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martes, 26 de junio de 2018

Slencio, peleas, mitra y más peleas.

San Antelmo de Belley, obispo cartujo. 26 de junio.


Nació en 1107, en la noble familia de los Cignino de Saboya. Fue muy estudioso y piadoso desde niño, y su aplicación a los estudios le valió para recibirse universitario muy joven. Por las influencias de su familia logró una canonjía en Belley y otra en Ginebra. Ambas le reportaban pingües ganancias que Antelmo usaba para vivir holgadamente, cumpliendo de vez en cuando sus funciones como canónigo seglar.

En ocasiones su espíritu le atenazaba para que emprendiera una vida cristiana más perfecta, pero siempre dejaba pasar tan santas inspiraciones. Gustaba visitar a su hermano Boso a la Cartuja de las Puertas, quien siempre le conminaba a oír la voz de Dios. Así, ya determinado, Antelmo abandonó el mundo en 1131 y pidió el hábito cartujo allí mismo. Fue admitido y pronto ya era ejemplo para los otros monjes, aún siendo nuevo en la vida cartujana. En 1132 hubo una avalancha de nieve que mató a 7 monjes en la Gran Cartuja, por lo cual Dom Guigo, prior de esta, pidió a Hugo II, cartujo y obispo de Grenoble, le permitiera llevar algunos monjes, entre ellos a Antelmo, para que profesara sus votos en la Gran Cartuja.

En el santo monasterio de la Gran Cartuja también destacó Antelmo como un monje cumplidor, devoto, erutito y obediente. En 1136 murió Dom Guigo y el nuevo prior, Dom Hugo, nombró Procurador a Antelmo, siendo este su mano derecha en el gobierno de la Casa. Trabajó tan bien que en 1139, cuando Hugo renunció a su cargo, los monjes eligieron por unanimidad a Antelmo para sucederle. La principal obra material de Antelmo fue la edficación de un nuevo monasterio en un mejor emplazamiento que el original, construyendo, además un acueducto. A la par, se preocupó también por el "edificio" moral, o sea, la santidad de sus monjes. Siempre paterno, cercano, velando por todos y por cada uno de ellos. Era severo consigo mismo, pero manso y paciente con los demás. Atendía por sí mismo a los enfermos, visitándoles, curándoles y entreteniéndoles.

Organizó y presidió el primer Capítulo General en 1142, donde se determinó dotar al prior de la Gran Cartuja de la potestad de General de la Orden, al cual debían obediencia los priores de todas las cartujas, que hasta el momento debían obediencia al obispo del lugar, con todos los problemas que esto solía traer. Así, por ello fue Antelmo el primer General de los cartujos, aunque esta no era una figura jurídica prevista por San Bruno (6 de octubre). Como General fue el gran impulsor de la Orden Cartuja, admitiendo a varios monasterios a la observancia cartujana. También admitió a las mujeres, para las cuales mandó al Beato Juan el Hispano (25 de junio) que hiciera una adaptación de las "Costumbres".

Poco tiempo le duró la paz al buen hombre. En 1149, un monje de Las Puertas fue elegido obispo de Grenoble y, cosa no esperada, entabló un pleito con su antiguo monasterio. Unos cuantos monjes salieron del monasterio sin permiso para dirimir el asunto ante los tribunales de Roma. Habiéndolo sabido Antelmo, que era muy observante, castigó a los monjes por haber salido al mundo sin permiso expreso. Eugenio III resolvió en favor de los monjes y, además, les restituyó a su monasterio sin más. Antelmo, viendo socavada su autoridad, dimitió de su cargo de Abad General en surgieron amargos conflictos y algunos monjes cartujos abandonaron el monasterio para apoyar sus razones ante los tribunales. Antelmo, muy entristecido por esta grave infracción, después de que el Papa Eugenio III hubiera resuelto la disputa, impuso una penitencia a los monjes cartujos: pero el Papa reintegró a los monjes en la Orden sin ninguna formalidad. Por esta razón Antelmo, sin oponerse a las decisiones del Papa, dimitió en 1151.

En 1154 el prior de Las Puertas logró que Antelmo fuera designado como su sucesor, cargo que asumió muy pronto, luego de la muerte del anterior. Como había hecho en la Gran Cartuja, Antelmo administró muy bien su monasterio. Renovó algunos edificios, embelleció la iglesia y dotó de nuevas obras la biblioteca. Dos años estuvo en dicha cartuja hasta que el papa Alejandro III le nombró obispo de Belley. Antelmo había defendido enérgicamente a este papa frente al antipapa Víctor IV, y por ello el papa legítimo confiaba en Antelmo y le quiso en esta importante diócesis. 

Antelmo, se dice, se negó firmemente e incluso huyó a una ermita en el monte, donde fue hallado y llevado de nuevo a la cartuja. No contento con esto, se fue a Avignon (era el comienzo del cisma de Occidente), a pedir misercordia al papa para poder negarse a su deseo. Pero Alejandro III le confirmó su elección y no le permitió negarse. Antelmo fue consagrado obispo en la catedral de Bourges en diciembre de 1163.


San Bernardo visita a San Antelmo.
Junto a San Bernardo (20 de agosto), San Antelmo destacó en el Concilio de Tolosa defendiendo al verdadero papa e intentando poner fin al Cisma de Occidente. Intentando, porque ya sabemos que duraría hasta el siglo XV.

