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lunes, 21 de octubre de 2019

Madre de los indígenas.

"Celebramos el centenario de la madre Laura Montoya y celebramos que está en marcha su proceso de canonización. Puede que para esto último pasen algunos años, puede que pasen muchos! Grande dicha seria para vosotros todos que un día pudierais estar en la basílica de San Pedro, el primer templo de la cristiandad, presenciando la ceremonia. Estaríais con miles de peregrinos de todo el mundo pero especialmente colombianos. Tensa vuestra emoción, a punto de explotar vuestra dicha, un ilustre sacerdote, el padre postulador, lee un balance de la vida de Laura Montoya, mejor de la madre Laura. Habla de sus virtudes, de su obra misional, de sus escritos, de sus prodigios, de la extensión de su comunidad y pide al Papa que en vista de que no se encuentra nada que la empañe declare que es digna de llegar a los altares. El Papa pronuncia una alocución, acepta el concepto del postulador y declara solemnemente lo que se le pide, se descorre en este mismo momento un velo en el altar de la gloria y aparece el cuadro de la nueva santa! Estalla el órgano en un himno jubiloso, los aplausos y los vítores ensordecen el amplio recinto, resuenan las campanas en el aire de Roma y por vuestras mejillas corren lágrimas de alegría; es que en el firmamento de los santos ha nacido una estrella, y esa estrella es nuestra!"

De esta manera el escritor, periodista y político colombiano Fernando Gómez Martínez vaticinaba en sus escritos, publicados luego de su muerte con el titulo de "Vigencia de un pensamiento", la gloria futura que traería para la iglesia colombiana la glorificación de una de sus más ilustres y admirables hijas: la madre Laura de Santa Catalina de Siena. Su presagio nacía de la pura admiración y devoción, pero solo los designios divinos llevarían a cabo semejante obra, cuando en 2013 esta insigne religiosa fuera elevada a los altares, convirtiéndose así en la primera persona de nacionalidad colombiana en ser declarada santa:

Santa María Laura de Jesús Montoya y Upegui, virgen fundadora. 21 de octubre.

Primera Infancia.
María Laura de Jesús Montoya y Upegui, o mejor conocida como la Madre Laura, nació el 26 de mayo de 1874 en Jericó, Antioquia (Colombia) en el hogar de Juan de la Cruz Montoya y Dolores Upegui. La mayor de tres hijos, es bautizada apenas unas horas después de su nacimiento por petición de su madre, que al ser una mujer de profunda convicción religiosa se negaba a darle pecho a la recién nacida hasta que no recibiera las aguas santas del bautismo y entrara a ser parte de la familia de Dios. Años más tarde, cuando Laura, de 35 años, regresó por primera vez a su pueblo natal buscaría con desespero la pila bautismal en la catedral y se arrodillaría envuelta en lagrimas ante esta, profundamente agradecida por el don de haber nacido a la gracia de Cristo en aquel lugar.

Cuando la niña tenía apenas dos años de edad, su padre, Don Juan de la Cruz es asesinado en medio de una riña por motivos religiosos y políticos de la época. Aunque a su padre ya se le tiene como un mártir de su causa, la familia queda completamente desprotegida y la viuda, Doña Dolores Upegui, sin un solo centavo y preocupada por el futuro de sus hijos: Laura, Carmelita y Juan de la cruz, se ve obligada a salir de Jericó y dirigirse a la hacienda de su padre, Lucio Upegui, en el municipio de Amalfi.

Dolores aprovecha este tiempo para educar a sus hijos en el don de la piedad y la misericordia. Cada noche sin falta la familia se reúne para orar juntos el rosario, Laura se ve intrigada al escuchar cada día el nombre de un hombre desconocido por el cual se oraba con intenso fervor; cuando la niña pregunta a su madre si ese hombre por el que rezan pertenece a la familia su madre le responde: "Ese hombre es el asesino de tu padre, debemos orar por nuestros enemigos porque ellos nos acercan a Dios". Sin embargo, su estadía en aquella casa no duraría mucho. Incapaz de pedirle demasiado al abuelo Lucio, deja al cuidado de sus padres a Laura y Carmelita mientras que ella se lleva consigo al pequeño Juan de la Cruz.

Al referirse a sus recuerdos de infancia Laura siempre los pondrá como el periodo más difícil y triste de su vida. Huérfana de padre, se vio separada de su madre por la imposibilidad de ella de velar por su hija, además, su madre nunca fue una mujer muy cariñosa o cercana. Laura confesaría años más tarde al escribir sus memorias que su madre tenía su manera muy propia de expresarle cariño pero que no recordaba la hubiera abrazado alguna vez en toda su vida. Por el otro lado, su abuelo materno siempre demostró gran molestia ante su presencia por verla "morena y poco agraciada" mientras que su hermana, al ser mas pálida, de cabellos rubios y rasgos finos se llevaba todas las demostraciones de afecto. Laura terminaría sintiéndose una extraña indeseable y fea en el hogar que le tocó en sus primeros años. Su carácter, dulce y amistoso del principio cambio por uno más serio y retraído, cosa que ella luego agradecería ante Dios por sentir que de esta manera su apego hacia las criaturas no tuvo oportunidad de crecer.

En su niñez no se sintió en lo absoluto atraída hacia Dios o la religiosidad de su familia. Cumplía con los preceptos devocionales a los que era obligada a asistir y hasta se preparó para la primera comunión, pero para ella esos ritos no significaban casi nada. Su concepto de Dios era de algo lejano. El rechazo familiar la hizo una niña arisca y rebelde, a la que fue muy difícil llevar a la escuela y hacerla convivir con otros niños de su edad. Pero en la soledad de las montañas y los campos era otra, cuando jugaba en la soledad de los montes no se sentía sola ni atacada, era como su santuario y allí fue donde Dios le salió por primera vez al encuentro.

La Madre Laura en su juventud.
La Gracia "de las homigas".
Cuando tenía algo más de 8 años, mientras jugaba a las afueras de su casa como de costumbre, se fijó en un hormiguero y veía como las hormigas salían y entraban de aquel agujero. Ella se propuso en ayudarlas a llevar su carga de hojas hasta la entrada del hormiguero y mientras estaba en esto sintió como un rayo la atravesaba, haciéndola estremecer por completo hasta el punto de sentir que perdía la razón. Se levantó, miró el cielo y lo vio limpio y despejado con un sol brillante y ni una sola nube a la vista. Dice ella que fue en este preciso instante que reconoció a Dios como su verdadero y único padre. Empezó a gritar fuertemente llamando a Dios con alaridos y gemidos envueltos en lágrimas de alegría y de dolor por sentirlo tan cerca pero no poseerlo por completo. Fue la primera de varias experiencias místicas que la santa viviría. Después de ello su vivencia espiritual se vería del todo transformada. El solo deseo de la presencia de Dios la movía de forma sobrenatural en su interior, la quemaba por hacerlo conocer y amar, tanto que la empujaba a salir muy de madrugada, cuando aun nadie se había levantado, a lomo de mula hasta el pueblo más cercano y allí participar y comulgar en la primera misa del día.

