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jueves, 6 de mayo de 2021

La muerte le salvó de ser injusto.

San Britto de Tréveris, obispo. 6 de mayo. 

Sucedió Britto a San Bonoso (17 de febrero) en la sede de Tréveris en el convulso momento de la herejía prisciliana y la condena de su propulsor, el obispo hispano Prisciliano. Este propagaba una serie de errores teológicos, que abarcaban desde el Panteísmo, el Sabelianismo o el Docetismo, la preexistencia de las almas, la condena del matrimonio y la no resurrección de los muertos entre otras cosas. En el Sínodo de Valence, en 374, en la condena de las doctrinas heréticas, mas no del obispo, a quien se le pide retractarse, la firma de Britto aparece justo después de la del papa San Dámaso (11 de diciembre) y la de San Ambrosio (4 y 5 de abril, muerte y entierro; 7 de diciembre, consagración episcopal). Esto indica la importancia de la sede de Tréveris. 

Britto también estuvo presente en el Sínodo llevado a cabo en su sede episcopal, en 384, en el que estuvo de parte de San Martín de Tours (11 de noviembre) en su intención de salvar al obispo Prisciliano, de quien el emperador Máximo, junto al obispo Itacio, quería la cabeza. San Martín insistió en que la excomunión pronunciada contra los herejes era más que suficiente castigo, y pensó lo había salvado, mas apenas se fue de la ciudad, los obispos lograron que el emperador Máximo ejecutara a Prisciliano y a sus principales discípulos, y además enviara órdenes a España para que se persiguiera y ejecutara a los priscilianos. La tortura le arrancó a Prisciliano una confesión, probablemente falsa, de prácticas impuras; y sobre esta base fue decapitado junto a otros seis. Otros fueron desterrados. 

Britto murió a inicios de 385, al mismo tiempo que esto ocurría, por lo que nada pudo hacer, de hecho su persona no consta en la condena de Prisciliano. Fue sepultado en la iglesia de San Paulino (31 de agosto), donde aún se veneran sus reliquias. Su sucesor fue San Félix (26 de marzo), un laico prominente de la ciudad, alejado de los poderes temporal y eclesiástico.  


Fuentes:
-https://heiligen-3s.nl
-"Vidas de los Santos". Tomo IX. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.

A 6 de mayo además se celebra a






miércoles, 5 de mayo de 2021

Monje ejemplar, fundador y prelado humilde.

San Martín de Sigüenza, obispo cisterciense. 5 de mayo y 16 de septiembre. 

Nació sobre 1140, en la familia noble castellana de los Finojosa (o Hinojosa), emparentada con los reyes navarros. Sus padres fueron Miguel Muñoz de Finojosa, y Sancha Fernández. Fue un niño despierto para las letras, por lo que pronto comenzó a estudiar, a la par que acrecentaba sus virtudes. Siendo aún jovencito murió su padre, el cual fue enterrado en Silos. El día de los funerales, el ver la solemnidad de los monjes, su dedicación a la alabanza divina y su compostura, le decidieron a ser monje. Somo era el segundo de los hermanos, al decirle a su madre, esta no opuso reparos, pues la sucesión era toda del hermano mayor, Nuño.  

Sin embargo, Martín no se decidió por los benedictinos de Silos, sino por los cistercienses de Cántavos (primer monasterio de la comunidad que luego pasaría a Huerta), fundado en 1151. La vida ascética del Císter y su sencillez le atrajo mucho más que la benedictina. Junto con el hijo, la madre entregó al monasterio el pueblo de Boñizes, que le pertenecía al hijo. A pesar de su origen noble, Martín no desdeñó tareas impuestas: siempre callado, humilde y obediente, sus delicias eran la oración y el trabajo manual. Al poco tiempo de hacer sus votos ya era muy considerado por los monjes como un digno hijo de San Benito y San Bernardo. 

En 1162 la comunidad se trasladó al hermoso monasterio de Huerta, y Martín fue elegido como abad, habiendo fallecido el abad Dom Blas. Sólo tenía 26 años. Aparte de sus prendas, influyó, como no, su familia y su origen nobiliario. Su tiempo como abad hizo florecer Huerta, convirtiéndolo en un verdadero huerto de virtudes y erudición. El monasterio tiene una biblioteca estupenda que fue iniciada en tiempos de Martín, al que Huerta llama, con justicia, “nuestro Padre”.  

Sus ejemplos, escritos y la labor de los monjes hicieron al recinto y a Martín ganar la admiración del rey Alfonso VIII y de los nobles castellanos y leoneses. En 1179 comenzó la edificación de la nueva iglesia monástica, poniendo la primera piedra el rey y su mujer, la reina Leonor. Este rey, además, le concedió varios pueblos, salinas y no pocos beneficios de impuestos para que la obra no se detuviese. Los reyes de Aragón también fueron espléndidos con el monasterio, dotándolos con alhajas, exenciones, ricas telas y vasallos, a cambio de las constantes oraciones de los monjes por los monarcas y sitio de enterramiento. Incluso había una ceremonia para esto, en la cual, dicha la misa de la Santísima Trinidad, se acudía procesionalmente al claustro y allí el abad señalaba el lugar de la sepultura del noble o monarca protagonista de la ceremonia. Todavía hay allí una comunidad monástica masculina.

Martín tuvo gran estima a las monjas de Las Huelgas de Burgos, a las que donó tierras y beneficios que él recibía. Las visitaba con frecuencia y ellas lo agradecían con sus oraciones y primorosos trabajos de costura para su catedral. A las abadesas de Las Huelgas dio la sujeción de todos los monasterios de monjas de los reinos de Castilla y León, creando una especie de abadesa general. Decretó que todos los años se celebrase allí un Capítulo de monasterios femeninos, asistiendo él al primero, en 1189. 

Martín fue elegido obispo de Sigüenza por los canónigos de esta catedral en 1191, siendo confirmada su elección por el rey Alfonso y del papa Clemente III. Aunque Martín se negó, finalmente aceptó humildemente. Fue atento a la vida moral del clero, del cabildo catedralicio y de los monasterios. Dictó cánones para proteger a los presbíteros en los juicios, algunos de ellos hoy diríamos que injustos en cuanto bastaba la palabra de los sacerdotes para ser creídos. Ganó los viejos pleitos que el obispado tenía con los obispados de Osma y Tarazona, a cuenta de los límites territoriales, los pueblos que les pertenecían, con sus respectivos diezmos e impuestos. Fue padre providente de los pobres, desamparados y cautivos cristianos que estaban prisioneros de los musulmanes en otras partes de la península ibérica. 

Solo dos años fue obispo titular nuestro santo, el cual anhelaba tanto el claustro, que en 1193 pidió al papa Celestino III le permitiera renunciar, para volver al monasterio. Una vez obtenida la licencia papal y el permiso real, se despojó de todas sus insignias episcopales en una solemne ceremonia en la catedral, y vestido solamente con su usado hábito del Císter, emprendió el camino a pie a Huerta. Allí fue recibido por sus monjes con gran alegría, y el mismo lloró lágrimas de gozo al abrírsele las puertas. No está claro si siendo aún obispo titular o habiendo vuelto al monasterio, murió su madre, la cual quiso ser sepultada en Huerta, en una simple tumba detrás de la capilla mayor, sin reconocimiento alguno. Así lo hizo el santo, quien hubiera deseado una hermosa sepultura para su madre, pero prefirió cumplir su voluntad. 

