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domingo, 17 de diciembre de 2017

Con mitra o con perros.

Pregunta: San Lázaro es un santo (?) muy invocado por los cubanos. Se trata de la santeria cubana o es Lázaro el hermano de Marta y Maria?

Respuesta: En San Lázaro se da la confluencia de dos personajes distintos: San Lázaro, amigo de Jesús y Lázaro, el pobre. Vayamos por partes:

San Lázaro con sus hermanas.
San Lázaro, obispo y mártir. 17 de diciembre y 29 de julio.

Sobre Lázaro y sus dos hermanas, y Santa Marta (29 de julio) y María de Betania, ya hoy no identificada con Santa María Magdalena (22 de julio) tenemos el testimonio evangélico: Los tres eran amigos de Jesús y le invitaban a su casa en Betania, cerca de Jerusalén, donde era amado y acogido (Lc. 10, 38-42; Jn. 12). Señal de la intimidad de Cristo con Lázaro es el hecho de como Jesús, aun yendo a resucitarle, lloró al contemplar el duelo de María y Marta. Uno de los milagros más grandes de Cristo fue, precisamente, el traer de nuevo a la vida (que no fue resurrección) a Lázaro (Jn. 11). 

Hasta aquí, lo único certero que se puede afirmar de este personaje. Todo lo demás que se conoce son tradiciones y no siempre iguales. Mientras que unas dicen que acompañó a San Pedro en su predicación en Siria, la más conocida dice que los judíos embarcaron a Lázaro en Jaffa en una nave que hacía agua y sin velas, con sus dos hermanas y otros cristianos, y la nave llegó milagrosamente a la isla de Chipre. San Lázaro fue, según esa tradición, elegido obispo de Kition y murió 30 años después.

En el siglo XI, la leyenda provenzal de Santa María Magdalena, cuenta que junto a María Magdalena, Marta, San Maximino (8 de junio), Santas Sara y Marcela (criadas de la familia. 28 de julio), Santa María Salomé (22 de octubre y 5 de mayo), Santa María la de Cleofás (9 y 11 de abril y 5 y 25 de mayo) y San Cedon (3 de agosto), se trasladaría a la Provenza, entre los años 42-43. Más que trasladarse, les llevaron, pues fueron metidos en un buque sin velas, ni remos ni timón y abandonados en el mar, llegaron hasta Marsella, desde donde fueron a Aix. Todos tomarían su rumbo, pero Lázaro quedaría como obispo de Marsella y terminado su carrera en este mundo como mártir. Incluso el Papa Benedicto IX, al consagrar la iglesia de San Víctor de Marsella, afirmó que sus reliquias estaban ahí. Ciertamente hubo un Lázaro obispo de Marsella, pero en el siglo IV. 

Sin embargo, su culto sí que es muy antiguo. La gallega Eteria, peregrina que viajó a Jerusalén en el siglo III, describe sobre la gran procesión que se hacía el sábado anterior al Domingo de Ramos al "Lazarium" tumba de San Lázaro (esta procesión aún se celebra por parte de la Iglesia Ortodoxa). Otro hito del culto a San Lázaro está situado en el año 890, cuando el emperador León VI construyó una iglesia y un monasterio en su honor en Constantinopla y trasladó allá una parte de las pretendidas reliquias, que se hallaban en Chipre. 

"Milagroso San Lázaro"
venerado en su santuario de Cuba.
Lázaro el "de los perros".
Este otro Lázaro, también personaje evangélico, es el pobre mendigo que gana el cielo por sus sufrimientos, mientras el inmisericorde, se va al infierno (Lc. 16, 19-31). Hoy en día nos dicen que se trata de una parábola de Cristo, pero basta leer otras parábolas de del Señor y compararlas con la narración de Lázaro para darse cuenta de las diferencias. Basten dos:

1. Jesús nunca usa nombres propios en la parábolas, porque, precisamente son eso, ejemplos. Cristo habla de "una mujer", "un padre y dos hijos", "un rey", etc. Sin embargo, en este relato se nos dice el nombre del protagonista, como se contaría un hecho histórico.
2. Todas las parábolas de Cristo son explicadas, sin embargo, este relato no cuenta con explicación alguna. Simplemente se narra el hecho y en la misma historia está la enseñanza, que no está "velada" bajo símbolos como suelen ser las parábolas.

