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jueves, 23 de agosto de 2018

"esta Sangre será una prenda de tu salvación"

San Diego de Mevania, confesor, dominico. 23 de agosto.


Fue hijo de padres virtuosos y nobles. Según el "Sacro Diario Dominicano", el día de su nacimiento aparecieron en el cielo tres soles y tres lunas (a veces aparecen como sus atributos), puesto que ese mismo día nacieron nuestro santo, San Ambrosio de Siena (20 de marzo) y Santo Tomás de Aquino (7 de marzo y 28 de enero, Traslación de las reliquias); a la par de esto, un niño desconocido y de gran belleza iba por las calles clamando "a la escuela, a la escuela, que han nacido tres maestros". Recibió una buena educación y mejores ejemplos de piedad. 

Muy joven entró a la Orden Dominica, creciendo en virtudes humanas y divinas. A los 25 años, por su gracia oratoria y santidad de vida, le encomendaron el ministerio de la predicación pública. En este, destacó por una palabra encendida, pero misericordiosa, implacable con el pecado y reconciliadora con el pecador. Predicó constantemente contra la herejía nicolaíta, convirtiendo Ottonello, principal líder italiano de la secta. No hay que confundir el nicolaísmo medieval con el que se menciona en Apocalipsis 2. 6, 15. La herejía que combatió nuestro santo, tomó su nombre de su fundador, Nicolás de Wlasenic, que decía ser portador de una revelación, negándose a aceptar la autoridad de la Iglesia, mientras imponía la autoridad de su doctrina.

Fue un hombre penitente, practicó escrupulosamente la enseñanza de Santo Domingo de Guzmán (8 de agosto; 24 de mayo, traslación de las reliquias; 15 de septiembre "in Soriano"), sobre los 9 modos de orar. Se azotaba diariamente, usaba cilicio y comía lo mismo que los más pobres. Fue tentado constantemente en la obediencia y en la pureza, pero siempre salió adelante por la gracia divina, que correspondía a sus esfuerzos ascéticos. Vivió una perturbadora ansiedad sobre su salvación, que lo llevó a temer que sus virtudes, fama y milagros no fueran sino ardides del diablo para llevarlo a la soberbia. Se examinaba a sí mismo en cada palabra o acto, teniendo fuertes escrúpulos que llegaron a enfermarlo. De todo esto sanó gracias a una intervención de Jesús: Estando penando su paranoia ante un crucifijo, este le roció empapándolo con sangre del costado del Cristo, mientras una voz le dijo: "esta sangre será una prenda de tu salvación". Y nunca más desesperó. Este baño de sangre es su principal atributo iconográfico, lo que ha dado pie a representaciones artísticas de lo más "gore".

En el momento de su muerte, 15 de agosto de 1301, se le aparecieron la Virgen del Rosario (7 de octubre), Santo DomingoSan Jorge (23 de abril), que le acompañaron al cielo. Luego de morir, los frailes que rezaban por su alma oyeron una vez que decía: "No pidáis a Dios por él, pedid que interceda a Dios por vosotros". Fue sepultado en su convento de Mevania, donde comenzaron los milagros y la devoción, con tal fama de santidad que Bonifacio IX concedió se hicieran peregrinaciones públicas. 

En el siglo XVII, 300 años después de su muerte, al hallarse el cuerpo incorrupto, llegó la beatificación por Clemente X, que autorizó el culto, con oficio propio, a toda la Orden. Hay que decir que solo consta como beato, aunque, al igual que muchos santos de órdenes religiosas sean llamados santos. Su festividad era el 23 de agosto, pero al pasar Santa Rosa a este día, lo suprimieron. En ocasiones lo hallamos nombrado como Diego, o Jacobo, Santiago o Jaime.


Fuentes:
-"Sacro Diario Dominicano". FR. FRANCISCO VIDAL. O.P. Valencia, 1747.
-"Compendio histórico de las vidas de los Santos canonizados y beatificados del Sagrado Orden de Predicadores". Fr. Manuel Amado. O.P. Madrid, 1829.

A 23 de agosto además se celebra a:


San Cedon de Aix,
obispo
.
Ss Claudio, Asterio
y Neón, mártires
.
Santa Ebba,
abadesa
.








jueves, 24 de mayo de 2018

La Traslación de Santo Domingo de Guzmán.

La Traslación de Santo Domingo de Guzmán. 24 de mayo.

La Orden de Predicadores celebra a día de hoy la fiesta de la traslación de su Padre fundador, Santo Domingo de Guzmán (8 de agosto; 24 de mayo, traslación de las reliquias; 15 de septiembre "in Soriano").

El santo falleció en Bolonia el 6 de agosto de 1221, en medio de fervores y señales maravillosas. Sus funerales fueron concurridísimos, aunque los frailes habían pensado enterrarlo en intimidad y luego de unos funerales sentidos, pero pobres. Sin embargo, no fue así, pues el célebre cardenal Hugolino que se hallaba de paso por la ciudad, quiso se celebraran unos funerales como aquel bendito padre merecía. Nobles, clero y mucho pueblo velaron al santo, se encomendaron a él, y finalmente le sepultaron no lejos de la iglesia de los dominicos, en una sencilla sepultura, a la cual se le colocó una pesada losa encima. El mismo día del entierro a la vera del sepulcro del santo se produjo la sanación de un endemoniado. Este milagro sería el primero de muchos que ocurrirían, aumentando la fama de santo de la cual ya gozaba Domingo en vida. Ahora se confirmaba no más. Por ello, los religiosos y la misma iglesia, urgían su canonización, que todos tenían por cierta.

Doce años después de la muerte del santo, su sepultura aparecía descuidada a pesar de la devoción popular. Supo de ello el papa Gregorio IX y sabiendo que el pueblo quería la canonización de Domingo, mandó se trasladase su cuerpo a un sitio más honroso en alguna iglesia. Para ello envió como legado al arzobispo de Rávena.

En la Pascua de 1233 celebraron los dominicos Capítulo General en Bolonia, y durante el mismo se acordó hacer la traslación como coronamiento de la magna reunión. El Beato Jordán de Sajonia (13 de febrero), General de la Orden, autorizó el traslado, que se fijó para el Lunes de Pentecostés, 24 de mayo del mismo 1233. El día señalado, los frailes y los arzobispos de Rávena, Bolonia, Módena y Brescia se fueron al sepulcro y levantando acta de todo, abrieron la losa. Inmediatamente un olor suavísimo salió de la sepultura, siendo las reliquias del santo la causa. Aquel olor producía honda emoción en los asistentes, y quedó impregnado en las manos y ropas de todos los que tocaron las reliquias.


Cráneo de Santo Domingo.
El cuerpo del santo fue puesto en una bella arca, y la cabeza depositada en un cojín que portó el Beato Jordán en la procesión hasta la iglesia de San Nicolás, donde se veneraron expuestos hasta el 9 de junio, día en que se sepultó nuevamente en una capilla lateral de la iglesia, que pasaría a llamarse "de Santo Domingo", posteriormente a su canonización, en 1234 por el mencionado Gregorio IX. En 1267 las reliquias se depositaron en una bella arca que con el paso del tiempo ha ido embelleciéndose. En 1943 se trasladaron temporalmente para protegerlas de los bombardeos de la II Guerra Mundial. En ese momento se hizo la fotografía lateral.


Fuente:
-"Vida del glorioso Padre y Patriarca Santo Domingo de Guzmán". BEATO FRANCISCO DE POSADAS. Madrid, 1746.


A 24 de mayo además se celebra a:


Santa Afra de Brescia, mártir.
San Vicente, monje.
N. S. María Auxiliadora.
San Juan Estilita.













Y además podéis leer:

De la Invención y Traslación de reliquias en la Iglesia.
La Invención de las reliquias de San Esteban.
La Invención de Santiago Apóstol.
La Traslación de Santiago Apóstol.
La Traslación de San Gregorio Nacianceno.
La Traslación de San Phantalo.
La Traslación de los Reyes Magos.
La Traslación de Santa Juana de Lestonnac.
La Traslación de Santo Tomás de Aquino.
La Traslación de San Mateo Evangelista.
La Traslación de San Juan de Mata.
La Traslación de Santa Isabel de Hungría.

sábado, 1 de abril de 2017

"Me esconderé en las llagas de Cristo"

Los Estigmas de Santa Catalina de Siena, virgen dominica. 1 de abril.

Santa Catalina de Siena, una de las místicas más importantes de la Iglesia, nació en Siena el 25 de marzo de 1347 y falleció el 29 de abril de 1380 en Roma. Llevó una intensa vida cristiana, marcada por su caridad, los dones místicos y su servicio a la Iglesia, que desempeñó como profeta para un mundo y una jerarquía eclesiástica alejados de Dios, enfrentados, y necesitados de apasionarse por Cristo. El 1 de abril de 1375 Catalina se encuentra en Pisa, comisionada por el papa Gregorio para evitar que los pisanos se unan a la liga contra él mismo. Allí, estando en la iglesia de Santa Cristina (hoy es llamada "del Crucifijo", precisamente por el hecho en cuestión) ocurrió el fenómeno de la estigmatización. El primero en narrar el hecho fue el confesor de la santa, el Beato Raimundo de Capua (5 de octubre), que escribió la biografía de Catalina, y a quien doy la palabra:
"A continuación voy a referir algo que ocurrió (…) en la ciudad de Pisa, y esto en mi presencia. Cuando Catalina fue a este lugar, la acompañaron varias personas, yo entre alias. Ella recibió hospitalidad en la casa de un vecino del mismo, situada cerca de la iglesita de Santa Cristina. Un domingo celebra yo allí la santa misa y le di la sagrada oomunión. Catalina perrnaneció durante mucho tiempo en éxtasis, según solía; nosotros esperamos hasta que hubo recobrado el conocimiento con el fin de recibir de alto algún consuelo espiritual. De pronto vimos que su cuerpo que estaba postrado en el suelo, se elevaba un poco, se arrodillaba y extendía las manos y los brazos. Tenía el rostro encendido y permaneció mucho tiempo inmóvil y con los ojos cerrados. Luego, como si hubiese recibido una herida mortal, vimos que caía al suelo y adoptaba la postura que tenía antes, permaneciendo así hasta que recobró el uso de los sentidos.

Entonces me Ilarnó y me dijo en voz baja: -'Padre, le anuncio que por Ia merced de Nuestro Señor, yo llevaré en mi cuerpo sus sagrados estigmas'. Yo le contesté que sospechaba algo extraordinario después de haber visto lo que había ocurrido durante su éxtasis, y le pregunte qua le había hecho Nuestro Senor. 'Vi' – me contestó ella – 'a nuestro Salvador crucificado que descendía sobre mí envuelto en una gran luz; el esfuerzo que hizo mi espíritu para ir a su encuentro fue lo que hizo que mi cuerpo se levantase del suelo. Luego, procedentes de las cinco aberturas de las heridas de Nuestro Señor vi que se dirigían hacia mí otros tantos rayos color de sangre, los cuales avanzaron hacia mis pies, mis manos y mi corazón. Yo comprendí el misterio y exclamé: ¡Ah, Señor, mi Dios, te ruego que estas cicatrices no aparezcan exteriormente en mi cuerpo! Mientras yo estaba hablando, los rayos sangrientos se hicieron brillantes, adquiriendo el aspecto de luz, Ilegando en esa forma hasta las mencionadas partes de mi cuerpo'.

Crucifijo que imprimió las llagas
a la Santa.
Entonces yo le pregunté: -'Y uno de esos rayos de luz uno llegó hasta su costado derecho?'. Ella me contestó: -'No; hasta el izquierdo y directamente encima de mi corazón. La forma luminosa que emanaba del costado derecho del Señor no llegó hasta mi de una manera oblicua sino directamente'. '¿Siente usted' – interrogué de nuevo – 'un dolor agudo en cada uno de esos lugares?'. Ella me contestó lanzando un profundo suspiro: 'Siento en esos lugares y sobre todo en el corazón dolores tan violentos, que me parece no podría vivir en este estado a no ser por un nuevo milagro del Señor'. Estas palabras me llenaron de angustia y traté de ver si exteriormente se notaban en ella signos de estos dolores. Cuando Catalina hubo terminado de hacerme las confidencias anteriormente consignadas, salimos de la capilla con el fin de dirigimos a la casa donde ella habitaba. Apenas llegamos se retiró a su habitación donde ella cayó sin sentido. Todos nos reunimos a su alrededor y viéndola en tal estado lloramos por miedo de perder a una persona a quien tanto amábamos en el Señor. Nosotros habíamos presenciado con frecuencia los éxtasis que la privaban del uso de los sentidos y que también pesaban sobre su cuerpo, pero jamás la habíamos visto sometida a una suspensión tan completa de sus fuerzas vitales".

Así, los estigmas eran solo visibles para Santa Catalina mientras vivió, pero el día de su muerte, al fallecer, se hicieron visibles para todos, queriendo así el Señor demostrar la gracia que había hecho a su amada. Más de 200 años tuvieron que pasar, luego incluso de la canonización de la santa en 1461, para que sus Estigmas fueran considerados verdaderos por la Iglesia. Esta lo habría hecho antes de no ser por la pugna que los franciscanos entablaron contra todo aquel que osara representar o enseñar que otro santo era estigmatizado aparte de San Francisco de Asís (4 de octubre, 25 de mayo, traslación de las reliquias, 17 de septiembre, estigmatización), al que aún hoy muchos creen como primer estigmatizado de la historia, cuando tenemos al Beato Roberto de Abrissel (24 y 25 de febrero), que lo fue un siglo antes que el Seráfico Padre. Santa Catalina de Siena y la mística carmelita Santa María Magdalena de Pazzi (25 de mayo), padecieron esta persecución Así fue que hasta 1623 Urbano VIII definitivamente zanjó el tema aprobando la veneración de las imágenes de la santa de Siena con estigmas, aprobando el hecho como verdadero y milagroso. La Orden Dominicana comenzó a celebrar la Fiesta de los Estigmas de Santa Catalina por estas mismas fechas cada 1 de abril. Y lo hizo hasta la reforma litúrgica del postconcilio.

Y para terminar, que cierre la misma Santa Catalina de Siena: "Yo confieso a mi Criador que mi vida estuvo siempre en tinieblas; pero me esconderé en las llagas de Cristo crucificado, y en su preciosa Sangre lavaré mis iniquidades, y con santo deseo me gozaré en mi Crador".


Fuentes:
-"Leyenda Mayor. Vida de Santa Catalina de Siena". RAIMUNDO DE CAPUA. Fundación Miguel de Cervantes. 2015.
-"Diálogos". SANTA CATALINA DE SIENA. Madrid, 1797.


A 1 de abril además se celebra a
Santa Genoveva de Brabante, eremita.
Santa Teodora de Xalapa, virgen y mártir.
San Hugo de Grenoble, obispo.

sábado, 28 de enero de 2017

La Traslación de Santo Tomás de Aquino.

La Traslación de Santo Tomás de Aquino. 28 de enero.

Trozo del cráneo del santo.
A 28 de enero celebra toda la Iglesia la fiesta de uno de sus más eximios doctores: Tomás de Aquino, dominico. Pero pocos saben que en origen este día se celebraba la Traslación de sus reliquias, pues su memoria litúrgica era a 7 de marzo, día de su tránsito al cielo. Con la reforma litúrgica de 1969, la memoria del santo se quitó de su día para aliviar la Cuaresma (un criterio muy discutible, pues la consideración de los santos no quita nada a la contemplación de los Misterios de Cristo. Todo es un mismo misterio salvífico). Así, la memoria de Santo Tomás pasó al día 28 de enero, relegando la memoria de la Traslación, que hoy traigo:

Muerte, funerales y trasiego de reliquias.
Santo Tomás murió en la abadía cisterciense de Fossanova, a las primeras horas del día 7 de marzo de 1274, teniendo entre 47 y 50 años de edad. Los días previos a su muerte, según los procesos de canonización, se vio una luz permanente sobre el monasterio, que expiró al mismo tiempo que el santo. También nos dicen que un monje vio subir al cielo su alma en forma de estrella, como se lee de San Sadoc (2 de junio), Santa Beatriz de Silva (18 de agosto), Santa Eusebia (23 de enero) y otros santos. Los monjes del Císter, teniendo presentes a que gran personaje tenían entre ellos, hicieron honras fúnebres solemnísimas, hasta donde llegaba la austeridad del Císter. Estuvieron presentes en los funerales parientes y amigos del santo, dignatarios de la Iglesia y del mundo y mucho pueblo llano, que fue el más favorecido con los milagros que ocurrieron. Entre ellos la curación de ceguera de Juan, un fraile dominico que tocó los ojos de Tomás y luego los suyos, quedando sano. Y muchos otros se cuentan, según tocaban el cuerpo del santo o se llevaban parte de sus hábitos o pelos.

Finalmente fue sepultado el santo en la abadía. Los prodigios no cesaron y los devotos acudían en masa a la sepultura de Santo Tomás. El constante celo de los dominicos por poseer las reliquias de su santo doctor, movieron a que Santiago de Florencia, abad de Fossannova, temiendo que los señores de Aquino les quitaran las reliquias de Tomás, trasladara en secreto las reliquias desde la iglesia a la primera capilla del claustro, la de San Esteban, dentro del recinto monástico. Pero poco después, temiendo haber ofendido a Dios y viendo que el pueblo seguía teniendo devoción por la tumba vacía de la iglesia, a los seis meses decidió trasladar el cuerpo de nuevo a la Iglesia, a su primer sepulcro. Guillermo de Tocco dice que fue el mismo Tomás de Aquino quien aparecería al abad para regañarle y obligarle a restituir sus reliquias a su lugar de origen. Además, añade que al abrir el sepulcro se expandió un olor suavísimo por todo el monasterio, que despertó a los monjes y les hizo buscarlo, hallando al abad y a algunos monjes en el acto de la traslación. Comprobaron todos la flexibilidad del cuerpo, lo veneraron y lo que iba a ser una traslación oculta, fue un acto litúrgico de los monjes. Cantaron la misa de confesores, pues en opinión de santo le tenían.

Muchos milagros se narra que ocurrieron, que por brevedad no narraré. Aquí. Ciegos, tullidos, mudos, paralíticos hallaron la curación al venerar las reliquias del santo. Ya fuera a su vera, o de lejos, venerando reliquias extraídas durante los funerales o la primera traslación, como tierra del sepulcro. Por ello, en 1282, el abad Pedro Dumont de San Juan hizo un reconocimiento de las reliquias, hallándose el cuerpo incorrupto del santo y comprobándose el mismo olor. En 1289 volvió a abrir el sepulcro el mismo abad, verificándose la incorrupción. En esta ocasión le fue cortada la mano derecha, a petición de Teodora, hermana del santo, que la colocó en un bello relicario en la capilla de su palacio. Luego de su muerte esta mano iría a los dominicos de Salerno. Se dice que un canónigo al enseñársele tal mano, no hizo aprecio de ella, considerando que Tomás había sido "solo un buen hombre, pero no tan santo". Enseguida se le hinchó la cabeza y le acometió un terrible dolor, y no sanó sino cuando se arrepintió de sus palabras.

Un santo hervido.
El papa Beato Inocencio V (22 de junio), dominico, expidió un Breve para que el cuerpo de Tomás de Aquino fuera entregado a los dominicos. Entonces los cistercienses exhumaron el cuerpo y le cortaron la cabeza, para al menos luchar por quedarse con ella (luego la esconderían en el palacio condal de Piperno). Pero este Breve no se hizo efectivo. En 1303 subió al trono de San Pedro el también dominico Beato Benedicto XI (7 de julio). Los cistercienses de Fossanova, temiendo que este papa sí que les quitara las reliquias del santo, en 1304 sacaron el cuerpo incorrupto de la tumba y para poder esconderlo mejor entre sus reliquias, hirvieron el cuerpo, cociéndolo y separando los huesos de la carne y la piel. Colocaron el pellejo y la carne cocida en una caja y sobre aquella los huesos limpios. Podría parecer algo salvaje, pero no fue el único caso: el cuerpo de San Luis de Francia (25 de agosto) igualmente fue sometido a este proceso en Túnez para poder llevar sus huesos a Francia. En el siglo XIV este método se prohibió por ser un proceso irrespetuoso con los cuerpos de los difuntos.

Canonización, peleas y autoridad papal.
Sin embargo, no hubo cambios, pues las reliquias continuaron en Fossanova. En 1318, a los 45 años de la muerte del Doctor Angélico se inició su proceso de canonización. Prelados y reyes pidieron la canonización de Tomás de Aquino y luego de un proceso breve, pues nadie dudaba de la santidad de Tomás y menos aún de su preclara doctrina, el siervo de Dios fue canonizado el 17 de julio de 1323 por el papa Juan XXII. Pero no volvió a tocarse el tema del traslado de las reliquias hasta 26 años más tarde, cuando los dominicos las volvieron a reclamar con firmeza. Los monjes de Fossanova las entregaron al Conde de Fondy, temiendo las sacaran del monasterio por orden del rey de Sicilia, que las quería para sí y para contentar a los dominicos de su territorio, sus protegidos. 

Pero el rey de Nápoles aprovechó la ocasión para pedir las reliquias, ya que ese reino había sido la patria de Tomás de Aquino, y siendo el mismo rey pariente lejano de la familia Aquino. El abad de Fossanova, viendo que la traslación oculta que había hecho ya no era tan oculta, reclamó las reliquias al Conde de Fondy, que juzgando tenía en sus manos un tesoro que podía usar con diplomacia y sacar beneficio, se negó a devolverlas. Pero he aquí que un día en que se hallaba de caza su caballo lo lanzó al suelo y le hirió de muerte. Prometió la condesa, su hermana, que devolvería las reliquias si Santo Tomás sanaba a su hermano. Y ocurrió la curación, con lo cual las reliquias volvieron a Fossanova, siendo encerradas en una torre, sin que casi nadie lo supiera.

Sin embargo, el Conde, poco tiempo después, al menos antes de 1368, al parecer presionado por los dominicos, tomó posesión por la fuerza de las reliquias, entregándolas secretamente a estos. El 15 de febrero de dicho año, los dominicos hicieron público que finalmente poseían las reliquias de Santo Tomás de Aquino. Los monjes de Fossanova se sintieron traicionados, se quejaron al papa Beato Urbano V (19 de diciembre) de que los dominicos les habían robado las reliquias. El papa, benedictino por más señas, sentenció a favor de los cistercienses, llamando sacrílegos a los dominicos. El Maestro General de la Orden dominica, Elias Raimundo de Tolosa movió sus hilos y algunos nobles y cardenales intercedieron por su causa ante el papa, que no oía razones y llegó a amenazar con la excomunión a dicho General. El cardenal Rogero de Beaufort, que sería el futuro Gregorio XI, llevó el caso y dictaminó que las reliquias volvieran a Fossanova. Pero el General, en una audaz maniobra, logró una entrevista con Urbano V, que le recibió y aceptó su homenaje y obediencia. Oídas las razones del dominico, el papa le preguntó por sorpresa "¿Dónde quiere Vtra. Reverencia estén las reliquias del santo?" A lo que el dominico respondió "Donde Vtra. Santidad quiera", quedando el papa agradecido de aquellas palabras. 

El jueves de Corpus el papa celebró la solemnidad en Viterbo y luego concedió una audiencia al Maestro General, que le suplicó: "Santísimo Padre, por una orden expresa del Papa Urbano IV, uno de vuestros predecesores, compuso Santo Tomás de Aquino el Oficio y la Misa del Santísimo Sacramento que usa hoy toda la Iglesia; pues a vuestra Santidad lleva el mismo nombre, y que está revestido de la misma autoridad, le suplico muy humildemente en nombre de toda mi Orden, que tenga la bondad de concedernos las reliquias de este Santo Doctor, en agradecimiento de los grandes servicios que esta ha hecho a la Iglesia, cuya cabeza es vuestra Santidad". Urbano V hizo silencio, llamó en secreto a los cardenales que le acompañaban y dijo al General dominico: "Con autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo, y con la nuestra, Nos, concedemos para siempre a vos y a vuestra Orden el cuerpo de Santo Tomás". Y además, mandó que el General las llevara a París o Tolosa, considerando que el santo había sido apóstol de Francia y que Italia ya tenía las reliquias de Santo Domingo. Y aún más, la cabeza debía acompañar el cuerpo adonde este fuese llevado.

Tumba del santo en Tolosa.
El abad de Lordat fue comisionado por el papa para arreglar el asunto con el abad de Fossanova, el cual mandó traer la cabeza desde Piperno, donde se hallaba en un bello relicario. Con ella partió hacia Fondy, donde se hallaba la caja con los huesos, llevada por los dominicos. Pusto todo junto, las reliquias partieron procesionalmente. El 3 de agosto fueron veneradas en Montefalco, donde el día 4 fueron entregadas al General de la Orden dominica. En esta ciudad permanecieron todo el verano y fueron veneradas por todos. Entretanto el abad de Fossanova no dejaba de insistir que al menos le dejasen la cabeza, pero el papa ya había determinado y ni quiso reconsiderarlo. Aún más, para zanjar definitivamente y que no hubiera más intromisiones, ordenó que fueran trasladadas a Tolosa, permitiendo se separase el brazo sin mano para que fuera llevado al convento de París, donde había vivido el santo. Para hacerlo efectivo expidió la Bula "Copiosus in misericordia", el 22 de junio de 1368.

La traslación.
Las reliquias se llevaron a Francia con discreción, con el sello papal en el arca y siendo esta vigilada de cerca por el General dominico y el obispo de Albano. A finales de noviembre 1368 llegaron a Prouille, donde estuvieron un mes hasta que Tolosa lo preparaba todo para la recepción de tales reliquias. Ya en Prouille se hizo pública la traslación y la presencia de las reliquias tan cerca. Fueron mareas de gente a venerarlas, arrancando del santo numerosos milagros, todos documentados. El 28 de enero de 1369 se puso el relicario en la capilla del convento extramuros de Tolosa, con gran solemnidad y alegría. En la procesión portaron el relicario el Duque de Anjou y los obispos de Tolosa y Narbona. En 1628 las reliquias se pasaron a una hermosa urna de plata dorada, trasladándola a la iglesia, actualmente se venera bajo la mesa del altar. Lo que queda del cráneo puede venerarse en un relicario dispuesto en un altar junto a otras reliquias. Se enviaron a otros conventos otras reliquias del santo, siempre con expresa autoridad papal, pero no forman parte de esta Traslación.

Fuente:
-"Vida histórica de S. Tomás de Aquino". P. ANTONIO TOURON. OP. 

A 28 de enero además se celebra a 
San Carlomagno, emperador
San Juan de Réôme, fundador y abad.


Y además
De la Invención y Traslación de reliquias en la Iglesia.
La Invención de las reliquias de San Esteban.
La Invención de Santiago Apóstol.
La Traslación de Santiago Apóstol. 
La Traslación de San Gregorio Nacianceno.
La Traslación de San Juan de Mata.
La Traslación de San Phantalo
La Traslación de los Reyes Magos.
La Traslación de Santa Juana de Lestonnac.
La Traslación de San Mateo Evangelista.
La Traslación de Santa Isabel de Hungría.
La Traslación de Santo Domingo de Guzmán.
La Traslación de San Juan de la Cruz.

domingo, 9 de octubre de 2016

San Luis Bertrán, protector de los desvalidos.

San Luis Bertrán, presbítero dominico. 9 de octubre.


