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domingo, 13 de enero de 2013

El Bautismo de Jesús

Bautismo de Cristo. Giotto. Siglo XIV.

Quizás a alguna persona que rezara la Liturgia de las Horas del día de Epifanía le causara cierta extrañeza la antífona al Cántico Evangélico del Benedictus en Laudes:
“Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino. Aleluya”.

E igualmente, para el Cántico del Magníficat en Vísperas, ésta es la antífona:
“Veneremos este día santo, honrado con tres prodigios: hoy, la estrella condujo a los magos al pesebre; hoy, el agua se convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy, Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán, para salvarnos. Aleluya”.

A simple vista, puede parecernos una mezcla inconexa la alusión, incluso sin respetar el orden cronológico, a estos tres acontecimientos de la vida de Jesús: La adoración de los Magos, el Bautismo en el río Jordán y el milagro acontecido en las bodas de Caná. La explicación es que en los tres momentos se produce una Epifanía, esto es, una manifestación de Jesús, manifestación de su mesianismo y su divinidad. 

Ciertamente, el 6 de enero la Iglesia celebra especialmente la manifestación a los Magos que, como primeros representantes de los pueblos paganos, guiados por la estrella de la fe, llegan hasta Jesús. Pero no podemos olvidar que al siguiente domingo, que litúrgicamente sigue formando parte del tiempo de Navidad, celebramos el Bautismo de Jesús. Al otro domingo, que es ya el segundo “durante el año” o “de tiempo ordinario”, en el ciclo C, que es el que nos encontramos en el presente año, se proclamará el texto evangélico de la conversión del agua en vino como mueva “manifestación” de Jesús como Mesías en las bodas de Caná. (Aunque en los otros ciclos litúrgicos sean otras las lecturas joánicas que se leen en dicho domingo).

El Bautismo de Juan, que no era sino un signo de conversión, al bajar Jesucristo a las aguas del Jordán, da paso al Bautismo cristiano, por lo que esta fiesta del Bautismo de Jesús es ocasión propicia para reflexionar sobre nuestro propio bautismo y los compromisos de vida que entonces adquirimos. Pero preferimos que sea Dom Próspero Guéranger quien (al igual que ya hicimos en las Ferias Mayores del Adviento) nos acompañe con sus profundas y piadosas reflexiones en su Año Litúrgico, que, sin más, pasamos a compartir:

EL BAUTISMO DE CRISTO: 
Hoy ocupa de una manera especial la atención de la Iglesia, el segundo Misterio de la Epifanía, el Misterio del Bautismo de Cristo, en el Jordán. El Emmanuel se ha manifestado a los Magos después de haberse mostrado a los pastores; pero esta manifestación ha ocurrido en el angosto recinto de un establo de Belén, y los hombres de este mundo no han podido conocerla. En el Misterio del Jordán Cristo se manifiesta con mayor aparato. Su venida es anunciada por el Precursor; la multitud que se agolpa en torno al Bautismo de agua, es testigo del hecho; Jesús va a comenzar su vida pública. Más ¿quién será capaz de describir la grandeza de los detalles que acompañan esta segunda Epifanía?

EL MISTERIO DEL AGUA:
La segunda Epifanía tiene por objeto, lo mismo que la primera, el bien y la salvación del género humano; pero sigamos el curso de los Misterios. La Estrella condujo a los Magos a Cristo; antes, aguardaban, esperaban; ahora creen. Comienza en el seno de la Gentilidad la fe en el Mesías. Pero no basta creer para salvarse; hay que lavar en el agua las manchas del pecado. "El que creyere y fuere bautizado, será salvo"(Mc 16, 16): Es, por tanto, tiempo de que ocurra una nueva manifestación del Hijo de Dios, con el fin de inaugurar el gran remedio que debe dar a la Fe, el poder de causar la vida eterna. Ahora bien, los designios de la divina Sabiduría habían escogido el agua como instrumento de esa sublime regeneración de la raza humana. Por eso, al principio del mundo, se nos muestra al Espíritu divino caminando sobre las aguas, para que la naturaleza de estas concibiese ya en su seno un germen de santificación, como canta la Iglesia en el Sábado Santo. Pero las aguas debían servir a la justicia castigando a un mundo culpable, antes de ser llamadas a cumplir los designios de su misericordia. Todo el género humano, a excepción de una sola familia, desapareció, por un terrible decreto, bajo las olas del diluvio. Sin embargo de eso, al fin de aquella espantosa escena apareció un nuevo indicio de la futura fecundidad de este predestinado elemento. 