Antelmo ejerció una ejemplar labor pastoral, sobre todo entre los pobres. Fue muy caritativo, construyó hospitales, visitaba a los enfermos, asistía a los peregrinos y siempre estaba disponible para recibir a quien le buscaba. A la par, hallaba tiempo para retirarse algunos días a su cartuja amada, para gozar del silencio y la oración. Sin embargo, la misión del obispado no era nada fácil. Para empezar tenía como enemigo al emperador Federico Barbarroja, partidario del antipapa Víctor. Por esta razón el monarca le impidió la salida de Belley cuando el santo se dirigía a Inglaterra como Legado Pontificio para hacer la paz entre Enrique II y Santo Tomás Becket (29 de diciembre). 

Visto Barbarroja que no podía reducir a Antelmo por las malas, intentó ganarle para su causa, dándole soberanía secular sobre Belley y creándole príncipe del Sacro Imperio Romano en 1175. Esto podría haber agradado a algún prelado ambicioso y corrupto, pero no al santo, quien enseguida hubo de enfrentarse a Humberto III de Maurienne, quien pretendía el dominio exclusivo sobre Belley. Este noble asesinó a un presbítero y Antelmo lo exmulgó, pero Humberto logró (compró, señalan algunos), la anulación de la excomunión por parte del papa Alejandro III. Antelmo, que no soportaba la injusticia, entonces abandonó la sede y se retiró a la Gran Cartuja. Y allí se habría quedado si el clero y el pueblo no hubieran protestado por él al papa, y este le ordenara volver a su sede, mandando a Humberto de Maurienne que hiciera penitencia por su crimen. Pero este solo fingió arrepentimiento e incluso llegó a planear el asesinato de Antelmo, pero no se llegó a realizar, pues el santo se enteró y el mismo llamó a su perseguidor, poniéndose en sus manos. Humberto, ante este gesto, se arrepintió sinceramente de su mala conducta y aceptó la multa que Antelmo le impuso.

Así, cargado de méritos, Antelmo llegó a los 70 años y entró en la gloria el 27 de junio de 1180. Su muerte fue tan sentida, por lo amado que era, que durante tiempo la ciudad de Belley se llamaría Antelmopoli. Su culto comenzó pronto, y sus reliquias eran veneradas constantemente. En 1607 su memoria litúrgica pasó de la iglesia local de Belley a todos los monasterios cartujos. En 1630 se trasladó su cuerpo a una capilla dedicada a su memoria en la catedral. En 1791 el sepulcro fue profanado por la Revolución Francesa, pero antes se habían escondido las reliquias, las cuales volvieron al culto en 1829.

Fuente:
-"Santos y Beatos de la Cartuja". JUAN MAYO ESCUDERO. Puerto de Santa María, 2000.

A 26 de junio además se celebra a:


San José María Robles,
presbítero mártir.
San Virgilio de Trento,
obispo y mártir.
San Salvio de Amiens,
obispo y mártir.







lunes, 25 de junio de 2018

Del fundador no fundador.

Beato Juan "el Hispano", monje cartujo. 25 de junio.

Nació Juan en Almansa, León, sobre 1123. A los 13 años se fue a Francia con un amigo en busca de conocimiento y aventura. Estudió en Arlés, donde le conoció una noble familia que prendada de él por su actitud hacia el estudio, le ayudó económicamente a continuar estudiando cuando el joven Juan quedó casi en la miseria.
A los 16 años ya era Lector de Filosofía y antes de volver a su tierra quiso determinar su camino en la vida tomando unos días de retiro en el monasterio basiliano de la ciudad. Allí un monje muy santo y sabio le dijo que el Señor le llamaba a la vida monástica. 

Sin más, Juan dejó el mundo y en una celdilla anexa al recinto se puso bajo las órdenes del monje, quien le formó para la vida religiosa. Se aplicó tanto el joven en la oración, el ayuno y la penitencia que cayó enfermo, siendo sanado milagrosamente. Templó su austera vida y pronto progresó en la virtud. A los 20 años era tan avezado en la vida ascética que los basilianos querían hacerle prior, pero el santo Juan ya tenía otros planes, y Dios también.

Quería el joven una vida de mayor recogimiento y por ello se fue a la Cartuja de Montrieux, célebre por la santidad de sus monjes. Terminado el Noviciado fue ordenado presbítero antes de terminar la Teología. Su primer oficio, ya sacerdote, fue ocuparse de la sacristía. Su piedad, erudición y caridad para con todos eran tan ejemplares que antes de los 30 años le eligieron los monjes prior de la comunidad. Emprendió la restauración del monasterio y la iglesia, la ampliación de la biblioteca y del mejoramiento de las técnicas de trabajo de los monjes. Y tanto prosperó el monasterio que un vecino poderoso, envidioso de ello, intentó usurpar las tierras de labranza. El beato Juan se le enfrentó, y el noble cambió de táctica: comenzó a influir desde dentro, sembrando insidias en algunos monjes para que eligieran otro prior. Esta guerra sucia también la perdió el malvado, quien amenazó directamente con arruinar el monasterio.

