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domingo, 18 de abril de 2021

Celoso apologeta y mártir.

San Apolonio de Roma, senador y mártir. 18 de abril. 

Vivió Apolonio a finales del siglo II en Roma y fue senador del emperador Comodo. se convirtió a la fe cristiana por la predicación de San Luciano, presbítero romano. Desde entonces se convirtió en un asiduo lector de los libros sagrados y constantemente lloraba el tiempo que había vivido en el paganismo y la idolatría. Una vez conocida la fe cristiana, fue bautizado por el mismo San Luciano. Desde entonces se convirtió en un celoso predicador del Evangelio y se dedicó a la caridad. Además, defendió la fe cristiana ante los herejes y los paganos, y de tal modo, que le valió el título de "el apologeta". Toda esta actividad apostólica le trajo la enemistad de un esclavo suyo llamado Severo, el cual lo denunció por cristiano. 

Apolonio fue llevado ante el pretor llamado Perenio, quien le exhortó a abandonar aquella nueva fe, para que no perdiese su fortuna y, en último caso, la vida. pero como Apolonio había estudiado concienzudamente los libros sagrados, su respuesta fue disertar sobre la fe cristiana y sobre la necedad del paganismo. Luego pasó a aconsejar a los presentes que adoptaran la fe de Cristo.  

Perenio admiró su constancia y elocuencia, pero ante la persistencia del santo a seguir a Cristo, mandó le decapitasen, lo cual se hizo el 18 de abril de 189. Llegada la paz de Constantino sus reliquias fueron depositadas en una iglesia romana dedicada a su memoria, y desde allí serían trasladadas a varias iglesias. La mayor parte se conservan en la iglesia de san Francisco de Bolonia, donde fueron trasladadas en 1622. 

Fuente:
-santiebeati.it


A 18 de abril además se celebra a:

Santos Eleuterio
y Antia, mártires
.
Santos Aya e Hidulf ,
esposos.

B. María de la
Encarnación, carmelita.
Beato Idesbald, abad.














NOVEDAD

MI LIBRO ELECTRÓNICO

"TUS PREGUNTAS SOBRE LOS SANTOS

(SANTOS PATRONOS DE LAS ENFERMEDADES)

YA ESTÁ DISPONIBLE.


 


 

jueves, 4 de octubre de 2018

San Petronio de Bolonia.

San Petronio de Bolonia, obispo. 4 de octubre.

Nació a inicios del siglo V, y fue descendiente de una familia galo-romana. Su padre, también llamado Petronio, fue prefecto en la Galia. Nuestro santo estudió con los mejores maestros del momento, viajó a Oriente para conocer los Padres del Desierto e imbuirse del espíritu monástico. De regreso a Roma, en 430, el papa San Celestino I (6 de abril) le conoció y le consagró obispo para destinarlo a Bolonia. Petronio se negó todo lo que pudo, pues al parecer pensaba seguir los pasos de su padre, pero finalmente aceptó por obediencia.

Eran los tiempos de las invasiones de Alarico, los bárbaros estaban a las puertas de Roma, y de hecho en menos de 50 años el Imperio de Occidente caería. Petronio se dedicó a la restauración material y moral de la ciudad. Hizo caridad, fortificó las murallas, alentó obras públicas, reparó hospitales, reconstruyó iglesias y construyó la basílica de San Esteban, un precioso edificio.

Petronio falleció en 450 y fue sepultado en su catedral. Con los avatares del tiempo, las reliquias estuvieron perdidas durante siglos hasta que fueron halladas en 1141. En 1211 se le dedicó una bellísima basílica en Bolonia, visita obligada para devotos y amantes del arte.

Fuente:
-https://www.heiligenlexikon.de

A 4 de octubre además se celebra a:


San Salomón II
de Bretaña, rey.
San Quinto de
Montrésor, mártir
.
Santa Áurea de
París
, abadesa.








jueves, 13 de abril de 2017

Beata Ida de Bolonia.

Beata Ida (o Judith) de Bolonia, viuda. 13 de abril.