La paloma que salió un momento del arca de salvación, volvió a entrar en ella, trayendo un ramo de olivo, símbolo de la paz devuelta a la tierra, después del diluvio. Pero la realización del misterio anunciado estaba todavía lejana. En espera del día en que se había de manifestar este misterio, Dios multiplicó las figuras destinadas a mantener la esperanza de su pueblo. Así, hizo que este pueblo no llegara a la Tierra prometida, sin haber atravesado las olas del Mar Rojo; durante el misterioso paso, una columna de humo cubría a la vez la marcha de Israel y las benditas olas a las que debía la salvación. Pero, sólo el contacto con los miembros humanos de un Dios encarnado podía comunicar a las aguas la virtud purificadora por la que suspiraba el hombre culpable. Dios había dado su Hijo al mundo, no sólo como Legislador, Redentor y Víctima de salvación, sino para ser Santificador de las aguas; en el seno, pues, de este sagrado elemento debía darle un testimonio divino y manifestarle por segunda vez. 

EL BAUTISMO DE JESÚS:
Se adelanta, pues, Jesús de treinta años de edad, hacia el Jordán, río célebre ya por los prodigios proféticos operados en sus aguas. El pueblo judío, reanimado por la predicación de Juan Bautista, acudía en tropel a recibir aquel Bautismo, que si podía excitar al arrepentimiento del pecado, no conseguía borrarlo. También nuestro divino Rey se dirige hacia el río, no para buscar la santificación, pues es principio de toda santidad, sino para comunicar a las aguas la virtud de engendrar una raza nueva y santa, como canta la Iglesia. Desciende al lecho del Jordán, no como Josué para atravesarlo a pie enjuto, sino para que el Jordán le envuelva con sus olas y reciba de El, para luego comunicarla a todo el elemento, esa virtud santificadora que ya no volverá a perder nunca. Animadas por los rayos divinos del Sol de justicia, se hacen fecundas las aguas, cuando la cabeza augusta del Redentor se sumerge en su seno, ayudada por la mano temblorosa del Precursor. Más, es necesario que intervenga toda la Trinidad en este preludio de la nueva creación. Se abren los cielos; baja la Paloma, no ya simbólica y figurativa, sino anunciadora de la presencia del Espíritu de amor que da la paz y transforma los corazones. Se detiene y descansa en la cabeza del Emmanuel, cerniéndose a la vez sobre la humanidad del Verbo y sobre las aguas que bañaban sus sagrados miembros.

EL TESTIMONIO DEL PADRE:
Pero, aún no había sido manifestado con suficiente realce el Dios humanado; era preciso que la voz del Padre resonase sobre las aguas y removiese hasta lo más profundo de sus abismos. Entonces, se dejó oír aquella Voz que había cantado David: Voz del Señor que retumba sobre las aguas, trueno del Dios majestuoso que derrumba los cedros del Líbano (orgullo de los demonios), que apaga el Juego de la ira divina, que conmueve el desierto y anuncia un nuevo diluvio (Salmo 28), un diluvio de misericordia; esta voz clamaba ahora: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias". De este modo se manifestó la Santidad del Emmanuel con la presencia de la celestial Paloma y con la voz del Padre, como lo había sido su realeza con el mudo testimonio de la Estrella. Realizado el misterio, dotado el elemento del agua de su nueva virtud purificadora, sale Jesús del Jordán, y sube a la orilla, llevando tras de sí, según opinión de los Padres, a la humanidad regenerada y santificada y dejando allí sumergidos todos sus crímenes y pecados.

COSTUMBRES:
Sin duda es importante la fiesta de Epifanía, cuyo objeto es honrar tan altos misterios; no debemos admirarnos, que la Iglesia de Oriente hiciera de este día una de las fechas para la solemne administración del Bautismo. Los antiguos monumentos de la Iglesia de las Galias indican que esta era también la costumbre de allí; más de una vez, en Oriente, según cuenta Juan Mosch, se vio llenarse el sagrado Baptisterio, con un agua milagrosa, el día de esta festividad, y vaciarse por si mismo después de la administración del Bautismo. La Iglesia Romana, desde tiempos de San León, insistió en que se reservase a las fiestas de Pascua y Pentecostés el honor de ser los únicos días consagrados a la solemne administración del primero de los Sacramentos; pero, en muchos lugares de Occidente, se conservó y conserva aún la práctica de bendecir el agua con una solemnidad especial, el día de Epifanía. La Iglesia de Oriente guardó celosamente esta costumbre. 

La función se desarrolla ordinariamente en la Iglesia; pero, a veces, el Pontífice se traslada a orillas de un río, acompañado de los sacerdotes y ministros revestidos de sus más ricos ornamentos, y seguido de todo el pueblo. Después de recitar oraciones de una gran belleza, que sentimos no poder citar, el Pontífice sumerge en las aguas una cruz engastada en pedrería que representa a Cristo, imitando de esta suerte la acción del Precursor. En San Petersburgo, la ceremonia se realizaba en otros tiempos sobre el Neva, introduciendo el Metropolitano la cruz en las aguas, a través de una abertura practicada en el hielo. Este rito se observa de manera parecida en las Iglesias de Occidente que han conservado la costumbre de bendecir el agua en la fiesta de Epifanía. Los fieles se apresuran a extraer del río el agua santificada, y San Juan Crisóstomo, en su Homilía veinticuatro sobre el Bautismo de Cristo afirma, poniendo por testigos a sus oyentes, que esta agua no se corrompía. Idéntico prodigio fue muchas veces observado en Occidente.

