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miércoles, 28 de marzo de 2018

Ni traicionar a Cristo ni a la conciencia.

Venerable Magdalena de la Cruz, virgen carmelita y mártir. 28 de marzo.

Nació esta carmelita en 1732, en Lyon, al parecer de padres humildes, aunque nada se conoce de su familia, pues sus datos se recogieron tardíamente. Como los archivos del monasterio fueron quemados, tampoco se conoce la fecha de su entrada al Carmelo y profesión religiosa. Pero, y esto es lo que realmente importa, sí que tenemos testimonios de primera mano de su entrega gozosa al Rey de los mártires.

El Carmelo de Lyon fue arrebatado a las carmelitas descalzas en 1791, por obra de la Revolución Francesa. Magdalena, junto a varias monjas se reunió en una casa privada donde, como podían, continuaron viviendo la Regla carmelitana y su espiritualidad teresiana. En 1793 se unieron a ellas 11 clarisas, luego del asedio de la ciudad. En 1794, a pesar de todas las cautelas, fueron delatadas las monjas y el 11 de febrero de ese mismo año, detenidas. Fueron llevadas a un sótano, donde debían dormir en el suelo y donde permanecieron tres días a oscuras. Algunos revolucionarios las aconsejaban firmar el juramento de Libertad-Igualdad. Otro, que era luterano, les dijo que simularan una abjuración de fe, para los jueces las dejaran en paz y pudieran salir de allí con vida, pero a este una de las monjas le respondió: "¡Eh! ¿Qué dice, señor, traicionar nuestra conciencia?".

Algunos revolucionarios influyentes abogaron por las clarisas, pues estas eran muy queridas por la ciudad de Lyon, por lo cual, las libraron a ellas y a las carmelitas también, pues entre todas no hicieron distinción. Sin embargo, un mes más tarde, el 13 de marzo de 1794, fueron apresadas de nuevo por órdenes "de muy arriba". Los soldados, lioneses, las trataron con cortesía e incluso las protegieron de los alborotadores del pueblo. El día 14 fueron interrogadas con las mismas preguntas una y otra vez. Se le preguntó a nuestra mártir por qué no había firmado el juramento. "Porque mi conciencia se niega", fue su respuesta. A la pregunta sobre si amaba la República, Sor Magdalena contestó: "Nunca he perturbado el orden público". Manifestó, y las demás monjas, que no se inclinaban por partido alguno, sino que solo rezaban para que en todo se cumpliera la voluntad de Dios. Le preguntaron como miraba al decapitado rey. "Como un infeliz príncipe". "Si hubieras juzgado al rey, ¿cómo lo habrías juzgado?", le preguntaron. - "Habría examinado su conducta ante Dios, y luego juzgado por mi conciencia".

La pregunta más directa fue: - "¿Renuncias a tus votos?", a la que todas contestaron con fuerza "No, por supuesto que no". Entonces el secretario se dirigió a una de las monjas con dureza para decirle que por ello podría ser guillotinada. Esta le respondió -"No ignoro que las respuestas que dé quizá me lleven a la muerte mañana". Aunque esta respuesta no fue de boca de Sor Magdalena, igualmente ese era el sentimiento de su corazón.

Luego fueron trasladadas al Ayuntamiento para ser juzgadas por la severa Comisión Revolucionaria. Pasaron entre una turba que les ofendía constantemente, blasfemaba y pretendía pegarles. Allí fueron interrogadas nuevamente y metidas en un calabozo. La que narra el relato dice que la Hermana Magdalena era la más intrépida de todas, a las que animaba constantemente a no cejar y a permanecer fieles a sus votos. Por ello, dice, los jueces que sabían de su influencia, la interrogaban más severamente y que fue la primera en ser juzgada y sentenciada. Dice esta religiosa: "… se presentaba animada por un santo ardor por el martirio, como otra Anastasia: la firmeza que ponía en sus respuestas excitaba cada vez más la ira de los jueces. Entró en el paroxismo por la forma en que Sor Magdalena respondió a una petición que tenía por objeto envolver en su condena a las personas caritativas que tuvieron el valor de ayudarnos de nuevo en la cárcel".

La Hermana Magdalena fue sentenciada a muerte el día 27 de marzo y decapitada en la guillotina el día siguiente, 28 de marzo, a los 62 años de edad. Sea porque su muerte calmó a la turba y a los revolucionarios, o por la próxima derrota de los revolucionarios, las demás monjas, clarisas y carmelitas, fueron liberadas.


Fuente:
-"L'ordre de Notre-Dame du Mont-Carmel Carmes et Carmélites". R. P. ALBERT DE SAINT SAVIEUR. OCD. París, 1880.


A 28 de marzo además se celebra a





jueves, 14 de diciembre de 2017

San Juan de la Cruz, Padre Nuestro.

San Juan de la Cruz, presbítero carmelita, Doctor de la Iglesia. 14 de diciembre, 24 de noviembre y 21 de mayo (traslación de las reliquias).

