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domingo, 28 de enero de 2018

¡Contra serpientes y ladrones, socórrenos santo padre!

San Juan de Réôme, fundador y abad. 28 de enero.

San Juan da el hábito a San Sequan.
Nació Juan en Dijon, y sus padres fueron San Hilario (22 de marzo) y Santa Quieta (18 de noviembre), a quienes se les llama mártires. Muy joven Juan se hizo ermitaño en las cercanías de Réôme (actualmente el sitio se llama Ménétreux), donde sus virtudes y milagros le crearon fama de santidad. Cuando tuvo muchos discípulos y fieles que le seguían, fundó un recinto monástico. Pero cansado de la fama, huyó con otros dos amigos a la abadía de Lérins, donde vivieron en el anonimato con los monjes durante casi dos años. Pero ocurrió que fue reconocido por unos visitantes que le conocían de Réôme. Al saberlo San Gregorio de Langrés (4 de enero), que era su obispo, mandó a buscarle para que volviera al monasterio que había fundado y que se había relajado en su ausencia. Volvió el santo humildemente y puso orden. Echó a los díscolos, impuso la Regla de Lérins, los ayunos y costumbres de allí, y el monasterio volvió a florecer en monjes virtuosos. Entre los que ayudaron a reformarle estuvo San Sequan (19 de septiembre), al que dio el hábito.

Una de las normas básicas que impuso fue la separación de los seglares y visitantes de los monjes, estableciendo la zona de clausura y separando la iglesia. Sin embargo, un noble local se consideró despreciado por ello, y se unió a los monjes en el coro. Cuando fue a recibir la comunión el santo abad se la negó. El noble simuló obedecer, pero en secreto maldijo a Juan. Esa noche sonó que Juan se le aparecía con la Eucaristía en la mano y le decía: "Por haberme maldecido no podrás recibir al Señor en el Pan Sagrado". Tuvo horror el hombre y al otro pidió perdón al santo abad por su atrevimiento y por su maldición. Juan, que ya lo sabía por revelación, le perdonó y le bendijo. 

En una ocasión un ladrón robó a sus monjes las herramientas con las que picaban piedras. Estos fueron a quejarse a Juan, que solo fue al bosque, oró con fervor y apareció el ladrón arrepentido, devolviendo las hachas y quedándose a trabajar con los monjes, como penitencia. Luego Juan le perdonó de su trabajo y le dejó ir en paz. Otra leyenda cuenta que cuando los monjes abrieron un pozo, no podían sacar agua porque en el fondo vivía una terrible serpiente venenosa (se creía antes que algunas serpientes podían envenenar las aguas). Entonces el santo se metió en el pozo y haciendo la señal de la cruz mató al monstruo.

Sobre su muerte, las fechas varían, se calcula entre 539 y 545.


A 28 de enero además se celebra a  
San Carlomagno, emperador
La Traslación de Santo Tomás de Aquino.

martes, 16 de enero de 2018

San Jacobo de Tarantasia.

San Jacobo de Tarantasia, obispo. 16 y 27 de enero.

Según la tradición, fue oriundo de Siria (o Asiria, según quien cuente la historia), y era soldado del ejército persa. En ese desempeño conoció a otros militares cristianos y se convirtió a la fe cristiana. Las versiones sobre cómo conoció a San Honorato de Lérins (16 de enero) también varían. Unas dicen que Honorato visitó Oriente, otras que Jacobo supo de él y de su famoso monasterio y viajó a Occidente a conocerle.

Como sea, en 426, cuando San Honorato fue consagrado obispo de Arles, este nombró a Jacobo como misionero en Tarantasia, ordenándole obispo. Poco más sabemos de él que no sea legendario, como el relato que dice que, estando construyendo una basílica en su ciudad, un oso salió del bosque y mató a los bueyes que usaba el santo para acarrear la madera. Jacobo se paró frente al animal y clamó solemnemente: "Yo, Jacobo, siervo de Dios, te mando a ti, oso malo, que dobles el cuello en el Nombre del Señor y hagas la obra del animal que mataste. ¡Toma su yugo en tu cuello!". Y el oso, claro, obedeció y cargó con el carro de tronco. Llegando a la ciudad unos jóvenes vieron a la bestia y quisieron matarla, pero el santo obispo se adelantó y les dijo: "No han capturado a esta bestia. Así que tampoco depende de ustedes matarlo. La dejaremos libre y que vuelva al bosque con la promesa de que nunca más volverá a la ciudad". Y el oso soltó el yugo, corrió al bosque y nunca más se oyó hablar de él.

Otra leyenda dice que durante la construcción de la misma iglesia, resultó que una de las vigas era demasiado corta. Entonces Jacobo roció agua bendita la viga, hizo una oración, y la viga se extendió milagrosamente un metro y medio ante los ojos de todos.
Después de unos tres años de fecunda labor apostólica, Jacobo designó a San Marcelo (16 de enero) como su sucesor en la sede y volvió a su maestro en Arlés. Ambos, Jacobo y Honorato, curiosamente murieron el mismo día, el 16 de enero de 429.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo I. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.


A 16 de enero además se celebra a

jueves, 28 de septiembre de 2017

La Gracia basta, mas las obras colaboran.

San Fausto de Riez, abad y obispo. 28 de septiembre, 16 de enero y 20 de mayo (martirologio pseudojeronimiano).