Demos, pues, gloria a Cristo por la segunda manifestación de su carácter divino, y agradezcámosle con la Iglesia el habernos dado junto con la Estrella de la Fe que nos ilumina, el Agua capaz de borrar nuestras culpas. Admiremos, agradecidos, la humildad del Salvador que se inclina bajo la mano de un mortal, para realizar toda justicia, como El mismo dice: porque, habiendo tomado consigo la forma de pecador, era necesario que asumiese también las humillaciones para levantarnos de nuestra postración. Agradezcámosle la gracia del Bautismo que nos ha abierto las puertas de la Iglesia de la tierra y de la Iglesia del cielo. Finalmente, renovemos los compromisos contraídos en la sagrada fuente, y que fueron condición del nuevo nacimiento.

MEDITACIÓN PARA ESTE DÍA:
Relieve policromado.
I
glesia de Calañas, Huelva.
¡Oh celestial Cordero! bajaste al río para purificarle; la divina Paloma vino desde el cielo a unir su dulzura a la tuya y luego saliste a la orilla. Mas ¡oh prodigio de tu misericordia! los lobos han bajado después de ti a las aguas santificadas y han salido transformados en corderos. Todos nosotros, manchados con el pecado, nos volvemos al salir de la fuente sagrada, tan blancos como las ovejas de tu divino Cántico, que ascienden del baño fecundas todas y ni una sola estéril; como esas puras palomas que parecen bañadas en leche, y que han puesto su nido junto a las cristalinas fuentes. ¡Tal es la poderosa virtud purificadora dada por tu divino contacto a estas aguas! Conserva en nosotros, oh Jesús, esa blancura que de ti viene, y si la hemos perdido, devuélvenosla por el Bautismo de la Penitencia, único que puede restituirnos el candor de nuestra primera vestidura. ¡Ensancha aún más este río de amor, oh Emmanuel!

Vayan sus olas a buscar, hasta el fondo de sus salvajes desiertos, a los que todavía no han gozado de su contacto; inunda la tierra como lo prometiste. Acuérdate de la gloria con la que fuiste manifestado en el Jordán; olvida los pecados que desde hace mucho tiempo impiden la predicación de tu Evangelio en esas regiones desoladas; el Padre de los cielos manda a todas las criaturas que te escuchen: ¡Habla, pues, a todos, oh Emmanuel!

Transcripción de Ángel Luis Estecha González, pbro.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Antífonas Mayores de Adviento. Día 23: O Emmanuel

"La Virgen concebirá
y dará a luz un hijo,
y le pondrán por nombre:
EMMANUEL"
Al ofrecernos la última de las Antífonas Mayores del Adviento, el autor del Año Litúrgico quiere antes presentarnos la de la oración de la mañana: 
Hoy, en el Oficio de Laudes, la Iglesia canta esta antífona (1): 'Se ha cumplido ya todo lo que el Ángel dijo de la Virgen María'”.

Después de lo cual, podemos pasar ya a la Antífona de las Vísperas:


SÉPTIMA ANTÍFONA
Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro,
esperanza de las naciones 
y salvador de los pueblos,
ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.





Y así la desarrolla el piadoso benedictino francés:
¡Oh Emmanuel, Rey de Paz! hoy es tu entrada en Jerusalén, tu ciudad escogida, pues allí tienes tu Templo. Pronto hallarás también en ella tu Cruz y tu Sepulcro; y llegará el día en que establezcas allí tu tremendo tribunal. Ahora llegas sin ruido ni ostentación a la ciudad de David y de Salomón. Es simplemente un lugar de paso para llegar a Belén. Tu Madre María y su esposo José nunca la atraviesan sin subir al Templo para ofrecer al Señor sus plegarias y homenajes, y ahora se realiza por primera vez el oráculo del Profeta Ageo, que había anunciado que la gloria del segundo Templo había de ser mayor que la del primero. Efectivamente, este Templo posee ahora un Arca de la Alianza mucho más preciosa que la de Moisés, e incomparablemente superior a cualquier otro santuario que no sea el mismo cielo, por la dignidad de Aquel a quien encierra. Es el mismo Legislador quien está aquí y no simplemente unas tablas de piedra donde está grabada la Ley. Pero en seguida el Arca viva del Señor desciende las gradas del Templo y se dispone a continuar su camino hacia Belén, adonde le llaman otras profecías. Adoramos, oh Emmanuel, todos tus pasos por este mundo, admirando la fidelidad con que cumples todo lo que de ti está escrito, para que nada falte de las señales que deben manifestarte, oh Mesías, a tu pueblo. Acuérdate que va a sonar la hora; haz que todo esté dispuesto para tu Nacimiento; ven a salvarnos; ven, para que podamos llamarte no sólo Emmanuel, sino Jesús, es decir, Salvador”.