Infancia y familia.
En pleno siglo XVI, cuando España florecía en medio de su "Siglo de Oro", cuando la expedición europea se aventuraba cada vez más en el nuevo mundo, transformando para siempre la civilización americana y cuando la Iglesia se veía fuertemente confrontada por la reforma protestante que comenzaba a dejar su marca en varias naciones del viejo continente; en Fontiveros, de la provincia de Ávila (España), en 1542, nace en fecha desconocida, Juan de Yepes Álvarez, que luego sería inscrito en la historia como San Juan de la Cruz, del matrimonio de Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez. El matrimonio Yepes Álvarez, desde el comienzo muy desigual por la diferencia en clases sociales (él mercader noble y ella huérfana pobre) y afrontando las privaciones y críticas de sus familiares, logró concebir a tres niños, Francisco, nacido en 1530, Luis, que murió siendo aún niño y Juan, nuestro santo. 

En 1545, después de una larga enfermedad, moriría Don Gonzalo de Yepes, dejando a una viuda y tres niños huérfanos sin ningún tipo de sustento económico. Buscando el bien de sus hijos, Catalina acude a algunos parientes de su marido en Torrijos pero no es bien recibida. Pasa luego a Gálvez, a donde un tío médico que acogerá al mayor de sus hijos, Francisco, para darle educación, pero al enterarse Catalina que su hijo no estaba siendo educado, sino puesto a trabajar como sirviente decide llevárselo consigo. Al regresar a Fontiveros con sus hijos, les enseñó, además una piadosa educación cristiana con una fuerte identidad mariana, a tejer para que pudieran ganarse la vida.

De la infancia del Santo podemos resaltar el famoso "suceso de la laguna". Al parecer, cuando tenía cinco años, estando jugando con otros niños cayó en una especie de pantano del cual le era imposible salir. Mientras se sumergía y resurgía sin poder hacer gran cosa dijo haber visto a una hermosa señora tratando de ayudarlo a salir; él, al reconocer en esa señora a la Madre de Dios, sintió mucha vergüenza de tocarla con sus manos sucias y mojadas y esperó hasta que un labrador que pasaba por allí lo ayudo a salir. La anécdota se comenta como verídica al escucharla de los labios del santo mismo los frailes Martín de la Asunción y Luis de San Ángel. Ambos testigos durante su proceso de canonización.

Al morir su hermano Luis, Juan se traslada junto a su familia a Arévalo. Francisco, de 20 años, da por concluida su vida de fiestas y parranda al casarse con Ana Izquierdo, con quien tendría ocho hijos. Ana acompañaría a Catalina por el resto de su vida. El matrimonio de Francisco y Ana, junto a Catalina, se destacaría por un notable espíritu caritativo al ayudar constantemente a pobres y huérfanos que se encontraban por el camino. El pequeño Juan aprendería de ellos estas virtudes que pondría en práctica más adelante. En 1551, Catalina decide trasladar a toda la familia a Medina del Campo, ciudad grande y prospera, donde espera encontrar oportunidades más brillantes para Juan, que contaba con 9 años.

Ya en Medina Juan es inscrito en el colegio de los Doctrinos, donde junto a la enseñanza de la fe cristiana se le instruiría en otros oficios como carpintero, sastre, entallador, pintor. Además sirvió como monaguillo en la Iglesia de la Magdalena de las monjas Agustinas. También fue recadero en el Hospital de las Bubas, donde también sirvió como enfermero y limosnero (esto último porque el hospital atendía de manera gratuita a todos sus pacientes). En todos estos sitios Juan destaca rápidamente por su piedad y caridad solicita entre los enfermos. El administrador del Hospital, que en un primer momento le había ofrecido trabajar allí, al verlo tan amigo del trabajo y con aptitudes para el estudio lo manda al colegio de la Compañía de Jesús, donde recibiría su formación inicial entre los años de 1559 a 1563. Allí comenzó a aprender gramática, retorica, filosofía y lenguas como el latín y el griego. 

Primera misa del Santo Padre.
Juventud y Vida Religiosa.
Al concluir sus estudios con los Jesuitas decide ingresar a la vida religiosa. El administrador del hospital, Don Alonso Álvarez de Toledo le propone hacerse sacerdote para convertirse en el capellán de su hospital, pero él, movido por su profunda devoción mariana, decide ingresar a la Orden de la Virgen, los Carmelitas, que habían recientemente fundado un convento en Medina. Así, en 1563 y con veintiún años de edad, toma el hábito del Carmen adoptando el nombre de fray Juan de Santo Matía. Ya en su noviciado destacaba de manera particular por su perseverancia en la oración y el recogimiento. 

Un año después profesa entre los meses de mayo y diciembre, sin saberse la fecha exacta. Después de su profesión es enviado a la universidad de Salamanca para proseguir con sus estudios. El Santo deambularía por este claustro universitario de 1554 a 1568. De 1554 a 1567 se matricularía como artista y de 1567 a 1568 como presbítero y teólogo. Es ordenado sacerdote entre los meses de julio y septiembre de 1567, por el obispo Don Pedro González de Mendoza. En las semanas siguientes regresaría a Medina para cantar su primera misa y tomar unas vacaciones junto a su familia. En esta primera misa sucedió un milagro conocido como "la confirmación en Gracia", pues durante ella la Santísima Virgen le confirmó que nunca había cometido un pecado mortal y que jamás había perdido la Gracia bautismal.

