El Santo Cristo de San Román |
En
el siglo XVI, después de la fundación de la villa de San Francisco de Campeche
por Francisco de Montejo “El Mozo”, por orden de este personaje los indios
fueron ubicados al occidente de la villa, donde formaron su propio barrio. Algunos
años después que estaba organizado el barrio sucedió que fue asolado por
una terrible plaga de langostas y acordaron entre todos echar a suerte a que
santo deberían encomendarse para que terminara aquella plaga, y esta suerte le
tocó a San Román mártir al que construyeron un templo y comenzaron a
celebrarle su festividad, el 9 de agosto.
Posteriormente
ya formadas algunas cofradías en el templo de San Román se decidió mandar a
hacer un Cristo que estuviera en el altar mayor junto al mártir, el cual se
mandó a hacer a Civitavecchia, Italia, en madera de ébano y se le confió al
comerciante español de nombre Juan Cano de Coca Gaitán que se encargara del traslado de la imagen al
puerto de Campeche. Don Juan Cano recibió la imagen del Cristo en Alvarado,
Veracruz. Posteriormente don Juan regresó al puerto de Veracruz para conseguir
una embarcación que lo llevará con su preciado cargamento hasta su destino,
pero su desconsuelo fue grande al ver que la mayoría de las embarcaciones en
aquel puerto zarpaban con destino a España o a las Antillas, de todos modos don
Juan continuó buscando alguna embarcación y al fin encontró dos que zarparían
con rumbo de Campeche en la tarde del 13 de septiembre.
La primera embarcación estaba al mando de un capitán de origen inglés y de religión protestante, y al enterarse que don Juan llevaba consigo una imagen de Cristo se negó rotundamente a trasladarlo a pesar de tener suficiente espacio en el barco. Debido a eso don Juan Cano acudió a la otra embarcación que estaba a cargo de un capitán de origen catalán, que al enterarse que transportaría una imagen de Cristo aceptó, pero con ciertas reservas. Le dijo a don Juan Cano: “me ponéis en un aprieto, porque en mi vieja barca ya no cabe ni un alfiler. Más no se dirá que un catalán falta a su palabra; y por cuanto no se trata únicamente de llevaros a vos, sino también a Nuestro Señor Jesucristo, no seré yo quien niegue albergue al Hijo de Dios”, y ordenando el capitán bajar parte de su cargamento, personalmente designó un lugar para resguardar la imagen del Santo Cristo.
Cuatro horas después de haber zarpado del puerto de Veracruz se desató una terrible tormenta en altamar. Debido a que esta se tornaba cada vez más fuerte se volvía imposible mantener el timón del barco, al grado que en un momento el piloto soltó el timón y la nave comenzó a precipitarse. Como pudo se dio aviso al capitán de lo sucedido y este ordenó a tres subalternos ayudarle con la situación, pero a pesar de sus esfuerzos no lograban controlar el barco y estaban a punto de terminar en una tragedia. Se dice que de repente apareció un sujeto desconocido de tez morena que sin vacilar tomo el timón del barco y le hizo regresar a su camino sin problemas, y un viento soplo a popa hinchando las velas lo que hizo avanzar rápidamente al navío.
La primera embarcación estaba al mando de un capitán de origen inglés y de religión protestante, y al enterarse que don Juan llevaba consigo una imagen de Cristo se negó rotundamente a trasladarlo a pesar de tener suficiente espacio en el barco. Debido a eso don Juan Cano acudió a la otra embarcación que estaba a cargo de un capitán de origen catalán, que al enterarse que transportaría una imagen de Cristo aceptó, pero con ciertas reservas. Le dijo a don Juan Cano: “me ponéis en un aprieto, porque en mi vieja barca ya no cabe ni un alfiler. Más no se dirá que un catalán falta a su palabra; y por cuanto no se trata únicamente de llevaros a vos, sino también a Nuestro Señor Jesucristo, no seré yo quien niegue albergue al Hijo de Dios”, y ordenando el capitán bajar parte de su cargamento, personalmente designó un lugar para resguardar la imagen del Santo Cristo.
Cuatro horas después de haber zarpado del puerto de Veracruz se desató una terrible tormenta en altamar. Debido a que esta se tornaba cada vez más fuerte se volvía imposible mantener el timón del barco, al grado que en un momento el piloto soltó el timón y la nave comenzó a precipitarse. Como pudo se dio aviso al capitán de lo sucedido y este ordenó a tres subalternos ayudarle con la situación, pero a pesar de sus esfuerzos no lograban controlar el barco y estaban a punto de terminar en una tragedia. Se dice que de repente apareció un sujeto desconocido de tez morena que sin vacilar tomo el timón del barco y le hizo regresar a su camino sin problemas, y un viento soplo a popa hinchando las velas lo que hizo avanzar rápidamente al navío.
Procesión del Santo Cristo de San Román |
Después
de tan terrible situación los tripulantes del barco se quedaron dormidos, al
despertar grata fue su sorpresa al ver que se encontraban ya en las cercanías
del puerto de Campeche, por lo que el capitán dio órdenes de que avisaran al
joven que la noche anterior había tomado el timón que los había salvado, pero
nadie pudo encontrar al hombre de tez morena que la noche anterior había
salvado al barco, la cabina donde había estado se encontraba vacía. Desembarcaron
un 14 de septiembre en Campeche, donde ya eran esperados para darles la
bienvenida, el capitán sorprendido preguntó que como sabían de su llegada y
estos le respondieron que alguien en la noche había alertado a las autoridades
de que un barco se aproximaba en busca de refugio, pues habían distinguido sus
luces, cosa que al capitán sorprendió debido a que la tempestad había destruido
las lámparas del barco. Al darse cuenta el capitán que era 14 de septiembre de
1565, sólo un día después de que habían zarpado lo concibió como un milagro.