Más tarde, cuando tendría unos 12 años de edad, mientras tendía la ropa en el tendedero de su casa sintió de nuevo que un rayo la atravesaba y la dejaba con un deseo inmenso de recibir a Cristo en el Santísimo Sacramento, un sentimiento tan grande que la dejo como electrizada y envuelta en lagrimas, revelándole así la grandeza de la presencia eucarística y postrándola como derrotada por el amor sobre un banco cercano. A estos fenómenos la santa llama "el golpe del hormiguero" y el "golpe del banco" respectivamente. De inmediato empieza a querer verse rodeada de confesores y directores espirituales para buscar en humildad el camino que Dios tenia trazado para ella.

Solo viviría unos cuantos años en la casa del abuelo Lucio, puesto que cuando su madre estuvo lo suficientemente estable regresó a por sus dos hijas mayores y se las llevó consigo. La Sra. Dolores las preparaba poco a poco enseñándolas a leer y escribir, más algunos otros conocimientos básicos hasta que tuvieron edad para ir a la escuela, cuando Laura tenía 11 años aproximadamente. La convivencia con su madre no duraría mucho. Afanada por las necesidades económicas, Dolores regresaría a trabajar en la finca de su padre y dejaría a Laura como interna en el colegio del Espíritu Santo en Medellín.

A pesar de su carencia de medios económicos, de aptitudes sociales y de ser despreciada por las niñas pudientes que compartían con ella las aulas de clase, Laura muestra aptitudes para el estudio y la directora del colegio, la Sra. Rosalía Restrepo, junto a otros amigos cercanos ven en ella un muy buen prospecto de maestra. Laura ve todo aquello con buenos ojos pues solo piensa en poder colaborarle a su madre con los gastos y deudas, aunque su corazón ya se ha visto atraído por la idea de entrar al Carmelo, después de saber la noticia de la muerte de una de las religiosas del convento carmelita en Medellín.

Juventud.
A los 16 años termina sus estudios básicos y se propone a convertirse en una maestra de escuela para ayudar a su familia. Durante aquel tiempo tiene que también esquivar continuamente a varios pretendientes que se ven atraídos por sus bellas facciones y ojos encendidos. Ella ya hace tiempo ha escogido a Cristo como Esposo para toda la vida y por consejo de su confesor empieza a usar gafas oscuras para esconder sus atributos de los hombres, cosa que solo causa el rechazo de las otras señoritas de la ciudad que la piensan en extremo presumida como para esconder sus ojos de los demás.

Después de una corta estadía con su madre se traslada de nuevo a Medellín para estudiar en la Normal de Institutoras y convertirse así en maestra. Pasa a vivir con su tía, la hoy Sierva de Dios, María de Jesús Upegui, mujer muy estricta y de profunda piedad que era responsable de un asilo para enfermos mentales en el que vivía y en donde Laura se vería obligada a trabajar para ayudar con su mantenimiento. Años más tarde la tía María de Jesús fundaría también una congregación religiosa: Las Siervas del Santísimo y de la Caridad, hoy presentes en nueve países. Laura tendría entonces que trabajar en el manicomio, atendiendo a cada uno de los enfermos junto a los demás trabajadores cuando su tía se ausentaba y además encontrar tiempo para cumplir con sus deberes académicos, esto hasta que tuvo la oportunidad de mudarse a la Normal y terminar allí sus estudios.

Laura como maestra.
Después de tres años (1891-1893) Laura consigue su título de maestra y es designada para enseñar en el pueblo cerca a la finca de su abuelo, Amalfi. De inmediato brilla por sus aptitudes para la enseñanza y para infundir el deseo de una vida más piadosa en las personas. Tanto, que hizo que nacieran envidias contra ella y se levantaran calumnias en su contra que terminaron sacándola de allí, eso sí, no sin dejar una estela de almas convertidas y mas temerosas de Dios. Luego, desde 1895 a 1907 fue enviada a otros institutos en Fredonia, Santo Domingo, La Ceja, Marinilla y de regreso a Medellín.

En esta última ciudad su prima, Leonor Echevarría funda el Colegio de la Inmaculada y la invita a ella para que la ayude a dirigir el instituto. Juntas logran hacer de aquel establecimiento uno de los mas respetados en toda la ciudad por el espíritu de piedad y moralidad que allí se respira. Las familias más importantes envían a todas sus hijas e estudiar allí y el colegio no para de crecer mientras era recomendado por las autoridades eclesiásticas de Medellín. Con todo y el éxito que juntas tenían, Laura, que ya había profesado votos de pobreza, castidad y obediencia ante su confesor, no se siente satisfecha pues continuamente piensa en el claustro carmelitano. Pero Mons. Joaquín Pardo, arzobispo de Medellín y amigo de la obra de la santa la compele a abandonar los deseos de la clausura, cosa que ella obedece exteriormente. Durante esta misma época llega las manos de Laura la biografía de un nuevo santo, San Benito José Labre (16 de abril). Este santo mendigo francés la deja profundamente enfervorecida y conmovida, hasta el punto de, si lo del claustro carmelitano no se daba, desear abrazar ella misma la vida de mendiga por amor a Cristo.

El colegio parecía prosperar cada vez más, aun después del fallecimiento de su prima Leonor, quien le había entregado el colegio por completo antes de morir, pero la desconfianza de Laura por las glorias del mundo, que le eran tan efímeras, no la dejan bajar la guardia. Un día el demonio mismo se presenta ante ella en forma de un perro negro gigante, con ojos de fuego y cuernos largos advirtiéndole que la va a destruir a ella y al colegio pues se siente ofendido por la cantidad de almas que Laura ha logrado arrebatarle en todo aquel tiempo. La santa lejos de tener miedo le reprende y lo golpea hasta someterlo en el suelo, pero las amenazas se cumplen y poco tiempo después el colegio, y de manera especial la persona de Laura Montoya, se ven fulminados con un sin fin de acusaciones y calumnias que terminan por lograr el cierre del colegio y que Laura salga en medio de burlas, insultos y humillaciones de la ciudad.

Algún tiempo después y con la ayuda de amigos de gran influencia en la alta sociedad, Laura lograría defenderse de las calumnias y limpiar su buen nombre en aquella ciudad mediante una carta abierta dirigida a toda la ciudad, pero ya no volvería abrir el colegio y se propondría a huir con esmero del reconocimiento de los del mundo, eso sí, perdonando cualquier ofensa que recibiera en el pasado. Es durante esta misma época que también atraviesa un periodo de profunda sequedad espiritual. Ya ni las fuertes penitencias con que antes se castigaba le emocionan o atraen hacia la piedad, se siente más como una mundana que camina en un mundo al que no pertenece y al que ha dicho adiós para siempre.