También en este día se nos ofrece una de las antiguas antífonas que en otro tiempo se añadían a la del día, la O Hierusalem!:


SOLEMNE ANTÍFONA A JERUSALÉN
Oh Jerusalén, ciudad de Dios,
levanta los ojos a tu alrededor
y contempla a tu Señor,
porque en seguida va a venir
a librarte de tus cadenas.



El Emmanuel rodeado
por las antífonas de la O
Y a las puertas ya de la Navidad (que a todos los lectores deseamos muy felices), despedimos estas reflexiones con el último texto tomado de la “Conducta para pasar santamente el Adviento” del Padre Juan Bautista Elías Avrillon, religioso Mínimo:
¡Oh Emmanuel!, es decir, ¡Oh Dios con nosotros! En este augusto misterio es, ¡Oh Salvador mío!, en el que con justo título se te puede atribuir este glorioso nombre; porque ¡ah!, el pecado nos había alejado de ti, había formado una cruel separación entre ti y los hombres, y se necesitaba una misericordia infinita y un milagro de amor para reconciliar al hombre contigo y unir así la distancia que de ti le separaba. Pues esto es precisamente lo que tú haces, ¡Oh Dios de bondad!, en el misterio de la Encarnación: Atraviesas los espacios infinitos que hay entre el cielo y la tierra, desciendes del trono brillante de tu majestad, vienes a nacer entre nosotros, a vivir y conversar con nosotros, a hacerte semejante a nosotros para facilitar el que nos aproximemos a ti. ¡Ay!, nosotros estábamos sin conductor y tú vienes como rey, como padre, como amigo, como el deseado de todas las naciones y, en fin, como un poderoso libertador, para librarnos del pecado, de la muerte y del infierno. Ven, pues, ¡Oh Dios mío y mi Salvador!; ven a socorrernos”.

 
Pbro. Ángel Luis Estecha González.


LAS DEMÁS ANTÍFONAS:

Día 17: O Sapientia.
Día 18: O Adonai.
Día 19: O Radix Iesse.
Día 20: O Clavis David.
Día 21: O Oriens.
Día 22: O Rex Gentium.

Llegados a la última antífona, solo puedo agradecer profundamente al P. Estecha por el tiempo invertido en leer, seleccionar y traducir los textos, buscar los enlaces, conformar estos magníficos siete artículos que sin duda, han enriquecido mucho al blog, a mi, y a muchos lectores. 

Ramón Rabre. El Autor del Blog 

 


(1) Antífona del Benedictus, que recordemos es el cántico de Zacarías (Lc 1, 68-79). Sigue conservándose en la liturgia actual.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Antífonas Mayores de Adviento. Día 22: O Rex Gentium.

En la tradición cristiana es común desde tiempo inmemorial representar a Jesús con corona y otros atributos regios, pues “El mundo fue hecho por medio de él(1); esto culminará con la institución de la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo (2). Aquél que nace humildemente en Belén es el mismo al que reconocemos como Soberano de toda la creación. La Antífona Mayor de hoy nos lo recuerda. 

SEXTA ANTÍFONA
Oh Rey de las naciones
y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia,
que haces de dos pueblos uno solo,
ven y salva al hombre 
que formaste del barro de la tierra.





Rex Gentium
Y Dom Próspero Gueranguer nos dice en su Año Litúrgico:
"¡Oh Rey de las naciones! cada día te vas aproximando más a Belén, donde habrás de nacer. El viaje se acerca a su fin, y tu augusta Madre, animada y fortalecida con tal dulce carga, camina en constante coloquio contigo. Adora ella tu divina majestad y da gracias por tu misericordia; se alegra de haber sido elegida para la sublime misión de servir de Madre a todo un Dios. Desea y goza ya del momento en que te contemplará con sus propios ojos. ¿Cómo podrá servir dignamente a tu soberana grandeza, la que se considera como la última de las criaturas? ¿Osará levantarte en sus brazos, estrecharte contra su corazón, amamantarte en su humano regazo? Y con todo eso, al pensar que se avecina la hora en que, sin dejar de ser su hijo, vas a salir de ella y reclamar todos los cuidados de su ternura, su corazón desfallece, y al unirse su amor materno con el amor que tiene a su Dios, está a punto de expirar en aquella desigual lucha de la débil naturaleza humana con los más fuertes y poderosos afectos reunidos en un mismo corazón. Pero tú la sostienes ¡oh Deseado de las naciones! porque quieres que llegue a ese momento feliz en que dé a la tierra su Salvador, y a los hombres la Piedra angular que los ha de unir en una sola familia. ¡Bendito seas, oh Rey divino, por las maravillas de tu poder y de tu bondad! Ven cuanto antes a salvarnos, acordándote del amor que tienes al hombre por haber salido de tus manos. Ven, pues tu obra ha degenerado; ha caído en la perdición y la muerte la ha invadido: tómala de nuevo en tus poderosas manos y rehazla; sálvala; pues la continúas amando y no te avergüenzas de lo que has hecho". 