Pila bautismal de los santos.
La tradición dice que los ahí bautizados
no morirán por accidente.
Infancia y juventud.
Nació en Valencia el 1 de enero de 1576, en una casa junto a la iglesia de San Esteban, en la que fue bautizado a los pocos días, y en la misma pila bautismal en la que lo fue San Vicente Ferrer (5 de abril y segundo Lunes de Pascua), pariente suyo por parte de madre. Cuando pequeño y lloraba, solo tenía consuelo cuando le llevaban a las iglesias y veía las imágenes y sobre todo a Nuestra Señora. A los 15 años eligió por confesor a Fray Ambrosio de Jesús, un religioso mínimo, que le encaminó en la oración, la penitencia sin descuidar el estudio. Sobre esta edad recibió la primera comunión. A los 16 años se escapó de su casa para peregrinar a Santiago, pero su familia le alcanzó en Bunyol, obligándole a regresar. Su padre le permitió ser clérigo, y Luis se dedicó a servir en el Hospital de la Ciudad, sirviendo a los pobres día y noche. Para poder comulgar frecuentemente ideó la estratagema de ir a diferentes iglesias y así comulgar sin llamar la atención por la frecuencia. Pero su confesor le regañó por actuar con doblez y no lo hizo más.

Religioso dominico.
A los 17 años determinó tomar el hábito dominico, pero sus padres se opusieron por su débil salud. Entristeció el joven que, de vez en cuando, se escondía en una capilla del claustro para ver a los religiosos, oír sus cantos y en ocasiones escuchar las pláticas del maestro de novicios. Finalmente, viendo sus padres la melancolía de Luis, le dieron su bendición para ser fraile. Tomó el hábito el 26 de agosto de 1544, pero aún así tuvo que defender su vocación dominica ante su padre, que le quería pasar a la Orden Jerónima, mucho menos austera. Luego ocurrió que el demonio tentó a un seglar prominente que soltó un chismorreo acerca de Luis, por lo que el prior determinó quitarle el hábito y mandarlo a su casa, pero Luis clamó al cielo y el mentiroso se desdijo y Luis pudo profesar el 27 de agosto de 1545.

Fue ejemplar religioso, muy penitente, austerísimo aún en el trato y las conversaciones, pues jamás dijo alguna palabra para provocar risa o gracia. Se disciplinaba siempre que le permitían, y tanto que la sangre salpicaba las paredes, y llevaba varios cilicios. Siempre llevaba los ojos bajos, las manos recogidas y el pensamiento puesto en Dios, quiso dejar el estudio y ser solo un Hermano Lego porque decía que el estudio le distraía de la contemplación, pero no se lo permitieron y con los años confesó que eso era tentación del demonio. E hizo bien, porque fue un docto religioso, muy versado en la Escritura y la doctrina de Santo Tomás de Aquino (7 de marzo y 28 de enero, traslación de las reliquias). Fue ordenado presbítero en 1547 por Santo Tomás de Villanueva (22 de septiembre y 10 de octubre) y fue destinado al convento de Santa Cruz de Lombay. Allí tuvo una revelación de que su padre moría, y partió a Valencia antes que llegara el mensajero con la noticia y ayudó a bien morir a su padre. Sufrió purgatorio muy doloroso, según supo Luis por gracia de Dios, viendo los tormentos que padecía: era arrojado de una torre, le molían los huesos, le apuñalaban, etc., así durante ocho años durante los cuales el santo ofreció la misa, se disciplinó duramente hasta que le vio subir a la gloria.

Maestro de novicios.
En 1549, con 23 años de edad fue nombrado Maestro de novicios, oficio que ejerció con gran ejemplo para sus religiosos, aunque conocida es su severidad y aspereza para con los nuevos religiosos. Pero si les disciplinaba, luego lo hacía él el doble. Conocido es que aunque les animaba a perseverar, al mismo tiempo les quitaba el hábito a la primera que no mostraban juicio u observancia religiosa. Siempre que echaba a uno preguntaba a los demás quien quería volver al mundo. Con solo mirarles, atinaba si tenían devoción o la fingían, y les echaba. No soportaba a los mentirosos, los holgazanes o los escrupulosos, a todos les echaba. Quería novicios y religiosos santos y sabios, por lo que insistía en la claridad de mente, la inteligencia y la perseverancia en el estudio para ser un buen hijo de Santo Domingo; eso para los que serían presbíteros, a la par que a los novicios que iban para Legos, les daba algún libro piadoso o las Constituciones de la Orden, diciendo que con eso les bastaba, para preservarles su sencillez y simpleza. Quiso estudiar en el célebre convento salmantino de San Esteban de los dominicos, para tener título universitario, pero su prior, Fray Micón le hizo desestimar aquello como algo no necesario para formar novicios. Insistió, pero un fraile de la Orden le dijo no era la voluntad de Dios, sino que se complacía en que formase a los novicios.

En 1557 se destacó como predicador y auxilio de los pobres durante una epidemia en Valencia. Se prodigó socorriendo, enterrando difuntos, repartiendo pan y limosnas, predicando y celebrando devociones y haciendo penitencia pública. En su mismo convento murieron 22 frailes, entre ellos el prior, Fray Miguel de Santo Domingo, que no se había reservado en los actos de caridad. Dios le reveló a Luis que había entrado en el cielo por su gran caridad. A una mujer cuyo hijo le pidió el demonio en forma de fraile para "hacerle santo", Luis le contó la verdad: era un diablo que le quería arrebatar a su hijo. En 1560, terminada la peste, atracó en Valencia una flota de moros para tratar el rescate de los cautivos cristianos que poseían. San Luis dijo a sus novicios: "¿Cómo se puede sufrir que los enemigos de Jesucristo, se paseen por esta ciudad, y se gloríen de pasar entre cristianos? A nosotros toca, hermanos, terminar este negocio. Arrodillémonos todos y vueltos hacía la mar digamos con devoción contra los moros el salmo que compuso el santo rey David contra los enemigos del pueblo de Dios". Y una vez que se hizo el cambio, y los moros emprendieron viaje una tormenta los echó a fondo.

Ese mismo año al parecer recibe una carta de la Madre Santa Teresa de Jesús (15 de octubre y 26 de agosto, la Trasverberación) en la que, la santa le consulta su intención de fundar un convento más austero y sencillo, donde servir a Dios. Y digo “al parecer”, porque dicha carta no se conserva, pero sí que se conoce la respuesta que habría dirigido a la Santa: "Madre Teresa, recibí vuestra carta, y porque el negocio sobre que pedís mi parecer, es tan en servicio del Señor, he querido primero encomendárselo en mis pobres oraciones y sacrificios, y esto ha sido la causa de haber tardado en responderos. Ahora os digo en nombre del mismo Señor, que os animéis para tan grande empresa, que Él os ayudará y favorecerá: y de su parte os certifico que no pasarán cincuenta años que vuestra Religión no sea una de las más ilustres en la Iglesia de Dios". Personalmente tengo dudas sobre su autenticidad, sobre todo porque en 1560, la Santa Madre no pensaba ni por asomo ni reformar la Orden del Carmen, ni mucho menos fundar una Orden nueva.