Vocación Misionera.
En 1907 Laura recibe las primeras noticias de comunidades indígenas que moraban a los alrededores del rio Norosi, tributario del Magdalena, y cuando aún era rectora de la Inmaculada en Medellín, hace su primera excursión a la selva, acompañada de varios hombres y algunas mujeres jóvenes. Allí se da su primer encuentro con los indios y en su interior un fuego nuevo se enciende. Su corazón se dividiría en dos, entre el claustro y la selva y aun después de los trágicos sucesos del colegio y de su humillación pública, no logra desterrar de su corazón ninguno de esos dos proyectos hasta que después de conocer nuevas noticias sobre la lamentable situación en que se encontraban muchas de estas comunidades se da cuenta que aunque del Carmelo desea una celda para consumirse toda en el amor de Dios, nunca podría ser feliz allí sabiendo de sus "hijos" que sin Dios, morían solos e ignorados en las selvas. Y lo pone en estas palabras a su confesor: "Mi llaga son los indios americanos. Me siento madre de todos ellos. Me duelen por olvidados, por su indigencia de todo, por su recelosa hurañía, porque en sus cuevas y guaridas vegetan y mueren lejos de Dios, teniéndolo tan cerca."

Su director espiritual sin embargo no lo ve con buenos ojos, le dice que ese trabajo es de hombres y le plantea más bien ayudarle a que se construya en su casa una ermita para vivir a imitación de Santa Rosa de Lima (23 y 30 de agosto). Pero ella nunca llega a convencerse de aquella vía de perfección que le proponía su director espiritual. Laura entonces empieza a reunir recursos y piensa en reclutar mujeres que la quieran acompañar en su misión. Pero su director no es el único en el clero de Medellín que no ve con buenos ojos los deseos de Laura por considerar "peligroso para la moral" que un puñado de mujeres solteras partieran al monte a convivir con los indios, con su desnudez y "su falta de conciencia".

Es así que empieza a recibir negativas de varios prelados, obispos y sacerdotes y se ve obligada a plantearse un viaje a Roma, para pedirle al papa San Pio X (21 de agosto) que se acuerde de los pobres indígenas que morían en medio de la indigencia, vagando sin rumbo en las montañas, después de ser expulsados de sus tierras por los colonos y que enviara la mas pronta ayuda. Pero, considerando mejor como ese poco dinero que tenia para el viaje a Roma lo podría utilizar para llevarles provisiones a sus hijos en la selva, corre a la catedral y se arrodilla ante la imagen de la Inmaculada Concepción y le pide a ella, en todo su madre, que lleve su angustia por los indígenas a la recamara del sumo pontífice, y que ese día, cuando el Santo Padre descansara su cabeza en la almohada se acordara de los indios americanos. No se va sin dejar una última súplica ante la virgen: "Los indios están huérfanos y me parten el alma. ¿No querrás ser su madre? ¡Yo llevare tu nombre entre ellos y te serviré hasta de rueda de carro que te lleve a sus corazones. Ábreme sus caminos y reinaras en ellos!"

Madre y Fundadora.
Decidido ya cancelar su viaje a Roma, deja el asunto en manos de la virgen inmaculada, a quien desde ya pone como patrona de su obra. Y he aquí que unos meses más tarde, el 12 de junio de 1912, Pío X publicaba la encíclica "Lacrimabili Statu Indorum", la cual exhortaba a los prelados del continente americano a hacer lo posible por remediar el terrible estado de las comunidades indígenas. Ya con este respaldo desde Roma y después de hacer pequeñas excursiones a la selva que siempre la dejaban con el corazón roto por no poderse quedar entre ellos, Laura parte del todo a la misión, con el permiso y bendición de Mons. Maximiliano Crespo, responsable del terreno de la diócesis donde comenzaría.

El 7 de mayo de 1914 sale la caravana a lomo de mulas, encabezada por Laura Montoya, ya casi de 40 años, seguida por su madre, Dolores (quien más tarde sería una de las primeras religiosas de la comunidad y moriría vistiendo el habito de la congregación y refiriéndose a su hija como "madre"), el sacerdote Lubin Gómez y 5 señoritas más, quienes después de pasar por una rigurosa entrevista por parte de Laura, se convierten así en las primeras integrantes de la nueva comunidad. Después de varios días de camino, llegan a la pequeña población de Dabeiba, verdadera cuna de su obra, la más cercana a alguna tribu indígena en kilómetros. Los primeros meses son difíciles pues los habitantes de aquella población las quieren muy lejos y los indígenas están muy temerosos y desconfiados como para acercarse. Pero poco a poco "las catequistas" como primero se hacen llamar, armadas de regalos y de ternura los hacen acercarse y con mucha paciencia van sembrando las primeras semillas de educación y fe en aquellas pobres almas, almas que se alegraban al saber que tenían alma pues hasta ahora la noción de esa pertenencia se les había sido negada por los "otros blancos".

Providencialmente uno de los primeros amores de los indios, e introductora a estos de la religión, es la Santísima Virgen María, representada en un cuadro que llevaban consigo las misioneras. Los indios se presentaban ante la choza de las catequistas con flores para "Maria mare mia" como ellos la llamaban. Varios años mas tarde, cuando los primeros misioneros protestantes llegaron a los terrenos indígenas en la región, espantaban a los indígenas al prohibirles el culto a la madre de Jesús, pues ellos ya no concebían el cristianismo sin su "María mare mia".

Cuando la obra se hacía cada vez más grande y las responsabilidades y trabajos también crecían, ya Laura no pudo escapar mas a la idea que desde hace años su amigo, el obispo Crespo y otros sacerdotes le proponían, levantar canónicamente una congregación religiosa. Así es que Laura escribe las primeras constituciones y nace la congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena. Esta ultima por que el obispo Crespo encontró parecido el espíritu de la nueva comunidad al de la santa de Siena. Tendrían que pasar 39 años para que Roma aprobara oficialmente la comunidad, y 4 después de la muerte de la fundadora. Desde aquel momento todas pasan a llamarse hermanas y adoptar un nombre religioso, para Laura reservan el apelativo de madre y ella decide conservar su nombre y agregarle también el de Santa Catalina de Siena.

No todos, en especial dentro de la Iglesia, entendieron la obra de la madre Laura, ciertamente el ambiente de la época junto a algunas envidias, llevaron a que varios prelados se levantaran en contra de la naciente congregación y especial contra la figura de la fundadora. Entre estos estaban los padres carmelitas, quienes al llegar a Colombia en 1911, pretendían hacerse cargo de la obra de los indios y encontrar a una mujer "con ínfulas de religiosa" haciéndose cargo del asunto no les cayó nada bien. Más tarde, cuando las asperezas con los carmelitas pasaron serian los padres eudistas y el obispo, hoy Venerable Miguel Ángel Builes, quienes arremeterían contra ella. Aun con todo esto, de entre los carmelitas surgió el padre Elías del Santísimo Sacramento que fue uno de los pocos que entrevistó en persona a Laura, examino su espíritu y encontró la voluntad de Dios en sus obras. Por supuesto, la madre Laura no cosechó en toda su vida ni un solo enemigo, a las acusaciones que contra ella se levantaban respondía con claridad y practicando encarecidamente la humildad, siempre velando por el bien y el futuro de la obra, reconociendo en ella misma un mero instrumento, algo de lo que Dios se servía para establecer su reinado entre los indígenas.

Durante casi 26 años Laura Montoya estuvo recorriendo las montañas y selvas del noroccidente colombiano, algunas veces a pie, otras a lomo de mula y otras en canoa, surcando los ríos más caudalosos, otras veces obligada a dormir sobre el suelo de la selva, a merced del clima, de las serpientes y demás animales salvajes, todo por la ansia intensa de calmar su sed, y la sed de Cristo por aquellas almas perdidas y solas en medio de las montañas.

En el escapulario de su habito pone la palabra SITIO (tengo sed en latín) que vendría a ser la inspiración de su obra. En la sed de Cristo crucificado, su llaga, su maternidad espiritual de los indios americanos llegaría a su plenitud. En su hombro derecho lleva cosida una imagen de la inmaculada, que iba a su lado como una compañera mas de misión, primer faro de auxilio en medio de las dificultades y verdadera reina y madre de las "ambulancias". Así le llamo ella a los pequeños puestos de misión que iba fundando en cada comunidad indígena y afro descendiente que encontraba y en la cual dejaba religiosas listas para servir, educar y trabajar en aquellas tribus. En cada uno de estos lugares abundan por montones testimonios e historias de milagros y curaciones obradas por la sola presencia de la madre Laura, quien veía todos estos prodigios como los hechos más comunes y corrientes. También historias conmovedoras como la de un indígena que bañado en llanto se lanzó a abrazarla al entender que Cristo había pagado con su muerte todos sus pecados, Laura supo en ese momento que aquella inocente alma entendía mejor que cualquier otro cristiano de ciudad lo inmenso e incomparable del amor de Dios.

Sepulcro de la Madre Laura.
Fue en el transcurso de su obra misional que su obra literaria nació y empezó a crecer a la luz de su robusta espiritualidad. La madre Laura escribió 814 cartas y más de 25 libros, entre ellos su autobiografía, un compendio de más de 1000 páginas escrita por mandato de su confesor donde expresa con su puño y letra la "historia de las misericordias de Dios en un alma" como ella lo llamó y catecismos traducidos a algunos dialectos indígenas. Académicos actuales que se han acercado a sus escritos destacan de manera especial un destello místico, como chispazos o ráfagas de luz que recuerdan de manera inmediata a otros santos escritores como Santa Teresa de Jesús (15 de octubre, 26 de agosto, La Trasverberación, y 13 de julio, la Traslación) o la misma Santa Catalina de Siena (29 de abril y 1 de abril, La Impresión de las Llagas). Es tanto el asombro que han causado sus obras que poco después de su canonización se empezó el proceso en Roma para lograr que un día sea reconocida como Doctora de la Iglesia.

Al cielo.
Al acercarse al final de su vida Laura se asienta en Medellín, donde decide erigir la Casa Madre de su congregación, junto al noviciado de esta. En la mitad de ambas estructuras levanta el "templo de la luz", un santuario donde ella desea dar gloria y solemnidad al Santísimo Sacramento como no puede recibirlo en las capillas de las ambulancias que ha fundado en las selvas por la humildad y falta de recursos. Es en la casa del noviciado donde transcurrirán los últimos 9 años de su vida, confinada a una silla de ruedas después de sufrir una terrible parálisis y donde empieza a sufrir los dolores por el inicio de la linfagitis que haría que su cuerpo se hinchara hasta el punto de casi imposibilitarse moverse por sí sola y causándole grandes dolores físicos. Este último periodo de su vida lo dedica a imprimir el carisma de su obra en las jóvenes novicias, a continuar su correspondencia y dejar algunos folletos nutridos en espiritualidad para aliviar las sequedades de sus hijas que estaban en campo de misión, y de manera encendida a la adoración del Santísimo Sacramento.

Después de ofrecer al Señor una larga y penosa agonía y de recibir de su confesor el permiso para morirse, la madre Laura de Santa Catalina de Siena entrega su alma a Dios el 21 de octubre de 1949, a los 75 años de edad. Toda Medellín se mueve a sus funerales y sus hijas ya ven en ella una segura intercesora. Pero el proceso para su santificación no inicia si no hasta 1963. En 1991 son reconocidas sus virtudes heroicas, después de verificarse un primer milagro por su intercesión es beatificada por el papa San Juan Pablo II (22 de octubre) el 25 de abril de 2004, y después de comprobarse un segundo milagro es canonizada por el Papa Francisco el 12 de mayo de 2013. A la ceremonia acuden más de 3000 colombianos para ver elevada a los altares a su primer compatriota, entre ellos sus hijas misioneras, ya esparcidas por 21 países.


Fuentes:
-"Historia de las misericordias de Dios en un alma" (autobiografía de Santa Laura Montoya Upegui), Congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, quinta edición, Medellín, 2013.
-"Beata Laura Montoya, mujer intrépida". Manuel Díaz Álvarez, editorial San Pablo, Bogotá, 2004.


A 21 de octubre además se celebra a
Santa Dorotea de Colonia, virgen y mártir.
San Walfroy de Trier, estilita.

Santa Celina de Laon, viuda.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Algo sobre "...una imagen muy perfecta".

El Señor de la Salud de Tabasco. 22 de septiembre.

La imagen de un hermoso Cristo de tez blanca que actualmente es venerado bajo el título de "Señor de la Salud" en el templo de Santa Teresa la Nueva, en la ciudad de México, es una imagen que originalmente perteneció y tuvo gran devoción en la catedral del Señor de Esquipulas en la ciudad de San Juan Bautista (actual Villahermosa), Tabasco, en el sureste mexicano.

En 1767 el obispo de Yucatán don Diego de Peredo y Navarrete realiza a la ciudad de San Juan Bautista de Tabasco una visita. Traía consigo una réplica del Santo Cristo de Esquipulas venerado en Guatemala, la cual obsequió al padre Francisco Barrera, quien con algunas familias funda una capilla para dicha imagen. Posteriormente se convertirá en el barrio de Esquipulas y dará nombre a la loma donde, el 15 de enero de 1776, se inaugura definitivamente el templo del Señor de Esquipulas.

