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miércoles, 5 de mayo de 2021

Monje ejemplar, fundador y prelado humilde.

San Martín de Sigüenza, obispo cisterciense. 5 de mayo y 16 de septiembre. 

Nació sobre 1140, en la familia noble castellana de los Finojosa (o Hinojosa), emparentada con los reyes navarros. Sus padres fueron Miguel Muñoz de Finojosa, y Sancha Fernández. Fue un niño despierto para las letras, por lo que pronto comenzó a estudiar, a la par que acrecentaba sus virtudes. Siendo aún jovencito murió su padre, el cual fue enterrado en Silos. El día de los funerales, el ver la solemnidad de los monjes, su dedicación a la alabanza divina y su compostura, le decidieron a ser monje. Somo era el segundo de los hermanos, al decirle a su madre, esta no opuso reparos, pues la sucesión era toda del hermano mayor, Nuño.  

Sin embargo, Martín no se decidió por los benedictinos de Silos, sino por los cistercienses de Cántavos (primer monasterio de la comunidad que luego pasaría a Huerta), fundado en 1151. La vida ascética del Císter y su sencillez le atrajo mucho más que la benedictina. Junto con el hijo, la madre entregó al monasterio el pueblo de Boñizes, que le pertenecía al hijo. A pesar de su origen noble, Martín no desdeñó tareas impuestas: siempre callado, humilde y obediente, sus delicias eran la oración y el trabajo manual. Al poco tiempo de hacer sus votos ya era muy considerado por los monjes como un digno hijo de San Benito y San Bernardo. 

En 1162 la comunidad se trasladó al hermoso monasterio de Huerta, y Martín fue elegido como abad, habiendo fallecido el abad Dom Blas. Sólo tenía 26 años. Aparte de sus prendas, influyó, como no, su familia y su origen nobiliario. Su tiempo como abad hizo florecer Huerta, convirtiéndolo en un verdadero huerto de virtudes y erudición. El monasterio tiene una biblioteca estupenda que fue iniciada en tiempos de Martín, al que Huerta llama, con justicia, “nuestro Padre”.  

Sus ejemplos, escritos y la labor de los monjes hicieron al recinto y a Martín ganar la admiración del rey Alfonso VIII y de los nobles castellanos y leoneses. En 1179 comenzó la edificación de la nueva iglesia monástica, poniendo la primera piedra el rey y su mujer, la reina Leonor. Este rey, además, le concedió varios pueblos, salinas y no pocos beneficios de impuestos para que la obra no se detuviese. Los reyes de Aragón también fueron espléndidos con el monasterio, dotándolos con alhajas, exenciones, ricas telas y vasallos, a cambio de las constantes oraciones de los monjes por los monarcas y sitio de enterramiento. Incluso había una ceremonia para esto, en la cual, dicha la misa de la Santísima Trinidad, se acudía procesionalmente al claustro y allí el abad señalaba el lugar de la sepultura del noble o monarca protagonista de la ceremonia. Todavía hay allí una comunidad monástica masculina.

Martín tuvo gran estima a las monjas de Las Huelgas de Burgos, a las que donó tierras y beneficios que él recibía. Las visitaba con frecuencia y ellas lo agradecían con sus oraciones y primorosos trabajos de costura para su catedral. A las abadesas de Las Huelgas dio la sujeción de todos los monasterios de monjas de los reinos de Castilla y León, creando una especie de abadesa general. Decretó que todos los años se celebrase allí un Capítulo de monasterios femeninos, asistiendo él al primero, en 1189. 

Martín fue elegido obispo de Sigüenza por los canónigos de esta catedral en 1191, siendo confirmada su elección por el rey Alfonso y del papa Clemente III. Aunque Martín se negó, finalmente aceptó humildemente. Fue atento a la vida moral del clero, del cabildo catedralicio y de los monasterios. Dictó cánones para proteger a los presbíteros en los juicios, algunos de ellos hoy diríamos que injustos en cuanto bastaba la palabra de los sacerdotes para ser creídos. Ganó los viejos pleitos que el obispado tenía con los obispados de Osma y Tarazona, a cuenta de los límites territoriales, los pueblos que les pertenecían, con sus respectivos diezmos e impuestos. Fue padre providente de los pobres, desamparados y cautivos cristianos que estaban prisioneros de los musulmanes en otras partes de la península ibérica. 

Solo dos años fue obispo titular nuestro santo, el cual anhelaba tanto el claustro, que en 1193 pidió al papa Celestino III le permitiera renunciar, para volver al monasterio. Una vez obtenida la licencia papal y el permiso real, se despojó de todas sus insignias episcopales en una solemne ceremonia en la catedral, y vestido solamente con su usado hábito del Císter, emprendió el camino a pie a Huerta. Allí fue recibido por sus monjes con gran alegría, y el mismo lloró lágrimas de gozo al abrírsele las puertas. No está claro si siendo aún obispo titular o habiendo vuelto al monasterio, murió su madre, la cual quiso ser sepultada en Huerta, en una simple tumba detrás de la capilla mayor, sin reconocimiento alguno. Así lo hizo el santo, quien hubiera deseado una hermosa sepultura para su madre, pero prefirió cumplir su voluntad. 

En el monasterio vivió aún 20 años más entre rigores, oración, silencio y vida escondida. Tenía oración muy subida, y su carne era presa de grandes penitencias. Ejercía los más oficios humildes y obedecía prontamente como si de un novicio se tratase. En 1213, estando visitando a los monjes de Oliva, supo por revelación que moriría pronto. Emprendió camino de vuelta para morir en su amado Huerta, más pasando por el monasterio de Socota de Tajo, tuvo que detenerse para rendir su alma al Creador, el 16 de septiembre del mismo año, con 75 años de edad. 

El santo cuerpo fue trasladado a Huerta con tristeza, pero con alegría al mismo tiempo, como si de la traslación de las reliquias de un santo canonizado se tratase. Y no pocos favores dispensó a los que le rendían homenaje en el camino. Fue sepultado en la iglesia del monasterio en una sencilla sepultura en la tierra. En 1558 hubo una inundación en la zona y las sepulturas se hundieron, dejando ver la osamenta del santo, mas no la cabeza. Se identificó por las vestimentas episcopales que vestía y por el intenso perfume que brotó del sepulcro. Las reliquias se colocaron en el altar mayor. En 1662 se trasladaron a una bella urna de jaspe y bronce, que fue colocada en el retablo mayor. En 1776, concluido el hermoso retablo barroco de la iglesia, la urna fue puesta en este. 

Sobre la cabeza perdida, una leyenda dice que un ángel, vestido de peregrino la tomó y la entregó al Capítulo de Sigüenza, los cuales la colocaron en el retablo mayor. Sin embargo, otra leyenda dice que es la de San Sacerdote de Limoges (5 de mayo). 


