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sábado, 24 de junio de 2017

Apóstol de Noruega y Dinamarca.

San Thöger, presbítero. 24 de junio y 30 de octubre (traslación de las reliquias).

Santos Thöger y Kjeld.
De este santo conocemos muy poco. Nació sobre el año 1000 en Turingia, en una familia noble que le procuró estudios. En Inglaterra estudió la teología, de la que fue un buen profesor. En 1024 pasó a Noruega ante el llamado que el rey San Olaf II (10 y 29 julio) hiciera pidiendo misioneros para cristianizar el país. Thöger sería su capellán hasta 1030, cuando Olaf fue asesinado. Entonces, poniendo separación de la convulsa situación político-religiosa del reino, pasó a Dinamarca, donde evangelizó las tierras de Thy y Vestervig, donde aún se conserva como monumento una iglesia que construyó y que luego ocuparía un convento agustino, no existente hoy. Murió sobre 1065 en Vestervig, a cuya iglesia fueron trasladadas sus reliquia el 30 de octubre de 1117.


A 24 de junio además se celebra a
San Juan Bautista, profeta.
Beato Jarich de Mariëngaarde, premonstratense.
San Romboud de Mechelen, ermitaño mártir.

lunes, 24 de junio de 2013

Iconografía y regaños por San Juan Bautista

San Juan Bautista
Os traigo hoy unos resúmenes del conocido libro iconográfico "El Pintor Cristiano y Erudito", que da pautas para la representación de Cristo, la Santísima Virgen, ángeles y santos. A pesar de ser un libro del siglo XVIII, es de amena lectura, pues su autor, el mercedario Fray Juan de Ayala, intercala frases ingeniosas, detalles curiosos y regaños a los pintores caprichosos, sin andarse por las ramas ni dar tregua ni la más mínima licencia a las sensiblerías y fantasías. No debió ser alguien estimado en los ambientes artísticos, puesto que arremete sin piedad contra los artistas, como veréis. Su visión, ciertamente, está marcada por la moral y piedad de su siglo, y su criterio es evidente que es que el arte ha de estar supeditado totalmente al historicismo (en cuanto se puede haber de histórico en leyendas de santos), a la predicación y enseñanza de la Iglesia, sin margen apenas para la creatividad y la religiosidad popular.

Él mismo sabe que su obra será tenida poco en cuenta (en algunos casos está bien que así haya sido), pues tanto prelados, fieles y artistas muchas veces hacen lo que se les ocurre, o lo que ven que han hecho otros antes, sin mucho criterio. Sabiéndolo, él mismo dice que "es música para los sordos". Si llega a vivir en estas épocas en que los más elementales cánones iconográficos son pisoteados a capricho, como no, de prelados, fieles y artistas; si llega a vivir hoy, digo, se volvería a morir.

Veamos unos fragmentos de los capítulos XI y XII del Tomo Segundo, capítulos dedicados a San Juan Bautista (24 de junio, Natividad; 23 de septiembre, Imposición del nombre; 24 ó 21 de febrero, primera Invención de la cabeza; 29 de agosto, segunda Invención de la cabeza, hoy fiesta de la Degollación; 25 de mayo, tercera Invención de la cabeza).


Capítulo XI. Sobre las Pinturas e imágenes de la anunciacion que hizo el ángel de la concepcion de San Juan Bautista, ilustre Precursor de Cristo Señor nuestro:

Anunciación a Zacarías
"Habiendo visto yo muchas veces la Pintura de este hecho, no tanto me ha parecido ver pintada una narración verdadera de lo acontecido, como delirios de quien está soñando (...) nuestros Pintores, para representar, y ponernos a la vista semejante hecho, fingieron y pintaron (si puedo explicarme así) un cúmulo de errores. Primeramente suelen pintar un Templo; pero no el único que tuvo toda la nación de los Israelitas (...) sino otro muy distinto, cuyas ideas se figuraron ellos; esto es, un templo muy parecido a los nuestros. (...) Pintan después, o por mejor decir, figuran en lo más retirado del Templo la antigua Arca del Testamento medio cubierta con un velo: a sus lados, dos Querubines, y junto a ella a Zacarías en pie, o arrodillado; y (lo que es muy digno de advertirse) nos lo representan adornado con las vestiduras e insignias que solo correspondían al Sumo Pontífice [se da una larga explicación que demuestra que no lo fue]. Pintan también no muy lejos un Altar; pero no cual era el que había antiguamente, y cerca de él a un Ángel en pie. En lo restante del Templo, o no ponen ningún cuidado, o no tiene ninguna proporción con el antiguo. (...) Todas estas, y otras muchas cosas que omito de propósito, las saben muy bien aun aquellos que solo han puesto una mediana diligencia en leer los libros sagrados, pero son enteramente desconocidas a los pintores, aunque por otra parte sean muy peritos en el arte de la pintura, los cuales acomodando muchísimas veces las cosas a sus caprichos y antojos, no tanto refieren los hechos con el pincel, cuanto que los fingen y desfiguran".

"Que el Arca de la alianza la pinten en el Templo que había en los tiempos de Cristo, y aún después de la Cautividad de Babilonia es un error craso y disparatado, por cuanto el Arca ya de muchos tiempos antes, estaba escondida de la vista de los hombres. (...) el pintar a Zacarías arrodillado y orando descubierta la cabeza es una ignorancia, por no decir otra cosa más fuerte. Pues aunque algunas veces se lee también en la Escritura este género de adoración; es constante que no era frecuente , y que no lo usaban los Ministros y sacerdotes, los cuales por lo común, o por mejor decir, siempre, ejercían su oficio estando en pie como se convence por algunos lugares de la Escritura". (...)

San Zacarías, con el incensario
"¿Cómo es posible, pregunto, pintar al Sacerdote Zacarías delante del Arca (que entonces ciertamente no estaba allí) y no delante del altar de los "thymiamas" o del incienso? Cuando es constante por el mismo Evangelio, que para ejercer Zacarías este ministerio había entrado en aquel lugar que llamaban Sancta: óigase el mismo Evangelio: 'Sucedió que ejerciendo (Zacarías) delante de Dios su oficio de sacerdote por turno, según la costumbre del sacerdocio, salió por suerte a poner incienso', a que se agregan aquellas otras palabras: 'Apareciósele el Ángel del Señor, que estaba a la derecha del altar del incienso'. Porque el que le pinten con un incensario de la misma forma que hoy los usamos, esto dimana del poco conocimiento y de la ignorancia de las cosas. Pues los incensarios (si así pueden llamarse) de que usaban los sacerdotes hebreos, eran un género de vasos o navecillas algo anchas, que solo servían para llevar dentro del altar del incienso las ascuas que sacaban del grande altar que había en el atrio".

