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martes, 2 de marzo de 2021

"abrázate a Cristo pobre como virgen pobre"

Santa Inés de Bohemia, virgen clarisa. 2, 6 de marzo y 12 de agosto. 

Nació en Praga en 1211, hija del rey de Bohemia Otokar I y de Constanza, princesa de Hungría. A los 3 años fue prometida a un príncipe bohemio, pero este compromiso se rompió al poco tiempo. Y no sería el último. A esta misma edad la enviaron al monasterio de cisterciense de Trebnitz, regido por su pariente lejana, la gran Santa Eduviges (16 de octubre y 25 de agosto, traslación de las reliquias). Ella misma le formó y a los 6 años de edad, cuando dejó este recinto, Inés ya sabía leer y escribir, rezar el salterio latino, conocía rudimentos de matemáticas, música y bordado. La real niña continuaría su educación en las premonstratenses de Doksany, donde desarrolló sus habilidades de forma espectacular, y no pararía de hacerlo en toda su vida, ni siquiera de religiosa, llegando a ser una de las mujeres más instruidas de su momento. 

A los 9 años de edad le prometieron en matrimonio con Enrique VII, hijo del emperador Federico II Barbarroja y la trasladaron, según se usaba, a la corte de su futuro esposo para formarse en las costumbres austríacas. Cinco años vivió allí dando ejemplo de piedad, discreción y lucidez, aún con su corta edad. El compromiso se rompió en 1225 e Inés regresó a su tierra en espera de otro compromiso, según la idea de sus padres. 

Pero Inés a sus 14 años lo tenía claro: quería ser solo de Cristo. Para ello comenzó a preparar su alma por medio de una intensa vida piadosa de oración, penitencia oculta y caridad. Visitaba y asistía a los pobres y enfermos, rezaba todas las Horas Canónicas, promovía ejercicios piadosos para todos los cortesanos y vestía y comía todo lo austeramente que podía. Luego de consultar con su confesor hizo un voto de virginidad perpetua, aunque realmente le costó convencerlo, y no logró el permiso hasta que este presbítero lo consultó bajo secreto con el arzobispo de Praga. Hay que entender que era un asunto de Estado. Y pronto surgió el conflicto. A los 16 años fue prometida a Enrique III de Inglaterra, pero pronto se deshizo el compromiso. Luego le intentaron prometer con Barbarroja en 1228 y en 1231, pero en estos dos casos Inés hizo público su voto de virginidad, el cual logró fuera refrendado por el papa Gregorio IX. Este apoyo papal dio a Inés la libertad para consagrarse a Dios según su voluntad. O así debió ser, pero no, pues los monarcas y obispos intentaron influir para que o fundase algún monasterio para nobles o tomara el hábito en alguno ya establecido, de donde sería nombrada abadesa. 

Mas ya Inés tenía elegida su vocación. Hacía poco habían llegado a Praga los religiosos “estrella” del momento: los franciscanos. Estos atraían como nadie por su vida austera, cercana, alegre y netamente evangélica. La princesa entró en contacto con ellos y supo con alegría que allá en Italia había unas monjas, con la Madre Santa Clara (11 de agosto; 22 de junio, La Defensión; 23 de septiembre, Invención de las reliquias; 3 de octubre, Traslación de las reliquias) a la cabeza, quienes vivían en plenitud el estilo franciscano. Comenzó una relación epistolar con la santa de Asís, quien le escribió varias veces confirmándole su vocación:  

...si alguien te dijera algo o te sugiriera algo que impida tu perfección, o que parezca contrario a tu vocación divina, aunque debas respetarle, no sigas por ello su consejo, sino abrázate a Cristo pobre como virgen pobre. Míralo hecho despreciable por ti, y síguelo, hecha tú despreciable por él en este mundo. Reina nobilísima, mira atentamente, considera, contempla, con el anhelo de imitarle, a tu Esposo, ‘el más bello de los hombres’, hecho para tu salvación el más vil de los varones, despreciado, golpeado, y azotado de mil formas en todo su cuerpo, y muriendo entre las angustias de la cruz”. 

