna, y leía los nombres allí escritos. Al pronunciar el nombre de nuestro Juan habló Cristo y dijo a San Pedro: “Ese nombre bórralo, porque habiendo prometido ser mío, se ha vuelto atrás en su promesa”. Al decir esto se el apóstol Santiago suplicó a Cristo que no hiciera borrar del libro de la vida el nombre de su devoto peregrino. Cristo, aún airado replicó: “Debía ser no peregrino, sino ciudadano mío”. Por segunda vez suplicó Santiago al Señor, prometiéndole que Juan no tardaría sino 15 días en cumplir su promesa de ser religioso del Císter. Despertó Juan al momento y agradeció a Santiago Apóstol su intercesión ante él, y se determinó a tomar el hábito. 

Al día siguiente se fue al monasterio de Císter donde fue recibido el abad y fundador, San Esteban Harding (26 de enero). A los 15 días justos de su entrada tomó Juan el hábito de Císter, siendo desde entonces un monje ejemplar. Hizo su profesión al tiempo requerido y en 1118, a los cuatro años de ser religioso, Esteban le destinó para la fundación de Bonaval con el cargo de abad. De él nos dice el Beato Amadeo de Lausana (28 de enero):  

"Era superior en Bonaval Don Juan, hombre religiosísimo, primer abad de aquel monasterio, y después Obispo de Valence , cuya vida santísima ha comprobado el Señor con frecuentes milagros obrados en su sepulcro. Era entonces esta casa una planta nueva, y por lo mismo escasa de todo lo necesario a la vida humana, y aun también de habitantes, pero rica de piedad y fama sobre todos los monasterios de Delfinado. Labraban los monjes por si mismos la tierra de mucho tiempo inculta, extirpaban los terrones, podaban los árboles; y en fin se ocupaban en todos aquellos ejercicios propios del más pobre, y necesitado labrador. Después de ejercicio tan pesado, y sofocados con el calor del sol y con el ardor del fuego re retiraban al monasterio a cantar Nona, de la que se seguía la comida, que se reducía a una libra escasa de pan negro mezclado de cebada y centeno, y aun poco de vino mixturado con agua.  Concluida la comida iban todos en procesión a la Iglesia a dar gracias al Dador de todo bien. Lo restante del día lo empleaban en lección y oración hasta Vísperas y Completas, después de las cuales salían todos con sumo silencio a recogerse en sus lechos. Este modo de vida causaba tanta admiración a todos los habitantes de aquellos contornos que nadie se atrevía a abrazar un género de vida tan austera”. 

Mas ciertamente esta vida rigurosa atrajo algunos bien decididos al seguimiento de Cristo. Pocos al principio, pero santos. Entre ellos a San Pedro de Tarantasia (8 de mayo), quien tomó el hábito de manos de Juan. Y pronto vendrían algunas sonadas conversiones, como la del Señor de Altaripa, el Beato Amadeo (14 de enero), quien con otros 16 caballeros tomó el hábito cisterciense. Juan fundó varios monasterios dependientes de Bonaval, en los cuales velaba se cumpliera la vida regular con exactitud. 

En 1141 el papa Inocencio II depuso al obispo Eustaquio de Valence a causa de sus numerosas ofensas a la moral y la justicia. El abad de Claraval San Bernardo (20 de agosto) propuso a nuestro Juan para suceder a Eustaquio en la sede, recomendación que fue aceptada por el papa, amigo y admirador de Bernardo. Así, Juan pasó de la tranquilidad monástica a una convulsa sede, cuyo gobierno le costó muchas amarguras. Fue consagrado obispo el 26 de abril del mismo año. El clero relajado y los vengativos parientes del anterior obispo fueron sus principales enemigos. Padeció muchas intrigas, intentos de destituirle, tentaciones e intentos de sobornos, pero todo lo venció poniendo a Cristo por delante de todo. En 10 años logró alejar a los malos consejeros, reformar al clero y los monasterios, avivar la piedad de sus fieles y organizar una extensa obra caritativa y misionera.  

