jueves, 22 de septiembre de 2016

San Florencio de Angers, el casi mártir.

San Florencio, ermitaño. 22 de septiembre.

St-Florent-le-Vieil.
Sobre la vida de San Florencio hay datos muy precisos y una leyenda tardía y de escasa verosimilitud. La historia cuenta que era oriundo de Baviera, y fue discípulo de San Martín de Tours (11 de noviembre, sepultura; 4 de julio, ordenación episcopal; 5 de octubre, Iglesia Oriental; 12 de octubre, Iglesia bizantina; 12 de mayo, invención de las reliquias ; 1 y 13 de diciembre, traslaciones), que le ordenó presbítero. Predicó en Poitou y luego se retiró a la montaña en Glonne, para llevar la vida de un ermitaño. Con el tiempo en el mismo sitio se fundó un monasterio llamado St-Florent-le-Vieil.

Ahora, pero la leyenda tiene su miga… Según esta, publicada por primera vez en 1647, Florencio era hermano del célebre San Florián de Lorch (4 de mayo). Cuando la persecución de Diocleciano y Maximiano, ambos hermanos sefueron a Lauriacum (Lorch) a consolar a los cristianos perseguidos. Cruzando el puente se encontraron con unos soldados, antiguos compañeros suyos que, al decirles los hermanos que eran cristianos, les respondieron: "Pero, ¿no habéis oído hablar de los últimos decretos del emperador, que dictan que cualquiera que no sacrifique a nuestros dioses, debe ser atormentado! Por lo tanto, debemos llevaros ante nuestro comandante Aquiliano". "Queridos hermanos de armas" – respondieron los dos santos – "Id y decirlo a vuestro comandante." Los soldados los tomaron por locos y los llevaron ante Aquilino. Este les dijo: "¿Qué me decís, Florián y Florencio? Sólo tenéis que traer una ofrenda a los dioses, como yo y como todos sus compañeros. Y así no os castigaré como los emperadores que han prescrito". Los santos se negaron, por supuesto, y Aquilino mandó les obligaran a sacrificar, y ellos clamaron al cielo: "Señor, nuestra esperanza está en puesta en ti. Danos, Señor, la fuerza necesaria para resistir la crueldad de los tiranos."

Aquilino les acusó de llamar tiranos a los emperadores, a quienes debían obediencia. Pero los santos adujeron que solo a Dios debían obediencia, que el emperador tenía poder sobre sus cuerpos, pero no sobre sus almas, que eran solo de Dios. El comandante entonces mandó que fueran flagelados, y como durante el tormento los santos hermanos no perdían el semblante sereno, ordenó que sobre los hombros les pusieran vigas de hierro con afiladas púas. Pero nada, los santos solo confesaban el nombre de Cristo, así que fueron condenados a que les lanzaran al río Avise con una piedra de molino atada a sus cuellos.

Y se pusieron en marcha, pero cuando aún faltaba por llegar, los soldados se sientieron cansados y se echaron todos bajo un árbol. Entonces apareció un ángel que dijo a Florencio: "Dios no quiere que mueras mártir. Ponte en pie y a la Galia, donde recibirás las sagradas órdenes de manos del santo obispo Martín". Y se rompieron sus cadenas. Florencio contó a su hermano lo ocurrido y este le dijo: "Haz de hacer lo que Dios le dice que hagas. Que Él llenar tu vida de felicidad y que finalmente te de la vida eterna. Me alegraré de encontrarte de nuevo". Y Florencio escapó. Florián fue mártir, siendo lanzado al río como estaba previsto. Su culto ha sido muy extenso en Baviera y otras zonas alemanas, ha llegado a Francia e Inglaterra, y es invocado contra los ahogamientos y los incendios por otras anécdotas de su leyenda propia, en la que no aparece Florencio.

Y seguimos con San Florencio. Este, luego de escapar, se fue a la Galia, como le había mandado el ángel. Llegó un domingo a la orilla del Ródano, frente a Lyon, pero no había barca para cruzar. Como el santo quería oír misa, se subió a un bote podrido y lleno de agujeros, que le transportó felizmente al otro lado del río. Apenas llegó a la ciudad halló a un poseso que bramaba, Florencio se puso de rodillas y clamó a Dios, hizo la señal de la cruz sobre el endemoniado y este quedó libre. Mientras esto pasaba, San Martín tenía una visión acerca de un hombre de Dios que vendría a él. Unos días más tarde Florencio llegó a la presencia del santo, entre tantos peregrinos y pobres que visitaban al santo obispo, pero este le reconoció como el que Dios le enviaba como ayuda en la evangelización. Martín le bendijo, le interrogó y supo sobre él (lo de Florián, el fallido martirio, etc., suponemos) y quedó satisfecho, por lo que le dijo hiciera tres días de oración. Al cabo, lo ordenó presbítero. 