Otra cosa es si la veneración a San Lázaro "de las muletas" existió o existe aún en la iglesia. Vitrales, frescos, tallas, nos hablan de la veneración a este personaje, ligada junto a San Roque a los leprosorios y hospitales, pues padeció la lepra (esto lo hemos añadido por tradición, porque el Evangelio no lo dice). Incluso una orden religiosa existió bajo su advocación, los "Hermanos de San Lázaro", dedicados específicamente a cuidar leprosos, yque fue fundada por el Beato Roberto de Arbrissel (24 y 25 de febrero). Actualmente es difícil ver imágenes de San Lázaro en las iglesias, pero por ejemplo, en la iglesia de San Nicolás de Bilbao se venera una estupenda talla. Otras iglesias españolas e italianas también lo veneran. Su culto permanece en esa ambigüedad entre lo permitido "porque no queda más remedio" y la reticencia a celebrarlo. 

Además de las muletas y los perros, sus otros atributos son una campanilla o matraca, (instrumentos medievales que tenían que portar los leprosos para anunciar su presencia y la gente se alejara).
Los cultos afrocubanos han sincretizado a ambos Lázaro, poniendo su fiesta en la del santo obispo y, desde entonces han ido juntos como un solo personaje. 

En mi país natal, San Lázaro es, sin duda, el santo más venerado que hay, casi siempre ligado a la santería. Tiene un santuario a las afueras de la Habana que nació (¡cómo no!) y se mantiene junto a una leprosería. La peregrinación de diciembre es multitudinaria, una marea humana de más de 10 kilómetros de largo. Durante todo el día y más aún de noche, porque a las 12 de la noche todos quieren estar ante el santo, sí o sí. Desde tiempo antes del 17 de diciembre, los que llevan promesas se ponen en camino de rodillas, a rastras, llevando piedras, cadenas, piernas de hierro a cuestas. Al santo le ofrecen tabacos, botellas de aceite (reminiscencias de la antigua costumbre del aceite de las lámparas del altar), y claro, flores, joyas y dinero. Allí se dan la mano en venerar al santo, ricos, pobres, turistas, sanos, enfermos, santeros, curiosos, católicos o no. Detalle interesante: en el altar mayor se venera el santo obispo al que nadie mira, el "milagroso" se encuentra en un altar lateral y, claro, es un antiguo San Lázaro "de perros", que durante años estuvo vestido para esconder que lo era. Luego de una restauración en la que pude participar, se dejaron visibles las llagas y otros elementos escondidos, aunque se le vistiera. Desde 2013 aparece tal cual, sin atuendo de obispo.


A 17 de diciembre además se celebra a
San Judicaël de Bretaña, rey y monje.
San Sturmio de Fulda, abad

Y se canta la primera de las Antífonas Mayores: O Sapientia

sábado, 21 de mayo de 2016

Enviado a los pobres y necesitados.

San Eugenio de Mazenod, obispo y fundador. 21 de mayo.

El joven Eugenio de Mazenod.
Carlos José Eugenio Mazenod nació en Aix, sur de Francia, el 1 de agosto de 1782. Su familia era de una nobleza venida a menos, aunque económicamente próspera en ese momento. Su padre era funcionario real por su cargo de Presidente del Tribunal de Cuentas de Aix. En 1789 estalla la Revolución Francesa, que intenta barrer todo lo que oliera al régimen monárquico. La Iglesia, como estamento, y los nobles serían los más castigados, pero no lo serían menos los campesinos y gente común fiel a su fe católica. La familia Mazenod huye a Italia en 1791, dejando todas sus posesiones detrás. Tuvieron que dedicarse al comercio, al contrabando además, añaden algunos, para poder sobrevivir. Y aún esto con poco éxito. En los 11 años que duró el destierro, estuvieron rozando la miseria absoluta.

El niño Eugenio, vivo y de carácter dulce y piadoso, estudió en el Colegio de Nobles de Turín, y al trasladarse con la familia a Venecia, estudió un tiempo con los P.P Barnabitas, pero tuvo que abandonar la escuela. Providencialmente, se interesó en su formación un presbítero vecino de la familia inmigrante. Bartolo Zinelli comenzó a educar al niño en las letras y la piedad. Cuando la familia se tiene que trasladar a Nápoles, Eugenio vuelve a abandonar todo estudio. En Palermo conquistan a los duques de Cannizzaro, que le acogen en la familia para instruirle y darle algún trabajo. Allí fue feliz, y alcanzó el título de Conde de Mazenod. Pero si en Italia le valía, al regresar a Francia en 1802, con 20 años, Eugenio comprendió que en su país solamente era el ciudadano Mazenod. Su familia en Francia no era nadie, sus padres se habían separado y la familia estaba en peleas por recuperar sus propiedades incautadas, así que Eugenio vio para sí pocas posibilidades de un futuro próspero, aunque se le intentó casar con una rica heredera, pero nada logró la familia. 

