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martes, 31 de julio de 2018

De la cólera a la piedad y la caridad.

San Juan Colombini, fundador. 31 de julio.

Nació en Siena, en 1304 en una familia de comerciantes acomodada y con ciertas ínfulas de grandeza. En 1320 comenzó su actividad comercial como comprador y vendedor de lana, llegando a ser uno de los más importantes comerciantes de la ciudad, con una sólida fortuna e influencias. Llegó a gobernar la ciudad formando parte de "los Nueve", pues tal cantidad de magistrados se repartían el poder y áreas de gobierno de Siena. Contrajo matrimonio tardíamente, a los 39 años. Su mujer fue Biagia Cerretiani, una preclara mujer de la alta sociedad sienesa. Tuvieron dos hijos, Pedro y Angelina, que eran sus delicias y alegrías.

El mundo parecía sonreírle a nuestro Juan, cuando le llamó Dios desde lo alto por medio de la desgracia, como a nuestro padre San Job (10 de mayo). En la epidemia de peste de 1348 el matrimonio perdió a su hijo amado. Juan no fue el mismo otra vez, se volvió taciturno y malhumorado, además descuidando el bien de su alma. Un día llegó a su casa y no hallando la cena lista, se entregó a la cólera, pegando a su mujer. Esta respondió entregándole un libro, que Juan tiró al suelo. Al rato, avergonzándose de tan mala acción tomó el libro y lo abrió por la página donde comenzaba la leyenda de Santa María la Egipcíaca (2 y 4 de abril). Quedó tan prendado de esta que hasta olvidó la cena que ansiaba.

Desde entonces la lectura del Flos Sanctorum fue su diario alimento espiritual, se dio a la oración, mortificó sus pasiones y comenzó a comulgar y confesar más a menudo. Las revueltas políticas de Siena de 1355 le tocaron de cerca y perdió parte de su capital, "amigos" e influencias. Para este entonces, Juan ya estaba determinado a servir solo a Cristo, así que dio un vuelco a su vida y se decidió a abandonar el mundo y vivir para Cristo por siempre.

Se separó de su mujer, a la que dejó alguna posesión, pues todo lo demás lo entregó a los pobres, hospitales y monasterios. Llevó a su hija de 13 años al convento benedictino Santa Bonda e inició una vida de extrema pobreza, penitencia y caridad, convirtiendo su antigua mansión en un hospital para los más pobres, incluso leprosos. En 1360 inició la Congregación de los Jesuatos, religiosos legos dedicados a la caridad, viviendo en una extrema pobreza y mortificación, en contra de las establecidas órdenes de franciscanos y dominicos que ya apuntaban a la relajación. Se les llamó así porque todas sus acciones y oraciones eran en Nombre de Jesús, siendo la palabra que más repetían en el día y para la única que no tenían que pedir licencia al superior.

En junio de 1367 Urbano V aprobó esta forma de vida. Ese mismo año una prima del santo, la Beata Catalina (20 de octubre) fundaría una rama femenina. También ese año fue la Pascua de nuestro santo, el 31 de julio. Fue sepultado en las benedictinas de Siena, donde era monja su hija. Posteriormente su congregación trasladó las reliquias a la iglesia del Carmen de Siena. En 1583 el papa Gregorio XIII aprobó su culto.

Los jesuatos tuvieron su propia Regla en 1426, cuando el Beato Juan Tavelli (24 de julio) escribió una Regla casi calcada la de San Agustín, y les dio como santo patrón a San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo, traslación de las reliquias). Fueron simples religiosos hasta 1606, cuando el papa Pablo V les permitió tener algún sacerdote en casa convento. Florecieron como grandes revolucionarios de la química aplicada a la medicina y la destilería de alcohol. En 1668 estaban tan relajados y poseían tantos bienes que la República de Venecia logró del papa Clemente IX su supresión definitiva, pasando los religiosos a otras órdenes o al mundo.

Fuente:
-"La leyenda de oro para cada día del año. Vidas de todos los santos que venera la Iglesia". Barcelona, 1865.
-https://www.heiligenlexikon.de

A 31 de julio además se celebra a:



San Antonio de Hungría,
carmelita mártir.
San Germán de
Auxerre, obispo.
Santa Ellin de Skövde,
viuda mártir.






lunes, 16 de abril de 2018

De un abogado contra la epilepsia.

Beato Joaquín de Siena, religioso servita. 16 de abril.

Nació en Siena, en 1258, en la familia de los Picollomini, conocidos por sus riquezas y obras caritativas. Desde niño Joaquín mostró una profunda piedad, siendo amigo de visitar las iglesias, hacer oración y venerar las imágenes de la Santísima Virgen. Era amigo de los niños pobres, con los que jugaba y socorría siempre que podía. Dícese que en una ocasión su padre le llamó la atención sobre su caridad, a la cual debía poner límite. Joaquín le respondió que de él mismo había aprendido que lo que a los pobres se daba, a Cristo se daba, y que las riquezas no debían servir sino para darlas a Cristo. Con estas palabras su padre quedó edificado y en adelante le dejó hacer todo el bien que pudiera el niño.

Cuando llegó a la adolescencia y primera juventud, Joaquín redobló los ayunos y penitencias que ya hacía a escondidas. Oraba más que antes y se esforzaba aún más en los estudios y lectura espiritual. Por esta época tuvo su primer éxtasis, el cual vio su padre, quien se acercó a su habitación al ver una luz que traspasaba la puerta. Al mirar por la cerradura, vio al joven extático en medio de una radiante llama que no le quemaba.

Cuando llegó a la edad de elegir estado, el mundo le llamaba a un ventajoso matrimonio, pero un día tuvo un sueño, o visión, que lo cambió todo: Vio a la Madre de Dios que le decía: "No quiero, hijo mío, que permanezcas más tiempo entre los huracanes tempestuosos del mundo; entra en aquella religión que coloca toda su gloria en servirme, y que por esto merece la honre yo con mi singular protección. Algún tropiezo opondrán tus padres; pero yo te instruiré en el modo de vencerle: Ea, ve, y aumenta el número de mis amados siervos". Entendió Joaquín que la Santísima Virgen le hablaba de la Orden de los Servitas, aún nueva, y de la cual se hablaban maravillas, por su celo, piedad y devoción a la Virgen de los Dolores. Así que Joaquín, ya resuelto, se presentó ante San Felipe Benicio (23 de agosto), General de la Orden, para pedirle que le admitiera. El santo, sabiendo que los padres de Joaquín no lo permitirían, intentó disuadirle, pero nada. Entonces le admitió a condición de que sus padres estuvieran de acuerdo. Razones, súplicas, ruegos, lloros y amenazas, nada pudo retener a Joaquín, a quien sus padres no querían perder. Pero finalmente accedieron, pues su hijo nunca les había dado un disgusto ni pedido nada. Confiando en que era la voluntad de Dios, le dejaron hacer.