Es en este templo del Señor de Esquipulas donde se albergara primeramente la imagen del Señor de la Salud sin embargo se desconoce con certeza cuál es el origen de la imagen del Cristo de la Salud o que fue lo que llevó a darle este título. Incluso las referencias más antiguas que hablan sobre el Señor de la Salud del templo de Esquipulas de la ciudad de san Juan Bautista son del siglo XIX; es así que en 1831 un viajero anónimo dejo un relato acerca de su paso por la ciudad de san Juan Bautista y su visita al templo de Esquipulas: "En el altar mayor está un crucificado, a quien se celebra bajo la advocación del Señor de Esquipulas… Pregunté a uno de los sacristanes porqué es de este color (negro) aquella imagen, y me respondió que porque así es el primitivo Señor de Esquipulas que se celebra en Centro América… En el costado izquierdo del templo vi otro crucificado que llaman Señor de la Salud; me pareció una imagen muy perfecta, y en esta no había la anomalía del color que nutren la otra. En un altar vi a san Juan Bautista, patrón de esta ciudad, y no era inferior en escultura a los dos crucificados".

Las fiestas que se celebraban a lo largo del año en el templo del Señor de Esquipulas era la primera el 15 de enero, celebrando al patrón de Esquipulas, la segunda era el segundo domingo de febrero cuando se festejaba al Señor de la Salud. El 19 de marzo se celebraba a San José de la Montaña de quien las referencias históricas mencionan era una de las imágenes más veneradas y más llenas de milagros en el templo, contando con su propia Cofradía. El 25 de marzo se celebraba a Santa María de la Victoria, imagen que Cortés dejó en Centla a los indios a manera de acción de gracias a la Virgen, pues creía que gracias a su intercesión fue ganada la batalla de Centla el 25 de marzo de 1519. El 24 de junio se celebraba a San Juan Bautista, patrón de la ciudad, y el 22 de septiembre, Octava de la Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre) se conmemoraba una segunda fiesta en honor a la imagen del Señor de la Salud.

Debido a los diversos avatares de la historia que sufrió la ciudad de San Juan Bautista, actual Villahermosa, mucha documentación se perdió, así como el recuerdo del origen hasta ahora desconocido de la imagen del Señor de la Salud.

Es hacia 1923 cuando Tomás Garrido Canabal llega a la gubernatura del estado de Tabasco, poniendo su régimen anticlerical al máximo esplendor. En 1924 para apoyo a su campaña "desfanatizadora" crea el grupo de jóvenes "los camisas rojas" quienes se encargaban de revisar de casa en casa para decomisar las imágenes religiosas que encontraran y quemarlas en la plaza pública, y lo mismo hacían en los templos. En 1925 después de haber logrado que el obispo de Tabasco Pascual Díaz Barreto huyera de la entidad, Tomás Garrido tiene la idea de crear en Tabasco una iglesia católica mexicana a semejanza de la que en la ciudad de México a instancia del gobierno y del patriarca Joaquín Pérez Budar se había implementado en el templo de la Soledad. Para esto Garrido le ofrece el cargo de "obispo rojo" al párroco de la catedral del Señor de Esquipulas, el sacerdote Manuel González Punaro, quien rechazó la oferta y decidió huir del estado como otrora lo hiciera el Obispo de Tabasco. Es precisamente el padre González Punaro quien se encarga de llevarse consigo la imagen del Señor de la Salud que era venerada en la catedral de Esquipulas. Ignoramos como lo habrá podido transportar a escondidas para que los garridistas no se lo quitaran y lo quemaran, posiblemente el padre le haya hecho cortar los brazos para poder transportarle más fácilmente, sin embargo esta es solo una hipótesis.

El padre Manuel Gónzalez Punaro viaja a la ciudad de México y durante este tiempo la imagen del Santo Cristo estuvo bajo su resguardo, quien al ser nombrado en 1930 capellán del templo de santa Teresa la Nueva en la ciudad de México lleva consigo la imagen del Señor de la Salud y le pone a veneración, logrando rápidamente la devoción de los fieles. Existe en el mismo templo un libro de favores del Señor de la Salud firmado por el padre Punaro que inicia con los milagros hechos por el Señor de la Salud en 1930. 

Uno de estos milagros que se narra, quizás uno de los más sorprendentes, es de un joven que llega a dar gracias al Cristo de la Salud ya que cuando su madre estaba embarazada de él los médicos la desahuciaron y decían era inminente que fallecieran tanto la madre como el hijo o alguno de los dos. La suegra de la mujer se acordó en ese momento de invocar al Señor de la Salud del templo de santa Teresa y al poco tiempo su nuera pudo dar a luz sin más complicaciones. De ese modo el hijo que había nacido por ese milagro daba gracias al Señor de la Salud, haciéndolo patente el relato de su puño y letra. Así como este se narran diversos favores y milagros obrados al invocar al Señor de la Salud de Santa Teresa la Nueva.


Rostro del Santo Cristo.
En el protomonasterio de Santa Clara de Asís de la ciudad de México se conserva un cuadro de gran formato con una fotografía a blanco y negro del Señor de la Salud, que fue obsequiado por un médico benefactor del convento, según las religiosas dicen, y que era muy devoto del Señor de la Salud y había hecho promesa de regalar un cuadro suyo al monasterio. En esta fotografía de los años 40 se logra apreciar al Cristo de cuerpo entero y se puede ver el cendal y el sudario que la imagen lleva, llenos de milagros y ex votos metálicos en acción de gracias por los favores concedidos, lo que nos habla de que su devoción creció rápidamente. De la misma manera al pie de la imagen se puede leer claramente el nombre "Señor de la Salud de Tabasco venerado en el templo de santa Teresa la Nueva" con lo cual no queda más duda de que la imagen que hasta la actualidad se venera en el templo de santa Teresa es aquella de la cual hablan las crónicas decimonónicas era venerada en la catedral del Señor de Esquipulas de la actual ciudad de Villahermosa, Tabasco.

El título de "Señor de la Salud" en Tabasco es muy recurrido en varias imágenes de Cristo, de esta forma existen varias imágenes llamadas de esta forma y que son veneradas hasta la actualidad, las de mayor trascendencia con este título que aún se conservan corresponden al Señor de la Salud de Jonuta, Tabasco y al Señor de la Salud de Mecatepec, Huimanguillo, Tabasco.

Cabe destacar que sobre esta imagen del Señor de la Salud de Santa Teresa la Nueva, en Tabasco no se tenía idea de su paradero, incluso se creía haber sido destruida por Garrido cuando las imágenes del interior de la catedral fueron quemadas y destrozadas, por lo que saber que aún existe y conserva es un gran descubrimiento y alegría para los fieles de Tabasco que ya habían olvidado en el recuerdo al milagroso Señor de la Salud de la catedral de Esquipulas.

Lic. André Efrén Ordóñez Capetillo.


A 22 de septiembre además se celebra a: 

San Florencio de
Angers, eremita
.
San Emmeran,
obispo mártir
San Mauricio
y la Legión Tebana
.





viernes, 21 de septiembre de 2018

"No es el sexo, sino el valor lo que hace fuerte".