Fuentes:
-"Médula Histórica Cisterciense". Volumen 3. ROBERTO MUÑIZ O.Cist. Valladolid, 1780.
-
La leyenda de Oro. Tomo 2. Madrid 1853


A 5 de mayo además se recuerda a:

Santa Ferbuta,
virgen y mártir
.
San Ángelo,
protomártir carmelita
.
Santa Jutta,
viuda y eremita
.
San Maroncio, abad.






martes, 4 de julio de 2017

San Odo de Canterbury, el obispo soldado.

San Odo de Canterbury, obispo. 4 de julio, 7 y 12 de febrero, y 2 de junio (martirologio anglicano).

Odo nació en Dinamarca, y su padre fue un jefe de tribu que participó en las numerosas invasiones danesas a Anglia en el siglo IX. Cuando Odo conoció la religión cristiana en los territorios británicos, enseguida se convirtió y se bautizó, por lo que su padre le echó de casa y le desheredó. Odo huyó a la casa de Athulf, un noble protegido del rey Alfred I "el Grande". Allí comenzó sus estudios, alcanzando grandes conocimientos en lenguas latina y griega, teología y filosofía. Una tradición dice que al ser bautizado, sintió la vocación monástica y tomó el hábito, además que las órdenes menores, hasta el subdiaconado. Además, habría sido ordenado presbítero por el papa Adriano II, en un viaje que Athulf hizo a Roma. Pero nuestro santo sería muy joven como para ello cuando este viaje tuvo lugar, además, consta en otras biografías que antes de ser monje y presbítero fue soldado y amigo de Eduardo "el Viejo", que no sería rey hasta 899, por lo que su ordenación hay que situarla más tarde, ya entrado el siglo X. Ya ordenado presbítero, algunas tradiciones le ponen como colaborador del arzobispo de Canterbury, San Ethelwold (1 y 12 de agosto), junto a San Dunstan (19 de mayo).

Fue Odo, como dije, amigo de Eduardo, de su hijo, el rey Ethelweard, que solo reinó 16 días, siendo asesinado por su hermano Athelstan. Este último también fue amigo de nuestro santo, al que nombró obispo de Wilton y Ramsbury, y llevó consigo a la batalla de Brunanburgh en 937, contra Constantino de Escocia. La leyenda cuenta que, estando en una pelea cuerpo a cuerpo, la espada de Athelstan se partió a la mitad y voló por los aires, quedando en desventaja. En ese momento Odo estaba en oración por el rey, y por un impulso se fue al campo de batalla. Viendo a Athelstan desarmado, le gritó "¡Señor, qué estás haciendo, por qué estás aturdido, la espada está en tu costado!" Y cuando Athelstan miró a su cinturón, allí estaba la espada, envainada y más filosa aún. El rey desenvainó la espada y con más brío cargó contra los invasores, y los anglos vencieron. La espada fue puesta luego en un relicario.

En 941 el rey Athelstan premió a Odo por sus servicios, dándole el primado de Inglaterra, la sede de Canterbury, luego de la muerte del arzobispo Wulfhelm. El 12 de octubre de 948 trasladó las reliquias de San Wilfrith de York (24 de abril y 12 de octubre), y en 960 trasladó una porción de las reliquias de San Ouen (24 de agosto) a Canterbury. Además, levantó de nuevo la catedral de Canterbury, destruida por las invasiones danesas. Fue Odo un prelado observante y amante de la disciplina y la rectitud. Promovió la vida monástica y su reforma y como sus predecesores, intentó sustituir los canónigos catedralicios, que en ocasiones ni presbíteros eran y solo heredaban los títulos, por monjes, verdaderos consagrados a Dios.

En 955 el príncipe Edwy "el Bello", hijo de San Edmundo I (26 de mayo), subió al trono con 15 años. Su matrimonio se había concertado con la princesa Aethelgifu de Irlanda, pero San Dunstan, a la sazón abad de Glastonbury, y Odo, se opusieron, aduciendo a que la consanguinidad (eran primos hermanos) era un obstáculo insalvable. Ambos, novia y novio se enfurecieron y Edwy confiscó la abadía de Glastonbury, desterrando a Dunstan, y presionando a Odo para que se pusiera de su parte, confiscando y saqueando abadías, pero Odo resistió su tiranía y además, en 958 anuló el matrimonio, para que no hubiera dudas de su posición. Una calumniosa leyenda dice que Odo hirió en el rostro a Aethelgifu, la cual huyó a su tierra para curarse. Cuando volvió a ser bella volvió a Anglia, pero los espías de Odo la retuvieron en Gloucester, donde la torturaron y expiró a los pocos días. Pero es una leyenda tardía, nacida en la Irlanda del siglo XIX, como anécdota de la "maldad inglesa". Ciertamente, Edwy y su mujer fueron asesinados en una revuelta en 958.

Luego de este período, San Eduardo "el Pacífico" (8 de julio), segundo hijo de San Edmundo, subió al trono. Eduardo hizo la paz con ambos prelados y además, la paz con Dios: siendo joven Eduardo había seducido a la Beata Wulfrida (9 de septiembre), y con ella había tenido una hija ilegítima: Santa Edith (16 de septiembre y 3 de noviembre, traslación de las reliquias). Este mismo rey nombró a Dunstan obispo de Worcester, siendo consagrado por Odo. Una tradición dice que en la ceremonia de consagración Odo dijo "obispo de Canterbury" en lugar de "obispo de Worcester". Cuando le señalaron el error, nuestro santo dijo: "Sé muy bien lo que Dios ha dicho a través de mí. Mientras que yo viva, él será obispo de Worcester, pero después de mi muerte subirá a la sede de Canterbury y dirigirá la Iglesia de toda Inglaterra".

Y así mismo fue, cuando Odo murió, el 2 de junio (29 de mayo según otros) de 958, Dunstan le sucedió en el arzobispado. Su primera "vita" se escribió a finales del siglo XI, y sus reliquias se veneran en la catedral de Canterbury. No hay que confundirle con su homónimo, el abad San Odo de Canterbury (20 de enero).


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo VII. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 4 de julio además se celebra a
Santa Bertha de Blangy, reclusa.
San Calais de Anille, abad.

martes, 14 de marzo de 2017

Santa Matilde.

Santa Matilde, emperatriz. 14 de marzo.

Fue hija de Dietrich, conde de Ringelheim, descendiente de la más noble sangre sajona y de Reinhild, descendiente de los reyes daneses. Muy niña y buscando su educación, sus padres la entregaron a su abuela Eduviges, abadesa de Erfurt. A los 14 años se casó con Enrique Fowler, hijo de Otón de Sajonia. Aunque su "vita" oficial dice que Enrique la conoció y se enamoró de ella perdidamente, la verdad es diferente: Enrique ya estaba casado con Hathburg de Altstadt, a la que igualmente había sacado de un monasterio para hacerla su mujer, y con ella tuvo a Thankmar, su primogénito. Cuando conoció a Matilde y su sangre, repudió a su mujer, la envió de vuelta al monasterio y tomó a Matilde como esposa. Ambos fueron felices, tuvieron tres hijos: Otón I, Enrique, duque de Baviera y San Bruno de Colonia, obispo (11 de octubre). Juntos mejoraron la vida de sus súbditos, dictaron leyes justas, construyeron puentes, hospitales y asilos para enfermos, favorecieron a la Iglesia con donaciones, tierras y privilegios fiscales. Por su parte, Matilde hacía la caridad siempre que podía, con limosnas, la atención y visita a pobres y enfermos. Era amiga de la oración, el silencio y la liturgia. Impuso la sobriedad en comidas, vestidos y fiestas en la corte.

