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martes, 25 de mayo de 2021

Del palacio episcopal a la cueva.

San Genadio de Astorga, obispo. 25 de mayo. 

Nació a finales del siglo IX en el reino de León. Muy joven tomó el hábito monástico en el monasterio de Ayoó de Vidriales. En 895, expulsado los moros del norte de España, junto a otros monjes repobló el monasterio de San Pedro de Montes de Valdueza, el cual estaba abandonado. Al poco tiempo tuvo muchos discípulos que le eligieron abad. 

Reinando Alfonso III de Asturias fue elegido obispo de Astorga. Fue un gran estratega de la re-evangelización de los reinos recuperados, y fue consejero del mismo Alfonso III, de García I y Orduño II de León. Fundó varios monasterios bajo la regla de San Isidoro. A pesar de su buen actuar, en 919 Genadio renunció al gobierno episcopal y se retiró como eremita a una cueva solitaria en Valle del Silencio, cerca de su monasterio de Peñalba de Santiago. allí se le rinde culto todavía.

En la soledad santa murió en 936. Sus reliquias se veneran en Valladolid, adonde fueron trasladadas en el siglo XII. Su cabeza está en la catedral de Astorga. 


A 25 de mayo además se recuerda a:

La 3ra Invención de
la cabeza del Bautist
a.
San Gregorio VII, papa.
San Dunchladh
de Iona, abad
Santa María M. de Pazzi,
virgen carmelita.
San Urbano I,
papa y mártir


jueves, 11 de marzo de 2021

"No os acobarde el furor de los herejes"

Santos Vicente, abad: Ramiro, prior, y 12 compañeros mártires. 11, 13 de marzo y 26 de abril (traslación de San Ramiro).  


Recogen sus “vitae” todos los menologios benedictinos y la iglesia leonesa, aunque nunca gozaron de un culto muy extendido. Unos manuscritos hallados en el siglo XVI son bastante antiguos como para poder ser veraces en su esencia. 

Era Vicente abad del monasterio de San Claudio en el reino de Galicia, en el siglo VI, cuando los vándalos arrianos llegaron a su región. El odio de los arrianos hacia los católicos era extremo aun diciéndose cristianos. Vicente fue llamado ante el caudillo Hermerico, ante el cual proclamó la divinidad de la Persona de Cristo diciendo, "Ni creo ni confieso jamás otra fe que la definida en el Santo Concilio de Nicea, por cuya defensa estoy dispuesto a dar la vida una y mil veces”. Por esta confesión fue azotado y arrojado en una cárcel, y dice la leyenda que “una luz celestial inundó el lóbrego calabozo y bajaron ángeles a sanarle las heridas”. Pero los verdaderos mártires no necesitan estos consuelos. 

Una segunda vez le mandaron llamar y al no lograr que renegara de la fe católica volvieron a pegarle y le sentenciaron a muerte. Además, se determinó que fuera asesinado a las puertas de su monasterio para que los monjes sufrieran un terrible escarmiento. Así se hizo: degollaron al santo, dejando su cabeza separada del cuerpo y a merced de las fieras. Esa noche los monjes tomaron el santo cuerpo entre cánticos y lo sepultaron junto a las reliquias de los patronos del monasterio, los Santos Claudio, Victorio y Lupercio (27 de noviembre y 30 de marzo), pues como santo mártir le consideraron desde el principio. 

El domingo siguiente, estando los monjes en el coro, se les apareció Vicente a los monjes y les reveló: “Ya, hijos, llegó el tiempo de la inmolación: si alguno de vosotros desea lavar su estola en la sangre del Cordero, prepárese, bajo el seguro que será coronado el que peleare legítimamente; pero el que no se halle con fuerzas para el combate, busque otra mansión donde librarse. Yo, como veis, gozo de la vida eterna en compañía de los mártires que derramaron su sangre en defensa de la fe católica”. Y pronto se hizo verdad este anuncio del santo, pues ese mismo día llegó el aviso de que o aceptaban el arrianismo o serían matados. 

Entonces tomó la palabra el prior, Ramiro, y dijo a los religiosos: “Ya habéis oído, carísimos hermanos, lo que se ha dignado el Señor manifestarnos por boca de nuestro santo abad. Ya estáis informados de lo que conviene hacer: bajo este supuesto, los que se hallen con fortaleza prepárense al sacrificio, y retírense los pusilánimes. Yo os ruego que no perdáis la corona que se nos presenta, ni os prive de la vista del Señor respeto alguno del mundo (…) No os acobarde, hermanos, el furor de los herejes, ni os aterren las crueldades que ejecutan con los defensores de la divinidad de Jesucristo, puesto que está con nosotros el Señor, que nos eligió para combatir contra los enemigos de la fe católica, para que triunfando de ellos con su divina asistencia reinemos en la gloria eternamente”. 