Allanado el camino, San Felipe Benicio dio el hábito servita al joven, quien fue un novicio ejemplar. Humilde, orante, paciente, caritativo, siempre dispuesto a perdonar, socorrer y ayudar. No se detenía ante los oficios más bajos o difíciles. Cuéntase que en una ocasión su maestro le prohibió participara en el acarreamiento de tierra en el que trabajaban los demás religiosos, aduciendo su juventud y poca fuerza. Le rogó Joaquín al menos le permitiera trasladar lo que pudiera con sus manos mientras los hermanos comían. Lo consintió el maestro y he aquí que de esta manera y por un milagro, en solo media hora Joaquín trasladó toda la tierra que habrían tenido que trasladar todos los religiosos durante días.

Habiendo estudiado la filosofía, los superiores quisieron ordenarle presbítero, pero Joaquín suplicó le dejaran vivir como un simple religioso, desconocido y retirado, sin brillar en el mundo por la retórica. Lo consintieron los superiores, pero aun así, la virtud de Joaquín pasó los muros del convento y eran muchos los que buscaban su palabra reconfortante, su caridad o sus milagros, que algunos más obró. Por esto pidió a los superiores le enviaran en secreto a algún convento donde no le conocieran. Fue trasladado a Arezzo, con dolor de los habitantes de Siena, que le querían mucho. Fue tanto el clamor, que el obispo pidió a los servitas que lo trajesen de vuelta. Joaquín regresó solo por obediencia, siendo recibido en triunfo, con gran rubor suyo.

Viendo que era imposible mantenerse oculto como deseaba, se empleó en hacer todo el bien posible. Con su presencia impuso paz, provocó conversiones, unió familias, sanó enfermos y niños, aún a costa de su salud: a un epiléptico le aconsejaba paciencia con su mal, cuando este le espetó: "a los que están buenos y sanos les es fácil aconsejar la paciencia a los enfermos". Entonces Joaquín, sin decir una palabra, oró por él y el hombre quedó sano y contento. Pero no supo que desde entonces nuestro santito padeció de epilepsia hasta su muerte. Y aún este mal servía para mostrar su santidad. Un día, estando acolitando en la misa, le sobrevino un ataque, cayendo al suelo, mas la vela que sostenía para la comunión, quedó suspendida en el aire sin moverse y quedando así todo el tiempo que le duró el ataque.

Los demonios le atacaron muchas veces, y le tentaban, pero él siempre salió victorioso invocando los nombres de Jesús y de María, los cuales pedía siempre que fueran invocados por los fieles, como remedio a todos los males. Sufrió mucho Joaquín por unas llagas purulentas y agusanadas que le salieron en todo el cuerpo, siéndoles de gozo, pues decía le asemejaban a Cristo. Pedía constantemente a Cristo configurarse con él, y su mirada no se apartaba de Cristo.

El Jueves Santo de 1305 Cristo le confirmó mediante una visión que pronto moriría, el mismo día y hora que él, ya que toda su vida no había buscado sino imitarle. Esa noche el santo la gastó en orar, pedir perdón a sus hermanos de hábito, diciéndoles se iba pronto. Los religiosos dudaban, pues precisamente ese día le veían más animado que de costumbre. Joaquín les dijo: "Veo que no me creéis porque no hay señas que anuncien mi cercana muerte. Aún así, espero en la misericordia de Dios que antes que acabéis los oficios, acabe yo mi carrera". Y así fue, el Viernes Santo, 16 de abril de 1305, mientras los religiosos cantaban la Pasión del Señor, el bendito Joaquín expiró en medio de un éxtasis, teniendo 47 años de edad.

Los milagros junto a su sepultura fueron tantos y sonados tan sonados, que ya en 1320 la ciudad le llama "Beato", "patrono", y celebra su tránsito cada año, normalmente en la Octava de Pascua, por caer el día de su tránsito en Semana Santa. Su "vita" fue escrita sobre 1330, por un religioso que le conoció personalmente, y en este mismo año se costea un bello sepulcro para el venerado religioso. En 1609 Paulo V confirmó su culto y aprobó el Oficio Propio para la Orden Servita, siendo ampliado después a la ciudad de Siena por orden de Inocencio XI. En 1686 las reliquias fueron trasladadas a un arca pagada por Francisco Piccolomini, descendiente de familiares del Beato.


El Beato Joaquín es abogado contra la epilepsia.


Fuentes:
-Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año: Abril. RP. JUAN CROISSET. S.J. Madrid, 1818.
-http://www.treccani.it


A 16 de abril además se celebra a










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sábado, 1 de abril de 2017

"Me esconderé en las llagas de Cristo"

Los Estigmas de Santa Catalina de Siena, virgen dominica. 1 de abril.

Santa Catalina de Siena, una de las místicas más importantes de la Iglesia, nació en Siena el 25 de marzo de 1347 y falleció el 29 de abril de 1380 en Roma. Llevó una intensa vida cristiana, marcada por su caridad, los dones místicos y su servicio a la Iglesia, que desempeñó como profeta para un mundo y una jerarquía eclesiástica alejados de Dios, enfrentados, y necesitados de apasionarse por Cristo. El 1 de abril de 1375 Catalina se encuentra en Pisa, comisionada por el papa Gregorio para evitar que los pisanos se unan a la liga contra él mismo. Allí, estando en la iglesia de Santa Cristina (hoy es llamada "del Crucifijo", precisamente por el hecho en cuestión) ocurrió el fenómeno de la estigmatización. El primero en narrar el hecho fue el confesor de la santa, el Beato Raimundo de Capua (5 de octubre), que escribió la biografía de Catalina, y a quien doy la palabra:
"A continuación voy a referir algo que ocurrió (…) en la ciudad de Pisa, y esto en mi presencia. Cuando Catalina fue a este lugar, la acompañaron varias personas, yo entre alias. Ella recibió hospitalidad en la casa de un vecino del mismo, situada cerca de la iglesita de Santa Cristina. Un domingo celebra yo allí la santa misa y le di la sagrada oomunión. Catalina perrnaneció durante mucho tiempo en éxtasis, según solía; nosotros esperamos hasta que hubo recobrado el conocimiento con el fin de recibir de alto algún consuelo espiritual. De pronto vimos que su cuerpo que estaba postrado en el suelo, se elevaba un poco, se arrodillaba y extendía las manos y los brazos. Tenía el rostro encendido y permaneció mucho tiempo inmóvil y con los ojos cerrados. Luego, como si hubiese recibido una herida mortal, vimos que caía al suelo y adoptaba la postura que tenía antes, permaneciendo así hasta que recobró el uso de los sentidos.