En el monasterio vivió aún 20 años más entre rigores, oración, silencio y vida escondida. Tenía oración muy subida, y su carne era presa de grandes penitencias. Ejercía los más oficios humildes y obedecía prontamente como si de un novicio se tratase. En 1213, estando visitando a los monjes de Oliva, supo por revelación que moriría pronto. Emprendió camino de vuelta para morir en su amado Huerta, más pasando por el monasterio de Socota de Tajo, tuvo que detenerse para rendir su alma al Creador, el 16 de septiembre del mismo año, con 75 años de edad. 

El santo cuerpo fue trasladado a Huerta con tristeza, pero con alegría al mismo tiempo, como si de la traslación de las reliquias de un santo canonizado se tratase. Y no pocos favores dispensó a los que le rendían homenaje en el camino. Fue sepultado en la iglesia del monasterio en una sencilla sepultura en la tierra. En 1558 hubo una inundación en la zona y las sepulturas se hundieron, dejando ver la osamenta del santo, mas no la cabeza. Se identificó por las vestimentas episcopales que vestía y por el intenso perfume que brotó del sepulcro. Las reliquias se colocaron en el altar mayor. En 1662 se trasladaron a una bella urna de jaspe y bronce, que fue colocada en el retablo mayor. En 1776, concluido el hermoso retablo barroco de la iglesia, la urna fue puesta en este. 

Sobre la cabeza perdida, una leyenda dice que un ángel, vestido de peregrino la tomó y la entregó al Capítulo de Sigüenza, los cuales la colocaron en el retablo mayor. Sin embargo, otra leyenda dice que es la de San Sacerdote de Limoges (5 de mayo). 


Fuentes:
-"Médula Histórica Cisterciense". Volumen 3. ROBERTO MUÑIZ O.Cist. Valladolid, 1780.
-
La leyenda de Oro. Tomo 2. Madrid 1853


A 5 de mayo además se recuerda a:

Santa Ferbuta,
virgen y mártir
.
San Ángelo,
protomártir carmelita
.
Santa Jutta,
viuda y eremita
.
San Maroncio, abad.






viernes, 26 de marzo de 2021

San Félix de Tréveris, obispo.

San Félix de Tréveris, obispo. 26 de marzo.

Fue Félix un cristiano prominente de Tréveris que fue ordenado en los convulsos tiempos del hereje Prisciliano. A grandes rasgos: estos herejes, con el español Prisciliano a la cabeza, propagaban varios errores desde el Panteísmo, el Sabelianismo o el Docetismo, la preexistencia de las almas, la condena del matrimonio y la no resurrección de los muertos entre otras cosas. El emperador Máximo, junto al obispo Itacio, quería la cabeza de Prisciliano y los obispos aduladores no osaron negarse. Solo San Martín de Tours (11 de noviembre) clamó contra intervención del poder secular en causas eclesiásticas y contra el castigo de Prisciliano y sus discípulos, alentado desde España por los obispos ibéricos.

Martín insistió en que la excomunión pronunciada contra los herejes era más que suficiente castigo, y arengó con tal maestría que, en 384, luego del Sínodo de Tréveris creía que había logrado salvar a Prisciliano y los otros. Sin embargo, apenas se fue de la ciudad, los obispos lograron que el emperador Máximo ejecutara a Prisciliano y a sus principales discípulos, y además enviara órdenes a España para que se persiguiera y ejecutara a los priscilianos. La tortura le arrancó a Prisciliano una confesión, probablemente falsa, de prácticas impuras; y sobre esta base fue decapitado junto a otros seis. Otros fueron desterrados.

En 385 Martín regresó a Tréveris y junto a San Ambrosio (4 y 5 de abril, muerte y entierro; 7 de diciembre, consagración episcopal) intentó salvar a los herejes sobrevivientes, negando la autoridad de los obispos perseguidores. Al mismo tiempo intentó salvar a algunos seguidores del difunto emperador Graciano, a quienes el emperador Máximo pretendía condenar a muerte. El emperador entonces le dijo que si perdonaba a estos, tendría que permitir la persecución, confiscación de bienes y muerte de los priscilianos en España. Tuvo que ceder Martín, a regañadientes, y renunciar a su defensa de los priscilianos.

En medio de estos conflictos había fallecido el obispo de Tréveris, San Britto (6 de mayo), y se pensó para reemplazarle a alguien alejado del poder temporal, de los herejes y se eligió a nuestro santo. Félix fue consagrado al día siguiente de su elección. Félix fue un obispo misionero y muy celoso del culto de los mártires. En 396 trasladó las reliquias de su predecesor San Paulino (31 de agosto) y las colocó en la iglesia de San Mauricio (22 de septiembre), hoy iglesia de San Paulino. También recopiló todas las reliquias dispersas de los mártires San Palmacio y compañeros (5 de octubre y 12 de diciembre, invención de las reliquias), juntándolas en una iglesia, denominada Santa María y Todos los Mártires. En 398 renunciaría al gobierno de la sede para retirarse como ermitaño a cuidar de esta misma iglesia que había construido. Falleció a inicios del siglo V.

Fuente:
-https://heiligen-3s.nl


A 26 de marzo además se celebra a







 

lunes, 1 de marzo de 2021

Prelado humilde, padre providente y taumaturgo

San Albino de Angers, obispo. 1 y 2 de marzo. 

Albino, o Aubin, nació en 469 en Vannes, Bretaña, en una familia de ascendencia anglosajona. Fue educado en el monasterio de Cincillac, en la ciudad de Angers. Fue un monje virtuoso, aplicado al estudio y la oración. En 505 fue elegido abad de la comunidad, y lo fue durante 35 años, siendo un ejemplo para todos. Fundó varios monasterios y dio comienzo a la biblioteca monástica. 

En 529 la ciudad de Angers le eligió como obispo, pero Albino se negó rotundamente. Solo aceptó luego de la reconvención de su buen amigo San Melanio de Rennes (6 de noviembre) y de los obispos otros San Lô de Coutances (22 de septiembre) y San Marcos de Nantes (25 de diciembre), quienes además fueron quienes le ordenaron obispo. Fue un padre para todos sus fieles, especialmente para los presos, a quienes demostró gran caridad, convirtiendo a muchos a la buena vida y logrando para ellos el perdón. Para obtener la palabra de enmienda de los prisioneros amnistiados Albino creó una ceremonia en la que estos juraban sobre el sepulcro San Maurilio (13 de septiembre), el obispo taumaturgo de Angers. Esta ceremonia duró durante siglos, hasta la Revolución Francesa. 

Realizó Albino numerosos milagros, según cuenta su leyenda. Dícese que el rey Childebert se empeció de una mujer llamada Etheria y para lograr hacerla suya, la raptó. Al saberlo Albino se presentó en la prisión y pidió que la mujer fuera liberada. Se lo negó el carcelero. Así tres veces, y a la última Albino tocó al guardia y este cayó muerto. Al saberlo Childebert dejó libre a la joven, aunque pidió una recompensa por ello, pensando que Albino no pagaría. Mas este hizo una oración y cavando el suelo con su báculo halló unas monedas de oro que el rey tomó sorprendido. Otro milagro que se cuenta es que resucitó a un niño llamado Alabaudo, al que llevaban a enterrar. 