Nació sobre 1040 en la ciudad de Bouillon, y fue hija del Duque Godofredo IV de Lorena. Muy joven casó con el duque Eustacio II y con el que tuvo dos hijos: Godofredo y Balduino, los conocidos cruzados que tomaron Jerusalén en la I Cruzada en 1098. También fueron reyes latinos de Jerusalén, siendo coronados Godofredo en 1099 y Balduino en 1100. Ida fue muy piadosa y caritativa desde niña, amante de la oración, la lectura y hacer el bien. Su director espiritual fue el célebre San Anselmo (21 de abril; 4 de diciembre, consagración episcopal, y 12 de septiembre, invención de las reliquias), y cuando este fue nombrado arzobispo de Canterbury, continuó dirigiéndose con él por carta, de las que se conservan algunas, llenas de sabor espiritual, piedad y deseo del bien de las almas.

En 1070 enviudó y donó todas sus posesiones a iglesias y monasterios franceses y belgas, para tomar el hábito en la abadía benedictina de St. Vaas. Allí confeccionó bellísimos ornamentos litúrgicos, de los cuales algunos aún se muestran. Falleció en 1113 y fue sepultada en el mismo monasterio. Sus reliquias fueron trasladadas a Bayeux.


A 13 de abril además se celebra a 
Beata Ida de Lovaina, mística cisterciense.
San Hermenegildo, mártir.
San Roberto de San Juan, protomártir trinitario.

lunes, 9 de mayo de 2016

Una santa para los infografistas.

Pregunta: Me ha gustado mucho tu blog. Me gustaría saber cuál podría ser el santo de los Infografistas. Entiéndase infografía como periodismo visual que apela al diseño gráfico, la ilustración y la esquemática para contar noticias. Gracias! Perú.

Respuesta: Gracias por el elogio al blog, que no sería nada sin los que preguntan. No hallo ningún santo relacionado con lo que me preguntas, es decir sobre la infografía como tal. Pero como la infografía se trata de dar noticias o contar hechos mediante la imagen, apoyando un texto para captar la atención y hacer más comprensible el mensaje, te digo que la patrona de este arte podría ser:

Santa Catalina de Bolonia, virgen clarisa. 9 de marzo y 9 de mayo.

Infancia. Doncella y artista.
Nació en Bolonia el 8 de septiembre de 1413. Fue hija de Juan Vigri de Ferrara y de Benvenuta Mammolini, pertenecientes a ilustres familias de Bolonia. Eran cristianos piadosos y su padre brillaba por su justicia y caridad en los asuntos públicos que tenía a su cargo en la ciudad, así como en su labor de jurista. La noche antes de nacer Catalina, la Santísima Virgen se le apareció y le reveló que que tendría al día siguiente una hija "cuyas virtudes y ejemplos resplandecerían como un sol en toda la Universal Iglesia". La leyenda nos cuenta que cuando nació, Catalina no lloró por modestia, y que durante tres días no mamó de su madre, manifestando el ayuno y la penitencia que practicaría de mayor. Y de hecho, en toda su infancia lloró, ni molestó, ni causó pena en los demás con los requiebros y dolencias de los demás niños. En fin… 

Desde muy niña fue caritativa, y no solo repartía las limosnas que sus padres le daban cuantiosamente, sino que, además, recortaba de lo que le daban para ella, para igualmente darlo a los pobres. Como era la costumbre, de su madre aprendió los rudimentos de la fe cristiana, a asistir a misa y rezar las oraciones comunes. Y era tanta su devoción, aptitud para el aprendizaje y gusto en la oración, que en breve su madre pasó de ser maestra a ser su alumna. Muy pronto aprendió a leer y escribir, pintar y hacer todo tipo de trabajos manuales. A los cinco años bordaba primorosamente y cantaba como los ángeles. A los siete dominaba el latín, escribía y componía poemas piadosos.

A los 11 años quiso el duque de Ferrara que Catalina fuera como dama de su hija, la princesa Margarita, pero la niña no quiso separarse de su madre, y los tres se mudaron al palacio del duque. Allí no solo creció en las virtudes, sino que dio ejemplo a las demás damas y la misma princesa. Se impuso un horario de devociones y lectura espiritual, no perdía tiempo en las fiestas y juegos, sino que estudiaba las Escrituras, los Santos Padres y la fe de la Iglesia. Los libros y las devociones eran todo su gusto y aficiones. No participaba en los corrillos de chismes de las otras damas, ni permitía que caballero o paje alguno le hablase en privado. Era muy estimada y alabada por todos, aquello le resultaba una carga más que una alegría, pues lo que deseaba Catalina era ser nada estimada por el mundo. Por ello, a los 13 años comenzó a despreciar las ambiciones y posibilidades de la corte, queriendo consagrarse a Dios en la vida monástica. Lamentaba separarse de la princesa, pero esta misma le allanó el camino en 1426, comprometiéndose con Roberto Malatesta, señor de Rímini. Salió la princesa de Ferrara y dio libertad a sus damas para que volvieran con sus familias. En ese ínterin Juan Vigri falleció y Catalina quedó sola con su madre. Cuando la había acompañado un tiempo, manifestó Catalina a su madre su deseo de consagrarse a Dios en algún monasterio. Su madre primero se sintió triste, pero luego aceptó la voluntad de Dios sobre su hija. Algunos parientes se opusieron a aquello, y quisieron comprometerla, pero Catalina se mostró inflexible sobre su vocación y la dejaron en paz.