Entonces me Ilarnó y me dijo en voz baja: -'Padre, le anuncio que por Ia merced de Nuestro Señor, yo llevaré en mi cuerpo sus sagrados estigmas'. Yo le contesté que sospechaba algo extraordinario después de haber visto lo que había ocurrido durante su éxtasis, y le pregunte qua le había hecho Nuestro Senor. 'Vi' – me contestó ella – 'a nuestro Salvador crucificado que descendía sobre mí envuelto en una gran luz; el esfuerzo que hizo mi espíritu para ir a su encuentro fue lo que hizo que mi cuerpo se levantase del suelo. Luego, procedentes de las cinco aberturas de las heridas de Nuestro Señor vi que se dirigían hacia mí otros tantos rayos color de sangre, los cuales avanzaron hacia mis pies, mis manos y mi corazón. Yo comprendí el misterio y exclamé: ¡Ah, Señor, mi Dios, te ruego que estas cicatrices no aparezcan exteriormente en mi cuerpo! Mientras yo estaba hablando, los rayos sangrientos se hicieron brillantes, adquiriendo el aspecto de luz, Ilegando en esa forma hasta las mencionadas partes de mi cuerpo'.

Crucifijo que imprimió las llagas
a la Santa.
Entonces yo le pregunté: -'Y uno de esos rayos de luz uno llegó hasta su costado derecho?'. Ella me contestó: -'No; hasta el izquierdo y directamente encima de mi corazón. La forma luminosa que emanaba del costado derecho del Señor no llegó hasta mi de una manera oblicua sino directamente'. '¿Siente usted' – interrogué de nuevo – 'un dolor agudo en cada uno de esos lugares?'. Ella me contestó lanzando un profundo suspiro: 'Siento en esos lugares y sobre todo en el corazón dolores tan violentos, que me parece no podría vivir en este estado a no ser por un nuevo milagro del Señor'. Estas palabras me llenaron de angustia y traté de ver si exteriormente se notaban en ella signos de estos dolores. Cuando Catalina hubo terminado de hacerme las confidencias anteriormente consignadas, salimos de la capilla con el fin de dirigimos a la casa donde ella habitaba. Apenas llegamos se retiró a su habitación donde ella cayó sin sentido. Todos nos reunimos a su alrededor y viéndola en tal estado lloramos por miedo de perder a una persona a quien tanto amábamos en el Señor. Nosotros habíamos presenciado con frecuencia los éxtasis que la privaban del uso de los sentidos y que también pesaban sobre su cuerpo, pero jamás la habíamos visto sometida a una suspensión tan completa de sus fuerzas vitales".

Así, los estigmas eran solo visibles para Santa Catalina mientras vivió, pero el día de su muerte, al fallecer, se hicieron visibles para todos, queriendo así el Señor demostrar la gracia que había hecho a su amada. Más de 200 años tuvieron que pasar, luego incluso de la canonización de la santa en 1461, para que sus Estigmas fueran considerados verdaderos por la Iglesia. Esta lo habría hecho antes de no ser por la pugna que los franciscanos entablaron contra todo aquel que osara representar o enseñar que otro santo era estigmatizado aparte de San Francisco de Asís (4 de octubre, 25 de mayo, traslación de las reliquias, 17 de septiembre, estigmatización), al que aún hoy muchos creen como primer estigmatizado de la historia, cuando tenemos al Beato Roberto de Abrissel (24 y 25 de febrero), que lo fue un siglo antes que el Seráfico Padre. Santa Catalina de Siena y la mística carmelita Santa María Magdalena de Pazzi (25 de mayo), padecieron esta persecución Así fue que hasta 1623 Urbano VIII definitivamente zanjó el tema aprobando la veneración de las imágenes de la santa de Siena con estigmas, aprobando el hecho como verdadero y milagroso. La Orden Dominicana comenzó a celebrar la Fiesta de los Estigmas de Santa Catalina por estas mismas fechas cada 1 de abril. Y lo hizo hasta la reforma litúrgica del postconcilio.

Y para terminar, que cierre la misma Santa Catalina de Siena: "Yo confieso a mi Criador que mi vida estuvo siempre en tinieblas; pero me esconderé en las llagas de Cristo crucificado, y en su preciosa Sangre lavaré mis iniquidades, y con santo deseo me gozaré en mi Crador".


Fuentes:
-"Leyenda Mayor. Vida de Santa Catalina de Siena". RAIMUNDO DE CAPUA. Fundación Miguel de Cervantes. 2015.
-"Diálogos". SANTA CATALINA DE SIENA. Madrid, 1797.


A 1 de abril además se celebra a
Santa Genoveva de Brabante, eremita.
Santa Teodora de Xalapa, virgen y mártir.
San Hugo de Grenoble, obispo.

martes, 1 de diciembre de 2015

El Bautista de Siena.

San Ansano de Siena, mártir. 1 de diciembre.


San Ansano bautiza en Siena.
Fue Ansano natural de Roma, e hijo de Tranquillino, un patricio, imperando Diocleciano. A los 12 años se convirtió al cristianismo a escondidas de su padre. Fue instruido por el presbítero San Protasio (5 de diciembre) y en su bautismo su “madrina” fue la diaconisa Santa Máxima (2 de diciembre). Un tiempo después ambos fueron apresados y flagelados con látigos de plomo. Máxima falleció durante los azotes, pero Ansano sobrevivió y pudo escapar a Siena. Durante esta fuga se le acercó un joven ciego al cual restituyó la visión. 