"A fin de concluir esta materia solo resta que ya que hemos rechazado lo falso, establezcamos aquí brevemente lo verdadero y digamos de que manera deba representarse a Zacarías en esta descripción  y conforme debe pintarse toda esta historia: 

En lo primero [la primera estancia] estaban las lámparas, la mesa y los panes de la proposición, y a esto llamaban 'Sancto'. Después del segundo velo (¡examínense con reflexión estas palabras!) estaba el Tabernáculo, que se llamaba 'Sancta Sanctorum' (lugar santísimo). Y ya que suponemos que se pinta este hecho, y aún, que debe pintarse; conviene que se represente quitado el velo de la primera puerta, para así poderse ver el Ángel y Zacarías. (...) Debe representársenos [el ángel] como nos lo enseña la misma Sagrada Historia, no en otra postura sino estando en pie a la derecha del altar del incienso. (...) Zacarías no puede ni debe pintarse sino en pie. (...) Debe además estar adornado Zacarías con una cobertura blanca en la cabeza en la misma forma que las llevan los Turcos, y que comúnmente llamamos turbantes. Debe representarse también vestido de una túnica blanca de lino la, cual baje desde el cuello hasta los pies (que deberán pintarse enteramente desnudos , pues no podían de otro modo entrar en aquel lugar, aun los mismos sacerdotes, ni aun el Sumo) y ademas, debe estar ceñido con una faja también de lino, bien que hermoseada con algunos colores, cuyas extremidades llegaban hasta casi los pies. En la mano izquierda se le pintará teniendo aquel vaso de oro (de que hicimos antes mención) donde se ponían las ascuas que se quitaban de los sacrificios. Este será el modo más oportuno de pintar a Zacarías, padre del Santo Precursor [en la Anunciación]. Finalmente, será conveniente que el pintor erudito esté advertido de pintar de uno y otro lado del altar el candelero de oro y la mesa de los panes de la proposición".

Capítulo XII. Sobre las imágenes del mismo Precursor cuando muchacho, mozo o joven.

El Niño San Juan
"No me detendré aquí en reprender la necedad que cometen las mujeres cuando ridículamente, aunque con buena intención adornan la imagen del Bautista quando niño, proponiéndolo casi, o enteramente desnudo, cubierto no con el pellejo sino con una corta piel, que apenas le cubre la mitad del cuerpo por las espaldas, calzado con pequeñas sandalias y, ademas, adornado con su cabellera rubia, peinada y rizada de mil modos, a que se añaden frecuentemente otras muchas tonterías de esta clase".
(...) "Nada se ve con más frecuencia que las pinturas de S. Juan cuando niño, jugueteando de mil maneras extrañas y ridículas con Cristo Señor nuestro también niño: a saber , ora cogiendo con su mano a un pajarillo atado con un hilo, ora poniendo al viento para que la mueva una veleta de papel o rehilete, ora (cosa verdaderamente ridícula) montado a caballo sobre un cordero. Todo esto, sobre ser un juguete ridículo y ajeno de la gravedad de las cosas sagradas , es totalmente falso, o representa cosas falsas e improbables". 
(...) "No cabe duda en que S. Juan Bautista, cuando aún muchacho, fue educado no con blandura y delicadez, sino en lugares desiertos, y en las mismas peñas, conforme convenía al que había de ser excelente pregonero de la penitencia. Dícelo claramente el Evangelio: el niño crecía, y era confortado del espíritu, 'y estuvo en los desiertos basta que se manifestó a Israel'. Esto es lo que niegan algunos (...) los cuales afirman que S. Juan fue educado en casa de sus padres, no solo cuando niño, sino cuando muchacho, y aun siendo joven. Y lo que dice de él el Evangelio 'y estuvo en los desiertos', pretenden únicamente que habitó en casa de sus padres que estaba en lugares de la montaña, o en la región montana de la Judea. Así se burlan del predicador de la penitencia y austeridad estos hombres entregados a una vida regalona y delicada, y así sienten de la virtud los que la aborrecen. (...) Háse, pues, de pintar al Santo Precursor como que moraba en un vasto y horrible desierto, ya se le pinte varón, ya joven o muchacho que aún no ha salido de los años de su infancia".
San Juan, joven.
(...) "Por lo que respecta al vestido, los pintores, sin dar en el blanco, acostumbraron pintar a Juan cuando muchacho, vestido con pieles de cabritos o de corderos; y cuando joven o ya varón  con pellejos más groseros como los de camello, y pendiente muchas veces de ellos parte de la cabeza del camello. (...) [Pero] no nos dicen los Evangelistas que el vestido de Juan fuese de pellejos de camello, sino de pelos de dicho animal, y que su vestido fue rudo, áspero y muy semejante a un cilicio. San Mateo dice así: 'Juan tenía su vestido de pelos de camellos, y un ceñidor de cuero alrededor de sus lomos'. (...) Con todo, es es cosa que se puede tolerar, como también el que le pinten medio desnudo cuando niño, pero es intolerable, el que así lo representen, y pongan a la vista cuando ya mozo de alguna edad, conforme he observado muchas veces aunque nunca lo he podido aprobar. Pero los pintores, no haciendo ningún caso de lo que debieran hacer, solo parece que se dedican o a ostentar su pericia en el arte, pintando desnudos los cuerpos, o a pintar según su capricho, No debe, pues, pintarse S. Juan vestido, o medio vestido con alguna piel, sino con una áspera túnica o cilicio, como es el que se hace de pelos de camello, y que le cubra desde los hombros hasta casi los pies, y ceñido con aquel basto ceñidor de pellejo: esto debe observarse principalmente cuando le pintan joven , o ya varón, pues no es decible, cuanto conviene esto a la dignidad y autoridad del Bautista".
(...) Píntanle finalmente, como que está abrazando algunas veces a un cordero: lo que si bien los Griegos [las Iglesias Orientales] no lo aprueban (...) es más que recibido entre nosotros semejante modo de pintar al Precursor: singularmente estando recibido por costumbre, que al cordero (que sin duda representa al mismo Jesucristo) para distinguirle del cordero irracional, se le pinte adornado con una corona en la cabeza, o con un resplandeciente círculo, y ademas una Cruz: aunque es verdad que la Cruz formada de dos varas atravesadas suele atribuirse por lo común al mismo S. Juan, y no al cordero; lo que no sé si se hace igualmente bien. Pero es evidente, que por la figura de este cordero, se pretende señalar como con el dedo, aquel excelente testimonio que dio el Precursor, cuando viendo que Jesús iba hacia él, testificó a alta voz: 'He aquí al cordero de Dios; he aquí al que quita el pecado del mundo'. (...) Esto ha sido lo que me ha parecido más digno de advertir acerca de las pinturas e imágenes del insigne Precursor".
Y terminamos con Fray Juan de Ayala. Hay que decir que otros atributos relativos a San Juan Bautista son el manto rojo, que recuerda el martirio, si bien choca con la austeridad del vestido de pelos de camello; y el otro es la concha bautismal que en ocasiones se pone a su imagen, aunque no sea una representación del Bautismo del Señor. Un tercer atributo, insinuado por el autor es el estandarte con las palabras "Ecce Agnus Dei", que, como dice, es el testimonio sobre Cristo. En la iconografía oriental es común lleve un libro, que simboliza la predicación de la Palabra de Dios, y también se le representa alado. 