Vida religiosa. Revelaciones y tentaciones. 
Había en Ferrara un beaterio de terciarias agustinas fundado por Lucía Mascaroni, en el que se recogían jóvenes deseosas de vivir en la virtud. Vestían en su traje seglar y educaban a las niñas o las jóvenes en la piedad, por lo que popularmente llamaban "el Colegio" al beaterio. Allí entró Catalina en 1426. Aunque era de noble cuna, se puso al servicio de las demás, era humilde y paciente con las groserías o maneras bastas de algunas. Era obediente, gustaba de hacer oración siempre que podía y, con discreción, aumentó sus penitencias. En este ambiente tuvo su primera revelación: vio a Dios airado, ante el cual rogaban la Santísima Virgen y los Apóstoles que imploraban misericordia en su justo juicio a las naciones. Esta visión configuró su vida espiritual, lanzándola a un apostolado de víctima por la humanidad, de consolación y reparación hacia Dios. A esta visión terrible, siguió otra en la que Cristo la consolaba diciéndole que con ella el juicio sería leve y de misericordia. Y no fue la única, pues tuvo varios consuelos del cielo. Hasta un día en que comenzó su sequedad espiritual, que ella llamaría "desolación de espíritu", en la que las tribulaciones y trabajos parecen mayores aún, la gracia parece faltar y solo la fe a pesar de todo, sostiene al alma. 

A esto le acompañaron tentaciones sobre su vocación religiosa, golpes a la humildad y tentaciones sobre la fe, las verdades católicas o la eficacia de su oración. Redoblaba los actos de fe, esperanza y caridad, pero se sentía seca por dentro. Tuvo también visiones demoníacas en las que el diablo se le presentaba como Cristo, y con ardides la empujaba a desfallecer en las virtudes. O al contrario, la alababa y demeritaba a sus compañeras, tentándola con la soberbia. Para colmo, a esto se sumaban las faltas de caridad, las envidias y los rumores de sus compañeras, que creían que Catalina se sentía superior a ellas. Cinco años duró en este estado, en los que salió victoriosa de las tentaciones y del desánimo: la última tentación fue blasfemar contra "un Dios tan injusto que la afligía así, sin misericordia". Contestó Catalina al demonio: "primero perderé mil vidas, que cometer tan execrable pecado contra mi dueño: y así apártate de mí, consejero maligno". Con estas palabras, se hizo la luz en su alma, y conoció por revelación que toda su angustia y sequedad no era más que tentación, que Dios la había sostenido siempre y que la Virgen había sido su valedora. Habiendo purificado sus virtudes en la tentación, Dios comenzó a regalarla con gustos y consuelos en la oración.

Vocación franciscana.
En aquel tiempo fundaron los franciscanos menores en Ferrara, y se convirtieron en directores espirituales y confesores del beaterio-colegio. Este trato llevó a la resolución de convertir el beaterio en un monasterio de monjas clarisas. Catalina fue la más entusiasta de este proyecto, y supo contagiar a sus compañeras del deseo de vivir la primera Regla de Santa Clara (11 de agosto y 23 de septiembre, Invención de las reliquias). Alguna lo acogió con temor y una de ellas, de nombre Ailisa se dedicó a hacer la guerra al proyecto por medio de calumnias y rumores sobre oscuras intenciones de los frailes, soberbia de Catalina. Pero ocurrió que murió la dueña de la casa, tía de Lucía Mascaroni, y dejó a esta como heredera de todos sus bienes, a cambio de que fundase un monasterio con la regla agustiniana. Luego de consultas a prelados, Lucía determinó continuar con su intención y la de Catalina, de hacer monasterio donde ellas mismas profesaran la regla de Santa Clara. Y así lo había determinado, cuando Ailisa se levantó contra ellas por medio de juristas y nobles, clamando contra Lucía por no cumplir la última voluntad de su tía. Nobles y prelados no veían bien aquello, pues la tía no hablaba de transformar el beaterio, que ni siquiera seguiría la Regla de San Agustín, sino otra. Así que luego de un pleito, Lucía se vio inexplicablemente despojada de sus bienes y Ailisa quedó como custodio de los mismos hasta se realizase el monasterio pedido por la ya difunta. Pero intervino el obispo, que anuló la sentencia y mandó devolviesen a la beata Lucía, que estaba su jurisdicción, todos sus bienes, ya que era heredera legal. Y confirmó que no había inconveniente en cambiar de regla a seguir, siendo que la de Santa Clara era más austera que la agustiniana. Así que Ailisa y las suyas salieron del beaterio y se volvieron a sus casas, echando maldiciones. Y la leyenda dice que, una a una, fueron cayendo muertas de la peste.

Así que luego de los trámites pertinentes, en 1432 vistieron el hábito de las clarisas, aunque Lucía vistió el hábito de las agustinas, para en algo guardar la voluntad de su tía. Instruidas en los usos y costumbres franciscanos por algunas clarisas de Mantua, se inició la vida conventual. En 1433 Catalina profesó sus votos y redobló sus ritmos de oración y penitencia. Tuvo relación con los grandes reformadores franciscanos San Bernardino de Siena (20 de mayo), San Juan de Capistrano (23 de octubre) y otros venerables frailes, los cuales le encaminaron por la senda franciscana de la alegría, y la pobreza y la humildad. 

Virtudes y milagros.
Esta última virtud era su preferida, pues la veía como fuente de todas las demás. Se llamaba a sí misma "la perrilla de la casa", considerándose la última y la menos necesitada de atenciones. Y para serlo más, no tenía celda, sino una casilla baja y de techo de paja en la huerta. Servía a todas las hermanas sin que se lo pidieran y siempre con alegría, sobre todo a las más mandonas o cascarrabias. Elegía el sitio menos iluminado o más frío cuando hacían labores. Por su labor de panadera del convento, el calor, el humo y los vapores le fueron dañando la vista paulatinamente, llegando a no distinguir las letras del breviario. Se lo contó a la abadesa, para que tomase alguna medida. La abadesa le dijo: "pues vaya, hermana, y úntese paciencia en los ojos, que es el único remedio para sus males". Catalina respondió: "Contenta quedo, madre mía. Dispuesta estoy a cegarme y morir en servicio de las esposas del Señor, porque antes que cayera el daño de este oficio sobre alguna, razonable es que fuera en mí, la más vil". Y continuó su oficio, premiándole Dios su humildad dándole mejor vista que antes. También por humildad escondía todas sus prendas de ingenio, artes y conocimientos. Aunque conocía la Escritura, jamás citó pasajes o respondió cosa alguna que dejara ver que conocía la Biblia. Algunas notas espirituales que escribía en ocasiones las quemaba, para que las monjas no la tuviesen por espiritual ni entendida en las cosas de Dios. Y claro, cuando en 1451 intentaron los prelados y las monjas que fuese abadesa, se negó con tal sentimiento de humildad que no le forzaron a ello. Este mismo año profetiza la caída de Constantinopla y del imperio de Oriente, que ocurrió en 1453.

En cuanto a la pobreza, pues baste decir que jamás tuvo hábito nuevo, sino que solo lo cambiaba cuando heredaba el de alguna monja fallecida. Y en ocasiones se lo ponía de manera desaliñada para que se burlaran de ella las monjas. Iba descalza hasta que San Juan de Capistrano se lo prohibió. Cada relajación en la pobreza, como en 1446 cuando Roma permitió que las monjas tuvieran propiedades comunes, le dolía grandemente siendo hija de Santa Clara. Siempre dirigía a las monjas ardientes palabras sobre la pobreza, su excelsitud y los peligros de relajarla. Fue obediente hasta el extremo, llamando a la obediencia "paraíso de delicias, tabernáculo de quietud, tesoro de gracias celestiales y depósito de todas las virtudes". Enseñaba con su ejemplo que la obedecer era regla suma, salvo que lo obedecido llevara a pecado o peligro de este. Y con milagros demostró la excelencia de esta virtud sobre las demás: en una ocasión se incendió la cocina, y la abadesa, para probarla, le mandó se metiera en el fuego. Obedeció Catalina y no solo no se quemó, sino que el fuego se extinguió. Estando cociendo el pan, la campana llamó a un acto de comunidad y dejando el pan allí, le echó la bendición diciendo: "a Cristo te encomiendo". A las cinco horas regresó y al abrir el horno, halló el pan con perfecto color y olor.