San Luis bautiza a un indito.
Apóstol de Indias.
Pasaron por Valencia dos frailes, misioneros en Indias, y contaron a los religiosos la falta que hacían apóstoles de Cristo en Nueva Granada (la actual Colombia y Venezuela) y Luis enseguida supo que Dios le quería para ello, aunque fuera para morir comido por los infieles, como muchos creían que pasaba. El deseo de salvar almas creció en él con gran ímpetu, y el primer Sábado de Cuaresma de 1562 salió de Valencia con otros religiosos rumbo al Nuevo Mundo. Llegaron el 28 de septiembre del mismo año y apenas desembarcar, un indio corrió hacia él para que bautizase a su hijo que se moría y quería que se salvase. Habitó en el convento de San José que los dominicos habían fundado en Cartagena de Indias y desde allí misionó en Cipacoa, Sierra de Santa Marta, Tubara, Tuneara, Tenerife, Mompoix y Pelvato. Predicaba constantemente y tuvo Dios de lenguas, pues los indios le entendían en su propia lengua, obrando muchas conversiones. A pesar del clima, los trabajos, el hambre…, nunca abandonó sus penitencias, ayunos y horas de contemplación. Amansaba a las fieras que se cruzaba en la selva solo con hacer la señal de la cruz. Famosas fueron sus predicaciones de Cuaresma y Semana Santa en Cartagena, donde convertía, reconciliaba y denunciaba a los que maltrataban a los indios.

En Tubara convirtió a los indios y desterró a un demonio que les asustaba para que no se adhirieran a Cristo. Un indio polígamo que reprendió le lanzó una saeta, que cayó a los pies del santo como detenida por un escudo invisible. A otro que había sido sacerdote de los dioses, le libró del demonio y le ayudó a bien morir luego que la Virgen del Rosario le advirtiera del peligro al que estaba sometido el indio. Los indios, testigos de su éxtasis, le veneraban en vida y escuchaban hasta sus más sencillas palabras como si vinieran del cielo. Y es que a su ejemplo sumaba los portentos: atraer o alejar la lluvia, cruzar rezando el rosario él y sus compañeros el río Cinoga, que estaba crecido y salir ilesos. Se le vio predicando y a su lado asistiéndole aparecían San Ambrosio (4 y 5 de abril, muerte y entierro; 7 de diciembre, consagración episcopal) y Santo Tomás de Aquino. Otro día mientras se disciplinaba abrazó un árbol y al separarse dejó impresa la huella de una cruz, que convirtió a muchos. Por la conversión de los indios ofrecía la penitencia de quitarse la camisa por las noches, dejando que le picaran los mosquitos, a los que decía: "Hermanos mosquitos, ya habéis comido suficiente, dejad sitio a vuestros compañeros".

También tuvo enemigos, como aquel indio que le dio a beber un veneno y que el santo lo tragó sin sucederle nada, salvo que al cabo de cinco días vomitó algunas culebras pequeñas. También, por su protección a los indios, un español apuntó su arcabuz para dispararle y el cañón de este se transformó en un crucifijo. Y a su iconografía han pasado estos milagros.

De nuevo España.
Su pelea con los encomenderos y su defensa por los indios (en ocasiones se los sacaban de la iglesia para que fueran a trabajar) melló su firmeza y en 1569 regresó a España. Volvió a Valencia como un fraile más y de allí le destinaron en 1570 al convento de San Onofre como prior. En 1575 regresó a Valencia como prior, continuando dando ejemplo a los religiosos. En una ocasión, se fue a la celda que había sido de San Vicente Ferrer y ante su imagen se desahogó: "Padre San Vicente, me me han hecho prior de esta casa, habiendo en ella personas muy dignas. Yo renuncio el Priorato en vuestras manos. Sed vos el prior, mandad y regid a vuestro modo, que yo seré subprior y gobernaré según vuestras órdenes". Y quiso besar las plantas del santo, cuando la imagen de San Vicente se animó y doblándose, le abrazó.

Fue amigo del franciscano Beato Nicolás Factor (18 de agosto), el cual durante un éxtasis en público exclamó: "Yo no soy santo, pero Fray Luis Bertrán sí". Y aquí que ocurrió que a los pocos días, cuando Luis predicaba en la catedral de Valencia enseñó a los fieles que no todos los arrobamientos eran divinos, algunos entendieron que hablaba mal de Nicolás, juzgándole por falso místico. Ambos amigos pusieron rápidamente fin al malentendido. Se cuenta que el 29 de septiembre de 1579, al salir de maitines se le aparecieron los Santos Padres San Francisco (4 de octubre; 17 de septiembre, la Impresión de las Llagas, y 25 de mayo, traslación de las reliquias) y Santo Domingo (8 de agosto; 24 de mayo, traslación de las reliquias; 15 de septiembre "in Soriano"), que le bendijeron y le consolaron en sus pesares, enfermedades y tentaciones del demonio. Porque mucho le atacó el maligno, apareciéndosele en forma de perro que le impedía llegarse al agua bendita a persignarse.

En 1581 los achaques se le arreciaron, perdió visión, agudeza, oído, teniendo que suspender algunas predicaciones que ya tenía concertadas. A finales de verano tuvo que guardar cama, y le administraron el viático, estando presente el Arzobispo de Valencia, San Juan de Ribera (14 de enero). Profesó su fe católica, pidió el auxilio de la Virgen del Rosario y sus santos dominicos y franciscanos. Comulgó con ardor y luego tuvo una leve mejoría. Gustaba de las visitas de los demás religiosos, a los que pedía perdón y besaba las manos, a la par que impedía besaran las suyas, huyendo de reverencia alguna. Un religioso que pretendió tomarle las manos, le quitó las sábanas y vio que tenía bajo la espalda un ladrillo. Le preguntó que era aquello, estando tan mal de salud. "Hermano mío, ya se acerca la jornada y es menester mucho para ir al cielo. Mas, mire que le conjuro que no de parte de esto a persona del mundo", fue la respuesta.

San Juan de Ribera le llevó consigo a Godella, donde tenía una casa de descanso, y allí le servía de su mano, le complacía y entretenía. Volvió a Valencia cuando agravó y fue hospitalizado en el Hospital de los Clérigos, y luego a su convento, al ser previsible su muerte. El 6 de octubre reveló que moriría en cuatro días. El día 9 un franciscano que no alcanzó a conocerle, le vio por revelación siendo protegido por Santo Domingo, Santo Tomás de Aquino y San Pedro Mártir (6, 29 y 30, en Canarias, de abril, y 4 de junio, traslación de las reliquias). A las 10 de la mañana del 9 de octubre dijo al arzobispo: "Despídame, que ya me muero", pidió a los religiosos rezasen por él las típicas oraciones de la Orden por sus difuntos y expiró suavemente, al tiempo que se vio una luz sobrenatural sobre él, y un olor suavísimo emanó de su cuerpo. 9 de octubre de 1581. Varios días duraron los funerales, durante los cuales el pueblo acudió en masa para venerarle y llevarse, como no, reliquias de su hábito o tocar objetos a su cuerpo. Llegó la histeria a tanto que al ir a enterrarle, fue necesario apartar con antorchas a la multitud que le arrancaba el hábito. Y aún así algunos prefirieron les quemaran las manos, quedando el cuerpo casi desnudo. Esa noche cuatro religiosos bajaron a la cripta y le vistieron decentemente, hallándole flexible y emanando un leve resplandor.