Fue Albino uno de los prelados más radicales en el Concilio de Orleans, en 541, denunciando sobre todo el pecado de incesto, que entre los nobles era demasiado frecuente, incluso entre padres e hijos, solo por el hecho de no dividir posesiones. Ante esto la mayoría de los obispos callaba, traicionando los cánones eclesiásticos que prohibían los matrimonios incestuosos. Y tanto se esforzó, que logró que el Concilio determinara que quien pecaba de incesto era excomulgado “latae sententiae”. 

Albino subió a los cielos el 1 de marzo de 550 y su cadáver fue sepultado en su catedral. En 557 se terminó una basílica para honrar su memoria y allí fueron depositadas sus reliquias definitivamente el 2 de marzo de ese mismo año. Luego se construiría una hermosa abadía. 

Aparición en Guérande
San Venancio Fortunato
(14 de diciembre) escribió una biografía de San Albino, en la cual hace mención de numerosos milagros ocurridos en la tumba del santo. Sobre todo se extiende en uno, que también recoge San Gregorio de Tours (17 de noviembre): un hombre cojo permaneció toda la noche esperando abrieran la iglesia para pedir por su salud al santo. Allí se durmió y soñó que un hombre que radiaba luz le decía que justo a las 9 de la mañana, al empezar la Tercia, fuera al sepulcro de Albino, quien junto con San Martín de Tours (11 de noviembre) bendecía y sanaba a muchos mientras duraba el Oficio Divino. Así lo hizo el cojo, y apenas sonó la campana de Tercia y los monjes comenzaron a cantar el Oficio, sanó milagrosamente. Y con él, también fue sanada una ciega que allí se hallaba. 

Una leyenda popular cuenta que, en el siglo IX, cuando la ciudad de Guérande fue amenazada por los vikingos, se vio al santo aparecer en el cielo montando a caballo y dispersando a los paganos. Desde entonces, como no, es el patrón de la ciudad. 


Fuentes:
-"Dix mille saints: dictionnaire hagiographique". A. SIGIER. 1991.
-"Vidas de los Santos". Tomo III. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 1 de marzo además se recuerda a:





martes, 3 de julio de 2018

Del manso león de Roma.

San León II, papa. 3 de julio y 28 de junio.

Al parecer nació en Messina y era hijo de un médico. De su juventud se desconoce casi todo. En 681 subió al solio pontificio para suceder a San Agatón (10 de enero). Su consagración demoró más de un año, puesto que el emperador Constantino IV se negaba a confirmar la elección debido a que el Sexto Concilio Ecuménico, comenzado por Agatón y culminado por nuestro León había excomulgado al papa Honorio I por su cercanía al monotelismo. 

Además, el emperador estaba muy molesto con la Iglesia romana porque Agatón se había negado a pagar el "tributo" que la Iglesia debía pagar al emperador por la confirmación del papa romano. Finalmente, León anuló la excomunión de Honorio I y fue consagrado el 17 de agosto de 682. Durante su pontificado se condenó, una vez más el monotelismo, una herejía que afirmaba que en Cristo solo había una voluntad divina, omitiendo la humana. Ya la había condenado el papa San Martín I (13 de abril), pero aún tenía sus seguidores.

León cerró el conflicto con la Iglesia de Rávena, la cual defendía su autonomía y la no necesidad de que sus obispos fueran consagrados por el papa de Roma. Tenían un privilegio firmado por el emperador Constante II, que León se encargó de anular, devolviendo la obediencia a la Iglesia y a la persona del romano pontífice.

Construyó León varias iglesias en Roma, entre ellas la de San Jorge "in Velabro". Trasladó a las iglesias numerosas reliquias de los mártires desde las catacumbas. Además, compuso algunos himnos y cánticos para el culto, reformó la disciplina eclesiástica y fue un alma muy caritativa, llegando a vivir en la pobreza por socorrer a los necesitados.

San León II falleció el 28 de Junio de 681. Fue enterrado en la primitiva basílica de San Pedro.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo VII. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.

Otros santos papas son:

San Esteban I. 2 y 30 de agosto.
San Telesforo. 5 y 30 de enero (carmelitas), y 22 de febrero.
San Dionisio. 19 de enero (carmelitas) y 26 de diciembre.
San Celestino V. 19 de mayo.
San Cleto. 26 de abril.
San Ceferino. 26 de agosto.
San Inocencio I. 28 de julio.
San Sergio I. 8 y 9 de septiembre.
San Melquíades. 10 de diciembre.
San Agapito I. 22 de abril y 20 de septiembre, la traslación.
San Lino. 23 de septiembre.
San Urbano I. 25 de mayo.
San Silvestre I. 31 de diciembre.
San Eugenio I. 2 de junio.
San Hormisdas. 6 de agosto.
Beato Gregorio X. 10 de enero.
San Julio I. 12 de julio.
San Zacarías. 3, 15 y 22 de marzo.
San Marcos. 7 de octubre.
San Calixto I. 14 de octubre.
San Gregorio III. 28 de noviembre.
San Gelasio I. 21 de noviembre.
San Lucio I. 4 de marzo.
San León IX. 19 de abril.
San Aniceto. 17 de abril.
San Alejandro I. 3 de mayo.
San Gregorio VII. 25 de mayo.
San Agatón. 10 de enero.
San Celestino I. 6 de abril.
Beato Benedicto XII. 25 de abril.

A 3 de julio además se celebra a:


San Jacinto de
Cesarea, mártir.
San Agapio de
Córdoba, obispo.
Santo Tomás,
Apóstol.











lunes, 1 de enero de 2018

El Taumaturgo de Condat.

San Oyend de Condat, abad. 1 de enero.

Su "vita" fue escrita por un monje de Condat en el siglo VI, y aunque el autor casi fue contemporáneo del santo, tiene más de leyenda que de historia. Gran parte de esta "vita" pretende explicar los ritos del "Óleo de San Oyend", un aceite bendecido que el monasterio ofertó durante siglos a los devotos del santo. Igualmente explica la presencia de algunas reliquias en el monasterio, para darles autenticidad.

Según este escrito, Oyend (Eugend, Agend, Yan, Eugendo) nació en Franconia, a finales del siglo V y fue hijo de un presbítero. Siendo aún un niño pequeño tuvo una visión en la cual veía a dos religiosos que le tomaban y le llevaban consigo a una alta montaña, desde la cual oyó una voz, como el Patriarca Abraham, que le decía "Tu descendencia será tanta como estas estrellas". Y aparecían cientos, miles de monjes que confirmaban aquellas palabras. Además, se vio el niño Oyend en el cielo, donde los ángeles entonaban salmos y cánticos ante el trono del Altísimo. Cuando terminó la visión, la refirió a su padre, el cual lo confió a los Santos abades Román y Lupicinio (28 y 29 de febrero), que recién habían fundado un monasterio en Condat.

Así, a los siete años entró al monasterio. Pronto aprendió a leer, escribir y cantar. Apenas tuvo la edad requerida, tomó el hábito monástico allí mismo. Fue penitente y orante como pocos, y se dice siempre llevó una áspera camisa de pelo bajo el hábito y unos zapatos de madera, toscos y sin refinar por dentro. Dormía sobre un saco de paja, sumamente incómodo. Su oración era prolongada, y salía de ella transfigurado, con una luz sobrenatural emanando de su rostro. No comía sino una sola vez al día, a la hora de Sexta, y solo comía otra vez si la obediencia se lo imponía.