¿Que que le parecería esto a Fray Juan? Podéis imaginároslo. 

martes, 16 de abril de 2013

Beato Bautista Mantuano: El General Poeta

Beato Bautista Mantuano, presbítero carmelita. 17 de abril.

Nació Juan Bautista en el 17 de abril de 1444, en Mantua, lo que le valió el apellido de "el Mantuano", y era hijo de Pedro Monover, español, por lo que también se le conoce como "el spagnoli" en Italia. Estudió en Padua, con grandes humanistas, allí escribió su gran obra "Las Eglogas". Al parecer entró a los 16 años en la orden del Carmen, y su plan de vida, puede resumirse en lo que escribe a su padre, aún reacio a su entrada en la vida religiosa. Le dice: "si quieres saber que hacemos aquí, es esto: oramos". Como sea, a los 20 años, en 1564, ya aparece profeso. Hizo el noviciado en Ferrara, donde recibió licencia para continuar escribiendo para "el mundo", y escribió su obra "De Vita Beata". Profesó en la Congregación Mantuana, cuyo origen está en la reforma de "Las Selvas", en la que destacó entre sus primeros religiosos el Beato Ángel Agustín Mazinghi (17 de agosto) y promovida luego por el gran reformador, el Beato Juan Soreth (24 y 28 de julio), para cuyo capítulo provincial había predicado antes de los 20 años, con asombro de los padres capitulares. Su obra más conocida de esta época de joven religioso es su obra poética, en general himnos o "parthenices" a los santos y misterios de la fe.

Ya ordenado sacerdote en Bolonia, se graduó allí de Maestro de Teología en 1475. Fue prior de los conventos de Parma, Mantua, Roma y del Santuario de Loreto, cuya leyenda de la Traslación Angélica parece haber creado para fomentar la devoción a esta advocación mariana. Fue preceptor de los hijos de los Duques de Ferrara y los Duques de Mantua. En 1483 fue elegido Vicario General de la reforma mantuana y, en 1513, fue elegido General de la Orden. Ese mismo año fue conciliar en el V Concilio de Letrán, y fue legado pontificio de León X ante el rey de Francia y el Duque de Milán, poniendo paz entre ambos. En 1489 fue invitado a predicar ante el papa Inocencio VIII y numerosos cardenales y nobles en la basílica de San Pedro, a los que dirigió un discurso elocuente, sobre su gran interés: la reforma de la vida religiosa, de la moral y santidad del clero y los fieles. Fundó varios conventos, vigiló la observancia regular, según el espíritu de Mantua, poniendo las bases de la ansiada reforma que anhelaría el santo General Rubeo.

Aún como General vivió siempre en Mantua, hasta su muerte, el 20 de marzo de 1516. Su cuerpo fue sepultado en el convento mantuano, y en 1783, al disolverse la congregación mantuana (como habíamos visto con el Beato Bartolomé Fanti), el cuerpo, incorrupto, fue trasladado a la catedral de Mantua, donde se conserva aún. Recibió culto por la Orden y por la diócesis de Mantua desde muy pronto, aunque no fue hasta el siglo XIX en que recibiría aprobación definitiva. Fue el papa León XIII quien confirmó su culto (equivalente a una beatificación) el 17 de diciembre de 1885. En esa ocasión, el panegírico estuvo a cargo del arzobispo de Ostia, futuro San Pío X (21 de agosto), que dijo: "Muchas y admirables fueron las cosas que el Beato Mantuano obró por la Orden Carmelitana. Por él este Instituto del Carmelo llegó a su máxima gloria, poblando la Iglesia de santos y de habitantes el cielo".

Su memoria fue fijada el 20 de marzo, día en que le menciona el Martirologio Romano, aunque los carmelitas la trasladaron al 17 de abril, día de su nacimiento. Su iconografía le presenta con el hábito carmelita y coronado de laurel como los antiguos bardos latinos. Lleva un capelo cardenalicio, por haber sido legado pontificio. El libro y la pluma también le son característicos

Famosa es su "Parthenice" de la Virgen María, con 55000 versos, de la que se hizo, al menos ¡150 ediciones!, cosa de la que pocos autores pueden gloriarse. Escribió Elegías con ocasión de la muerte de diversos personajes de su época, y a reyes y nobles por hazañas o conquistas. Escribió una apología a si mismo, así como una "Apología de la Orden del Carmen". Se le conocen unas 70 cartas (algunas a Erasmo de Rotherdam). Sus versos se hicieron muy famosos, por su sencillez, unción, a la par de magistrales. Supo combinar el latín culto, con la mística y la devoción sencilla. Eran para eruditos y conocedores, y al mismo tiempo cercanos a los predicadores y al pueblo. Sirvieron igualmente para acercar a la fe a humanistas y a críticos con la Iglesia. Con razón Erasmo le llamó "Virgilio Cristiano", comparándole con el gran autor de la antigüedad por su erudición y febril trabajo poético. Y el famoso Pico de la Mirándola dijo de sus versos que "eran divinos y santísimos".