En 1582 se exhumó el cuerpo y fue hallado incorrupto, fue sepultado de nuevo y junto a él se pusieron los huesos de sus padres, enterrados en la iglesia de San Juan del Mercado. En esta ocasión Felipe II se procuró un escapulario hecho con el escapulario del santo fraile, para protección de su hijo mayor. En 1585 se inició el proceso de canonización, impulsado por el arzobispo Ribera. El papa Pablo V le beatificó el 19 de julio de 1608, y el 18 de noviembre del mismo año la Ciudad de Valencia le nombró patrono de la misma. Alejandro VII le nombró santo patrono del Nuevo Reino de Granada. Clemente X le canonizó el 12 de abril de 1671. Su cuerpo fue profanado y desapareció durante la persecusión religiosa en España luego de 1936, aunque algunas reliquias se conservan en la catedral valenciana. 

En Cuba se le considera protector de los niños, especialmente contra "el mal de ojos", siendo costumbre que su oración sea puesta bajo las sábanas de los infantes.


Fuentes:
-"Santos, Bienaventurados, Venerables de la Orden de los Predicadores". Volumen Primero. FR. PAULINO ALVAREZ. O.P. Almería, 1919.
-"Sacro Diario Dominicano". FR. FRANCISCO VIDAL. O.P. Valencia, 1747.
-"Compendio histórico de las vidas de los Santos canonizados y beatificados del Sagrado Orden de Predicadores". FR. MANUEL AMADO. O.P. Madrid, 1829.


A 9 de octubre además se celebra a 
Santa Publia, abadesa
Santos Andrónico y Anastasia, esposos y monjes.

jueves, 18 de agosto de 2016

Santo y hermano de super Santo.

Beato Manés de Guzmán, presbítero dominico. 18 de agosto.

Fue Manés de la estirpe de los Guzmán y los Aza. Su padre fue Don Félix de Guzmán y su madre fue la Beata Juana de Aza (2 de agosto), y su hermano menor el gran Patriarca Santo Domingo (8 de agosto; 24 de mayo, traslación de las reliquias; 15 de septiembre "in Soriano"). Nació sobre 1166, en la casa familiar de Caleruega, Burgos. Como ya sabemos de Domingo, Manés y el otro hermano, Antonio, fueron educados en la piedad, las letras y desde pequeños sus padres se gloriaban de ofrecerlos al Señor. Y de hecho los tres fueron apóstoles de Cristo. Las investigaciones apuntan a que Manés fue monje cisterciense en el monasterio de San Pedro de Gumiel, vinculada con su familia, gran benefactora del recinto. Consta un acta de profesión fechada en 1188 a nombre de Fr. Manés de Caleruega. Las antiguas vidas de Santo Domingo tratan a Manés con sobriedad, pero coinciden en llamarle "hombre contemplativo y santo", "afable y humilde", etc.

Algunos quieren que apenas Domingo funda su obra apostólica de Frailes Predicadores, Manés abandonó el monasterio para engrosar las filas de los apóstoles dominicos. Pero en realidad, como quieren algunas leyendas, no se le ve en la predicación de Domingo en el Languedoc ni en la obra fundacional, con los primeros canónigos de Osma. Solo cuando la obra está consolidada, luego de 1216 entra en acción nuestro beato. Según el Beato Jordán de Sajonia (13 de febrero) en su obra "Orígenes de la Orden de Predicadores" le pone en la comunidad que Domingo envía a estudiar y fundar en Paris, Bolonia, España y en Roma. Fue en el año 1217, y Manés fue destinado a París. En el primer convento de París su labor fue la predicación, el culto y la atención a los estudiantes.

En 1219 Santo Domingo le envía a Madrid, como formador y capellán de las monjas que acaba de fundar en Madrid, y se entregó a ello con dedicación de apóstol de la vida contemplativa, pues en 1220 Domingo escribe a las monjas satisfecho por la labor de su hermano que “ha trabajado mucho por ellas”. Este trabajo le venía de perlas al otrora cisterciense: silencio, contemplación, trabajo callado con las almas, mística, culto y liturgia cuidados, etc. También la tradición le quiere como sostén de las monjas dominicas de San Esteban de Gormaz. En 1221 falleció Domingo, con gran dolor de Manés, que desde los inicios no cejó en promover el conocimiento de la santidad de su hermano y padre. En 1232, con la canonización de Domingo, Manés se empleó en la construcción de la primera iglesia dedicada al santo fundador. Y, claro, la erigió en Caleruega, casa natal de ambos. Una capilla sencilla, austera y piadosa, como le habría gustado al santo. Y profetizó que "si algún día él deseara otra más grande, ya se la construirán otros fieles devotos". Se elevó la iglesia en el lugar exacto del nacimiento del santo, que hoy es la cripta de la hermosa iglesia que veneran las monjas dominicas.

Juana de Aza,
Domingo y Manés.
No se conoce a ciencia cierta la fecha de fallecimiento de Fray Manés, pero sí que se conoce el sitio: su viejo monasterio de Gumiel. Allí partió, junto a las sepulturas de sus antepasados. De nuevo regresó a la vida oculta del monasterio cisterciense. No hay concierto sobre si vivió allí como fraile predicador por especial consideración a su linaje, su santidad y la de su hermano, o si retomó el hábito y las costumbres cistercienses. Fue sepultado junto a sus parientes, en la capilla familiar. Sus reliquias fueron trasladadas a Caleruega en 1860 a causa de la exclaustración y allí se veneran, pues su culto inmemorial fue confirmado por Gregorio XVI el 2 de junio de 1834. 


Fuente:
- "Nuevo Año Cristiano". Tomo 8. Editorial Edibesa, 2001.


A 18 de agosto además se celebra a la  
Beata Hortolana de Asís, religiosa.
San Agapito de Præneste, niño mártir

jueves, 2 de junio de 2016

San Sadoc y compañeros.

San Sadoc de Sandomir y 48 compañeros mártires dominicos. 2 de junio.

No se sabe nada de la infancia y formación de Sadoc, sino que era de nación polaco. Muy joven  tomó el hábito de los frailes predicadores de manos del Patriarca Santo Domingo (8 de agosto; 24 de mayo, traslación de las reliquias; 15 de septiembre "in Soriano").

En el Capítulo General de Bolonia, en el cual Santo Domingo planteó su decisión de evangelizar a los cumanos, pero los religiosos temiendo por su salud no se lo permitieron. A cambio, algunos religiosos prometieron a su santo padre hacerlo ellos. Dos de ellos eran Fray Pablo y Fray Sadoc, de los que su leyenda dice que, yendo a dicho Capítulo de Bolonia, se les unió en el camino un personaje que comenzó a preguntarles quienes eran y adónde iban. Los religiosos respondieron que iban al Capítulo, desde el cual se enviarían misioneros a todo el mundo. Les preguntó el personaje: "¿Acaso enviaréis religiosos a Grecia y a Hungría?". "Ciertamente – respondieron – varios religiosos serán enviados allá a propagar el reino de Cristo". Y de pronto, el hombre se ennegreció y salió saltando por los aires gritando: "Vuestra Orden es mi ruina". Y es que era el demonio.