Juan y Teresa.
Por aquel mismo entonces, y por coincidencia divina, se encontraba en Medina Santa Teresa de Jesús (15 de octubre y 26 de agosto, la Trasverberación), fundando el segundo monasterio de carmelitas reformadas. Entablando la Santa conversación con el prior de los carmelitas en Medina, el padre Antonio de Heredia, a quien ya le había propuesto ayudarla a comenzar la reforma entre los fraile, se entera la santa de fray Juan de Santo Matía, el joven sacerdote que por esos días estaba visitando a su madre y que pensaba ingresar a la Cartuja en búsqueda de mayor perfección espiritual.

Entre septiembre y octubre de 1567 Teresa y Juan se encuentran por primera vez en el locutorio del monasterio de las carmelitas descalzas de Medina. La Santa le propone de inmediato el olvidarse de la Cartuja y ayudarla, en cambio, en la reforma de los frailes, junto a fray Antonio de Heredia, cuando se pueda concretar un nuevo convento que pensaba fundar en un terreno prometido a ella en Duruelo. Fray Juan, entusiasmado, acepta de inmediato, pero acuerdan en comenzar la obra cuando él termine sus estudios universitarios y ella de por seguro el nuevo convento. Justo al terminar sus estudios el santo se traslada junto a la madre Teresa a Valladolid, donde es instruido por la misma santa en el espíritu de descalcez que ella quería para su obra fundacional. 

Dícese que la madre Teresa, que veía a fray Juan bajo de estatura (lo llamaba jocosamente "mi medio fraile") y joven de edad, pero no dudaba en nada de su santidad y camino de perfección espiritual. En este artículo "Juan de la Cruz, el fraile entero", podéis leer más ampliamente sobre este tema. 

Los Santos Padres ante Cristo.
El 28 de noviembre de 1568 se inaugura, en medio de mucha pobreza y devoción, el primer convento de descalzos en Duruelo. Sus tres primeros habitantes fueron fray José de Cristo, fray Antonio de Jesús (Heredia) y nuestro fray Juan de la Cruz, como de ahora en adelante se haría llamar. El ambiente de este primer convento de frailes carmelitas "contemplativos" (como fueron reconocidos al principio) era de profunda rigurosidad y penitencia. La misma Santa Teresa, junto a sus acompañantes, al visitarlos por primera vez al comienzo del adviento de 1568, se quedaría impresionada por la cantidad de cruces y calaveras que decoraban el lugar; aunque luego partiría de allí muy complacida al ver en estos primeros hijos un gran fervor en medio de la vida de estrechez que habían escogido.

En esta humildísima casa estuvieron durante un año y medio hasta que el 11 de junio de 1570 se trasladaron, con permiso del padre provincial, a una nueva casa en Mancera, más habitable y propia para establecer el primer noviciado de descalzos; noviciado que luego sería trasladado a Pastrana, donde se fundó el segundo convento de carmelitas reformados, y adonde el santo fue enviado como uno de los primeros formadores por un corto periodo de tiempo.

Formador de Descalzos y Descalzas.
En abril de 1571 el santo es enviado a Alcalá de Henares al ser nombrado primer rector del Colegio de San Cirilo, de reciente fundación. Esta fue la primera casa de estudios de los frailes "reformados". Al ver los ejemplos del padre Juan de la Cruz, muchos estudiantes se veían llamados a abrazar la nueva comunidad carmelitana. El santo solo pasaría allí un año, ya que en 1572 fue convocado con urgencia de nuevo en el convento de Pastrana, para ayudar con la formación de los novicios que estaban siendo sometidos a exageradas penitencias contrarias al espíritu de Santa Teresa. Cuando vio arregladas las cosas regresó a la rectoría en el Colegio de San Cirilo. No pararía mucho tiempo allí, ya que sería enviado como vicario y confesor al Monasterio de la Encarnación de Ávila, por petición de la misma Santa Teresa, que por el tiempo era priora de ese monasterio. Cada religiosa que él dirigió espiritualmente (tanto calzadas como descalzas) mientras estuvo en Ávila, quedaba muy edificada con los ejemplos y enseñanzas del santo. Allí permanecería, casi sin interrupciones hasta 1577. 

Preso y libre.
Para 1574 ya había varios conventos de Carmelitas descalzos repartidos por toda Andalucía, cada uno con numerosos frailes. La convivencia entre "calzados" y "descalzos" se empezó a hacer cada vez más difícil y los malentendidos estaban a la orden de día. En 1575 los calzados obtuvieron del Capítulo General de Piazenza (Italia), que los conventos de descalzos fundados en Andalucía sin permiso fueran cerrados y la madre Teresa de Jesús fuera recluida en alguno de los conventos que ella eligiera. Por su parte, el padre Juan, junto con uno de sus compañeros en Ávila, fue arrestado y aprisionado en Medina del Campo, aunque poco después fue liberado. 

Volviendo a 1577, al morir el nuncio Ormaneto, defensor de la causa de los descalzos y al sucederle un nuevo Nuncio favorable a los calzados, la obra Teresiana se encontró en su momento más crítico: En la noche del 3 al 4 de diciembre de ese año, fray Juan junto a su compañero fray Germán de San Matías, que se encontraban en una pequeña casa junto al monasterio de la Encarnación en Ávila, fueron detenidos por un grupo de frailes calzados y seglares armados para luego ser encerrados. Fray Germán fue conducido al convento de la Moraleja, entre Ávila y Medina, y fray Juan a Toledo.