Fue muy paciente también Catalina con las enfermedades y dolencias que le persiguieron toda su vida. No dejaba de ir al coro por más cansada o dolorida que estuviera. Su abadesa, la Madre Tadea, una mujer firme y poco dada a la relajación, no le dispensaba jamás de tarea alguna, e incluso le daba alguna más, cosa que la santa soportaba pacientemente. Incluso en una ocasión fue casi arrastrándose al capítulo del que no había sido dispensada a pesar de estar muy débil a causa de un flujo de sangre que tenía en ocasiones. La castidad la vivió en extremo Catalina, estando siempre vigilante sobre sus miradas, afectos y ademanes. Huía del locutorio, para no ser vista ni tener que tratar con hombre alguno, y con mujeres poco piadosas, dadas a hablar de sus maridos y sus asuntos poco honestos. Fue muy devota de las almas del Purgatorio, por las que oraba y se sacrificaba por caridad. También fue portera, tarea que le costaba muchísimo, por sacarla de la oración y contemplación. Pero se consolaba pudiendo ejercer la caridad material y espiritual para con los que acudían al torno. La misma caridad sobre la que escribió hermosas palabras a las religiosas para resistir al enemigo de las almas y combatir por Cristo, intención de su obra más famosa “Las principales armas de la batalla espiritual”. Estas armas serían:

1) Diligencia para obrar el bien.

2) Desconfianza de sí mismo.
3) Confianza en Dios.
4) Meditación de la Pasión.
5) Pensamiento de la propia muerte.
6) Pensamiento del cielo.

7) Lectura de la Sagrada Escritura.

Fue nombrada Maestra de novicias, para formar las almas de las nuevas religiosas en la virtud. para estas escribió algunos tratados espirituales, donde clasifica el ascenso de las virtudes como una escalera de 10 peldaños: 


1. Clausura, 
2. Deseo de Dios, 
3. Modestia, 
4. Silencio, 
5. Cortesía, 
6. Diligencia, 
7. Pureza de intención, 
8. Obediencia, 
9. Humildad, 
10. Amor a Dios y al prójimo. 

Revelaciones y gracias.
En 1450 su ángel de la guarda la llevó en espíritu a Roma, para presenciar la canonización de su maestro Bernardino de Siena. En la Navidad de 1452 tiene una revelación en la cual la Santísima Virgen depositó al Niño Jesús en sus brazos, a la vez que recibía grandes consuelos del cielo. Se impregnó su cuerpo de un olor celestial que las monjas percibieron al entrar al coro y que durante días podían sentir al acercarse a Catalina. El Viernes Santo siguiente, Cristo desde la cruz le revela todos y cada uno de sus dolores desde la Encarnación hasta su Resurrección, haciéndole partícipe de ellos. Su devoción al Sacramento del altar era tanta que siempre que comulgaba, su rostro quedaba resplandeciente durante horas. También le manifestó Cristo la misericordia que significa que Él dejase el Sacramento, de sus misterios y de los efectos que producía en las almas. A la Santísima Virgen amaba profundamente, y todos los días rezaba su Oficio Parvo. Igualmente le fueron reveladas por Dios las excelencias y privilegios de María, que ella bien supo trasmitir a las monjas en palabras o escritos. De San José igualmente recibió algunas gracias, por su devoción al santo Patriarca. De él, disfrazado de pregrino, recibió la reliquia de un vaso de purísimo cristal en el que había bebido la Sagrada Familia. Esta reliquia la llevó Catalina a Bolonia, tierra devota de San José, y allí ocurrieron numerosos milagros por su contacto. Santo Tomás de Canterbury (29 de diciembre) se le apareció y la consoló sobre sus escrúpulos al extenuarse luego de orar y le enseñó que no había mal en dormir y descansar.

Fundadora y abadesa en Bolonia.
Por tantas virtudes y gracias fue elegida como fundadora cuando Calixto III autorizó la fundación de nuevos monasterios. Bolonia y Cremona fueron las primeras ciudades en pedir clarisas dentro de sus murallas. Y a Bolonia se le destinó, aunque trató de rehusar esa misión, por humildad y por falta de salud. Pero Dios le reveló era su voluntad, y Catalina cejó. Bolonia mandó una delegación de clero y nobles para acompañar a las fundadoras. Y partieron de noche de Ferrara, pues el pueblo no aceptaba les llevaran “su santa”. Llegaron a la ciudad el 22 de julio de 1456, siendo recibidas solemnemente por el arzobispo, su clero, la nobleza, los gremios y todo el pueblo. Esperaban grandes bendiciones para su ciudad por tener entre ellos a tan famosa santa, era lo que pensaban. Singularmente que con sus oraciones Catalina hiciera paz entre las facciones enfrentadas por el poder. 