Posteriormente el capitán narró a los habitantes todo lo que habían vivido en altamar y de repente pidió que se desembarcara la imagen del Cristo que traían consigo y grande fue el estupor de todos al percatarse que a pesar de estar la bodega totalmente seca así como la envoltura que cubría la imagen, el Santo Cristo chorreaba agua como si hubiera estado expuesto a la terrible tormenta. La misma leyenda dice que por otro lado el barco inglés que se negó a llevar al Cristo jamás logró llegar a tierra firme. Se cuenta que el capitán don Juan Cano poco antes de fallecer por une terrible enfermedad se encomendó al Santo Cristo de San Román y milagrosamente resucitó después de siete horas pronunciando las palabras: “¡Oh, Santo Cristo de San Román!”. Del mismo modo muchos contaban como después de haberse encomendado al Santo Cristo del barrio de San Román habían podido librarse de ser capturados por los piratas.
Se dice también de un hombre llamado Pedro Machuca que estando su mujer gravemente enferma visito el templo del barrio de San Román e imploró por la vida de su esposa ofreciendo la suya a cambio de su salud, al volver a su casa don Pedro sufrió un grave accidente en el que pereció y al poco tiempo su mujer se restableció por completo.
Debido a estos milagros el Señor de San Román fue invocado como patrón de los marineros y abogado contra los ataques piratas. A pesar de esto el barrio y el mismo puerto de Campeche no se libraron por mucho de los ataques piratas, puesto que hacia 1685 fue atacado el puerto por los piratas Lorencillo y Agramont, y por el temor de que la imagen del Cristo negro fuera profanada se sacó de Campeche y fue llevado a esconder a los montes de Samulá. Pronto llegaron noticias de que los piratas se acercaban a ese sitio y por el temor de ser aprehendida por los piratas la gente huyó abandonando la imagen del Cristo, por lo que un capitán de apellido Navarro llegó al lugar y disparando a los piratas pudo entretenerlos para que por mientras sus subalternos pudieran poner a salvo la imagen del Señor de San Román. El capitán Navarro fue herido en la pierna y mientras los piratas saqueaban Samulá este se arrastró hasta un puesto donde se encontraban algunos soldados españoles e informándoles la situación le ayudaron y volvieron a buscar la imagen del Cristo y le pusieron en un lugar seguro hasta que terminó el ataque pirata a la región.
En honor al Señor de San Román se celebran dos fiestas la primera en mayo conocida como “Rogativas al Señor de San Román” o “San Romanito” y la segunda y más importante la del 14 de septiembre.
Posteriormente el capitán narró a los habitantes todo lo que habían vivido en altamar y de repente pidió que se desembarcara la imagen del Cristo que traían consigo y grande fue el estupor de todos al percatarse que a pesar de estar la bodega totalmente seca así como la envoltura que cubría la imagen, el Santo Cristo chorreaba agua como si hubiera estado expuesto a la terrible tormenta. La misma leyenda dice que por otro lado el barco inglés que se negó a llevar al Cristo jamás logró llegar a tierra firme. Se cuenta que el capitán don Juan Cano poco antes de fallecer por une terrible enfermedad se encomendó al Santo Cristo de San Román y milagrosamente resucitó después de siete horas pronunciando las palabras: “¡Oh, Santo Cristo de San Román!”. Del mismo modo muchos contaban como después de haberse encomendado al Santo Cristo del barrio de San Román habían podido librarse de ser capturados por los piratas.
Se dice también de un hombre llamado Pedro Machuca que estando su mujer gravemente enferma visito el templo del barrio de San Román e imploró por la vida de su esposa ofreciendo la suya a cambio de su salud, al volver a su casa don Pedro sufrió un grave accidente en el que pereció y al poco tiempo su mujer se restableció por completo.
Debido a estos milagros el Señor de San Román fue invocado como patrón de los marineros y abogado contra los ataques piratas. A pesar de esto el barrio y el mismo puerto de Campeche no se libraron por mucho de los ataques piratas, puesto que hacia 1685 fue atacado el puerto por los piratas Lorencillo y Agramont, y por el temor de que la imagen del Cristo negro fuera profanada se sacó de Campeche y fue llevado a esconder a los montes de Samulá. Pronto llegaron noticias de que los piratas se acercaban a ese sitio y por el temor de ser aprehendida por los piratas la gente huyó abandonando la imagen del Cristo, por lo que un capitán de apellido Navarro llegó al lugar y disparando a los piratas pudo entretenerlos para que por mientras sus subalternos pudieran poner a salvo la imagen del Señor de San Román. El capitán Navarro fue herido en la pierna y mientras los piratas saqueaban Samulá este se arrastró hasta un puesto donde se encontraban algunos soldados españoles e informándoles la situación le ayudaron y volvieron a buscar la imagen del Cristo y le pusieron en un lugar seguro hasta que terminó el ataque pirata a la región.
En honor al Señor de San Román se celebran dos fiestas la primera en mayo conocida como “Rogativas al Señor de San Román” o “San Romanito” y la segunda y más importante la del 14 de septiembre.
Lic. André Efrén Ordóñez.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar