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viernes, 2 de abril de 2021

Nunca perdió el horizonte contemplativo.

Beato Nicolás de Francia, VI General Carmelita. 2 de abril. 

Nació en Narbona, Francia, a inicios del siglo XIII. Los hagiógrafos de la Orden le hacen carmelita en el Monte Carmelo, adonde habría llegado luego de participar en alguna Cruzada. Sería de aquella tercera generación de monjes que seguían la Regla dada por San Alberto de Jerusalén (17 de septiembre) sobre 1209. Habría tomado el hábito siendo General el Beato Alano de Bretaña (12 de noviembre). 

En 1250 habría sido nombrado Vicario de Tierra Santa por San Simón Stock (16 de mayo). Eran los tiempos en que los carmelitas tenían dos frentes abiertos. El primero, el creciente peligro de los musulmanes en Oriente, que hacía peligrar su permanencia en el Carmelo. El segundo, en Europa las Órdenes Religiosas se oponían al establecimiento de una orden eremítica. Ni los monjes los querían, ni los mendicantes. Finalmente los carmelitas tuvieron que abandonar el ideal cenobítico de Oriente para pasar a ser una Orden mendicante más. Tuvieron que adaptarse a vivir en ciudades, a predicar, vivir en conventos y tener culto público. 

De Nicolás se nos dice que tuvo una aparición de la Virgen María en la cual la Virgen le prometía la ayuda del papa Inocencio III y la de un rey santo, el cual pronto le visitaría. Se refiere a esto, a la visita que San Luis Rey de Francia habría hecho al Monte Carmelo y que recoge Guillermo de Sanvico, “cronista” de la Orden. En 1260 Nicolás emprendió la reconstrucción de la basílica de la Virgen en el Carmelo, avalada por San Simón y el papa Urbano V, cercano a Nicolás, pues antes de ser papa había sido Patriarca de Jerusalén. Esta iglesia y el monasterio serían destruidos pocos años más tarde por los musulmanes, más en el siglo aún en el siglo XV Guillermo de Harlem describe sus ruinas como esplendorosas: “era una iglesia tal, que nunca he visto una mayor; tenía la bóveda decorada de mosaicos”. 

Volviendo a Nicolás y su “vita”. El 16 de mayo de 1265 murió San Simón y el 24 del mismo mes fue elegido Nicolás para sucederle como General de la Orden, en el Capítulo de Tolosa. En agosto del mismo año Nicolás volvió a Francia para hacerse cargo de la Orden, con vistas a trasladarla tal vez para siempre a Europa. El 5 de agosto ocurrió en la iglesia de los carmelitas de Tolosa un portento: un enemigo de los frailes asaltó el convento e incendió la puerta del mismo. Antes de irse, le ocurrió que quedó paralizado y su cabeza se torció horriblemente quedando vuelta completamente. El hombre se arrepintió de su maldad y el Beato Nicolás clamó a la Santísima Virgen que perdonara a aquel desgraciado, y la Señora le devolvió la salud. En agradecimiento, el hombre puso una placa en el convento, al cual luego entró posteriormente, siendo un humilde y santo religioso. 

En el mismo 1265 el General Nicolás logró que el papa Clemente IV otorgara Bulas de protección a los carmelitas, pidiendo a los obispos que ayudasen a los frailes a establecerse en sus ciudades. También se emitirían otras mandando se respetara que celebrasen el rito jerosolimitano, que participasen de las limosnas de la ciudad, etc. En 1268 los carmelitas del Carmelo serían martirizados por el Islam, y el convento e iglesia derruidos. La presencia carmelita se apagaría en el Carmelo durante casi 400 años, hasta que en 1631 el Venerable Próspero del Espíritu Santo volviera a fundar un convento allí. Pero esa es otra historia. 

En 1270 el Beato Nicolás renunció al Generalato y se retiró al monasterio más apartado de ciudades y universidades que pudo. Era un convento pequeñito en el Monte Erratroff, en Orange. Allí, en el poco tiempo que tuvo de vida, escribió su “Ignea Sagita”, un libro cuyo objetivo era que los religiosos no olvidaran el origen eremítico de los carmelitas ahora que vivían en las ciudades. Llamaba a no dejarse llevar por el amor desmesurado a los estudios, las universidades, las cortes palaciegas, llamándoles a no perder de vista el horizonte contemplativo de la Orden. 

Nicolás subió al Eterno Monte de la Perfección el 2 de abril de 1272 a las 3 de la tarde, mientras miraba fijamente un crucifijo. Según Arnoldo Bostio numerosos milagros ocurrían en su tumba en Orange. 


Fuente:
-"Flos Sanctorum del Carmelo". P. SIMEÓN MARÍA BESALDUCH, O.Carm. Barcelona 1951.


A 2 de abril además se celebra a










MI LIBRO ELECTRÓNICO

"TUS PREGUNTAS SOBRE LOS SANTOS

(SANTOS PATRONOS DE LAS ENFERMEDADES)

YA ESTÁ DISPONIBLE.

sábado, 14 de diciembre de 2019

Del más grande predicador alemán.

Beato Berthold de Regensburg, franciscano. 14 de diciembre.

Nació en Regensburg, alrededor de 1210. A los 11 años entró al convento franciscano de Augsburg para estudiar y allí mismo tomaría el hábito. Sobre 1235 fue ordenado presbítero y al año siguiente fue nombrado profesor de Teología del convento de Magdeburg. Es curioso que siendo uno de los más grandes predicadores alemanes de todos los tiempos, solo estos pocos datos imprecisos se tengan de su persona.

En 1240 comenzó una ardiente labor misionera que le llevó por media Alemania, Suiza, Bohemia, Austria y otros reinos, como Francia, donde trató a San Luis IX (25 de agosto). En sus sermones públicos, ardientes pero sencillos, se dice llegó a haber hasta 200.000 personas. Se hacía construir tarimas enormes o subía a los tejados o a los árboles. Organizaba los sermones comprobando la dirección del viento y según este, mandaba situarse a la gente, aunque muchos le oían desde otros tejados o árboles. En 1260 fue nombrado predicador oficial del reino de Hungría, desde cuyo puesto dirigió una crucial defensa de los flagelantes y los judíos perseguidos sin causa.

Fue amigo personal del también franciscano Beato David de Augsburg (19 de noviembre) e íntimo de San Alberto Magno (15 de noviembre). En 1270 Berthold se retiró al convento de Regensburg, un convento sencillo, pobre y muy austero, donde olvidó sus viejas glorias y vivió como un simple religioso, dícese que sin volver a hablar jamás, de tanto que había hablado antes.

Berthold murió en 1272 y fue sepultado en la iglesia conventual, donde su tumba fue objeto de pronta veneración. En 1626 el obispo Albert deTörring elevó sus reliquias a un altar dedicado a su memoria, beatificándole.


A 14 de diciembre además se celebra a:


San Juan de la Cruz,
presbítero carmelita.
San Espiridión,
obispo carmelita
.






martes, 9 de octubre de 2018

San Rahier.


San Rahier de Les Ardennes, diácono. 9 de octubre.

Sobre este santo poco podemo decir, salvo que su culto consta en una capilla campestre en Juzaine, Bélgica, donde se le ve vestido como diácono. Su memoria se ha perdido en los siglos aunque su culto continúa y se veneran sus reliquias en dicha capilla. Allí se le invoca para prevenir o encaminar a los niños perezosos. Tal cual.








A 9 de octubre además se celebra a:

Santa Publia,
abadesa.
San Luis Bertrán,
presbítero dominico
.
S. Andrónico y Atanasia,
esposos y monjes
.

sábado, 25 de agosto de 2018

"Nos regocijamos en nuestro Señor Jesucristo".

Santos Eusebio, Ponciano, Vicente y Peregrino, mártires. 25 de agosto y 1 de octubre (traslación de las reliquias de Eusebio).

Las "Actas" que nos han llegado de estos mártires son curiosas, por la forma de su redacción. Evidentemente se trata de un texto litúrgico, pues consta de 9 lecciones, como se acostumbraba hacer en el Oficio de Maitines, hoy simplificado como Oficio de Lecturas. Este Oficio tenía 9 nocturnos con lecturas bíblicas, patrísticas o leyendas de santos. En este caso incluso conservan las conocidas palabras de "En aquel tiempo…" utilizadas aún hoy en la liturgia para introducir la lectura evangélica en la misa. Incluso la última de estas lecciones termina con un "por Cristo Nuestro Señor". Esta es la estructura de todos los Oficios de Maitines que recogían vidas de santos, que eran casi todos. Aquí la novedad es que esta estructura pretende pasar por Actas auténticas del martirio y no por una reconstrucción, cuando evidentemente lo es. Se han datado alrededor del siglo VIII, aunque provienen de un texto más antiguo. Y vamos a la historia:

Primera Lección.
Imperando Commodo este impuso la costumbre de celebrar su natalicio con fastuosos sacrificios a Zeus y a Hércules que, por supuesto, eran en realidad sacrificios al mismo emperador, pues sabido es que Commodo llegó a considerarse a sí mismo hijo de Zeus y semidios. En ese tiempo vivían en el distrito de Lannarius unos cristianos llamados Eusebio, Vicente, Peregrino y Ponciano (o Potenciano), quienes habían dados todas sus riquezas para servir a los pobres. El día del magno sacrificio, estos cuatro santos predicaron públicamente diciendo: "Honren a nuestro Señor Jesucristo; dejen estas deidades diabólicas; crean en el Dios del cielo, el Padre todopoderoso, y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; arrepiéntanse y bautícense en su nombre para el perdón de tus pecados. Porque así no se perderán con el emperador Commodo".

Segunda Lección.
Les oyó predicar el senador Julio, quien les llamó a su casa y luego de hacerles ciertas preguntas sobre Cristo, aceptó la fe cristiana y comenzó a vivir una vida piadosa. Julio dio todas sus riquezas para beneficio de los pobres y se hizo bautizar junto a su familia por el presbítero Rufino. Cuando Commodo supo aquello le mandó llamar y le dijo "¿Es que te has vuelto loco por haber dejado a tu dios, Zeus, y a Hércules y haber ido detrás de tan estúpida locura?" A lo que Julio respondió: "Espera y verás, tú te perderás con esos dioses".

Tercera Lección.
Julio fue entregado al comandante Vitelio, con la orden de confiscar todas sus posesiones y mantenerlas en custodia hasta que Julio sacrificara a Hércules. Pero como ya no había nada que confiscar, Vitelio llevó a Julio a una prisión inmunda durante tres días, mientras preparaba el sacrificio. Al cabo, llevó a Julio ante su presencia y le habló así: "¿Reconoces las leyes de los monarcas que prescriben que abandones tu terquedad y hagas sacrificios a nuestros dioses Hércules y Zeus?" Julio respondió con audacia: "Tú también te perderás con tu rey". Vitelio le dijo: "Ahora que ya has sido condenado, ¿en quién puedes confiar?" "En Jesucristo" – respondió Julio – "Él os condena a ti y a tu príncipe a la destrucción eterna". Cuando Vitelio oyó esto, ordenó que Julio fuera apaleado y luego lanzado a las fieras en anfiteatro. Así se hizo, el santo mártir subió al cielo, y esa misma noche nuestros biografiados, Eusebio, Ponciano, Peregrino y Vicente, tomaron las reliquias y las sepultaron con piedad en las catacumbas de Calepodio, en la Via Aurelia. Su memoria litúrgica es a 19 de agosto.

Cuarta Lección.
Al saber Vitelio que nuestros santos habían recuperado el cadáver del mártir Julio, ordenó su arresto y comparecencia ante él. Cuando los tuvo delante les dijo: "Habéis tomado las posesiones de Julio y, además, es cierto que habéis salvado su cuerpo". Eusebio respondió: "Hicimos eso porque teníamos derecho a hacerlo". Vitelio dijo: "Por supuesto que no tenías derecho a enajenar los bienes de otra persona y a ocultar la propiedad que nadie te había dado. Devuelve las posesiones de Julio, si no, ¡podrías terminar como él!" Eusebio respondió: "Eso es lo que queremos". Vitelio dijo: "Entregad ahora las posesiones de Julio y sacrificad a los dioses". Le replicó Vicente: "Estos no son dioses, son demonios que morirán con vosotros para siempre".


San Ponciano
Quinta Lección.
Entonces Vitelio ordenó que fueran colocados uno frente al otro en el potro. Mientras se les estiraban los miembros y eran azotados, Vitelio les conminaba a sacrificar, pero viendo que los cuatro mártires no le hacían caso, dijo: "No podéis ridiculizar a nuestros dioses y a nuestros príncipes". Entonces ordenó que se acabara la tortura, y dijo: "Sálvaos vosotros mismos, y sacrificad a los dioses". Eusebio le respondió: "Haz lo que quieras y continúa con los tormentos con tranquilidad. Porque si esperas a que nos apartemos del camino marcado por nuestro hermano Julio, estas perdiendo el tiempo". Vitelio dijo a los presentes: "Estos practican la magia, por ello se regocijan siendo torturados". Mas Vicente le respondió: "Solo nos regocijamos en nuestro Señor Jesucristo". Entonces Vitelio ordenó les fueran quemados los costados.

De pronto, uno de los verdugos dijo ver a Cristo (un ángel en otras versiones) confortando a los mártires, y además, clamó: "El verdadero Dios es el Cristo que anuncian". Vitelio acusó a los mártires de haber engañado con magia al joven. Este, llamado Antonio, abandonó el lugar y fue en busca de Rufino, quien le bautizó.

Sexta Lección.
Entonces Vitelio pretendió ser conciliador y dijo a los santos: "¿Por qué cometéis tanta violencia y por qué no dejáis esta locura? Si, después de todo, pagáis tributo a los dioses con sacrificios, al menos viviréis". Vicente le respondió: "Si alguien aquí utiliza la violencia, eres tú, ¿te muestras a ti mismo y nos llamas violentos?". Vitelio dijo: "Porque odian a los dioses y parecen querer la muerte, estáis aquí ante mí. Di: ¿dejarás que más torturas vengan sobre vosotros?" Eusebio le contestó: "Sí, seremos torturados y terminaremos en la gloria de Dios; pero tú serás ejecutado y condenado por tu príncipe, el diablo. Tendrás que pasar la eternidad en el infierno con él". Y Vitelio mandó le cortaran la lengua a Eusebio.

En ese momento volvió Antonio y gritó: "Vitelio, ¿qué haces con esos hombres santos?" Y Eusebio, aún sin lengua, clamaba a Cristo en voz alta: "Gloria a ti, Señor Jesucristo, porque me has juzgado dignamente para ser contado entre tus siervos en tu gloria", al punto que a Vitelio se le llenaba la boca de sangre, que escupía constantemente. Un cristiano llamado Fausto tomó la lengua de Eusebio, la escondió entre los pliegues de su manto y la llevó a los cristianos, que la guardaron como venerada reliquia. Mientras, Vitelio sentenció a Antonio a muerte, siendo decapitado en la Via Aurelia el 22 de agosto.

Séptima lección.
Vitelio hizo encarcelar a Eusebio, Vicente, Peregrino y Ponciano, quienes estaban cubiertos de heridas. En la cárcel cantaban alabanzas día y noche para dar gracias al Señor, siendo admirados por los soldados y por otros cristianos. Al tercer día de cárcel se les apareció el mártir Julio quien les dijo: "Salvad al oficial de la prisión". Sanaron a muchos que allí estaban encerrados y convirtieron a Lúpulo, un sacerdote de los ídolos, quien era ciego.

Octava Lección.
Fue a visitarles el presbítero Rufino, quien entró en la cárcel y preguntó al ciego Lúpulo: "¿Crees de todo corazón?" Y él gritó: "Creo en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios Padre". Y Rufino le bautizó, quedando el ciego sanado. Vio aquello el oficial de la prisión, llamado Simplicio, y sabiendo que Lúpulo, había sido ciego durante al menos cuatro años, se arrojó delante de los pies de los santos, pidiendo ser bautizado también. Y así lo hizo Rufino. Después de su bautismo, Simplicio dijo a los cristianos donde estaba el cuerpo de Antonio, los cristianos excavaron y aunque habían pasado 6 días del martirio, le hallaron intacto, sin mancha de corrupción y aún fresca la sangre. Rufino tomó el cuerpo consigo y lo enterró en una colina, cerca de la catacumba de Calepodio.

Novena Lección.
Vitelio contó todo esto al emperador Commodo, especialmente como había sido testigo de que Eusebio había podido hablar sin lengua. La respuesta de Commodo fue que los ejecutara sin más dilación. Ese mismo día había una sesión judicial y Eusebio, Vicente, Peregrino y Ponciano fueron llevados de nuevo a juicio. Al tenerlos delante, una vez más Vitelio mandó trajeran un trípode para que los cuatro santos sacrificaran, mas estos escupieron al suelo y se rieron de él. Eusebio además dijo: "El diablo se ha apoderado de tu corazón". Fueron llevados al anfiteatro, donde les azotaron con látigos de plomo hasta que les desgarraron del todo, muriendo por desangramiento, el 25 de agosto de 188. Rufino retiró los santos cuerpos, enterrándoles en el sexto hito entre la Via Aurelia y el Arco de Triunfo.


Reliquias de San Eusebio.
Arnhem 
Culto y reliquias.
La crónica de Sigebert, de 865, cuenta que las reliquias de Eusebio y de Ponciano fueron donadas por el papa Nicolás I al monasterio es el de Verzelliacum, situado en la diócesis de Langrés, aunque crónicas propias de este recinto no mencionan para nada dichas reliquias. Por su parte, el monasterio femenino de Puellemontier veneraba las reliquias de un mártir llamado Eusebio, pero bien puede ser otro. Y, por otro lado, el monasterio de Prüm tiene documentos del siglo IX, en los cuales se menciona la donación del papa Sergio II al emperador San Lotario (29 de septiembre) de reliquias de 46 santos, que fueron llevadas a este monasterio. Entre tales reliquias se mencionan los cuerpos de Eusebio, Ponciano, Vicente y Peregrino, a los que curiosamente se data en épocas diferentes.

El 1 de octubre de 1451 las reliquias de este Eusebio fueron trasladadas a Arnhem con el mandato del Duque Arnolfo de Geldria y el permiso del papa Nicolás V, y puestas en un bello relicario de plata. Fueron muy veneradas hasta la reforma protestante, aunque se salvaron de las profanaciones calvinistas. Actualmente las reliquias se conservan en Deventer, con escaso culto. Sobre los demás, en Lucca dicen tener las reliquias de Ponciano, mientras que las de Vicente estarían en España. Es difícil saberlo, pues fácilmente pueden ser otros santos mártires.


Fuente:
http://heiligen-3s.nl/
https://www.heiligenlexikon.de/
-"Vidas de los Santos". Tomo IX. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 25 de agosto además se celebra a:


B. José Cecilio,
carmelita mártir
.
San Luis IX
de Francia, rey
.
San Ginés de Arlés,
escribano mártir
.
Otros muchos
santos y santas
.






miércoles, 2 de mayo de 2018

La Traslación de Santa Isabel de Hungría.

La Traslación de Santa Isabel de Hungría. 2 de mayo.

Santa Isabel de Hungría (17 y 19 de noviembre, 1 y 2 de mayo) murió el 19 de 1231, a los 24 años de edad, en su hospital de Madburg, después de una vida difícil, marcada por la tragedia, el amor y la piedad. Dícese que pocos días antes de su muerte, tuvo la visión de un pájaro que cantaba alegremente entre ella y la ventana, y la invitaba a que cantara con él. Fue enterrada en su mismo hospital, en una sencilla tumba. Aquella que había sido tan piadosa y caritativa con los pobres y enfermos en vida, no dejó de serlo en el cielo y pronto su sepulcro fue fuente de curaciones milagrosas. Siegfrid, el arzobispo de Maguncia mandó hacer una detallada crónica de estos milagros, que eran anotados cuidadosamente en un libro, y la envió al papa Gregorio IX, quien canonizó a Isabel el Domingo de Pentecostés de 1235.

Ese mismo año La Orden Teutónica, que tenía su sede administrativa en Madburg, y como tal era última propietaria del hospital, amplió el recinto para los enfermos y comenzó la construcción de una bella iglesia de estilo gótico, dedicada a la nueva santa, al tiempo que reclamaba la posesión de las reliquias, y por ende, todos los beneficios espirituales y económicos que de su culto se derivaran.

El 1 de mayo de 1236 el cráneo de la santa fue solemnemente coronado con una riquísima corona donada por el emperador Federico II de Hohenstaufen, y al día siguiente, 2 de mayo, el arzobispo Siegfrid trasladó su cuerpo de la santa a la nueva iglesia (aún sin terminar), en presencia del emperador, los hijos de Isabel, y numerosos prelados, clero y una gran muchedumbre devota. En 1245 la Orden Teutónica costeó un nuevo y bello relicario de oro para la santa. En 1249 el relicario se trasladó al coro de la misma iglesia para continuar con las obras, que terminaron en 1283, con una solemne Dedicación. Las reliquias de Santa Isabel atraían tantos peregrinos como Santiago o Roma.


Relicario de Santa Isabel de Hungría.
En 1539, durante la llamada Reforma protestante, el hereje Felipe de Hesse hizo retirar las reliquias de Isabel del relicario, ordenó que fueran esparcidas, junto con las de todos sus parientes, en un osario común, para acabar con aquel "culto idolátrico". Afortunadamente el Gobernador de Madburg, George de Kolmatsch, desobedeció la orden y se hizo trasladar las santas reliquias en secreto a su castillo en Herleshausen. En 1548, derrotados los herejes y repuesto el culto católico, la Orden Teutónica reclamó las reliquias al Gobernador, quien las entregó. Estaban muy reducidas, quedando solamente la mandíbula inferior, cinco huesos, una costilla, los dos omóplatos y un hueso de una pierna. Fueron trasladadas a Viena, al monasterio de las isabeles. Otras reliquias, dudosas, se conservan en el Tesoro de Hannover y otras en las Carmelitas de Bruselas.


Fuentes:
-https://www.heiligenlexikon.de
-"Vidas de los Santos". Tomo IV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
-"Nuevo Año Cristiano". Tomo 12. Editorial Edibesa, 2001.


A 2 de mayo además se celebra a:


Santos Hespero, Zoé,
y sus hijos mártires.
San Atanasio de Alejandría,
Padre de la Iglesia.
Santa Wiborada,
reclusa y mártir.















Y además podéis leer:

De la Invención y Traslación de reliquias en la Iglesia.
La Invención de las reliquias de San Esteban.

La Invención de Santiago Apóstol.
La Traslación de Santiago Apóstol.
La Traslación de San Gregorio Nacianceno
La Traslación de San Phantalo.
La Traslación de los Reyes Magos

La Traslación de Santa Juana de Lestonnac.
La Traslación de Santo Tomás de Aquino.

La Traslación de San Mateo Evangelista.

La Traslación de San Juan de Mata.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Infanta, Reina, Regente y Santa.

Beata Blanca de Castilla, reina de Francia. 2 de diciembre.

Nació en Palencia en 1188, como hija de Alfonso VIII de Castilla y de Leonor Plantagenet, princesa de Inglaterra. Sus hermanos fueron Enrique I de Castilla, Urraca, Berenguela de Castilla, madre de San Fernando III (30 de mayo). Fue educada por Pedro Rodríguez de Castro y su mujer, Urraca Rodríguez de Guzmán, en Itero de la Vega.

En 1199 se acordó el compromiso de una de las infantas de Castilla con el príncipe Luis de Francia, que reinaría como Luis VIII, siendo elegida nuestra Blanca, teniendo en cuenta la sabia intervención de la "reina abuela" Leonor de Aquitania, que vio en Blanca características para ser reina de Francia: Resolución, piedad, erudición y carácter fuerte, pero templado por las virtudes cristianas. En 1200, con 12 años, Blanca partió a Francia, donde conoció a Luis. El 22 de mayo de ese mismo año se celebró la boda con Luis, que tenía 13 años. Al parecer el matrimonio no se consumó sino hasta al menos 3 años después, teniendo más de 15 años ambos. Tuvieron 8 hijos: Blanca, Inés, Felipe, San Luis IX (25 de agosto), Roberto, Alfonso, Felipe Dagoberto, Beata Isabel (31 de agosto), Etienne y Carlos. Este último nació tras la muerte de su padre, en 1226, a causa de la disentería, y luego de tres años de rey. Varios de sus hijos murieron en la tierna infancia. 

Blanca enfocó su viudez en la educación de sus hijos, especialmente San Luis, heredero al trono luego de la muerte de sus hermanos mayores. Luis fue proclamado rey, pero como solo tenía doce años su madre asumió la regencia en su nombre. Su gobierno continuó la línea de su marido, aunque sin tomar decisiones drásticas, para preparar un reino calmado para su hijo. Venció a Inglaterra, lugar del que habría podido ser reina como descendiente de Leonor de Aquitania, pero finalmente no sucedió. Firmó el Tratado de París de 1229, terminando la Cruzada contra los albigenses. Se enfrentó a los nobles franceses, opuestos a la política centralizadora de Luis VIII, continuada por Blanca. Los nobles intentaron secuestrar al joven rey Luis, pero ella se les enfrentó y socavó el ardid alentando a los parisinos contra los nobles. Estos la acusaron de tener un romance con un trovador, y despectivamente le llamaban “la española”, aunque desde niña había vivido en Francia. En 1230 junto a su hijo se puso al frente del ejército y logró que los nobles rebeldes desistieran de su insubordinación y juraran fidelidad a Luis. 

En 1234 Luis cumplió 20 años y asumió el trono de Francia. Aunque el tiempo de regencia había terminado, Blanca siguió siendo la principal consejera y valedora de su hijo. Fue su negociadora y en más de una ocasión tomó decisiones por él, pero su sintonía era tal que Luis siempre aprobó su proceder. Ambos elaboraron un sistema de abogados "de oficio" a cargo del reino, para que nadie fuera juzgado sin tener una defensa justa. Todos podían acceder a estos abogados, teniendo dinero o no, e incluso los judíos podían acceder, pues no eran discriminados a causa de su religión, a pesar de la profunda fe católica de Blanca y su hijo.

En 1236 Blanca logró que Luis se casara con la piadosa princesa Margarita de Provenza, con la que no tuvo una buena relación a causa de su sobreprotección a Luis. Joinville, el biógrafo de San Luis llega a decir que Blanca solo les dejaba solos "cuando yacían". También en 1236 Blanca donó propiedades heredadas en Pontoise para la edificación de la bella Abadía gótica de Santa María de Maubuisson, su sitio preferido para orar y participar en la Sagrada Liturgia, que disfrutaba muchísimo. En 1239 Blanca fue la principal valedora de los judíos franceses, impidiendo que fueran desahuciados y sus libros quemados, aunque para ello hubo de contradecir a Luis, quien era aconsejado por otros sobre la conveniencia de la expulsión de los judíos.

San Luis y la Beata Blanca se despiden en 1248.
En 1244 Luis se propuso partir a la Cruzada, pero Blanca logró que la partida tardara cuatro años, implicando a Luis en asuntos más graves para el reino francés. Cuando partieron en 1248, Blanca, y no Margarita, quedó como regente de Francia, junto con un Consejo de tres clérigos y dos hermanos de Luis. Esta Cruzada fue un desastre, Luis fue capturado y hubo de pagarse un rescate por él.

En 1251 el sentido de la justicia de Blanca le llevó a enfrentarse con la poderosa Iglesia parisina: unos campesinos habían protestado y comenzado una revuelta a causa del doble impuesto que les exigía el Cabildo de Notre Dame. Los canónigos mandaron arrestar a los principales cabecillas y, al saberlo la reina, mandó les liberaran y se investigara a fondo el asunto. Un grupo de letrados dictaminó que el impuesto era injusto, por lo cual los prelados se rebelaron y volvieron a apresar a los siervos y sus familias, algunos de los cuales murieron en la cárcel a causa de las penosas condiciones. Blanca entonces se puso al frente de un ejército y marchó hacia la Catedral, exigiendo que le fuera abierta. Allí desplegó un magno juicio y ordenó que los siervos fueran liberados, y ella misma acudió a las mazmorras a verles y abrirles las puertas. Y luego, para terminar, eximió a los campesinos de su servidumbre al Cabildo. Aunque los obispos la acusaron de inmiscuirse en asuntos eclesiásticos, ella les recordó que no había tocado un solo punto de la doctrina o moral de la fe católica, y que todos los siervos de Francia eran súbitos de Luis y, en lugar de este, de ella misma. Y asunto zanjado.

Blanca fue una gran promotora del arte y la cultura, y ella misma poseía una buena biblioteca, leía y escribía en varios idiomas, sabía música y pintura. Era piadosa, penitente y ni un solo día faltó a la Santa Misa. En 1252 se retiró a la abadía de Maubuisson, y allí falleció santamente ese mismo año. 


Fuentes:
http://www.mcnbiografias.com
https://fr.wikipedia.org


A 2 de diciembre además se celebra a
Santa Bibiana de Roma, virgen y mártir.
San Tadec de Bretaña, abad y mártir.

miércoles, 19 de octubre de 2016

Beato Tomás Hélye, presbítero.

Beato Tomás Hélye, presbítero. 19 de octubre.

Nació sobre 1187 en Bibille, Normandía, y desde niño fue piadoso y caritativo. Estudió lo suficiente para comenzar una obra caritativa de enseñanza gratuita a los niños pobres. Pronto otras ciudades quisieron que diera clases en sus iglesias.

Llegó la noticia de su persona al obispo de Cherbourg, que le llamó, le interrogó y viendo sus virtudes, recta intención y saber, le propuso ordenarse presbítero. Tomás se negó en principio, pero luego de hacer oración unos días, aceptó. Fue ordenado diácono y continuó sus estudios. Peregrinó a Roma, visitando las tumbas de los apóstoles. Y luego fue andando hasta Santiago de Compostela. Una vez terminado su itinerario espiritual, volvió a París en cuya Universidad culminó los estudios teológicos. Recibió la ordenación sacerdotal y se dedicó a las misiones populares sobre todo en Coutances, Bayeux y Lisieux.

En 1250 entró a ser capellán de la corte de San Luis Rey de Francia (25 de agosto), aunque se negó a vivir en palacios y corte. Solo le consoló la vida penitente y sencilla que el mismo rey Luis IX vivía. Pero él deseaba más aún, así que pidió volver a la sencillez de los pueblos pequeños. Se fue a la parroquia de Saint-Maurice, en su tierra natal, donde vivió unos pocos años más como sacerdote. Cuando enfermó gravemente, fue llevado para asistirle en el castillo de Vauville, donde falleció santamente el 19 de octubre de 1257. Le enterraron en su pueblo, donde pronto tuvo devotos y siguió haciendo su labor sacerdotal, ahora desde el cielo, convirtiendo y consolando a los fieles.

Durante la Revolución Francesa, la iglesia de Bibille fue saqueada por los revolucionarios, que tomaron su sepulcro como una mesa de trabajo. Uno de los revolucionarios, apenado con la situación ayudó a unos católicos fieles a que se llevaran el cuerpo, fingiendo que dormía. Los devotos o escondieron en Virandeville, mientras que al revolucionario le castigaban por ello. Al fin de la persecución religiosa, las reliquias volvieron triunfalmente a Biville, donde se veneran. En 1859 el papa Beato Pío IX (7 de febrero) confirmó su culto, beatificándole.


A 19 de octubre además se celebra a  
San Verand de Cavaillon, obispo.
Santa Cleopatra, viuda.

domingo, 9 de octubre de 2016

San Luis Bertrán, protector de los desvalidos.

San Luis Bertrán, presbítero dominico. 9 de octubre.


Pila bautismal de los santos.
La tradición dice que los ahí bautizados
no morirán por accidente.
Infancia y juventud.
Nació en Valencia el 1 de enero de 1576, en una casa junto a la iglesia de San Esteban, en la que fue bautizado a los pocos días, y en la misma pila bautismal en la que lo fue San Vicente Ferrer (5 de abril y segundo Lunes de Pascua), pariente suyo por parte de madre. Cuando pequeño y lloraba, solo tenía consuelo cuando le llevaban a las iglesias y veía las imágenes y sobre todo a Nuestra Señora. A los 15 años eligió por confesor a Fray Ambrosio de Jesús, un religioso mínimo, que le encaminó en la oración, la penitencia sin descuidar el estudio. Sobre esta edad recibió la primera comunión. A los 16 años se escapó de su casa para peregrinar a Santiago, pero su familia le alcanzó en Bunyol, obligándole a regresar. Su padre le permitió ser clérigo, y Luis se dedicó a servir en el Hospital de la Ciudad, sirviendo a los pobres día y noche. Para poder comulgar frecuentemente ideó la estratagema de ir a diferentes iglesias y así comulgar sin llamar la atención por la frecuencia. Pero su confesor le regañó por actuar con doblez y no lo hizo más.

Religioso dominico.
A los 17 años determinó tomar el hábito dominico, pero sus padres se opusieron por su débil salud. Entristeció el joven que, de vez en cuando, se escondía en una capilla del claustro para ver a los religiosos, oír sus cantos y en ocasiones escuchar las pláticas del maestro de novicios. Finalmente, viendo sus padres la melancolía de Luis, le dieron su bendición para ser fraile. Tomó el hábito el 26 de agosto de 1544, pero aún así tuvo que defender su vocación dominica ante su padre, que le quería pasar a la Orden Jerónima, mucho menos austera. Luego ocurrió que el demonio tentó a un seglar prominente que soltó un chismorreo acerca de Luis, por lo que el prior determinó quitarle el hábito y mandarlo a su casa, pero Luis clamó al cielo y el mentiroso se desdijo y Luis pudo profesar el 27 de agosto de 1545.

Fue ejemplar religioso, muy penitente, austerísimo aún en el trato y las conversaciones, pues jamás dijo alguna palabra para provocar risa o gracia. Se disciplinaba siempre que le permitían, y tanto que la sangre salpicaba las paredes, y llevaba varios cilicios. Siempre llevaba los ojos bajos, las manos recogidas y el pensamiento puesto en Dios, quiso dejar el estudio y ser solo un Hermano Lego porque decía que el estudio le distraía de la contemplación, pero no se lo permitieron y con los años confesó que eso era tentación del demonio. E hizo bien, porque fue un docto religioso, muy versado en la Escritura y la doctrina de Santo Tomás de Aquino (7 de marzo y 28 de enero, traslación de las reliquias). Fue ordenado presbítero en 1547 por Santo Tomás de Villanueva (22 de septiembre y 10 de octubre) y fue destinado al convento de Santa Cruz de Lombay. Allí tuvo una revelación de que su padre moría, y partió a Valencia antes que llegara el mensajero con la noticia y ayudó a bien morir a su padre. Sufrió purgatorio muy doloroso, según supo Luis por gracia de Dios, viendo los tormentos que padecía: era arrojado de una torre, le molían los huesos, le apuñalaban, etc., así durante ocho años durante los cuales el santo ofreció la misa, se disciplinó duramente hasta que le vio subir a la gloria.