A inicios de 1145 supo que le llegaban sus últimos días y lo comunicó a sus fieles, pidiéndoles sus oraciones. En la Cuaresma le acompañaban muchos clérigos y los obispos de Vienne, Die, y Viviers, quienes le dieron el viático y la absolución. El 21 de marzo pidió ser puesto en tierra y ceñido con el cilicio, y allí tendido bendijo a todos, expirando dulcemente y entrando a ser, definitivamente, ciudadano de la Patria celestial a la que Cristo le había llamado en su visión.  

Durante sus funerales se produjeron los primeros portentos. Dícese se vio a Santiago Apóstol rendirle homenaje a su cuerpo. El canónigo Bertand sanó de unas fiebres constantes al ofrecerle unas velas bendecidas para el funeral. El cuerpo fue depositado en la primera capilla de la catedral de Valence y allí los portentos continuaron. Durante la Revolución Francesa la catedral fue saqueada, pero las reliquias se salvaron. 


Fuentes:
-"Médula Histórica Cisterciense". Volumen 3. ROBERTO MUÑIZ O.Cist. Valladolid, 1780.


A 21 de marzo además se celebra a

San Serapión
el Sindonita, monje
.
San Absalon de Lund,
obispo
.
San Jacobo el Confesor,
obispo
.
San Enda de Aran,
abad
.







sábado, 20 de marzo de 2021

San Eberhard de Berg, abad

San Eberhard de Berg, abad . 20 de marzo y 22 de julio.

Nació en el castillo de Berg, en Turingia, y fue hijo del conde de Hilpoldstein. Sus hermanos fueron el conde Adolfo II de Berg y la Beata Bertha de Biburg (6 de agosto). En 1129 tomó el hábito cisterciense en el monasterio de Morimond. En 1133 sus hermanos le cedieron el castillo familiar para convertirlo en un monasterio del Císter.

Su cuñado, Sizzo III de Käfernburg había fundado tres años antes la fortaleza-monasterio de San Jorge en Altemberg, cerca de Gotha, el cual servía como baluarte defensivo a la familia frente a los turingios y lo entregó a Eberhard para que también lo poblara con monjes del Císter, siendo él mismo su abad. 

Sería un célebre edificio durante siglos, en el cual se forjarían alianzas políticas y comerciales, al mismo tiempo que varias comunidades religiosas lo habitarían. Fue de monjas premonstratenses, y entre ellas brilló la Beata Gertrudis de Altemberg (13 de agosto), hija del Beato Luis IV de Turingia (11 de septiembre) y Santa Isabel de Hungría (17 de noviembre y 2 de mayo, traslación de las reliquias).

Eberhard falleció entre 1145 y 1152 en Asolveroth.



A 20 de marzo además se celebra a

 




lunes, 8 de marzo de 2021

Historiador, prelado y humilde monje

Beato Vicente Kadłubek, obispo cisterciense. 8 de marzo. 

Nació en Karvou, Cracovia. Sus padres se llamaron Bogumir y Benigna, y al parecer fueron nobles y emparentados con la nobleza palatina de Polonia y Alemania. Fue educado piadosamente por sus padres, dando como fruto un niño piadoso, obediente y pronto a cumplir con las cosas de la religión y el estudio. A los 15 años comenzó a estudiar la filosofía y la teología en la Universidad de Cracovia, y allí mismo se doctoró a los 21 años, comenzando a impartir Filosofía él mismo. A los 25 años publicó "Anales de Polonia” una obra de carácter histórico en la que trabaja desde muy jovencito y que le valió el aplauso de los catedráticos y prelados de su tiempo, y el elogio personal del rey Casimiro II. 

El mundo y la Iglesia se disputaban su persona, por docto y por santo, y aunque le esperaba un futuro prometedor como profesor, cortesano o funcionario real, el santo acudió a la llamada del obispo de Cracovia, y se ordenó sacerdote para servir al rebaño de Cristo. Acto seguido, el obispo le dio el cargo de Deán de la Colegiata de Sandomir, donde dio ejemplo a todos los presbíteros. Empleaba casi todo su pingüe salario en cosas del culto o socorrer a los pobres, vivía en una pequeña habitación de la casa que le correspondía, dormía en el suelo y ayunaba frecuentemente. 