Eugenio contempló con tristeza la situación límite de la Iglesia francesa: diezmada en miembros y medios, templos destruidos para siempre, y muchos en mal estado, profanados y saqueados. El clero desmoralizado y medrando, las religiosas no eran suficientes, y muchas aún no reconstruían sus monasterios. Eugenio comprendió que si el mundo no le respondía, lo hacía la fe, así que teniendo una conversión, renovó su piedad y devoción de la infancia, y en 1803 entró al seminario San Sulpicio de París en contra de su familia, especialmente de su madre, que le veía como un medio para volver a escalar peldaños sociales. El 21 de diciembre de 1811 era ordenado presbítero en la catedral de Amiens. 


Fue destinado a Aix, y aunque tenía vínculos como para ganar un beneficio en una buena parroquia, prefirió dedicarse a los necesitados de la fe en aquellos momentos: presos, jóvenes sin futuro, muchachas campesinas que intentaban colocarse de sirvientas en las ciudades y que estaban expuestas a mil peligros. Etc. Comenzó a peregrinar por las aldeas predicando, instruyendo, formando asociaciones piadosas, en poco tiempo tuvo otros sacerdotes que le ayudaban en su catequesis itinerante. Hablaban en el dialecto provenzal, editaban sencillos folletos catequéticos y dedicaban muchas horas a la confesión y la visita a los enfermos y alejados de la fe. Entre misión y misión, se retiraban en una comunidad improvisada, a la que llamaban "misioneros de la Provenza" para orar, hacer penitencia, estudiar, y discernir la voluntad divina sobre ellos. En 1824 se llamarían a sí mismos "Misioneros de San Carlos", y la Congregación Redentorista de San Alfonso María de Liguori (1 de agosto), sería su principal modelo.

El clero en general veía con malos ojos aquella empresa. Era más partidario de una Iglesia que retornara a ser un estamento del Estado y desde esa posición dominante extender la práctica cristiana y recuperar la influencia moral sobre el pueblo. Llegó el momento que, entre sus deseos de evangelizar y la oposición que recibía, se hizo necesario buscar la protección de la Iglesia. Pidieron directamente al papa les reconociera como Congregación Religiosa, y el 17 de febrero de 1826, Gregorio XII aprobaba los "Misioneros Oblatos de María Inmaculada". Eugenio fue elegido Superior General. Ya con la autorización de la Iglesia, se lanzó con sus misioneros a la santificación de las almas, a trabajar solo por la gloria de Dios y el bien de Iglesia. Se desplegaron en múltiples obras como la formación de los jóvenes, la misión rural, el trabajo en prisiones y hospitales, dirigiendo seminarios y parroquias.

En 1832 Eugenio fue designado obispo auxiliar de su tío Fortunato, obispo de Marsella. El anciano había sido el primer obispo desde la restauración de la diócesis, suprimida durante la Revolución y restaurada en 1822. Eugenio fue consagrado obispo en Roma, ya que el gobierno francés conservaba el poder de nombrar o intervenir en los nombramientos de obispos. Vieja tradición esta de inmiscuirse los reyes francos en asuntos de Iglesia que Napoleón, por supuesto, reforzó con el beneplácito de no pocos prelados. Esta consagración episcopal provocó un enfrentamiento diplomático entre Francia y el Vaticano, y la reacción contra Roma de gran parte de la Iglesia francesa. Pensemos que los años de persecución estaban recientes, la iglesia local se resarcía y buscarse problemas con un emperador como Napoléon no era lo más indicado, según los cálculos de la prudencia del mundo. Así es que la llegada de Eugenio a Francia estuvo rodeada de frialdad y hostilidad por parte de otros obispos y parte de los católicos. Pero Eugenio no se arrendró, y combinó su labor pastoral con el gobierno de su Congregación, la cual extendió y comprometió más aún en la evangelización del pueblo. 

En 1837 murió su tío y Eugenio fue nombrado obispo de Marsella. En 1841 envía misioneros a Montreal. En 1847 fundan en Estados Unidos y desde allí fundan y evangelizan Sri Lanka. En 1848 fundan lo que hoy es la Universidad de Ottawa. Las demás fundaciones de Irlanda, Suiza, Inglaterra, Lesotho, etc., responden a la necesidad de las iglesias y a peticiones de los obispos, que admiraban la labor evangelizadora de Mazenod y sus misioneros. Eugenio se desvive por su diócesis: reconstruye la catedral, crea o suprime parroquias, visita enfermos y pobres, se desborda personalmente con el seminario, reedifica el santuario de Nuestra Señora de la Guardia de Marsella, apoya a las religiosas, especialmente a Santa Emilia de Vialar (17 de junio y 24 de agosto), a la que conoce en 1852, calumniada y casi expulsada de su propia Congregación, y la defiende y apoya su fundación en Marsella. Escribe y defiende los derechos de la Iglesia, y del papa sobre esta. En 1856, Napoleón III lo nombra Senador.