Al llegar a Toledo, fue enviado a la prisión conventual, a una celda bastante estrecha y miserable donde la luz solo podía entrar por una pequeña ventana que estaba bien en lo alto. Casi todo el tiempo que permaneció allí (aproximadamente nueve meses) solo se le permitió cambiarse de hábito una vez, y su alimento era racionado. De los frailes que allí moraban solo recibía insultos y provocaciones, con excepción de algunos pocos que se conmovían al verlo tan delgado, sucio y con ropa en harapos. Aún rodeado de burlas y privaciones, su espíritu se mantiene sumergido en la presencia de Dios, de forma tan admirable que hasta los carceleros se ven edificados por su ejemplo. El santo, lleno de paciencia, y fortaleza, e inspirado por las luces y sombras en su alma, aprovecha la reclusión para escribir las primeras treinta y un estrofas del "Cántico Espiritual", algunos romances y el poema de "La Fonte". Luego cantaría sus versos para sí mismo, buscando consuelo.

En agosto de 1578, pide permiso al padre prior de Toledo para celebrar la misa en honor de la Virgen, a lo que el prior se niega, llevando al santo a tomar la decisión de escapar. Durante la octava de la Asunción, entre las dos y tres de la mañana, logra escapar descolgándose por el mirador del convento, creando una cuerda atando retazos de tela vieja. Al estar en libertad corre a pedir socorro al monasterio de las carmelitas descalzas de Toledo, allí las monjas lo acogerían con profunda compasión. Luego se refugiaría en la casa y hospital del canónigo Pedro Gonzales por espacio de dos meses.

El Santo ante el cuadro restaurado.
Fiel a la Santa prosigue su obra.
En 1578 la situación de los descalzos mejoraría un poco, y entonces arman un capitulo general en Almodóvar para definir mejor su situación, pero, sin permiso del provincial ni del nuncio, luego todos serian censurados y castigados con excomunión, entre ellos nuestro santo. Aun así, fray Juan, que estaba aún muy delicado de salud por su encierro en Toledo, es dispuesto como prior del convento del Calvario, ubicado a unos 5 kilómetros de Villanueva del arzobispo (provincia de Jaén). Allí permanecería hasta 1579. En junio de ese año se traslada a Baeza donde habría una nueva fundación, dejándolo a él como primer superior.

Finalmente en 1580, con fecha del 22 de junio, el papa Gregorio XIII autoriza la creación de una provincia independiente de frailes carmelitas descalzos, dando así por concluido al conflicto con los calzados. En aquel momento había ya 22 conventos con 300 frailes y 200 monjas. Por esas mismas épocas muere la madre del santo, Catalina Álvarez, y es sepultada en el convento de las carmelitas descalzas de Medina. Fray Juan se deja ver bastante entristecido por su partida. 

Entre el 3 y el 16 de marzo de 1581, fray Juan participa del capítulo de Alcalá, donde es elegido tercer Definidor Provincial. A su término regresa a Baeza, no sin antes ir a Ávila para tratar, con santa Teresa, la posible fundación de un convento de descalzas en Granada. Ella al verse ya comprometida con el padre Jerónimo Gracián, recién electo primer provincial de los carmelitas descalzos, envía como fundadora y primera priora del convento de Granada a Sor Ana de Jesús Lobera, una de las hijas espirituales predilectas del santo. Fue la última vez que se vieron en la tierra, y no fue un encuentro agradable.

Fundador y formador.
Fray Juan es elegido prior de la comunidad de descalzos de Granada en 1582, para luego ser ratificado en el cargo por el Capítulo Provincial de Almodóvar en 1583. Allí permanecería hasta 1585. Es durante su estancia en Granada que su obra literaria se vería más desarrollada. Allí terminó la Subida del Monte Carmelo (1578-1583), comenzada en el Calvario. Escribió la Noche oscura, Llama de amor viva y completó el Cántico espiritual en 1586. Desde 1585 hasta 1591 estaría continuamente trasladándose para acompañar las fundaciones de nuevos conventos de frailes y monjas y por obediencia al ser solicitado para distintos cargos dentro de la Orden como Vicario provincial de Andalucía en octubre de 1585 y Definidor y tercer Consiliario provincial en junio de 1588, en el mismo capítulo que le otorgo este cargo también sería elegido provincial el padre Nicolás Doria, con quien el santo tendría varias diferencias por las innovaciones que este nuevo provincial propondría.

En marzo de 1589 se traslada a Segovia, para asumir el cargo de prior de esa comunidad hasta junio de 1591, cuando renuncia a todos sus cargos. En la primavera de ese año invita al convento de Segovia a su hermano Francisco, al presentir que sería la última vez que se encontraran en vida (Francisco morirá algunos años después de su hermano, en 1607, y será sepultado en el convento de las carmelitas calzadas de Medina). 

Es en esta misma comunidad donde ocurre aquel encuentro milagroso entre fray Juan y una imagen del crucificado, que algunos describen como crucifijo pero que en realidad era un lienzo que aún se conserva en el convento de Segovia. Su hermano Francisco es el que escuchó la anécdota de boca del mismo santo. Él le confesó confidentemente que aquel Cristo le había hablado, preguntándole qué deseaba en pago por lo mucho que le había servido, a lo que el santo le respondió: "Señor, lo que quiero que me deis es trabajos que padecer por Vos y que sea yo menospreciado y tenido en poco". Y es que el santo, aún siendo poco amante de las devociones a bobas, gustaba de las buenas imágenes sagradas. En este artículo "Doctrina de San Juan de la Cruz sobre las imágenes", podéis profundizar más.