Nuevamente encontramos en dicho Año Litúrgico una Antífona que en la antigüedad acompañaba a la de la O, en este caso la O Rex Pacifice!, dirigida a Nuestro Señor:

SOLEMNE ANTÍFONA EN HONOR DE CRISTO
Oh Rey Pacífico,
que naciste antes de los siglos,
date prisa a salir por la puerta de oro:
visita a los que vas a rescatar
y haz que suban al lugar 
de donde les arrojó el pecado.


Rey del mundo y
piedra angular de la Iglesia.
Y por hoy el punto final lo pone la reflexión piadosa del religioso Mínimo Padre Avrillon en su “Conducta para pasar santamente el Adviento”:
¡Oh Rey de las naciones!, Rey de los reyes, soberano Señor del cielo y de la tierra, Rey querido de todos los pueblos que tienen la felicidad de vivir bajo tus leyes y de quienes haces toda la dicha, la gloria y las delicias. Piedra angular, sobre la cual va a fundarse todo el edificio de la Iglesia, y contra la cual nunca prevalecerán las puertas del infierno. Señor omnipotente, que sólo tú tienes la fortaleza de poner en el centro de la unidad las cosas más contrarias, y que de los diferentes pueblos de las dos alianzas vas a hacer uno solo, para vivir de la misma fe y de la misma caridad, para hacerle heredero de tu reino eterno. Date prisa, ven a obrar este gran prodigio; ven a salvar al hombre que has formado del cieno de la tierra, pero que le has honrado haciéndole a tu imagen, para establecer un perfecto amor en una perfecta semejanza”.

Pbro. Ángel Luis Estecha González.


LAS DEMÁS ANTÍFONAS:

Día 17: O Sapientia.
Día 18: O Adonai.
Día 19: O Radix Iesse.
Día 20: O Clavis David.
Día 21: O Oriens.
Día 23: O Emmanuel.





(1) Cf Jn 1, 10.
(2) Por el papa Pio XI en 1925. Actualmente se celebra el último Domingo antes del Adviento.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Antífonas Mayores de Adviento. Día 21: O Oriens.

Hoy, Dom Guéranger empieza recordándonos:
La voz de la Iglesia nos hace oír hoy en el Oficio de Laudes el siguiente solemne aviso: 'No temáis, dentro de cinco días vendrá a vosotros el Señor'”. (1)

Seguidamente, dedicaba bastante espacio a recordar que en su tiempo de alguna manera las Ferias mayores eran como interrumpidas para honrar a Santo Tomás Apóstol, cuya fiesta se celebraba en este día. Actualmente, la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II ha trasladado la celebración de este apóstol al 3 de julio (antigua fiesta de la Traslación) para no quitar protagonismo a estas jornadas de preparación inmediata a la Navidad. Por este motivo, omitimos tanto la meditación como los otros textos referidos al mismo (2). Haremos una excepción presentando como curiosidad la Antífona "O Thomas Didyme!" que como se nos recordaba en la introducción general a estos días, en la antigüedad acompañaba a la Antífona O de hoy:



“Oh Tomás el mellizo,
que has merecido ver a Cristo;
nosotros hacemos subir hacia ti 
nuestras oraciones en voz alta;
socórrenos a nosotros, miserables,
para que no seamos condenados con los impíos
al Advenimiento del Juez”
. (3)

Tras ello, veamos la Antífona de Vísperas que nos corresponde:


QUINTA ANTÍFONA
Oh Sol que naces de lo alto,
Resplandor de la luz eterna,
Sol de justicia,
ven ahora a iluminar 
a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte.






