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martes, 9 de julio de 2013

Santa Juana de Reggio.

"Más tarde llegó este año la primavera a nuestra Religión, que solía en los demás, pues por junio dio al cielo una fragantísima flor, y digna de ser colocada en sus mayores altares hiciese los abriles y mayos de la eternidad (cuando en sí no lo suelen) muy floridos. Esta fue la graciosa y bienaventurada Santa Juana de Regio, y fundadora en aquella ciudad de las monjas carmelitas, cuya heroica santidad fue una flor olorosa para el olfato de Dios, como sus fragancias lo son a toda su Iglesia, y en especial a nuestra Religión"
Con estas barrocas palabras comienza "Flores del Carmelo" la reseña sobre la santa o beata de hoy:

Beata Juana Scopelli, virgen carmelita. 9 de julio
La mejor referencia sobre Juana es la biografía escrita por el P. Benito Mutti y que nos ha llegado íntegra. Según esta, Juana nació en 1428 en Reggio, en la modesta familia de Simón y Catalina Scopelli, siendo la menor de tres hijas. Desde niña mostró piedad, caridad y ansias de entrega a Dios. Era modesta, obediente, amante de la religión y el culto. Llegó a la adolescencia y quiso ser carmelita, por su amor a la Virgen María, a la que tanto ama la Orden del Carmen. Pero sus padres se opusieron, pues eran pobres, no podían darle la dote, además de ser la tercera y estar sin casar sus hermanas. Darle la dote para irse al monasterio, implicaría que las otras quedarían sin dote más tiempo para casarse. Pero ocurrió un milagro: Aparecieron dos nobles caballeros que, sin conocer apenas a las hermanas, las pidieron en matrimonio. Los padres se opusieron en un principio, por lo extraño del hecho y por la evidente desigualdad social, aunque al fin, viendo era providencia de Dios, aceptaron los matrimonios. Vencido este escollo, se encontró Juana con el impedimento de la salud y vejez de sus padres, y le pareció injusto darse gusto entrando en religión dejándolos solos. Así pues, determinó sacrificar sus deseos de ser esposa de Cristo, para ser buena hija de sus padres. Pero ni llegó a decidirse: sus padres enfermaron y murieron con poca diferencia de tiempo.

Libre de ataduras, dejó todos sus bienes, y quedándose solo un crucifijo se fue en compañía de una amiga a una humilde casita, donde llevaban vida de beatas. Preguntándole su compañera si tenía con qué iniciar el monasterio, Juana le señaló el crucifijo, su única hacienda y propiedad. Al poco tiempo, una devota señora quiso donar una casa que tenía junto a la iglesia de San Pedro para una obra piadosa, y no hallando mejor obra, se decidió, junto a sus hijas, a tomar el hábito del Carmen y fundar un monasterio. Se pusieron bajo la dirección de Juana, como otras que ya habían acudido junto a ella atraídas por su piedad. En 1452 tomaron todas el hábito carmelita, y se fundó el monasterio del que Juana quedó como priora.

Era dada a la oración, al ayuno y las penitencias. Tenía acierto para el gobierno, siendo inflexible con las faltas, pero amorosa con quien las cometía. Mantuvo la pobreza propia del Carmelo. No faltaron milagros y conversiones, como la del joven Agustín, hereje albigense. Juana le habló tan profundamente, y oró tan intensamente por él, que alcanzó de Dios la gracia de cambiar el corazón del joven. Con su oración sanó a varias personas y multiplicó los alimentos del monasterio. Sufrió grandes tentaciones de desesperación por parte del demonio, que le aumentaba sus pecados y le mostraba el infierno diciéndole que estaba condenada sin falta. Redoblaba sus oraciones y Dios le iluminaba una y otra vez, hasta que finalmente un día, se le apareció Cristo triunfante y le confirmó que se salvaría, que no había de temer más al demonio, al tiempo que le ponía una corona de flores hermosísima. En forma de carnero salvaje se le presentó el demonio en medio del claustro, pero Juana, sabiendo quien era en realidad, pasó por su lado, despreciándole, con lo que desapareció el demonio. Una de sus devociones preferidas y eficaces se llamó "la Túnica de la Virgen", que consistía en rezar quince mil avemarías, intercalando una Salve cada cien. Decía que todo lo alcanzaba de Dios con esta devoción, que terminaba cantando siete veces el "Ave Maris Stella".

