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jueves, 14 de diciembre de 2017

San Juan de la Cruz, Padre Nuestro.

San Juan de la Cruz, presbítero carmelita, Doctor de la Iglesia. 14 de diciembre, 24 de noviembre y 21 de mayo (traslación de las reliquias).

Infancia y familia.
En pleno siglo XVI, cuando España florecía en medio de su "Siglo de Oro", cuando la expedición europea se aventuraba cada vez más en el nuevo mundo, transformando para siempre la civilización americana y cuando la Iglesia se veía fuertemente confrontada por la reforma protestante que comenzaba a dejar su marca en varias naciones del viejo continente; en Fontiveros, de la provincia de Ávila (España), en 1542, nace en fecha desconocida, Juan de Yepes Álvarez, que luego sería inscrito en la historia como San Juan de la Cruz, del matrimonio de Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez. El matrimonio Yepes Álvarez, desde el comienzo muy desigual por la diferencia en clases sociales (él mercader noble y ella huérfana pobre) y afrontando las privaciones y críticas de sus familiares, logró concebir a tres niños, Francisco, nacido en 1530, Luis, que murió siendo aún niño y Juan, nuestro santo. 

En 1545, después de una larga enfermedad, moriría Don Gonzalo de Yepes, dejando a una viuda y tres niños huérfanos sin ningún tipo de sustento económico. Buscando el bien de sus hijos, Catalina acude a algunos parientes de su marido en Torrijos pero no es bien recibida. Pasa luego a Gálvez, a donde un tío médico que acogerá al mayor de sus hijos, Francisco, para darle educación, pero al enterarse Catalina que su hijo no estaba siendo educado, sino puesto a trabajar como sirviente decide llevárselo consigo. Al regresar a Fontiveros con sus hijos, les enseñó, además una piadosa educación cristiana con una fuerte identidad mariana, a tejer para que pudieran ganarse la vida.

De la infancia del Santo podemos resaltar el famoso "suceso de la laguna". Al parecer, cuando tenía cinco años, estando jugando con otros niños cayó en una especie de pantano del cual le era imposible salir. Mientras se sumergía y resurgía sin poder hacer gran cosa dijo haber visto a una hermosa señora tratando de ayudarlo a salir; él, al reconocer en esa señora a la Madre de Dios, sintió mucha vergüenza de tocarla con sus manos sucias y mojadas y esperó hasta que un labrador que pasaba por allí lo ayudo a salir. La anécdota se comenta como verídica al escucharla de los labios del santo mismo los frailes Martín de la Asunción y Luis de San Ángel. Ambos testigos durante su proceso de canonización.

Al morir su hermano Luis, Juan se traslada junto a su familia a Arévalo. Francisco, de 20 años, da por concluida su vida de fiestas y parranda al casarse con Ana Izquierdo, con quien tendría ocho hijos. Ana acompañaría a Catalina por el resto de su vida. El matrimonio de Francisco y Ana, junto a Catalina, se destacaría por un notable espíritu caritativo al ayudar constantemente a pobres y huérfanos que se encontraban por el camino. El pequeño Juan aprendería de ellos estas virtudes que pondría en práctica más adelante. En 1551, Catalina decide trasladar a toda la familia a Medina del Campo, ciudad grande y prospera, donde espera encontrar oportunidades más brillantes para Juan, que contaba con 9 años.

Ya en Medina Juan es inscrito en el colegio de los Doctrinos, donde junto a la enseñanza de la fe cristiana se le instruiría en otros oficios como carpintero, sastre, entallador, pintor. Además sirvió como monaguillo en la Iglesia de la Magdalena de las monjas Agustinas. También fue recadero en el Hospital de las Bubas, donde también sirvió como enfermero y limosnero (esto último porque el hospital atendía de manera gratuita a todos sus pacientes). En todos estos sitios Juan destaca rápidamente por su piedad y caridad solicita entre los enfermos. El administrador del Hospital, que en un primer momento le había ofrecido trabajar allí, al verlo tan amigo del trabajo y con aptitudes para el estudio lo manda al colegio de la Compañía de Jesús, donde recibiría su formación inicial entre los años de 1559 a 1563. Allí comenzó a aprender gramática, retorica, filosofía y lenguas como el latín y el griego. 

Primera misa del Santo Padre.
Juventud y Vida Religiosa.
Al concluir sus estudios con los Jesuitas decide ingresar a la vida religiosa. El administrador del hospital, Don Alonso Álvarez de Toledo le propone hacerse sacerdote para convertirse en el capellán de su hospital, pero él, movido por su profunda devoción mariana, decide ingresar a la Orden de la Virgen, los Carmelitas, que habían recientemente fundado un convento en Medina. Así, en 1563 y con veintiún años de edad, toma el hábito del Carmen adoptando el nombre de fray Juan de Santo Matía. Ya en su noviciado destacaba de manera particular por su perseverancia en la oración y el recogimiento. 

Un año después profesa entre los meses de mayo y diciembre, sin saberse la fecha exacta. Después de su profesión es enviado a la universidad de Salamanca para proseguir con sus estudios. El Santo deambularía por este claustro universitario de 1554 a 1568. De 1554 a 1567 se matricularía como artista y de 1567 a 1568 como presbítero y teólogo. Es ordenado sacerdote entre los meses de julio y septiembre de 1567, por el obispo Don Pedro González de Mendoza. En las semanas siguientes regresaría a Medina para cantar su primera misa y tomar unas vacaciones junto a su familia. En esta primera misa sucedió un milagro conocido como "la confirmación en Gracia", pues durante ella la Santísima Virgen le confirmó que nunca había cometido un pecado mortal y que jamás había perdido la Gracia bautismal.

Juan y Teresa.
Por aquel mismo entonces, y por coincidencia divina, se encontraba en Medina Santa Teresa de Jesús (15 de octubre y 26 de agosto, la Trasverberación), fundando el segundo monasterio de carmelitas reformadas. Entablando la Santa conversación con el prior de los carmelitas en Medina, el padre Antonio de Heredia, a quien ya le había propuesto ayudarla a comenzar la reforma entre los fraile, se entera la santa de fray Juan de Santo Matía, el joven sacerdote que por esos días estaba visitando a su madre y que pensaba ingresar a la Cartuja en búsqueda de mayor perfección espiritual.

Entre septiembre y octubre de 1567 Teresa y Juan se encuentran por primera vez en el locutorio del monasterio de las carmelitas descalzas de Medina. La Santa le propone de inmediato el olvidarse de la Cartuja y ayudarla, en cambio, en la reforma de los frailes, junto a fray Antonio de Heredia, cuando se pueda concretar un nuevo convento que pensaba fundar en un terreno prometido a ella en Duruelo. Fray Juan, entusiasmado, acepta de inmediato, pero acuerdan en comenzar la obra cuando él termine sus estudios universitarios y ella de por seguro el nuevo convento. Justo al terminar sus estudios el santo se traslada junto a la madre Teresa a Valladolid, donde es instruido por la misma santa en el espíritu de descalcez que ella quería para su obra fundacional. 

Dícese que la madre Teresa, que veía a fray Juan bajo de estatura (lo llamaba jocosamente "mi medio fraile") y joven de edad, pero no dudaba en nada de su santidad y camino de perfección espiritual. En este artículo "Juan de la Cruz, el fraile entero", podéis leer más ampliamente sobre este tema. 

Los Santos Padres ante Cristo.
El 28 de noviembre de 1568 se inaugura, en medio de mucha pobreza y devoción, el primer convento de descalzos en Duruelo. Sus tres primeros habitantes fueron fray José de Cristo, fray Antonio de Jesús (Heredia) y nuestro fray Juan de la Cruz, como de ahora en adelante se haría llamar. El ambiente de este primer convento de frailes carmelitas "contemplativos" (como fueron reconocidos al principio) era de profunda rigurosidad y penitencia. La misma Santa Teresa, junto a sus acompañantes, al visitarlos por primera vez al comienzo del adviento de 1568, se quedaría impresionada por la cantidad de cruces y calaveras que decoraban el lugar; aunque luego partiría de allí muy complacida al ver en estos primeros hijos un gran fervor en medio de la vida de estrechez que habían escogido.