Luego de ser ordenado, una noche estando en maitines, Dios le reveló donde debía retirarse para vivir en oración. Era una cueva a las orillas del Loira, en un sitio llamado Glonne. Florencio se encaminó allí y, halló el sitio, que estaba infestado de serpientes. El santo invocó a Dios para que así como libraba del demonio a sus devotos, le librara a él de las serpientes. Y enseguida, estas abandonaron la cueva sin hacerle daño alguno. Construyó allí Florencio una capilla dedicada a San Pedro, en la cual se dedicó al culto divino, alternando oración, penitencia y trabajo.

Exvotos en agradecimiento al santo.
Todos los años viajaba una vez a Tours para orar, bendecir y predicar al pueblo, y en una ocasión en la que pasaba por la actual Saumur, los habitantes de la ciudad le detuvieron clamando: "¡Oh, hombre santo, hay una enorme serpiente que devora a las personas y los animales. Líbranos de ella!" Pero el santo, por humildad, respondió que lo diría a San Martín para que él los librase de la bestia y siguió de camino. Al llegar a Candes halló una viuda ciega a la orilla del río, que lloraba porque a su hijo se lo habían tragado las aguas y le creía ahogado. Florencio la consoló e hizo una oración. Se le apareció su ángel protector, que le dijo que el chico no estaba muerto, y le señaló el sitio donde estaba. Florencio llamó a unos pescadores, que echaron las redes en el sitio indicado, sacaron al hijo de la viuda, que se repuso enseguida. Además, el santo devolvió la vista a la pobre mujer. Al llegar a Tours, dijo a Martín lo de la serpiente de Saumur y este le encomendó que orara y que al regreso salvara al pueblo del animal. Así lo hizo Florencio, que se fue a la gruta del enorme reptil y, en nombre de la Santísima Trinidad, mandó a la serpiente que se fuera de allí sin hacer daño a nadie. Y el animal salió disparado, perdiéndose en una sima para siempre.

Florencio falleció el 22 de septiembre, con 123 años, y fue llorado por todo Angers, Tours y los alrededores, pues muchos milagros había realizado. Fue sepultado en el sitio que él mismo había cavado desde años antes. Al construirse el monasterio de Saint-Florent de Glonne, se trasladaron allí sus reliquias. En 853, por miedo a las invasiones vikingas, los monjes huyeron a Berry y Tounus, llevándose estos las reliquias del santo consigo, pero al volver a Glonne, los monjes de Tounus no quisieron devolver las reliquias, así que algunos monjes se las robaron y las llevaron al monasterio que fundaron en Saumur con el nombre de Saint-Florent-le-Jeune, para diferenciarlo de Saint-Florent de Glonne, llamado desde entonces Saint-Florent-le-Vieil, y que existe aún. 

En 1077 se trasladaron a la abadía de Roye, cerca de Amiens. En el siglo XV la pelea de las reliquias volvió a estar al rojo vivo, y el rey Luis XI de Francia decidió devolver las reliquias a Saumur, donando además un relicario, pero cuando la procesión iba de camino los habitantes de Noyant y algunos monjes de Roye asaltaron la comitiva y se llevaron las reliquias a la parroquia de Noyany. Allí fueron veneradas hasta 1496 cuando el Parlamento de París tuvo que intervenir y decretar la división de las reliquias: una parte para la abadía de Roye y la otra para Saint-Florent-le-Jeune, en Saumur. Estas últimas reliquias fueron profanadas por los herejes en 1562, pero se salvaron, aunque fueron profanadas de nuevo y esta vez destruidas, durante la Revolución Francesa. En 1850, al suprimirse la abadía de Roye, las únicas reliquias que quedaban pasaron a Saint-Florent-le-Vieil, donde se veneran.

Es abogado contra los animales venenosos y se le invoca para calmar el llanto de los bebés.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo X. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
-http://www.mythofrancaise.asso.fr/mythes/figures/FLOmytho.htm.


A 22 de septiembre además se venera a  
San Mauricio y la Legión Tebana, mártires.
San Emmeran de Ratisbona, obispo y mártir.

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