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viernes, 22 de diciembre de 2017

Apóstol y orante.

San Ernan, monje. 22 de diciembre y 24 de enero.

Nació en Irlanda y junto a su hermano San Cobtach (3 de septiembre) fueron seguidores de San Columbano (9 de junio), del que además eran sobrinos. Cuando Columbano salió de Irlanda en su misión apostólica entre los escoceses y pictos, Ernan y su hermano le siguieron, siendo parte de los doce discípulos predilectos del santo apóstol.

Ernan predicó el Evangelio al menos durante 15 años, y luego se retiró al monasterio de Drumhome, en Donegal, donde vivió muchos años en oración y penitencia. Llegó a anciano manteniendo gran vigor físico, a decir de algunos que le conocieron. Falleció sobre 640. 

En ocasiones se le ha confundido con San Ernan de Rathmew (18 de agosto), también relacionado con San Columbano.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo XV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 22 de diciembre además se celebra a
San Veremundo de Hirache, abad.
San Hunger de Utrecht, obispo.

Y se canta la sexta de las Antífonas Mayores de Adviento: O Rex Gentium.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Antífonas Mayores de Adviento. Día 23: O Emmanuel

"La Virgen concebirá
y dará a luz un hijo,
y le pondrán por nombre:
EMMANUEL"
Al ofrecernos la última de las Antífonas Mayores del Adviento, el autor del Año Litúrgico quiere antes presentarnos la de la oración de la mañana: 
Hoy, en el Oficio de Laudes, la Iglesia canta esta antífona (1): 'Se ha cumplido ya todo lo que el Ángel dijo de la Virgen María'”.

Después de lo cual, podemos pasar ya a la Antífona de las Vísperas:


SÉPTIMA ANTÍFONA
Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro,
esperanza de las naciones 
y salvador de los pueblos,
ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.





Y así la desarrolla el piadoso benedictino francés:
¡Oh Emmanuel, Rey de Paz! hoy es tu entrada en Jerusalén, tu ciudad escogida, pues allí tienes tu Templo. Pronto hallarás también en ella tu Cruz y tu Sepulcro; y llegará el día en que establezcas allí tu tremendo tribunal. Ahora llegas sin ruido ni ostentación a la ciudad de David y de Salomón. Es simplemente un lugar de paso para llegar a Belén. Tu Madre María y su esposo José nunca la atraviesan sin subir al Templo para ofrecer al Señor sus plegarias y homenajes, y ahora se realiza por primera vez el oráculo del Profeta Ageo, que había anunciado que la gloria del segundo Templo había de ser mayor que la del primero. Efectivamente, este Templo posee ahora un Arca de la Alianza mucho más preciosa que la de Moisés, e incomparablemente superior a cualquier otro santuario que no sea el mismo cielo, por la dignidad de Aquel a quien encierra. Es el mismo Legislador quien está aquí y no simplemente unas tablas de piedra donde está grabada la Ley. Pero en seguida el Arca viva del Señor desciende las gradas del Templo y se dispone a continuar su camino hacia Belén, adonde le llaman otras profecías. Adoramos, oh Emmanuel, todos tus pasos por este mundo, admirando la fidelidad con que cumples todo lo que de ti está escrito, para que nada falte de las señales que deben manifestarte, oh Mesías, a tu pueblo. Acuérdate que va a sonar la hora; haz que todo esté dispuesto para tu Nacimiento; ven a salvarnos; ven, para que podamos llamarte no sólo Emmanuel, sino Jesús, es decir, Salvador”.

También en este día se nos ofrece una de las antiguas antífonas que en otro tiempo se añadían a la del día, la O Hierusalem!:


SOLEMNE ANTÍFONA A JERUSALÉN
Oh Jerusalén, ciudad de Dios,
levanta los ojos a tu alrededor
y contempla a tu Señor,
porque en seguida va a venir
a librarte de tus cadenas.



El Emmanuel rodeado
por las antífonas de la O
Y a las puertas ya de la Navidad (que a todos los lectores deseamos muy felices), despedimos estas reflexiones con el último texto tomado de la “Conducta para pasar santamente el Adviento” del Padre Juan Bautista Elías Avrillon, religioso Mínimo:
¡Oh Emmanuel!, es decir, ¡Oh Dios con nosotros! En este augusto misterio es, ¡Oh Salvador mío!, en el que con justo título se te puede atribuir este glorioso nombre; porque ¡ah!, el pecado nos había alejado de ti, había formado una cruel separación entre ti y los hombres, y se necesitaba una misericordia infinita y un milagro de amor para reconciliar al hombre contigo y unir así la distancia que de ti le separaba. Pues esto es precisamente lo que tú haces, ¡Oh Dios de bondad!, en el misterio de la Encarnación: Atraviesas los espacios infinitos que hay entre el cielo y la tierra, desciendes del trono brillante de tu majestad, vienes a nacer entre nosotros, a vivir y conversar con nosotros, a hacerte semejante a nosotros para facilitar el que nos aproximemos a ti. ¡Ay!, nosotros estábamos sin conductor y tú vienes como rey, como padre, como amigo, como el deseado de todas las naciones y, en fin, como un poderoso libertador, para librarnos del pecado, de la muerte y del infierno. Ven, pues, ¡Oh Dios mío y mi Salvador!; ven a socorrernos”.