Después de la victoria sobre los húngaros, ambos reyes promovieron la devoción a San Miguel Arcángel (29 de septiembre; 25 de abril, aparición en Roma, y en Tlaxcala; 6 de septiembre, aparición en Honaz; 19 de septiembre, aparición en Colosas, 8 de mayo,"in Monte Gargano"; 16 de octubre, aparición en Mont Saint-Michel), a quien achacaron la victoria, por la piedad de los alemanes frente a los paganos húngaros. Enrique Fowler falleció en 936, cuando proyectaba con Matilde una visita a Roma. A su muerte, su hijo Otón fue elegido emperador por los electores, y Matilde hubo de purgar el haberse convertido en emperatriz a costa de la suerte de otra mujer: Otón, convencido de que su madre gastaba mucho dinero en obras de caridad, la apartó del trono y la envió a Ravensberg. Lo peor es que fue Enrique, el hijo segundo y favorito de Matilde, quien instigó para ello. Sin embargo, en menos de un año Enrique enfermó gravemente y todos pensando era un castigo del cielo por desterrar a su madre, la hicieron volver a la corte imperial. Ella solo los abrazó, como una madre, sin decir palabra. 

Pero su calvario por haberse casado con un divorciado no terminó, sino que se acentuó y más. Thankmar, hijo mayor de su marido, inició una guerra, apoyado por los sajones, contra Otón por ocupar el trono y porque este se había apoderado de su herencia materna. Otón marchó contra él y le acorraló en la iglesia de Everburg y ante el altar le asesinó. Eberhardt, duque de Franconia, aliado de Thankmar, suplicó a Enrique que intercediera por él ante Otón. Y Enrique lo que hizo fue traicionar a su hermano, aliándose con Eberhardt para tomar para sí la corona imperial. Otón, que no sabía nada, perdonó al duque de Franconia. Apenas Otón se descuidó, Enrique y Eberhardt le atacaron en Zante, pero fueron derrotados. Otón perdonó a Enrique, que le fue fiel en adelante, aunque no por ello dejó de ser un cruel gobernante.

En medio de todo esto, Matilde hacía penitencia y oraba constantemente por sus hijo, padeciendo por sus pecados y los de su pueblo. Además, hacía obras de caridad, visitaba y consolaba a los pobres, socorría a los huérfanos a los que las guerras provocadas por sus hijos había dejado sin padres. Visitaba a los presos y lograba la libertad para los condenados de delitos menores, organizó la caridad con algunas mujeres, para visitar a los necesitados y socorrerles. Pero, según su "vita", escrita por orden de su nieto San Enrique Emperador (13 de julio), dolida por los actos de sus hijos, y buscando la paz, se retiró al monasterio de Nordhausen, que ella misma había fundado. Allí pasó sus días en penitencia y oración, y allí se le unió su nieta Matilde, que llegaría a ser abadesa. Biznieta y tataranieta suyas fueron, las Beatas Matilde y Richezza (21 de mayo), respectivamente. 

La santa reina murió el 14 de marzo de 968 y fue enterrada en la iglesia de Quedlinburg, en la misma tumba de su marido.

 

Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo III. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1914.


A 14 de marzo además se celebra a 





lunes, 21 de diciembre de 2015

San Hincmar, el influyente.

San Hincmar de Reims, arzobispo. 21 de diciembre.

Vidriera.
Catedral de Reims. Siglo XX.
Era de origen franco y nació sobre 806. Muy joven entró como oblato en la célebre abadía de St-Denis, en París, bajo el mandato del abad Hilduin, quien sería su protector y promotor a la carrera diplomática. Pronto destacó por su ejemplaridad, prudencia y sabiduría. Era versado en varias lenguas, las Escrituras, además de piadoso y amante de la penitencia. En 822 el rey Luis el Piadoso lo llevó junto a sí, como consejero. En 841 el emperador San Lotario I (29 de septiembre) le nombró arzobispo de Reims y además, abad administrador de la famosa abadía de St-Remi. Ese mismo año fue comisionado para dirigir un sínodo de obispos que debía determinar la autenticidad de una reliquia de Santa Elena (18 de agosto), que un monje de Hautvillers decía haber traído desde Roma. Y determinaron era real. ¿Cómo?, pues no lo sé. También participó en los sínodos de Tours y París, en 849 y 853, respectivamente. En este último condenó la herejía Gottschalk de Orbais sobre la predestinación del alma. En 852, restauró y amplió la catedral de Santa María de Reims. Dos años más tarde trasladó las reliquias de San Sindulf (20 de octubre).

Tomó parte en el sínodo de Soissons en 861, en el cual se enfrentó a Rothad, obispo de Soissons, que invocaba las famosas “Decretales” para su labor episcopal, sin la intromisión del arzobispo. Hincmar se le opuso y le destituyó de su sede, dudando de semejantes documentos. Eran las "Decretales" una supuesta recopilación de cartas, cánones y decretos papales, atribuidos a San Isidoro de Sevilla (4, 26 de abril y 20 de diciembre, traslación de las reliquias). Pero Rothad apeló al papa Nicolás I, quien lo restauró en sus funciones. También se enfrentó, por causa de las mismas Decretales, a su sobrino Hincmar, obispo de Laon, que se negaba a la autoridad de su tío como arzobispo metropolitano. Pero pasó a más y el concilio de Douzy, celebrado a finales de 871, le excomulgó, con gran dolor de San Hincmar, que no estuvo en paz hasta que logró su reconciliación en 878. También se enfrentó nuestro santo al papa Juan VIII, por el nombramiento de Ansegiso, arzobispo de Sens como vicario apostólico. Según Hincmar, esto violaba la jurisdicción de los arzobispos metropolitanos. Pero el papa le hizo callar, y Hincmar obedeció. Y total, la historia ha demostrado que Hincmar tenía razón: las Decretales eran falsas y, aunque recogían algunos documentos antiguos auténticos, eran del mismo siglo IX y no de Isidoro.

Su papel fue decisivo, junto a San Hunger de Utrecht (22 de diciembre), para lograr la paz entre vikingos y francos. En 864 trasladó el cuerpo de San Rigoberto (4 de enero y 17 de junio) desde Gernicourt hasta la iglesia de San Thierry en Reims. En 869 que logró coronar en Metz a Carlos el Calvo, y como consejero suyo jugó un papel fundamental en la elección de obispos y abades, una función que el rey se atribuía para si mismo. Hincmar poco a poco logró que el rey dejara de meterse en esos asuntos, y cuando no lo lograba, al menos intentaba que el rey aceptara su consejo sobre uno u otro candidato. Para ello dejó escrito un tratado entre espiritual, moral y jurídico para consejo de los futuros monarcas. En 877 coronó a Luis el Tartamudo, como rey de los francos. En 882, ante la invasión de los bárbaros del norte y como Reims no tenía murallas ni guarnición potente, huyó a Epernay, llevando consigo las preciosas reliquias de San Remigio (1 de octubre), del que escribió una "vita" legendaria y poco creíble. Allí murió el 21 de diciembre del mismo año el prelado más influyente de toda Francia.