Y terminamos con un texto de su obrita "La Paciencia":
"Hallarás un remedio eficaz y extraordinario contra los dolores del cuerpo y la tristeza del alma en la lectura de los Libros sagrados. No existe, a mi modo de ver, ningún otro lenguaje, por atildado, grandilocuente y florido que sea, comparable al de la Escritura a la hora de aliviar penas y ahuyentar preocupaciones. Yo mismo lo he podido comprobar una y otra vez por experiencia. Efectivamente, encontrándome en ocasiones acosado de infinitas angustias -entre las que ninguna prolifera tanto como la agitación de esta vida mortal-, me refugié siempre en las Letras divinas como un asilo seguro y remedio poderoso para el espíritu acongojado, y di en ellas con el consuelo apetecido, cumpliéndose mis esperanzas y deseos.
Portada de una edición
de las Obras Completas
del Mantuano. 1576.
A menudo me he preguntado en mis reflexiones de dónde le vendrán a la Escritura su virtud persuasiva, el irresistible soplo con que sacude aquienes la escuchan y su enorme fuerza, capaz de inspirar en todos no sólo meras opiniones, sino una fe sólida. Y desde luego que no han de atribuirse semejantes efectos a la evidencia de unas razones que no aduce, ni al arte primoroso o lenguaje delicado y sugerente que no emplea. ¿No te parece que el poder persuasivo que la Escritura ejerce sobre nosotros radica en su derivación de la verdad fontal? ¿De dónde nos viene un conocimiento tan firme, sino de ella? Como si fuese la autoridad de esa misma verdad la que nos impulsa a creer en la Escritura.
Pero yo me pregunto ¿Y de dónde ha sacado esa autoridad? Cierto que no hemos visto a Dios hablar, escribir o enseñar; y sin embargo, creemos firmemente, como si lo hubiéramos visto, que cuanto leemos en los Libros sagrados dimanó del Espíritu Santo. Quizá el motivo de nuestra inquebrantable adhesión a la palabra revelada sea que en ella la verdad resulta segura, aunque no clara. Y ya se sabe que toda verdad tiene una fuerza persuasiva proporcional a su grado de certeza. Entonces, ¿por qué no todos creen en el Evangelio? Para mí, sencillamente:porque no todos se sienten atraídos por Dios.
Pero ¿a qué prolongar el razonamiento? Si creemos con firmeza en la Sagrada Escritura es porque hemos recibido en lo hondo del alma una inspiración divina".


Fuentes:
-"Glorias del Carmelo". P. JOSÉ ANDRÉS S.J
-http://www2.ocarm.pcn.net/carmspir/csdesp19.htm#3a
-"Santos Legendarios del Carmelo e iconografía". ISMAEL MARTÍNEZ CARRETERO O.Carm. 



 A 17 de abril además se celebra a






domingo, 13 de enero de 2013

El Bautismo de Jesús

Bautismo de Cristo. Giotto. Siglo XIV.

Quizás a alguna persona que rezara la Liturgia de las Horas del día de Epifanía le causara cierta extrañeza la antífona al Cántico Evangélico del Benedictus en Laudes:
“Hoy la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados; los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran por el agua convertida en vino. Aleluya”.

E igualmente, para el Cántico del Magníficat en Vísperas, ésta es la antífona:
“Veneremos este día santo, honrado con tres prodigios: hoy, la estrella condujo a los magos al pesebre; hoy, el agua se convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy, Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán, para salvarnos. Aleluya”.

A simple vista, puede parecernos una mezcla inconexa la alusión, incluso sin respetar el orden cronológico, a estos tres acontecimientos de la vida de Jesús: La adoración de los Magos, el Bautismo en el río Jordán y el milagro acontecido en las bodas de Caná. La explicación es que en los tres momentos se produce una Epifanía, esto es, una manifestación de Jesús, manifestación de su mesianismo y su divinidad. 

Ciertamente, el 6 de enero la Iglesia celebra especialmente la manifestación a los Magos que, como primeros representantes de los pueblos paganos, guiados por la estrella de la fe, llegan hasta Jesús. Pero no podemos olvidar que al siguiente domingo, que litúrgicamente sigue formando parte del tiempo de Navidad, celebramos el Bautismo de Jesús. Al otro domingo, que es ya el segundo “durante el año” o “de tiempo ordinario”, en el ciclo C, que es el que nos encontramos en el presente año, se proclamará el texto evangélico de la conversión del agua en vino como mueva “manifestación” de Jesús como Mesías en las bodas de Caná. (Aunque en los otros ciclos litúrgicos sean otras las lecturas joánicas que se leen en dicho domingo).

El Bautismo de Juan, que no era sino un signo de conversión, al bajar Jesucristo a las aguas del Jordán, da paso al Bautismo cristiano, por lo que esta fiesta del Bautismo de Jesús es ocasión propicia para reflexionar sobre nuestro propio bautismo y los compromisos de vida que entonces adquirimos. Pero preferimos que sea Dom Próspero Guéranger quien (al igual que ya hicimos en las Ferias Mayores del Adviento) nos acompañe con sus profundas y piadosas reflexiones en su Año Litúrgico, que, sin más, pasamos a compartir:

EL BAUTISMO DE CRISTO: 
Hoy ocupa de una manera especial la atención de la Iglesia, el segundo Misterio de la Epifanía, el Misterio del Bautismo de Cristo, en el Jordán. El Emmanuel se ha manifestado a los Magos después de haberse mostrado a los pastores; pero esta manifestación ha ocurrido en el angosto recinto de un establo de Belén, y los hombres de este mundo no han podido conocerla. En el Misterio del Jordán Cristo se manifiesta con mayor aparato. Su venida es anunciada por el Precursor; la multitud que se agolpa en torno al Bautismo de agua, es testigo del hecho; Jesús va a comenzar su vida pública. Más ¿quién será capaz de describir la grandeza de los detalles que acompañan esta segunda Epifanía?