Arca de San Vicente.
Catedral de Oviedo.
Luego de estas encendidas palabras, doce monjes juraron ser fieles a Cristo y apenas lo hicieron llegaron al monasterio los soldados y verdugos, llamando a las puertas. Ramiro y los monjes abrieron a la par que recitaban el Credo de Nicea. Los herejes entraron violentamente, degollando y apuñalando a los santos monjes, mientras perdonaron la vida a los otros, que apostataron de la fe. El monasterio fue saqueado, mas las reliquias de los mártires fueron recuperadas por los católicos de la zona, quienes las sepultaron. 

El cuerpo incorrupto de San Ramiro fue trasladado solemnemente el 26 de abril de 1596 a una capilla propia en el restaurado monasterio. El cuerpo de San Vicente y algunos monjes se venera en la catedral de Oviedo. 


Fuente:
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los dias del año". Marzo. P. JUAN CROISSET. S.J. Barcelona, 1862.

A 11 de marzo además se recuerda a:

S. Jorge el Sinaíta,
abad
.
Santa Oria,
virgen
.
Santa Rosina,
virgen y mártir
.





domingo, 7 de marzo de 2021

Por devoción a los mártires, al martirio.

Santos Eubulo y Adriano de Cesarea, mártires. 7 de marzo. 

Su martirio lo recoge Eusebio en su “Historia Eclesiástica” al relatar la persecución en Palestina llevada a cabo por Diocleciano y Maximiano entre los años 303 y 310. En esta persecución padecieron numerosos mártires, uno más esforzado que el otro. Eusebio detalla bastante la persecución y da algunos nombres y como padecieron, y con el relato de nuestros dos mártires, los únicos cuyo culto trascendió, cierra su narración. 

No sabemos de donde eran Eubulo y Adriano, naturales de Mangana, aparecieron en Cesarea de Palestina luego de unos días intensos para los cristianos, pues doce de ellos habían sido martirizados. Al llegar a la ciudad hallaron que los santos cuerpos de los mártires yacían a las afueras de la ciudad, a las expensas de las fieras. Allí debían permanecer hasta cuatro días, luego se permitía fueran enterrados. Si algún cristiano lo hacía antes (como solía ocurrir por la devoción que hacia los mártires se tenía) era inmediatamente arrestado. 

Eubulo y Adriano no se detuvieron ante aquel sacrilegio y, tomando las preciosas reliquias de los santos mártires, las enterraron piadosamente y al ser inquiridos por ello, confesaron que habían ido a la ciudad precisamente para ello, para socorrer a los cristianos. Fueron aprehendidos y llevados ante el gobernador Firmiliano. Este, hecho ya a los interrogatorios y los tormentos les hizo padecer el castigo de los garfios de hierro, que les desgarraron las pieles a nuestros santos. Así, hechos un guiñapo, arrojó a un león a Adriano en el marco de unas fiestas que se celebraban. El león no tocó al santo, que terminó siendo degollado. 

Por su parte, a Eubulo le intentó salvar el portaestandartes del gobernador. Tal vez le conocía, quien sabe. Intentó convencer a Eubulo para que sacrificara a los dioses y así salvara su vida. Eubulo, claro está, lo rechazó, y por ello, el 7 de marzo de 308 fue arrojado a las fieras en el anfiteatro, las cuales lo despedazaron y devoraron. 

Fuente:
-"Las Verdaderas actas de los Martires". Tomo III. Teodorico Ruinart. OSB. Madrid, 1776. 


A 7 de marzo además se celebra a:








jueves, 21 de enero de 2021

De palomas, leones y lanzas.

San Neófito de Nicea, niño mártir. 21 de enero.

Sus Actas están mezcladas con relatos legendarios y, claro está posteriores. Su leyenda cuenta que desde su nacimiento en 286 Neótifo estuvo dotado de dones sobrenaturales, de hecho, revivió a su difunta madre, muerta del parto. Con 5 años una paloma sobrenatural le condujo al Monte Olimpo, donde un león le dejó su cueva para que se instalara allí a hacer vida eremítica.

A los 15 años supo de la persecución feroz hacia los cristianos desatada por el emperador Diocleciano, y sin esperar ni un minuto, se presentó en su natal Nicea para acompañar a los cristianos en su suplicio. Fue rápidamente apresado y sometido a la flagelación. Le arrojaron al fuego, pero salió ileso, y luego le soltaron un león para que lo devorara, pero el animal se acercó sin hacerle daño alguno. Vio Neófito que era el mismo león que le había cedido su cueva y, sabiendo que ya solo le quedaba el cielo, autorizó a la criatura que volviera a su guarida. Y la bestia escapó del circo. Finalmente, Neófito subió al cielo luego de ser atravesado su corazón con una lanza, el 22 de enero de 302. 

El Concilio de Nicea hace referencia somera a su martirio, aunque sin mencionar los aspectos legendarios, solo referenciando su martirio.