Entonces Juan y los monjes fieles se retiraron a la Gran Cartuja, donde el Prior San Antelmo de Belley (26 de junio) les recibió paternalmente. Allí estuvieron poco tiempo, pues providencialmente el señor de Faucigny pidió a la Gran Cartuja le mandasen monjes para fundar una cartuja en el valle de Béol, Saboya. Juan y sus monjes la fundaron, luego de muchas estrecheces, el 22 de enero de 1151. Había habido allí un monasterio antes, pero la fundación había fracasado. En 1152 asistió al Tercer Capítulo General presidido por San Antelmo. Llamó la atención de los otros capitulares por su semblante austero y penitente, su entrega al estudio y la oración, y su capacidad práctica, como buen místico.

Se le considera fundador de las monjas cartujas por esta razón: las monjas benedictinas de Prebayón, que le conocían bien, le pidieron que les escribiera una versión de las "Costumbres" de de Dom Guigo, para ellas así formar parte de la Orden Cartuja. San Antelmo dio el visto bueno, iniciándose así la vida cartujana femenina.


Abadía de Montrieux.
El 25 de junio de 1160, con solo 37 años de edad, el prior Juan entregaba su espíritu al Creador. Su sepultura fue signo de su humildad hasta el extremo: había ocurrido años antes que dos sirvientes habían fallecido en una avalancha y Juan, siendo prior, les había mandado a enterrar en pésimo sitio. Los superiores le reprendieron por ello y Juan, siempre que podía decía a sus religiosos que, en expiación por aquel error, él debía ser enterrado fuera de la clausura, junto las víctimas de su de error. Así lo hicieron los monjes, lo cual provocó que muy pronto su sepulcro estuviera rodeado de la atención de los devotos, cosa extraña a los cartujos.

Numerosos milagros ocurrieron allí durante siglos, hasta que en 1659 el obispo de Ginebra trasladó los huesos a la iglesia monástica, reconociendo, al menos localmente, su culto. En 1791 dos piadosos montañeses salvaron los huesos de la furia revolucionaria y lo smantuvieron ocultos hasta 1800, cuando los devolvieron a los monjes, ya restaurada la Cartuja. Pio IX, confirmó el culto del Beato Juan el 14 de julio de 1864.

Fuente:
-"Santos y Beatos de la Cartuja". JUAN MAYO ESCUDERO. Puerto de Santa María, 2000.

A 25 de junio además se celebra a:


Santa Febronia,
carmelita mártir.
B. Daniel de Almaark
y compañeros mártires.
S. Pazanne, Macrina
y Columba, vírgenes.





viernes, 9 de marzo de 2018

Dos vocaciones, una misión y su martirio.

San Bruno de Querfurt, obispo camaldulense y mártir. 9 de marzo, 19 de junio, 15 de octubre y 14 de febrero.

Nació en 976 en Querfurt, en una noble familia, sus padres, Bruno e Ida eran conocidos por su piedad y caridad. Estudió en la escuela de la catedral de Magdeburg, donde se formó en letras, ciencias y piedad. Uno de sus compañeros, Thietmar de Merseburg, le describe como un chico aplicado y muy amigo de la oración. En 995 fue nombrado canónigo del santuario de San Mauricio (22 de septiembre) en Magdeburg, donde enseguida destacó por su sencilleza, amor a la pobreza y su caridad, más que algunos de los clérigos que conformaban el Capítulo, siendo él laico. El mundo le sonreía a Bruno, quien no pensaba dedicarse a la carrera eclesiástica, pero un acontecimiento dramático cambió su vida.

En 997 fue martirizado San Adalberto de Praga (23 de abril) y el emperador Otón III quiso que Bruno estuviera a su lado como confesor y para servirle de consejero. Así que fue ordenado presbítero. Acompañó al monarca a Italia, donde estuvo inmerso en asuntos del mundo y la política, de la cual quedó totalmente decepcionado. Por ello, mientras estaba en Italia, se retiró al monasterio del Aventino, donde entre oración y penitencia decidió servir absolutamente a Dios.

En 998 conoció al célebre monje San Romualdo (19 de junio), quien le mostró la nueva forma de vida monástica que había iniciado en la Camaldula, recordando a los Padres de Desierto, en silencio, soledad y trabajo manual. Bruno se enamoró de aquel estilo de vida y tomó el hábito camaldulense en Rávena en 1001, tomando el nombre de Bonifacio en honor al célebre mártir y misionero San Bonifacio (5 de junio). San Pedro Damiani (21 de febrero), que escribió sobre Bruno, narra que este pronto aventajó a los demás monjes en obediencia, austeridad y oración. Sin embargo, la vocación monástica no era para nuestro santo, quien en 1002 abandonó la vida camaldulense para ser apóstol. Leyendas nos hablan de una aparición de San Adalberto, llamándole a sucederle, pero es eso, leyenda.

Así que hallamos a Bonifacio, ahora Bruno de nuevo, en la corte imperial otra vez, aplicado al estudio de las lenguas eslavas para predicarles el Evangelio a estos. Ese mismo año murió el emperador en Paterno, en un castillo en las montañas y Bruno acompañó el cortejo fúnebre desde este lugar hasta Aquisgrán. Este hecho le sirvió, una vez más, para contrastar la poca validez de la vanidad del mundo frente a la causa del Evangelio. Una vez "libre" del emperador, Bruno viajó descalzo, mendigando y predicando a Roma, para pedir la bendición del papa Silvestre II, quien le confirmó en su deseo de evangelizar a los eslavos, y para ello le consagró obispo y, más aún, le colocó el palio arzobispal, dándole plenos poderes para erigir iglesias y organizar la evangelización como quisiera. Bruno tenía tan solo 28 años.