Fuente:

-"Vidas de los Santos". Tomo XV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.


A 21 de diciembre además se celebra al  
Beato Pedro Friedhofen, religioso fundador.
San Anastasio II de Antioquía, obispo y mártir


Y se canta la quinta de las Antífonas Mayores de Adviento: O Oriens.

sábado, 4 de julio de 2015

San Calais, el halla tesoros.

San Calais y el tesoro.
San Calais de Anille, abad. 4 de julio. 

La leyenda de San Calais surge en torno a sus reliquias, más de 100 años después de su muerte, cuando el culto ya estaba consolidado. Según esta, Calais, o Carileffus (nombre latinizado), nació en una familia noble y virtuosa. Siendo niño le enviaron sus padres al monasterio de Menat, Clermont, para que desde se instruyese en las letras y la devoción. Allí, luego de una infancia y primera juventud ejercitándose en las virtudes, mediante la disciplina, la oración, la penitencia y la caridad, maduró su vocación monástica. Pero su corazón quería una vida más estrecha y penitente, por lo que, junto a San Avito (17 de junio), y santos Daumer y Gall (4 de mayo) se retiraron a una vida oculta en la región de Micy, cerca de Orleáns. La leyenda propia de San Avito dice que este era abad en ese momento y solo meciona a Calais como compañero. Allí construyeron un monasterio pequeño y pobre, dedicándose a la oración y al trabajo, para mantenerse y ocupar el resto del día. Otra leyenda le hace discípulo de San Mesmin (15 de diciembre) en Micy.

Poco a poco su fama fue creciendo y el pueblo comenzó a hablar de aquellos piadosos ermitaños, lo que hizo que el obispo Máximo quisiera conocerles. Aprovechando una visita al a ciudad, el obispo gozó de la presencia de los santos unos días y edificado por su vida, decidió ordenar presbíteros a Avito y Calais, para que añadiesen a su vida el poder celebrar el sacrificio de la misa, además de servirles de apóstoles entre los lugareños. Obedecieron, pero su vocación era al eremitismo y no al apostolado, así que luego de ser ordenados se retiraron de la zona, yéndose a Pitiacus, donde levantaron una ermita, que luego sería la iglesia y abadía de San Avito, y donde Calais hallaría una fuente de agua milagrosa, actualmente llamada “Font Sant-Calais”. Pero nada, que aquí tampoco tenían paz y en breve ya tenían discípulos, gente buscando consejo, nobles locales interesados, etc., así que Calais se despidió de Avito y acompañado de Daumer y Gall se alejó, en dirección a Le Mans.

San Calais y San Avito huyen.
Llegados a Anille, descubrieron un sitio apartado, pedregoso junto a un río, donde los hombres no se aventuraban,  y allí levantaron sus chozas y la ermita. Su primera visita fue un búfalo salvaje, que a instancias del santo se dejó acariciar por los tres religiosos. El santo les dijo: “Esta fiereza que veis vuelta mansedumbre es una señal de Dios. Un día vendrá a este lugar un hombre poderoso que en principio se mostrará áspero y riguroso con nosotros, pero a quien Dios ha de amansar”. Y así fue, estando en Le Mans Chideberto, supo de un hermoso búfalo que andaba por los montes cercanos y pretendió cazarlo. Le persiguió y el animal corrió a la celda del santo, refugiándose tras de este. El rey se enfadó sobremanera de que aquel monje se le encarase y no le permitiese matar al animal, por lo que les echó de aquellas tierras, bajo pena de azotarles hasta la muerte (para uno que asesinó a sus propios sobrinos, esto es nada). Calais le pidió con humildad les dejase vivir allí tranquilamente, y aún le convidó a tomar un vaso de vino en su ermita. Childeberto se enojó aún más ante el descaro de aquel monje y pretendió irse. Pretendió digo, pues al intentar mover su caballo, este quedó fijado al suelo como una estatua. Por más que intentaba, el caballo estaba impasible. Rendido el rey ante este portento, pidió disculpas al santo, el cual se las dio, con lo que el rey pudo desmontar y se echó a los pies de Calais, pidiéndole su bendición. Calais le reconvino acerca de su poco ejemplar vida y aún hizo otro portento: tenían sed el rey y sus monteros, por lo que el santo sacó el vaso de vino y de este bebieron todos, sin que menguase ni una gota. En agradecimiento, Childeberto le otorgo tierras para que edificase un monasterio. Así pues, puestos a edificar el monasterio, Calais cavó en la tierra y halló un gran tesoro, que le sirvió para hacer la construcción y la iglesia. Es, además, su motivo iconográfico más conocido.

Ya resignado a ser abad, vivió Calais como un simple monje más, “siempre crucificado con Cristo”, dice San Siviardo, su biógrafo. Siempre iba descalzo y con un vestido muy áspero, además de un cilicio en las carnes. Dormía en el suelo y en ocasiones sobre ceniza. Solo comía pan y bebía agua, y algunas legumbres y yerbas del campo cuando sus monjes le insistían en cuidarle. Su fama de santo llegó a oídos de la mujer de Chideberto, Ultrogoda, que quiso conocerle, así como su estilo de vida monástica. A pesar que sabía que las mujeres tenían prohibida la entrada, no solo al monasterio, sino acercarse a sus muros, la reina envió un criado a decirle a Calais que con tal de recibir su bendición personalmente, en una visita, le donaría grandes riquezas al monasterio. Calais le respondió por medio del mensajero: “Decid a vuestra señora, que ni los monjes necesitamos riquezas, ni ella necesita de mi bendición. La bendición de Dios la hallará estándose en su casa. Y le hago saber que mis monjes y yo tenemos determinación que jamás en este monasterio entre mujer alguna”.

Reliquias del santo,
iglesia de
San Calais de Sarthe.
Finalmente, luego de una vida entregada a Cristo, Calais murió el 1 de julio de 536, día en que le recogía el martirologio romano. Fue enterrado en la iglesia y pronto su sepulcro se convirtió en meta de peregrinos, verificándose portentos que aumentaron la devoción del pueblo. Y las mujeres sin poder entrar, según un milagro que se dice de una que, interesada en conocer como vivían los monjes, se cortó los cabellos, se vistió de hombre y entró al monasterio. Allí dentro le asaltaron violentos dolores y espasmos hasta que reconoció su trama y el santo la sanó, aunque cuando la sacaron fuera del recinto. El sepulcro, además, servía de testigo de los juramentos, con terribles castigos para los que perjuraban y mentían. En el siglo IX las reliquias fueron a parar a Blois, ante el miedo por los normandos. En el siglo XVII regresaron a Saint-Calais, a la iglesia que lleva su nombre en Sarthe.