Entretanto Inés fundó un hospital y una Orden de religiosas para atender a los enfermos, a los que ella misma se consagró. También fundó el monasterio para “las damianitas”, como se conocía a las Hermanas Pobres de San Damián, hoy llamadas clarisas. Una vez fundado el monasterio, la misma princesa abandonó el mundo y tomó el hábito el Domingo de Pentecostés de 1234, 11 de junio. Sus virtudes e intensa vida espiritual hicieron que a los pocos años de ser monja fuera elegida abadesa perpetua del monasterio. Su vida de oración y penitencia no le hizo olvidarse del prójimo, antes bien, fue el acicate para desempeñar una extensa vida caritativa. Construyó otro hospital para pobres, intentó pacificar el país, promovió la dignidad del culto y la educación de las niñas. 

De ella se dijo “la llama viva del amor divino que ardía continuamente en el altar del corazón de Inés, que la empujaba tan alto, a través de la fe inagotable, que buscaba incesantemente a su Amado (…) se expresaba de modo particular en el fervor con el que adoraba los misterios de la Eucaristía y de la Cruz del Señor, así como en la devoción filial a la Virgen contemplada en el misterio de la Anunciación”. 

Sus últimos años estuvieron marcados por una profunda pasión interna y externa. Sequedad en la oración, enfermedades, hambrunas y revueltas en el país que tocaban directamente a su familia y al monasterio. Mas ella solo quería a Cristo, al que alcanzó el 2 de marzo de 1282. Su sepulcro venerado fue fuente de milagros durante siglos, mas las diferentes situaciones políticas y religiosas de Bohemia impidieron su canonización durante siglos. El 28 de noviembre de 1874 Pío IX permitió la apertura del proceso, mas no se le canonizó hasta el 12 de noviembre de 1989, por Juan Pablo II. 


Fuente:
-https://www.franciscanos.org/


A 2 de marzo además se recuerda a:

San Chad de Lichfield,
obispo
.
San Jaoua de Bretaña,
obispo
.
B. Carlos "el Bueno",
conde y mártir
.

 

martes, 26 de junio de 2018

Slencio, peleas, mitra y más peleas.

San Antelmo de Belley, obispo cartujo. 26 de junio.


Nació en 1107, en la noble familia de los Cignino de Saboya. Fue muy estudioso y piadoso desde niño, y su aplicación a los estudios le valió para recibirse universitario muy joven. Por las influencias de su familia logró una canonjía en Belley y otra en Ginebra. Ambas le reportaban pingües ganancias que Antelmo usaba para vivir holgadamente, cumpliendo de vez en cuando sus funciones como canónigo seglar.

En ocasiones su espíritu le atenazaba para que emprendiera una vida cristiana más perfecta, pero siempre dejaba pasar tan santas inspiraciones. Gustaba visitar a su hermano Boso a la Cartuja de las Puertas, quien siempre le conminaba a oír la voz de Dios. Así, ya determinado, Antelmo abandonó el mundo en 1131 y pidió el hábito cartujo allí mismo. Fue admitido y pronto ya era ejemplo para los otros monjes, aún siendo nuevo en la vida cartujana. En 1132 hubo una avalancha de nieve que mató a 7 monjes en la Gran Cartuja, por lo cual Dom Guigo, prior de esta, pidió a Hugo II, cartujo y obispo de Grenoble, le permitiera llevar algunos monjes, entre ellos a Antelmo, para que profesara sus votos en la Gran Cartuja.

En el santo monasterio de la Gran Cartuja también destacó Antelmo como un monje cumplidor, devoto, erutito y obediente. En 1136 murió Dom Guigo y el nuevo prior, Dom Hugo, nombró Procurador a Antelmo, siendo este su mano derecha en el gobierno de la Casa. Trabajó tan bien que en 1139, cuando Hugo renunció a su cargo, los monjes eligieron por unanimidad a Antelmo para sucederle. La principal obra material de Antelmo fue la edficación de un nuevo monasterio en un mejor emplazamiento que el original, construyendo, además un acueducto. A la par, se preocupó también por el "edificio" moral, o sea, la santidad de sus monjes. Siempre paterno, cercano, velando por todos y por cada uno de ellos. Era severo consigo mismo, pero manso y paciente con los demás. Atendía por sí mismo a los enfermos, visitándoles, curándoles y entreteniéndoles.