Estudió las Escrituras y los Padres de la Iglesia, destacando por su recta comprensión de la doctrina católica. Su obispo quiso ordenarle presbítero para que pudiera predicar el Evangelio, pero Oyend nunca quiso, sino que prefería ser un simple monje sin honores. Fue un gran auxilio para su abad, el cual descargaba con confianza numerosos encargos y acciones de gobierno, teniéndole por vicario fiel. Destacó sobre todo como director de la escuela del monasterio, en la que él mismo se había formado. Poco tiempo después tuvo una visión en la cual los santos fundadores Román y Lupicinio le cedían su cayado y su cíngulo, en signo de que le elegían para que fuera abad del monasterio cuando los monjes lo decidieran.

Y efectivamente, al poco tiempo, en 490, murió su abad y Oyend fue elegido por unanimidad como abad de Condat. Fue prelado piadoso, noble y recto al mismo tiempo. Aun así, a veces recibía críticas de sus monjes, a las cuales respondía con humildad y redoblando sus penitencias para ser mejor. Tuvo el don de milagros, y los dones de conciencias y de sanación. Incluso por medio de sus cartas hacía milagros, lo cual fue aprovechado, según la leyenda, por varios prelados y presbíteros, para escribirle y obtener respuesta suya, y así, por medio de estas cartas "milagrosas", aliviar las penas de los enfermos. Otro sacramental muy usado por el santo fue el aceite bendito, que sus visitantes se llevaban del monasterio para ungir a enfermos, obrándose portentos.

También eran efectivas su acción y oración contra el demonio. Cuéntase que una joven de Secundiac cayó bajo el dominio de un demonio, que llegó a enloquecerla hasta el punto de tener que ser atada con cadenas. Conjurado el demonio a que dejara a la muchacha en paz, el diablo dijo que sólo podría contra él sino el Oyend, el abad de Condat. Fueron a rogarle al santo que viajara a exorcizar a la joven, mas Oyend se negó a salir del monasterio, aunque firmó una nota en la cual ordenaba al diablo, en el Nombre de Cristo, a salir de la joven. Todavía no habían llegado a la mitad del camino cuando el diablo, sintiendo cerca la presencia del santo abad, salió del cuerpo de la poseída.

Nuestro santo tuvo, por iluminación divina, el conocimiento previo de las cosas, como la pronta muerte de algunos de sus monjes, a los cuales avisaba para que se prepararan para el encuentro definitivo con Cristo. También predecía la llegada de los prelados o personajes ilustres, esmerándose en que todo estuviera listo. También tuvo el especial don de conocer las virtudes o vicios de los que rodeaban sintiendo un agradable perfume o espantoso hedor, según el caso. Algo que también leemos de Santa Cristina la Admirable (24 de julio).

Uno de los "hechos" más conocidos y representados en la iconografía de San Oyend es una visión que tuvo: Se le aparecieron los apóstoles San Pedro, San Pablo y San Andrés un día que descansaba bajo un árbol. Luego de saludarles y preguntarles de donde venían, los tres santos le revelaron quienes eran. Oyend, luego de besar sus pies inquirió que hacían los santos por aquellos parajes, siendo que sus cuerpos se veneraban en Roma y de Patras. Entonces San Pedro le contestó: – "Eso es verdad, nosotros estamos donde tú aseguras, mas hemos venido aquí, que es donde debemos habitar ahora". Y desaparecieron. En ese momento vio el santo abad se acercaban dos monjes que años atrás habían salido en peregrinación, quienes traían un arca con reliquias los santos Pedro, Pablo y Andrés. Las reliquias fueron llevadas al monasterio solemnemente y veneradas durante siglos en el altar.

También gozó nuestro santo de la protección del gran San Martín de Tours (11 de noviembre, sepultura; 4 de julio, ordenación episcopal; 5 de octubre, Iglesia Oriental; 12 de octubre, Iglesia bizantina; 12 de mayo, invención de las reliquias; 1 y 13 de diciembre, traslaciones), el cual socorrió a varios de sus monjes en una ocasión en que Oyend les había enviado a comerciar con sal. Sucedió que a los dos meses aún no habían regresado los monjes y Oyend entristeció sobremanera, pensando no les habría enviado a la muerte. Entonces, estando en oración en su lecho, se le apareció San Martín, quien le aseguró que estaba a salvo por su protección, aunciándole el día y hora en que llegarían al monasterio. Oyend lo comunicó a sus monjes al día siguiente, y así mismo ocurrió, pues el día y hora anunciados aparecieron los monjes. Además experimentó la protección de San Martín cuando el monasterio de Condat sufrió un incendio y milagrosamente se salvaron numerosos bienes, pudiendo reconstruirse el monasterio en poco tiempo. Además, el aceite bendito, siendo lo más inflamable, quedó intacto en medio de las cenizas el recinto.

Luego de la Navidad de 509, Oyend se sintió desfallecer y pidió le fuera impartido el sacramento de la Extremaunción, pues sabía no le quedaban sino pocos días de vida. Consoló a sus monjes, que estaban tristes por perderle, y les animó a elegir un abad mejor que él mismo. Tuvo una visión en la cual los santos Román y Lupicinio entraban con un ataúd y alegres le mostraban el cielo. Pidió a sus monjes no retrasaran su muerte con oraciones, sino que pidieran mejor para que alcanzara pronto el cielo. Y así, el primer día de año de 510, teniendo 60 años, el santo abad entró a la gloria eterna. 

Fuentes: 
-"Dix mille saints: dictionnaire hagiographique". A. SIGIER. 1991.
-"Les vies de tous les Saints de France". Tomo V. M. CH. BARTHELEMY. Versalles 1864.

A 1 de enero además se celebra a
San Demet de Plozevet, eremita.
San Concordio, presbítero y mártir.

viernes, 17 de noviembre de 2017

De un hagiógrafo al que admiro.

San Gregorio de Tours, obispo. 17 de noviembre. 

Nuestro santo nació en una noble familia, ilustre en el Imperio y en la Iglesia. Su bisabuelo materno fue San Gregorio de Langrés (4 de enero), y tíos abuelos fueron los obispos San Nicecio de Lyon (2 de abril), San Tetric (18 de marzo) y San Gallo de Clermont (3 de julio). Al nacer, el 30 de noviembre de 539, le llamaron Jorge Florencio, en honor a sus antepasados, pero ya se cambiaría el nombre luego. Muy pronto quedó huérfano de padre y su madre le educó con gran amor y rectitud. Cuando tenía 6 años comenzó a estudiar con San Avito de Clermont (21 de agosto) cuando este era aún arcediano, quien que le preparó para ordenarse presbítero. Era un joven piadoso y amante del saber, pero un poco creído y necesitó una “conversión”, según cuenta él mismo: en un viaje que realizaba a Chalons-sur-Saone, donde vivía su madre, una tormenta comenzó a amenazar con caer. Gregorio, que llevaba una arqueta con reliquias en el pecho, la sacó y la sostuvo en alto apuntando hacia las nubes. Y en ese momento las nubes se separaron y el cielo se despejó. Pero Gregorio no pudo evitar decir a sus compañeros que era muy posible que las nubes hubieran sido desvanecidas tanto por las virtudes de las reliquias sus virtudes como por las suyas propias. Y en ese momento, su caballo dio un mal paso y Gregorio cayó al barro, provocando la risa de sus compañeros. Este hecho le hizo más humilde y le acercó más a Cristo.