En Siena no ocultó su condición de cristiano, antes bien, todo lo contrario, se dedicó a predicar a Cristo, bautizando a muchos, lo que le valió el título de “El Bautista de Siena”. El prefecto Lisias mandó apresarlo y de nuevo fue sometido a interrogatorios y diversos tormentos, como ser sumergido en una tina de agua hirviendo o el fuego, que se extinguió apenas tocó su cuerpo. Finalmente fue decapitado en el año 303 a las afueras de la ciudad, junto al río Arbia. Es patrono de la ciudad de Siena, donde se conserva un oratorio dedicado a su memoria, levantado en el sitio del martirio. Posteriormente las reliquias serían trasladadas a la catedral.

Fuente:

-"La leyenda de oro para cada día del año. Vida de todos los Santos". Volumen 3. Barcelona, 1853.


A 1 de diciembre además se celebra a  
San Eloy, obispo
Santa Florencia de Poitiers, virgen.

lunes, 29 de abril de 2013

Las doctoras de la Iglesia: Parte I

Se estrena como colaborador de mi blog (y ya son cuatro), el amigo José Alejandro Valadez Fernández, con un tema que, en principio sería un solo artículo: Santa Hildegarda de Bingen. Afortunadamente, lo ha desarrollado muy bien, con una amplia introducción sobre las Doctoras de la Iglesia, que presentaré en un primer artículo, por lo sustancioso de su contenido, para en otro momento, dar paso al segundo, propiamente sobre Hildegarda. Y os dejo ya con él:



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Santa
Hildegarda
Recientemente fue nombrada Doctora de la Iglesia, en Octubre de 2012, Santa Hildegarda de Bingen (17 de septiembre) una de las personalidades femeninas y religiosas más fascinantes de la Baja Edad Media [1]: este análisis nos presenta a grandes rasgos la vida, extensa obra y espiritualidad de esa abadesa nacida en el año 1098 en Bermersheim, en la región de Renania-Palatinado, al suroeste de Alemania [2]. Pero antes de comenzar, es preciso hacer mención de otras santas que comparten junto a ella la dignidad de llevar el birrete doctoral y ser reconocidas como parte de ese grupo. En otro artículo haremos algunas anotaciones con respecto al contexto histórico y social en el que nació y se desenvolvió, esto es, en la Europa cristiana del siglo XII; también haremos un análisis y explicación de las facetas que caracterizaron la personalidad de Santa Hildegarda, a saber: su don profético, su vocación de escritora (a pesar de que rara vez escribió, más bien dictó sus visiones), su papel como fundadora y abadesa de monasterios, y su propuesta espiritual para lograr un mayor acercamiento con Dios [3].

Las Doctoras de la Iglesia:
En el universo de los santos de la Iglesia católica existen casos de algunos de ellos que destacaron de manera especial porque fueron eminentes defensores de la fe cristiana, a través de la producción de obras o tratados que explicaban o profundizaban algún aspecto de la religión [4]. Por lo general en estos tratados se defendía, de manera notable, los dogmas de la fe, por ejemplo, sobre el misterio y la naturaleza de Dios y sus criaturas, o sobre el origen del mundo o la jerarquía angélica. En otros se proponía una espiritualidad y modelo de vida totalmente innovador, resultado de un profundo conocimiento teológico.


Sto. Tomás y los
Doctores de la Iglesia
Debido a lo trascendental que resultaron esos escritos, la Iglesia reconoció a esos santos como doctores, es decir, les otorgó el grado máximo en conocimiento que se puede dar, y se les reconoció entonces como maestros para la cristiandad. Para ser considerados doctores debían cumplir tres cualidades: haber llevado una vida santa, haber profesado una doctrina ortodoxa y como ya señalamos, haber escrito una obra relevante. Las instituciones encargadas de estudiar los casos son la Congregación para la doctrina de la fe [5] y la de la Causa de los santos [6], las cuales examinan a detalle la vida y obra del candidato y luego lo presentan ante el Papa, quien es el que dictamina el veredicto.

Entre los santos doctores están Santo Tomás de Aquino (28 de enero y 7 de marzo) llamado “el Doctor Angélico”, San Buenaventura (15 de julio) conocido como “el Doctor Seráfico”, San Agustín (28 de agosto; 24 de abril, bautismo; 29 de febrero, traslación de las reliquias a Pavía; 15 de junio, en la Iglesia oriental), San Gregorio Magno (12 de marzo y 3 de septiembre, elección papal), San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo, traslación de las reliquias), San Anselmo de Canterbury (21 de abril; 4 de diciembre, consagración episcopal; y 12 de septiembre, invención de las reliquias) y San Bernardo (20 de agosto), por mencionar algunos. Sin embargo, en el terreno de las santas doctoras no es tan fructífero, pues solo se cuenta como tales a Santa Teresa de Jesús (15 de octubre y 26 de agosto, la Trasverberación), Santa Catalina de Siena (1, la impresión de las llagas, y 29 de abril) Santa Teresa del Niño Jesús (1 de octubre) y, en últimos tiempos, a Santa Hildegarda (17 de noviembre). Pero, ¿cuáles fueron esos requisitos que debieron cumplir estas mujeres para ser consideradas como tal?, veamos algunos de ellos. 

En primer lugar, todas estas mujeres llevaron una vida de santidad, y además, hicieron gala de su virginidad. El hecho de consagrarse en cuerpo y alma a su Creador fue indispensable para entrar en ese estrecho círculo (recordemos que hay santas que fueron casadas o viudas, pero ninguna de estas es doctora), caso contrario de los doctores varones, ya que algunos de ellos, antes de reformarse y llevar una vida virtuosa, tuvieron tropiezos en su vida mundana. Las doctoras, en cambio, fueron doncellas que desde su temprana niñez se predestinaron a llevar una vida de pureza y santidad. Según la tradición católica, esta virtud fue la que hizo posible que algunas de ellas recibieran favores o gracias, por ejemplo Santa Catalina, que en reconocimiento de su vida consagrada y virginal, fue tomada por Cristo como esposa, el cual le entregó un anillo como símbolo de su unión [7].