Organizó y presidió el primer Capítulo General en 1142, donde se determinó dotar al prior de la Gran Cartuja de la potestad de General de la Orden, al cual debían obediencia los priores de todas las cartujas, que hasta el momento debían obediencia al obispo del lugar, con todos los problemas que esto solía traer. Así, por ello fue Antelmo el primer General de los cartujos, aunque esta no era una figura jurídica prevista por San Bruno (6 de octubre). Como General fue el gran impulsor de la Orden Cartuja, admitiendo a varios monasterios a la observancia cartujana. También admitió a las mujeres, para las cuales mandó al Beato Juan el Hispano (25 de junio) que hiciera una adaptación de las "Costumbres".

Poco tiempo le duró la paz al buen hombre. En 1149, un monje de Las Puertas fue elegido obispo de Grenoble y, cosa no esperada, entabló un pleito con su antiguo monasterio. Unos cuantos monjes salieron del monasterio sin permiso para dirimir el asunto ante los tribunales de Roma. Habiéndolo sabido Antelmo, que era muy observante, castigó a los monjes por haber salido al mundo sin permiso expreso. Eugenio III resolvió en favor de los monjes y, además, les restituyó a su monasterio sin más. Antelmo, viendo socavada su autoridad, dimitió de su cargo de Abad General en surgieron amargos conflictos y algunos monjes cartujos abandonaron el monasterio para apoyar sus razones ante los tribunales. Antelmo, muy entristecido por esta grave infracción, después de que el Papa Eugenio III hubiera resuelto la disputa, impuso una penitencia a los monjes cartujos: pero el Papa reintegró a los monjes en la Orden sin ninguna formalidad. Por esta razón Antelmo, sin oponerse a las decisiones del Papa, dimitió en 1151.

En 1154 el prior de Las Puertas logró que Antelmo fuera designado como su sucesor, cargo que asumió muy pronto, luego de la muerte del anterior. Como había hecho en la Gran Cartuja, Antelmo administró muy bien su monasterio. Renovó algunos edificios, embelleció la iglesia y dotó de nuevas obras la biblioteca. Dos años estuvo en dicha cartuja hasta que el papa Alejandro III le nombró obispo de Belley. Antelmo había defendido enérgicamente a este papa frente al antipapa Víctor IV, y por ello el papa legítimo confiaba en Antelmo y le quiso en esta importante diócesis. 

Antelmo, se dice, se negó firmemente e incluso huyó a una ermita en el monte, donde fue hallado y llevado de nuevo a la cartuja. No contento con esto, se fue a Avignon (era el comienzo del cisma de Occidente), a pedir misercordia al papa para poder negarse a su deseo. Pero Alejandro III le confirmó su elección y no le permitió negarse. Antelmo fue consagrado obispo en la catedral de Bourges en diciembre de 1163.


San Bernardo visita a San Antelmo.
Junto a San Bernardo (20 de agosto), San Antelmo destacó en el Concilio de Tolosa defendiendo al verdadero papa e intentando poner fin al Cisma de Occidente. Intentando, porque ya sabemos que duraría hasta el siglo XV.

Antelmo ejerció una ejemplar labor pastoral, sobre todo entre los pobres. Fue muy caritativo, construyó hospitales, visitaba a los enfermos, asistía a los peregrinos y siempre estaba disponible para recibir a quien le buscaba. A la par, hallaba tiempo para retirarse algunos días a su cartuja amada, para gozar del silencio y la oración. Sin embargo, la misión del obispado no era nada fácil. Para empezar tenía como enemigo al emperador Federico Barbarroja, partidario del antipapa Víctor. Por esta razón el monarca le impidió la salida de Belley cuando el santo se dirigía a Inglaterra como Legado Pontificio para hacer la paz entre Enrique II y Santo Tomás Becket (29 de diciembre). 