La primera “vita” fue escrita por San Siviardo (1 de marzo), quinto abad de Anille, en el siglo VII ampliada posteriormente con detalles sobre el culto y milagros en el siglo IX. Los historiadores creen que en realidad Calais fue un eremita con fama de santo que vivió en los alrededores del monasterio y que su devoción forjó la leyenda de Childeberto, el búfalo y la donación de tierras, de la que existen copias del Acta de Donación, fechada a 515, pero que se consideran tardías. Demostrar un origen milagroso, era un recurso de los monasterios ante las pretensiones de nobles, reyes u obispos, de suprimirles privilegios o tierras. 


Fuentes: 
-“Crónica general de la Orden de San Benito, Patriarca de Religiosos”. Volumen 1. FR. ANTONIO DE YEPES OSB. 1609. 
-“Hagiography and the Cult of Saints: The Diocese of Orléans, 800-1200”. THOMAS HEAD. Cambridge, 1990.


A 4 de julio además se celebra a  
Santa Bertha de Blangy, reclusa
San Odo de Canterbury, obispo.

miércoles, 10 de julio de 2013

De Santos Reyes (V): San Erick, un par de ellos.

Pregunta: Primero que todo, felicidades por este espacio tan bueno, esta genial y muy útil. Mi pregunta es acerca de San Eric, también conocido como Eric IX de Suecia. Lo vi una vez en un santoral muy viejo, pero no se mayor cosa de él, sólo que nunca fue canonizado por Roma, aunque es el Santo Patrono de Estocolmo. Tienes alguna información acerca de porque nunca fue canonizado o más detalles de su vida? Muchas gracias. Costa Rica.

Respuesta: Hola, gracias por lo que dices del blog, como digo siempre, se hace lo que se puede: los colaboradores, los que comentan asiduamente y yo mismo. Nos alegra que te guste. Y paso a tu santo patrón:


San Erik IX de Suecia
San Erik Jedvarsson IX de Suecia, rey y mártir. 10 de julio (junto a Santos Canuto IV de Dinamarca y Olaf de Noruega, reyes) y 18 de mayo (transitus).
En su vida se entremezclan historia y alabanzas piadosas. Erik descendía de nobles suecos, recibió una sólida educación, al parecer bastante adelantada para su época (siglo XII). Se casó con Cristina, hija del rey Ingo IV de Suecia. Después de la muerte de su suegro fue elegido rey de Suecia en 1150. A pesar de su riqueza y poder, jamás se olvidó de su fe, acrecentada con la oración y el ayuno frecuentes. Sacaba tiempo de sus obligaciones para socorrer personalmente a los pobres y enfermos, tendía las peticiones de los desamparados, a los pobres bajó los impuestos al grano, en tiempos de carestía. Por todas estas cosas se le llamó "Padre y Servidor" de su nación. Escribió un compendio de leyes, basadas en valores cristianos, cuyos fundamentos aún permanecen en las legislaciones modernas. Por ello se le llama "Erik el Legislador".

En repetidas ocasiones, Suecia fue amenazada por las incursiones de los finlandeses, todavía paganos, con los que se veía obligado a entablar duras batallas (y los nórdicos siempre se han caracterizado por su fiereza) con estos vecinos pesados, dispuestos a invadir Suecia. En una dura batalla en 1155, fue herido, pero sin embargo, al contemplar tantos muertos del bando enemigo se comprometió a cristianizar aquel pueblo. Al poco tiempo envió a su amigo, el obispo San Enrique de Upsala (19 de enero), para ganar a los finlandeses al cristianismo, y de ese modo calmar a aquellos beligerantes. Una buena maniobra política, sin duda.

Pero… y siempre hay uno, Erik era ridiculizado por su vida piadosa y austera; además, alguno pretendía el trono sueco: el príncipe Magnus de Dinamarca, que se puso a la cabeza de un grupo de sicarios para acabar con la vida de Erik. El 18 de mayo de 1160, viernes posterior a la Ascensión, le llegó un mensaje de semejante pandilla que quería verlo en la iglesia, a lo que Erik respondió que sería suyo al salir del templo. Así fue, al salir, se acercó a ellos, hizo la señal de la cruz e impidió que escolta y pueblo se acercara a defenderlo, para evitar un cerramiento de sangre. Se acercó solo a Magnus, que con sus seguidores lo derribaron del caballo y lo mataron de un golpe en la cabeza.

Su tumba está decorada con un relicario de oro que se venera todavía en la Iglesia mayor de Uppsala. Fue patrón de Suecia hasta la reforma protestante. Su imagen más antigua data del siglo XIII y su iconografía es bastante común a la de otros santos reyes: corona, manto, orbe, cetro, caballo, etc. 



Pero también tienes a:

San Erik "Plovpenning"
San Erik "Plovpenning" de Dinamarca, rey, terciario franciscano y mártir. 9 de febrero y 10 de agosto.
Nació en 1216 y reinó desde 1241 a 1250. Ya adulto se unió a la Tercera Orden San Francisco. El apodo "Plovpenning" se lo ganó al recaudar un penique por familia para una guerra contra Estonia que no llegó a suceder, puesto que Dinamarca estaba bastante dividida entre sí, como para unirse para guerrear. Su misma familia tenía luchas internas: dos hermanos suyos aspiraban al trono. En una visita que hizo a su hermano Schleswig fue capturado y asesinado por este. Desde entonces, se le consideró mártir. Su tumba se encuentra en Ringsted, Copenhague.

Ninguno de estos dos santos (y unos cuantos más) no fueron canonizados nunca
porque el proceso de canonización se introdujo lentamente en la Iglesia, aunque existía desde al menos el siglo X. Los cultos locales florecieron largo tiempo antes que Roma dictaminara, en algunos casos ni siquiera lo hizo jamás. En otros bastaba con confirmar el culto. Los mártires, o tenidos por tales, eran rápidamente venerados por los pueblos y cuando la Iglesia intervenía era generalmente para confirmar la creencia del pueblo.


A 10 de agosto además se celebra a 
Santa Plectrude de Colonia, reina
Beato Amadeo de Portugal, franciscano fundador.

domingo, 13 de enero de 2013

El Bautismo de Jesús

Bautismo de Cristo. Giotto. Siglo XIV.

Quizás a alguna persona que rezara la Liturgia de las Horas del día de Epifanía le causara cierta extrañeza la antífona al Cántico Evangélico del Benedictus en Laudes:
“Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino. Aleluya”.

E igualmente, para el Cántico del Magníficat en Vísperas, ésta es la antífona:
“Veneremos este día santo, honrado con tres prodigios: hoy, la estrella condujo a los magos al pesebre; hoy, el agua se convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy, Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán, para salvarnos. Aleluya”.

A simple vista, puede parecernos una mezcla inconexa la alusión, incluso sin respetar el orden cronológico, a estos tres acontecimientos de la vida de Jesús: La adoración de los Magos, el Bautismo en el río Jordán y el milagro acontecido en las bodas de Caná. La explicación es que en los tres momentos se produce una Epifanía, esto es, una manifestación de Jesús, manifestación de su mesianismo y su divinidad. 