Muerte de N. P. San Juan de la Cruz.
En el Capítulo General de julio de 1591 se le comunica que fue escogido para que, junto a otros doce compañeros, fuera a Nueva España (actual México) como misionero para mantenerlo lejos de cualquier cargo de influencia. Esta fue una estrategia de Nicolás Doria, que quería cambiar el humanismo de la obra espiritual de la Santa, para reconducirla hacia una reforma al uso (penitencias, austeridades y muchas reglas y normas). Algunos religiosos le habían recomendado no asistir al capítulo excusándose por su mala salud, y así tal vez poder evitar el traslado, pero él dice que le daría gusto morir cumpliendo un acto de obediencia. 

Enfermedad y entrada en la Vida.
Pero la Providencia tendría planes diferentes para él, ya que nunca llegaría a embarcarse hacia el Nuevo Mundo. Unas fuertes calenturas empezaron a debilitarlo e incluso a afectar una de sus piernas, donde ya empezaba a crecer una profunda llaga. Le propusieron ir a Baeza, donde tenía varios conocidos, para ser tratado, pero él prefirió ir a Úbeda donde nadie lo conocía. Allí arribaría en el mes de septiembre junto a un hermano lego que lo acompañó. Al llegar al convento de Úbeda es recibido de muy mala gana por el prior de aquel lugar, fray Francisco Crisóstomo. Aun al verlo tan enfermo y débil, parece se oponía a darle los cuidados y bondades que cualquier enfermo merecía. La llaga en su pie, aunque era continuamente tratada, seguía creciendo e infectando más el pie del santo, obligando a su doctor a arrancarle pedazos de carne podrida. Todos los que le rodeaban en esos momentos aseguraban que todo esto, más que producirle gran dolor o pánico, suscitaba en él un gran gozo y paz al sentirse aún más unido al Señor Jesús en sus padecimientos.

Su postrera enfermedad la vivió con gran paciencia y humildad, agradeciendo cada pequeño acto de caridad que tenían con él, y aprovechando toda oportunidad para ofrecer sus dolores y unirlos a la cruz de Cristo. Por inspiración divina supo la fecha de su muerte anunciando que sería día de Nuestra Señora, o sea, sábado, cuando partiría al cielo. Su última semana la pasó preguntando constantemente que día era, hasta que el sábado musitó: "tengo de ir esta noche a cantar los maitines al cielo". Y así fue. Después de besar piadosamente el crucifijo que tenía entre sus manos, expiró su último aliento a comienzos del sábado 14 de diciembre de 1591. Tenía 49 años al fallecer.

Glorificación.
Desde el momento mismo de su fallecimiento fue tratado como santo por quienes le rodeaban, diciendo que incluso habían percibido un suavísimo aroma desprenderse del cuerpo, además de otros hechos milagrosos. Apenas unas horas después se empezó a distribuir sus pertenencias como reliquias entre los religiosos y seglares que los pedían por clemencia. Fue sepultado en la Iglesia del Carmen de Úbeda. Apenas un año después de su muerte, el cuerpo de fray Juan, que desde su muerte gozó de gran veneración, fue objeto de interés y se comenzó a pedir su traslado a Segovia. Pero en cuanto al tema de los traslados y disposición de sus reliquias ya se hablará en un futuro artículo.

Reliquias del Santo en Segovia.
Su proceso de beatificación y canonización se inició en 1627. Fray Juan de la Cruz fue beatificado el 25 de enero de 1675 por el papa Clemente X, en 1679 se le dedica la primera iglesia en Alba de Tormes. Es canonizado el 27 de diciembre de 1726 por el papa Benedicto XIII. En 1738 se extiende su fiesta litúrgica a toda la Iglesia el 24 de noviembre, hasta que en 1972, con el ajuste del santoral hecho por el Concilio Vaticano II, se trasladó su fiesta al 14 de diciembre, aunque algunos sitios donde se guarda su recuerdo aún celebran su memoria a 24 de noviembre. El 24 de agosto de 1926 es proclamado Doctor de la Iglesia universal por el papa Pío XI, dándole el título de "Doctor Mysticus", y el 21 de marzo de 1952 es proclamado patrono de los poetas españoles por el papa Pío XII.


Fuentes:
-"San Juan de la Cruz, el jilguero de Dios". P. ÁNGEL PEÑA O.A.R, Lima – Perú.
-"San Juan de la Cruz, Obras completas". Editorial Monte Carmelo, Burgos, 2010.

Jhonatan Alarcón.

Muchas gracias le doy a Jhonatan por su artículo sobre el Santo Padre, el cual le pedí redactara, librándome de una ardua tarea. Espero no sea la última vez que nos escriba algo sobre nuestra amada espiritualidad carmelitana o nuestros santos.

Ramón.


A 14 de diciembre además se celebra a
San Espiridión de Tremithus, obispo carmelita.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Hirióme con una flecha...

La Trasverberación de Santa Teresa. 26 y 27 de agosto.
"Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento". (Vida 29, 13).