Visto Barbarroja que no podía reducir a Antelmo por las malas, intentó ganarle para su causa, dándole soberanía secular sobre Belley y creándole príncipe del Sacro Imperio Romano en 1175. Esto podría haber agradado a algún prelado ambicioso y corrupto, pero no al santo, quien enseguida hubo de enfrentarse a Humberto III de Maurienne, quien pretendía el dominio exclusivo sobre Belley. Este noble asesinó a un presbítero y Antelmo lo exmulgó, pero Humberto logró (compró, señalan algunos), la anulación de la excomunión por parte del papa Alejandro III. Antelmo, que no soportaba la injusticia, entonces abandonó la sede y se retiró a la Gran Cartuja. Y allí se habría quedado si el clero y el pueblo no hubieran protestado por él al papa, y este le ordenara volver a su sede, mandando a Humberto de Maurienne que hiciera penitencia por su crimen. Pero este solo fingió arrepentimiento e incluso llegó a planear el asesinato de Antelmo, pero no se llegó a realizar, pues el santo se enteró y el mismo llamó a su perseguidor, poniéndose en sus manos. Humberto, ante este gesto, se arrepintió sinceramente de su mala conducta y aceptó la multa que Antelmo le impuso.

Así, cargado de méritos, Antelmo llegó a los 70 años y entró en la gloria el 27 de junio de 1180. Su muerte fue tan sentida, por lo amado que era, que durante tiempo la ciudad de Belley se llamaría Antelmopoli. Su culto comenzó pronto, y sus reliquias eran veneradas constantemente. En 1607 su memoria litúrgica pasó de la iglesia local de Belley a todos los monasterios cartujos. En 1630 se trasladó su cuerpo a una capilla dedicada a su memoria en la catedral. En 1791 el sepulcro fue profanado por la Revolución Francesa, pero antes se habían escondido las reliquias, las cuales volvieron al culto en 1829.

Fuente:
-"Santos y Beatos de la Cartuja". JUAN MAYO ESCUDERO. Puerto de Santa María, 2000.

A 26 de junio además se celebra a:


San José María Robles,
presbítero mártir.
San Virgilio de Trento,
obispo y mártir.
San Salvio de Amiens,
obispo y mártir.







miércoles, 23 de julio de 2014

Melchor, Gaspar, Baltazar... y Colonia

Pregunta: Quisiera saber sobre la autenticidad de las reliquias de los reyes magos en Colonia. Quisiera saber algo más de su historia, como llegaron allí, porque el Papa las veneró en 2005. Gracias. España.

Respuesta: Sobre la autenticidad de estas reliquias tengo que decirte que hay una gran probabilidad de que sean más falsas que un billete con mi cara, pero lo veremos al final, primero vamos a ellos:


Los magos contemplan la Estrella,
con un bello Niño en medio.
Rogier van der Weyden. Siglo XV.
La Traslación de Santos Melchor, Gaspar y Baltazar, Reyes Magos. 23 de julio.

Prescindo aquí de todo el sentido bíblico, simbólico, así como la evolución iconográfica de estos personajes que aparecen en el evangelio de San Mateo con la finalidad de demostrar a los judíos que Cristo es el Mesías prometido, pretendiendo contar hechos que son avalados, por el mismo evangelista, con profecías o hechos del Antiguo Testamento. Y prescindo porque otros lo han hecho, y mejor que yo. Pues a partir del Evangelio surgen estas personas que ni son reyes, ni son tres, ni son magos. Se les llama así por el salmo, leído aún en la liturgia de la Epifanía: "Reges Tharsis et insulae munera offerent, reges Arabum et Saba dona adducent, et adorabunt eum omnes reges terrae, onmes gentes servient ei". De aquí, a considerarlos de sangre real hubo un paso.

Desde el siglo III los Santos Padres comienzan a comentar este episodio, con bellas frases, analogías teológicas y simbolismos. Es en el siglo V, cuando San Casiano de Arlés (29 de febrero) los nombra, por primera vez, como reyes. La cantidad ha variado mucho en el tiempo, se ha hablado (y representado) como tres, cuatro, seis, ocho… pero prevaleció el tres, número simbólico bíblico y por los tres “regalos” que ofrecieron. Aunque los Santos Padres se explayaron en explicaciones sobre la estrella, de donde venían los “magos”, como y cuando llegaron… etc., ninguno se atrevió a ponerles nombres, eran conscientes de que sería un invento demasiado grande.