A la par de su labor apostólica ayudó a su reino con la diplomacia, haciendo la paz entre los húngaros, logrando que Coloman de Hungría pudiera alcanzar el trono de Halic, que le correspondía. También concertó el matrimonio de de este monarca con la princesa Salomé de Polonia, para que la paz fuera duradera. Tantas acciones loables llegaron a conocimiento del papa Inocencio III, quien recomendó a los prelados polacos le trataran como a uno de ellos. En este tiempo falleció el obispo Fulco de Cracovia y los canónigos de la catedral eligieron a Vicente como su obispo. Vicente se negó, pero al saberlo el papa le ordenó que aceptara la voluntad divina de recibir la mitra.  

Fue obispo diligente para el culto, la piedad y la disciplina. Reformó la vida del clero y de los monjes, exhortándoles, visitándoles y dándoles ejemplo constante. Fue amigo personal del dominico San Jacinto de Polonia (17 de agosto), quien era cura beneficiado suyo antes de entrar a la Orden dominica. También fue padre providente de los pobres, empleando gran parte de su herencia en obras de caridad para con los pobres y enfermos. Bajo su gobierno se reconstruyó la catedral de Cracovia, que se había incendiado años antes a causa de un rayo. Luego de esta magna obra, el santo obispo renunció a su cayado para vivir una vida más estrecha en la religión. Antes de hacerlo público presentó sus razones al papa Honorio III, quien le concedió retirarse a la soledad. El clero y el pueblo protestaron, pero nada pudieron hacer, pues Vicente estaba decidido. En una ceremonia en la catedral, se despojó de sus insignias episcopales ante el clero y la ciudad. Se descalzó y solo vestido con una túnica se fue al monasterio Andreoviense, de la Orden del Císter.  

Si como obispo había sido santo, como monje no lo sería menos. Se dio a la observancia de la Regla hasta en el más mínimo punto. Rindió toda su voluntad, y aquel que había decidido y ordenado en el mundo y en la Iglesia, se convirtió en toda obediencia. Poco tiempo vivió en el claustro, pero feliz y en gracia. El 8 de marzo de 1223 su alma voló al cielo. Fue sepultado en el coro de la iglesia monástica y pronto comenzaron a ocurrir los prodigios en torno a su tumba. El papa Clemente XIII mandó en 1764 que su memoria fuera celebrada en toda la Orden del Císter y la iglesia de Cracovia. Fue beatificado formalmente por Pío VI en 1780. 


Fuente:
-"Médula Histórica Cisterciense". Volumen 3. ROBERTO MUÑIZ O.Cist. Valladolid, 1780. 


A 8 de marzo además se recuerda a:

San Juan de Dios,
fundador
.
San Félix de Dunwich,
obispo
San Senan, abad.
San Hunfrid, obispo.





viernes, 22 de enero de 2021

De el Hermano María.

San Walter de Himmerod, cisterciense. 22 de enero.

Nació en 1165 en Bierbeek, Flandes. Recibió formación para la vida militar, sirvió en varios ejércitos y era muy bueno en los torneos de caballería. Era devotísimo de la Virgen María, a la que siempre dedicaba sus victorias, como su dama preferida. Adornaba los altares de la Señora y siempre que podía asistía a misa en sábado. 

Cuenta la leyenda que, en una ocasión en que iba a un torneo con sus amigos, pasó por una iglesia, donde iban a celebrar la misa de una festividad mariana. Dijo a sus compañeros que no podía dejar de honrar a la Madre de Dios, que siguieran ellos al torneo, que él les alcanzaría. Y se fue a la misa. Pero he aquí que el sermón y las oraciones fueron muy largas, y Walter ni vio pasar el tiempo. Entretanto, el torneo comenzó y sus amigos le vieron llegar de pronto, competir, obtener la victoria y salir del campo tan pronto. Cuando emprendieron el regreso, le hallaron aún en la iglesia, y al constatar que él no había salido del templo, todos no pudieron sino concluir que la Santísima Virgen había competido en la justa en su lugar, para agradecerle su devoción.

Tanto favor de la Virgen, no hizo sino que Walter dejara el mundo y tomara el hábito monástico en la abadía cisterciense de Himmerod, llamándose el "Hermano María". Era totalmente analfabeto, por lo cual un día su abad, Eustacio, le preguntó como rezaba en el coro, o que leía. Walter le respondió: "Sólo considero la vida de Jesús y su Madre. A la mesa pienso en su vida pública, en el coro en su Pasión y Muerte, en el trabajo, pienso en la gloria del cielo". El abad y los monjes quedaron muy edificados con su respuesta. Por ello, accedió el prelado a que Walter estudiara y, al cabo de saber la teología, se le ordenó presbítero.