En 573 murió el obispo de Tours, San Eufronio (4 de agosto), y Gregorio fue elegido para sustituirle. Su prestigio como presbítero sumado a sus conexiones familiares hicieron posible esta elección. Apenas fue elegido, casi muere de una enfermedad intestinal de la que se sanó gracias a la intercesión de San Martín de Tours (11 de noviembre, sepultura; 4 de julio, ordenación episcopal; 5 de octubre, Iglesia Oriental; 12 de octubre, Iglesia bizantina; 12 de mayo, invención de las reliquias; 1 y 13 de diciembre, traslaciones).

Uno de sus principales problemas en el episcopado fue a causa del poder civil. Al igual que le había pasado a su tío abuelo San Tetric tuvo que mediar entre un rey y su hijo rebelde: Meroveo, hijo de Chilperico, se había casado con su tía Brunehildis, viuda de Sigeberto, para poder heredar el reino de Austrasia. Fue obligado a separarse de ella y conminado a retirarse en la abadía de Anisole. Pero Meroveo, sospechando que su madrastra Fredegundis planeaba matarlo, se refugió en Tours pidiendo asilo. Gregorio le ofreció protección por caridad, aunque le recordó que no estaba bien que un hijo se rebelara contra su padre, por mal que este le hiciera. Meroveo entonces le pidió le leyera los oráculos de la Escritura. Esta costumbre, que estuvo bastante extendida, consistía en abrir al azar la Biblia en tres ocasiones y sacar una enseñanza de los textos leídos. En ocasiones se hacía ante grandes calamidades públicas, con cierto ceremonial, hoy olvidado. En fin, que Gregorio accedió y, luego de invocar al Espíritu Santo, abrió las Escrituras y leyó: "Al ojo que se burla de su padre, y desprecia obedecer a su madre, los cuervos del valle lo recogerán, y las jóvenes águilas se lo comerán" (Prov. 30, 17). 


Gregorio y Pretextato
ante Chilperico.
Meroveo no quedó contento y Gregorio tuvo paciencia y, luego de tres días de ayuno y oración, tomo las Escrituras, que antes había puesto sobre la tumba de San Martín, y leyó: "Porque abandonaron al Señor su Dios, que sacó a sus padres de la tierra de Egipto, y tomaron otros dioses... por tanto, el Señor trajo sobre ellos todo este mal" (1 Reyes 9, 9). Luego abrió la Escritura por otro sitio y leyó: "Tú los colocaste en lugares resbaladizos, y los derribaste, y los destruiste. O cuán repentinamente consumen, perecen y llegan a un fin temeroso" (Salmo 22, 18-19). Y luego, al abrir los Evangelios leyó Gregorio solemnemente: "Sabéis que después de dos días es la fiesta de la Pascua, y el Hijo del Hombre será traicionado para ser crucificado". (Mateo 26, 2). Con estos textos todo parecía estar claro, pero igualmente el joven no pudo escapar de la maldad de su madrastra y murió asesinado por ella, aunque la versión "oficial" contó que se había suicidado.

Luego de esto, en 575 el rey convocó un Concilio en París para juzgar a San Pretextato de Rouen (24 de febrero) por haber casado a Meroveo y su tía. El rey hizo presión para que el santo fuera excomulgado por violar los cánones, pero Gregorio le defendió, junto a Aecio de París, alegando que los contrayentes no eran consanguíneos, pues Brunehildis era tía política de Meroveo. Tanto Chilperico como su mujer Fredegundis intentaron sobornar a Gregorio, pero este rechazó toda componenda encaminada a condenar a un obispo inocente.

Fredegundis no podía perdonar a San Gregorio por oponerse a sus ambiciones con tanta valentía, por lo cual agitó a Leudast, conde de Tours, para incordiar constantemente al santo obispo, aunque sin mostrarle abierta violencia, pues Gregorio era un personaje muy prestigioso. Este Leudast había estado implicado en el asesinato de Sigebert y era enemigo de Meroveo, así que consideraba a Gregorio como enemigo suyo. Hizo correr la voz de que el santo había hablado irrespetuosamente de Fredegundis, diciendo que era una mala mujer. Cuando el rumor se hizo público, él mismo avisó a Chilperico de ello. Este, sin embargo no creyó el rumor, e incluso pretendió destituir a Leudast. Pero este mal hombre rápidamente se inventó otra calumnia sobre Gregorio, al decir que nuestro biografiado había acusado a la reina de vivir en adulterio con el obispo Bertrand de Burdeos. Ante este chisme, Chilperico le dio una buena tunda de palos a Leudast, echándolo de su presencia. Sin embargo, su amigo Riculf, subdiácono de Tours, le apoyó, diciendo que efectivamente Gregorio difamaba de la reina. Entonces, sobre 580 el rey convocó un Concilio en Berni, cerca de Soissons, para escuchar los cargos contra el obispo de Tours. Bertrand de Burdeos acusó a Gregorio de haber declarado lo del adulterio con la reina, pero al no presentar prueba alguna, ningún obispo se atrevió a acusar a Gregorio de tal calumnia. Todos se contentaron con un juramento solemne que el santo hizo acerca de que nunca había difamado de la reina ni de nadie. Y quien salió mal fue Leudast, quien fue excomulgado y castigado por difundir rumores falsos sobre un prelado.


Escultura en El Louvre.
Por si todo esto fuera poco, Chilperico se las daba de teólogo y compositor religioso. Sin embargo, sus himnos eran malísimos, y Gregorio no se calló para decírselo. Su teología era de tercera y su lenguaje tosco e impreciso. O se perdía en detalles innecesarios o aventurados. También se aventuró a escribir un tratado sobre la Santísima Trinidad con herejías manifiestas, más por ignorancia que por creerlas. Gregorio lo leyó y alarmado le dijo: - "Renuncia a esta doctrina que Hilario y Eusebio no han enseñado". Chilperico, que era un burro con aspiraciones, no sabía quiénes eran San Hilario de Poitiers (13 de enero) y San Eusebio de Vercelli (2 de agosto), replicó: – "Este Hilario y este Eusebio son mis enemigos entonces, no debo tener que ver nada con ellos". "Son santos" – dijo Gregory – "y no puedes luchar contra ellos. Confiesa que hay en verdad tres Personas, no corporalmente, sino espiritualmente, en una gloria, una eternidad y un poder". El rey, furioso, dijo: – "Someteré mi tratado a hombres más sabios que tú, y ellos lo aprobarán". "No lo aprobará ningún un hombre sabio, sino solo un necio lo aprobaría", respondió Gregorio audazmente. El rey enfureció, y mostró su panfleto herético a San Salvio de Albi (10 de septiembre), que lo leyó, lo rechazó y quiso despedazarlo. Afortunadamente, Chilperico reconoció que para Teología estaba la Iglesia y se centró en asuntos de gobierno.

San Gregorio escribió la "Historia Eclesiástica de los Francos", que es la más precisa que existe de su tiempo. Por ella ha sido nombrado "Padre de la Historiografía Francesa", y el título de patrono de los historiadores. El santo falleció en 594 y fue sepultado en Tours.