Maestro de novicios.
En 1549, con 23 años de edad fue nombrado Maestro de novicios, oficio que ejerció con gran ejemplo para sus religiosos, aunque conocida es su severidad y aspereza para con los nuevos religiosos. Pero si les disciplinaba, luego lo hacía él el doble. Conocido es que aunque les animaba a perseverar, al mismo tiempo les quitaba el hábito a la primera que no mostraban juicio u observancia religiosa. Siempre que echaba a uno preguntaba a los demás quien quería volver al mundo. Con solo mirarles, atinaba si tenían devoción o la fingían, y les echaba. No soportaba a los mentirosos, los holgazanes o los escrupulosos, a todos les echaba. Quería novicios y religiosos santos y sabios, por lo que insistía en la claridad de mente, la inteligencia y la perseverancia en el estudio para ser un buen hijo de Santo Domingo; eso para los que serían presbíteros, a la par que a los novicios que iban para Legos, les daba algún libro piadoso o las Constituciones de la Orden, diciendo que con eso les bastaba, para preservarles su sencillez y simpleza. Quiso estudiar en el célebre convento salmantino de San Esteban de los dominicos, para tener título universitario, pero su prior, Fray Micón le hizo desestimar aquello como algo no necesario para formar novicios. Insistió, pero un fraile de la Orden le dijo no era la voluntad de Dios, sino que se complacía en que formase a los novicios.

En 1557 se destacó como predicador y auxilio de los pobres durante una epidemia en Valencia. Se prodigó socorriendo, enterrando difuntos, repartiendo pan y limosnas, predicando y celebrando devociones y haciendo penitencia pública. En su mismo convento murieron 22 frailes, entre ellos el prior, Fray Miguel de Santo Domingo, que no se había reservado en los actos de caridad. Dios le reveló a Luis que había entrado en el cielo por su gran caridad. A una mujer cuyo hijo le pidió el demonio en forma de fraile para "hacerle santo", Luis le contó la verdad: era un diablo que le quería arrebatar a su hijo. En 1560, terminada la peste, atracó en Valencia una flota de moros para tratar el rescate de los cautivos cristianos que poseían. San Luis dijo a sus novicios: "¿Cómo se puede sufrir que los enemigos de Jesucristo, se paseen por esta ciudad, y se gloríen de pasar entre cristianos? A nosotros toca, hermanos, terminar este negocio. Arrodillémonos todos y vueltos hacía la mar digamos con devoción contra los moros el salmo que compuso el santo rey David contra los enemigos del pueblo de Dios". Y una vez que se hizo el cambio, y los moros emprendieron viaje una tormenta los echó a fondo.

Ese mismo año al parecer recibe una carta de la Madre Santa Teresa de Jesús (15 de octubre y 26 de agosto, la Trasverberación) en la que, la santa le consulta su intención de fundar un convento más austero y sencillo, donde servir a Dios. Y digo “al parecer”, porque dicha carta no se conserva, pero sí que se conoce la respuesta que habría dirigido a la Santa: "Madre Teresa, recibí vuestra carta, y porque el negocio sobre que pedís mi parecer, es tan en servicio del Señor, he querido primero encomendárselo en mis pobres oraciones y sacrificios, y esto ha sido la causa de haber tardado en responderos. Ahora os digo en nombre del mismo Señor, que os animéis para tan grande empresa, que Él os ayudará y favorecerá: y de su parte os certifico que no pasarán cincuenta años que vuestra Religión no sea una de las más ilustres en la Iglesia de Dios". Personalmente tengo dudas sobre su autenticidad, sobre todo porque en 1560, la Santa Madre no pensaba ni por asomo ni reformar la Orden del Carmen, ni mucho menos fundar una Orden nueva.


San Luis bautiza a un indito.
Apóstol de Indias.
Pasaron por Valencia dos frailes, misioneros en Indias, y contaron a los religiosos la falta que hacían apóstoles de Cristo en Nueva Granada (la actual Colombia y Venezuela) y Luis enseguida supo que Dios le quería para ello, aunque fuera para morir comido por los infieles, como muchos creían que pasaba. El deseo de salvar almas creció en él con gran ímpetu, y el primer Sábado de Cuaresma de 1562 salió de Valencia con otros religiosos rumbo al Nuevo Mundo. Llegaron el 28 de septiembre del mismo año y apenas desembarcar, un indio corrió hacia él para que bautizase a su hijo que se moría y quería que se salvase. Habitó en el convento de San José que los dominicos habían fundado en Cartagena de Indias y desde allí misionó en Cipacoa, Sierra de Santa Marta, Tubara, Tuneara, Tenerife, Mompoix y Pelvato. Predicaba constantemente y tuvo Dios de lenguas, pues los indios le entendían en su propia lengua, obrando muchas conversiones. A pesar del clima, los trabajos, el hambre…, nunca abandonó sus penitencias, ayunos y horas de contemplación. Amansaba a las fieras que se cruzaba en la selva solo con hacer la señal de la cruz. Famosas fueron sus predicaciones de Cuaresma y Semana Santa en Cartagena, donde convertía, reconciliaba y denunciaba a los que maltrataban a los indios.

En Tubara convirtió a los indios y desterró a un demonio que les asustaba para que no se adhirieran a Cristo. Un indio polígamo que reprendió le lanzó una saeta, que cayó a los pies del santo como detenida por un escudo invisible. A otro que había sido sacerdote de los dioses, le libró del demonio y le ayudó a bien morir luego que la Virgen del Rosario le advirtiera del peligro al que estaba sometido el indio. Los indios, testigos de su éxtasis, le veneraban en vida y escuchaban hasta sus más sencillas palabras como si vinieran del cielo. Y es que a su ejemplo sumaba los portentos: atraer o alejar la lluvia, cruzar rezando el rosario él y sus compañeros el río Cinoga, que estaba crecido y salir ilesos. Se le vio predicando y a su lado asistiéndole aparecían San Ambrosio (4 y 5 de abril, muerte y entierro; 7 de diciembre, consagración episcopal) y Santo Tomás de Aquino. Otro día mientras se disciplinaba abrazó un árbol y al separarse dejó impresa la huella de una cruz, que convirtió a muchos. Por la conversión de los indios ofrecía la penitencia de quitarse la camisa por las noches, dejando que le picaran los mosquitos, a los que decía: "Hermanos mosquitos, ya habéis comido suficiente, dejad sitio a vuestros compañeros".

También tuvo enemigos, como aquel indio que le dio a beber un veneno y que el santo lo tragó sin sucederle nada, salvo que al cabo de cinco días vomitó algunas culebras pequeñas. También, por su protección a los indios, un español apuntó su arcabuz para dispararle y el cañón de este se transformó en un crucifijo. Y a su iconografía han pasado estos milagros.