Santa Débora, juez y profetisa. 21 de septiembre, 11 y 14 de diciembre (Iglesias Orientales).


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La Escritura habla poco de Débora, pero lo suficiente para que salte a la vista el hecho de ver a una mujer como juez del pueblo de Dios. Los Jueces ejercían un liderazgo moral, político y religioso. En tiempos en que aún Israel aun no tenía reyes los Jueces eran, junto a los profetas, la voz de Dios y por Él se les consideraba elegidos. No eran gobernantes propiamente dicho y ninguno pretendió ser superior a los demás. Los Jueces fueron Otoniel, Aod, Samgar, Gedeón, Abimelec, Tola, Jaír, Jefté, Ibzán, Elón, Abdón, Sansón, Samuel y nuestra Débora.

La principal acción de Débora, quien dictaba sentencia bajo una palmera entre Rama y Betel, en favor de Israel fue animar al general Barac a lanzar las tropas israelitas sobre el cananeo Sísara. Le profetizó que vencerían, aunque él no vería el triunfo. Efectivamente, Israel vencería, pero quien mataría a Sísara sería Jael, mujer del cananeo Héber. Al ocurrir la victoria, Débora habría entonado un cántico a Dios.

Y poco más podemos decir de su biografía. Pero aún así, su figura ha sido evocada por numerosos padres de la Iglesia y santos han mirado a Débora como prefiguración de la Iglesia, de la Santísima Virgen, puesta como ejemplo para las mujeres, o comparada con el alma cristiana imbuida de Dios:




"Y así, de acuerdo con la historia, para que las mentes de las mujeres pudieran asentarse, una mujer se convirtió en una juez, una mujer que puso todo en orden; una mujer que profetizó; una mujer que triunfó; y que se unió a la batalla, enseñó a los hombres a la guerra bajo el consejo de una mujer. Pero en un misterio, es la batalla de la fe y la victoria de la Iglesia". San Ambrosio.
"Y creo que su judicatura ha sido narrada y sus hechos descritos, que las mujeres no deben ser restringidas de actos de valor por la debilidad de su sexo. Una viuda, gobierna al pueblo; una viuda, dirige ejércitos; una viuda, elige generales; una viuda, determina guerras y ordena triunfos. Por lo tanto, no es la naturaleza la que causa la debilidad. No es el sexo, sino el valor lo que hace fuerte". San Jerónimo.
"Nada es más poderoso que una mujer piadosa y sensible para poner a un hombre en orden y moldear su alma como ella quiera. Porque no soportará a los amigos, ni a los maestros, ni a los gobernantes, como lo hará con su pareja aconsejándole y aconsejándole, pues el consejo lleva consigo incluso cierto placer, porque la que da el consejo es muy amada. Podría hablar de muchos hombres duros y desobedientes que han sido ablandados de esta manera. (…) Una mujer destruyó Absalón, una mujer destruyó Amnón, una mujer rescató a Nabal de la matanza. Las mujeres han preservado naciones enteras, pues Débora y Judit exhibieron éxitos dignos de los hombres; así también lo hacen otras diez mil mujeres". San Juan Crisóstomo.

Y, además, tenemos el detalle poco conocido de que Santa Teresa de Jesús (15 de octubre; 26 de agosto, la Trasverberación; 13 de julio, Traslación de las reliquias) es llamada "la Nueva Débora" por el papa Gregorio XV en la Bula de Canonización. Este "piropo" daría pie a una iconografía particular que San Enrique de Ossó (27 de enero) promovería para la Institución Teresiana. Pero habría que dejarlo para otro artículo.

A 21 de septiembre además se celebra a:


Beato José Vila Barri,
presbítero HSF y mártir
Santa Efigenia,
virgen carmelita.
San Cuadrato de Atenas,
obispo y mártir
.



viernes, 13 de julio de 2018

La Traslación de Santa Teresa de Jesús.

La Traslación de Santa Teresa de Jesús. 13 de julio.


Muerte de la Santa Madre.

La Santa Madre Teresa de Jesús (15 de octubre, 13 de julio y 26 de agosto, la Trasverberación) entró al cielo el 4 de octubre de 1582, el mismo día en que sabemos entró en vigor la reforma del calendario, que se hizo eliminado algunos días sobrantes, por lo cual fue enterrada al día siguiente, ya 15 de octubre. Fue sepultada donde mismo falleció, en el convento de Alba de Tormes. Con vistas a que su cuerpo no fuera movido, se puso encima del féretro una gran cantidad de maderas y piedras. Sin embargo, antes de cumplirse un año de la sepultura, la santa fue desenterrada, comprobándose su incorrupción. El Siervo de Dios Jeronimo Gracián le cortó una mano para darla a las carmelitas de San José de Ávila, que nada de reliquias (corporales) de la santa tenían. Para él mismo se reservó el dedo meñique.

En 1585 los carmelitas sacaron el cuerpo de la santa a escondidas el 25 de noviembre de 1585, llevándolo a Ávila, pero dejando el brazo en Alba, para consuelo de las monjas. Sin embargo, al saberlo los Duques de Alba montaron en cólera y entablaron un pleito, que llegó ante el papa Sixto V, quien ordenó el cuerpo fuera devuelto a Alba de Tormes sin dilación ni apelaciones. Y así se hizo, se le volvió a enterrar.

Fue beatificada Santa Teresa el 24 de abril de 1614, con lo cual quedaba autorizado el culto público de sus reliquias. En 1615 siendo General Fr. José de Jesús María se procedió a la edificación de una capilla especial para contener el precioso tesoro del cuerpo de la santa, para el cual preparó un sepulcro de alabastro. La capilla se edificó con acceso desde la iglesia conventual y desde el coro de las monjas. El 13 de julio de 1616 se celebró con mucha solemnidad la traslación del cuerpo al nuevo sepulcro, con asistencia numerosas autoridades civiles y religiosas, y por supuesto, una muchedumbre de fieles. En 1670 se comenzó la ampliación de la iglesia, debido a la cantidad de peregrinos que visitaban a la Santa, ya canonizada desde 1622. Ese mismo año, del 13 al 15 de octubre, se hizo un reconocimiento de las reliquias, en presencia del rey Fernando VI. En 1680 se inauguraría la nueva y actual iglesia.


Sepulcro de Santa Teresa.
Como para prever la extracción de más reliquias, nueve llaves guardan el sepulcro de la Santa, aunque eso no ha implicado que otras reliquias suyas, siempre con la debida autorización hayan sido extraídas: El corazón en Alba, una mano en Lisboa, un dedo en París o un pie y parte de la mandíbula en Roma.