Fundado el monasterio, se impuso la regla, la clausura y en espíritu de pobreza y desasimiento, las monjas comenzaron su labor de oración por el pueblo. En un año las vocaciones aumentaron tanto que fue necesario ampliar el monasterio. En 1459, cuando tocó elegir abadesa el Beato Marcos Fantuzzi (10 de abril), provincial de Bolonia logró que las monjas la reeligieran, cosa que pensaban hacer casi todas, vistos los ejemplos y buenos frutos de la prelatura de Catalina. Y es que la santa, si de monja era ejemplar, de abadesa lo fue más aún, pues jamás abusó de la autoridad, continuó sirviendo a todas, fortalecía, consolaba, reprendía con amor, y era la primera en observar la Regla. Fue muy aplicada al trabajo manual, la pintura y la miniatura, que llegó a dominar de manera magistral. Escribió personalmente su breviario, en latín e italiano, y lo ilustró ricamente, trabajo en el que se complacía, y para no tomarlo como afición personal, no tenía inconveniente en que las monjas lo tuvieran, lo rezaran y lo pasaran de una a otra. Además, tenía dotes para la composición métrica y musical, incluso para la danza, sabiéndose que las recreaciones de la comunidad eran alegres en Cristo.


Cuerpo incorrupto de
Santa Catalina. Bolonia.
Muerte, prodigios y reliquias.
El 25 de febrero de 1463, Catalina reunió por última vez a sus hermanas y les dirigió una fervorosa plática sobre la guarda de las virtudes. Las animó a perseverar en la caridad, en no hacer partidos ante diversas opiniones y a dejarse morir antes que faltar a la Regla. Finalmente, les reveló que Dios le había anunciado que pronto moriría. Poco después comenzaron los dolores y la agonía. Aún en esta continuó exhortando a las monjas y les prometió que desde el cielo velaría por ellas, mejor que desde la tierra. El 9 de marzo entró en la agonía definitiva, tuvo un éxtasis y luego de mirar amorosamente a todas sus monjas, pronunció tres veces el Nombre de Jesús y expiró dulcemente. Sus funerales fueron muy sentidos y acudió una multitud de devotos.

Fue sepultada en el cementerio de la comunidad, pero en poco tiempo y en vista de los prodigios que se sucedían, como la emanación constante de una exquisita fragancia desde su sepultura, o luces que se veían salir del interior, quisieron elevar sus reliquias a las dos semanas de ser enterrada. Mientras lo hacían cayó una lluvia copiosa que amenazaba inundar la tumba, pero una monja pidió a dios cesase aquella agua por los méritos de Catalina, y al instante salió el sol. Una vez desenterrada, se vio que estaba intacta, bella y sin desfigurar, y flexible. En la traslación a la iglesia la leyenda dice que al pasar por delante del Santísimo Sacramento, el cuerpo se incorporó, abrió los ojos y reverenció por tres veces al Señor allí presente. El cuerpo exudaba un óleo oloroso con el que se obtuvieron numerosas curaciones milagrosas. Lo sentaron en un trono, bajo un baldaquín, y la devoción popular fue tanta que no la volvieron a enterrar, y así, sentada y flexible permanece.

Su primera biografía escrita sobre 1469, por la Hermana Iluminada Bembi, que había compartido años de vida monástica con nuestra santa. En 1475 se imprime por primera vez su obra "Las principales armas de la batalla espiritual", que se editaría durante años seguidamente. Su obra espiritual más importante, además de la dicha, es "Rosarium Metricum", de 1452, que es una obra piadosa y teológica sobre los misterios de la Pasión de Cristo y de la vida de la Virgen María. Su espiritualidad es sencilla, de entrega y profundamente centrada en Jesucristo. En algún modo es un anticipo de la doctrina de Santa Teresa (15 de octubre y 26 de agosto) y de San Juan de la Cruz (14 de diciembre y 24 de noviembre). Después de siglos de veneración, Clemente XI la canonizó, el 22 de mayo de 1712. Es patrona de Ferrara y de Bolonia, y de los pintores boloñeses, por su afición y destreza en la pintura e iluminación. Y bueno, también podría serlo de los infografistas. Hala, a pedir su patronato oficial.