En esta humildísima casa estuvieron durante un año y medio hasta que el 11 de junio de 1570 se trasladaron, con permiso del padre provincial, a una nueva casa en Mancera, más habitable y propia para establecer el primer noviciado de descalzos; noviciado que luego sería trasladado a Pastrana, donde se fundó el segundo convento de carmelitas reformados, y adonde el santo fue enviado como uno de los primeros formadores por un corto periodo de tiempo.

Formador de Descalzos y Descalzas.
En abril de 1571 el santo es enviado a Alcalá de Henares al ser nombrado primer rector del Colegio de San Cirilo, de reciente fundación. Esta fue la primera casa de estudios de los frailes "reformados". Al ver los ejemplos del padre Juan de la Cruz, muchos estudiantes se veían llamados a abrazar la nueva comunidad carmelitana. El santo solo pasaría allí un año, ya que en 1572 fue convocado con urgencia de nuevo en el convento de Pastrana, para ayudar con la formación de los novicios que estaban siendo sometidos a exageradas penitencias contrarias al espíritu de Santa Teresa. Cuando vio arregladas las cosas regresó a la rectoría en el Colegio de San Cirilo. No pararía mucho tiempo allí, ya que sería enviado como vicario y confesor al Monasterio de la Encarnación de Ávila, por petición de la misma Santa Teresa, que por el tiempo era priora de ese monasterio. Cada religiosa que él dirigió espiritualmente (tanto calzadas como descalzas) mientras estuvo en Ávila, quedaba muy edificada con los ejemplos y enseñanzas del santo. Allí permanecería, casi sin interrupciones hasta 1577. 

Preso y libre.
Para 1574 ya había varios conventos de Carmelitas descalzos repartidos por toda Andalucía, cada uno con numerosos frailes. La convivencia entre "calzados" y "descalzos" se empezó a hacer cada vez más difícil y los malentendidos estaban a la orden de día. En 1575 los calzados obtuvieron del Capítulo General de Piazenza (Italia), que los conventos de descalzos fundados en Andalucía sin permiso fueran cerrados y la madre Teresa de Jesús fuera recluida en alguno de los conventos que ella eligiera. Por su parte, el padre Juan, junto con uno de sus compañeros en Ávila, fue arrestado y aprisionado en Medina del Campo, aunque poco después fue liberado. 

Volviendo a 1577, al morir el nuncio Ormaneto, defensor de la causa de los descalzos y al sucederle un nuevo Nuncio favorable a los calzados, la obra Teresiana se encontró en su momento más crítico: En la noche del 3 al 4 de diciembre de ese año, fray Juan junto a su compañero fray Germán de San Matías, que se encontraban en una pequeña casa junto al monasterio de la Encarnación en Ávila, fueron detenidos por un grupo de frailes calzados y seglares armados para luego ser encerrados. Fray Germán fue conducido al convento de la Moraleja, entre Ávila y Medina, y fray Juan a Toledo.

Al llegar a Toledo, fue enviado a la prisión conventual, a una celda bastante estrecha y miserable donde la luz solo podía entrar por una pequeña ventana que estaba bien en lo alto. Casi todo el tiempo que permaneció allí (aproximadamente nueve meses) solo se le permitió cambiarse de hábito una vez, y su alimento era racionado. De los frailes que allí moraban solo recibía insultos y provocaciones, con excepción de algunos pocos que se conmovían al verlo tan delgado, sucio y con ropa en harapos. Aún rodeado de burlas y privaciones, su espíritu se mantiene sumergido en la presencia de Dios, de forma tan admirable que hasta los carceleros se ven edificados por su ejemplo. El santo, lleno de paciencia, y fortaleza, e inspirado por las luces y sombras en su alma, aprovecha la reclusión para escribir las primeras treinta y un estrofas del "Cántico Espiritual", algunos romances y el poema de "La Fonte". Luego cantaría sus versos para sí mismo, buscando consuelo.

En agosto de 1578, pide permiso al padre prior de Toledo para celebrar la misa en honor de la Virgen, a lo que el prior se niega, llevando al santo a tomar la decisión de escapar. Durante la octava de la Asunción, entre las dos y tres de la mañana, logra escapar descolgándose por el mirador del convento, creando una cuerda atando retazos de tela vieja. Al estar en libertad corre a pedir socorro al monasterio de las carmelitas descalzas de Toledo, allí las monjas lo acogerían con profunda compasión. Luego se refugiaría en la casa y hospital del canónigo Pedro Gonzales por espacio de dos meses.

El Santo ante el cuadro restaurado.
Fiel a la Santa prosigue su obra.
En 1578 la situación de los descalzos mejoraría un poco, y entonces arman un capitulo general en Almodóvar para definir mejor su situación, pero, sin permiso del provincial ni del nuncio, luego todos serian censurados y castigados con excomunión, entre ellos nuestro santo. Aun así, fray Juan, que estaba aún muy delicado de salud por su encierro en Toledo, es dispuesto como prior del convento del Calvario, ubicado a unos 5 kilómetros de Villanueva del arzobispo (provincia de Jaén). Allí permanecería hasta 1579. En junio de ese año se traslada a Baeza donde habría una nueva fundación, dejándolo a él como primer superior.

Finalmente en 1580, con fecha del 22 de junio, el papa Gregorio XIII autoriza la creación de una provincia independiente de frailes carmelitas descalzos, dando así por concluido al conflicto con los calzados. En aquel momento había ya 22 conventos con 300 frailes y 200 monjas. Por esas mismas épocas muere la madre del santo, Catalina Álvarez, y es sepultada en el convento de las carmelitas descalzas de Medina. Fray Juan se deja ver bastante entristecido por su partida. 

Entre el 3 y el 16 de marzo de 1581, fray Juan participa del capítulo de Alcalá, donde es elegido tercer Definidor Provincial. A su término regresa a Baeza, no sin antes ir a Ávila para tratar, con santa Teresa, la posible fundación de un convento de descalzas en Granada. Ella al verse ya comprometida con el padre Jerónimo Gracián, recién electo primer provincial de los carmelitas descalzos, envía como fundadora y primera priora del convento de Granada a Sor Ana de Jesús Lobera, una de las hijas espirituales predilectas del santo. Fue la última vez que se vieron en la tierra, y no fue un encuentro agradable.

Fundador y formador.
Fray Juan es elegido prior de la comunidad de descalzos de Granada en 1582, para luego ser ratificado en el cargo por el Capítulo Provincial de Almodóvar en 1583. Allí permanecería hasta 1585. Es durante su estancia en Granada que su obra literaria se vería más desarrollada. Allí terminó la Subida del Monte Carmelo (1578-1583), comenzada en el Calvario. Escribió la Noche oscura, Llama de amor viva y completó el Cántico espiritual en 1586. Desde 1585 hasta 1591 estaría continuamente trasladándose para acompañar las fundaciones de nuevos conventos de frailes y monjas y por obediencia al ser solicitado para distintos cargos dentro de la Orden como Vicario provincial de Andalucía en octubre de 1585 y Definidor y tercer Consiliario provincial en junio de 1588, en el mismo capítulo que le otorgo este cargo también sería elegido provincial el padre Nicolás Doria, con quien el santo tendría varias diferencias por las innovaciones que este nuevo provincial propondría.

En marzo de 1589 se traslada a Segovia, para asumir el cargo de prior de esa comunidad hasta junio de 1591, cuando renuncia a todos sus cargos. En la primavera de ese año invita al convento de Segovia a su hermano Francisco, al presentir que sería la última vez que se encontraran en vida (Francisco morirá algunos años después de su hermano, en 1607, y será sepultado en el convento de las carmelitas calzadas de Medina). 