Es este un santo al que los hagiógrafos debemos mucho, pues escribió sendas obras dedicadas a las vidas, leyendas y culto de los santos. "La Gloria de los Confesores", "La Gloria de los Mártires" y "Las vidas de las Padres" son las principales, y han sido durante siglos fuente para escribir sobre santos. Ciertamente, aunque se le ha llamado historiador, que lo fue, con respecto al tema de los santos, Gregorio más bien fue hagiógrafo, pues no fue al fondo de las cuestiones históricas y da por bueno cuanto milagro le llegaba a oídos. Pero a los que escribimos sobre santos eso no nos importa demasiado y le agradecemos su trabajo, pues lo que queremos de él es precisamente lo que hizo: escribir sobre santos y ser un referente a la hora de datar algunos hechos. Particularmente escribió de 

San Gregorio de Langrés. (4 de enero).
Santa Monegundis de Tours. (2 de julio).
San Martín de Tours. (11 de noviembre).
San Romano de Garona. (24 de noviembre).
La Aparición de San Miguel en Roma. (25 de abril).
Santas Maura y Brígida de Beauvais. (13 de julio).
San Mariano de Bourges. (19 de agosto).
San Patroclo de Troyes. (21 de enero).
Santa Pelagia de Limoges. (26 de agosto).
San Maximino de Tréveris. (29 de mayo).
San Evergislo de Colonia. (24 de octubre).
Santos Sergio y Baco. (7 de octubre).
San Hipólito. (22 de agosto).
San Eutropio de Saintes. (30 de abril).
San Hermenegildo. (13 de abril).
San Melanio de Rennes. (6 de noviembre).
San Víctor de Xanten. (10 de octubre).
San Laudomer de Chalons. (2 de octubre).
San Remigio de Reims. (1 de octubre).
San Salvio de Albi. (10 de septiembre).
San Ginés de Arlés. (25 de agosto).
Santa Radegundis de Poitiers. (13 de agosto).
San Cybar de Angouleme. (1 de julio).
San Pient de Poitiers. (13 de marzo).
San Sabaulin. (1 de noviembre).
San Baldiri. 20 de mayo. 
San Esteban Protomártir. (26 de diciembre).
San Verand de Cabaillon. (19 de octubre).
Las Santas Doncellas de Tolosa. (17 de octubre).
San Walfroy Estilita. (21 de octubre).
Santa Cesárea de Arlés. (11 de enero).
Santos Crispín y Crispiniano. (15 de octubre).
San Víctor de Marsella. (21 de julio).


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo XIII. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 17 de noviembre además se celebra a
San Florin de Ramosch, presbítero.
San Hugo de Lincoln, obispo.

sábado, 11 de noviembre de 2017

Caballero del mundo y Caballero de Cristo.

San Martín de Tours, obispo. (11 de noviembre, sepultura; 4 de julio, ordenación episcopal; 5 de octubre, Iglesia Oriental; 12 de octubre, Iglesia bizantina; 12 de mayo, invención de las reliquias; 1 y 13 de diciembre, traslaciones).

El encuentro con Cristo.
Este ilustre santo nació en Sabaria, la antigua Panonia, se padres paganos. Sin embargo, Martín conoció el cristianismo siendo muy joven, y comenzó a interesarse por la vida monástica, aún sin ser bautizado. Ante esto, su padre le alistó en el ejército cuando tenía 15 años, con vistas a que la rudeza y disciplina de la vida militar, a la par de una carrera exitosa, le hicieran olvidar su interés por Cristo. Pero, sin embargo, en carrera militar fue donde el santo tuvo su "gracia fundante", o su encuentro personal con Cristo, que definiría toda su vida. Cuéntase que, estando destinado en Ambianum (la actual Amiens), un crudo día de invierno, cuando el santo atravesaba por la puerta de la ciudad, vio a un pobre mendigo casi desnudo. Martín, con gran misericordia, cortó su manto en dos y le dio la mitad al mendigo. Los que pasaban se rieron de él por el su aspecto ridículo que tenía con media capa, pero a él no le importó. Esa noche tuvo una visión en la que veía a Cristo con su media capa puesta, que decía a los ángeles: "¡Mirad, este es el manto que me dio Martín el catecúmeno!"

Aunque siempre nos lo cuentan con visos de leyenda, el suceso tiene todas las características de haber sido real, y aparece narrado en la primera "vita" del santo que escribió San Sulpicio Severo (29 de enero), en vida del mismo San Martín. La piedad popular es la que ha ido desvirtuando el suceso, sencillo en su origen, para añadir que se le apareció Cristo, o que solo dio media capa porque la otra mitad le pertenecía al emperador. Incluso le añade una segunda parte, ya obispo, cuando entonces entrega la capa completa. Y por supuesto, no falta la reliquia, falsa, de dicha capa, que se veneró en Amiens durante siglos. Ciertamente, a pesar de todo esto, el suceso de Martín viendo a Cristo en un pobre no tiene que extrañarnos, es una constante en la vida de los santos. Y tanto, que se copió para la leyenda propia de San Guillermo de Hirsau (5 de julio).

Militar y monje.
Luego de esto, en 356 Martin fue bautizado, teniendo dieciocho años. La leyenda quiere que haya huido a un monasterio enseguida, pero lo cierto es que el joven sirvió en el ejército dos años más. Llegó a ser Tribuno, durante el Imperio de Juliano el Apóstata, participando en la campaña contra los francos y los allamanni, que habían invadido tierras del Imperio Romano. Aunque la campaña duraría hasta 360, con la victoria de Juliano, en 358 Martín pidió licenciarse del ejército cuando estaba en Worms. Una leyenda, que no aparece en la "vita" primera, dice que Juliano montó en cólera por su petición, y el santo solo respondió: "Ponme al frente del ejército, sin armas ni armaduras, pero no volveré a desenvainar la espada. Me he convertido en el soldado de Cristo". Pero lo cierto es que ese año hubo cierta paz, los allamanni pidieron una tregua, y por esta razón Martín fue liberado de la carrera militar.

Luego de esto, el santo se fue a Poitiers, donde San Hilario (13 de enero) le instruyó en filosofía y teología, Biblia y Santos Padres, con vistas a ordenarle diácono, viendo su capacidad de aprendizaje y su creciente fe. Sin embargo, Martín no quiso oír hablar de ello y se fue a Sabaria, con sus padres. En el camino fue asaltado por un ladrón, al cual perdonó y habló tan bien de Cristo, que el hombre se arrepintió al tiempo y se hizo un buen cristiano. Y él mismo relató el hecho a Sulpicio. Ya Martín en su casa, logró convertir a su madre a la fe católica. Además, predicó contra los arrianos, que cada vez eran más en Panonia, y por este hecho fue azotado y expulsado de la ciudad.

Aparición de la Virgen,
Santa Inés y Santa Tecla.
Como su protector, San Hilario, había sido desterrado, Martín se fue a Milán, donde vivió como eremita, y tuvo de discípulo a San Maurilio (13 de septiembre), al cual enseñó los rudimentos de las letras, las Sagradas Escrituras, junto con la piedad y el gusto por las cosas sagradas. De cuando en cuando Martín predicaba al pueblo milanés, por lo cual fue expulsado de la ciudad por el obispo arriano, que había usurpado la sede. Entonces se fue Martín a la Isla de Albenga, donde hizo vida eremítica en oración y penitencia. Allí casi muere por comer por error una hierba venenosa. Afortunadamente vomitó pronto y el veneno no le fue mortal. La leyenda posterior cuenta que se le apareció la Santísima Virgen, acompañada por Santa Tecla (23 de septiembre) y Santa Inés (21 y 28 de enero), y le sanó.