EL MISTERIO DEL AGUA:
La segunda Epifanía tiene por objeto, lo mismo que la primera, el bien y la salvación del género humano; pero sigamos el curso de los Misterios. La Estrella condujo a los Magos a Cristo; antes, aguardaban, esperaban; ahora creen. Comienza en el seno de la Gentilidad la fe en el Mesías. Pero no basta creer para salvarse; hay que lavar en el agua las manchas del pecado. "El que creyere y fuere bautizado, será salvo"(Mc 16, 16): Es, por tanto, tiempo de que ocurra una nueva manifestación del Hijo de Dios, con el fin de inaugurar el gran remedio que debe dar a la Fe, el poder de causar la vida eterna. Ahora bien, los designios de la divina Sabiduría habían escogido el agua como instrumento de esa sublime regeneración de la raza humana. Por eso, al principio del mundo, se nos muestra al Espíritu divino caminando sobre las aguas, para que la naturaleza de estas concibiese ya en su seno un germen de santificación, como canta la Iglesia en el Sábado Santo. Pero las aguas debían servir a la justicia castigando a un mundo culpable, antes de ser llamadas a cumplir los designios de su misericordia. Todo el género humano, a excepción de una sola familia, desapareció, por un terrible decreto, bajo las olas del diluvio. Sin embargo de eso, al fin de aquella espantosa escena apareció un nuevo indicio de la futura fecundidad de este predestinado elemento. 

La paloma que salió un momento del arca de salvación, volvió a entrar en ella, trayendo un ramo de olivo, símbolo de la paz devuelta a la tierra, después del diluvio. Pero la realización del misterio anunciado estaba todavía lejana. En espera del día en que se había de manifestar este misterio, Dios multiplicó las figuras destinadas a mantener la esperanza de su pueblo. Así, hizo que este pueblo no llegara a la Tierra prometida, sin haber atravesado las olas del Mar Rojo; durante el misterioso paso, una columna de humo cubría a la vez la marcha de Israel y las benditas olas a las que debía la salvación. Pero, sólo el contacto con los miembros humanos de un Dios encarnado podía comunicar a las aguas la virtud purificadora por la que suspiraba el hombre culpable. Dios había dado su Hijo al mundo, no sólo como Legislador, Redentor y Víctima de salvación, sino para ser Santificador de las aguas; en el seno, pues, de este sagrado elemento debía darle un testimonio divino y manifestarle por segunda vez. 

EL BAUTISMO DE JESÚS:
Se adelanta, pues, Jesús de treinta años de edad, hacia el Jordán, río célebre ya por los prodigios proféticos operados en sus aguas. El pueblo judío, reanimado por la predicación de Juan Bautista, acudía en tropel a recibir aquel Bautismo, que si podía excitar al arrepentimiento del pecado, no conseguía borrarlo. También nuestro divino Rey se dirige hacia el río, no para buscar la santificación, pues es principio de toda santidad, sino para comunicar a las aguas la virtud de engendrar una raza nueva y santa, como canta la Iglesia. Desciende al lecho del Jordán, no como Josué para atravesarlo a pie enjuto, sino para que el Jordán le envuelva con sus olas y reciba de El, para luego comunicarla a todo el elemento, esa virtud santificadora que ya no volverá a perder nunca. Animadas por los rayos divinos del Sol de justicia, se hacen fecundas las aguas, cuando la cabeza augusta del Redentor se sumerge en su seno, ayudada por la mano temblorosa del Precursor. Más, es necesario que intervenga toda la Trinidad en este preludio de la nueva creación. Se abren los cielos; baja la Paloma, no ya simbólica y figurativa, sino anunciadora de la presencia del Espíritu de amor que da la paz y transforma los corazones. Se detiene y descansa en la cabeza del Emmanuel, cerniéndose a la vez sobre la humanidad del Verbo y sobre las aguas que bañaban sus sagrados miembros.

EL TESTIMONIO DEL PADRE:
Pero, aún no había sido manifestado con suficiente realce el Dios humanado; era preciso que la voz del Padre resonase sobre las aguas y removiese hasta lo más profundo de sus abismos. Entonces, se dejó oír aquella Voz que había cantado David: Voz del Señor que retumba sobre las aguas, trueno del Dios majestuoso que derrumba los cedros del Líbano (orgullo de los demonios), que apaga el Juego de la ira divina, que conmueve el desierto y anuncia un nuevo diluvio (Salmo 28), un diluvio de misericordia; esta voz clamaba ahora: "Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias". De este modo se manifestó la Santidad del Emmanuel con la presencia de la celestial Paloma y con la voz del Padre, como lo había sido su realeza con el mudo testimonio de la Estrella. Realizado el misterio, dotado el elemento del agua de su nueva virtud purificadora, sale Jesús del Jordán, y sube a la orilla, llevando tras de sí, según opinión de los Padres, a la humanidad regenerada y santificada y dejando allí sumergidos todos sus crímenes y pecados.

COSTUMBRES:
Sin duda es importante la fiesta de Epifanía, cuyo objeto es honrar tan altos misterios; no debemos admirarnos, que la Iglesia de Oriente hiciera de este día una de las fechas para la solemne administración del Bautismo. Los antiguos monumentos de la Iglesia de las Galias indican que esta era también la costumbre de allí; más de una vez, en Oriente, según cuenta Juan Mosch, se vio llenarse el sagrado Baptisterio, con un agua milagrosa, el día de esta festividad, y vaciarse por si mismo después de la administración del Bautismo. La Iglesia Romana, desde tiempos de San León, insistió en que se reservase a las fiestas de Pascua y Pentecostés el honor de ser los únicos días consagrados a la solemne administración del primero de los Sacramentos; pero, en muchos lugares de Occidente, se conservó y conserva aún la práctica de bendecir el agua con una solemnidad especial, el día de Epifanía. La Iglesia de Oriente guardó celosamente esta costumbre. 