De nuevo España.
Su pelea con los encomenderos y su defensa por los indios (en ocasiones se los sacaban de la iglesia para que fueran a trabajar) melló su firmeza y en 1569 regresó a España. Volvió a Valencia como un fraile más y de allí le destinaron en 1570 al convento de San Onofre como prior. En 1575 regresó a Valencia como prior, continuando dando ejemplo a los religiosos. En una ocasión, se fue a la celda que había sido de San Vicente Ferrer y ante su imagen se desahogó: "Padre San Vicente, me me han hecho prior de esta casa, habiendo en ella personas muy dignas. Yo renuncio el Priorato en vuestras manos. Sed vos el prior, mandad y regid a vuestro modo, que yo seré subprior y gobernaré según vuestras órdenes". Y quiso besar las plantas del santo, cuando la imagen de San Vicente se animó y doblándose, le abrazó.

Fue amigo del franciscano Beato Nicolás Factor (18 de agosto), el cual durante un éxtasis en público exclamó: "Yo no soy santo, pero Fray Luis Bertrán sí". Y aquí que ocurrió que a los pocos días, cuando Luis predicaba en la catedral de Valencia enseñó a los fieles que no todos los arrobamientos eran divinos, algunos entendieron que hablaba mal de Nicolás, juzgándole por falso místico. Ambos amigos pusieron rápidamente fin al malentendido. Se cuenta que el 29 de septiembre de 1579, al salir de maitines se le aparecieron los Santos Padres San Francisco (4 de octubre; 17 de septiembre, la Impresión de las Llagas, y 25 de mayo, traslación de las reliquias) y Santo Domingo (8 de agosto; 24 de mayo, traslación de las reliquias; 15 de septiembre "in Soriano"), que le bendijeron y le consolaron en sus pesares, enfermedades y tentaciones del demonio. Porque mucho le atacó el maligno, apareciéndosele en forma de perro que le impedía llegarse al agua bendita a persignarse.

En 1581 los achaques se le arreciaron, perdió visión, agudeza, oído, teniendo que suspender algunas predicaciones que ya tenía concertadas. A finales de verano tuvo que guardar cama, y le administraron el viático, estando presente el Arzobispo de Valencia, San Juan de Ribera (14 de enero). Profesó su fe católica, pidió el auxilio de la Virgen del Rosario y sus santos dominicos y franciscanos. Comulgó con ardor y luego tuvo una leve mejoría. Gustaba de las visitas de los demás religiosos, a los que pedía perdón y besaba las manos, a la par que impedía besaran las suyas, huyendo de reverencia alguna. Un religioso que pretendió tomarle las manos, le quitó las sábanas y vio que tenía bajo la espalda un ladrillo. Le preguntó que era aquello, estando tan mal de salud. "Hermano mío, ya se acerca la jornada y es menester mucho para ir al cielo. Mas, mire que le conjuro que no de parte de esto a persona del mundo", fue la respuesta.

San Juan de Ribera le llevó consigo a Godella, donde tenía una casa de descanso, y allí le servía de su mano, le complacía y entretenía. Volvió a Valencia cuando agravó y fue hospitalizado en el Hospital de los Clérigos, y luego a su convento, al ser previsible su muerte. El 6 de octubre reveló que moriría en cuatro días. El día 9 un franciscano que no alcanzó a conocerle, le vio por revelación siendo protegido por Santo Domingo, Santo Tomás de Aquino y San Pedro Mártir (6, 29 y 30, en Canarias, de abril, y 4 de junio, traslación de las reliquias). A las 10 de la mañana del 9 de octubre dijo al arzobispo: "Despídame, que ya me muero", pidió a los religiosos rezasen por él las típicas oraciones de la Orden por sus difuntos y expiró suavemente, al tiempo que se vio una luz sobrenatural sobre él, y un olor suavísimo emanó de su cuerpo. 9 de octubre de 1581. Varios días duraron los funerales, durante los cuales el pueblo acudió en masa para venerarle y llevarse, como no, reliquias de su hábito o tocar objetos a su cuerpo. Llegó la histeria a tanto que al ir a enterrarle, fue necesario apartar con antorchas a la multitud que le arrancaba el hábito. Y aún así algunos prefirieron les quemaran las manos, quedando el cuerpo casi desnudo. Esa noche cuatro religiosos bajaron a la cripta y le vistieron decentemente, hallándole flexible y emanando un leve resplandor.

En 1582 se exhumó el cuerpo y fue hallado incorrupto, fue sepultado de nuevo y junto a él se pusieron los huesos de sus padres, enterrados en la iglesia de San Juan del Mercado. En esta ocasión Felipe II se procuró un escapulario hecho con el escapulario del santo fraile, para protección de su hijo mayor. En 1585 se inició el proceso de canonización, impulsado por el arzobispo Ribera. El papa Pablo V le beatificó el 19 de julio de 1608, y el 18 de noviembre del mismo año la Ciudad de Valencia le nombró patrono de la misma. Alejandro VII le nombró santo patrono del Nuevo Reino de Granada. Clemente X le canonizó el 12 de abril de 1671. Su cuerpo fue profanado y desapareció durante la persecusión religiosa en España luego de 1936, aunque algunas reliquias se conservan en la catedral valenciana. 

En Cuba se le considera protector de los niños, especialmente contra "el mal de ojos", siendo costumbre que su oración sea puesta bajo las sábanas de los infantes.


Fuentes:
-"Santos, Bienaventurados, Venerables de la Orden de los Predicadores". Volumen Primero. FR. PAULINO ALVAREZ. O.P. Almería, 1919.
-"Sacro Diario Dominicano". FR. FRANCISCO VIDAL. O.P. Valencia, 1747.
-"Compendio histórico de las vidas de los Santos canonizados y beatificados del Sagrado Orden de Predicadores". FR. MANUEL AMADO. O.P. Madrid, 1829.


A 9 de octubre además se celebra a 
Santa Publia, abadesa
Santos Andrónico y Anastasia, esposos y monjes.

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