Es en esta misma comunidad donde ocurre aquel encuentro milagroso entre fray Juan y una imagen del crucificado, que algunos describen como crucifijo pero que en realidad era un lienzo que aún se conserva en el convento de Segovia. Su hermano Francisco es el que escuchó la anécdota de boca del mismo santo. Él le confesó confidentemente que aquel Cristo le había hablado, preguntándole qué deseaba en pago por lo mucho que le había servido, a lo que el santo le respondió: "Señor, lo que quiero que me deis es trabajos que padecer por Vos y que sea yo menospreciado y tenido en poco". Y es que el santo, aún siendo poco amante de las devociones a bobas, gustaba de las buenas imágenes sagradas. En este artículo "Doctrina de San Juan de la Cruz sobre las imágenes", podéis profundizar más.

Muerte de N. P. San Juan de la Cruz.
En el Capítulo General de julio de 1591 se le comunica que fue escogido para que, junto a otros doce compañeros, fuera a Nueva España (actual México) como misionero para mantenerlo lejos de cualquier cargo de influencia. Esta fue una estrategia de Nicolás Doria, que quería cambiar el humanismo de la obra espiritual de la Santa, para reconducirla hacia una reforma al uso (penitencias, austeridades y muchas reglas y normas). Algunos religiosos le habían recomendado no asistir al capítulo excusándose por su mala salud, y así tal vez poder evitar el traslado, pero él dice que le daría gusto morir cumpliendo un acto de obediencia. 

Enfermedad y entrada en la Vida.
Pero la Providencia tendría planes diferentes para él, ya que nunca llegaría a embarcarse hacia el Nuevo Mundo. Unas fuertes calenturas empezaron a debilitarlo e incluso a afectar una de sus piernas, donde ya empezaba a crecer una profunda llaga. Le propusieron ir a Baeza, donde tenía varios conocidos, para ser tratado, pero él prefirió ir a Úbeda donde nadie lo conocía. Allí arribaría en el mes de septiembre junto a un hermano lego que lo acompañó. Al llegar al convento de Úbeda es recibido de muy mala gana por el prior de aquel lugar, fray Francisco Crisóstomo. Aun al verlo tan enfermo y débil, parece se oponía a darle los cuidados y bondades que cualquier enfermo merecía. La llaga en su pie, aunque era continuamente tratada, seguía creciendo e infectando más el pie del santo, obligando a su doctor a arrancarle pedazos de carne podrida. Todos los que le rodeaban en esos momentos aseguraban que todo esto, más que producirle gran dolor o pánico, suscitaba en él un gran gozo y paz al sentirse aún más unido al Señor Jesús en sus padecimientos.

Su postrera enfermedad la vivió con gran paciencia y humildad, agradeciendo cada pequeño acto de caridad que tenían con él, y aprovechando toda oportunidad para ofrecer sus dolores y unirlos a la cruz de Cristo. Por inspiración divina supo la fecha de su muerte anunciando que sería día de Nuestra Señora, o sea, sábado, cuando partiría al cielo. Su última semana la pasó preguntando constantemente que día era, hasta que el sábado musitó: "tengo de ir esta noche a cantar los maitines al cielo". Y así fue. Después de besar piadosamente el crucifijo que tenía entre sus manos, expiró su último aliento a comienzos del sábado 14 de diciembre de 1591. Tenía 49 años al fallecer.

Glorificación.
Desde el momento mismo de su fallecimiento fue tratado como santo por quienes le rodeaban, diciendo que incluso habían percibido un suavísimo aroma desprenderse del cuerpo, además de otros hechos milagrosos. Apenas unas horas después se empezó a distribuir sus pertenencias como reliquias entre los religiosos y seglares que los pedían por clemencia. Fue sepultado en la Iglesia del Carmen de Úbeda. Apenas un año después de su muerte, el cuerpo de fray Juan, que desde su muerte gozó de gran veneración, fue objeto de interés y se comenzó a pedir su traslado a Segovia. Pero en cuanto al tema de los traslados y disposición de sus reliquias ya se hablará en un futuro artículo.

Reliquias del Santo en Segovia.
Su proceso de beatificación y canonización se inició en 1627. Fray Juan de la Cruz fue beatificado el 25 de enero de 1675 por el papa Clemente X, en 1679 se le dedica la primera iglesia en Alba de Tormes. Es canonizado el 27 de diciembre de 1726 por el papa Benedicto XIII. En 1738 se extiende su fiesta litúrgica a toda la Iglesia el 24 de noviembre, hasta que en 1972, con el ajuste del santoral hecho por el Concilio Vaticano II, se trasladó su fiesta al 14 de diciembre, aunque algunos sitios donde se guarda su recuerdo aún celebran su memoria a 24 de noviembre. El 24 de agosto de 1926 es proclamado Doctor de la Iglesia universal por el papa Pío XI, dándole el título de "Doctor Mysticus", y el 21 de marzo de 1952 es proclamado patrono de los poetas españoles por el papa Pío XII.


Fuentes:
-"San Juan de la Cruz, el jilguero de Dios". P. ÁNGEL PEÑA O.A.R, Lima – Perú.
-"San Juan de la Cruz, Obras completas". Editorial Monte Carmelo, Burgos, 2010.

Jhonatan Alarcón.

Muchas gracias le doy a Jhonatan por su artículo sobre el Santo Padre, el cual le pedí redactara, librándome de una ardua tarea. Espero no sea la última vez que nos escriba algo sobre nuestra amada espiritualidad carmelitana o nuestros santos.

Ramón.


A 14 de diciembre además se celebra a
San Espiridión de Tremithus, obispo carmelita.

lunes, 12 de septiembre de 2016

La santa "letradillo"

Algunos santos parecen destinados a estar siempre a la sombra de otros, a ser permanentemente comparados o catalogados junto a otros santos. Casos como Beato Manés, hermano de Santo Domingo, el Beato Pacífico, discípulo de San Francisco, como si por si solos no tuvieran una excepcional santidad y virtudes abundantes como para brillar por sí mismos. Es el caso de nuestra beata, a la que siempre acompañará el sobrenombre de “letradillo de Santa Teresa”: 

Beata María de Jesús López Rivas, virgen carmelita. 12 de septiembre.

Nació María López en Tartanedo, pueblo de Guadalajara, el 18 de agosto de 1560 y, según la costumbre, fue bautizada muy pronto, el 25 del mismo mes. Su familia no era noble ni muy rica, su padre era un hidalgo con algunos bienes. Cuando tenía 5 años, quedó huérfana y sus tíos maternos la llevaron consigo a Molina de Aragón, en cuya casa la educaron como a una hija. Esta casa aún puede visitarse y venerar la capilla donde la niña María comenzó a inclinarse por la oración y la penitencia. Fue niña alegre, devota, obediente y muy caritativa.

En 1575 manifestó su vocación religiosa al jesuita Antonio de Castro, entusiasta de la obra fundacional de Santa Teresa de Jesús (15 de octubre y 26 de agosto, la Trasverberación) y al carmelo descalzo la orientó. Santa Teresa la envió a Toledo a fines de julio de 1577. Una supuesta carta de la Santa la encomienda con estas palabras: "Hijas ya se la envío con cinco mil ducados de dote, pero hágoles saber que ella es tal, que cincuentamil diera yo de muy buena gana por recibirla. Mírenla no como a las demás, porque espero en Dios que ha de ser un prodigio". Y el 12 de agosto del mismo año tomó el hábito. Al año siguiente, finales de febrero de 1578, la Santa Madre le escribe, confirmándole que haga caso a lo que, al parecer, sería una inspiración divina de María de Jesús: "Ya sé lo que pasa allá, y que Cristo Señor nuestro y su Madre Santísima le han mandado que dote dos fiestas, una del Santísimo Sacramento y otra de la Natividad de nuestra Señora. Dótelas, que es gusto de Dios, y yo tengo particular gusto en ello". La expresión "ya sé lo que pasa allá", parece aludir a la reticencia de la priora en dar la profesión a María de Jesús a causa de su mala salud. Otra supuesta carta de Teresa, fechada hacia 1578, dice tajantemente "miren hijas mías lo que hacen, pues si no dan la profesión a María de Jesús, yo me la traeré a Ávila, segura de que será más dichoso que todos el convento que la tenga; porque aun cuando sea para estar en una cama toda la vida, la quiero tener en mi casa". Finalmente las admitieron a la profesión y a finales de agosto de 1578 la Santa, escribe a la priora de Toledo, Ana de los Ángeles, invocando para María de Jesús la bendición de Jacob: "Esta es la licencia para que profese la hermana María de Jesús. Doila con mucho gusto. Alcáncele la bendición de rore coeli et de pinguedine terrae" (Génesis 27, 28). La profesión tuvo lugar el 8 de septiembre de 1578.