La función se desarrolla ordinariamente en la Iglesia; pero, a veces, el Pontífice se traslada a orillas de un río, acompañado de los sacerdotes y ministros revestidos de sus más ricos ornamentos, y seguido de todo el pueblo. Después de recitar oraciones de una gran belleza, que sentimos no poder citar, el Pontífice sumerge en las aguas una cruz engastada en pedrería que representa a Cristo, imitando de esta suerte la acción del Precursor. En San Petersburgo, la ceremonia se realizaba en otros tiempos sobre el Neva, introduciendo el Metropolitano la cruz en las aguas, a través de una abertura practicada en el hielo. Este rito se observa de manera parecida en las Iglesias de Occidente que han conservado la costumbre de bendecir el agua en la fiesta de Epifanía. Los fieles se apresuran a extraer del río el agua santificada, y San Juan Crisóstomo, en su Homilía veinticuatro sobre el Bautismo de Cristo afirma, poniendo por testigos a sus oyentes, que esta agua no se corrompía. Idéntico prodigio fue muchas veces observado en Occidente.

Demos, pues, gloria a Cristo por la segunda manifestación de su carácter divino, y agradezcámosle con la Iglesia el habernos dado junto con la Estrella de la Fe que nos ilumina, el Agua capaz de borrar nuestras culpas. Admiremos, agradecidos, la humildad del Salvador que se inclina bajo la mano de un mortal, para realizar toda justicia, como El mismo dice: porque, habiendo tomado consigo la forma de pecador, era necesario que asumiese también las humillaciones para levantarnos de nuestra postración. Agradezcámosle la gracia del Bautismo que nos ha abierto las puertas de la Iglesia de la tierra y de la Iglesia del cielo. Finalmente, renovemos los compromisos contraídos en la sagrada fuente, y que fueron condición del nuevo nacimiento.

MEDITACIÓN PARA ESTE DÍA:
Relieve policromado.
I
glesia de Calañas, Huelva.
¡Oh celestial Cordero! bajaste al río para purificarle; la divina Paloma vino desde el cielo a unir su dulzura a la tuya y luego saliste a la orilla. Mas ¡oh prodigio de tu misericordia! los lobos han bajado después de ti a las aguas santificadas y han salido transformados en corderos. Todos nosotros, manchados con el pecado, nos volvemos al salir de la fuente sagrada, tan blancos como las ovejas de tu divino Cántico, que ascienden del baño fecundas todas y ni una sola estéril; como esas puras palomas que parecen bañadas en leche, y que han puesto su nido junto a las cristalinas fuentes. ¡Tal es la poderosa virtud purificadora dada por tu divino contacto a estas aguas! Conserva en nosotros, oh Jesús, esa blancura que de ti viene, y si la hemos perdido, devuélvenosla por el Bautismo de la Penitencia, único que puede restituirnos el candor de nuestra primera vestidura. ¡Ensancha aún más este río de amor, oh Emmanuel!

Vayan sus olas a buscar, hasta el fondo de sus salvajes desiertos, a los que todavía no han gozado de su contacto; inunda la tierra como lo prometiste. Acuérdate de la gloria con la que fuiste manifestado en el Jordán; olvida los pecados que desde hace mucho tiempo impiden la predicación de tu Evangelio en esas regiones desoladas; el Padre de los cielos manda a todas las criaturas que te escuchen: ¡Habla, pues, a todos, oh Emmanuel!

Transcripción de Ángel Luis Estecha González, pbro.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Beato Bartolomé Fanti, carmelita

Beato Bartolomé Fanti, presbítero carmelita. 5 de diciembre.

Bartolomé Fanti instruye
a Bautista Mantuano.
Según el carmelita Giuseppe Fanucchi en su "Della vita del Beato P. Bartolomeo Fanti", nació Bartolomé en Mantua, sobre 1410, aunque otros le hacen más joven al morir, poniendo su nacimiento en 1428. No se sabe mucho de su juventud, entrada a la Orden y profesión. Según algunos datos, ya aparece como presbítero en 1452. Su vocación carmelita se desarrolló en un momento de esplendor de reforma de la Orden, la Congregación Mantuana, que había sido aprobada por el papa Eugenio IV en 1442, aunque había nacido como movimiento reformador más de 20 años antes. Era una congregación de conventos en los que se vivía la Regla de Inocencio IV, el culto era muy solemne y meticuloso, vivían estricta pobreza y se propiciaba la oración mental. Eran dependientes directamente del P. General, en esta congregación profesó, y luego promovió el Beato Juan Soreth (24 de julio), que llegaría a ser General.
Bartolomé, ya sacerdote, fue encargado el 1 de enero de 1460 de ser el director espiritual de la Cofradía del Carmen del convento carmelita de la ciudad. Para esta Cofradía escribió una regla, unas constituciones y las "crónicas". La Regla se inspiró claramente en la primitiva Regla del Carmelo, adaptada para seglares. la Cofradía fue muy importante, con miles de cofrades y de una intensa vida espiritual y apostólica en Mantua, y en gran parte, su extensión se debió a nuestro beato, que la dirigió por 35 años. Fue un religioso penitente, muy humilde y amante de la pobreza. Tuvo el cargo de maestro de novicios y formador de religiosos recién profesos, entre los que estuvo el Beato Bautista Mantuano (17 de abril), que sería Vicario General de la Congregación Mantuana y luego General de la Orden. Destacó como religioso amante de la Eucaristía, fuera celebrándola o en la adoración silenciosa del Sacramento. Su amor por la Eucaristía le llevó a la costumbre de ungir a los fieles con el aceite de la lámpara del Santísimo, con lo que se dice logró sonadas curaciones y conversiones. Y, claro, como buen carmelita, fue un apasionado hijo de la Virgen María, a la que dedicó varios escritos, sermones, plegarias y varias devociones.

Muerte de Bartolomé Fanti.

A finales de 1495 Bartolomé enfermó de algo que no podemos precisar, y murió el 5 de diciembre del mismo año. Fue enterrado en la cripta con los religiosos, pero al aumentar la devoción de los cofrades y fieles hacia Bartolomé, en 1516 se desenterró para trasladarle a la capilla de la Virgen del Carmen, descubriéndose que estaba incorrupto, lo que, como suele suceder, aumentó la devoción y logró que la Orden comenzara a darle culto público. En 1783, Pío VI suprimió la Congregación mantuana, que tenía 6 provincias y 53 conventos entre frailes y monjas, por el peligro de crear otra división en la Orden (además de los descalzos en el siglo XVI), y porque el rigor primitivo había decaído hacía mucho. Pues en este año, los religiosos fueron despojados por el papa de su convento mantuano y dispersos por varios conventos. El cuerpo del beato Bartolomé, fue trasladado a la catedral de San Marcos y nuevamente fue trasladado en 1793 a la capilla de Santa María Incoronata, dentro de la misma catedral, donde permanece aún. En ambas traslaciones se volvió a constatar la incorruptibilidad del cuerpo.