Ciertamente, el 6 de enero la Iglesia celebra especialmente la manifestación a los Magos que, como primeros representantes de los pueblos paganos, guiados por la estrella de la fe, llegan hasta Jesús. Pero no podemos olvidar que al siguiente domingo, que litúrgicamente sigue formando parte del tiempo de Navidad, celebramos el Bautismo de Jesús. Al otro domingo, que es ya el segundo “durante el año” o “de tiempo ordinario”, en el ciclo C, que es el que nos encontramos en el presente año, se proclamará el texto evangélico de la conversión del agua en vino como mueva “manifestación” de Jesús como Mesías en las bodas de Caná. (Aunque en los otros ciclos litúrgicos sean otras las lecturas joánicas que se leen en dicho domingo).

El Bautismo de Juan, que no era sino un signo de conversión, al bajar Jesucristo a las aguas del Jordán, da paso al Bautismo cristiano, por lo que esta fiesta del Bautismo de Jesús es ocasión propicia para reflexionar sobre nuestro propio bautismo y los compromisos de vida que entonces adquirimos. Pero preferimos que sea Dom Próspero Guéranger quien (al igual que ya hicimos en las Ferias Mayores del Adviento) nos acompañe con sus profundas y piadosas reflexiones en su Año Litúrgico, que, sin más, pasamos a compartir:

EL BAUTISMO DE CRISTO: 
Hoy ocupa de una manera especial la atención de la Iglesia, el segundo Misterio de la Epifanía, el Misterio del Bautismo de Cristo, en el Jordán. El Emmanuel se ha manifestado a los Magos después de haberse mostrado a los pastores; pero esta manifestación ha ocurrido en el angosto recinto de un establo de Belén, y los hombres de este mundo no han podido conocerla. En el Misterio del Jordán Cristo se manifiesta con mayor aparato. Su venida es anunciada por el Precursor; la multitud que se agolpa en torno al Bautismo de agua, es testigo del hecho; Jesús va a comenzar su vida pública. Más ¿quién será capaz de describir la grandeza de los detalles que acompañan esta segunda Epifanía?

EL MISTERIO DEL AGUA:
La segunda Epifanía tiene por objeto, lo mismo que la primera, el bien y la salvación del género humano; pero sigamos el curso de los Misterios. La Estrella condujo a los Magos a Cristo; antes, aguardaban, esperaban; ahora creen. Comienza en el seno de la Gentilidad la fe en el Mesías. Pero no basta creer para salvarse; hay que lavar en el agua las manchas del pecado. "El que creyere y fuere bautizado, será salvo"(Mc 16, 16): Es, por tanto, tiempo de que ocurra una nueva manifestación del Hijo de Dios, con el fin de inaugurar el gran remedio que debe dar a la Fe, el poder de causar la vida eterna. Ahora bien, los designios de la divina Sabiduría habían escogido el agua como instrumento de esa sublime regeneración de la raza humana. Por eso, al principio del mundo, se nos muestra al Espíritu divino caminando sobre las aguas, para que la naturaleza de estas concibiese ya en su seno un germen de santificación, como canta la Iglesia en el Sábado Santo. Pero las aguas debían servir a la justicia castigando a un mundo culpable, antes de ser llamadas a cumplir los designios de su misericordia. Todo el género humano, a excepción de una sola familia, desapareció, por un terrible decreto, bajo las olas del diluvio. Sin embargo de eso, al fin de aquella espantosa escena apareció un nuevo indicio de la futura fecundidad de este predestinado elemento. 

La paloma que salió un momento del arca de salvación, volvió a entrar en ella, trayendo un ramo de olivo, símbolo de la paz devuelta a la tierra, después del diluvio. Pero la realización del misterio anunciado estaba todavía lejana. En espera del día en que se había de manifestar este misterio, Dios multiplicó las figuras destinadas a mantener la esperanza de su pueblo. Así, hizo que este pueblo no llegara a la Tierra prometida, sin haber atravesado las olas del Mar Rojo; durante el misterioso paso, una columna de humo cubría a la vez la marcha de Israel y las benditas olas a las que debía la salvación. Pero, sólo el contacto con los miembros humanos de un Dios encarnado podía comunicar a las aguas la virtud purificadora por la que suspiraba el hombre culpable. Dios había dado su Hijo al mundo, no sólo como Legislador, Redentor y Víctima de salvación, sino para ser Santificador de las aguas; en el seno, pues, de este sagrado elemento debía darle un testimonio divino y manifestarle por segunda vez. 

EL BAUTISMO DE JESÚS:
Se adelanta, pues, Jesús de treinta años de edad, hacia el Jordán, río célebre ya por los prodigios proféticos operados en sus aguas. El pueblo judío, reanimado por la predicación de Juan Bautista, acudía en tropel a recibir aquel Bautismo, que si podía excitar al arrepentimiento del pecado, no conseguía borrarlo. También nuestro divino Rey se dirige hacia el río, no para buscar la santificación, pues es principio de toda santidad, sino para comunicar a las aguas la virtud de engendrar una raza nueva y santa, como canta la Iglesia. Desciende al lecho del Jordán, no como Josué para atravesarlo a pie enjuto, sino para que el Jordán le envuelva con sus olas y reciba de El, para luego comunicarla a todo el elemento, esa virtud santificadora que ya no volverá a perder nunca. Animadas por los rayos divinos del Sol de justicia, se hacen fecundas las aguas, cuando la cabeza augusta del Redentor se sumerge en su seno, ayudada por la mano temblorosa del Precursor. Más, es necesario que intervenga toda la Trinidad en este preludio de la nueva creación. Se abren los cielos; baja la Paloma, no ya simbólica y figurativa, sino anunciadora de la presencia del Espíritu de amor que da la paz y transforma los corazones. Se detiene y descansa en la cabeza del Emmanuel, cerniéndose a la vez sobre la humanidad del Verbo y sobre las aguas que bañaban sus sagrados miembros.

EL TESTIMONIO DEL PADRE:
Pero, aún no había sido manifestado con suficiente realce el Dios humanado; era preciso que la voz del Padre resonase sobre las aguas y removiese hasta lo más profundo de sus abismos. Entonces, se dejó oír aquella Voz que había cantado David: Voz del Señor que retumba sobre las aguas, trueno del Dios majestuoso que derrumba los cedros del Líbano (orgullo de los demonios), que apaga el Juego de la ira divina, que conmueve el desierto y anuncia un nuevo diluvio (Salmo 28), un diluvio de misericordia; esta voz clamaba ahora: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias". De este modo se manifestó la Santidad del Emmanuel con la presencia de la celestial Paloma y con la voz del Padre, como lo había sido su realeza con el mudo testimonio de la Estrella. Realizado el misterio, dotado el elemento del agua de su nueva virtud purificadora, sale Jesús del Jordán, y sube a la orilla, llevando tras de sí, según opinión de los Padres, a la humanidad regenerada y santificada y dejando allí sumergidos todos sus crímenes y pecados.