Esta salud endeble de María de Jesús nunca la arredró. Siempre dispuesta, siempre caritativa y siempre obediente en los oficios que le encomendasen, y tuvo muchos, pues fue enfermera, sacristana, portera, etc. No faltaba al coro salvo que la obediencia le mandara descansar. No le faltaron, según declaraciones del proceso de canonización, dones y gracias místicas. Tenía frecuentes arrobamientos ante el Sacramento, obtuvo de Dios algunos consuelos místicos e incluso se cuenta que el Niño Jesús de una imagen de San José se desprendió para abrazarla. 

Santa Teresa la amó mucho, y se confiaba de su buen juicio y dotes. De ahí el sobrenombre de "letradillo", que alude cariñosamente a su sabiduría e intuición. Fue la primera persona en leer el Libro de las Moradas, que la santa escribió precisamente en Toledo cuando María era aún novicia. Y no solo la santa la apreció, sino además, Nuestro Padre San Juan de la Cruz, quien estuvo escondido en Toledo luego de su fuga, o el P. Gracián, quien en su 'Peregrinación de Anastasio' escribe: "Una religiosa a quien la Madre cuando vivía amó con particularísimo amor, porque demás de haber sido santa desde niña y tener virtudes aventajadas y heroicas, pidiendo a Nuestro Señor le diese en esta vida algo que sentir de su pasión visiblemente, Su Majestad se le apareció y le puso una corona de espinas sobre la cabeza, de donde le resultó un tan extraordinario dolor de ella, que nunca se le quita, y es misterio cómo puede vivir con él y no faltar a las cosas de la Orden, y después de muerta la santa madre Teresa, prosiguiendo su deseo de padecer por Cristo en memoria de su pasión, le ha dado tan grandes dolores en pies y manos y costado que es admiración, a esta sierva de Dios la han acaecido muchas cosas dignas de considerar. Bien conozco yo esta religiosa, que es natural de Molina y se llama María de Jesús, y ha sido priora de Toledo, y podría decir tantas cosas de ella que te admirases". (Diálogo XVI)


Luego de la muerte de la Santa, en 1583 fue elegida maestra de novicias, cargo que también tendrá en la fundación del monasterio de Cuerva, en 1585. En 1587 y en 1607 fue elegida supriora, y de 1591 a 1595, en 1598 y de 1624 a 1627 fue priora de la comunidad. En esta época, ya fallecida la Madre Teresa, las monjas tienen que padecer al General Fray Nicolás Doria y sufren a causa su fidelidad a la obra de la santa, impidiendo las adiciones y cambios que este quiere introducir, como negar que las monjas elijan confesor libremente. Las hijas más fieles de la santa, como María de San José o la Beata Ana de San Bartolomé (7 de junio), padecen destierro, en el caso de la última, la envían a fundar a Francia para salir de ella. María de Jesús, como otras, es calumniada, acusada de rebelde y es depuesta como priora. Sufrió los desaires del provincial y algunas monjas con entereza cristiana, sin desobedecer ni atacar, pero siempre defendiendo la autenticidad carmelita-teresiana de la descalcez. Veinte años duró la persecución hasta que fue reelegida priora.

Tuvo una larga vida para su época y más aún estando casi siempre enferma. El 13 de septiembre de 1640 entró a la vida eterna, luego de gozar la beatificación de la santa Madre en 1614 y su canonización en 1622. Los procesos abundan en datos sobre la comunicación por medio de apariciones que mantuvo con la Santa Madre luego de la muerte de esta. María de Jesús, tenida como santa, fue sepultada en el interior del monasterio de Toledo, y no en el cementerio. Al mes de su muerte se comenzaron a recoger testimonios en vistas a su segura canonización algún día. En 1642 se exhumó el cuerpo, que se halló incorrupto, se volvió a sepultar pues las leyes canónicas prohibían la veneración pública de alguien no beatificado. Todo debía ir rápido, pero sin embargo, el proceso no se inició hasta el 15 de enero de 1914, cuando de nuevo fue exhumado el cuerpo y se comprobó que la incorrupción permanecía, además, se reflejó en la crónica redactada, que expelía un suave olor muy agradable. En 1920 se introdujo formalmente la causa y en 1929, con un nuevo impulso de la misma, por tercera vez se exhumó y pudo comprobarse la integridad del cuerpo. Fue beatificada ¡al fin!, el 14 de noviembre de 1976 por Pablo VI.


Fuentes:
-"Santa Teresa, San Juan de la Cruz y los carmelitas españoles". Pablo María Garrido. Universidad Pontificia de Salamanca, 1982.
-"Diccionario de los Santos" C. LEONARDI, A. RICCARDI Y G. ZIARRI. Ed. San Pablo. Madrid, 2000. ‎
-"Santa Teresa. Cartas". Editorial Monte Carmelo. Burgos, 1979. 
-"Obras del P. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios". Editorial Monte Carmelo. Burgos, 1933.
 

A 12 de septiembre además se celebra a
El Dulce Nombre de María.
Beato Mirón, canónigo regular.
Santos Macedonio, Teódulo y Taciano, mártires.

sábado, 7 de junio de 2014

Beata Ana de San Bartolomé, casi Madre Nuestra

La Beata Ana de San Bartolomé (7 de junio) es uno de los pilares del carmelo teresiano, a la que debemos mucho los que amamos este carisma. De las monjas fieles, luchadoras, impregnadas del espíritu teresiano, que se enfrentaron a frailes, generales y obispos para conservar el espíritu de Nuestra Madre. De las santas, en fin. Lega, fundadora, priora, mística, intuitiva, consejera de gobernantes, libertadora de los cristianos... Muchas cosas podríamos decir de ella, leyendo sus cartas y su autobiografía, escrita por obediencia a los superiores. Por falta de tiempo no puedo hacer un artículo como se merece (suponiendo que pudiera hacerlo yo), sino que os brindo un sencillo resumen del libro "La Beata Sor Ana de San Bartolomé. Una maravilla de Dios", del agustino recoleto P. Ángel Peña. 

I. Los inicios:
Ana García Manzanas nace el 1 de octubre de 1549, sexta de siete hermanos, e hija de Alonso Sánchez y María Sánchez. De su infancia sabemos que dedicaba largos ratos a la penitencia y la oración y que tuvo la gracia de ser acompañada frecuentemente por el Niño Jesús, que según ella crecía, se iba mostrando de su edad. A los diez años habían muerto sus padres y fue enviada como pastora por sus hermanos. A los 13 años la quieren casar, pero ella desecha a todos los pretendientes y suplica a Dios la libre de matrimonio alguno si no es con Él mismo. Tiene una revelación de una orden nueva: carmelitas que viven la regla primitiva, y con ellas quiere entrar. Rechaza a las jerónimas, que la invitan a profesar con ellas. Los hermanos le dicen que de carmelitas fundadas por "una loca llamada Teresa"; nada, que si quiere, a las jerónimas. Uno llega a acuchillarle. Finalmente su tío intercede por ella y la llevan a Ávila, donde le dilatan la entrada y mientras, los hermanos le hacen la vida imposible, cargándola de trabajos todo el día. Al fin, el 2 de noviembre de 1570 entra al monasterio como hermana lega, siendo la primera de la descalcez. 