Bruno predicó en Hungría y Rusia, donde confirmó en la fe católica a numerosos católicos y convirtió del paganismo a tantos otros. De allí partió a Prusia, donde había dado su vida su modelo a seguir, Adalberto. Bautizó a Nethimer, rey de los prusianos, y a 300 principales del imperio. Sin embargo, el hermano del rey se negaba a aceptar el cristianismo, y prohibió a Bruno predicar en sus territorios. Bruno y 18 monjes que le acompañaban no atendieron a esta prohibición y apenas cruzaron las "tierras prohibidas", fueron capturados y decapitados en Masuren, entre el 14 de febrero y el 9 de marzo de 1009.


A 9 de marzo además se celebra a









MI LIBRO ELECTRÓNICO

"TUS PREGUNTAS SOBRE LOS SANTOS

(SANTOS PATRONOS DE LAS ENFERMEDADES)

YA ESTÁ DISPONIBLE.

lunes, 16 de octubre de 2017

San Elophe, hermano de todos, y de Cristo.

San Elophe de Toul, mártir. 16 de octubre y 21 de junio (traslación de las reliquias a Colonia).


Imagen venerada en Domremy.
Cuéntase que era de origen irlandés y que vivía en Toul, asistiendo a los pobres y los enfermos. Durante la persecución de Juliano el apóstata, Elophe fue apresado y sentenciado a muerte, pero estando en la cárcel convirtió y bautizó lo menos a 400 personas. Finalmente fue decapitado por Cristo en 362. Aunque la leyenda no mencione nada sobre cefaloforia, en ocasiones se le presenta con la cabeza entre las manos, como los santos cefalóforos. Hay que recordar que el origen de esta iconografía es presentar un tipo de martirio: la decapitación.

Algunas leyendas le hacen hermano de San Euquerio de Liverdun (24 de octubre), y de Santas Libaria y Pusinna (10 de julio y 8 de octubre), que habrían sido martirizadas con él. En ocasiones también aparece como hermano de San Menna (3 de octubre). Y, además, por si fuera poco, la leyenda Santas Oda y Gertrudis de Toul (16 de febrero) también le hace hermano de estas santas. Indudablemente, debió ser un santo muy popular y de culto antiguo como para que se le asociara con otros santos menos conocidos para darles realce a estos últimos.

Su sepulcro aún se venera en la colina donde la tradición quiere su martirio. En 960 San Bruno I de Colonia (11 de octubre), amante de las reliquias, trasladó sus restos a la iglesia de San Martín de Colonia.


Fuente:
https://www.heiligenlexikon.de


A 16 de octubre además se celebra a
San Gall, abad.
Santa Eduviges de Silesia, duquesa y religiosa.

viernes, 13 de octubre de 2017

Hijo fiel y amadísimo Padre.

Beato Lanuino, monje cartujo. 13 de octubre.

Nació en una familia normanda, y de su infancia y juventud se conoce que estudió en Roma, y se ignora casi todo hasta el año 1087, cuando pidió el hábito monástico en La Gran Chartreusse, siguiendo el ejemplo de San Bruno (6 de junio). Este le tomó afecto y le veía como su mejor discípulo. En 1089 el papa Beato Urbano II (29 de julio), que había sido alumno de Bruno en Colonia, llamó a Roma al santo fundador, y este llevó consigo a algunos monjes, Lanuino entre ellos.

El papa les ofreció la iglesia de Santa María de los Mártires, junto a las Termas de Diocleciano, para que fundaran monasterio. Pero aquel no era buen lugar para los cartujos, Roma era un avispero y el antipapa Clemente III intentaba ganarlos para su causa. Por ello, casi todos los monjes regresaron a la Chartreusse, que quedó bajo el mando del monje Landuino (actualmente vuelve a haber una cartuja en las Termas). Por otro lado, Lanuino y otros pocos monjes quedaron con San Bruno en la corte pontificia hasta que este les consiguió un sitio recogido en Calabria, llamado "La Torre". Fue Lanuino nombrado superior de aquella casa, y fue un ejemplo de religioso cartujo, como convenía a aquellos orígenes. En 1095 San Bruno pudo librarse de su servicio al papa y eligió la casa de Calabria para vivir allí en soledad y oración, según su vocación.

Juntos, Bruno y Lanuino, engrandecieron la Orden, aumentaron las vocaciones y perfeccionaron la vida cartujana. En 1097 fundaron el monasterio de San Esteban, para monjes mayores o enfermos, donde el rigor era menor. Fue Lanuino el superior, quien con maestría y cardad supo mitigar la Regla sin faltar a lo esencial, ni perder la mirada de la austeridad propia de la Cartuja. En 1098 Lanuino acompañó a San Bruno a Esquilache, donde el papa Urbano II le confirmó la exención de obediencia a los obispos. La Bula les llama "Muy queridos y venerados hijos Bruno y Lanuino", poniendo a nuestro Beato a la altura del fundador, sitio que ciertamente merece. En 1100 el papa Pascual II confirmaría dicha exención, así como todas las propiedades de los cartujos.