Fuente: 
https://heiligen-3s.nl


A 21 de enero además se recuerda a:



lunes, 6 de agosto de 2018

Los Doscientos Santos Monjes de Cardeña.

Los Doscientos Santos Monjes de Cardeña, mártires. 6 y 7 de agosto.


Claustro de los mártires.
El martirio.
Cuéntase que en 872, reinando en reinando en Leon Alfonso III, que hacía la guerra de reconquista, el rey moro Zepha rodeando Burgos se aproximó al monasterio benedictino de San Pedro de Cardeña. Creyó el musulmán que los monjes poseían cuantiosas riquezas y se dirigió al recinto con deseos de expoliarlo. A la sazón era habitado el monasterio por doscientos monjes comandados por el abad Esteban, varón de eminente santidad. Esteban recibió a los musulmanes con las puertas abiertas, advirtiéndole que no guardaban otro tesoro que Jesucristo, a quien le ofrecieron conocer.

Los musulmanes montaron en cólera y martirizaron salvajemente a todos los monjes, el 6 de agosto del año mencionado. Cuenta la leyenda que, durante siglos, el 6 de agosto de cada año el suelo del claustro, donde fueron sepultados los santos mártires, del monasterio aparecía teñido como color de sangre, sintiéndose un olor suavísimo.

Apunto que, asociada a este hecho se cuenta la leyenda de las monjas del monasterio de San Salvador, teniendo noticias de que los árabes estaban cerca, tomaron la resolución de cortarse la nariz, desfigurándose, para no ser violadas por los mahometanos. Pero es una leyenda no comprobada y copiada tal vez de la de Santa Ebba de Coldingham "la joven" (2 de abril y 22 de junio).

Algunos apuntes históricos.
El monasterio fue fundado sobre el siglo V, siendo un cenobio famoso por sus posesiones, erudición y santidad. Y también sería famoso por su relación con el Cid Campeador, por supuesto. Sobre el martirio de estos monjes no hay duda, pues se mencionan en crónicas antiguas, aunque a la par extraña no sean mencionados en otras crónicas del momento y que recogen otros martirios. Aunque ciertamente no se conoce ningún rey moro llamado Zepha, aunque sí constan las incursiones del general Gálib en Castilla y León, regiones que asoló a su paso. Una lápida en el claustro monacal recuerda el hecho con esta inscripción: "En el año 872 de la Era, cuarta feria, a 8 de los idus de agosto, fue destruida Cardeña y muertos allí por el rey Zepha doscientos monjes del rebaño del Señor, en el día de los santos mártires Justo y Pastor". 

Curiosamente, la "Crónica general de España", del siglo IX dice que fueron trescientos los mártires. Probablemente solo tenían noticias ligeras sobre el hecho.


Lápida del claustro.
Los monjes que repoblaron el monasterio gracias al conde Don García, mantuvieron vivo el recuerdo de los mártires durante siglos. En el siglo XVI pidieron a San Pío V (30 de abril) que canonizara a sus hermanos de religión, encargando al dominico Alfonso Chacón que escribiera su "De martyrio ducentorum monachorum sancti Petri a Cardegna", una obra monumental de erudición, que recoge datos históricos y legendarios, milagros y testimonios de la devoción sostenida a los benedictinos mártires. Y ciertamente la tuvieron, siendo un centro de peregrinaciones bastante popular, sobre todo en los últimos años de la Reconquista. Enrique IV, Isabel la Católica, entre otros monarcas, lo visitarían y venerarían las reliquias de los mártires.

Luego de una investigación canónica se aprobó la canonización, pero la hizo efectiva el papa Clemente VIII, quien el 11 de enero del año 1603 permitió que los mártires de Cardeña fueran venerados como santos oficialmente. El cardenal Baronio los introdujo en el Martirologio Romano y compuso las Lecciones del Oficio Propio. Felipe III de España costeó una bella capilla en el monasterio para que se veneraran las reliquias de los santos mártires. Esto haría que se enviaran reliquias a varios sitios de España y, en el siglo XVI y XVII a América.

Fuentes:
-"Año Cristiano". Tomo VIII. S.E DEMETRIO MANSILLA REOYO. B.A.C., 2005.
-"Año cristiano o Ejercicios devotos para todos los días del año". Agosto. P. Jean CROISSET . S.J. Barcelona, 1863.

A 6 de agosto además se celebra a:


San Joscelin,
eremita.
Ven. Antonio Margil
de Jesús, franciscano
.
San Hormisdas, papa.





martes, 3 de julio de 2018

Del manso león de Roma.

San León II, papa. 3 de julio y 28 de junio.

Al parecer nació en Messina y era hijo de un médico. De su juventud se desconoce casi todo. En 681 subió al solio pontificio para suceder a San Agatón (10 de enero). Su consagración demoró más de un año, puesto que el emperador Constantino IV se negaba a confirmar la elección debido a que el Sexto Concilio Ecuménico, comenzado por Agatón y culminado por nuestro León había excomulgado al papa Honorio I por su cercanía al monotelismo. 