En un viaje que hizo con su abad, estando de paso en el monasterio de Villers, mientras celebraba la misa de Nuestra Señora, se le apareció María, quien le prometió que pronto podría verla para siempre. Al día siguiente regresó a Himmerod con su abad y poco después murió, el 22 de enero de 1222.


A 22 de enero además se celebra a:


San Anastasio,
carmelita y mártir
.
San Vicente Pallotti,
presbítero
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jueves, 14 de enero de 2021

"Mucho pequé, mucho me penitenciaré..."

Beato Amadeo, religioso cisterciense. 14 de enero.

Nació a inicios del siglo XII, en Altaripa, en el Delfinado, territorio vasallo del Sacro Imperio Germánico. De su juventud nada conocemos, salvo que en plena juventud heredó el gobierno del Delfinado y que fue un gran aliado del emperador Conrado "el Sálico", a quien sirvió en varias contiendas y quien le recompensó con el señorío de Hauterives. Fue casado con una noble dama quien le dio dos hijos, el varón llamado también Amadeo. 

Hacia los 25 años comenzó a interesarse más profundamente en los asuntos de la religión, aumentando su piedad, confesándose frecuentemente y comulgando siempre que le permitían. Comenzó a considerar lo vacuo de la vida, lo vano del mundo, y se decía a cada momento: "¿De qué me sirven esta libertad pasajera, estas delicias, si acaso me atraen un eterno cautiverio? ¿De qué lo exquisito de los vestidos, si desnudo he de sufrir los suplicios eternos? ¿y para qué, en fin, estos largos, y suntuosos convites, si después acaso pereceré de hambre?"

Todas estas consideraciones le llevaron a separarse de su familia, renunciar a todo derecho de gobierno y, con su propio hijo y junto a 16 de sus caballeros a los que había convencido, irse al monasterio cisterciense de Bonaval que el mismo había permitido que San Juan de Valence (21 de marzo) fundara en el Delfinado. Fueron recibidos por el abad Juan, quien les recibió escéptico, dudando que aquellos hombres acostumbrados a la buena vida se adaptaran a la austeridad del Císter. Así se los expuso, a la par que les contaba lo duro de la observancia monñastica. "No queráis Padre Venerable" – dijo Amadeo – "atemorizar de ese modo a vuestros siervos. Mucho hemos pecado, y por lo mismo necesitamos de mucha penitencia. Para cumplirla pedimos vuestra compañía postrados a vuestros pies. Hemos dejado los deleites, ¿Cómo volveremos segunda vez a ellos? Con la ayuda de Dios, y la de vuestras oraciones cumpliremos con todo cuanto nos habéis insinuado".

Y con esa disposición fueron admitidos, salvo el pequeño hijo de Amadeo, quien fue destinado a la escuela del monasterio, por ser muy pequeño para tomar el hábito. El abad les dejó claro que no haría concesiones con ellos por más caballeros que fueran, y que su primer oficio sería el de la labranza del campo, el cuidado de las ovejas y la limpieza de los establos. Fue Amadeo un feliz monje desde el inicio. Pronto se hizo al trabajo y a la oración constante. Cumplía exactamente sus obligaciones, era el primero en asistir a sus hermanos enfermos y era ejemplo para todos de mansedumbre y penitencia.Algunos de los mancebos flaquearon un momento, pues el trabajo duro nunca había sido lo suyo. Viéndolo Amadeo, les arengó con inspiradas palabras y los débiles se animaron enseguida. 

Hay un episodio en su "vita" no muy claro, y es que durante un año Amadeo pasó a la Orden Cluniacense. El motivo más repetido en las leyendas es que, buscando que su hijo recibiera una completa educación, digna de su nacimiento, se fue con él a Cluny. A saber. Como sea, de nuevo le hallamos en Bonaval, luego de haber llorado su inconstancia. Quedó en la portería, como Hermano externo, no considerándose digno de estar con los demás monjes ni con sus antiguos compañeros. A los dos días el abad le permitió volver a la regularidad monástica, pero Amadeo le suplicó: "No permita Dios que yo, perversísimo pecador me una tan breve a mis hermanos. Aquí será mi morada hasta que mi penitencia se haga tan patente a toda esta comarca, como lo fue mi delito. Aquí perseveraré llamando y pidiendo perdón de mis excesos. Solo os suplico me permitáis alimentarme de las limosnas que a la portería se distribuyen entre los pobres, y esto será también exceso para mí, indigno de tanta caridad".