El 6 de octubre de 1101 subió al cielo San Bruno, y hubo tensión entre los monjes para elegir sucesor. Algunos querían que fuese prior de todas las casas, otros que solo lo fuera de las que existían en Calabria. Esta corriente fue la que triunfó finalmente y nuestro Beato fue designado como tal, con júbilo del papa Pascual. Así como Urbano II había confiado algunas misiones a Lanuino, también lo hizo su sucesor, que en 1102 le llamó a Roma para asistir al Concilio, le hizo Legado Pontificio para diferentes misiones como elegir obispos y abades, o pacificar facciones enfrentadas. En 1104 el papa le nombró Visitador General de todos los monasterios de la Provincia. En 1103 le dio incluso el poder de excomulgar a unos seglares que habían violado las posesiones de su monasterio. Está claro que aunque no le ordenó nunca obispo, le tenía por tal, y por ello le daba tantos poderes espirituales y de gobierno.

No hay que pensar que por tanta vida activa Lanuino olvidara su vocación al silencio y la oración. Para él toda actividad era su penitencia, y todo el tiempo que tenía libre lo empleaba en orar y meditar. Siempre que podía regresaba al monasterio, para tener días de completa soledad y meditación. Era caritativo, dulce de trato y siempre tenía una palabra amable y reconfortante para los que necesitaban de su trato u oración.

En 1114 fundó Lanuino un nuevo monasterio, llamado Santiago de Montauro, para hacer en él un noviciado para aquellos que después de la probación no soportaran la Regla y pudieran llevar un estilo de vida más mendicante. Ciertamente no era la idea fundacional de San Bruno, pero la historia cartujana muestra a monjes obispos y párrocos, y hasta rectores de santuarios. En dos años dicho monasterio se convirtió en noviciado para toda la Provincia. 

Lanuino murió el 11 de abril de 1120, en olor de santidad y fue sepultado junto a su maestro San Bruno. León XIII confirmó su culto a 4 de febrero de 1893, y el 27 de junio del mismo año autorizó el Oficio Litúrgico propio para la Orden Cartuja. Su memoria se celebraba a 11 de abril, actualmente es a 13 de octubre.


Fuente:
"Santos y Beatos de la Cartuja". JUAN MAYO ESCUDERO. Puerto de Santa María, 2000.


A 13 de octubre además se celebra a
San Sintpert de Ausburg, abad y obispo.
San Daniel de Ceuta y compañeros mártires.

miércoles, 11 de octubre de 2017

San Bruno, el obispo "imperator".

San Bruno I de Colonia, obispo. 11 de octubre.

Bruno nació sobre 925, y fue el hijo menor del rey Enrique I y su esposa Santa Matilde (14 de marzo), y desde su nacimiento fue destinado al estaco clerical. En 929 comenzó a formarse para ello en la escuela catedralicia de Utrecht, uno de los más prestigiosos recintos educativos del Imperio. Enrique I falleció en 936, cuando proyectaba con Matilde una visita a Roma. A su muerte, su hijo Otón fue elegido emperador por los electores, y Matilde hubo de purgar el haberse convertido en emperatriz a costa de la suerte de otra mujer (Enrique había abandonado a su primera mujer para casarse con ella). Otón, convencido de que su madre gastaba mucho dinero en obras de caridad, la apartó del trono y la envió a Ravensberg. Sin embargo, en menos de un año el príncipe Enrique enfermó gravemente y todos pensando era un castigo del cielo por desterrar a su madre, la hicieron volver a la corte imperial. Ella solo los abrazó, como una madre, sin decir palabra. Nuestro Bruno era aún pequeño, pero igualmente no estuvo cercano a su madre.

Cuando Bruno tenía 14 años, su hermano Otón, le llevó consigo a la corte y con solo 15 años lo convirtió en canciller del Imperio. En 950 fue ordenado sacerdote y desde 951 hasta su muerte fue el capellán de la corte. Ese mismo año viajó con Otón a Italia donde este hizo la paz en los Estados Pontificios. También le fue consejero y estratega en la lucha contra el hijo y yerno del emperador, que se rebelaron contra él. Bruno apoyó la reforma del clero y la formación estricta de los futuros presbíteros. En 953 su hermano le nombró Duque de Lorena, para mantener el dominio del ducado dentro del clan familia. Además, poco después le preconizó como arzobispo de Colonia, obteniendo la confirmación del papa Agapito II, agradecido por la acción imperial en favor de la paz. 

Bruno fue el artífice de la fusión Iglesia-Imperio que se gestó en el Sínodo de Aquisgrán de 953, saliendo de él como el primer arzobispo con poder espiritual y temporal, con el derecho de regencia en caso de ausencia del emperador. También en 953 realizó la traslación del báculo de San Pedro, con el que se había resucitado, según la leyenda, a San Materno (14 de septiembre; 22 de octubre, traslación de las reliquias; y tercer sábado de Pascua, en Schelestadt). El 21 de junio de 960 trasladó solemnemente las reliquias de San Elophe de Toul (16 de octubre), y el 3 de julio del mismo año trasladó algunas reliquias de San Patroclo de Troyes (21 de enero; 3 de julio, traslación de las reliquias a Colonia; 24 de junio, otra traslación; y 17 de agosto, Iglesias Ortodoxas). En 961 Bruno ungió rey a su sobrino Otón II en la catedral de Aquisgrán. Ese mismo año fundó la abadía benedictina de San Pantaleón, y otros dos monasterios, pilares de la reforma eclesiástica y centros de profunda espiritualidad y conocimientos. También amplió la catedral de Colonia. 