Ya en el siglo VI, en Oriente, comienzan los añadidos más increíbles, como el que los dones llevados por los magos, habrían sido escondidos en una caverna por el mismo Adán (29 de julio), y trasmitido a sus descendientes, hasta que apareciera el signo de la estrella… aparecen los primeros nombres: Hormid, Jazdegard y Peroz. Serían bautizados por el apóstol Santo Tomás (21 de diciembre y 3 de julio, traslación de las reliquias). En Occidente, los tres nombres que permanecen hasta hoy, aparecen en el siglo IX. Aún abundan otras fantasías, como que fueron consagrados obispos.


Reinaldo de Dassel traslada los tres ataúdes
de Milán a Colonia. Arte moderno.

Las reliquias de Colonia.
Marco Polo, en el siglo XIII, dice ver las tumbas en Senwa, Persia, su ciudad natal y desde donde habrían salido para Belén. Incluso dice que los tres cadáveres estaban incorruptos, con pelo y barba. Pero, sin embargo, la tradición occidental señala que los tres cuerpos estuvieron primero en Milán y después en Colonia. A saber… En Occidente, a partir del siglo XII se empezó a hablar de manera difusa del traslado de Milán a Colonia. Una leyenda del siglo XI afirmaba que el obispo San Eustorgio de Milán (18 de septiembre) las había obtenido en el siglo IV del emperador de Constantinopla, lugar adonde habrían sido llevadas por Santa Elena (21 de mayo, con San Constantino), 13 y 18 de agosto), que las había obtenido en Oriente, cambiándolas por reliquias de Santo Tomás. Pero hasta ahora en Constantinopla no hay ni un solo vestigio de culto a estos personajes, cosa rara, siendo tan importantes. Otra versión con mucho menos fundamento dice que fue San Arsacio (12 de noviembre), quien las habría trasladado en el siglo IV. En Milán fueron puestas en una Basílica dedicada a ellos, hoy perdida. En el año 1162, Federico Barbaroja conquistó Milán y siguiendo los consejos del obispo-canciller Reinaldo de Dassel, se las llevó a Colonia, Alemania, donde llegaron un día como hoy, 23 de julio de 1164, hace 853 años. El relicario que hoy vemos es una maravilla en oro, plata y piedras preciosas, que tardó 40 años en construirse. Y una vez las reliquias dentro e instalado, se concluyó que era necesaria una nueva catedral, digna de tan maravilloso relicario y reliquas. Y ya sabemos la maravilla que construyeron, joya del arte gótico.

Relicario de Colonia.
En 1247, Inocencio IV concedió indulgencias a los que fueran a venerarlas. Ante todo esto, ni siquiera hay certeza de la existencia real de estos personajes, como para que también sus reliquias hayan permanecido en el tiempo, pasando por tantos avatares. Mi opinión (que tampoco es que importe mucho) es que en el siglo XII Barbarroja se apareció en Colonia con aquellos cuerpos y encargó al carmelita Juan de Hissendeim que contara todas estas “tradiciones” y traslados Oriente-Constantinopla-Milán-Colonia.


En 1854, luego de muchas reticencias, la curiosidad pudo más que la reserva, y las autoridades eclesiásticas permitieron un estudio somero de las reliquia. El relicario fue abierto, y restaurado, y en su interior se hallaron tres osamentas de tres varones: dos hombres entre los 30 y los 50 años, y un niño entre los 12 y los 14. En 1979 se permitió un nuevo reconocimiento, esta vez de las telas brocadas que cubrían los cuerpos, y resultó que eran manufactura de entre los siglos II y III de Cristo, y de origen oriental.

Benedicto XVI las veneró en su visita a Colonia en 2005, pero esto no significa un reconocimiento oficial de la Iglesia a dichas reliquias. El papa simplemente cumplió una devoción que no implica reconocimiento, ni obliga a los demás a imitarla.


Y además
De la Invención y Traslación de reliquias en la Iglesia
 

La Invención de las reliquias de San Esteban
La Invención de Santiago Apóstol.
La Traslación de Santiago Apóstol. 
La Traslación de San Gregorio Nacianceno.
La Traslación de San Juan de Mata.
La Traslación de San Phantalo.
La Traslación de Santa Juana de Lestonnac.



A 23 de julio además se celebra a
Beata Brígida de Holanda, dominica
Nuestra Señora, Madre de la Divina Gracia.
Santos Bernardo, María y Gracia, hermanos mártires.

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...