En 1456 trasladó el monasterio, que se había quedado pequeño, a la iglesia de San Bernardo, que pertenecía a los Humiliatti (que serían suprimidos en 1571, por su corrupción) y la tenían casi abandonada. Aunque tuvo pleitos, en 1457 finalmente pudo fundar oficialmente el monasterio, dependiente de la Congregación Mantuana, al que puso el nombre de Nuestra Señora del Pópulo. Fue devotísima de la Virgen María, y en las vísperas de las fiestas marianas tenía éxtasis en los que contemplaba los misterios a celebrar. La Virgen le premió con un milagro esta dedicación a Ella: Estando las religiosas en el coro, entró una paloma con una filacteria dorada con el texto de la Salve, oración que la Orden Carmelita venera con especial cuidado, haciéndola, junto al "Flos Carmeli" su oración mariana predilecta. Un día de Navidad la Virgen María le dejó al Niño Jesús en sus brazos, para que le manifestara todo su amor. Un Domingo de Pascua se le apareció el Redentor triunfante, en medio de ángeles que cantaban el Aleluya, y tomando Cristo flores celestiales que le ofrecían los ángeles, la fue coronando como esposa predilecta. Tuvo los dones de profecía y de conciencias. Fue devota de socorrer a las almas del purgatorio, de las que tuvo varias revelaciones.


Traslado del cuerpo para
el reconocimiento de 2009.
En 1491, el Señor le avisó se la llevaría pronto para gozar de la vida eterna, revelándole la fecha y hora exactas, y así lo comunicó a sus religiosas. Juana se preparó a la muerte, redoblando la oración, las penitencias, la observancia religiosa y la caridad. El día señañado, cayó enferma, reunió a las religiosas, exhortándolas a ser fieles a la Regla. Llegada la hora, expiró dulcemente el 9 de junio de 1491, a los 63 años. Aún después de muerta, siguió su oficio de priora, pues apareció a algunas religiosas para aconsejarlas y guiarlas. 

En 1493, las religiosas, viendo la devoción creciente del pueblo a Juana, quisieron elevar sus reliquias, y al abrir el ataúd, la encontraron incorrupta flexible, y emanando un suave olor que inundó el convento y más allá, algunos sitios de la ciudad. La priora, Jerónima Lanci, le cortó el brazo derecho para su devoción privada, pero Juana se le apareció pidiéndole lo restituyera a su sitio. Estando el cuerpo expuesto, comenzaron a fluir las gentes y los prodigios, por lo que los superiores carmelitas y el obispo consideraron dejarla a la vista, permitiendo el culto. Se decidió colocarlo en una urna visible junto al altar mayor, para lo cual se organizó una procesión con el cuerpo por toda la ciudad. 

Se le da el título de santa o de beata, aunque no ha sido proclamada oficialmente ni una cosa ni otra por la Iglesia. Su culto se considera inmemorial y está permitido desde su confirmación en 1771, año en que se presentó la positio a Roma. Actualmente el cuerpo incorrupto yace en la catedral de Reggio, desde que los conventos de la Congregación Mantuana fueron suprimidos. En 2009 se hizo un reconocimiento de los restos, que se hallaron en buen estado de conservación. Su fiesta en origen fue el 9 de junio, luego trasladada, como memoria libre, al 9 de julio.