Sigamos ahora la meditación que nos dirige el fervoroso benedictino:
¡Oh Jesús, Sol divino!, vienes a arrancarnos de la eterna noche, ¡bendito seas por siempre! Mas, ¡cuánto pruebas nuestra fe antes de brillar ante nuestra vista en todo tu esplendor! ¡Cómo te complaces en ocultar tus destellos hasta que llegue el momento señalado por tu Padre celestial para que muestres la plenitud de tu brillo! Vas atravesando Judea y te acercas a Jerusalén; el viaje de María y de José toca a su fin. Por el camino, encuentras una gran muchedumbre que caminan en todas direcciones vuelven cada cual a su ciudad de origen para cumplir el Edicto de empadronamiento; ninguno de todos esos hombres ha adivinado que estuvieras tan cerca de ellos ¡oh divino Oriente! A María, tu Madre, la toman por una mujer ordinaria; todo lo más, reconocerán la dignidad e incomparable modestia de tan augusta Reina, sintiendo vagamente el rudo contraste que existe entre tan soberana majestad y un exterior tan humilde, pero en seguida olvidarán tan feliz encuentro.
Pues, si a la Madre miran con tanta indiferencia ¿tendrán acaso un solo pensamiento para el Hijo no nacido aún a la luz visible? Y sin embargo, ese Hijo eres tú mismo ¡oh Sol de justicia!. Aumenta en nosotros la fe, e incrementa también el amor. Si esos hombres te amaran, ¡oh libertador del género humano! harías que ellos te sintieran; tal vez no te verían aún sus ojos, pero al menos ardería su corazón dentro de su pecho; suspirarían por ti, y con sus ansias y oraciones anticiparían el momento de tu llegada. ¡Oh Jesús, que atraviesas el mundo creado por ti, sin forzar a ninguna de tus criaturas! queremos acompañarte durante el resto de tu viaje; queremos besar en la tierra las huellas benditas de aquella que te lleva en su seno; no te abandonaremos hasta que contigo lleguemos a la afortunada Belén, a esa casa del Pan, donde por fin te verán nuestros ojos ¡oh Esplendor eterno, Señor y Dios nuestro!”.

"Sol del Oriente"
El milagroso Cristo "Gerokreuz".
Siglo X. Catedral de Colonia
.
También nos podrá ayudar en nuestra reflexión este texto de la liturgia mozárabe:
¡Oh Dios y Padre nuestro!, es grande a tus ojos la culpa de tu pueblo, pues han despreciado a tu Hijo, anunciado por la Ley, permaneciendo en el abismo de la incredulidad, mientras que lo han reconocido aquellos a quienes no les había sido anunciado y los que no han oído hablar de él lo han contemplado en su inteligencia. Te suplicamos que arranques de nosotros todo aquello que en nuestras obras se resista a ti, para que los dones que has sembrado en nuestro dócil corazón tengan un crecimiento fecundo y la raíz de la humildad no se seque nunca, Amén”. (4)

Y concluimos como cada día con la paráfrasis del autor de la “Conducta para pasar santamente el Adviento”:

¡Oh Sol!, origen de todas luces, puesto que eres engendrado por tu Padre celestial desde toda la eternidad en el esplendor de los santos, que derramas en las almas la luz de las verdades eternas para ilustrarlas en los caminos de la salvación; Sol de justicia mil veces más luminoso que el de la naturaleza, que no brilla sino por tu claridad, y que sin ti no sería más que tinieblas. ¡Ay! Nosotros mismos estamos en las tinieblas y sombras de la muerte: Ven pues a iluminarnos, por ti suspiramos; ven a conversar con nosotros, a abrirnos los ojos del alma; ven a hacer que te conozcamos a ti y nos conozcamos a nosotros mismos, para que te amemos y a nosotros mismos nos aborrezcamos; ven a disipar nuestras tinieblas y librarnos de la muerte, puesto que eres el principio de la luz y el autor de la vida, de la gracia y de la gloria”.
Pbro. Ángel Luis Estecha González.


LAS DEMÁS ANTÍFONAS:

Día 17: O Sapientia.
Día 18: O Adonai.
Día 19: O Radix Iesse.
Día 20: O Clavis David.
Día 22: O Rex Gentium.
Día 23: O Emmanuel.





(1) Antífona al Cántico evangélico del Benedictus. Recordemos que todos los días en Laudes se reza o canta dicho Cántico de Zacarías (Lc 1, 68-79). Esta antífona se sigue conservando en el actual Oficio Divino.
(2) Se incluía una lectura hagiográfica tomada del Breviario Romano de su tiempo, la oración de Maitines del antiguo Breviario Gótico o Mozárabe y un Himno tomado del Menologio Griego.
(3) Este es otro de los textos no conservados por editores castellanos, por lo que lo traducimos de la edición francesa, teniendo a la vista el original latino.
(4) Del Breviario Mozárabe. Oración para el lunes de la V semana de Adviento. Lo traducimos de la edición francesa por omitirlo la traducción castellana del Año Litúrgico.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Antífonas Mayores de Adviento. Día 20: O Clavis David

Nuevas referencias davídicas encontramos en la Antífona O correspondiente a hoy: 


CUARTA ANTÍFONA
Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel,
que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir,

ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas
y en sombra de muerte.