Además, el emperador estaba muy molesto con la Iglesia romana porque Agatón se había negado a pagar el "tributo" que la Iglesia debía pagar al emperador por la confirmación del papa romano. Finalmente, León anuló la excomunión de Honorio I y fue consagrado el 17 de agosto de 682. Durante su pontificado se condenó, una vez más el monotelismo, una herejía que afirmaba que en Cristo solo había una voluntad divina, omitiendo la humana. Ya la había condenado el papa San Martín I (13 de abril), pero aún tenía sus seguidores.

León cerró el conflicto con la Iglesia de Rávena, la cual defendía su autonomía y la no necesidad de que sus obispos fueran consagrados por el papa de Roma. Tenían un privilegio firmado por el emperador Constante II, que León se encargó de anular, devolviendo la obediencia a la Iglesia y a la persona del romano pontífice.

Construyó León varias iglesias en Roma, entre ellas la de San Jorge "in Velabro". Trasladó a las iglesias numerosas reliquias de los mártires desde las catacumbas. Además, compuso algunos himnos y cánticos para el culto, reformó la disciplina eclesiástica y fue un alma muy caritativa, llegando a vivir en la pobreza por socorrer a los necesitados.

San León II falleció el 28 de Junio de 681. Fue enterrado en la primitiva basílica de San Pedro.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo VII. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.

Otros santos papas son:

San Esteban I. 2 y 30 de agosto.
San Telesforo. 5 y 30 de enero (carmelitas), y 22 de febrero.
San Dionisio. 19 de enero (carmelitas) y 26 de diciembre.
San Celestino V. 19 de mayo.
San Cleto. 26 de abril.
San Ceferino. 26 de agosto.
San Inocencio I. 28 de julio.
San Sergio I. 8 y 9 de septiembre.
San Melquíades. 10 de diciembre.
San Agapito I. 22 de abril y 20 de septiembre, la traslación.
San Lino. 23 de septiembre.
San Urbano I. 25 de mayo.
San Silvestre I. 31 de diciembre.
San Eugenio I. 2 de junio.
San Hormisdas. 6 de agosto.
Beato Gregorio X. 10 de enero.
San Julio I. 12 de julio.
San Zacarías. 3, 15 y 22 de marzo.
San Marcos. 7 de octubre.
San Calixto I. 14 de octubre.
San Gregorio III. 28 de noviembre.
San Gelasio I. 21 de noviembre.
San Lucio I. 4 de marzo.
San León IX. 19 de abril.
San Aniceto. 17 de abril.
San Alejandro I. 3 de mayo.
San Gregorio VII. 25 de mayo.
San Agatón. 10 de enero.
San Celestino I. 6 de abril.
Beato Benedicto XII. 25 de abril.

A 3 de julio además se celebra a:


San Jacinto de
Cesarea, mártir.
San Agapio de
Córdoba, obispo.
Santo Tomás,
Apóstol.











miércoles, 27 de junio de 2018

De un glorioso mártir y su vergonzoso martirio.

San Arialdo de Milán, diácono y mártir. 27 de junio.

Nació en Como, sobre el año 1000, al parecer en una familia acomodada. De su infancia y primera juventud sabemos que estudió en Milán y París, y que fue ordenado diácono en Varese a mediados del siglo XI.

Fue Arialdo una figura eminente en la iglesia milanesa de su tiempo por su denuncia de la inmoralidad del clero y los fieles. Fue decidido defensor del celibato sacerdotal, manifestando el concubinato extendido en el que vivían los presbíteros, sin vergüenza alguna. Para acabar con ello propugnaba por que los curas vivieran en comunidades pequeñas donde unos a otros se guardaran para no caer en pecado. El mismo organizó una comunidad canonical de presbíteros pobres, entregados a Cristo y célibes que hacían vida común, inspirados en las comunidades de la Iglesia primitiva para las cuales San Agustín (28 de agosto; 24 de abril, bautismo; 29 de febrero, traslación de las reliquias a Pavía; 5 de mayo, conversión; 15 de junio, en la Iglesia oriental) había escrito una Regla.

Además, junto a otros presbíteros y monjes honestos denunció el terrible pecado de la simonía, denunciando con nombres a aquellos prelados que habían caído en ella, comprando o vendiendo cargos eclesiásticos, obispados y beneficios espirituales. Sobre 1056 Arialdo fundó, además, un partido político-religioso para oponerse a tales desmanes, en el cual militaban clérigos y seglares, principalmente de clase media y comerciantes. Llegaron a sacar a la fuerza de las iglesias a los sacerdotes y sus concubinas, castigándoles públicamente. El papa Víctor II convocó un sínodo en Novara, donde se condenó los métodos extremos de Arialdo y sus seguidores, aunque se alabó su celo por una vida recta. Esto hizo más fuerte el movimiento reformador de Arialdo, ganando adeptos en todas las clases sociales. En 1057 el papa Esteban IX le dio su apoyo y además, le pidió que continuara su denuncia profética.