No querría terminar esta reseña sin hablar de un importante hecho relacionado con las reliquias de la santa: En 1914, con motivo de la celebración de los 300 años de la beatificación de la Santa se procedió una celebración de una solemne novena de la Trasverberación en Alba de Tormes y, providencialmente, se pudieron venerar públicamente y fotografiar las reliquias. Podéis leer en este artículo exhaustivamente sobre este suceso, pues solo lo reseñaré brevemente: He aquí que en medio del sermón, el P. Salvador de la Madre de Dios dijo que habían abierto en privado el sepulcro de la santa para reconocer y ver las reliquias. Esto produjo malestar entre los de Alba, pues les pareció se habría hecho en secreto e inmediatamente corrió el rumor en la ciudad de que los frailes querían llevarse a la santa y hubo un motín popular que solo se pudo aplacar luego de horas de exaltación. Para calmar a los devotos, se permitió la exposición y veneración pública de las reliquias, siendo que el permiso otorgado por el papa de abrir el sepulcro solo atañía al General de la Orden. De estos hechos dieron algunos testimonios los periódicos españoles:
"El escándalo duró bastante tiempo, hasta las once de la noche, en que los concejales, juez de Instrucción, párroco y otras personalidades, les hablaron y convencieron. Sin embargo, durante toda la noche no ha faltado público vigilando los conventos. Esta mañana se reprodujeron los sucesos de anoche y se ha formado una comisión compuesta de personas de prestigio de la localidad y pertenecientes a todas las clases para que, representando al pueblo y en unión de las autoridades y padres, busquen una solución al conflicto.
A la hora en que escribo, ocho de la noche, la población está tranquila; pues parece que aquellos señores que forman la comisión, como la generalidad de las personas sensatas, están convencidas de que tales rumores son inexactos, y han llegado a tomar ciertos acuerdos que se llevarán a efecto en breve, y con lo cual, el resto del pueblo quedará satisfecho viendo por sí mismo la inexactitud de todo cuanto se ha hablado en estos días, pues seguramente estos señores conseguirán autorización nuevamente para volver a abrir el sepulcro de la Santa. Si así ocurriera tendría al corriente de ello a los lectores.
(…) esta mañana, a las nueve, procedióse a la apertura de la urna que guarda las sagradas reliquias, ante los señores Delegado del padre general, padre Elías de San Ambrosio; padre Balbino del Carmen; padre Miguel de la Santa Familia, padre Salvador de la Madre de Dios, padre Lino de San José; párroco, señor Monzón; alcalde, don Alejandro Camino; juez de Instrucción, señor Hernández Carrascosa, y capitán de la guardia civil, señor Blanco.
Mano incorrupta de la Santa.
Las sagradas reliquias se expusieron a la veneración de los fieles, hasta las cuatro de la tarde, desfilando por la iglesia millares de personas, con gran devoción y recogimiento. Testigos presenciales afirman que los restos mortales de Santa Teresa hállanse en perfecto estado de conservación, y que la cabeza dejaba adivinar las facciones de la Santa, admirándose el pelo muy bien. El pie derecho parece de una persona muerta hace pocas horas.
El cuerpo santo hállase cubierto de un paño de brocado, blanco, cubierto de flores y encerrado en magnífica urna de plata repujada, revestida en su interior de terciopelo rojo. Al abrir el sepulcro que contiene las reliquias, hállase dentro de aquél un tubo de zinc que contenía los breves de beatficación y canonización de la Santa, otro del Papa Sixto V, mandando devolver a Alba de Tormes el cuerpo de Santa Teresa y un acta de la última vez que el sepulcro se abrió, en 1760, en presencia del Rey don Fernando VI". (El Adelanto. 29-08-1914)

La memoria de la Traslación de la Santa Madre se celebraba al menos en Alba y algunas iglesias de la Orden, aunque siempre como memoria. Curiosamente, se conserva en la comarca de Valle del Tiétar, donde celebran a Santa Teresa a 13 de julio.

Y además podéis leer de: 
De la Invención y Traslación de reliquias en la Iglesia.
La Invención de las reliquias de San Esteban.
La Invención de Santiago Apóstol.
La Traslación de Santiago Apóstol.
La Traslación de San Gregorio Nacianceno.
La Traslación de San Juan de Mata.
La Traslación de San Phantalo.
La Traslación de los Reyes Magos.
La Traslación de Santa Juana de Lestonnac.
La Traslación de Santo Tomás de Aquino.
La Traslación de Santa Isabel de Hungría.
La Traslación de Santo Domingo de Guzmán.
La Traslación de San Juan de la Cruz.
-"Hstoria del Carmen Descalzo". Tomo VII. P. SILVERIO DE SANTA TERESA. Burgos, 1937.
-https://www.entreeltormesybutarque.es

A 13 de julio además se celebra a:
Santa Sara,
abadesa carmelita.
Ss. Maura y Brígida,
vírgenes y mártires.
San Thuriau, obispo.
La Defensión de
Santa Trófima.
San Anacleto, papa.







lunes, 21 de mayo de 2018

La Traslación de San Juan de la Cruz.

La Traslación de San Juan de la Cruz, Padre Nuestro. 21 de mayo.


Muerte del Santo Padre.
Nuestro Padre murió en Úbeda, la noche del 13 al 14 de diciembre de 1591, luego de incontables dolores y desprecios de varios de sus hijos. Fue sepultado allí mismo, pero por poco tiempo. El Oídor del rey, Luis de Mercado y su hermana, Ana de Peñalosa (amiga y dirigida del santo) reclamaron el cuerpo para que fuera sepultado en Segovia, el convento edificado por el santo y donde el mismo santo había profetizado al ser trasladado, que Doña Ana "procuraría su regreso". El General, Nicolás Doria, había consentido y convenido con ellos que, donde quiera que muriese el santo, sería trasladado a Segovia.

En septiembre de 1592, con mucho sigilo (para que no lo supieran los frailes y el pueblo) el prior y dos frailes junto a Juan de Medina Ceballos, un alguacil comisionado por Luis de Mercado para el asunto, desenterraron al santo. El cuerpo se hallaba fresco aún, aunque casi hacía un año de su tránsito. Se constató que olía bien, emanaba algún tipo de óleo y que la llaga de su pierna manaba hilillos de agua sanguinolenta aún. Viendo que en este estado era imposible llevárselo ocultamente, pues no se atrevían a desmembrarlo, decidieron enterrarlo de nuevo, aunque poniéndole cal viva para que se consumiese pronto la carne y quedara el hueso pelado. Antes, y para consolar a Doña Ana con una reliquia, le arrancaron el dedo índice de la mano derecha al santo. Y he aquí que del corte manó sangre abundante, que fue recogida en paños.