Y allí quedó, sirviendo a los peregrinos y disciplinándose en público durante dos semanas, hasta cuando la caridad le obligó a volver a la vida regular. Sucedió que el abad Juan, viendo que no podía vencer su humildad, le dijo que él mismo permanecería allí con él en la portería hasta que entraran juntos. Ver a su abad durmiendo en el suelo, comiendo sobras y sin ir al coro, venció a Amadeo, quien resolvió hacer caso a su padre Abad y entrar al monasterio. Una vez dentro Amadeo se desempeñó en los trabajos más serviles y repugnantes, como el de extraer la grasa de la piel de cerdo, usada en el monasterio para ablandar zapatos y pergaminos. Se encargó de la lavandería, donde besaba los paños manchados o que habían envuelto las llagas de los enfermos.

Fue comisionado por el Abad Juan para la edificación del monasterio de Mansiad, en Biviers. También trabajó en la fundación de Montperoux y Lincél, siendo de admirar su tesón, capacidad de organizar y enseñar los oficios. En alguno de estos monasterios quisieron que se quedara a vivir, pero temiendo le eligieran prior o le llamaran fundador, nunca accedió.

Siendo anciano ya, supo que su hijo Amadeo había sido nombrado abad de Altacumba por el gran San Bernardo (20 de agosto), quien le había educado (por esto no se entiende la anterior versión de su huida a Cluny). Le visitó Amadeo allí, y padre e hijo vivieron días de gran felicidad junto, aunque nuestro Amadeo no dejó de reverenciar a su hijo en público como a un Abad, dando ejemplo a los demás monjes. Comprobó Amadeo que su hijo había sido bien instruido y tenía una sólida virtud, siendo ello de gran consuelo para su alma. Llegaría el buen Amadeo hijo, a ser obispo de Lausana, en 1131, con gran gozo de su padre, que le acompañaría en su consagración episcopal. le veneramos en el santoral como San Amadeo de Lausana (31 de marzo y 30 de agosto)

El Beato Amadeo falleció santamente el 14 de enero de 1144, siendo sepultado en el cementerio de Bonaval. En el siglo XV su memoria litúrgica entró al martirologio de la Orden del Císter.


Fuente:
-"Médula Histórica Cisterciense". Volumen 3. ROBERTO MUÑIZ O.Cist. Valladolid, 1780.

A 14 de enero además se recuerda a:


Santa Macrina,
viuda
.
Beato Odón,
monje cartujo
.
San Engelmar,
eremita mártir
.










domingo, 10 de enero de 2021

"no hay cosa más indigna de un obispo que atesorar dinero"

San Guillermo de Bourges, obispo cisterciense. 10 de enero y 7 de mayo, traslación de las reliquias.

Nació sobre 1150, en la Casa de los Condes de Nivers. Fue niño piadoso y muy inteligente y, según su leyenda, pasaba noches enteras en oración. Se educó con su tío, el Arcediano de Soissons, que hizo de él un joven sabio y virtuoso. Llegado a los 21 años fue ordenado presbítero y se le otorgó una canonjía en la catedral de Soissons, donde era respetado y querido. También por sus relaciones familiares obtuvo una canonjía en París, con muchas rentas aparejadas, que Guillermo destinaba íntegras a los pobres.

Pero el mundo, ni aún el eclesiástico, le satisfacía, por lo cual se unió a los austeros monjes de San Esteban de Grandmont (8 y 13 de febrero), luego de dar a los pobres y necesitados todo lo que por herencia le correspondía. Fue Guillermo un monje ejemplar, el más humilde, penitente y caritativo entre todos. Esteban le tuvo gran afecto y le hizo conocido de prelados, cardenales y del mismo papa Inocencio III. Tanto reconocimiento le turbó y decidió buscar una vida más escondida, si se podía, yéndose por ello a la Orden del Císter. Durante algunos años pudo gozar de la soledad que buscaba, siendo un monje observante y callado, hábil para los trabajos y para el canto. Pero he aquí que los monjes de Font-Joan, habiendo muerto su abad, le eligieron para que les hiciera de padre abad. Accedió Guillermo solo por obediencia y amor a sus hermanos, pero poco tiempo estuvo allí, pues le eligieron por abad los monjes de Chalis.