Después de una vida coronada esfuerzos, sufrimientos y triunfos, todo para Dios, Eugenio, con 79 años, muere el 21 de mayo de 1861. El 19 de octubre de 1975 fue beatificado por Juan Pablo II, y fue canonizado por el mismo papa el 3 de diciembre de 1995. 


Fuente:
- "Nuevo Año Cristiano". Tomo 5. Editorial Edibesa, 2001.


El 21 de mayo además se celebra a

Beata Richezza
de Polonia
.
San Constantino I,
emperador
La Traslación de
San Juan de la Cruz.









sábado, 21 de julio de 2012

San Víctor de Marsella


Estampa popular

Pregunta: mi abuelo quiere hacer un cruceiro para el patio, pero no sabe que santo ponerle en la parte posterior. Me ha dicho que lo escoja yo. ¿Qué santo se puede poner?

Respuesta: Hombre… ya que te han dado a escoger, y como te llamas Víctor, pues que ponga una imagen de tu santo. Hay muchísimos santos con ese nombre… pero yo te propongo a Víctor de Marsella.

San Víctor de Marsella, soldado mártir. 21 de julio.
Fue un soldado del ejército romano, y padeció el martirio con algunos compañeros en el año 304 y en Marsella, en la actual Francia. Hay dos Actas de su martirio, la más antigua es más breve y la otra es más extensa y adornada; pero ambas son poco fiables, porque son tardías y están escritas en tono de apología: O sea, el escritor, para dar más peso a la defensa de la fe cristiana, pone los argumentos en boca de los mártires. Estas actas dicen que, llegado el Emperador Maximiano a Marsella, conocido por la masacre de San Mauricio y la Legión Tebana (22 de septiembre), Víctor comenzó a alentar a los cristianos de la furia del Emperador contra la fe de Cristo. Fue arrestado y presentado ante los prefectos Asterio y Eutiquio, que le conminaron a abandonar la fe en “ese hombre desconocido que murió hace mucho tiempo”. Víctor responde que ese es “el Hijo Todopoderoso de Dios Altísimo” (y aquí el autor se recrea en términos teológicos y catequéticos). Surgen desavenencias entre ambos jueces por la forma en que habría que tratar a Víctor y Eutiquio se retira, dejando juzgar a Asterio, que decide esperar al Emperador y presentarle el caso, ya que estaba llegando.

Para empezar, le suspende de paga durante dos meses y le apresa. Comenzado ya juicio con el Emperador, se decretó que fuera atado de manos y pies y arrastrado por la ciudad, como se hizo. Fue presentado de nuevo ante el Emperador, para que renunciara a Cristo y adorara a los dioses. Víctor hizo un discurso sobre la grandeza de Cristo y la vacuidad de culto pagano; sobre la vanidad y las honras del mundo frente a la humildad, la vida sencilla y la pobreza; y sobre los castigos del infierno para los seguidores del diablo y los ídolos, frente a los premios de la Vida Eterna. Critica el culto a Júpiter, “un dios que en secreto o abiertamente comete adulterio, engaño, violencia e incesto”. Y termina presentando a Cristo, muy superior a estos dioses tan mezquinos y libidinosos. 1


Relieve alemán.
Porta el molino en lugar de la piedra.
Los jueces reaccionaron con indignación, por predicarles, y le exigieron que decidiera si vivir o morir, a lo que Víctor dijo: "Rechazo a tus dioses y abrazo la fe de Jesucristo. Estoy preparado para todo, a ser sometido a torturas, incluso a las que inventes para mi". Decidieron quemarle a fuego lento un tiempo y luego crucificarle. En este martirio, se le habría aparecido Cristo para confortarle y apoyarle, recordándole los premios eternos. Inmediatamente Víctor dejó de sentir dolor y su rostro brilló de júbilo. Los verdugos entendieron que era inútil torturarle y lo metieron en una cárcel profunda y oscura. “Allí” -dicen las Actas- “envió el Señor unos ángeles, las puertas se abrieron y una luz brillante que el sol, llenó la habitación”. Los ángeles entonan melodías celestiales, los carceleros se convierten y piden el bautismo. Víctor les instruye y los lleva adonde hay sacerdotes, que los bautizan en el mar.2

