jueves, 8 de abril de 2021

Bendecida con el dolor, bendijo con alivio.

Santa María Rosa Julia Billiart, virgen fundadora. 8 de abril. 

Nació el 12 de julio de 1751 en Cuvilly, pueblo de la diócesis de Beauvais, Francia. Sus padres fueron Jean-François Billiart y Marie Louise Debraine. Julia, como fue su nombre de bautismo, fue una niña tremendamente inteligente y despierta. A los 5 años leía y escribía, y a los 7 ya conocía de memoria las verdades de la fe cristiana, teniendo incluso un grupo niños a los que impartía el catecismo en la escuela de su tío Thibault. Admirada por su párroco, este le permitió recibir la primera comunión y la confirmación a los 9 años. Ese mismo día hizo un voto de castidad perpetua. 

Cuando tenía 16 años la familia cayó en la desgracia económica y tuvieron que vivir del trabajo del campo. Esto no le privó de su piedad y alegría naturales, sino que la hizo más cercana a los problemas de los pobres y comprensiva con su alejamiento de Dios. Constantemente hablaba de religión a las demás jóvenes, visitaba a los enfermos y organizaba la caridad para con los pobres. No en balde la llamaban “la santa de Cuvilly”.  

En 1773 uno de los acreedores de su padre la emprendió a disparos contra la casa de los Billiart y un disparo alcanzó a Julia, causándole una parálisis de las piernas. Al principio no pareció gran cosa, pero al poco tiempo se tornó definitiva (o eso parecía, ya veremos) y tuvo que guardar cama. Así, a los 22 años, la activa y piadosa joven Julia Billiart comenzó una intensa vida de apostolado. Su párroco le llevaba diariamente la comunión, y luego de esta hacía varias horas de oración. El resto del tiempo lo empleaba en bordar para ayudar a la familia o para la parroquia. Pronto logró reunir un grupo de niños en torno a su cama a los que enseñaba el catecismo.  

En 1789 estalló la Revolución, feroz contra la Iglesia y el clero. Julia fue acusada de dar refugio a sacerdotes perseguidos, y fue amenazada con a ser quemada en la plaza del pueblo, pero no hallaron pruebas y con fuertes amenazas la dejaron en paz, pero vigilándola. Con ayuda de unos parientes y devotos, la llevaron a Amiens, donde la acogió condesa Baudoin. En casa de esta conocería a la vizcondesa de Gizaincourt, Françoise Blin, quien le tomó gran afecto. Esta mujer, muy piadosa y caritativa había estado a punto de ser mártir por Cristo en durante la persecución, y sólo se había salvado por la caída de Robespierre. 

Junto a Julia se juntaron algunas jóvenes y mujeres adultas y poco a poco comenzaron a trabajar con los niños pobres, para proveerles y educarles. En 1803 fundarían en Amiens las Hermanas de Nuestra Señora. En 1804 Julia hizo una novena al Sagrado Corazón de Jesús por su salud corporal, obedeciendo a su director espiritual, el Padre Varin. Es curioso que ella jamás había implorado a Dios por su curación, mas lo hizo por obedecer y el resultado fue el milagro: volvió a caminar. El 15 de junio de 1805 Julia y las primeras discípulas hicieron sus votos sagrados, tomando ella el nombre de Rosa María. El P. Varin escribió unas Constituciones temporales, y lo hizo con tanto acierto que nunca han sido cambiadas sustancialmente. Entregadas a la educación y sustento de los niños pobres, en breve se formaron ellas mismas como maestras para proporcionar letras y virtudes a los pequeños. Y hasta hoy, todas las religiosas estudian magisterio. 

Casa de Namur.
En 1806 la Congregación fue aprobada por el Ministerios de Cultos de Francia. En tres años las hermanas se habían extendido a otras partes de Francia y Bélgica. Esta expansión las alejó del P. Varin, lo que aprovechó el presbítero Sambucy, confesor de las religiosas, para entremeterse, cambiar usos y normas, e intentar que las religiosas pasaran a ser monjas de semiclausura, al estilo de las Ursulinas. Tanto les incordió, ganando al obispo para su idea, que Julia y sus religiosas, menos dos, dejaron la ciudad donde habían nacido para irse al convento belga de Namur. En 1809 se instalaron en Namur, añadiendo al nombre de la Congregación el nombre de la ciudad, al instalar allí su Casa General. El obispo de Amiens intentó que volvieran, la Madre accedió, pero al ver que no tenía la ayuda prometida y la libertad de acción requerida, volvió a Namur.

Julia fundó quince conventos-escuelas en los años que le quedaron de vida. Una profunda vida interior de oración, sacrificio, expiación, al mismo tiempo que desbordada al auxilio de los demás. Cartas, viajes, billetes espirituales, formación a las religiosas, etc. Su mano escritora era incansable. Nuestra santa falleció el 8 de abril de 1816, mientras musitaba el Magníficat, y luego de unos meses de dura enfermedad. Fue beatificada el 13 de mayo de 1906 por San Pío X. Fue canonizada el 22 de junio de 1969 por San Pablo VI. 

Fuente:
https://www.sndden.org/who-we-are/our-history/


A 8 de abril además se celebra a


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