Delicioso anacronismo
en el abrazo de Teresa, Catalina
y Clara. A esta última también
se le ha propuesto para Doctora.
Un rasgo característico de estas mujeres (y de otras santas) es que pertenecieron a la nobleza, o a familias de clase media con cierta influencia local. Sabemos que en aquella época solo las hijas de familias acomodadas podían aspirar a profesar como religiosas (pues la dote y el linaje eran algunos de los requisitos que les pedían). Además podemos notar que casi todas estas mujeres durante su infancia tuvieron contacto con la literatura piadosa que formaba parte del acervo de la biblioteca familiar, reflejo de su posición económica. Otra cualidad (que no es requisito para ser doctora pero que se presenta en estas vírgenes, en mayor o menor medida) fue que experimentaron visiones o arrobamientos místicos [8]. Aquí es preciso hacer un paréntesis entre lo que diferencia una visión de un éxtasis. 

En la experiencia visionaria, el sentido principal por el que se percibe lo divino es la vista, a veces se refiere a que se ve “con los ojos interiores o del alma”, es decir, como una representación mental, en la que si bien intervienen los ojos físicos lo que realmente permite percibir la escena es que el alma se haya en un estado de gracia y purificación tal que puede mirar y comprender lo que sucede en otros planos o dimensiones. El visionario contempla con necesidad de una imagen, y se cree que el entendimiento de esa visión se le da por infusión divina. 

El extático o místico desea la unión espiritual e intelectual con Dios, y actúa sin necesidad de una imagen: Es el anonadamiento, la absorción en y por Dios, del espíritu [9]. Otra característica del extático es que se le permite intervenir en el acontecimiento: por ejemplo, Cristo le permitió a Santa Catalina ver y besar la herida de su costado derecho. En los desposorios de Santa Teresa, también con Cristo, a ella se le colocó un velo y un collar como símbolo de novia mística, y en el que intervinieron como padrinos la Virgen María y San José. Es decir, el místico traza una relación directa con Dios, en un diálogo y actuar mutuo, y no solo lo contempla. En las vidas de las doctoras, hay casos que presentaron estas dos facetas, y otras solo de una.

La santa extática por excelencia es Santa Teresa de Jesús, reformadora de los carmelitas descalzos. En uno de sus arrobamientos más asombrosos (conocido como la Transverberación) Santa Teresa experimenta un intenso dolor que al mismo tiempo era gozo divino pues un Serafín le atravesó el pecho con un dardo. La Santa relata:
Trasverberación de Santa Teresa.
Josefa de Óbidos. Siglo XVII.
"Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no eragrande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido queparecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja departicipar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento" [10].


La segunda cualidad para ser doctora es una vida ortodoxa. El llevar una existencia de acuerdo al modelo y conducta cristiana era algo que se lograba día a día, en la convivencia diaria y la firme convicción de no apartarse del camino ni un instante. Según las hagiografías de estas vírgenes en algunas se manifestaron éxtasis, otras obraron milagros en vida o post-mortem, y otras más dejaron en su lecho un distintivo aroma que fue tomado como signo de su santidad. Son múltiples los pasajes de sus vidas que nos muestran esa postura. Solo mencionaremos algunos:

Santa Teresa de Lisieux ingresó al Carmelo, casi se puede decir, para seguir donde vivían dos de sus hermanas mayores, y donde más tarde profesaron, en el mismo convento, una hermana y una prima. En sus relatos, Teresita cuenta que al principio ella era una chiquilla imberbe y sensible que no comprendía el verdadero significado de la vida religiosa. Pero un suceso marcó su conversión: sucedió que un 24 de diciembre de 1886, el festejo del nacimiento del Niño Jesús, le hizo madurar y reconocer que ahí era su lugar:
En esta noche en la que él se hizo débil y doliente por mi amor, me hizo a mi fuerte y valerosa; me revistió de sus armas, y desde aquella noche bendita ya no conocí la derrota en ningún combate[11].
Un ejemplo de la santidad en la carne lo muestra Santa Teresa de Jesús. En su muerte ocurrida en Alba de Tormes en 1582 dejó un dulce aroma que se expandió por todo el convento, una luz hermosa invadió la celda y alguien vio volar una paloma al lado de su cama [12]. Nadie dudó de su santidad. Su cuerpo fue exhumado varias veces y en cada ocasión le desprendieron partes de su cuerpo que los creyentes tomaron como reliquias: hoy en día se venera su corazón (que se cree incorrupto) en un ornamentado relicario en el convento de Alba de Tormes. 

Impresión de las llagas
de Santa Catalina de Siena
El tercer gran requisito (el más importante) es el haber escrito obras en donde explicaban o profundizaban una verdad de fe. La máxima obra de Santa Catalina de Siena son sus "Diálogos de la Divina Providencia", de los cuales se dice que fueron por inspiración del Espíritu Santo, aunque también dejó voluminosas cartas dirigidas a varias autoridades eclesiásticas, entre ellas a los papas Gregorio XI y Urbano VI. 

Santa Catalina también tuvo experiencias de este tipo, pues mientras oraba ante un crucifijo, “Vio descender cinco rayos sangrantes de las llagas de su Salvador”. Cuando estos cinco rayos la alcanzaron le produjeron un intenso éxtasis que provocó “que se desmayara en los brazos de sus compañeras como si hubiese sido herida[13]. Esto ocurrió en la ciudad de Pisa en 1375 mientras oraba ante un Crucificado. La diferencia de sus estigmas con los de San Francisco fue que los de ella no se percibieron, es decir, fueron invisibles. Esta aseveración generó una acalorada discusión entre franciscanos y dominicos. Los primeros argumentaron que esta fue una gracia especial concedida a su santo patrono. Los dominicos, por su parte, defendieron que Santa Catalina como Sponsa Christi también era merecedora de esas señales. El litigio terminó con la prohibición del papa Sixto IV de representar los estigmas en las imágenes de la santa, aunque posteriormente el papa Inocencio VIII las autorizó de nuevo y “se marcaron entonces como rayos luminosos y a veces como azucenas[14].

En su faceta como diplomática, Santa Catalina fue consejera de Papas y obispos, y en no pocas ocasiones mantuvo discusiones sobre religión con encumbrados estudiosos, los cuales le reconocieron su sapiencia. También obró el prodigio de trasladar al Papa Gregorio XI de Aviñón hasta Roma [15]. Murió en Roma en 1380, fue canonizada en 1461 por Pío II, y reconocida doctora de la Iglesia el 4 de octubre de 1970 por Pablo VI. Es considerada co-patrona de Europa, y especialmente de Italia (y en esto también comparte el crédito con San Francisco de Asís). 

Santa Teresita, sus hermanas
y la M. María de Gonzaga
Santa Teresa del Niño Jesús o Lisieux, nombrada la “Florecilla” fue una carmelita francesa que también redactó una autobiografía: "Historia de un alma", aunque también realizó cartas, poemas y oraciones. Tuvo un ferviente deseo de ser una monja misionera, cosa que no pudo lograr debido a su delicada salud [16]. Sin embargo, fue reconocida como Patrona de las misiones. Profesó que el camino seguro para llegar a Dios era la sencillez de alma: “Hacer por amor a Dios nuestras labores de todos los días.” El sentido de su propuesta era reconocer la pequeñez del hombre ante Dios, de su poder infinito y de sentir plena confianza en Él, es decir, reconocer su misericordia. Se le construyó una basílica en Lisieux y en 1945 se le nombró co-patrona de Francia, con Santa Juana de Arco (30 de mayo) [17]. El 19 de octubre de 1997 fue nombrada doctora de la Iglesia por el Papa Juan Pablo II, quién le concedió el título de "Doctor Amoris".

La obra de Santa Teresa de Ávila comprende varios tratados, cartas y poemas, entre los que destacan su autobiografía conocida como "El libro de la Vida", "Camino de perfección", "Las moradas (o Castillo Interior)". En estos tratados Santa Teresa propusó un modelo para acercarse a Dios: a través de diversos estadios o habitaciones que el alma tenía que pasar, para finalmente, en la última morada, en el interior del castillo, lograr la unión mística con su Creador. Es considerada patrona de España (junto a la Inmaculada Concepción y Santiago Apóstol), patrona de los escritores españoles y es invocada como auxiliadora de las almas del purgatorio. Tuvo una intensa vida activa y contemplativa pues equilibró sus actividades como priora y fundadora de conventos, también logró madurar y entender sus experiencias místicas para después plasmarlas en sus escritos dejando una guía espiritual para la posteridad. Fue nombrada doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970 por Pablo VI [18].



José Alejandro Valadez Fernández.


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Y, como hemos dicho, a la cuarta Doctora, Hildegarda, le dedicará el siguiente artículo.



[1] La Baja Edad Media es el período que comprende desde los siglos XI al XV. 
[2] En lo que en la actualidad se conoce como el land Renania Septentrional-Westfalia. Otras versiones nos dicen que nació en Böckelheim, o en el condado de Spanheim pero todas coinciden en el mismo año de nacimiento. 
[3] Su experiencia mística la podemos percibir a través de sus visiones y de la interpretación que ella misma les dio, pues fue conocedora en teología y sus simbolismos. 
[4] Muchos de ellos se convirtieron en documentos cumbre de la teología cristiana. 
[5] El antecedente de esta congregación era la Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, o simplemente Santo Oficio. La principal función de la Congregación para la doctrina de la fe es, como su nombre lo dice, promover la doctrina de la fe y la moral en el catolicismo. También impulsa el estudio de la doctrina cristiana, su comprensión y que genere argumentos que la defiendan. Así mismo estudia los textos y ver si son ortodoxos y siguen el modelo planteado. 
[6] Le compete todos los asuntos que tienen que ver con la Beatificación de los Siervos de Dios, su canonización, y la Conservación de Reliquias. Ambas congregaciones forman una parte de la Curia romana. 
[7] "Diálogos de Santa Catalina de Sena", trad. Fray Lucas Loarte, Profesor de la Sagrada Teología del Orden de S. Domingo, 1668, Madrid, en Google Books: books.google.com.mx/books?id=K20GCPMFC2wC 
[8] El éxtasis o arrobamiento, según la Real Academia, es un estado del alma, caracterizado interiormente por cierto unión mística con Dios mediante la contemplación y el amor, y exteriormente por la suspensión mayor o menor del ejercicio de los sentidos. Diccionario de la real academia. La experiencia extática no fue exclusiva de las mujeres, también hay casos de santos varones que fueron grandes místicos como San Juan de la Cruz (14 de diciembre), San Francisco de Asís (4 de octubre y 17 de septiembre, la impresión de las llagas) y San Pedro de Alcántara. 
[9] San Ignacio (31 de julio) ideó un modelo de ascesis o actividad espiritual que incluía a cualquiera que deseara acercarse a Dios y no solo para los místicos que desde pequeños hubiesen presentado el don. “El hombre no tiene más que dirigirse hacia Dios por los debidos caminos para alcanzarlo; a él puede llegar solamente con su fervor y el conveniente uso de sus facultades naturales”. Francisco de la Maza, Catarina de San Juan: Princesa de la India y Visionaria de Puebla, CONACULTA, 1990, p. 49. 
[10] Santa Teresa de Jesús, El libro de la Vida, 29, 13. 

[11] Teresa de Lisieux, Historia de un alma. 
[12] Cathleen Medwick, "Teresa de Jesús, una mujer extraordinaria", Marcelo Coiván, trad., España, editorial Maeva, col. Embolsillo, 2002. 

[13] Luis Réau, Iconografía del arte cristiano: Iconografía de los santos, tomo1, vol. 3.Daniel Alcoba, trad., Joan Sureda I Pons dir., España, Ediciones del Serbal, 1997. El pasaje de las llagas tiene su origen en la leyenda de San Francisco de Asís, santo que presentó los estigmas del Señor por primera vez.
[14] Luis Monreal y Tejada, "Iconografía del cristianismo", Barcelona, El acantilado, 2000. Las llagas de Santa Catalina no debían aparecer sangrantes y solo se permitió que fueran representadas por una pequeña fisura, las cuales se pueden apreciar sobre todo en las manos. Otros atributos que acompañan a la santa son las azucenas, símbolo por excelencia de la virginidad, un crucifijo, un rosario, un corazón flameante, y en la cabeza, una corona de espinas. Esta representación con azucenas se usó también para las dominicas Santa Margarita de Hungría (18 de enero) y la Beata Elena de Hungría (12 de junio), aunque esta sólo en la mano derecha.