Y como "no hay dos sin tres", ocurrió que quedó vacante la sede de Bourges, y hubo una gran división entre los canónigos, que finalmente recurrieron al arzobispo de París, hermano del obispo difunto, para que les nombrase un obispo. Este les recomendó eligieran a alguno de los abades del Císter, Orden de prestigio, que encumbraba varones santos. Así lo hicieron los canónigos, escribiendo varios candidatos en papeletas que pusieron bajo el ara del altar principal de la catedral. Cantada la misa, el arzobispo parisino sacó la cédula que tenía el nombre de nuestro Guillermo. Repitió el prelado el gesto dos veces más y volvió a salir Guillermo el elegido en cada una. El pueblo y clero que se agolpaba a las puertas de la iglesia entró en tromba reclamando saber el nombre.

Una vez sabido el nombre, se le envió el resultado a Guillermo y al papa. Cuando este lo supo, confirmó la elección, haciendo que Guillermo aceptara por obediencia. Ese mismo año fue entronizado en la sede de Bourges con júbilo popular. Fue Guillermo un prelado excelente: caritativo, celoso del culto, preocupado por los pobres, evangelizador y reformador de costumbres. Siempre llevó su hábito monacal y jamás usó manto de pieles por más frío que hiciera. 

Nunca dejó de asistir personalmente cuando era requerido al lecho de un moribundo, un enfermo o algún desvalido. Sus rentas las donaba íntegramente para los pobres o para el culto, pues su máxima era: "no hay cosa más indigna de un obispo que atesorar dinero". Y para ello no dudaba en denunciar las injusticias de los poderosos, rechazando sobornos cuando estos querían comprar su silencio. Incluso fue acusado ante el rey Felipe Augusto de promover que no se recogieran impuestos, pero el monarca, una vez se entrevistó con Guillermo, vio que todo era calumnia y si antes le estimaba, desde entonces le tomó gran afecto.

En1201 fue Legado Ponticifio de Inocencio III para hacer la paz entre Francia e Inglaterra, consiguiendo pacificar ambos reinos, no sin esfuerzo y desvelo. En 1203 presidió, por legacía papal, el Sínodo de Clertmont, para zanjar las divisiones entre el obispo y el clero, que amenazaba cisma. En 1207 realizó la traslación de San Benito (11 de julio) y a finales de 1208 el papa le encomendó participar en la Cruzada contra los albigenses. En esta tarea no duró mucho tiempo, pues el día 1 de enero de 1209 supo por revelación que no le quedaba mucho tiempo en la tierra. El día de la Epifanía predicó al pueblo un sentido sermón, que provocó muchas conversiones de herejes. Luego de esto, se retiró a su humilde habitación, y pidió los Sacramentos. Recibió el Sacramento de rodillas, a pesar de sentirse morir. El día 10 de enero aún pudo rezar Maitines en su lecho, y luego de esto, pidió le tendieran en el suelo, sobre cenizas, y así murió santamente.

Aunque el santo había dejado escrito que quería ser sepultado como un monje más en su monasterio de Chalis, la ciudad, clero y pueblo de Bourges no consintieron le llevaran el preciado tesoro del cuerpo del santo. Llegaron a aponer guardias para impedir los monjes se lo llevaran, así que estos decidieron dejarlo en Bourges, en cuya catedral fue enterrado. Pronto comenzaron los milagros en su tumba, siendo cientos los sanados por intercesión del santo obispo. La leyenda dice que el mismo año de su muerte los cruzados sitiaron Bourges y cuando parecían rendirse, el santo apareció en el cielo, sobre un caballo blanco y blandiendo una espada. Los soldados se animaron y tomaron la ciudad, matando a los 7000 herejes que tenían tomada Bourges.