El gran enemigo de Arialdo fue Guido de Velate, el arzobispo de Milán, quien había comprado su episcopado y quien en principio no hizo caso alguno a aquel movimiento popular, conocido como La Pataria. Sin embargo, Arialdo predicaba incansablemente contra el pecado y el delito, atrayendo cada vez más adeptos que querían una reforma de la Iglesia.

Cuando Guido reaccionó, lo primero que hizo fue excomulgar a Arialdo, quien abogó ante el papa Nicolás II, quien se interesó en su causa y le levantó la excomunión. Eran tiempos de grandes papas desde San León IX (19 de abril), que buscarían incansablemente la reforma de la Iglesia. En 1059 el papa envió a San Pedro Damiani (21 de febrero), a Anselmo da Baggio (futuro papa Alejandro II) y al monje Hildebrando, futuro San Gregorio VII (25 de mayo) para deponer a Guido. Estos tres pilares de la reforma pusieron las cosas en su sitio, deponiendo al obispo y llevando el levantamiento de la excomunión. Guido y sus parientes y defensores habían huido de la ciudad para evitar a los legados pontificios. Lo que sí no lograron fue preveer el atroz martirio que padecería Arialdo. Pero aún falta para ello, lo veremos más adelante.

Apenas los legados se fueron, Guido tomó la sede de nuevo, enfrentándose abiertamente al papa, aunque ante las presiones de los demás obispos de Lombardía, que se proponen enmendar sus vidas públicamente, Guido declara hacer lo mismo y renunciar. Pero era solo para tomar tiempo, pues en breve sus desmanes y pecados públicos regresan. Arialdo y los suyos vuelven a denunciarle ante el papa y Guido reacciona sobornando a los nobles de Milán para que le apoyen y repriman al movimiento popular del santo diácono que iba en aumento y sobrepasando los límites de la denuncia espiritual para convertirse en una fuerte oposición a los nobles y al mismo emperador Enrique, también enfrentado a la reforma. En 1066 estalló una revuelta ciudadana que Guido aprovechó para traer de su lado, clamando contra Roma por interferir en el gobierno de Milán. Excomulgó a Arialdo nuevamente y los seguidores de este asaltaron el palacio episcopal. Arialdo siguió el consejo de un clérigo de un pueblo cercano, quien le ofreció su casa para estar lejos de la ciudad un tiempo y huir del implacable Guido. Pero este presbítero lo traiciona y lo entrega a los clérigos mercenarios de Guido. Estos le cortaron los genitales, le amputaron manos y pies y le arrojaron al lago Maggiore el 27 de junio de 1066.


Altar relicario de San Arialdo.
El cuerpo del santo apareció en mayo de 1067 y trasladado triunfalmente por sus seguidores a Milán. Los funerales, político-religiosos, se celebraron en la iglesia de San Ambrosio y fueron multitudinarios. El papa Alejandro II, su defensor desde hacía años, le declaró mártir y permitió su culto en la iglesia de San Celso. En 1075 se escribió la primera "vita", por Andrea da Strumi. Desde el siglo XVI las reliquias se veneran en la catedral de Milán. En 1904 San Pío X (21 de agosto) confirmó la canonización informal hecha por Alejandro II y ese mismo año se aprobó el Oficio Litúrgico propio. En 1940 el Beato Ildefonso Schuster (30 de agosto) elevó las reliquias a un nuevo altar.

Fuentes:
-"Passione del santo martire milanese Arialdo". ANDREA DA STRUMI. Sant Ambrogio Editoriale, 1786.
-https://www.heiligenlexikon.de

A 27 de junio además se celebra a:


San Zoilo de Córdoba
y comp. mártires.
San Sansón,
confesor.
San Cirilo de Alejandría,
Doctor de la Iglesia.





domingo, 29 de abril de 2018

El Grande, más grande aún que su gran abadía.

San Hugo de Cluny, "el Grande", abad. 29 de abril; 11 de mayo, Todos los Santos Abades de Cluny, y 13 de mayo, traslación de las reliquias.


Nació en 1024, y fue hijo del Conde de Semur-en-Brionnais. Con 15 años entró como monje a la abadía de Cluny, cuando era su abad San Odilón (1 de enero y 11 de mayo, Todos los Santos Abades de Cluny). A los 20 años fue ordenado presbítero. Desde sus inicios como monje Hugo destacó como fiel seguidor de las reformas cluniacenses y fue fiel colaborador de Odilón, era quien mejor conocía al mismo, tenía excelentes relaciones en el mundo y era inteligente, piadoso y emprendedor. Por ello, en 1048, a la muerte de Odilón, Hugo fue elegido abad, aunque tenía solamente 25 años.