A 9 de julio además se celebra a:

Santos Patermucio, Copretes
y Alejandro, mártires
.
San Juan de Colonia,
dominico már
tir.
Santa Paulina,
virgen fundadora





martes, 16 de abril de 2013

Beato Bautista Mantuano: El General Poeta

Beato Bautista Mantuano, presbítero carmelita. 17 de abril.

Nació Juan Bautista en el 17 de abril de 1444, en Mantua, lo que le valió el apellido de "el Mantuano", y era hijo de Pedro Monover, español, por lo que también se le conoce como "el spagnoli" en Italia. Estudió en Padua, con grandes humanistas, allí escribió su gran obra "Las Eglogas". Al parecer entró a los 16 años en la orden del Carmen, y su plan de vida, puede resumirse en lo que escribe a su padre, aún reacio a su entrada en la vida religiosa. Le dice: "si quieres saber que hacemos aquí, es esto: oramos". Como sea, a los 20 años, en 1564, ya aparece profeso. Hizo el noviciado en Ferrara, donde recibió licencia para continuar escribiendo para "el mundo", y escribió su obra "De Vita Beata". Profesó en la Congregación Mantuana, cuyo origen está en la reforma de "Las Selvas", en la que destacó entre sus primeros religiosos el Beato Ángel Agustín Mazinghi (17 de agosto) y promovida luego por el gran reformador, el Beato Juan Soreth (24 y 28 de julio), para cuyo capítulo provincial había predicado antes de los 20 años, con asombro de los padres capitulares. Su obra más conocida de esta época de joven religioso es su obra poética, en general himnos o "parthenices" a los santos y misterios de la fe.

Ya ordenado sacerdote en Bolonia, se graduó allí de Maestro de Teología en 1475. Fue prior de los conventos de Parma, Mantua, Roma y del Santuario de Loreto, cuya leyenda de la Traslación Angélica parece haber creado para fomentar la devoción a esta advocación mariana. Fue preceptor de los hijos de los Duques de Ferrara y los Duques de Mantua. En 1483 fue elegido Vicario General de la reforma mantuana y, en 1513, fue elegido General de la Orden. Ese mismo año fue conciliar en el V Concilio de Letrán, y fue legado pontificio de León X ante el rey de Francia y el Duque de Milán, poniendo paz entre ambos. En 1489 fue invitado a predicar ante el papa Inocencio VIII y numerosos cardenales y nobles en la basílica de San Pedro, a los que dirigió un discurso elocuente, sobre su gran interés: la reforma de la vida religiosa, de la moral y santidad del clero y los fieles. Fundó varios conventos, vigiló la observancia regular, según el espíritu de Mantua, poniendo las bases de la ansiada reforma que anhelaría el santo General Rubeo.

Aún como General vivió siempre en Mantua, hasta su muerte, el 20 de marzo de 1516. Su cuerpo fue sepultado en el convento mantuano, y en 1783, al disolverse la congregación mantuana (como habíamos visto con el Beato Bartolomé Fanti), el cuerpo, incorrupto, fue trasladado a la catedral de Mantua, donde se conserva aún. Recibió culto por la Orden y por la diócesis de Mantua desde muy pronto, aunque no fue hasta el siglo XIX en que recibiría aprobación definitiva. Fue el papa León XIII quien confirmó su culto (equivalente a una beatificación) el 17 de diciembre de 1885. En esa ocasión, el panegírico estuvo a cargo del arzobispo de Ostia, futuro San Pío X (21 de agosto), que dijo: "Muchas y admirables fueron las cosas que el Beato Mantuano obró por la Orden Carmelitana. Por él este Instituto del Carmelo llegó a su máxima gloria, poblando la Iglesia de santos y de habitantes el cielo".