A principios del siglo XX, con la reforma de los calendarios propios, los carmelitas pudieron demostrar más de 100 años initerrumpidos de culto y en 1909 lograron la confirmación, por parte de San Pío X (21 de agosto) y Bartolomé Fanti fue tenido oficialmente como beato, confirmando su memoria el 5 de diciembre.



A 5 de diciembre además se celebra a
San Gerbold de Bayeux, obispo
San Sabas, abad.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Beato Ludovico Morbioli, carmelita



Bto. Ludovico Morbioli.
Anónimo boloñés del XVII
El pasado 14 de noviembre publicaba una larga lista de santos y beatos carmelitas, algunos de los cuales son legendarios o, si existieron, no fueron carmelitas sino por asociación. Entre estos últimos está el santo de hoy: 

Beato Ludovico Morbioli, terciario, penitente. 16 de noviembre (1)
Su vida en verso, incluyendo los detalles laudatorios y legendarios, la escribió el Beato Bautista Mantuano (17 de abril), General de la Orden. El Bautista Mantuano, llamado el Virgilio cristiano, por la calidad de sus composiciones poéticas, escribió una elegía de 496 versos, dirigida a Inocencio VIII, con miras a la canonización de Ludovico. Fue impresa en 1502 y abunda en milagros, llamamientos divinos, éxtasis, etc.

Nació Ludovico en Bolonia, en 1433, y sus padres se llamaban Francesco Antonio y Ángela (Inés la llaman otros). Esta familia, aunque originariamente estuvo relacionada con la nobleza paduana, la rama de Ludovico habría que clasificarla como clase media. Tuvo varios hermanos, uno religioso olivetano y los demás seglares. Fue educado en la piedad y las letras, como todos los jóvenes con posibilidades del momento. De joven, era de temperamento apacible, y muy estimado entre sus conocidos. Sus virtudes le hicieron perder el sentido de la humildad y la caridad, frecuentó malas compañias y comenzó una vida de placeres, vanagloria y despreocupación de lo espiritual. De ahí a convertirse en un seductor, borracho y pendenciero, no hubo más que un paso. Joven aún se casó con Lucía Tura, hija de un amigo de su padre.

Rincón donde dormía el Beato,
hoy oratorio
En 1462 se trasladan a Venecia, donde Ludovico enferma de gravedad, e ingresa en el hospicio de los Canónigos Regulares del Salvador, donde además de la salud del cuerpo, recuperó la salud del alma, al ver los ejemplos de caridad y aceptación de Dios, por parte de los enfermos. Recibe la gracia de la conversión y cambia de vida radicalmente. Regresa a Bolonia en 1470, totalmente diferente: Abandona a su mujer, y se retiró a un rincón de la casa Lupari, convertido hoy en capilla y hospital. Se pone un hábito marrón con una cruz al cuello y comienza una vida de peniencia, austeridad y predicación. Este hábito lo cambió con los años por uno blanco, lo que dio pie a la confusión iconográfica, propagada por los carmelitas, de presentarle con hábito marrón y capa blanca, haciéndole terciario de la Orden.

Su aspecto cambió totalmente: el joven hermoso y vanidoso se convirtió en un desarrapado barbudo y sucio. Empieza a mendigar y repartir entre los pobres, en pleno invierno duerme en las calles, y en verano desnuda su espalda y ora hasta que el sol llega a quemarle severamente. Ludovico, a lomos de un burro, predicó en Bolonia, Módena, Ferrara y otras ciudades, haciéndose acompañar de un crucifijo en alto, como un lábaro. Una de sus prácticas de devoción y predicación fue convertir a los condenados a muerte, a los que acompañaba hasta el momento de la muerte, hablándoles de la misericordia de Dios y la vida eterna.

En 1485 enfermó gravemente, y rechazó toda ayuda, y conocedor que Dios ya le llamaba predijo su muerte para el 9 de noviembre de ese mismo año, coo ocurrió, en Bolonia, en su ermita. Como gozaba de gran devoción entre sus conciudadanos, fue enterrado en la catedral de San Pedro de Bolonia. Pero, sin embargo, aunque con tuvo un culto sostenido, las reliquias se perdieron más de un siglo, y aparecieron en una profunda restauración de la catedral, entre 1566 y 1597.

Esta invención trajo un renacimiento del culto y en 1582, la archidiócesis lo introdujo entre sus beatos propios. En 1654 se inició el proceso formal de canonización, que nunca se terminó, así que su título de beato solo fue sancionado por la Iglesia local, como se usaba antiguamente y se ha retomado recientemente, con el pontificado de Benedicto XVI, reservándose al papa las canonizaciones. Entre los siglos XIX y XX hubo una profunda revisión de calendarios particulares, en el que para mantener el culto a un santo o santa, era necesario atestiguar más de 100 años de culto. Ludovico los tenía, y más también, así que en 1843 se ratificó su culto para la diócesis de Bolonia. Es aquí cuando los carmelitas lo reclaman como santo propio, erróneamente, y obtienen celebrar su memoria litúrgica con categoría de "simplex", o sea, lo que hoy se llama "memoria libre", y así estuvo hasta la reforma del calendario propiciada por el Vaticano II, en que fue eliminado del propio. 
(1) GB CHIZZOLA, Vita del beato Ludovico Morbioli, Bologna 1856.

jueves, 26 de julio de 2012

La Parentela de Santa Ana

Pregunta: Siempre había entendido que los padres de la Virgen María eran ancianos cuando Nuestra Señora nació, pero recientemente he leído que tenían más hijos y que Santa Ana se había casado más veces. Perdone, pero eso no me parece muy de Santa Ana. ¿Podría aclararme esto? Gracias. México.

Para ver la imagen más grande e identificar a cada personaje da clic aquí.