Si bien la Reforma de Cluny llevaba años consolidándose, desde tiempos de San Odón (18 de noviembre y 11 de mayo, Todos los Santos Abades de Cluny), sería con Hugo con quien esta reforma se extendería por todo el Occidente cristiano, tanto que más que una reforma monástica hay que hablar de una reforma de ser y entender la Iglesia. Hasta la llegada de los jesuitas, con su gran labor contrarreformista, no se vería algo así en la iglesia. El culto divino, la relación de la Iglesia con el poder civil, la disciplina eclesiástica, dogmas de fe, devociones, la cultura, las ciencias… todo se verá afectado por Cluny y su influencia.

Cluny se convirtió bajo los 60 años de mandato de Hugo en una segunda Roma. Mil monasterios y 10000 monjes en toda Europa dependían del influjo de Cluny, siendo un magnífico ejército de la reforma. Nueve papas, incluidos los grandes San León IX (19 de abril) y San Gregorio VII (25 de mayo), se aconsejaron de Hugo para su obrar en la Cátedra de San Pedro. El emperador, reyes y príncipes cristianos igualmente se hicieron valer del consejo de nuestro santo, y más de una vez. Fue legado papal para lograr la paz entre monarcas, y entre la Iglesia y el Imperio.


Hugo es elegido abad.
En los años de mandato de Hugo se construyó la magnífica iglesia de Cluny, espejo de la reforma eclesiástica: luminosa, amplia, acogedora. Hasta las ruinas que quedan hoy en día, ya reconstruidas, impresionan por lo que debió ser tal templo, que fue consagrado por el papa Beato Urbano II (29 de julio), que había sido monje en Cluny. Hugo amplió el monasterio, obtuvo numerosas tierras y granjas, donde los campesinos no eran explotados y obtenían mayores ganancias que de si hubieran sido siervos de otros señores. En Marcigny Hugo fundó un hospital para leprosos donde él mismo les atendió, cuidándoles y mimándoles más de una vez.

Hugo murió a la edad de 85 años, en 1109. Fue canonizado por Calixto II, quien le llamó "El Grande", en 1121. En 1574 los herejes hugonotes saquearon la abadía de Cluny y profanaron las reliquias del santo, salvándose solo algunos fragmentos.


Fuentes:
-"Diccionario de los Santos" C. LEONARDI, A. RICCARDI Y G. ZIARRI. Ed. San Pablo. Madrid, 2000.
-"Vidas de los Santos". Tomo IV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.
-"Nuevo Año Cristiano". Tomo 4. Editorial Edibesa, 2001.
-http://www.monasteriosantacruz.com


A 29 de abril además se celebra a:


Ss Jasón, Sosípater
y comp. mártires.
Santa Endelienta,
eremita y mártir.
San Gombert
duque y mártir.
San Pollio
y comp mártires.



jueves, 19 de abril de 2018

Trabajó por la salvación del pueblo de Dios.

San León IX, papa. 19 de abril.

Nació el 21 de junio de 1002, en Alsacia, en una noble familia emparentada con el emperador Conrado, y fue bautizado con el nombre de Bruno. A los pocos días de nacer, cuenta una leyenda, se vio aparecer en su cuerpo numerosas cruces rojas, lo cual fue tomado como signo de predestinación. Su madre le dio una piadosa educación hasta los 5 años, cuando fue confiado al obispo Bertoldo de Toul, para que le instruyera en las letras y la piedad, con vistas a dedicarle a la carrera eclesiástica.

Fue un niño aplicado en el estudio, y de notable inteligencia. Piadoso y amigo de sus compañeros, a los que siempre indicaba el camino de la virtud, con su ejemplo y sabias palabras. Sobre los 15 años enfermó gravemente, y fue sanado milagrosamente por el Patriarca San Benito (21 de marzo y 11 de julio, la Traslación), por lo cual nuestro santo pensó abandonar el mundo y tomar el hábito benedictino, en agradecimiento al Santo. Pero su obispo, Hermann le concedió una canonjía en la catedral, la cual no pudo rechazar. Era la época en que seglares accedían a estos beneficios eclesiásticos que reportaban un salario. En ocasiones ni siquiera iban a los Oficios Litúrgicos, sino se limitaban a tomar decisiones y cobrar. Sabido es de algunos casos en los que "alquilaban" la canonjía, o sea, pagaban una parte a un clérigo para que dijera misa o participara en su nombre en la liturgia. Un escándalo que, ya veremos, nuestro santo pondrá remedio.

Bruno, a pesar de ser seglar, aventajó a los demás canónigos clérigos, mostrando más piedad y respeto por el cargo que algunos de ellos. A los 20 años, habiendo completado su formación, el emperador Conrado II le llamó junto a sí como consejero, pues había oído maravillas de él. La corte y el mundo no distrajeron a Bruno de su vida espiritual, manteniéndose aparte de fiestas, devaneos e intrigas. En 1026, con solo 24 años, fue elegido obispo de Toul, luego de la muerte de Hermann, siendo ordenado presbítero y obispo el 9 de septiembre de 1027 por el arzobispo de Tréveris en una solemne ceremonia, contada en diversas crónicas.