Dos años vivió allí, hasta que Hilario regresó a Poitiers, y Martín se fue con él, para seguir aprendiendo la vida monástica. Cuando estaba ya formado, Hilario fundó un recinto monástico y Martín fue de los primeros en formar parte, siendo él quien escribió la Regla, seguida después por los Canónigos Regulares y por otros monasterios, como el fundado por San Ouen (24 y 26 de agosto) en Reouen. En este sitio realizó nuestro santo su primer milagro: resucitó a un catecúmeno fallecido de fiebres, al cual Sulpicio también conoció y le narró el hecho. La leyenda le quiere acompañando a San Maximino de Tréveris (29 de mayo, traslación de las reliquias, y 12 de septiembre) en su viaje a Roma. Ciertamente las fechas y la estancia de San Martín en la zona casan sin problemas, pero no está claro que el monje llamado Martín fuera nuestro santo.

Obispo a la fuerza.
En 371 falleció San Lidoire (13 de septiembre), obispo de Tours, y el pueblo quiso que Martín fuera su sucesor, pero como sabían que Martín se negaría, le mandaron llamar con la excusa de que visitara a una enferma, y estando de camino, le tendieron una emboscada y le llevaron a Tours a la fuerza. Los obispos convocados para la ceremonia dudaban de la idoneidad de Martín para ser obispo, sobre todo dudaba Defensor, el obispo de Angers; pero como el pueblo presionaba, no tuvieron más remedio de que ordenarle presbítero y obispo, el 4 de julio del mismo año. Martín siguió viviendo como monje aún después de haber sido nombrado obispo. Para ello se hizo construir una celda anexa a la iglesia, pero cansado del número de visitantes tenía, se fue a un lugar solitario a orillas del Loira, donde luego estaría la abadía de Marmoutier. Allí llegó a tener 80 discípulos, quienes vivían como él, vestido con ásperas pieles, comiendo solo una vez al día y teniendo todo en común. 

Entre estos discípulos estuvo San Bricio (13 de noviembre), un chico pobre y pendenciero al cual Martín había tomado bajo su protección a pesar de ser arrogante y malandrín, y aunque una y otra vez le decepcionaba, el santo obispo no cejaba en llevarle al buen camino. Llegó a suspirar San Martín que "Si Cristo debió soportar a Judas, yo tengo que soportar a mi Bricio". Le redujo al redil de Cristo y Brició tomó le hábito monástico la primera comunidad fundada por Martín, y llegó a ser ecónomo de la misma. Y luego sería su sucesor en la sede de Tours. 

También fueron discípulos suyos, en estos casos según leyendas, San Florencio (22 de septiembre) y San Romano de Garona (24 de noviembre), o San Ibar de Berggeri (23 de abril). Y además, se le relaciona con otros santos como Santa Natalina de Pamiers (10 y 12 de noviembre), a la que habría bautizado, o San Corentin de Quimper (12 de diciembre), al que habría ordenado de obispo. Y no podemos olvidar al estilita San Walfroy (21 de octubre), que se inspiró en nuestro santo para llevar una vida ascética.

Ordenación episcopal.
En las cercanías de su recinto había una aldea donde la gente adoraba a un pino, y se resistían a dejar de hacerlo. Martín, viendo que cortar el árbol sería peligroso, ofreció a los paganos que cortasen el árbol, sentándose él en el sitio donde debía caer, para demostrarles que los dioses nada podían frente a Cristo. Así lo hizo y cuando estaba para caer, inexplicablemente, el árbol cayó justo al lado opuesto, derribando un templo de un ídolo. Esto provocó la conversión de los paganos, que levantaron una iglesia en sitio del templo. En otros lugares no tuvo tantas contemplaciones el otrora militar, pues por su propia mano destruía los santuarios paganos los ídolos, edificando iglesias sobre ellos. Por supuesto que no le salía gratis, en Levroux y en Autun le dieron de palos y si no llega a ser por los soldados del Imperio, le habrían matado. 

Otros paganos, por su parte, intentaron atemorizarle vistiéndose de dioses o demonios, y si bien no lograron atemorizarle, sí que lograron que el santo viera diablos por todas partes. Y en una ocasión se le apareció el mismo demonio, coronado de oro y piedras preciosas, con magníficas vestiduras, y le dijo: - "Ha llegado el juicio, adórame". - "¿Dónde están las marcas de los clavos?" – replicó Martín – "¿Dónde está la marca de la lanza, o dónde está la corona de espinas? Cuando vea las marcas de la Pasión adoraré a mi Señor". Y entonces el diablo desapareció.

Martín contra la violencia.
Estuvo el santo presente en el Concilio de Tréveris, en 384, donde se trató el asunto del hereje Prisciliano y sus seguidores. Los errores doctrinales de este grupo eran varios, desde el Panteísmo, el Sabelianismo o el Docetismo, predicando la preexistencia de almas, la condena del matrimonio y la no resurrección de los muertos. El emperador Máximo quería la cabeza de Prisciliano y los obispos aduladores no osaron negarse. Solo San Martín clamó contra intervención del poder secular en causas eclesiásticas y contra el castigo de Prisciliano y sus discípulos, alentado desde España por los obispos ibéricos. Martín insistió en que la excomunión pronunciada contra los herejes era más que suficiente castigo, y arengó con tal maestría que al irse de Tréveris creía que había logrado salvar a Prisciliano y los otros. Sin embargo, apenas se fue, los obispos lograron que el emperador Máximo ejecutara a Prisciliano y a sus principales discípulos, y además enviara órdenes a España para que se persiguiera y ejecutara a los priscilianos. La tortura le arrancó a Prisciliano una confesión, probablemente falsa, de prácticas impuras; y sobre esta base fue decapitado junto a otros seis. Otros fueron desterrados. 

En 385 Martín regresó a Tréveris y junto a San Ambrosio (4 y 5 de abril, muerte y entierro; 7 de diciembre, consagración episcopal) intentó salvar a los sobrevivientes, negando la autoridad de los obispos perseguidores. Al mismo tiempo intentó salvar a algunos seguidores del difunto emperador Graciano, a quienes el emperador Máximo pretendía condenar a muerte. El emperador entonces le dijo que si perdonaba a estos, tendría que permitir la persecución, confiscación de bienes y muerte de los priscilianos en España. Tuvo que ceder Martín, a regañadientes, y renunciar a su defensa de los priscilianos. Este chantaje pesó tanto sobre él que nunca más participó en Concilio, Sinodo o reunión con gobernante alguno, hastiado de los contubernios Iglesia-Imperio. Llegaría a decir el santo: "¡Ay de los tiempos en que la fe divina necesita poder terrenal, cuando el nombre de Cristo, despojado de su virtud, se reduce a servir de pretexto y reproche a la ambición, cuando la Iglesia amenaza a sus adversarios con el exilio y la prisión, con los cuales los obliga a creer, cuando se apoya en la grandeza!"