Con este texto anterior describe la Santa Madre un fenómeno místico cuya base es el amor entre Dios y la criatura humana. Siendo el amor de Dios inconmesurable, perfecto y puro, los efectos que causa en el alma son casi indescriptibles por el místico, que tiene que recurrir a imágenes para poder expresarlo. La santa lo vive como un dardo encendido, pero otros lo experimentarán de otra manera. Santa Margarita de Alacoque lo describe como un intercambio de corazones, donde Dios posee el corazón de la santa hasta casi suplantarlo, purificando los afectos, emociones y movimientos. La Beata Ángela de Foligno (a quien la Santa es probable leyera), lo describe como "una guadaña" que entra en el corazón una y otra vez, y la deja en plenitud de Dios. San Pío de Peltreccina lo describe con un suceso que es casi exacto al de la Santa Madre. 

Otro texto de la santa, repite la experiencia como un tipo de oración, y ella misma reconoce que utiliza imágenes comparaciones cotidianas como explicación ante lo inefable del hecho y sus efectos:
"Otra manera harto ordinaria de oración es una manera de herida, que parece al alma como si una saeta la metiesen por el corazón, o por ella misma. Así causa un dolor grande que hace quejar, y tan sabroso, que nunca querría le faltase. Este dolor no es en el sentido, ni tampoco es llaga material, sino en lo interior del alma, sin que parezca dolor corporal; sino que, como no se puede dar a entender sino por comparaciones, pónense estas groseras, que para lo que ello es lo son, mas no sé yo decirlo de otra suerte. Por eso, no son estas cosas para escribir ni decir, porque es imposible entenderlo sino quien lo ha experimentado... Porque las penas del espíritu son diferentísimas de las de acá". (Rel 5, 17).

San Juan de la Cruz da una explicación de este fenómeno en "Llama de amor viva", y aunque no menciona a la santa Madre, es evidente que se basa en su vivencia para explicar la trasverberación del corazón:
Corazón Incorrupto de la Santa Madre.
"...la llaga del cauterio de amor no se puede curar con otra medicina, sino que el mismo cauterio que la hace la cura, y el mismo que la cura, curándola la hace; porque cada vez que toca el cauterio de amor en la llaga de amor, hace mayor llaga de amor, y así cura y sana más por cuanto llaga más. Porque el amante, cuanto más llagado, está más sano, y la cura que hace el amor es llagar y herir sobre lo llagado, hasta tanto que la llaga sea tan grande, que toda el alma venga a resolverse en llaga de amor. Y de esta manera, ya toda cauterizada y hecha una llaga de amor, está toda sana en amor, porque está transformada en amor.

Y en esta manera se entiende la llaga que aquí habla el alma: toda llagada y toda sana. Y porque, aunque está toda llagada y toda sana, el cauterio de amor no deja de hacer su oficio, que es tocar y herir de amor, por cuanto ya está todo regalado y todo sano, el efecto que hace es regalar la llaga, como suele hacer el buen médico. Por eso dice aquí bien el alma: ¡Oh llaga regalada!


Este cauterio y esta llaga podemos entender que es el más alto grado que en este estado puede ser, porque hay otras muchas maneras de cauterizar Dios al alma que ni llegan aquí ni son como ésta, porque ésta es toque sólo de la Divinidad en el alma, sin forma ni figura alguna intelectual ni imaginaria.
 

Pocas almas llegan a tanto como esto: mas algunas han llegado, mayormente las de aquellos cuya virtud y espíritu se había de difundir en la sucesión de sus hijos [alusión a la santa], dando Dios la riqueza y valor a las cabezas en las primicias del espíritu según la mayor o menor sucesión que había de tener su doctrina y espíritu."

Pero, el origen de esta forma de relación íntima con Dios y su explicación hemos de buscarla mucho más atrás. No hay que olvidar que los místicos beben de las Escrituras, y el Cantar de los Cantares fue para muchos, entre ellos la Santa, allí leemos "Vulnerasti cor meum" en Ct. 4, 9, haciendo del corazón ese "sitio" poderoso del encuentro entre Dios y el alma.

La fiesta de la Trasverberación llegó a la Orden del Carmen Descalzo en 1726 con categoría de Doble de Segunda Clase, y a 27 de agosto. Ese mismo año el rey Felipe V pidió al papa que la Fiesta pasase a celebrarse por toda la Iglesia de España, lo cual fue concedido por Clemente XII el 11 de diciembre de 1733. Posteriormente pasó al 26, aunque Alba de Tormes, donde se custodia el corazón traspasado e incorrupto de la Santa, la celebra aún a 27. Luego de la reforma litúrgica derivada del CV II, se acentuó el carácter simbólico y místico del hecho más que el aspecto físico de la llaga visible en el corazón de la Santa. Al mismo tiempo, quedó con categoría litúrgica de memoria obligatoria para las monjas carmelitas descalzas y memoria libre para los religiosos y terciarios, pero fue suprimida del Calendario Español.