Con el báculo en la mano y la autoridad episcopal, el joven prelado se lanzó a lo que hacía tiempo era su deseo: la reforma eclesiástica. Comenzó con los monasterios, sabiendo la importancia que estos tenían en la espiritualidad y la influencia que ejercían en el pueblo. Ordenó el culto, suprimió canonjías ocupadas por seglares, formó a los presbíteros, reorganizó la caridad, etc. Fue solícito con los pobres, a quienes recibía frecuentemente y a quienes socorría con largueza. En ocasiones les servía a la mesa, les lavaba los pies o les atendía en sus enfermedades. Era parco en su mesa, ayunaba seguidamente y se disciplinaba por sus fieles. Era muy devoto de la Pasión del Señor y de la Santísima Virgen, y de ambas predicaba con frecuencia, contrario al uso de la época, en la cual los obispos reservaban su predicación para grandes solemnidades.

En 1040 fue legado del emperador para negociar la paz entre Francia y el Imperio. Agradó tanto a Roberto de Francia nuestro santo, que solo por él habría accedido a la paz. Esto le hizo conocido en Francia, donde poco a poco se le comenzó a admirar también. En 1046 participó en la Dieta de Worms, convocada para tratar el asunto del cisma Benedicto XI, que después de la muerte del papa Dámaso II traía a la Iglesia y al Imperio revueltos. Entre los legados romanos y los imperiales se pusieron de acuerdo para elegir al obispo de Toul, prudente, sabio y santo como pocos, para acceder al trono de San Pedro. Bruno se negó todo lo que pudo, pero su resistencia y la elocuencia que demostró negándose, solo hicieron que los prelados lo aclamaran más aún como papa. Así que, Bruno puso como condición que su elección no solo fuera por parte del imperio, sino validada por el clero romano. Una vez confirmada la elección por el clero y nobles romanos, a nuestro santo no le quedó más remedio que aceptar. Llegó a Roma a pie y descalzo, entrando con gran humildad y besando el suelo regado por la sangre de los mártires. Fue entronizado en la Cátedra de San Pedro el 12 de febrero de 1049, primer domingo de Cuaresma, tomando el nombre de León IX.

Vitral conmemorativo
de la Dieta de Worms.
Si como obispo León había sido un buen reformador, como papa no lo sería menos. Dícese que tenía la costumbre de tres veces a la semana caminar descalzo desde San Juan de Letrán hasta San Pedro. Una de esas noches halló a un leproso tiritando de frío. A pesar del hedor que expelía, el santo papa se le acercó, le cubrió y lo echó sobre sus hombros, acostándole en su propia cama del palacio laterano. Convocó los concilios de Roma y de Pavía para tratar el asunto de la simonía, deponiendo sin reserva a aquellos obispos de los que se comprobó habían comprado la consagración episcopal, o la habían ofrecido a otros a cambio de dinero, tierras o beneficios. Declaró nulos todos los matrimonios incestuosos, forzados o los habidos con algún clérigo, reforzando la disciplina celibataria de la Iglesia. Convocó León otro concilio romano en 1049, dedicado a refutar y condenar la herejía de Berengario sobre la Eucaristía, que negaba la transubstanciación. De su mano salió un tratado para refutar los errores del heresiarca. Hay que decir que, ciertamente, la transubstanciación no sería dogma de fe sino hasta mucho más tarde, si bien era creída por toda la Iglesia.

León llamó a San Pedro Damiani (21 de febrero) junto a sí, sacándole de su soledad por el bien de la Iglesia. Pedro Damiani fue un gran apoyo de nuestro santo, y de papas posteriores, contra los abusos del clero, porque los combatió firmemente. Y fue aliado de León en su lucha contra la injerencia del poder político en los asuntos eclesiásticos. También se ayudó León del monje Hildebrando, el célebre futuro San Gregorio VII (25 de mayo). Toda la reforma de este último papa, llamada "gregoriana", tendría sus bases en la reforma impulsada por nuestro León. El gran abad San Hugo de Cluny (29 de abril y 11 de mayo, Todos los Santos Abades de Cluny) fue igualmente un báculo en el que nuestro León se apoyó para su labor. Fue amigo del Beato Hermann "el Paralítico" (24 de septiembre), quien compuso la "Salve Regina" con ocasión de una visita de León a su monasterio de Reichenau. También tuvo León gran aprecio por el prestigioso abad San Gerardo de Sauve-Majeur (5 de abril), a quien León ordenaría presbítero en Roma y, además, le sanaría milagrosamente de las migrañas que padecía y de las que ni peregrinando a San Miguel de Monte Gargano (8 de mayo) se había curado.