 
Y así reflexiona sobre el tema Dom Próspero Guéranger:
¡Oh Hijo de David, heredero de su trono y de su poderío! en tu triunfal marcha vas recorriendo una tierra sometida en otros tiempos a tu antepasado, y hoy esclavizada por los Gentiles. En el camino reconoces por todas partes tantos lugares que fueron testigos de las maravillas de la justicia y de la misericordia de tu Padre Dios para con su pueblo, en tiempos de la Antigua Alianza que llega a su fin. Pronto será retirado el velo virginal que te envuelve y emprenderás nuevos viajes cruzando esas mismas tierras; las recorrerás haciendo el bien, curando toda clase de miserias y enfermedades, y ello sin tener donde descansar tu cabeza. Al menos, hoy el seno materno te ofrece aún un dulce y tranquilo refugio, donde recibes únicamente las demostraciones del más tierno y respetuoso amor. Pero, es necesario, Señor, que salgas de ese feliz retiro; es necesario, oh Luz eterna, que brilles en medio de las tinieblas, porque el cautivo a quien has venido a libertar yace sumido en las mazmorras. Está sentado en las sombras de la muerte y va a perecer en ellas si no vienes con prontitud a abrir sus puertas con tu Llave omnipotente.
¡Oh Jesús!, este cautivo es el género humano, esclavo de sus vicios y sus errores; ven a romper el yugo que le abruma y degrada; ese cautivo es nuestro propio corazón, esclavizado con demasiada frecuencia por sus malas inclinaciones: ven, oh divino Libertador, a liberar todo lo que por tu gracia has querido crear libre, y a volvernos a elevar a la dignidad de hermanos tuyos”.
El autor del Año Litúrgico añade seguidamente una de esas venerables antífonas que en siglos antiguos acompañaban a la Antífona O de este día, en concreto la O Gabriel!, dirigida al Arcángel San Gabriel y puesta en labios de Santa María:

ANTÍFONA AL ARCANGEL GABRIEL
Oh Gabriel, celestial embajador;
entraste hasta mi con las puertas cerradas
y me dirigiste aquellas palabras (1):
'Concebirás y darás a luz un hijo
al que se le llamará Emmanuel'.


Vidriera. Catedral de Metz
Finalmente, omitimos la referencia a la antigua Vigilia de Santo Tomás Apóstol, puesto que, como veremos mañana, actualmente no se celebra en estas fechas y además es un añadido de la edición española. Dicha edición también recoge hoy la celebración de Santo Domingo de Silos (¡no en vano son los monjes de su Monasterio los traductores!), pero preferimos dejar su referencia para mejor ocasión y terminar con la reflexión cotidiana del Padre J. B. E. Avrillon:
¡Oh llave misteriosa de David y cetro dominante de la casa de Israel! Llave favorable a los elegidos, que les abres el cielo sin que nadie pueda nunca cerrársele cuando ellos han sido fieles a la gracia hasta la muerte, pero llave espantosa para los réprobos, que les cierras el cielo sin que nadie jamás pueda abrírsele: Ven cuanto antes a romper nuestras cadenas y a librarnos de la dura cautividad en que vivimos. ¡Ay!, que nosotros somos a un mismo tiempo criminales y cautivos; nosotros nos labramos nuestras cadenas, porque son cadenas de pecados las que arrastramos. Ven, pues, ¡Oh llave favorable! a descargarnos de ellas; ven a abrirnos las puertas de nuestras cárceles y a procurarnos la dichosa libertad de los hijos de Dios, por la cual suspiramos hace tan largo tiempo. Ven, Señor, a derramar tus luces siempre eternas sobre las espesas tinieblas que nos rodean, para hacernos dignos de ver el día de las verdades divinas, cuyo adorable principio eres tú”.
Pbro. Ángel Luis Estecha González.

 

LAS DEMÁS ANTÍFONAS:

Día 17: O Sapientia.
Día 18: O Adonai.
Día 19: O Radix Iesse.
Día 21: O Oriens.
Día 22: O Rex Gentium.
Día 23: O Emmanuel.

 

(1) Imposible transmitir el delicado juego de palabras del original latino. "Verbum nuntiasti" evoca tanto las palabras del Ángel como al propio Jesús, que es la Palabra eterna del Padre.

 

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miércoles, 19 de diciembre de 2012

Antífonas Mayores de Adviento. Día 19: O Radix Iesse.

María Radix Iesse de Delft.
Siglo XIV.
En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de ciencia y discernimiento, espíritu de consejo y valor, espíritu de piedad y temor del Señor. (…) Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada” (1). 

Esta lectura del profeta Isaías, al citar a Jesé, el padre del rey David, está anunciando el origen davídico del futuro Mesías, y así lo muestran los textos evangélicos que recogen la genealogía de Jesús (2). Con frecuencia, desde el siglo XII, el arte cristiano ha desarrollado el tema del Árbol de Jesé, que brotando de éste presenta a diversos antepasados de Jesucristo hasta culminar en la Virgen María. Desde el norte de Europa nació un movimiento devocional hacia este título y representación marianos, a partir de un milagro ocurrido en la iglesia de Santos Bartolomé e Hipólito de Delft, en los Países Bajos, el 12 de junio de 1327: la imagen de Santa María, Radix Iesse, sanó a una ciega que había ido expresamente a la bendición de dicha imagen. En el siglo XVI se engrandecería el retablo de dicha imagen con el tema iconográfico que le da título. María aparecía sentada en un trono y rodeada por ramas florecidas, en cuyas flores aparecen los bustos de los antepasados de Cristo. Actualmente solo se conserva la imagen del siglo XIV, una preciosa talla gótica. La festividad es el domingo posterior al 12 de junio.