En 1217 se inició el proceso de canonización, la cual celebró Honorio III el 2 de Julio de 1218. El 7 de mayo de ese mismo año se elevaron las reliquias al altar mayor de la catedral de Bourges, donde estuvieron hasta 1562, cuando los herejes hugonotes las quemaron y arrojaron las cenizas al viento.


Fuente:
-"Médula Histórica Cisterciense". Volumen 3. ROBERTO MUÑIZ O.Cist. Valladolid, 1780.
-https://artsandculture.google.com/entity/william-of-donjeon/m03hk9yc


A 10 de enero además se celebra a:

San Agatón, papa.
San Gonzalo,
religioso dominico.
Beato Gregorio X,
papa
.











domingo, 30 de septiembre de 2018

Del cardenal que prefería lavar platos.

Beato Conrado de Urrach, obispo y cardenal cisterciense. 30 de septiembre.

Nació en 1185 en Alemania, en la ilustre familia de los Condes de Seyne y Urrach, emparentada con los Duques de Zaring. Su padre fue Egino IV de Urach y su Inés, hermana de Berthold V de Zähringen. Su primera educación estuvo a cargo de su tío abuelo, el arzobispo Rodolfo de Lieja. Con 10 años fue nombrado, cosas de la época, canónigo beneficiado de la Catedral de Lieja. Siendo niño padeció la desgracia de ser víctima de los juegos políticos de su familia, pues quedó de rehén del emperador Felipe I de Suabia durante años, hasta 1208. Durante este cautiverio el niño y joven Conrado tomó noticia de lo vano del mundo y la política, ansiando la forma de poder escapar de ello.

A los 18 años fue puesto en libertad y se encaminó al monasterio cisterciense de Villiers, siendo recibido con agrado. Una leyenda dice que un santo monje llamado Simón vio en una ocasión como el novicio Conrado era coronado simbólicamente con una corona de oro por los ángeles durante la misa conventual. Tal monje avisó al abad, de que aquel novicio traería gran gloria a la Orden, aunque antes había de padecer tentaciones y ataques del maligno. Lo avisó el abad a nuestro santo, quien se preparó para ello con grandes penitencias, oraciones y actos de humildad. Otra leyenda, más increíble aún, cuenta que, estando prohibido a los novicios el uso de alguna luz artificial, el santo usaba sus propios dedos como candelas, pues de ellos salía gran resplandor cuando oraba o estudiaba.

Sus virtudes (más sus relaciones familiares, todo sea dicho) alcanzaron que apenas profesó, fue nombrado prior de Villiers, y a los dos años fue nombrado abad, luego de la renuncia del abad Carlos. Y su ascenso no terminó aquí, pues en 1214 fue elegido nada menos que abad de Claraval, dotándole de una autoridad moral eminente dentro de la Orden Cisterciense. En todos estos cargos de autoridad Conrado se mostró como un padre celoso del bien de sus hijos. Exacto en el cumplimiento, pero caritativo, comprensivo pero sin permitir faltas. Fue especialmente cuidadoso con los ancianos monjes, a los que oía como a padres venerables. A pesar de sus ocupaciones, nunca faltaba a las Horas Canónicas, a las penitencias o los actos de comunidad. Era prudente, discreto, sabio, pronto a la defensa de la fe y la Iglesia, justo con todos. Tanta probidad, más su origen, no lo olvidemos, hicieron que el papa Honorio III supiera de él y le nombrara Legado Pontificio para hacer la paz entre los reyes Felipe de Francia y Enrique de Inglaterra. Y lo hizo con tanta prudencia y efectividad, que ambos monarcas y el papa quedaron prendados de él.

En 1216 fue elegido abad de Císter, convirtiéndose en el Abad General de toda la Orden, que estaba en su máximo esplendor. Solucionó problemas internos y externos de la Orden, acrecentó su poderío e influencia en la Iglesia, y aumentó el número de monasterios. Fue el Abad que introdujo el canto diario de la "Salve Regina" para toda la Orden. El 8 de enero de 1219 el mismo papa Honorio III le creó cardenal y le dio el obispado de Porto-Santa Rufina, una de las diócesis suburbicarias de Roma, reservadas a prelados de gran confianza del papa y que fueran eminentes políticos. En este puesto le nombró el papa como Legado para la Cruzada contra los albigenses en Francia. Para ello organizó los Sínodos de Tolosa y de París, para interesar a prelados y al brazo secular en la importancia de extirpar esta herejía que amenazaba no solo la fe, sino la estabilidad de los reinos. Su actuar fue coronado con total éxito en la conversión y represión de estos herejes. Dícese en este tiempo conoció a los dominicos, de los que quedó enamorado por su divisa de "Alabar, Bendecir y Predicar", socorriéndoles en adelante en sus necesidades, dándoles plenas potestades en su diócesis y siendo su valedor ante los gobiernos y obispos.