Respuesta: Es un tema interesante y simpático al mismo tiempo: Mientras en Oriente la tradición continuó contando que Joaquín y Ana eran ancianos, ella estéril y que Dios le anunció que tendría una niña, etc, etc... en Occidente, en pleno siglo XV, Santa Coleta de Corbie (6 de marzo), abadesa y reformadora clarisa dijo haber tenido ciertas visiones sobre la vida de Santa Ana. En ella narraba los tres matrimonios de Santa Ana (26 de julio):
I. Matrimonio con San Joaquín (26 de julio y 16 de agosto)
     Hija: La Virgen María.
II. Matrimonio con San Cleofás (25 de septiembre y 30 de octubre), [1] hermano de Joaquín.
     Hija: Santa María de Cleofás (9 y 24 de abril). 
III. Matrimonio con Solas (o Salom)
     Hija: Santa María Salomé. (9 de abril, 25 de mayo y 22 de octubre).

Sus tres hijas, a su vez, se casaron y tuvieron hijos: 

María Cleofás casó Alfeo (24 de abril), que le dió cuatro hijos: 
  1. Santiago el Menor (4 de enero, Iglesia Oriental, synaxis de los apóstoles; 4 de febrero, Iglesia Copta; 3, 11 y 25 de mayo; 30 de junio y 9 de octubre, Iglesia bizantina.
  2. San Judas Tadeo (19 de junio, Iglesia Oriental; y 28 de octubre)
  3. San José el Justo (30 de octubre), y
  4. San Simón de Jerusalén, obispo  (27 de abril). [2]
María Salomé casó con San Zebedeo (25 de mayo), que le dio dos hijos:
  1. Santiago el Mayor (4 de enero, Iglesia Oriental, synaxis de los apóstoles; 12, Iglesia Copta) y 30 de abril, Iglesia Oriental; 24 de mayo, invención de las reliquias en Verona; 30 de junio; 25 de julio; 15 de noviembre, Iglesia Griega; 28 de diciembre, Iglesia Armenia; 30 de diciembre, Traslación de las reliquias a Compostela).
  2. San Juan Evangelista (4 de enero, Iglesia Oriental, synaxis de los apóstoles; 6 de mayo, San Juan ante Portam Latinam8 de mayo y 26 de septiembre, Iglesia Oriental; 27 de diciembre).
La Santa Parentela:
De un lado María y el Niño, José y Joaquín.
Del otro, Ana, Zacarías e Isabel
.
Y, como sabemos, la Virgen María casó con San José (23 de enero y 24 de marzo y 26 de noviembre, Desposorios con María; 19 de marzo, Natividad; 26 de marzo, Circunsición; 27 de abril; San José Obrero, 1 de mayo; Presentación en el Templo; 19 de junio, Concepción; 20 de julio, muerte y Asunción, Iglesia Copta; y tercer miércoles de Pascua, El Patrocinio), y de la cual nació Jesucristo.

Esta leyenda se desarrolló más como motivo de iconografía que devocional, porque como grupo no hubo una devoción ni festividad específica, mientras que a los artistas les permitía explotar su sentido de la estética y de la composición. El norte de Alemania y los Países Bajos fueron receptores del tema y lo representaron muchísimo. Mucho más antiguo en la devoción y el arte, y de orígenes bíblicos era el tema del árbol de Jesé, tan bellamente expuesto en muchas iglesias góticas. La Parentela de María intentó ser un sustituto femenino (nacido en un monasterio de mujeres, es lógico) pues Santa Ana era la protagonista y a su alrededor giraban las demás figuras, hasta que al crecer la devoción mariana, la Virgen María y el Niño Jesús ocuparon el centro de la escena.

Como suele suceder, con el tiempo la cosa se complicó, ya pues no bastaban Santa Ana, sus tres maridos, sus tres hijas, sus tres yernos y sus siete nietos. Sino que la genealogía se extendió, al añadir a: 

Santos Hortolano y Emerenciana (padres de Santa Ana, 26 de febrero), con otras hijas y hermanas de Santa Ana:
Esmeria, casada con Eliud.
     1. Hijo: Emiú, casado con Memelia, con su hijo:
         San Servacio de Tongeren o Maastricht, obispo (13 y 15, Todos los Santos Obispos de Maastricht, y 16 de mayo) [3]

Por si fuera poco, se añadió a otro hermano de San Joaquín
Jacob, del que la leyenda no dice esposa:
     Hija: Santa Isabel, casada con San Zacarías (ambos el 26 de septiembre y 5 de noviembre)-
            Hijo: San Juan Bautista (24 de junio, Natividad; 29 de agosto, Degollación y Segunda Invención de la Cabeza; 23 de septiembre, Imposición del nombre; 24 de febrero, Primera Invención de la cabeza; 25 de mayo, Tercera Invención de la cabeza).

Santa Ana "triple".
Este añadido dice que Cleofás, el hermano de Joaquín sería padre de Simeón y San José, con lo cual José y la Virgen María serían primos carnales. Pero entonces, si se unen las leyendas, y ya que Ana se casó con este Cleofás ern segundas nupcias, resultaría que Santa Ana, sería madre de San José, con lo cual este y María serían ¡medio hermanos!

Nunca gozó esta leyenda estrafalaria de gran entusiasmo por parte de la autoridad de la Iglesia (afortunadamente), así que el Concilio de Trento acabó con ella de un plumazo y de manera tajante, aunque por razones artísticas algunos siguieran pintándola. Y, por cierto, el hecho de que Ana, o como se llamase la madre de Nuestra Señora, se casara más veces, nada quitaría a su santidad.

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[1] La tradición más aceptada comúnmente es la que hace a este Cleofás hermano de San José, y sus hijos, por tanto, primos del Señor.
[2] En Oriente, Santiago el Menor, Judas Tadeo, José el Justo y Simón aparecen como hijos del primer matrimonio de San José, junto a sus hermanas Lidia y Asia. Pero otra tradición Simón es hermano de San José, aunque hijo de Cleofás.
[3] Esta leyenda de Emerenciana y Servacio fue ampliada y tenida por propia por los carmelitas, ya que Emerenciana habría vivido junto al Monte Carmelo y con estos religiosos tenía trato frecuente.

Santa Almedha, virgen y mártir.

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