También le canta el Carmelo a María en su himno más tradicional, el Flos Carmeli: "Radix Iesse germinans flosculum nos ad esse tecum in saeculum patiaris".


Recordamos este tema porque a él alude la Antífona O de este día 19 de diciembre:




TERCERA ANTÍFONA
Oh Renuevo del tronco de Jesé,
que te alzas como un signo para los pueblos,
ante quien los reyes enmudecen
y cuyo auxilio imploran las naciones,
ven a librarnos, no tardes más.





Y así lo desarrolla el Abad de Solesmes:
Ya estás, ¡oh Hijo de Jesé!, en marcha hacia la ciudad de tus antepasados, El Arca del Señor se ha alzado y se dirige con su Señor dentro, al lugar de su descanso. "¡Cuán bellos son tus pasos, oh Hija del Rey, en el esplendor de tu calzado (3)", cuando caminas llevando la salvación a las ciudades de Judá! Los ángeles te dan escolta; tu fiel esposo te envuelve con toda su ternura, el cielo se complace en ti y la tierra se estremece de júbilo a los pies de su Creador y de su augusta Reina".


Sigue, pues, oh Madre de Dios y de los hombres, Propiciatorio omnipotente donde se contiene el divino Maná que protege al hombre de la muerte. Nuestros corazones marchan en tu compañía; juramos como tu real ancestro 'no entrar en casa, no subir a nuestro lecho, no cerrar nuestros párpados, ni entregar al reposo nuestra cabeza hasta que hayamos encontrado una morada para tu Señor en nuestros corazones, una tienda para el Dios de Jacob'. Ven, pues, oh tallo de Jesé, oculto en el seno purísimo del Arca Sagrada, hasta que llegue el momento de revelarte a los pueblos como un estandarte victorioso. Entonces los reyes vencidos enmudecerán en tu presencia, y las naciones se dirigirán a ti con sus ruegos. Date prisa, oh Mesías, ven a vencer a todos tus enemigos, ven a librarnos”.

N. S Radix Iesse. Saint Aigan, Bretaña.
Siglo XVI
El último elemento que incluye en su obra el erudito restaurador del monasterio de Solesmes es un Responsorio de Adviento tomado del Breviario Ambrosiano:
¡Bienaventurado el seno de la Virgen María que porta al Dios invisible! Aquél que no pueden contener siete tronos se ha dignado habitar en ella. Y ella lo ha llevado como una carga ligera en sus entrañas. El Señor le ha dado el trono de David, su padre; él reinará sobre la casa de Jacob para siempre, su reino no tendrá fin. Y María lo ha llevado como una carga ligera en sus entrañas”. (4)

Y aquí presentamos la consideración para hoy del digno hijo de San Francisco de Paula Juan Bautista Elías Avrillon:

 “¡Oh digno renuevo de Jesé, Hijo único de Dios omnipotente!, que has querido también ser hijo de David según la carne, para salvar a todos los hombres por la efusión de tu sangre; sé en buena hora como un glorioso estandarte para juntar a los que viven en una lamentable dispersión y en un desorden y ceguedad espantosa. Ponte a su frente para conducirlos como un monarca; ven a establecer aquí una potestad eterna y reina como soberano y como rey pacífico sobre toda la tierra. Todos los reyes sean tus vasallos, y delante de tu divina Majestad ellos queden en silencio por un profundo respeto; todos los gentiles se sometan a tus leyes, y de aquí en adelante acudan a ti para obtener gracias. Ven cuanto antes a librarnos; no tardes en venir a romper nuestras cadenas, para procurarnos la libertad de los hijos de Dios”.

 

Pbro. Ángel Luis Estecha González.

 

LAS DEMÁS ANTÍFONAS:

Día 17: O Sapientia.
Día 18: O Adonai.
Día 20: O Clavis David.
Día 21: O Oriens.
Día 22: O Rex Gentium.
Día 23: O Emmanuel.

 



(1) Is 11, 1-2.10. Este texto es la primera lectura del segundo domingo de Adviento en el ciclo A.
(2) Mt 1, 6 y Lc 2, 31-32.
(3) Cant 7, 2.

(4) Responsorio de Adviento. Breviario Ambrosiano, Sexto Domingo de Adviento. Ya señalábamos antes que en la antigua Liturgia de Milán el Adviento tenía una mayor duración que en el rito romano por lo que no ha de sorprendernos de la existencia de un Sexto Domingo. Es otro de los textos que traducimos de la edición original por no aparecer en la versión española.

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