 
Pbro. Ángel Luis Estecha González.


LAS DEMÁS ANTÍFONAS:

Día 17: O Sapientia.
Día 18: O Adonai.
Día 19: O Radix Iesse.
Día 20: O Clavis David.
Día 21: O Oriens.
Día 22: O Rex Gentium.

Llegados a la última antífona, solo puedo agradecer profundamente al P. Estecha por el tiempo invertido en leer, seleccionar y traducir los textos, buscar los enlaces, conformar estos magníficos siete artículos que sin duda, han enriquecido mucho al blog, a mi, y a muchos lectores. 

Ramón Rabre. El Autor del Blog 

 


(1) Antífona del Benedictus, que recordemos es el cántico de Zacarías (Lc 1, 68-79). Sigue conservándose en la liturgia actual.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Antífonas Mayores de Adviento. Día 22: O Rex Gentium.

En la tradición cristiana es común desde tiempo inmemorial representar a Jesús con corona y otros atributos regios, pues “El mundo fue hecho por medio de él(1); esto culminará con la institución de la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo (2). Aquél que nace humildemente en Belén es el mismo al que reconocemos como Soberano de toda la creación. La Antífona Mayor de hoy nos lo recuerda. 

SEXTA ANTÍFONA
Oh Rey de las naciones
y Deseado de los pueblos,
Piedra angular de la Iglesia,
que haces de dos pueblos uno solo,
ven y salva al hombre 
que formaste del barro de la tierra.





Rex Gentium
Y Dom Próspero Gueranguer nos dice en su Año Litúrgico:
"¡Oh Rey de las naciones! cada día te vas aproximando más a Belén, donde habrás de nacer. El viaje se acerca a su fin, y tu augusta Madre, animada y fortalecida con tal dulce carga, camina en constante coloquio contigo. Adora ella tu divina majestad y da gracias por tu misericordia; se alegra de haber sido elegida para la sublime misión de servir de Madre a todo un Dios. Desea y goza ya del momento en que te contemplará con sus propios ojos. ¿Cómo podrá servir dignamente a tu soberana grandeza, la que se considera como la última de las criaturas? ¿Osará levantarte en sus brazos, estrecharte contra su corazón, amamantarte en su humano regazo? Y con todo eso, al pensar que se avecina la hora en que, sin dejar de ser su hijo, vas a salir de ella y reclamar todos los cuidados de su ternura, su corazón desfallece, y al unirse su amor materno con el amor que tiene a su Dios, está a punto de expirar en aquella desigual lucha de la débil naturaleza humana con los más fuertes y poderosos afectos reunidos en un mismo corazón. Pero tú la sostienes ¡oh Deseado de las naciones! porque quieres que llegue a ese momento feliz en que dé a la tierra su Salvador, y a los hombres la Piedra angular que los ha de unir en una sola familia. ¡Bendito seas, oh Rey divino, por las maravillas de tu poder y de tu bondad! Ven cuanto antes a salvarnos, acordándote del amor que tienes al hombre por haber salido de tus manos. Ven, pues tu obra ha degenerado; ha caído en la perdición y la muerte la ha invadido: tómala de nuevo en tus poderosas manos y rehazla; sálvala; pues la continúas amando y no te avergüenzas de lo que has hecho". 

Nuevamente encontramos en dicho Año Litúrgico una Antífona que en la antigüedad acompañaba a la de la O, en este caso la O Rex Pacifice!, dirigida a Nuestro Señor:

SOLEMNE ANTÍFONA EN HONOR DE CRISTO
Oh Rey Pacífico,
que naciste antes de los siglos,
date prisa a salir por la puerta de oro:
visita a los que vas a rescatar
y haz que suban al lugar 
de donde les arrojó el pecado.


Rey del mundo y
piedra angular de la Iglesia.
Y por hoy el punto final lo pone la reflexión piadosa del religioso Mínimo Padre Avrillon en su “Conducta para pasar santamente el Adviento”:
¡Oh Rey de las naciones!, Rey de los reyes, soberano Señor del cielo y de la tierra, Rey querido de todos los pueblos que tienen la felicidad de vivir bajo tus leyes y de quienes haces toda la dicha, la gloria y las delicias. Piedra angular, sobre la cual va a fundarse todo el edificio de la Iglesia, y contra la cual nunca prevalecerán las puertas del infierno. Señor omnipotente, que sólo tú tienes la fortaleza de poner en el centro de la unidad las cosas más contrarias, y que de los diferentes pueblos de las dos alianzas vas a hacer uno solo, para vivir de la misma fe y de la misma caridad, para hacerle heredero de tu reino eterno. Date prisa, ven a obrar este gran prodigio; ven a salvar al hombre que has formado del cieno de la tierra, pero que le has honrado haciéndole a tu imagen, para establecer un perfecto amor en una perfecta semejanza”.

Pbro. Ángel Luis Estecha González.


LAS DEMÁS ANTÍFONAS:

Día 17: O Sapientia.
Día 18: O Adonai.
Día 19: O Radix Iesse.
Día 20: O Clavis David.
Día 21: O Oriens.
Día 23: O Emmanuel.





(1) Cf Jn 1, 10.
(2) Por el papa Pio XI en 1925. Actualmente se celebra el último Domingo antes del Adviento.

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