Bruno murió el 11 de octubre de 965, cuando volvía desde Compiègne, adonde había ido a hacer la paz entre los príncipes. Fue enterrado en el monasterio de San Pantaleón de Colonia. Su "vita" fue escrita por Ruotger, benedictino de San Pantaleón, en 989.


Fuente:
https://www.heiligenlexikon.de


A 11 de octubre además se celebra a
Santos Taraco, Probo y Andrónico, mártires.
San Kenneth de Kilkenny, eremita y abad.

sábado, 6 de octubre de 2012

Las estrellas de San Bruno

Pregunta: Porque mi santo San Bruno tiene siete estrellas en la cabeza? España.

Respuesta: Su iconografía  recoge un sueño profético que tuvo el obispo de Grenoble. Pero antes de eso, quiero dar algunos datos de la vida del santo: 

San Bruno, fundador. 6 de octubre.

Nació alrededor del año 1030 en una prominente familia de Colonia. Muy joven dejó su casa para estudiar filosofía y teología en Reims. Fue un brillante alumno, obtuvo excelentes resultados y sus conocimientos sobre la Biblia eran inmejorables para su tiempo. El arzobispo de Reims, que no quería perderle, le nombró director de la escuela catedralicia, un puesto muy prestigioso, por la cantidad de alumnos nobles y eclesiásticos que allí se formaban. Uno de sus alumnos sería Eudes de Chatillon, que llegaría a ser el papa Urbano II. También fue nombrado canónigo de la catedral por el mismo obispo, y en este puesto fue más ejemplar que otros canónigos aun siendo estos presbíteros.

En 1049 el papa San León IX (19 de abril) visitó Reims y realizó la traslación de San Remigio (1 de octubre). El papa, además, celebró un Sínodo con el clero de la diócesis para dejar clara la postura de la Iglesia con respecto a varios asuntos que afectaban la paz de la misma. Especialmente preocupaban los desmanes de Felipe I de Francia, hombre indigno de llamarse rey cristiano. A su vera polulaban numerosos hombres sin escrúpulos, como un tal Manasés, quien sin tener ni el más mínimo temor de Dios, sobornó a nobles y al clero para que le combraran obispo. San Bruno fue uno de los que con más firmeza se le enfrentó, denunciando aquella situación ilegítima según las leyes de la Iglesia, y por ello tuvo que huir de la ciudad junto con algunos amigos seglares y algunos sacerdotes. Cuando el papa hizo presencia en Reims logró que Manasés fuese desterrado y el impío se fue a Alemania, junto a Enrique IV, enemigo acérrimo del Papa. Esto hizo que los habitantes de Reims pidieran al papa nombrara a Bruno su arzobispo. Pero este se negó horrorizado y el papa no quiso obligarle.

Hay una leyenda, ampliamente difundida, pero fue creada mucho tiempo después del paso de Bruno por este mundo, que narra cómo tomó la determinación de dedicarse a la vida solitaria. Según esta, murió en Reims (o París) un erudito llamado Diocres, profesor de Bruno. Cuando estaban celebrándose los funerales, en los que estaba nuestro santo, el presbítero leyó las palabras "¡Responde mihi!", y el muerto de sentó y clamó: "¡He sido llamado ante el trono de Dios!", volviendo a quedar inmóvil. Al otro día, los funerales continuaron y al decir, otra vez, las palabras "¡Responde mihi!", volvió a revivir Diocres, para decir con voz potente: "¡Se me ha juzgado delante del trono de Dios!". 

Como no estaba claro si luego de aquel juicio particular el alma del profesor se habría salvado o no, hubo un tercer día de responsos. Y al tercero, con la iglesia llena hasta el campanario, el presbítero volvió a repetir el "¡Responde mihi!", y al acto, el difunto se incorporó y von una voz espantosa gritó: "He sido condenado delante del trono de Dios!" Y al comprobarse que estaba en el infierno, se suspendió el funeral y se le enterró fuera de tierra sagrada, entre las basuras. Y esto habría hecho que Bruno abandonara todas sus riquezas y cargos, para irse al Desierto.

Pero lo cierto es que la decisión de Bruno fue mucho más meditada, orada y que no la tomó solo, sino junto a sus amigos Raúl y Fulco, y Adam, luego de una larga conversación que tuvieron los tres en el jardín de la casa del último. Considerando lo vano del mundo, optaron por una vida entregada del todo a Cristo y, considerando la corrupción de las viejas órdenes, prefirieron emprender un camino nuevo. Una vida monástica seria, comprometida con el silencio, la pobreza y la exclusividad para Dios. Sin embargo, para conocer más del monacato, se dirigieron a Molesmes (Raúl no estaba en el grupo), donde San Roberto (26 de enero) dirigía una vital comunidad monástica. Allí estuvieron poco tiempo, pues el silencio les parecía poco, y la soledad no era la buscada. Aspiraba Bruno a algo como los cenobios de Oriente: solitarios en comunidad, celdas separadas pero iglesia común.