Fuentes:
-"Chronica seraphica". Quinta parte. FR. EUSEBIO GONZÁLEZ DE TORRES. O.F.M. Madrid, 1719.

-"Santos franciscanos para cada día". FERRINI-RAMÍREZ, Asís, 2000.


A 9 de mayo además se celebra a 
San Tudy de Bretaña, abad.
San Mumbol de Lagny, abad.
San Beato de Thun, eremita.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Vitralistas, también tenéis un patrón!

Pregunta: Hola!! en primer lugar quisiera agradecerle el increible trabajo que realiza, su claridad y amabilidad al responder cada pregunta con tanto detalle e información. En segundo lugar preguntarle si es posible saber cual es el santo o patrono de los vitralistas. Desde ya agradezco su tiempo y espero pacientemente su respuesta. Argentina. 

Respuesta: Hola. Muchas gracias por tus elogios, intento hacer lo mejor que puedo. Casualmente hace unos días encontré a este santo y pensaba hacer un artículo sobre él, precisamente por esto de las vidrieras. No todos los días se encuentra uno con santos tan dedicados al arte como: 

Beato Jacobo Griesinger de Ulm. 12 de octubre y 11 (en la diócesis de Rothenburg) de octubre. Jacobo (Santiago, James) nació en 1407 en Ulm, hijo de un rico comerciante. Desde muy joven aprendió y se dedicó a la pintura del vidrio. A los 20 años, se fue en peregrinación a Roma, donde se hizo mercenario del reino de Nápoles y más tarde de la nobleza de Capua. En 1441, buscando vida espiritual y recogimiento, vistió la Basílica de Santo Domingo de Bolonia (ciudad en la que se le conoce como  Jacobo "el alemán"), y se unió a los dominicos, como hermano converso. Ya religioso volvió a su antiguo trabajo de los vitrales, con gran arte, gusto y técnica. El mejor exponente de su obra es la ventana de la capilla de los notarios de San Petronio de Bolonia.

Tuvo gran espíritu de oración, mortificación, humildad, y ya tenía fama de santidad antes de su muerte. Además, conocía de alquimia y farmacia, y como religioso destacó por su caridad con los enfermos. Entre sus devociones destacan el rezo continuo del Padre Nuestro y la preparación para la Sagrada Comunión, que realizaba, sin interrupción durante toda una noche. A veces se le vio en éxtasis, con una luz alrededor. Siempre guardó la pureza, la inocencia, la humildad y la sencillez de costumbres.

Y como todo santo “que se precie”, tiene su leyenda: En una ocasión, mientras tenía en el horno unas vidrieras, el Prior le mandó buscar. Jacobo fue, por obediencia y sin excusas, dejando el trabajo. A su regreso, esperando encontrar los vidrios calcinados, lo encontró todo perfecto, por obra de la Virgen, que cuidó del horno. De hecho, estos son sus atributos: una vidriera, un horno y la Virgen María, además de un lirio. En ocasiones un medallón esmaltado sustituye la vidriera, porque también trabajó el esmalte y la cristalería en general.

El 11 de octubre de 1491, mientras agonizaba, su cuerpo brilló con una intensa luz azul, y seguidamente murió. El 20 de diciembre de 1576 una parte de sus reliquias fueron trasladadas a su ciudad natal de Ulm, otras quedaron en Santo Domingo de Bolonia, en una bella urna. León XII confirmó el culto que ya se le daba como Beato, el 3 de agosto de 1825. En Irlanda y Bolonia (al menos) es patrón de los pintores de vidrio y vitralistas. Su culto aún permanece en Bolonia y en el convento dominico de Santa María de Ulm. 


A 12 de octubre además se celebra a
Santa Sofía, premonstratense mártir.
La traslación de San Panthalo, obispo mártir.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Beato Ludovico Morbioli, carmelita



Bto. Ludovico Morbioli.
Anónimo boloñés del XVII
El pasado 14 de noviembre publicaba una larga lista de santos y beatos carmelitas, algunos de los cuales son legendarios o, si existieron, no fueron carmelitas sino por asociación. Entre estos últimos está el santo de hoy: 

Beato Ludovico Morbioli, terciario, penitente. 16 de noviembre (1)
Su vida en verso, incluyendo los detalles laudatorios y legendarios, la escribió el Beato Bautista Mantuano (17 de abril), General de la Orden. El Bautista Mantuano, llamado el Virgilio cristiano, por la calidad de sus composiciones poéticas, escribió una elegía de 496 versos, dirigida a Inocencio VIII, con miras a la canonización de Ludovico. Fue impresa en 1502 y abunda en milagros, llamamientos divinos, éxtasis, etc.