COSTUMBRES:
Sin duda es importante la fiesta de Epifanía, cuyo objeto es honrar tan altos misterios; no debemos admirarnos, que la Iglesia de Oriente hiciera de este día una de las fechas para la solemne administración del Bautismo. Los antiguos monumentos de la Iglesia de las Galias indican que esta era también la costumbre de allí; más de una vez, en Oriente, según cuenta Juan Mosch, se vio llenarse el sagrado Baptisterio, con un agua milagrosa, el día de esta festividad, y vaciarse por si mismo después de la administración del Bautismo. La Iglesia Romana, desde tiempos de San León, insistió en que se reservase a las fiestas de Pascua y Pentecostés el honor de ser los únicos días consagrados a la solemne administración del primero de los Sacramentos; pero, en muchos lugares de Occidente, se conservó y conserva aún la práctica de bendecir el agua con una solemnidad especial, el día de Epifanía. La Iglesia de Oriente guardó celosamente esta costumbre. 

La función se desarrolla ordinariamente en la Iglesia; pero, a veces, el Pontífice se traslada a orillas de un río, acompañado de los sacerdotes y ministros revestidos de sus más ricos ornamentos, y seguido de todo el pueblo. Después de recitar oraciones de una gran belleza, que sentimos no poder citar, el Pontífice sumerge en las aguas una cruz engastada en pedrería que representa a Cristo, imitando de esta suerte la acción del Precursor. En San Petersburgo, la ceremonia se realizaba en otros tiempos sobre el Neva, introduciendo el Metropolitano la cruz en las aguas, a través de una abertura practicada en el hielo. Este rito se observa de manera parecida en las Iglesias de Occidente que han conservado la costumbre de bendecir el agua en la fiesta de Epifanía. Los fieles se apresuran a extraer del río el agua santificada, y San Juan Crisóstomo, en su Homilía veinticuatro sobre el Bautismo de Cristo afirma, poniendo por testigos a sus oyentes, que esta agua no se corrompía. Idéntico prodigio fue muchas veces observado en Occidente.

Demos, pues, gloria a Cristo por la segunda manifestación de su carácter divino, y agradezcámosle con la Iglesia el habernos dado junto con la Estrella de la Fe que nos ilumina, el Agua capaz de borrar nuestras culpas. Admiremos, agradecidos, la humildad del Salvador que se inclina bajo la mano de un mortal, para realizar toda justicia, como El mismo dice: porque, habiendo tomado consigo la forma de pecador, era necesario que asumiese también las humillaciones para levantarnos de nuestra postración. Agradezcámosle la gracia del Bautismo que nos ha abierto las puertas de la Iglesia de la tierra y de la Iglesia del cielo. Finalmente, renovemos los compromisos contraídos en la sagrada fuente, y que fueron condición del nuevo nacimiento.

MEDITACIÓN PARA ESTE DÍA:
Relieve policromado.
I
glesia de Calañas, Huelva.
¡Oh celestial Cordero! bajaste al río para purificarle; la divina Paloma vino desde el cielo a unir su dulzura a la tuya y luego saliste a la orilla. Mas ¡oh prodigio de tu misericordia! los lobos han bajado después de ti a las aguas santificadas y han salido transformados en corderos. Todos nosotros, manchados con el pecado, nos volvemos al salir de la fuente sagrada, tan blancos como las ovejas de tu divino Cántico, que ascienden del baño fecundas todas y ni una sola estéril; como esas puras palomas que parecen bañadas en leche, y que han puesto su nido junto a las cristalinas fuentes. ¡Tal es la poderosa virtud purificadora dada por tu divino contacto a estas aguas! Conserva en nosotros, oh Jesús, esa blancura que de ti viene, y si la hemos perdido, devuélvenosla por el Bautismo de la Penitencia, único que puede restituirnos el candor de nuestra primera vestidura. ¡Ensancha aún más este río de amor, oh Emmanuel!

Vayan sus olas a buscar, hasta el fondo de sus salvajes desiertos, a los que todavía no han gozado de su contacto; inunda la tierra como lo prometiste. Acuérdate de la gloria con la que fuiste manifestado en el Jordán; olvida los pecados que desde hace mucho tiempo impiden la predicación de tu Evangelio en esas regiones desoladas; el Padre de los cielos manda a todas las criaturas que te escuchen: ¡Habla, pues, a todos, oh Emmanuel!

Transcripción de Ángel Luis Estecha González, pbro.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Santos Reyes

San Esteban III de Moldavia
Pregunta: Buenas Tardes: muy buena página. FELICITACIONES!!! Me gustaría tener antecedentes de aquellos que fueron canonizados y, que a la vez fueron en su momento reyes, emperadores, etc. Gracias desde ya, bendiciones.

Respuesta: Hola. Muchas gracias por tus elogios. Solo hago lo que puedo. 
Como en cuestion de santos unos "antecedentes" suele traducirse en horas y horas de búsquedas y lecturas, y como de todos no existen tales antecedentes porque la mayoría tiene una santidad más que cuestionable, o no han sido canonizados, ni recibido culto formal; por ahora me limitaré a ponerte una lista que seguramente no está completa, de santos reyes. Deliberadamente omito las reinas, princesas y príncipes, puesto que no parecen ser motivo de la pregunta:

San Abreha de Etiopia. 1 de octubre.
San Adrián de Bretaña. 26 de agosto.
San Alejandro Nevski de Rusia. 23 de noviembre.
San Alejo III de Constantinopla, rey y monje. 24 de abril. 
San Alfredo el Grande de Wessex. 28 de octubre. 
San Andrés Bogoliubski, príncipe de Yaroslav. 30 de junio y
San Aretas de Nagrán, príncipe  y mártir. 24 de octubre.
San Arturo de Inglaterra. 6 de octubre.
San Ashot Kuropalates de Georgia. 29 de enero.
San Boris Miguel III de Bulgaria. 2 y 7 de mayo.
San Brychan (Brecknock) de Gales. 6 de abril.
San Buján de Bulgaria. 7 de marzo.
San Cadvaladir (Caedwalla, Ceddas, Cedwalla) de Bretaña, rey y ermitaño. 20 de abril.
San Cadwaladr de Gales. 12 de noviembre.
San Caleb de Etiopía. 15 de mayo.
San Canuto IV de Dinamarca, rey y mártir. 19 de enero y 10 de julio (con San Olaf de Noruega y San Erik IX de Suecia).
San Canuto Lavard de Dinamarca, el Pacificador. 7 de enero y 25 de junio.
San Carlomagno de Alemania, emperador. 28 de enero y 29 de diciembre (traslación de las reliquias).
San Carlomán de Vienne, rey y monje. 17 de agosto.
San Casimiro I de Polonia, el Renovador. 12 de julio.
San Constantino I, emperador romano. 21 de mayo.
San Constantino IX, el Paleólogo. 29 de mayo y 6 de enero (coronación).
San Cynehelm (Kenelm) de Mercia. 12 de octubre.
San Dagoberto II de Austrasia, rey y mártir. 23 de diciembre.
San David de Jerusalén. 19 (Iglesia Oriental), 26, 29 de diciembre.
San David I de Escocia. 24 de mayo y 10 de junio.