II. Con Teresa:
En 1571, siendo novicia aún, conoce a la Santa Madre Teresa de Jesús (15 de octubre y 26 de agosto), que al verla, dice: "Aunque sea novicia, llévenla a mi celda, que quiero que sea mi compañera". Siendo priora la santa en la Encarnación le dará permiso para la profesión, que ocurrió el 15 de agosto de 1572. Fue tornera y enfermera. Jamás estaba ociosa y aún de priora, si iba al locutorio, hilaba, cosía, escribía o rezaba el rosario. En 1574 enferma de cuidado, por lo que la Santa no puede llevarla consigo, como quería, a las fundaciones de Beas de Segura y Sevilla. Vuelta la santa de Sevilla, encuentra gran pobreza en el monasterio, y varias enfermas por el hambre que pasaban. Pone a Ana de enfermera y esta, por obediencia, arrastrando su enfermedad, consuela a las otras y mejora su salud. Desde ese momento, comienza a atender a la Santa y no se separará de ella hasta ayudarla a morir en sus brazos. Juntas vivieron  los caminos calurosos o fríos, secos o húmedos; los desplantes de Burgos y las alegrías de Palencia. Juntas por esos mundos: Valladolid, Salamanca, Villanueva de la Jara. Juntas padeciendo, riendo, enfermando y sanando. Juntas temieron la persecusión de los "calzados", la angustia por la prisión del Santo Padre, los ataques a Gracián y el casi derrumbe de la obra teresiana. Juntas agradecieron a Dios por el Capítulo de Alcalá de Henares. Juntas, en fin, llegaron a Alba de Tormes el 20 de septiembre de 1582, para morir la santa el 4 de octubre del mismo año, sostenida por Ana de San Bartolomé. 

Muerte de Santa Teresa
III. Sin Teresa:
Enterrada la Santa en Alba, quiso Ana quedarse a la vera de su cuerpo, pero fue enviada a Ávila, su verdadero convento. Fue testigo entre 1583 y 1588 de las desastrosas e indignas traslaciones del cuerpo de Santa Teresa, de Alba a Ávila y viceversa. Tuvo, como otras religiosas, apariciones de la santa, ya fuera bendiciendo a la priora, en el coro sentada entre las demás monjas, o sintiendo el mismo olor que expedía su cuerpo incorrupto en varias estancias del convento de Ávila. En 1591 María de San Jerónimo es nombrada priora del convento de Madrid para atajar un atisbo de separación de las monjas de dicho convento, y llevó consigo a nuestra beata a dicha ciudad. En 1595 la llevaría consigo a la fundación de Ocaña, donde permaneció hasta 1598 y se fraguó la tercera y definitiva parte de su vida. Ella lo cuenta: 
"Estando en esta fundación de Ocaña, la noche de Navidad, después de los Maitines, me quedé recogida y en sueños me mostraron la venida que había de hacer a la Francia. Entráronme en un mar muy oscuro que me daba temor y me enviaron con unas compañeras que no eran mis conocidas, sino una conocí después en este recogimiento. Me hallé forzada mi espíritu antes de esta vista en un vivo deseo de ser mártir, y aunque algunas veces se me han apretado estos deseos, no tan perfectos como esta vez, que me hallaba con una conformidad y gozo, tomándolo por Dios con el más encendido amor que en esta parte he tenido (...) Se me mostró Nuestro Señor como cuando andaba por el mundo, mas con grandísima hermosura y Majestad, pero por otra parte afligido, dándome a entender la mucha pena que tenía y tocándome en el hombro, me dijo: “Hija, ayúdame. Mira las almas que se me pierden en Francia”. Y fuéme mostrando todo el reino y estas tierras de por acá cómo se están abrasando en herejías y grandes pecados. Y de aquel tocarme en el hombro me parece descargó su pena y me la dio a mí tan grande y sentí tan gran dolor que me parece me moría. Los efectos con que quedé de este arrobamiento y visión fue un amor tan abrasado con aquellas almas y las de todos mis prójimos que me parece me iba secando". 


"estando de rodillas recogida, vi a Nuestro Señor
Jesucristo (...) que me puso la mano en el hombro
porque descargue en mi su pena, y quedéme
como desmayada, porque me dio su Divina
Majestad a entender las muchas almas que se
perdían en Francia, y dejóme
"
Diálogos sobre su espíritu.
IV. A Francia, o sea, al Calvario:
La fundación en Francia, procurada por Madame Acarie y su primo Pedro Berulle, había pasado por varios contratiempos que podéis leer en el artículo dedicado a esta santa mujer en este blog. En 1604 Berulle fue a España a buscar las religiosas necesarias, pero halló que la religiosa que más lo había procurado, la Gran María de San José, había fallecido. Berulle la sustituyó con Ana de San Bartolomé, cosa que no gustó ni al Nuncio ni a las demás monjas (Ana de Jesús Lobera, Leonor de San Bernardo, Isabel de los Ángeles, Isabel de San Pablo y Beatriz de la Concepción), pues Ana de San Bartolomé era una lega sin instrucción. Entraron en Francia el 29 de agosto de 1604, y llegaron a París el 15 de octubre. El 18 se fundaría el convento de la Encarnación, nombrando a Ana de Jesús como priora.

A los dos meses los superiores determinaron darle el velo negro de corista a Ana, que se negó rotundamente. Era necesario, para que fuera fundadora y priora, dada la posibilidad de hacer otras fundaciones. La Venerable Ana de Jesús se opuso fuertemente, diciendo que iba contra la Santa, que la había querido de velo blanco, que jamás se había visto que una lega cambiase al velo negro, y menos para ser priora y fundadora. Dice la Beata su autobiografía:

"La prelada [Ana de Jesús] no quería. Yo estaba sola y ella me tenía a veces en una celda una hora entera, diciéndome cosas de harta temeridad, que no los creyese, que me condenaría y que por mí se perdería y relajaría la Orden en Francia y en España".

Finalmente Berulle y los superiores harían su voluntad, y el 11 de enero de 1065 tomaría el velo negro. Dos días después sería encomendada como fundadora y priora de Pontoise. El 15 de enero llegó a la ciudad. No le fue fácil; estaba acostumbrada a obedecer, no a mandar. No podía enseñar a rezar el breviario a las cuatro novicias que entraron, pues no sabía leer latín. Ninguna hablaba español, ni ella hablaba francés. Finalmente, por un milagro, pues Ana de San Bartolomé tenía don de lenguas, lograron entenderse. Mientras, en París, la tensión entre Berulle y Ana de Jesús crecía, puesto que este, pretendía mantener a perpetuidad la autoridad sobre las carmelitas, en contra de lo acordado, que era que sólo sería hasta que los carmelitas descalzos entraran en Francia. Como no se preveía aún dicha fundación, Berulle maquinaba, y, todo sea dicho, los descalzos desentendidos de sus monjas. Pronto entendió Ana de San Bertolomé las verdaderas intenciones de Berulle de hacerla monja de coro: manipularla e influir en las monjas para imponer su propia visión de la vida religiosa reformada, valiéndose de una figura tan cercana a la Santa Madre como Ana de San Bartolomé. Pero no contaba con el temple de una hija de Santa Teresa como era la Beata.

Ana de Jesús dejó París, y fue de fundadora a Dijon, por lo que Ana de San Bartolomé fue mandada de priora a París, y para que las monjas de Pontoise no protestaran, la sacaron disfrazada de hombre. Toda una locura e improvisación por parte de Berulle y compañía. Milagros casi eran necesarios para que todo aquello prosperase. El primer año le fue bien, pero al cabo, las tensiones de Berulle con las monjas se acentuaron y Ana de San Bartolomé las padeció. La acusaron de pretender introducir a los frailes (¡como si ese no fuese el "convenio"!) para librarse de su obediencia. Comenzaron a sembrar cizaña entre las monjas francesas contra la beata, diciéndoles (según cuenta Ana en su autobiografía): 

Cardenal Berulle.
Solo hay que ver esa cara...
"No tratéis con la Madre vuestras almas, que su espíritu no es para vosotras. Ella es extranjera, y más, española. No os fiéis de ella, que si quiere a los frailes, os darán una vida muy cruel. Son recios; no es para vosotras su término". 