Medio año esperaron para volver a desenterrar al santo para llevárselo a Segovia. En abril de 1593. Igualmente de noche y en secreto, el cuerpo volvió a ser desenterrado y he aquí que hallaron que la cal no había dañado nada al cuerpo del santo, que seguía emanando aquel óleo. Esta vez no decidieron enterrarlo, sino que Ceballos prefirió arriesgarse y cumplir su cometido. Primero le cortaton una mano y otros dedos al santo, para repartirlos como reliquias, y luego envolvieron al santo en lienzos y partieron rumbo a Segovia. Algunos testimonios dicen que fray Bartolomé dc San Basilio, religioso del convento, oyó en sueños que una voz le gritaba "Levántate y acude aprisa que se llevan el cuerpo del santo padre fray Juan". Despertó y corrió a la iglesia, donde el subprior no le dejó entrar, para que no viera lo que pasaba, pero que él sabía por revelación estaba pasando. Caso asombroso fue el de Clara de Benavides, otra conocida del santo, quien después de la muerte del santo, siempre se sentaba junto a la sepultura de este para oír misa. La primera vez que esta señora fue a la misa después que trasladaran de allí el cuerpo, sintió una soledad muy grande y tuvo la intuición de "Nos han quitado de aquí el santo cuerpo". Preguntó al suprior y este le dijo que no se había movido al santo pero tanto insistió ella, que el P. Fernando le reveló lo ocurrido y que las reliquias iban camino de Segovia.

El secreto traslado sucedió con algunos sucesos extraños, como el buen olor que despedía el cuerpo y que atraía a muchos curiosos, aún de lejos. En otra ocasión estaban descansando cuando vieron aparecer un extraño perro blanco, que les hacía gestos para que se fuesen del lugar donde estaban, como así hicieron enseguida, previendo algún peligro. La furtiva comitiva llegó a Madrid, donde por indicación de Ana de Peñalosa, se dirigió al convento de las carmelitas descalzas, al tiempo que mandaba decir al padre Blas de San Alberto, Definidor y Vicario General, que fuera al mismo convento. Así, Doña Ana, el Definidor y las reliquias del santo llegaron al mismo tiempo adonde las descalzas. Mandaron avisar a la priora, Ana de Jesús, la cual en su celda ya había sentido el olor de las reliquias del santo y ya iba a la portería sin necesidad de avisto alguno.


Reliquia del Santo.
Alba de Tormes.
Entraron el santo cuerpo a la clausura y lo descubrieron ante las monjas convocadas a ello. Todos veneraron el santo cuerpo, admirados de su incorrupción. Fray Blas, Don Luis y Doña Ana convinieron resarcir a Úbeda por el traslado y darles alguna reliquia, así que le cortaron el pie llagado y envuelto en ricas telas lo enviaron a Úbeda con el padre Francisco "el Indigno". De este pie sacaron dos huesos las monjas de Sabiote, donde descansó el buen padre antes de llegar a Úbeda. Otras reliquias se arrancaron en todo este trayecto, pero no me detengo en ello por no hacerlo tedioso.

Doña Ana cortó un brazo al santo para quedárselo ella, puso otro hábito al santo y lo mandó al convento de Segovia con el mismo sigilo que hasta ahora. Pronto se corrió el rumor en la ciudad de que las reliquias del santito fray Juan habían llegado a la ciudad, y muchos devotos aparecieron por el convento. Y fueron tantos que los frailes tuvieron que exponer el cuerpo sobre un altar improvisado. Fue necesario poner guardias para que los devotos no arrancaran trozos al santo mientras pasaban sus rosarios y estampas, objetos que quedaban impregnados del olor de las reliquias. Numerosos milagros se obraron en aquella espontánea sesion de devoción.

Entretanto se abrió un arco en la pared cerca del altar de Nuestra Señora, poniendo un tabique luego, para no dejarle expuesto, entretanto se decidía que hacer (hay que recordar que ni siquiera se había iniciado un proceso de canonización). Aun desde su humilde lugar "aquellos santos huecesicos habían de hacer milagros", como había profetizado Santa Teresa. Muchos devotos sanaron de sus males, sobre todo los aquejados de mal de articulaciones y rodillas. Se cuentan muchos portentos, que omito en aras de la brevedad. Y no solo allí, sino en Salamanca u otras ciudades, quienes invocaban al santo hallaban su remedio. 

Ante esto, en unos meses los frailes decidieron quitar el tabique de la pared y hacer algo más decente. Se hizo un arco de yesería y se adornó un poco. Cuando se hizo el arreglo se constató que la humedad del sitio había podrido el hábito del santo. Se aprovechó y se abrió al santo por el costado, viéndose todas las entrañas solidificadas y con color. No se vistió el cuerpo con otro hábito, sino que se le cubrió con un manto de seda de una imagen de la Virgen, volviéndose a poner el arca en el mismo sitio. En 1606 los religiosos estrenaron iglesia y en la capilla de la Virgen Doña Ana mandó poner un nicho decorado, y el 21 de mayo se trasladó solemnemente (esta vez sí) el cuerpo del santo a la iglesia, dentro de una bella arca, decorándose además la capilla.


Sepulcro del Santo. Segovia.
El santo padre fue beatificado el 25 de enero de 1675 por Clemente X y canonizado el 27 de diciembre de 1726 por Benedicto XIII, después de estupendos milagros. Su fiesta se fijó en principio a 14 de diciembre, pero en 1732, cuando se aprobó el Oficio Propio, se pasó al 24 de noviembre, para que no cayera ni el día ni la Octava en Adviento. Con la Reforma del Calendario de la Iglesia en 1969, volvió al 14 de diciembre, aunque en algún sitio aún mantienen la memoria del 24 de noviembre. En 1735 el papa autorizó la celebración de la Traslación. En 1738 extendió la fiesta litúrgica de San Juan de la Cruz a toda la Iglesia. El 24 de agosto de 1926, el Beato Pío XI proclama al santo Doctor de la Iglesia. En 1927 se aprobó el nuevo Oficio Propio, renovado posteriormente. Ese mismo año las reliquias del santo se trasladaron a la nueva arca de mármol y bronce donde aún hoy son veneradas. La Fiesta de la Traslación del Santo ya no es celebrada por los carmelitas, ni por la Iglesia de Segovia, que la suprimió de su calendario.


Fuentes:
-"Vida, Virtudes y Milagros del Santo Padre Fray Juan de la Cruz". FR. ALONSO DE LA MADRE DE DIOS.
-"Historia del Carmen Descalzo". FR. SILVERIO DE SANTA TERESA.


A 21 de mayo además se celebra a:


San Constantino I,
emperador.
Beata Richezza de Polonia,
reina y viuda.
San Eugenio de Mazenod,
obispo fundador.
















Y además podéis leer:

De la Invención y Traslación de reliquias en la Iglesia.
La Invención de las reliquias de San Esteban.
La Invención de Santiago Apóstol.
La Traslación de Santiago Apóstol.
La Traslación de San Gregorio Nacianceno.
La Traslación de San Phantalo.
La Traslación de los Reyes Magos.
La Traslación de Santa Juana de Lestonnac.
La Traslación de Santo Tomás de Aquino.
La Traslación de San Mateo Evangelista.
La Traslación de San Juan de Mata.
La Traslación de Santa Isabel de Hungría.

La Traslación de Santo Domingo de Guzmán.

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