A 26 de agosto además se celebra a
Santa Pelagia de Limoges, viuda y fundadora.
San Ceferino, papa.

domingo, 29 de junio de 2014

San Pedro y San Pablo en los escritos de Santa Teresa

Que los santos fueron de gran ayuda, como modelo e intercesores para nuestra Madre Santa Teresa es algo de muchos sabido. La Madre de Dios y San José, en primer lugar, luego los santos pecadores, que lo era ella también, a su decir, para identificarse con ellos. Los santos, en su dimensión de cristianos abiertos a la acción y la voluntad de Dios, cumplidores del Evangelio y auxilio de los queen esta tierra peregrinamos, tienen presencia constante en los escritos de Santa Teresa. Hoy me fijaré en dos, por ser día de su solemnidad: San Pedro y San Pablo, apóstoles y columnas de la Iglesia. Ambos son para santa Teresa santos con "determinada determinación", en medio de sus caídas y pecados. Elegidos ambos por Cristo para ser luces en la Iglesia, como la misma Teresa. Por ello se sirve del ejemplo de ambos, de sus escritos que se ve conoce, para escribir su doctrina, hallar consuelo y tomarlos como protectores e intercesores. Veamos unas pinceladas sobre ambos en los escritos de la Santa:

SAN PEDRO

Crucifixión de San Pedro. Icono.
Siglo XVIII
1. "Determinada determinación" a lanzarse a los brazos de Cristo, en los tiempos de sus inicios en la oración, guiados por algún director espiritual de alto vuelo. Determinados, pero serenos: 
"Pensaba muchas veces que no había perdido nada San Pedro en arrojarse en la mar, aunque después temió. Estas primeras determinaciones son gran cosa, aunque en este primer estado es menester irse más deteniendo y atados a la discreción y parecer de maestro; mas han de mirar que sea tal, que no los enseñe a ser sapos, ni que se contente con que se muestre el alma a sólo cazar lagartijas. ¡Siempre la humildad delante, para entender que no han de venir estas fuerzas de las nuestras!" (Vida 13, 3).

2. Gratuidad en la entrega, pues por grande e importante que sea lo que dejemos por Dios, si bien es un acto meritorio, no hay que pensar que ya se tiene a Dios, ni mucho menos ha de corresponder este. Gratuidad, repito:
"Parecernos ha que las que tenemos hábito de religión y le tomamos de nuestra voluntad y dejamos todas las cosas del mundo y lo que teníamos por El (aunque sea las redes de San Pedro, que harto le parece que da quien da lo que tiene), que ya está todo hecho. Harto buena disposición es, (...) que no hay duda sino que si persevera en esta desnudez y dejamiento de todo, que alcanzará lo que pretende. Mas ha de ser con condición que se tenga por siervo sin provecho (...) y crea que no ha obligado a Nuestro Señor para que le haga semejantes mercedes; antes, como quien más ha recibido, queda más adeudado." (3 Moradas 1, 13).

3. Una vez adentrados en la relación con Dios, atormentan los pecados de la vida pasada, duele el haber ofendido al Dios que, se compueba en la unión íntima, tantas gracias nos dio y da. No es un dolor estéril: forma parte del proceso de purgación del alma:
"Yo no tendría por seguro, por favorecida que un alma esté de Dios, que se olvidase de que en algún tiempo se vio en miserable estado; porque, aunque es cosa penosa, aprovecha para muchas. (...) Para esta pena ningún alivio es pensar que tiene nuestro Señor ya perdonados los pecados y olvidados; antes añade a la pena ver tanta bondad y que se hacen mercedes a quien no merecía sino infierno. Yo pienso que fue éste un gran martirio en San Pedro y la Magdalena; porque, como tenían el amor tan crecido y habían recibido tantas mercedes y tenían entendida la grandeza y majestad de Dios, sería harto recio de sufrir, y con muy tierno sentimiento." (6 Moradas 7, 4).

4. Consuelo en los trabajos. No garantiza la cercanía con Cristo la ausencia de penas, sino antes bien estos se acrecientan y sólo en Él se pueden llevar. Aún son gracia si de su mano vienen. Aquí se puede recordar aquella florecilla de la santa, en la que quejándose al Señor por los trabajos padecidos y sabiendo de Él que así trataba a sus amigos, respondióle la Santa: 'por eso tienes tan pocos':
"Siempre hemos visto que los que más cercanos anduvieron a Cristo nuestro Señor fueron los de mayores trabajos: miremos los que pasó su gloriosa Madre y los gloriosos apóstoles. (...) Gusto yo mucho de San Pedro cuando iba huyendo de la cárcel y le apareció nuestro Señor y le dijo que iba a Roma a ser crucificado otra vez. Ninguna rezamos esta fiesta adonde esto está, que no me es particular consuelo. ¿Cómo quedó San Pedro de esta merced del Señor, o qué hizo? Irse luego a la muerte; y no es poca misericordia del Señor hallar quien se la dé." (7 Moradas 4, 5).

SAN PABLO

San Pablo en la cárcel.
1. Confianza en Cristo. Cuando mora Cristo en el alma, todo viene de él, y a él todo se dirige. Asustan los pecados, pero más fuerte es esta pertenencia a Cristo y su presencia en el alma:
"¡Quién dijera que había tan presto de caer, después de tantos regalos de Dios, después de haber comenzado Su Majestad a darme virtudes, que ellas mismas me despertaban a servirle, después de haberme visto casi muerta y en tan gran peligro de ir condenada, después de haberme resucitado alma y cuerpo, que todos los que me vieron se espantaban de verme viva! ¡Qué es esto, Señor mío! ¿En tan peligrosa vida hemos de vivir? Que escribiendo esto estoy y me parece que con vuestro favor y por vuestra misericordia podría decir lo que San Pablo, aunque no con esa perfección, que no vivo yo ya sino que Vos, Criador mío, vivís en mí, según ha algunos años que, a lo que puedo entender, me tenéis de vuestra mano y me veo con deseos y determinaciones y en alguna manera probado por experiencia en estos años en muchas cosas, de no hacer cosa contra vuestra voluntad, por pequeña que sea, aunque debo hacer hartas ofensas a Vuestra Majestad sin entenderlo. Y también me parece que no se me ofrecerá cosa por vuestro amor, que con gran determinación me deje de poner a ella, y en algunas me habéis Vos ayudado para que salga con ellas, y no quiero mundo ni cosa de él, ni me parece me da contento cosa que salga de Vos, y lo demás me parece pesada cruz." (Vida 6, 9). 