Menuda cara dura, cuando el rigorismo del Carmelo francés fue obra suya y no de los frailes ni monjas españolas. Más aún, Berulle gobernaba el monasterio, aceptando o echando monjas, cambiando oficios a su antojo, o poniendo o quitando prácticas de devoción o penitencias, sin contar con la priora para nada. O más, diciéndole "que no tengo que tener pena ni cuidado, que ellos lo tendrán". La vigilaba, le ponía una monja espía de tornera o de compañera, prohibía a las monjas y a ella misma elegir confesor, a las monjas que le hablaran cualquier cosa de espíritu, siendo esto contra la regla y constituciones teresianas.

En 1608 logró salir de allí, para fundar en Tours, donde le tocó otra persecución  era ciudad casi totalmente protestantizada, y las calumnias llovieron sobre ella y las monjas: que si vivían con sacerdotes, que si una prostituta era monja allí, que si tenían hijos a escondidas. Y tampoco tuvo paz: la supriora era afín a Berulle y le informaba de cada paso que daba la beata. Llegaron a interceptarle las cartas que enviaba y recibía de España. En 1611 quiso volver a París, ya que, al fin, los descalzos estaban a punto de fundar. Berulle aceptó, pero le prohibió pidiese la obediencia a los descalzos, pues "ellas eran suyas" (!). Pero el General envió una orden a Ana para que fundase en Flandes, lo que enfureció a Berulle que quiso hacerla negarse y que le prestara obediencia. Ella, claro está, se negó rotundamente y fue castigada. Pero no osó Berulle contradecir al General y en octubre de 1611 partió Ana de San Bartolomé hacia Flandes. Y dice:
"Salí antes del amanecer fuera del lugar adonde me llevaron, que estaban allí los religiosos aguardando. Dios me dio tan grande consuelo de verme vuelta a la Orden que me parecía estaba como cuando echan una piedra en un pozo y se va al centro y allí reposa como en su gloria y paraíso".

V. Flandes, la nueva y definitiva morada.
Y a Flandes llegó. Tenía 62 años, que no son pocos para el siglo XVI, siendo ella también una "inquieta y andariega". Llegada a Flandes, estuvo un año con las carmelitas de esta ciudad, hasta el 17 de octubre de 1611, que partió como fundadora a Amberes. Esta fundación le infundía algunos temores, pero Jesucristo se le reveló consolándola y diciéndole: "No temas, que esta fundación resplandecerá con el tiempo como una antorcha que da mucha luz". El 26 de octubre llegarían a Amberes. Revisó los últimos retoques de la casa provisional y alquilada, y el 6 de noviembre se hizo el traslado solemne y se inaugura la clausura, em una probreza teresiana al cien porciento:

"Vinimos aquí en tanta pobreza que no teníamos sino 50 florines prestados, y los padres jesuitas nos dieron recaudo para decir la primera misa, que no teníamos cosa, y los del Magistrado no nos querían; querían tornarnos a enviar, y Dios lo ha todo allanado de tal manera que de toda la villa está este monasterio estimado y, en tres años que ha estamos aquí, está más proveído que otros de diez años. Hemos comprado el mejor sitio del lugar… La santa es la Priora, que lo más ordinario me imagino que la ando sirviendo como lo hacía cuando era viva, y que lo demás ella lo hace. Y sin ser muchas veces imaginación, actualmente la he sentido conmigo y que lo hace todo. Dios me ha dado en esto tanta paz y consuelo que nadie lo podrá creer". (Autobiografía)
El 21 de noviembre profesaría la primera novicia, y muy pronto se reencontraría con el P. Gracián, ya expulsado de la descalcez y en esos momentos "calzado", que visitaba la ciudad para predicar a los soldados y a unas religiosas con motivo del Adviento. El 11 de abril de 1619 profesaba en sus manos Sor Clara de la Cruz, antigua dama de la Infanta Isabel Clara Eugenia, a la que la Beata había profetizado años antes que sería monja. No solo acertó, sino que fue su secretaria, su apoyo y amiga hasta la muerte de la Beata. El 1 de mayo de 1619 se funda otro Carmelo de jóvenes inglesas, que pronto abandonarían la obediencia a la Orden, con pena y disgusto de Ana de San Bartolomé, que llegaría a escribir a Isabel Clara Eugenia, para que les llamara al orden, o las expulsara del país incluso. El 15 de agosto se inaugura la casa definitiva de las carmelitas, trasladadas de la primera casa. En 1618 será año de gran alegría para Ana de San Bartolomé: sus queridos descalzos fundan en Amberes, aportándole consuelo y seguridad. En 1623 las carmelitas de Borges huyen de Berulle, la Beata las acoge y con la misma comunidad funda el monasterio de Jeper. 1614 le llena de gran alegría, por la beatificación de la Santa Madre, el 24 de abril. Inmediatamente cambia el nombre a su monasterio de Amberes por el de "Beata Teresa y San José", siendo el primero en llevar el nombre de su amada Madre. Alegría completa en 1622, cuando Gregorio XV canoniza a Santa Teresa de Jesús. Nuestra Beata escribe:
"Me consolé el día de su canonización… Yo quedé en paz y gozo, que lo he tenido de ver esta santa honrada como lo merece de Dios y de su santa Iglesia. Bendigamos día y noche al Señor que la escogió para poner en ella tantas gracias, que es de su gloria mostrarlas en sus amigos".


Ana de San Bartolomé,
patrona de Amberes
VI. Libertadora de Amberes.
Es llamada, y con razón, libertadora de Amberes, pues en dos ocasiones el poder se su intercesión salvó la ciudad. En 1621, las tropas españolas y las holandesas terminan la tregua y se reanuda la guerra. Ana de San Bartolomé aumenta su oración, sus penitencias en aras de la victoria española y católica, contra los holandeses herejes, todo por la gloria de Dios y el bien de las almas. Es el siglo XVII, recordad. Al año siguiente, los españoles sufren pérdidas y el asedio a Bergen-op-Zoom es un fracaso. Spínola tiene que abandonar el asedio para no someter a los soldados a una matanza segura. Con esto, se quedaba el camino despejado para que los herejes tomaran Amberes. En diciembre de 1622 llegó el momento, las tropas holandesas atacaron la ciudad, pero no contaban con aquella monja que se sacrificaba y oraba intensamente por la exaltación de la fe católica, y perdieron. Sobre este hecho contará la M. Teresa de Jesús, quien sería la priora que le sucedió:
"Pasaba las noches en oración clamando a Dios por estas necesidades como lo hizo aquella noche cuando los holandeses quisieron venir a tomar Amberes, que antes de acostarse nos dijo a todas en el coro con grandísimo fervor: que por amor de Dios que rezásemos bien y apretásemos a Dios por estas cosas de su Iglesia, y esto tornaba a repetir con tanto ímpetu, que nos espantábamos, y pensábamos que había tenido nuevas, que se había de hacer alguna gran empresa. Y preguntádoselo dijo que no sabía esto, mas que Dios le ponía este espíritu; y desde las dos de la mañana se puso en oración hasta que yo fui a su celda a la mañana antes de ir al coro como lo tenía de costumbre, y en entrando me dijo: '¡Ay, hija!, y qué cansada que estoy, que parece tengo el cuerpo molido, alguna gran traición debe de haber, porque toda la noche parece he peleado y de la fuerza que me han hecho para que yo rezase que al momento que yo quería bajar los brazos que tenía levantados para clamar a Dios, me decían siempre reza más, más, más, y aunque hubiera peleado con un ejército no creo estuviera más cansada, que estoy toda en agua'. Y así fue menester mudarle la túnica, y a la mañana sosegó y dijo: 'Ya está hecho', y dos o tres horas de ahí vino la nueva de cómo había faltado muy poco para que los holandeses tomasen Amberes, y fuíselo a decir a nuestra Madre, la cual dio hartas gracias a Dios por esta merced. Hartas veces decía sentía había alguna traición, y de ahí algunos días venían las nuevas cómo era verdad. (Procesos de canonización).