Traslado del cuerpo del santo.
Muerte y sepultura.
Martín murió en Candes el 9 de noviembre de 401, a los 84 años de edad. San Severino de Colonia (23 de octubre) y San Evergislo (24 de octubre), aún niño en aquel momento, vieron su alma subir al cielo.
Su cuerpo fue llevado a Tours, dice la leyenda que por un barco "sin velas ni remos, que río arriba subió sin tropiezo, mientras los árboles florecían a su paso". Pero lo cierto es que sus reliquias fueron trasladadas con toda solemnidad, nada menos que por 2000 monjes, que formaron cortejo fúnebre entonando salmos.


Fue sepultado en día 11 en un cementerio a las afueras de la ciudad. En 412 San Bricio construyó allí una iglesia dedicada a San Esteban (en aquella época las iglesias sólo estaban dedicadas a los mártires) para custodiar el sepulcro. El 4 de julio de 473 San Perpetuo de Tours (8 de abril) trasladó las reliquias a una nueva iglesia, bellísima según cuenta San Gregorio de Tours (17 de noviembre), y que sería la primera del orbe cristiano en estar dedicada a un santo no mártir. Fueron las reliquias depositadas en un sepulcro de mármol, que fue veneradísimo durante siglos, a pesar de los desastres y renovaciones de la iglesia. Lo visitaron numerosos santos, prelados y reyes. Santa Monegundis (2 de julio) fue reclusa en una celda cercana a él. La leyenda de San Eloy (1 de diciembre) dice que este santo fabricó un bello relicario para contener reliquias de San Martín. 

En el siglo IX, debido a las invasiones normandas, las reliquias de San Martín fueron trasladadas a Auxerre, junto a la tumba de San Germán (31 de julio). Así que se tenían los dos cultos y cada uno sus seguidores. Estos entraron en pelea (esas tontas peleas de los que no tienen nada que hacer) sobre que santo sería el causante de los milagros que ocurrían allí, y cual, en definitiva, sería más "poderoso". No se les ocurrió otra cosa que ir al hospital cercano, agarrar a uno que acababa de morir y tenderlo sobre las tumbas. En primer lugar fue puesto en la tumba de San Germán, pero no pasó nada. Luego lo pusieron en la de San Martín y de inmediato resucitó el hombre. Los devotos de San Martín quedaron muy contentos, riéndose de los otros. Pero estos, que no querían perder, les dijeron que habría sido una grosería de San Germán hacer el milagro, en lugar de mostrarse hospitalario y "ceder" el milagro a su invitado.

las reliquias volvieron a Tours en el siglo XII y continuaron siendo veneradas. Sin embargo, en 1562 los herejes calvinistas incendiaron el templo y, en su odio anticatólico, profanaron las reliquias del santo, solo salvándose un hueso y parte del cráneo, que se veneran en la catedral de Tours. Durante la Revolución Francesa la bella iglesia fue destruida en parte, y en 1802 demolida totalmente. Pero el culto a San Martín no decayó. El célebre P. Delahaye intentó reconstruir una basílica copiando la anterior, pero las nuevas calles y casas emplazadas donde había estado el sepulcro del santo lo impedían. En 1857 Morlot, arzobispo de Tours, compró las casas y comenzó la excavación del terreno. En 1860 se descubrió el sitio donde habría estado la tumba, pero era propiedad ajena. Compraron esas casas también y finalmente, siete días después, se halló el venerado sepulcro. 

Culto y veneración.
Como dije antes, Sulpicio Severo escribió la "vita" del santo estando este vivo aún, y la completó luego con el relato de la muerte y la sepultura del santo. Este Vita ha servido para el sostén del culto durante siglos, y es que San Martín es uno de los santos más venerados durante siglos, aunque fuese por aspectos culturales o agrícolas. Su día era de fiesta en todos los reinos cristianos, se aprovechaba para la matanza de los cerdos, y hacer fiesta por la cosecha. 

Es abogado de soldados, jinetes, herreros y armeros; de tejedores, sastres, fabricantes de cinturones y guantes, sombrereros, pastores, molineros, viticultores, bodegueros, fundidores y propietarios de hoteles. Se le invoca contra enfermedades oculares, los envenenamientos, las mordeduras de serpiente y la caspa.
Francia por supuesto, es el país donde más se le venera, llegando a tener casi 4000 iglesias dedicadas a su memoria. Pero también hallamos su devoción en toda América, especialmente en México, y para esto transcribo el aporte del Lic. André Efrén Ordóñez Capetillo:
San Martín de Huixquilucan, México.
"San Martín obispo de Tours, mejor conocido entre el pueblo como san Martín Caballero es un santo de gran tradición y devoción en México, su culto llego con los españoles en el siglo XVI y perdura hasta nuestros días. Es venerado en México san Martín caballero como patrón de los comerciantes y para que nunca falte el dinero y el trabajo, alrededor de estos patrocinios existen muchos ritos que los devotos del santo realizan ya que es muy común ver la imagen de san Martín en muchos negocios en todo México. Una de las tradiciones que hay para que san Martín “ayude en el negocio” es ponerle tres monedas de la primera venta del día que sean de la misma denominación y nombrando a cada una de las Divinas Personas de la Santísima Trinidad al momento de ofrecérselas al santo. Muchos fieles van juntan estas monedas que le ofrecen a diario al santo y con las mismas posteriormente compran veladoras o flores para el mismo altar del santo.
Otra tradición es ponerle albahaca, alfalfa o algún tipo de hierba verde para el caballo de San Martín para que pueda seguir cabalgando haciendo el bien. También el caso particular de ofrecerle albahaca al santo se da mucho en el sureste mexicano que tiene fuerte influencia maya los cuales pensaban que la albahaca era una hierba sagrada por su aroma y que el olor de la albahaca era agradable a la divinidad y subía hasta el cielo llevando las peticiones, por eso es que se considera de especial gusto para san Martín para pedirle de forma más eficaz que interceda por el bienestar de los negocios y comercios.
También existe la situación un tanto supersticiosa que muchos piensan que la imagen de san Martín debe tener un caballo blanco porque ese es el que más ayuda a los negocios y el del caballo marrón no es tan “bueno” para los negocios, como sabemos la intercesión de los santos es igual este pintado como sea su imagen siempre que uno les pida con fe verdadera.

Es también destacable que san Martín Caballero es el patrón secundario de la Asociación de Charros de México, compartiendo este patrocinio con san Hipólito y con el Beato Sebastián de Aparicio (25 de febrero). Y este patrocinio en especial es más evidente en la imagen que de san Martín se venera en la población de san Martín Huixquilucan, Estado de México la cual tiene por patrón a este santo desde el siglo XVIII a la cual cada año desde hace varios años la Asociación de Charros le regala un traje de charro a san Martín y los charros que pertenecen a la asociación le rinden sus respetos cada año con una peregrinación al santo, cuya fiesta en este lugar se celebra el último fin de semana del mes de enero. Hay registros que ya desde el siglo XIX a san Martín se le vestía de chinaco (el antecedente del charro mexicano) y que fue cuando la asociación de Charros le elige por patrón en los años 20 que se le viste definitivamente como charro".


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo XIII. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 11 de noviembre además se celebra a
San Berthuin de Malonne, abad y obispo.
San Menas de Cute, soldado mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...