Casi sin tiempo para descansar, le envió Honorio a Alemania, a solucionar graves problemas con el emperador Federico II, empresa que se saldó con la excomunión del monarca por el asesinato del Arzobispo de Colonia, San Engelbert II (7 de noviembre), a quien Conrado sepultó con gran pompa, llamándole mártir de la fe. Además, trató el asunto de una nueva Cruzada a Tierra Santa, alcanzando gran consenso de los príncipes. Esta visita le sirvió para, como Visitador del Papa, denunciar ciertos abusos, corregir errores de los prelados, reformar algunos monasterios. Celebró nada menos que tres Concilios Provinciales, en los que se reguló y reformó la disciplina eclesiástica, suprimió abusos de los clérigos y atajó la simonía y el amancebamiento de los presbíteros. Visitó la tumba de la Beata María de Oignies (23 de junio), la célebre beguina, y estando venerando sus reliquias tuvo una visión en la que vio a esta santa mujer puesta de rodillas, intercediendo ante el Señor por su salud. Además, le consoló con palabras celestiales para animarle en todos sus esfuerzos. Durante esta legacía fundó un monasterio cisterciense en Besbenusen junto a su hermano Rodolfo, donde este luego tomaría el hábito, despreciando el mundo, a ejemplo de Conrado. En 1222 fundó la Universidad de Montpellier por mandato del papa.

Volvió el santo a Roma a inicios de 1227, y al poco tiempo murió el papa Honorio. Temiendo los cardenales que la dilación de un cónclave atrajera las intromisiones imperiales, decidieron los cardenales que Conrado y dos cardenales más decidieran quien sería el papa. Esto hoy es ilegal, por cierto. Los dos cardenales eligieron a nuestro Conrado, pero él se negó aduciendo: "No permita Dios el que se diga que yo me he elegido a mí mismo por Pontífice". Y entonces fue elegido el cardenal Hugolino, llamado Gregorio IX.

Ese mismo día el santo prelado sintió que su muerte estaba próxima y sus últimos meses de su vida los dedicó a prepararse para el encuentro con el Amado. Vivió pobremente y pobremente murió en Bari, camino de la Cruzada, el 30 de septiembre de 1227. Poco antes de expirar dijo: "que dicha que hubiera perseverado hasta esta hora en el monasterio de Villiers bajo la disciplina regular, y que mi única ocupación hubiera sido el lavar las escudillas con los demás en la cocina". El cuerpo fue trasladado a Claraval y sepultado en el presbiterio de la iglesia abacial. Aún se puede leer su lápida:


"HIC IACET DOMINVS
CONRADVS QVI PRIMO VILLARIENSIS DEINDE CLARAVALLENSIS,
POSTEA CISTERCIENSIS EXTITIT ABBAS
ET DEMVM PORTVENSIS EPISCOPVS CARDINALIS.
HIC CVM IN TRANSMARINIS PARTIBVS MORARETUR INSTANTISSIME
PRAECEPIT VT CLARAM-VALLEM VBI IAM DVDVM
SVAM ELEGERAT SEPULTVRAM OSSA SVA
DEFERRENTVR ET IBIDEM SEPELIRENTVR,OBIIT AVTEM ANNO DOMINI M. CC. XXVII. PRIDIE KAL. OCTOBRIS".


Fuentes:
-"Médula Histórica Cisterciense". Volumen 3. ROBERTO MUÑIZ O.Cist. Valladolid, 1780.
-https://webdept.fiu.edu

A 30 de septiembre además se celebra a:

S. Jerónimo, Padre y
Doctor de la Iglesia.
San Winegrial,
monje mártir
.
San Léry, abad.



Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...