Interrogado sobre esto dirá: "yo no escapé, las puertas estaban abiertas a la vista de todos. Pero tampoco me fui a dar un paseo, sino a visitar enfermos, como lo he hecho siempre. Dios me envió a su ángel, que abrió las puertas cerradas y me hizo salir a pesar de la cárcel" (este es un caso típico para recordar como San Pedro escapó de la cárcel; es otro recurso para acercar más a Víctor a Cristo y los tiempos apostólicos). La conversión de los soldados Alejandro, Feliciano y Longinos provoca la ira de los jueces, que les obligan a hacer inmediatamente un sacrificio a los dioses, so pena de muerte. Víctor les alienta sobre el valor del sufrimiento, a vencer las tentaciones del mundo y del demonio. Les recuerda que son salvados, que Cristo no les fallará; así como les renueva sus promesas bautismales. Así, decididos, los tres son juzgados y rápidamente decapitados.

La multitud pidió la muerte de Víctor, que fue colgado por las muñecas y golpeado con palos y latigazos, y desgarrado con peines de hierro. Cuando los verdugos se cansaron, le llevaron de nuevo a la prisión, donde estuvo lleva tres días en oración, encomendándose a Cristo. De nuevo es llevado ante el Emperador, que manda preparar un altar a Júpiter y poniendo al santo enfrente, le dice: "toma el incienso, ofrece un sacrificio a Júpiter y te mostraré mi compasión y amistad”. Víctor se delanta, como si fuera a sacrificar y lo que hace es ¡patear el pebetero con el incienso ardiendo! Se ordenó que le amputaran el pie y, para terminar, fuera triturado en unas ruedas de molino (esto es una clarísima referencia a la Eucaristía: el Pan-Cuerpo, triturado por nosotros). La máquina se rompe en pedazos, por lo que, finalmente, fue decapitado y en ese momento, se oyó una voz del cielo: “Víctor, has ganado tu premio”. No quiso Maximiano que fuera enterrado para evitar su veneración y mandó arrojar el cuerpo al mar, pero unos ángeles los salvaron y unos cristianos los enterraron en una tumba excavada en la roca (última referencia explícita a Cristo).

San Gregorio de Tours (17 de noviembre), en su estupendo libro "La gloria de los mártires" dice: "La tumba de San Víctor, mártir de Marsella, tiene un gran poder. No sólo los enfermos alcanzan allí muy a menudo la curación, sino también posesos, al gritar el nombre del mártir, se libran de sus malos espíritus. Incluso el abad Aureliano fue siervo de un espíritu maligno (…) le llevaron a la iglesia y tres días más tarde fue liberado (…) recibió la tonsura y (…) fue elegido abad".

El pie con el que pateó el brasero de incienso se conservó en la abadía de San Víctor de París hasta la Revolución Francesa, cuando fue profanada y la abadía fue arrasada y sus piedras dispersadas para uso en otros edificios. Sólo se salvaron unos huesos pequeños, que permanecen en Tew, y otras reliquias dispersas en Francia y Bélgica, extraídas y trasladadas mucho antes de la Revolución. En el año 1002 el General Marius derrotó a los teutones, que amenazaban Provenza e Italia, cerca de Aix y en memoria de la victoria, hizo construir un templo dedicado a San Víctor. Allí, en el mes de mayo, se celebra una fiesta en la que se enciende una hoguera, contestadas por otras hogueras, en las montañas colindantes. Es una fiesta pre-cristiana, pero enmarcada en el culto a San Víctor de Marsella.

Víctor es patrón de la catedral de Marsella, de los molineros, los marinos y se le invoca contra el rayo y el trueno. Se le representa como un soldado, con palma de mártir y una rueda de molino. Su culto lo recogen en el Martirologio atribuido a San Jerónimo, Adón, Usuardo, y el Martirologio Galicano, entre otros.

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1 Como decía, en realidad estos argumentos no pertenecen a Víctor, ni al proceso, sí reflejan los argumentos generales de la fe de la Iglesia en los siglo III y IV sobre las virtudes, el culto a los mártires, el valor del sufrimiento, etc; por lo que son un buen testimonio de la realidad cristiana de la época.

2 En esta noche de liberación y renacimiento hay referencias teológicas y litúrgicas a la Noche de Pascua de Resurrección, es todo un símbolo.


A 21 de julio además se celebra a
San Daniel, Profeta.
San Tremeur de Bretaña, príncipe, monje y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...