El sueño de Sam Hugo.
Así que, y ya respondo tu pregunta, hacia 1084 junto a otros seis amigos Bruno se fue con seis compañeros más, adonde San Hugo de Grenoble (1 y 22 de abril), para exponer su proyecto, pedir su bendición y pedirle que les señalara un sitio muy apartado para ellos dedicarse a la oración y a la penitencia. La noche anterior San Hugo había visto en un sueño que siete estrellas le conducían hacia un bosque apartado y construían un faro que irradiaba luz hacia todas partes (otras versiones dicen que unos ángeles llevaban un templo en las manos y allí lo depositaban). Lo que fuese, lo cierto es que Hugo vio en Bruno y sus compañeros las estrellas que había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había sido indicado en la visión. Era un pequeño valle solitario en las ásperas y frías montañas de Chartreuse. A Bruno le pareció perfecto y construyeron las primeras ermitas de madera y una iglesita de piedra, dedicada al patrono de los eremitas, San Juan Bautista.

La primitiva vida cartujana (llamada así por el lugar Chartreuse) era sencilla y centrada en Dios. Oración constante, silencio absoluto, trabajo, comidas y estudio por separado. Solo se unían para el Oficio Divino, el cual era cantado sobriamente y sin instrumento alguno. Ayunaban 3 días a la semana, jamás comían carne y se daban poco al sueño. Y eso bajo la enseñanza y ejemplo de San Bruno, sin Regla escrita. El obispo Hugo les visitaba a cada rato, viviendo como un monje más y haciendo sus delicias de aquella vida austera y callada. Seis años vivió allí nuestro Bruno, solo para Dios, hasta que el papa Beato Urbano II (29 de julio), recordando el buen servicio que el santo había prestado a la Iglesia cuando era su maestro, mandó buscarle a Roma. Aquello truncaba su vocación y su obra, pero Bruno sabía que antes estaba la voluntad de Dios que la suya, y con gran pena, dejó su cenobio, y a sus hermanos consternados. 

Algún tiempo sirvió a la Iglesia en Roma, pero todos aquellas pompas, intrigas, peleas vanas y ocupaciones diplomáticas no era para él. Con humildad le expuso al papa su tristeza y este le respondió que ya le habían elegido como arzobispo de Reggio, como si esto fuera un consuelo para el santo. Bruno lo rechazó tajantemente, exponiendo que no quería dignidades ni cargos, son ser solamente un ermitaño. Entonces el papa, que no quería desprenderse de sus servicios, le ofreció la iglesia de Santa María de los Mártires, junto a las Termas de Diocleciano, para que fundaran monasterio. Pero aquel no era buen lugar para los cartujos, Roma era un avispero y el antipapa Clemente III intentaba ganarlos para su causa. Por ello, casi todos los monjes que habían acompañado a San Bruno regresaron a la Chartreusse, que quedó bajo el mando del monje Landuino (actualmente vuelve a haber una cartuja en las Termas). Entonces el papa les consiguió la fundación de Santa María de la Torre, en Calabria. De esta comunidad Bruno nombró prior al Beato Lanuino (13 de octubre).


San Bruno rechaza
el obispado de Reggio.
Mucho tiempo sirvió San Bruno a la Iglesia como legado papal, hasta que, en 1095 pudo librarse de sus ocupaciones externas y eligió la casa de Calabria para vivir allí en soledad y oración, según su vocación. En esta época escribe a su amigo Raúl, quien aún estaba en el mundo, aunque había prometido ser monje: 


"Vivo en tierras de Calabria con mis hermanos, esperando al Señor, en permanente centinela, en un desierto bastante alejado de toda vivienda. Su amenidad y lo templado de sus aires, la vasta y graciosa llanura entre montañas, sus praderas, pastos, colinas y ríos, ¿cómo te los podré describir? (…) Cuánta utilidad y gozo traen la soledad y el silencio del desierto a quien los ama, sólo lo saben quiénes lo han experimentado. (…) Renuncia a todo para vivir la divina filosofía. Dios es el único bien, de incomparable atractivo y belleza. (…) Me he alargado porque como no puedo tenerte presente, al escribirte me parece hablar contigo más tiempo. Deseo mucho que recuerdes mi consejo y goces muchos años de buena salud".
Ese mismo año, en el concilio de Clermont, Urbano II predicó la Cruzada a Tierra Santa. Luego un enorme fervor popular, numerosos monjes acompañaron a los soldados y a los seglares que, como iluminados, partían a Oriente. Bruno se abstuvo de seguir aquello, no era su vocación, y tampoco permitió que ni uno de sus monjes se fuera a la Cruzada. Aunque el 29 de julio de 1099 Jerusalén fue conquistada, ya sabemos que duró poco, en parte por la mala estrategia, la codicia y los vicios de los llamados cruzados. 

En 1097 Bruno escribirá a sus monjes de Chartreuse por medio de su prior, Landuino, quien le había visitado y pedido consejo como a verdadero padre: "Alegraos porque habéis alcanzado el puerto seguro y tranquilo al que muchos desean llegar. Os ruego que la caridad que tenéis en el corazón lo mostréis en obras para con él [Landuino]. (…) En cuanto a mí, hermanos, sabed que mi único deseo, después de Dios, es ir a veros. Cuando pueda lo pondré por obra, con la ayuda de Dios". Landuino padecería mucho en su viaje a causa de los enemigos de la Iglesia. Padecería prisión y moriría de sufrimientos.