Nació Ludovico en Bolonia, en 1433, y sus padres se llamaban Francesco Antonio y Ángela (Inés la llaman otros). Esta familia, aunque originariamente estuvo relacionada con la nobleza paduana, la rama de Ludovico habría que clasificarla como clase media. Tuvo varios hermanos, uno religioso olivetano y los demás seglares. Fue educado en la piedad y las letras, como todos los jóvenes con posibilidades del momento. De joven, era de temperamento apacible, y muy estimado entre sus conocidos. Sus virtudes le hicieron perder el sentido de la humildad y la caridad, frecuentó malas compañias y comenzó una vida de placeres, vanagloria y despreocupación de lo espiritual. De ahí a convertirse en un seductor, borracho y pendenciero, no hubo más que un paso. Joven aún se casó con Lucía Tura, hija de un amigo de su padre.

Rincón donde dormía el Beato,
hoy oratorio
En 1462 se trasladan a Venecia, donde Ludovico enferma de gravedad, e ingresa en el hospicio de los Canónigos Regulares del Salvador, donde además de la salud del cuerpo, recuperó la salud del alma, al ver los ejemplos de caridad y aceptación de Dios, por parte de los enfermos. Recibe la gracia de la conversión y cambia de vida radicalmente. Regresa a Bolonia en 1470, totalmente diferente: Abandona a su mujer, y se retiró a un rincón de la casa Lupari, convertido hoy en capilla y hospital. Se pone un hábito marrón con una cruz al cuello y comienza una vida de peniencia, austeridad y predicación. Este hábito lo cambió con los años por uno blanco, lo que dio pie a la confusión iconográfica, propagada por los carmelitas, de presentarle con hábito marrón y capa blanca, haciéndole terciario de la Orden.

Su aspecto cambió totalmente: el joven hermoso y vanidoso se convirtió en un desarrapado barbudo y sucio. Empieza a mendigar y repartir entre los pobres, en pleno invierno duerme en las calles, y en verano desnuda su espalda y ora hasta que el sol llega a quemarle severamente. Ludovico, a lomos de un burro, predicó en Bolonia, Módena, Ferrara y otras ciudades, haciéndose acompañar de un crucifijo en alto, como un lábaro. Una de sus prácticas de devoción y predicación fue convertir a los condenados a muerte, a los que acompañaba hasta el momento de la muerte, hablándoles de la misericordia de Dios y la vida eterna.

En 1485 enfermó gravemente, y rechazó toda ayuda, y conocedor que Dios ya le llamaba predijo su muerte para el 9 de noviembre de ese mismo año, coo ocurrió, en Bolonia, en su ermita. Como gozaba de gran devoción entre sus conciudadanos, fue enterrado en la catedral de San Pedro de Bolonia. Pero, sin embargo, aunque con tuvo un culto sostenido, las reliquias se perdieron más de un siglo, y aparecieron en una profunda restauración de la catedral, entre 1566 y 1597.

Esta invención trajo un renacimiento del culto y en 1582, la archidiócesis lo introdujo entre sus beatos propios. En 1654 se inició el proceso formal de canonización, que nunca se terminó, así que su título de beato solo fue sancionado por la Iglesia local, como se usaba antiguamente y se ha retomado recientemente, con el pontificado de Benedicto XVI, reservándose al papa las canonizaciones. Entre los siglos XIX y XX hubo una profunda revisión de calendarios particulares, en el que para mantener el culto a un santo o santa, era necesario atestiguar más de 100 años de culto. Ludovico los tenía, y más también, así que en 1843 se ratificó su culto para la diócesis de Bolonia. Es aquí cuando los carmelitas lo reclaman como santo propio, erróneamente, y obtienen celebrar su memoria litúrgica con categoría de "simplex", o sea, lo que hoy se llama "memoria libre", y así estuvo hasta la reforma del calendario propiciada por el Vaticano II, en que fue eliminado del propio. 
(1) GB CHIZZOLA, Vita del beato Ludovico Morbioli, Bologna 1856.

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