2. Soledad, sequedad, crucifixión con Cristo, al que se ha entregado toda la vida. Nada llena, nada sacia, solo el estar con Cristo y en soledad con él. Y en medio de ella, la certeza gustosa, aunque lacerante, de que es Dios quien lo quiere:
"...con parecerme que está (...) lejísimo Dios, a veces comunica sus grandezas por un modo el más extraño que se puede pensar; (...) porque no es la comunicación para consolar, sino para mostrar la razón que tiene de fatigarse de estar ausente de bien que en sí tiene todos los bienes. (...) [Algunas] veces parece anda el alma como necesitadísima, diciendo y preguntando a sí misma: ¿Dónde está tu Dios? (...) Otras me acordaba de lo que dice San Pablo, que está crucificado al mundo. No digo yo que sea esto así, que ya lo veo; mas paréceme que está así el alma, que ni del cielo le viene consuelo ni está en él, ni de la tierra le quiere ni está en ella, sino como crucificada entre el cielo y la tierra, padeciendo sin venirle socorro de ningún cabo. Porque el que le viene del cielo (que es, como he dicho, una noticia de Dios tan admirable, muy sobre todo lo que podemos desear), es para más tormento; porque acrecienta el deseo de manera que, a mi parecer, la gran pena algunas veces quita el sentido (...) Parecen unos tránsitos de la muerte, salvo que trae consigo un tan gran contento este padecer, que no sé yo a qué lo comparar. Ello es un recio martirio sabroso, pues todo lo que se le puede representar al alma de la tierra, aunque sea lo que le suele ser más sabroso, ninguna cosa admite; luego parece lo lanza de sí." (Vida 20, 9, 11)

Santos Pedro y Pablo.
Vidriera francesa. Siglo XV
3. La Humanidad de Cristo, deleite de la Santa Madre y de los que verdaderamente quieran adentrarse en la contemplación. Amigo, Esposo, Compañero, Dios y Hombre; Jesucristo es el que siempre está presente, visible, cercano:
"Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero. Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo Su Majestad se deleita. (...) ¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí. Miremos al glorioso San Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino." (Vida 22, 6, 7). 

4. El matrimonio espiritual. Cristo y el alma forman una unión indisoluble. Aunque seres diferentes, son uno en la acción y en el sentir, y esto por acción de Cristo, que desde los inicios ha ido entrando en el alma, y esta se ha ido dejando penetrar por él. Finalmente consuman la unión, que la santa ejemplifica, sabiendo que aún se queda corta:
"...es [la unión] como si cayendo agua del cielo en un río o fuente, adonde queda hecho todo agua, que no podrán ya dividir ni apartar cual es el agua del río, o lo que cayó del cielo; o como si un arroyico pequeño entra en la mar, no habrá remedio de apartarse; o como si en una pieza estuviesen dos ventanas por donde entrase gran luz; aunque entra dividida se hace todo una luz. Quizá es esto lo que dice San Pablo: El que se arrima y allega a Dios, hácese un espíritu con El, tocando este soberano matrimonio, que presupone haberse llegado Su Majestad al alma por unión. Y también dice: 'Mihi vivere Chistus est, mori lucrum'; así me parece puede decir aquí el alma, porque es adonde la mariposilla que hemos dicho [el alma], muere y con grandísimo gozo, porque su vida es ya Cristo." (7 Moradas 2, 4, 5).
San Pedro y San Pablo, protectores de Santa Teresa.
Y finalmente, un texto en el que la Santa declara que ambos santos son sus protectores, desde aquellos inicios en la oración, cuando la tribulación de lo desconocido, los confesores timoratos y las monjas recelosas, la hacían padecer sobre si no sería demoníaco lo que le provocaba las visiones y consuelos en la oración:
"Como las visiones fueron creciendo, uno de ellos [de los confesores] (...) comenzó a decir que claro era demonio. Mándanme que, ya que no había remedio de resistir, que siempre me santiguase cuando alguna visión viese, y diese higas [un gesto grosero, con el dedo levantado], porque tuviese por cierto era demonio, y con esto no vendría; y que no hubiese miedo, que Dios me guardaría y me lo quitaría. A mí me era esto gran pena; porque, como yo no podía creer sino que era Dios, era cosa terrible para mí. Y tampoco podía -como he dicho- desear se me quitase; mas, en fin, hacía cuanto me mandaban. Suplicaba mucho a Dios que me librase de ser engañada. Esto siempre lo hacía y con hartas lágrimas, y a San Pedro y a San Pablo, que me dijo el Señor, como fue la primera vez que me apareció en su día, que ellos me guardarían no fuese engañada; y así muchas veces los veía al lado izquierdo muy claramente, aunque no con visión imaginaria. Eran estos gloriosos Santos muy mis señores." (Vida 29, 5).

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...