Muerte del santo.
Por su parte, a finales de 1101 Bruno se sintió mal y supo que su fin estaba cerca. Reunió a sus hermanos y les hizo una profesión de fe que se conserva, como bello testimonio. Recibió los sacramentos divinos y el 6 de octubre del mismo año, entró en la Eterna Paz, a contemplar el rostro de Cristo para siempre. Su fama de santidad era tal que León X prescindió de la canonización formal, llamándole santo sin más proceso ni ceremonia: "es razonable que quien ha estado adornado de dones tan grandes y gracias tan excelentes y ha recibido del Todopoderoso un corazón tan dócil para cumplir sus preceptos y guardar su ley de vida y santidad, sea venerado y honrado con un culto digno de él, ahora que goza para siempre de la gloria divina". En 1623, Gregorio XV extendió su culto a toda la Iglesia.

Es abogado contra la peste. A veces las siete estrellas aparecen en la iconografía de San Hugo de Grenoble. 

Fuente:
-"Santos y Beatos de la Cartuja". JUAN MAYO ESCUDERO. Puerto de Santa María, 2000.


A 6 de octubre además se celebra a:

Santa Fe de Agen,
virgen y mártir
.
S. María F. de las 5 Llagas,
terciaria franciscana
.
San Ywi,
monje diácono
.



lunes, 6 de agosto de 2012

Santoral Cartujo (O.C)

La Cartuja (Ordo Cartusiensis) es una orden eminentenmente contemplativa. Su lema es "Stat Crux dum volvitur orbis", o sea , "La Cruz permanece mientras el mundo da vueltas), signo de las raíces firmes de su vocación: La Cruz. Fue fundada por San Bruno en 1100, luego de dejar su vida de catedrático y despreciar más de una vez el episcopado de Colonia. Bruno y seis compañeros se retiran a la soledad de Grenoble, donde el obispo San Hugo, por una revelación que había tenido la noche antes, les da un terreno para su proyecto de vida monástica. Es la Orden más austera en su vida diaria, desde sus iglesias, sus vestidos y costumbres, hasta su liturgia. A lo largo de su existencia han permanecido en pobreza y fieles a su ideal ermítico, sin que nunca hayan sido reformados, según su axioma "numquam reformari, quia numquam deformari", o sea "nunca reformada, porque nunca deformada". Ha sido una orden muy castigada por la adversidad, entre las guerras de religión, la persecusión inglesa (donde murieron casi todos los monjes ingleses) y la Revolución Francesa (despues de esta sólo quedaban cuatro monjas que organizaron la vida claustral).

El cartujo vive para la contemplación y toda su obra diaria es oración, desde el estudio, el trabajo, la meditación, para lo cual se sirve de la soledad como medio indispensable para ese encuentro con Dios. Su liturgia es sobria, sin instrumentos musicales y el canto, parecido al gregoriano, es más llano y austero. Grandes santos han vivido en esta Orden, nunca propensa a canonizarlos, salvo cuando la Iglesia así lo ha dispuesto. "La Cartuja hace santos, pero no los proclama", otro de sus axiomas.

Enero:
3: San Airaldo de Maurienne, obispo.
14: Beato Odón de Novara, monje.

Abril:
11: Beato Lanuino, sucesor de san Bruno.
22: San Hugo de Grenoble, obispo.

Mayo:

4: Santos Agustín Webster, Juan Houghton y Roberto Lawrence, mártires.
9: San Nicolás Albergati, obispo.

Junio:
26: San Antelmo de Belley, obispo.

Santos Juan Houghton
y Roberto Lawrence.
Julio:

14: Beato Juan de Saboya, "el Hispano"; monje y legislador de las monjas.
15: Beato Bonifacio de Hautecombe, obispo.
16: Beatos Claudio Béguignot y Lázaro Tiersot, presbíteros y mártires.

Agosto:

5: Beato Guillermo Horne, monje, y compañeros mártires:

    Beato Guillermo Exmew, presbítero.
    Beato Guillermo Greenwood, monje.
    Beato Hunfried Middlemore, presbítero.
    Beato Jacobo Walworth, monje.
    Beato Juan Davy, diácono.
    Beato Juan Rochester, monje.
    Beato Ricardo Bere, presbítero.
    Beato Roberto Salt, monje.
    Beato Sebastián Newdigate, presbítero.
    Beato Tomás Green, presbítero.
    Beato Tomás Johnson, presbítero.
    Beato Tomás Reding, monje.
    Beato Tomás Scryven, monje.
    Beato Walter Pierson, monje.


Octubre:
6: San Bruno, Padre y Fundador.
8: San Artaldo de Belley, obispo.
13: Todos los Santos y Beatos de la Orden.
20: Santa Rosalina de Villenueve, abadesa. (y 17 de enero, 6 de julio y 17 de octubre)
31: Vigilia de Todos los Santos (oficio propio)

Noviembre:
13: Conmemoración de los difuntos de la Orden.
17: San Hugo de Lincoln, obispo.
25: Beata Beatriz de Ornacieux, virgen.

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...