[15] Louis Reau, "Iconografía del arte cristiano: Iconografía de los santos", vol. 3, tomo 2, Daniel Alcoba, trad., Joan Sureda I Pons dir., España, Ediciones del Serbal, 1997, p. 285. 
[16] En estricto orden de nombramiento, primero fue nombrada doctora Santa Teresa de Jesús, luego Santa Catalina, y después Santa Teresa de Liseux. 
[17] Murió de tuberculosis a los 24 años de edad.
[18] Santa Teresa de Lisieux en Wikipedia la enciclopedia libre, es.wikipedia.org/wiki/Santa_Teresa_de_Jesús

jueves, 24 de enero de 2013

Beato Franco de Siena, carmelita.

Pregunta: Por mas que eh buscado información de este San Franco de Sena nada eh hayado, más que fue suprimido del calendario liturgico y del de la orden, me llamo la atención debido a que en la catedral metropolitana existe una escultura de un santo carmelita identificado con el. Creo que ya te estoy dando muchas molestias Ramón jeje pero cuando se trata de santos nunca me gusta quedarme con las dudas.


Respuesta: Hombre, faltaría más que quieras saber de un santo y no me preguntes, no porque yo pueda darte la única o mejor respuesta, que otros lo harán mejor, sino ¡porque para eso estamos los amigos! Te hago un extracto de lo que nos dice el “Flores del Carmelo”, libro de vidas de santos carmelitas y, como toda hagiografía esta tiene sus buenos momentos, originales y copiados de otras. Y desde ya, si puedes pasarme una fotografía de esa imagen de la Catedral, porque es raro ya verlo en ambientes carmelitas, como para verlo fuera de ellos. 

Beato, o San, Franco de Siena. 11 y 17 de diciembre.

Nació en Groti, una aldea cercana a millas Siena, en el año 1211 y su padres se llamaron Mateo Lippi y Celidonia, labradores ambos. Seis horas antes de nacer, soño su madre que paría un monstruo horrible, que poco a poco se convertía en un bello hombre, con lo que entendió, que si bien caería en grandes pecados, se convertiría en un santo. De jovencito le llevaron a Siena con un pariente para que estudiase, pero como era poco dado a ello, perdía el tiempo jugando y no aprovechaba la buena educación. Viendo esto sus padres, lo metieron de aprendiz de un curtidor de pieles (todo un martirio si conocemos algo de este oficio). Murió su padre y Franco se perdió en vicios y pecados, alejado totalmente de Dios y el respeto a su madre. Bares, riñas, ladrones y prostitutas fueron su compañía y aficiones desde entonces (y si no fue tanto así, nos lo aumentan, para que la conversión sea más rimbombante; es un efecto: un punto será mas blanco, mientras más negro sea el fondo). Ni siquiera la muerte de su madre le hizo cambiar, sino todo lo contrario: se vio libre para gastar su herencia.

En 1229 entraron en guerra Siena y Orvieto, y fue llamado a la guerra, como todos los jóvenes. Allí su vida licenciosa se halló a gusto, estando en ambientes de soldadesca, donde aumentan las canalladas y los vicios. En la paz, y estando sin dinero, se dedicó al pillaje y el hurto: se fingía ciego o tullido para pedir asilo y desvalijar posadas y casas. También se dedicó al juego, dejando que ganaran otros, para robarles después. Pero llegó la conversión, por un medio terrible. Estando jugando cartas, y no teniendo nada que apostar, dijo: “¿Hay quien quiera jugarme mis ojos?, porque descreo de quien los hizo”. E inmediatamente, le comenzó un escozor en los ojos, que fue a más, y perdió la vista en el acto. Esto le hizo arrepentirse profundamente de su vida pasada y volver el corazón a Dios. Comenzó una vida de penitencia extrema y así, ciego, se planteó ir en peregrinación a Santiago, a pesar que se lo hicieron imposible amigos y conocidos, haciendole ver el problema de su ceguera.

Multitud de milagros y hechos sorprendentes se narran en este camino a Compostela. El más reseñado es que al llegar a una bifurcación del camino, y no sabiendo adonde tomar, un ángel le dijo tres veces: “Franco, toma el camino de la derecha, por él irás seguro”. Así lo hizo, pero se le apareció el demonio en forma de peregrino y le indicó que iba por mal camino, que esa indicación sería del diablo, que él le llevaría por buen camino. Franco le hizo caso y, conversando, le contó todos los pecados y vicios de su vida, a lo que el demonio comenzó a tentarle de desesperanza, haciendole pensar que no hallaría perdón jamás, y menos con una peregrinación. “Vuelve, vuelve a tu patria y sigue tu vida como hasta ahora, que vivas bien o mal, ya estás condenado”. Entendió Franco que era el demonio quien hablaba, y respondió: “Bien sé que mis pecados son más que las arenas de mar, y que las estrellas del cielo; pero la misericordia de el Señor, que las creó, y a cada una la llama por su nombre, es mayor, y así será mayor lisonja de su piedad, perdonar mayores culpas. Confieso soy un mar y abismo de miserias, pero tambien sé que con flacos baluartes de arena, quebranta el Senor sus bríos. Pues porque desconfiaré yo, habiendo dado su vida, por pagar por mis pecados? Apártate luego de mí, y si eres ángel u hombre, ruega a Dios que me perdone, y si eres demonio, vuelve a tu horrible cárcel. Quede para ti la desesperación y deja para mi y para otros pecadores la confianza de que nos hemos de salvar por los méritos de Jesucristo”. Con lo cual, el diablo desapareció y el santo siguió su camino. También visitó Roma, donde Gregorio IX lo recibió y le dio una indulgencia particular. Visitó Nápoles, Sicila y el santuario de Santa María de Loreto, donde se le apareció la Virgen, confirmándole que Dios le había perdonado sus pecados. Luego de esto volvió a Siena, donde se dedicó a la penitencia pública, recordando a otros el mal del pecado y la misericordia divina. Se metía en casas de juego y lupanares para predicar contra el vicio y la impureza, lo que le valió buenas palizas. Pero esto no le bastó, sino que para perfeccionarse más, quería la soledad, así fue que se le apareció María y le dijo que si no quería volver a pecar, dejara el mundo y huyera de los hombres.