León viajó por el Imperio poniendo orden, reformando, exhortando y castigando a los rebeldes. En Reims participó en la Traslación de San Remigio (1 de octubre), y dedicando la iglesia abacial. También dedicó la iglesia de San Arnoldo (18 de julio), en Metz. Entregó las reliquias de San Quirino (30 de marzo y 30 de abril) a su hermana Geppa, abadesa en Neuss, quien desde allí extendió la devoción al santo. Sólo a Alemania viajó tres veces, la última en 1052 para reconciliar de una vez al rey Andrés de Hungría con el emperador Enrique. En uno de esos viajes fue apresado por los normandos, quienes habían sido expulsados de Apulia por el emperador y a petición de León. Esperaba el santo lo peor, pero los normandos vieron que era hombre bueno, y solo le retuvieron un año en un monasterio Benevento. Este tiempo León lo tomó como un tiempo de meditación y oración. De regreso a Roma, León siguió su vida piadosa, caritativa y reformadora.

A inicios de marzo de 1054 su salud se debilitó mucho, y los normandos le dejaron partir hacia Roma, escoltándole hasta Capua. Llegado a Roma, convocó junto a su lecho a los prelados, e hizo le condujeran con gran pompa a la basílica de San Pedro, donde recibió la Extremaunción y oró así: "Señor lleno de misericordia y redentor de todos los hombres, tú eres toda mi confianza y mi salvación. Si quieres que todavía trabaje por la salud de tu pueblo, no rehúso el trabajo; pero si quieres llamar a Ti a tu Siervo, dígnate abreviar el tiempo de mi destierro". Después recibió la comunión y fue devuelto a sus aposentos, donde falleció en paz, el 19 de abril de 1054, a los 52 años de edad. Está sepultado en la actual basílica de San Pedro y fue canonizado en 1087 por el Beato Víctor III (16 de septiembre).

Reliquias de San León IX.
Basílica de San Pedro.
A pesar de toda su reforma y sus aciertos, el hecho más relevante del pontificado de San León es, sin duda, el doloroso cisma de la Iglesia Oriental, que venía efectuándose tiempo atrás, por cierto. La embajada de León en 1053, en busca de apoyos bizantinos para protegerse a los normandos devino en una serie de malentendidos y respuestas desafortunadas. Por la parte Oriental tenemos a Miguel Cerulario, patriarca de Constantinopla, quien impulsaba la "deslatinización" de las iglesias, intentando imponerles el rito bizantino. Los legados de León negaron la legitimidad de Cerulario, quien se negó a recibirles en nombre del papa de Roma, los latinos respondieron criticando y descalificando los ritos griegos. Y en un alarde de autoridad, excomulgaron al Patriarca Cerulario. La reacción no fue otra que la esperada: el 24 de julio de 1054, estando la sede romana vacante aún, los bizantinos decretaron la excomunión de los legados y consumaron la ruptura de la Iglesia de Cristo hasta hoy.

Fuentes:
- "Nuevo Año Cristiano". Tomo 4. Editorial Edibesa, 2001.
-"Diccionario de los Santos" C. LEONARDI, A. RICCARDI Y G. ZIARRI. Ed. San Pablo. Madrid, 2000.
-"Vidas de los Santos". Tomo IV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.

Otros santos papas son:

San Esteban I. 2 y 30 de agosto.
San Telesforo. 5 y 30 de enero (carmelitas), y 22 de febrero.
San Dionisio. 19 de enero (carmelitas) y 26 de diciembre.
San Celestino V. 19 de mayo.
San Cleto. 26 de abril.
San Ceferino. 26 de agosto.
San Inocencio I. 28 de julio.
San Eugenio I. 2 de junio.
San Hormisdas. 6 de agosto.
Beato Gregorio X. 10 de enero.
San Julio I. 12 de julio.
San Zacarías. 3, 15 y 22 de marzo.
San Marcos. 7 de octubre.
San Calixto I. 14 de octubre.
San Gregorio III. 28 de noviembre.
San Gelasio I. 21 de noviembre.
San Silvestre I. 31 de diciembre.
San Sergio I. 8 y 9 de septiembre.
San Melquíades. 10 de diciembre.
San Agapito I. 22 de abril y 20 de septiembre, la traslación.
San Lino. 23 de septiembre.
San Urbano I. 25 de mayo.
San Agatón. 10 de enero.
San Lucio I. 4 de marzo. 
San Aniceto. 17 de abril.
San Alejandro I. 3 de mayo.
San Gregorio VII. 25 de mayo.
San Celestino I. 6 de abril.
Beato Benedicto XII. 25 de abril.

A 19 de abril además se celebra a:

San Gerold, ermitaño.
San Alphege,
obispo y mártir.
San Expedito,
mártir.
San Werner,
niño mártir.
  

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...