San David III de Georgia
San David III de Georgia, el Restaurador. 1 de enero.
San David IV de Georgia. 24 y 26 de enero.
San Edmundo de Escocia. 3 de octubre.
San Edmundo de Inglaterra, rey y mártir. 12 de agosto (traslación de las reliquias) y 20 de noviembre.
San Eduardo I de Inglaterra, el Pacificador. 24 de mayo y 8 de julio.
San Eduardo II de Inglaterra, el Mártir. 18 marzo y 20 de junio (traslación de las reliquias a Shaftesbury).
San Eduardo III de Inglaterra, el Confesor. 5 de enero y 13 de octubre (traslación de las reliquias a Westminster).
San Edwin de Northumbria, rey y mártir. 4 y 12 de octubre.
San Elesbaam de Etiopía, rey y carmelita. 27 de octubre, 20 de mayo y 1 de septiembre.
San Enrique de Alemania, emperador. 13 de julio.
San Enrique de Suecia, rey y mártir. 18 de mayo.
San Erik IX de Suecia, el Legislador; rey y mártir. 18 de mayo y 10 de julio (con San Canuto IV de Dinamarca y San Olaf de Noruega).
San Erik "Plovpenning" de Dinamarca, rey y mártir. 9 de febrero y 10 de agosto.
San Esteban de Déchani de Serbia, rey y mártir. 11 y 24 de noviembre.
San Esteban de Hungría. 16 y 20 de agosto, y 2 de septiembre (victoria sobre los turcos).
San Esteban Dragutin de Serbia, rey y monje. 13 de abril.
San Esteban III de Moldavia. 2 de julio.
San Esteban Milutin de Serbia. 30 de octubre.
San Esteban Nenmaja I de Serbia, rey y monje. 24 de septiembre.
San Esteban Nenmaja II de Serbia. 13 de febrero.
San Ethelbert de Kent. 24 de febrero.
San Ethelred de Mercia, rey y abad. 4 de mayo.
San Ethelred de Sajonia, rey y mártir. 23 de abril.
San Fernando de Castilla. 30 de mayo.
San Guntram de Borgoña. 28 de marzo.
San Gwynolly de Gales, rey penitente. 29 de marzo.
San Harold Bluetooth de Dinamarca. 1 de noviembre.
San Ina de Kent. 8 de septiembre.
San Josías de Jerusalén. 25 de junio.
San Josse (Duzec, Iudocus, Joost, Josselin, Tuzec) de Montreuil, rey, ermitaño y peregrino. 9 de enero (traslación de las reliquias), 11 de junio, 13 y 25 de julio y 13 de diciembre.
San Juan Vladimir de Serbia. 22 de mayo.
San Judicaël de Bretaña, rey y fundador. 16 y 17 de diciembre.

San Ladislao I de Hungría
San Ladislao I de Hungría. 27, 30 de junio y 29 de julio.
San Lalibaba de Etiopía, rey y fundador. 6 de junio. 
San Lotario I, emperador. 29 de septiembre.
San Lucio de Chur, rey, obispo y mártir. 2 (en Chur) y 3 de diciembre.
San Luglius de Lillers, rey, peregrino, obispo y mártir. 23 de octubre.
San Luis de Francia. 25 de agosto.
San Melquisedec de Salem, rey y sacerdote; 25 de marzo, 22 de mayo (Iglesia Oriental) y 26 de agosto.
San Milliau (Malo) de Bretaña, rey y mártir. 24 de julio, 26 de octubre y 5 de noviembre.
San Mircea I de Valaquia. 31 de enero.
San Mirian III de Georgia. 37 de septiembre.
San Nicolás Romanov de Rusia. 17 de julio.
San Olaf de Suecia. 30 de julio.
San Olaf II Haraldsson de Noruega, rey y mártir. 10 (con San Canuto IV de Dinamarca y San Erik IX de Suecia) y 29 julio.
San Oswald de Northumbria. 5 de agosto.
San Oswin de Northumbria, rey y mártir. 20 de agosto.
San Pabo de Bretaña. 9 de noviembre.
San Pedro de Murom. 25 de junio.
San Pedro I de Bulgaria. 30 de enero.
San Radoslav de Serbia. 8 de septiembre.
San Ratislav I de Moravia, el Grande. 19 de mayo.
San Rhain Dremrudd de Gales. 1 de noviembre.
San Ricardo de Essex, rey y peregrino. 7 de febrero.
San Rodolfo II de Borgoña. 1 de noviembre.

San Salomón de Jerusalén
San Salomón de Jerusalén. 17 de junio.
San Salomón II de Bretaña. 4 de octubre.
San Segismundo de Borgoña, rey y mártir. 1 de mayo.
San Sigberto III de Austrasia. 1 de febrero.
San Sigebert de Inglaterra. 25 de enero, 7 de agosto, 27 de septiembre y 29 de octubre.
San Teodosio de Roma, emperador. 17 de enero.
San Tewdrig de Glywysing. 2 de noviembre.
San Tiridates III de Armenia. 29 de noviembre.
San Vladimir de Rusia. 15 de julio.
San Vladimir Juan Bautista de Croacia. 13 de marzo. 
San Wachtang I de Georgia. 30 de noviembre. 
San Widukind de Dinamarca. 7 de julio.
San Wistan (Walstan) de Mercia. 6 de febrero y 1 de junio. 
Santos Luarsab I y Arsil II de Georgia. 4 de julio.
Santos Melchor, Gaspar y Baltasar, Reyes Magos. 1, 6, 11 (Baltazar) y 12 de enero, y 23 de julio, traslación de las reliquias a Colonia. 
Beato Amadeo IX de Saboya. 31 de marzo.
Beato Carlos de Austria, emperador. 1 de abril.
Beato Clodoveo de Francia. 27 de noviembre.
Beato Conrado III, emperador. 15 de febrero.
Beato Humberto III de Saboya. 4 de marzo.
Beato Jaime I de Aragón y Valencia. 23 de julio.


Te daré refrencias, por ahora, de uno de ellos:

San Erik "Plovpenning" de Dinamarca, rey, terciario franciscano y mártir. 9 de febrero y 10 de agosto.
Nació en 1216 y reinó desde 1241 a 1250. Ya adulto se unió a la Tercera Orden San Francisco. El apodo "Plovpenning" se lo ganó al recaudar un penique por familia para una guerra contra Estonia que finalmente no llegó a suceder, puesto que Dinamarca estaba bastante dividida entre sí, como para unirse para guerrear. Su misma familia tenía luchas internas: dos hermanos suyos aspiraban al trono. En una visita que hizo a su hermano Schleswig fue capturado y asesinado. Desde entonces, se le consideró mártir. Su tumba se encuentra en Ringsted, Copenhague.



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Santa Almedha, virgen y mártir.

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