Dos años después , en agosto de 1624, Spínola comienza el asedio de Breda, y aún con el temor que los holandeses aprovecharan para atacar Amberes de nuevo, como pasó de hecho el 13 de octubre del mismo año, con el fracaso de los herejes, en la rendición de Breda. Cartas dela Beata, estampas o pañuelos que habían sido tocados o bendecidos por ella eran tenidos como reliquias y muchos soldados llevaban alguno, confiando en la oración de esta Esposa de Cristo. Su otra gran intervención en favor de las tropas católicas, esta vez a distancia, fue en la batalla de la Montaña Blanca, el 8 de noviembre de 1620, donde el paladín de la victoria sería el carmelita Venerable Domingo de Jesús María y la Capitana de los ejércitos sería Nuestra Señora, en su advocación carmelitana de Nuestra Señora de la Divina Gracia. La Beata profetizaría sobre esta batalla: "En este día los cristianos han obtenido una gran victoria”, y a los pocos días la noticia de la victoria le dio la razón.
 
VII. También muere hija de la Iglesia
En este mismo 1624, los primeros síntomas de su partida al cielo se hicieron notar. Sufrió una apoplejía de la que no se recuperó del todo, aunque la Infanta le hizo ver de los mejores médicos y tomar los mejores remedios del momento. Casi tenía que moverse a gatas, y aún así no abandonó sus oraciones y el trabajo. En una ocasión llegó incluso a cortar la leña para que se calentasen las monjas al salir del Oficio Divino. Dos años duró esta agonía, durante los cuales, intensificó su unión con el Amado, recitando frecuentemente con San Juan de la Cruz "adonde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido". Los días de comunión se preparaba desde la madrugada, con oraciones, ratos de silencio y se hacía leer los salmos. El 4 de junio de 1626 tuvo una recaída, el 7 del mismo mes se le impartió la extremaunción, y luego de comulgar tuvo un éxtasis de unos quince minutos, para luego morir dulcemente, sin tensión ni dolor aparente. A los pocos días, la venerable Catalina de Cristo escribió contando a la M. Teresa, como había tenido revelación de la muerte nuestra beata:
"El Señor me dio a entender en la oración que estaban a su cabecera todos los santos y toda la Trinidad y la Madre de Dios y nuestra santa Madre y el maestro, santísimo padre san José, con las demás vírgenes; y en saliendo su bendita alma del cuerpo, fue al cielo derecha con cánticos celestiales de todos los santos y santas y ángeles". 

El cuerpo fue puesto en el coro bajo de las monjas, y fue tanta la afluencia de gente a venerar el cuerpo de su "santa española", que las monjas, sin permiso, lo acercaron a la ventanilla de comulgar del presbiterio, para que los fieles la tocaran, besaran y pasaran objetos de devoción. Cuando les regañó el superior, ya no pudo impedirlo. Durante esos días de continua devoción, se tocaron miles de rosarios, los carros provenientes de Bruselas, Mons, y otras ciudades llegaron a atascar las entradas y salidas de Amberes. Aún no estaba enterrada y ya se hizo patente el primer prodigio: una endemoniada que llevaba poseída dos años fue liberada en la iglesia de los agustinos de Amberes, luego que le aplicaran una reliquia tocada al cuerpo de la Beata. Los procesos narran que continuaron los prodigios: las ropas, cama y objetos que había usado desprendían un olor sobrenatural, incluso después de haber sido lavados en lejía algunos, para probar.

En 1625 el P. Matías de San Francisco, General de la Orden, quiso ver el estado de las reliquias, se abrió el sepulcro y el cuerpo estaba íntegro y oloroso. Se le cambió de caja. En 1634 se volvió a abrir la sepultura, por deseo de la reina de Francia, María de Médicis, sanada milagrosamente en 1633 por la intercesión de Ana. Se comprobó por parte de los asistetes, el olor del cuerpo. En 1635 se concluyó el proceso ordinario, como de costumbre; recopilación y análisis de sus escritos, declaración de testigos, certificación de milagros y prodigios, evidencias de devoción popular, etc. En 1783 se abrió el sepulcro y se vio el cuerpo en buen estado. Se tocaron varios objetos, para reliquias. Pero el proceso se detuvo, se ralentizó, hasta recibir un definitivo impulso entre los siglos XIX y XX. En 1917 los restos fueron exhumados y colocados en su celda, convertida en oratorio. Finalmente Benedicto XV el 6 de mayo de 1917, y actualmente proceso para la definitiva su canonización duerme en el sueño de los papeles.
VIII. Un alma mística
Varios dones místicos tuvo Ana de San Bartolomé, como la bilocación: Sabiendo que su confesor, el P. Juan de San Cirilo estaba para morir, oró por él, se sintió arrebata y se vio a su lado, recomendándole un remedio al enfermero. A los pocos días el antes enfermo fue al monasterio a darle las gracias. Tuvo muchos éxtasis, mediante los cuales contemplaba y comprendía misterios de la fe, como la Santísima Trinidad, o la presencia de Cristo en el Sacramento. Tuvo don de conocimiento de las alma, y lo usaba para orar por los demás, y para aconsejar a religiosas y seglares, sin que estos le contasen sus problemas, o antes que lo hicieran, si iban a visitarla. Varios milagros realizó en vida, como multiplicar el dinero de un mercader que les había dado a guardar una suma, sanar a hermanas de melancolía, fiebres, dolores de muelas o de cabeza. Y todo con sencillez, discreción y naturalidad, sin alterar sus oficios, ni pavonearse por ello.

Sufrió ataques y tentaciones del demonio, al que llegó a ver en forma de perro gigante en la cocina de Ávila. Se le enfrentó diciéndole que no le temía, y que más prefería tener a siete demonios en el monasterio que a un solo hombre, con lo que el diablo se esfumó por la chimenea. Otro ataque del demonio lo venció con la oración, y como premio vio como San Juan Evangelista, San José, Santiago Apóstol y San Bartolomé bendecían la casa derramando agua bendita. Como no podía ser menos en una carmelita, fue hija amantísima de la Virgen María. Escribe en su autobiografía:
"Estando una vez en la fiesta de Navidad haciendo mi oración, adoraba las llagas de los pies de Jesucristo y vínome a la memoria: “Ahora, Señor, venís niño, y Vos en la cruz. ¿Qué haré de veros siempre así, oh Niño?”. Y en ese momento se le apareció la Virgen con el Niño en sus brazos mostrándomelo desnudo y pequeñito como lo tenía en sus sagradas entrañas y tenía en sus pequeñitos pies señaladas las llagas como llagas con unas gotas de sangre, que parecía le habían caído como señalados los clavos que había de tener"

De su devoción y trato frecuente con los santos, dice, igualmente en su Vida:

"Tuve devoción (desde niña) con los gloriosos San José, San Juan Bautista, San Francisco, San Bernardo y el arcángel San Gabriel, y a cada uno rezaba un padrenuestro y un avemaría cada día, y tres a las once mil vírgenes a quienes rogaba guardasen mi castidad (...) Una vez, el día de San José, habiéndome levantado, me puse en oración diciendo que como estaba mala me pesaba de no poder solemnizar su fiesta como yo quisiera. Entonces el glorioso San José me representó todas las mercedes que Dios le había hecho desde su niñez; de que quedé tan consolada y elevada que, si no me hubiera ido a la mano, me hubiera hecho mucho daño. Y cuando empezaron los cantores a cantar la misa, estaba fuera de mí".