Se fue a un yermo, donde había otros eremitas dispersos. Allí vistió cilicio, ayunó, oró e hizo penitencias inenarrables, como bañarse en lagos helados, dormir sobre espinas y otras que solo alargarían el asunto. Estando en la soledad sucedió lo siguiente: murió un noble de Siena, que dejó en herencia cinco florines de oro a cada eremita del yermo cercano. Llegados los abogados adonde Franco, este no quiso recibir el dinero, “por huir de la lepra de ser propietario de algo”; así que los albaceas colocaron el dinero en la ventana de la celdilla del santo y se fueron. Ocurrió que llegó adonde él una viuda pobre, con una hija casadera y sin dote, para pedir limosna con la que poder casar a su hija. Franco, que huía de las mujeres como el diablo a la cruz, le cerró la puerta y le dijo tomara el dinero de la ventana y se alejara de allí inmediatamente. Creció tanto la fama de Franco, que el Consejo de la ciudad ofreció un festín en su honor y el de otros ermitaños. Por más que se negó se vio obligado a ir. Allí, el demonio en forma de un hombre le increpó, diciendo que su vida penitente era solo apariencia, que le interesaba la fama y que lo tuvieran por bueno, cuando era un pecador irredento y se iría al infierno. Franco le respondió que así era, y si no era por Dios y su misericordia, condenado sería. Y que le apenaba su falta de fe en Dios. El hombre le contestó, que si realmente fuera un hombre de Dios, el pollo asado de su plato, reviviría, y en ese momento, el pollo retornó a la vida, se llenó de plumas y salió corriendo (por si acaso, digo yo). En otra ocasión el demonio se le presentó en forma de hermosa mujer a la que echó a palos por la cabeza.


Milagro del Crucifijo.
Iglesia del Carmen de Caudete.
La Virgen María se le apareció con una guirnalda de rosas y le dijo: “La voluntad de mi Hijo, y mía es que vistas este hábito de mi Religión del Carmen, en la que si perseverares sirviendonos con toda pureza y perfección, seràs coronado en la Iglesia con esta guirnalda”. Así que se fue al convento carmelitano de siena, donde el prior le rechazó por sus muchos años y pocos estudios, animándole a continuar siendo un santo eremita. Franco suplicó de rodillas y los religiosos le admitieron como lego, pero dilataron la entrada hasta tener dinero para comprar el hábito. Y entonces llegó un ángel al convento, con el hábito ya listo y dijo: “Este hábito es para Franco” y desapareció. Con lo que fue admitido inmediatamente. Ya de carmelita, usaba cadenas de cilicio, solo comía unas yerbas los martes, los jueves y los domingos, y los demás días solo vivía de la comunión, etc., etc. Tuvo una aparición de Cristo crucificado, que le mostró todas sus llagas que había padecido por la humanidad, y mandó hacer un crucifijo idéntico, con el que predicaba por las calles. En otra ocasión, para mortificarle, el confesor le prohibió comulgar, mandándole hiciera comunión espiritual. En la misa, al partir la hostia el sacerdote, la otra mitad salió volando hasta boca de Franco. Un día, teniendo dudas sobre si estaría en pecado, el Crucifijo desclavó los brazos y le abrazó tiernamente. Un prodigio también conocido y representado muchas veces en el arte fue este: apareciéndosele la Virgen, hubo tal resplandores y llamas de fuego en su celda, que pensaba el pueblo que el convento se quemaba, corrió la ciudad entera y viéndole en medio de las llamas sin quemarse y levitando, comprendieron que era fuego sobrenatural. Se le aparecía el demonio en forma de osos, leones, serpientes y sobre todo en forma de un horroroso etíope, para tentarlo y molestarlo (le escondía las vasijas para cocinar, o le llamaba con voz del superior, le enredaba el rosario… más que demonio parece fraile bromista), pero siempre salió victorioso. Y otros  milagros más se narran.

Predijo varios embarazos, así como la muerte de San Ambrosio Sansedoni (20 de marzo) así como la suya propia para el 11 de diciembre de 1291. Y así fue: el 1 del mismo mes, con 80 años, le llegaron unas fiebres y vómitos de sangre. Se confesó, recibió la comunión y dijo a los religiosos: “Bien entiendo, Padres mios, que he sido un religioso muy imperfecto, y de ningún provecho ni honra a la comunidad. Antes, con mas palabras y procederes, muchas y veces la habré escandalizado. Por lo cual pido con todo arrepentimiento, que pues la caridad cubre y encubre los pecados, aunque sean muchos, vuestras reverencias perdonen los míos, y me valgan con el Señor, para que extienda sobre este miserable pecador los brazos de su misericordia, y se digne de llevarme a su reino”. El día 11, al atardecer, las tinieblas cubrieron la ciudad y los demonios del infierno llegaron para desesperarlo, pero se abrió el cielo y descendió la Madre de Dios con muchos ángeles a llevar su alma al cielo. Sus últimas palabras fueron: “Hermanos míos, quedaos en paz. Y tú, buen Jesús y Señor mío, recibe en tus manos mi espíritu”.

Fue venerado desde ese mismo momento como santo, sus funerales fueron multitudinarios y la gente rapiñó sus reliquias, como mechones de pelos, trozos del hábito, hasta de la tela del catafalco. Ocurrieron milagros, conversiones y liberaciones de espíritus. En 1302, quierendo trasladar el cuerpo a la iglesia, el cuerpo fue hallado suave, con fragancia y sano el hábito. Pero al exponerlo un rato, se pulverizó y las cenizas, diluidas en agua, sirvieron para sanar a muchos enfermos.

En 1308 religiosos y gobernantes de Siena pidieron a Clemente V lo canonizara, y este concedió se elevasen altares e imágenes en su honor, y se celebrase una misa en su memoria el primer domingo de mayo, día de la traslación. Estos actos corresponden a un beatificación en toda regla. Fray Alonso de la Madre de Dios escribió su vida (ya podéis imaginar lo que escribió), y según se dice, pensando eran exageraciones los milagros y demás, pretendió borrarlos y la mano se le quedó tullida hasta que se arrepintió y adornó ¡más aún! la vida del santo. Gregorio XIII reformó el calendario propio de la Orden y trasladó la festividad al segundo domingo de mayo. En 1672 se extendió la fiesta a toda la Orden, a 17 de diciembre, posteriormente pasó al 11 y, en la reforma de 1970, fue suprimido totalmente.


Fuente:
 -“Flores del Carmelo, vidas de los santos de N. S. del Carmen”. FR. JOSÉ DE SANTA TERESA. Madrid, 1678. 
 

A 11 de diciembre además se celebra a

Santos Victorio, Fusciano y Gaciano de Amiens, mártires.

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Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...