Llegados al capítulo, Sadoc y Pablo contaron lo sucedido, lo cual animó a los padres capitulares a enviar cuanto antes misioneros a aquellas tierras de los Balcanes. Además, dieron licencias a los religiosos a dar el hábito a aquellos que hallasen por el camino y que quisieran acompañarles a evangelizar a los paganos. Partieron Sadoc y Pablo con tres frailes, y al salir de Italia ya eran ocho. Dios iba confirmando su celo y santas intenciones con milagros: llegados a una aldea, pidieron limosna como de costumbre. Un pescador quiso entregarles algo, pero solo le quedaba un pan de mijo en su casa. Buscó en una bolsa que tenía, y hallando dos monedas compró pan y vino, y preparó un caldo de pescado para los religiosos. Al despedirse, Sadoc le aseguró que Dios le devolvería el céntuplo de su caridad. Y ocurrió que durante toda su vida, el pescador sacaba de la bolsa dos monedas cada vez que metía la mano, aunque lo hiciera varias veces al día. Además, con su mujer, concibieron un hijo.

Llegados a Hungría, pronto comenzaron las conversiones, pues los paganos se sentían atraídos por la predicación, ejemplo y portento de los dominicos. De Hungría, donde fundaron un convento, algunos religiosos pasaron a tierra de los cumanos, donde sufrieron persecusiones a causa de las conversiones que lograban. De aquellas tierras regresaron a Hungría cuando dos religiosos fueron martirizados. Pero regresaron pronto, luego que un santo ermitaño les revelase un sueño que había tenido, en el cual la Santísima Virgen amparaba y animaba especialmente a los dominicos, a los que veía en barcas por un río proceloso. Entendieron los religiosos que su fin era la salvación de las almas y no su propia vida, así que con la confianza puesta en Dios, volvieron adonde los paganos. La nueva misión logró la conversión de los príncipes paganos Bauco y Bembroch, este último se bautizó con mil súbditos y su padrino fue San Esteban I de Hungría (16 de agosto y 2 de septiembre). Pronto llamaron a la puerta jóvenes cumanos para tomar el hábito dominico, y llegaron a ser 100 frailes. De estos, con las revueltas de los paganos y la apostasía de algunos nobles, fueron martirzados 90. 

Luego de la experiencia en Hungría y los Balcanes, Sadoc fue enviado a Polonia, junto a San Jacinto (18 de agosto). Sobre 1260 fue nombrado prior del convento de Sandomir, labor que desempeñó con gran caridad, sin abandonar su labor apostólica. Era dado a la oración y la penitencia, todo por la conversión y salvación de las almas. En una noche en la que oraba, tuvo una visión en la que una multitud de demonios le gritaban: "Habéis venido aquí a echarnos de nuestros dominios". Impresionado por esto, lo contó a los religiosos, alentándoles a continuar con la predicación, siendo que si irritaba al infierno, es que la suya era obra de Dios. 

Desde el año anterior los escitas, enemigos de los polacos hacían incursiones en Polonia, saqueaban, asesinaban y se retiraban rápidamente. El 1 de junio de 1260 Sadoc y sus frailes se dirigieron al coro a rezar maitines, y una vez terminada la oración litúrgica, el novicio hebdomadario leyó el martirologio del día siguiente. Y leyó: "Sandomiriæ, passio quadraginta nouem martyrum". Los religiosos quedaron atónitos, pues no conocían de mártires algunos oriundos de la ciudad. Ordenaron al novicio leyera de nuevo y este así lo hizo, repitiendo las mismas palabras. Vieron todos el libro y, efectivamente, allí aparecían aquellas palabras en letras de oro y resplandecientes. Entendió Sadoc que aquello significaba su propio martirio, por lo cual hizo una plática comunidad animando a todos a morir por la fe de Cristo, y al finalizar, les felicitó a todos, pues los próximos maitines los cantarían en el cielo. 

Efectivamente, al día siguiente llegó un ejército de escitas a las puertas de Sandomir, una ciudad bien fortificada, difícil de saquear. En contubernio con los rusos, los escitas enviaron dos militares rusos al gobernador de Sandormir, los cuales le dijeron que los bárbaros no querían sino dineros y riquezas, por lo que si se les ofrecía dinero, dejarían la ciudad en paz y no derramarían sangre. Lo creyó el gobernador y relajó la vigilancia y abrió las puertas de la ciudad. Pero apenas entraron los tártaros, comenzó la masacre: fuego y sangre por doquier. No les detenía condición ni edad alguna. Cantaban Completas los dominicos y al comenzar la Salve Regina, irrumpieron los tártaros en el la iglesia del convento, y sin amenazas ni gritos, comenzaron a asesinar a los religiosos. Degollados, alanceados, apuñalados iban cayendo sin dejar de cantar. La leyenda dice que, habiéndose escondido uno de los religiosos, vio bajar del cielo cuarenta y nueve coronas que se depositaban sobre sus compañeros, menos una que quedaba en el aire. Entendiendo que era la suya propia, regresó a la iglesia, se unió a la Salve y fue degollado con Sadoc y los demás. Añade la leyenda que aunque no les dejaban terminar de cantar, la Salve no fue interrumpida y que aún después de muertos se oían sus voces. Esa noche, los pocos sobrevivientes pudieron contemplar cuarenta y nueve estrellas posarse sobre la iglesia y el convento quemados. Otras versiones dicen que junto al altar se vio el mismo número de cirios encendidos que nadie había puesto.

El rey Boleslao de Polonia y Prandota, obispo de Cracovia, enviaron informes detallados sobre el martirio al papa Alejandro IV, el cual no dudó en considerar mártires a los frailes, y concedió su culto. La iglesia conventual fue restaurada y rebautizada como "Santa María de los Mártires". Además, el mismo papa concedió la Indulgencia Santa María la Mayor de Roma a los que venerasen la memoria de San Sadoc en aquel sitio el día 2 de junio de cada año. Pío VII confirmó el culto y extendió la fiesta de los mártires a toda la Orden dominica.

Los cuarenta y ocho compañeros de San Sadoc fueron: Aarón, Abel, Abraham, Andrés, Bartolomé, Basilio, Benito, Bernabé, Cirilo, Clemente, Cristóbal, Daniel, David, Domingo, Donato, Elías, Esteban, Feliciano, Felipe, Gervasio, Gordiano, Isaías, Jeremías, Joaquín, José, Juan, Juan (otro), Lucas, Macario, Malaquías, Marcos, Mateo, Matías, Mauro, Medardo, Miguel, Moisés, Onofre, Pablo, Pedro, Rafael, Santiago, Simón, Tadeo, Timoteo, Tobías, Tomás y Valentín


Fuentes:
-"Sacro Diario Dominicano". FR. FRANCISCO VIDAL. O.P. Valencia, 1747.
-"Compendio histórico de las vidas de los Santos canonizados y beatificados del Sagrado Orden de Predicadores". FR. MANUEL AMADO. O.P. Madrid, 1829.


A 2 de junio además se celebra a 
San Eugenio I, papa.
Santa Blandina y los mártires de Lyon.

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...