La Beata contempla a San Elías
sobre los capitulares.
Tal vez la revelación más conocida, y representada en los ambientes carmelitanos, por su trascendencia es aquella donde vio a Nuestro Padre San Elías (20 de julio; 12 de enero, en la Iglesia Oriental, la ascensión al Paraíso; y 20 de junio, traslación de reliquias a la iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla) bendecir el importante Capítulo de Valladolid de los descalzos:
"Una vez, estando nuestros padres en capítulo en Valladolid, habiéndose juntado de toda la provincia para definir cosas de la Orden y hacer prelados, acabando de comulgar que era cuando querían entrar en el Capítulo, yo los estaba encomendando a Dios. Y mostróme el Señor al santo padre nuestro Elías, que estaba sobre el convento donde estaban juntos, en una manera de nube como fuego, tendida su capa y abiertos los brazos sobre ellos, mostrando darles su espíritu. Y acabado el Capítulo vino el provincial a nuestro convento de Ávila, que era el padre fray Nicolás [Doria], un santo varón, y dijo a la Priora que había tenido un Capítulo de cielo que, entrando los frailes en él, se hallaron tan suspensos y recogidos que ninguno discrepó de otro en cuantas cosas se ordenaban. Y todos tenían un mismo espíritu sin hablarse los unas con los otros. Y dividían entonces las provincias y todos a una voz dijeron: 'llamemos ésta de San Elías' [provincia de Castilla], que parece en esto que sentían su espíritu. Y así lo dijo el provincial: 'Este Capítulo ha sido de Dios y de su Santo Espíritu por los efectos que todos me han confesado y lo que yo he sentido'".

 Y muchos más dones y virtudes podríamos relatar, pero necesitaríamos mucho más espacio y tiempo.


A 7 de junio además se celebra a
San Deochar de Herrieden, abad
San Mériadec de Vannes, obispo.

viernes, 30 de noviembre de 2012

San Andrés Apóstol, fundador de Alba de Tormes


Sí, como leéis, si el palomarcico teresiano de Alba de Tormes fue organizado por la Santa Madre, su fundador y bienhechor fue el mismo San Andrés (30 de noviembre; y 20 de junio, traslación de las reliquias), santo al que dicho Carmelo guarda especial devoción. Fundóse este monasterio que se llamó Nuestra Señora de la Anunciación, a 25 de enero de 1571, apenas fundado el de Salamanca, y no las tenía mucho consigo Santa Teresa, porque Alba era una villa pequeña y las monjas necesiarían renta de algún notable para mantenerse; idea que no gustaba a nuestra Madre. La promotora fue Teresa Layz, cuya historia cuenta la Santa Madre en su libro “Fundaciones” Historia que es de leerse, pues parece una pequeña novela de aventuras. Y es que los comienzos de la descalcez carmelita no fueron aburridos, no. Esta Teresa, que habló a los tres días de nacida, se había casado con Francisco Velásquez, más por obedecer, que por amarle. Pero mal no vivía no, salvo que tenían el dolor de no tener hijos, cosa que deseaba muchísimo, y no cejaba de pedírselo a Dios constantemente. Estando en Salamanca, sucedió que… pero mejor que lo cuente la santa Madre Teresa:
Pues andando muchos años con este deseo, y encomendándolo a San Andrés, que le dijeron era abogado para esto, después de otras muchas devociones que había hecho, dijéronle una noche, estando acostada: «No quieras tener hijos, que te condenarás». Ella quedó muy espantada y temerosa, mas no por eso se le quitó el deseo, pareciéndole que pues su fin era tan bueno, que por qué se había de condenar. Y así, iba adelante con pedirlo a nuestro Señor, en especial hacía particular oración a San Andrés. Una vez, estando con este mismo deseo, ni sabe si despierta o dormida (de cualquier manera que sea, se ve fue visión buena por lo que sucedió), parecióle que se hallaba en una casa, adonde en el patio, debajo del corredor, estaba un pozo; y vio en aquel lugar un prado y verdura, con unas flores blancas por él de tanta hermosura que no sabe ella encarecer de la manera que lo vio. Cerca del pozo se le apareció San Andrés de forma de una persona muy venerable y hermosa, que le dio gran recreación mirarle, y díjole: «otros hijos son éstos que los que tú quieres». Ella no quisiera que se acabara el consuelo grande que tenía en aquel lugar; mas no duró más. Y ella entendió claro que era aquel santo San Andrés, sin decírselo nadie; y también que era la voluntad de nuestro Señor que hiciese monasterio”. (Fundaciones 20, 7).


Aparición de San Andrés a Teresa Laiz
Pues quedó Teresa Layz muy confundida con aquello, lo dijo a su marido, como Dios y San Andrés les cambiaban los hijos naturales, por hijas encerradas en un monasterio hecho por ellos. Consintió su marido que “como es tan bueno y la quería tanto, holgó de ello”. Ocurrió que llamó la Duquesa de Alba a Francisco Velásquez para ocupar un cargo en dicha villa. Allá se fueron, sin olvidar Teresa su encomienda. Llegó Teresa Layz a Alba, con disgusto, a la casa que su marido había comprado, se instaló de noche y…
[al] otro día en la mañana, como entró en el patio, vio al mismo lado el pozo, adonde había visto a San Andrés, y todo, ni más ni menos que lo había visto, se le representó; digo el lugar, que no el Santo, ni prado, ni flores, aunque ella lo tenía y tiene bien en la imaginación. Ella, como vio aquello, quedó turbada y determinada a hacer allí el monasterio y con gran consuelo y sosiego ya para no querer ir a otra parte. Y comenzaron a comprar más casas juntas, hasta que tuvieron sitio muy bastante”. (Fundaciones 20, 10.11).


Así que ya tenían el lugar, el mismo que el santo apóstol le había indicado en sueños, entonces vino el problema “¿a que orden religiosa donamos la fundación?”, se preguntaron los esposos. Y viendo el panorama del momento en las órdenes femeninas, y oyendo a varias personas, decidieron dejarlo, y entendiendo que esos «otros hijos son éstos que los que tú quieres» que San Andrés le había dicho, podrían ser parientes con alguna necesidad, decidieron juntar a sus sobrinos y darles aquella casa., pero entonces…



 “Mas como nuestro Señor tenía ordenada otra cosa, aprovechó poco su concierto, que antes de quince días le dio un mal tan recio [el sobrino mencionado] que en muy pocos días le llevó consigo nuestro Señor. A ella se le asentó en tanto extremo que había sido la causa de su muerte la determinación que tenían de dejar lo que Dios quería que hiciese por dárselo a él, que hubo gran temor. (…)Desde este día se determinó de no dejar por ninguna cosa de hacer el monasterio, y su marido lo mismo, aunque no sabían cómo ponerlo por obra. Porque a ella parece la ponía Dios en el corazón lo que ahora está hecho, y a los que ella lo decía y les figuraba cómo quería el monasterio, reíanse de ello, pareciéndoles no hallaría las cosas que ella pedía, en especial un confesor que tenía, fraile de San Francisco, hombre de letras y calidad. Ella se desconsolaba mucho”. (Fundaciones 20, 12).

Convento de Alba de Tormes.
Allí descansa el cuerpo de la Santa Madre
Pero como Dios manda, y da los medios para cumplir lo mandado, resulta que este mismo confesor que se oponía a dicha fundación fue el vínculo para que Teresa Layz conociera la reforma del Carmen y a la Santa Madre. Pero no se dejó llevar la santa por el impulso ni por visiones de santo (por más San Andrés y más apóstol que fuese), sino que negoció muy bien las condiciones de la renta, pues tenía la experiencia de Pastrana. Así que, ya que daban renta, exigió de todas las maneras, que ya que daban renta, la diesen bien, que tuvieran fondos necesarios, pues no quería ver a sus monjas abandonadas o enfermas, sin nada que comer. Que no necesitaran mendigar a sus parientes, ni les faltara de lo necesario. Finalmente aceptaron las condiciones de la santa y, como ella misma dice:


En fin, vinieron a ponerse en razón y dar bastante renta para el número; y lo que les tuve en mucho, que dejaron su propia casa para darnos y se fueron a otra harto ruin. Púsose el Santísimo Sacramento e hízose la fundación día de la Conversión de San Pablo, año de 1571, para gloria y honra de Dios, adonde, a mi parecer, es Su Majestad muy servido. Plega a El lo lleve siempre adelante”. (Fundaciones 20, 14).


Así que, bendito sea Dios, y bendito sea San Andrés.


A 30 de noviembre además se celebra a 
San Tugdual de Bretaña, abad.
San José Marchand, presbítero y mártir.  
San Wachtang I de Georgia, rey.

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...