Su memoria fue fijada el 20 de marzo, día en que le menciona el Martirologio Romano, aunque los carmelitas la trasladaron al 17 de abril, día de su nacimiento. Su iconografía le presenta con el hábito carmelita y coronado de laurel como los antiguos bardos latinos. Lleva un capelo cardenalicio, por haber sido legado pontificio. El libro y la pluma también le son característicos

Famosa es su "Parthenice" de la Virgen María, con 55000 versos, de la que se hizo, al menos ¡150 ediciones!, cosa de la que pocos autores pueden gloriarse. Escribió Elegías con ocasión de la muerte de diversos personajes de su época, y a reyes y nobles por hazañas o conquistas. Escribió una apología a si mismo, así como una "Apología de la Orden del Carmen". Se le conocen unas 70 cartas (algunas a Erasmo de Rotherdam). Sus versos se hicieron muy famosos, por su sencillez, unción, a la par de magistrales. Supo combinar el latín culto, con la mística y la devoción sencilla. Eran para eruditos y conocedores, y al mismo tiempo cercanos a los predicadores y al pueblo. Sirvieron igualmente para acercar a la fe a humanistas y a críticos con la Iglesia. Con razón Erasmo le llamó "Virgilio Cristiano", comparándole con el gran autor de la antigüedad por su erudición y febril trabajo poético. Y el famoso Pico de la Mirándola dijo de sus versos que "eran divinos y santísimos".

Y terminamos con un texto de su obrita "La Paciencia":
"Hallarás un remedio eficaz y extraordinario contra los dolores del cuerpo y la tristeza del alma en la lectura de los Libros sagrados. No existe, a mi modo de ver, ningún otro lenguaje, por atildado, grandilocuente y florido que sea, comparable al de la Escritura a la hora de aliviar penas y ahuyentar preocupaciones. Yo mismo lo he podido comprobar una y otra vez por experiencia. Efectivamente, encontrándome en ocasiones acosado de infinitas angustias -entre las que ninguna prolifera tanto como la agitación de esta vida mortal-, me refugié siempre en las Letras divinas como un asilo seguro y remedio poderoso para el espíritu acongojado, y di en ellas con el consuelo apetecido, cumpliéndose mis esperanzas y deseos.
Portada de una edición
de las Obras Completas
del Mantuano. 1576.
A menudo me he preguntado en mis reflexiones de dónde le vendrán a la Escritura su virtud persuasiva, el irresistible soplo con que sacude aquienes la escuchan y su enorme fuerza, capaz de inspirar en todos no sólo meras opiniones, sino una fe sólida. Y desde luego que no han de atribuirse semejantes efectos a la evidencia de unas razones que no aduce, ni al arte primoroso o lenguaje delicado y sugerente que no emplea. ¿No te parece que el poder persuasivo que la Escritura ejerce sobre nosotros radica en su derivación de la verdad fontal? ¿De dónde nos viene un conocimiento tan firme, sino de ella? Como si fuese la autoridad de esa misma verdad la que nos impulsa a creer en la Escritura.
Pero yo me pregunto ¿Y de dónde ha sacado esa autoridad? Cierto que no hemos visto a Dios hablar, escribir o enseñar; y sin embargo, creemos firmemente, como si lo hubiéramos visto, que cuanto leemos en los Libros sagrados dimanó del Espíritu Santo. Quizá el motivo de nuestra inquebrantable adhesión a la palabra revelada sea que en ella la verdad resulta segura, aunque no clara. Y ya se sabe que toda verdad tiene una fuerza persuasiva proporcional a su grado de certeza. Entonces, ¿por qué no todos creen en el Evangelio? Para mí, sencillamente:porque no todos se sienten atraídos por Dios.
Pero ¿a qué prolongar el razonamiento? Si creemos con firmeza en la Sagrada Escritura es porque hemos recibido en lo hondo del alma una inspiración divina".


Fuentes:
-"Glorias del Carmelo". P. JOSÉ ANDRÉS S.J
-http://www2.ocarm.pcn.net/carmspir/csdesp19.htm#3a
-"Santos Legendarios del Carmelo e iconografía". ISMAEL MARTÍNEZ CARRETERO O.Carm. 



 A 17 de abril además se celebra a






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Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...