Fausto nació en Armórica. De joven se dedicó al estudio, la oratoria y la filosofía. Sobre 402 Fausto tomó el hábito monástico en el célebre monasterio de Lérins, viviendo pobre y austeramente, dedicado al estudio y comprensión de las Escrituras y la Teología. En 433 fue elegido abad del monasterio. Fue un abad comprometido con la fe católica, celoso de la pureza de la doctrina. La época de Fausto está llena de definiciones y contrastes teológicos. Sobre todo los dogmas de la Trinidad y la Encarnación sufren ataques, purificaciones y clarificaciones. Es el momento en que se van definiendo, no su núcleo, sino la manera de explicarlos, presentarlos y sus implicaciones en la teología y la vida de la Iglesia. Sacudía la Iglesia una doctrina llamada "pelagianismo" que se enfrentaba a la corriente teológica de San Agustín (28 de agosto; 24 de abril, bautismo; 29 de febrero, traslación de las reliquias a Pavía; 5 de mayo, conversión; 15 de junio, en la Iglesia oriental).

La fe católica enseñaba como Verdad que Dios crea libremente y da libertad al hombre, y no puede "oprimirle" con una gracia que anule dicha voluntad, pues estaría destruyendo su propia obra, al eliminar el libre albedrío. Pero tampoco la voluntad del hombre puede por sí sola alcanzar la salvación, sin la gracia efectiva de Dios. Los pelagianos rompían este equilibrio entre la gracia de Dios y la voluntad humana, negando la prolongación del pecado original en la raza humana partiendo de Adán, único al que habría afectado este pecado. Por ende, el bautismo de infantes era innecesario. También propugnaba que la gracia era supletoria en la salvación, para la cual bastaba el conocimiento y el seguimiento de Cristo. San Agustín había refutado con amplitud y profundidad estos errores, demostrando que todas las acciones humanas dependen de Dios, que es el que otorga gratuitamente al hombre la salvación. En 418 había sido condenada esta herejía por el Concilio de Cartago, convocado por el papa San Zósimo (26 de diciembre). Esta condena fue luego refrendada por el Concilio de Éfeso, en 431.

Por su parte, el semipelagianismo, del que fueron partidarios San Juan Casiano (23 de julio y 29 de febrero, Iglesia Ortodoxa) y San Vicente de Lérins (24 de mayo y 1 de junio) consideraba que algunos movimientos de la voluntad humana preceden a la gracia. Según los semipelagianos, la fe no sería un don de Dios, sino que dependía de la voluntad humana, la cual con pretender hacer el bien, ya podía salvarse. El semipelagianismo admite la doctrina sobre el pecado original. San Agustín rebatiría esta corriente teológica con dos obras: "De la predestinación de los Santos" y "Del don de Ia perseverancia", reafirmando la doctrina católica sancionada por los dos concilios antes mencionados.

Fausto participó en un principio de esta corriente semiherética (recordad que no sería condenada hasta 529, en el Sínodo de Orange), incluso cuando el hereje Julián, pelagiano, fue desterrado encontró refugio en Lérins. Era una respuesta a la doctrina agustiniana, aún no desarrollada, de la predestinación. Una predestinación entendida incorrectamente corta las raíces de la moral cristiana y de las buenas obras, pues si estamos predestinados irremediablemente a la condenación o a la salvación, de nada valdría una buena moral. Si embargo, una vez esclarecida por la Iglesia la doctrina de la predestinación, dentro de la fe católica, Fausto y su monasterio adhirieron la doctrina de San Agustín como verdadera.

Sobre 452 Fausto fue elegido obispo de Riez, sucediendo a San Máximo (27 de noviembre), que también había sido abad de Lérins. Con ocasión de ello, Fausto dijo en un sermón: "Lerins ha dotado a la Iglesia de dos obispos sucesivos. Está orgulloso del primero mas se ruboriza por el segundo". San Sidonio Apolinar (21 de agosto) da testimonios también sobre la elocuencia de Fausto y su facilidad para la predicación.

Fausto fue consultado por el papa San Benedicto II (7 de mayo) acerca del asunto de la gracia y las obras. Él contestó: "Me pregunta (…) si el conocimiento de la Trinidad es suficiente para la salvación En las cosas divinas, respondo, no solo se exige la creencia, sino también el agradar a Dios. La fe desnuda sin méritos es vacía y vana". En 473 el tema de la fe y las obras saltó de nuevo a la lidia con la herejía predestinataria, cuyo mayor propagador fue Lucidio, un presbítero que llevó al extremo el asunto de la predestinación. Según esta herejía, algunos hombres estaban predestinados al pecado, y por eso pecaban inevitablemente; mientras que otros estaban predestinados a hacer el bien, y vivían vidas santas por necesidad inevitable. Por ello, no existía el mérito; la acción de Dios insuflaba a los hombres según la voluntad divina: a unos en la condenación, a otros en la justificación. Fausto le escribió una carta que condensa la fe católica de modo brillante. Algunas traducciones aparecen firmadas por más obispos en el marco del Sínodo de Arlés, en 475, pero probablemente estas firmas sean de apoyo, y no de realización de dicha carta que, correctamente, se atribuye a Fausto.

Dicha carta dice "pensamos que el que pierde su salvación por culpa suya, podría haber sido salvo por la ayuda de la gracia, si hubiera cooperado con ella; y, por otra parte, que el que, cooperando con la gracia, logra la salvación, podría, por negligencia o por su propia culpa, haber sido condenado. Excluimos toda soberbia, porque consideramos como un don lo que hemos recibido de la mano del Señor". Además, contiene estas proposiciones:

1. Anatema a aquellos que niegan, como Pelagio, el pecado original y la necesidad de la gracia.
2. Anatema a aquellos que sostienen que el cristiano bautizado que cae en pecado mortal lo hace a través de la inherencia del pecado original y no a través de la acción de su libre albedrío.
3. Anatema a aquellos que sostienen que el hombre está fatalmente condenado a la muerte espiritual en virtud de la voluntad predeterminada de Dios.
4. Anatema a aquellos que enseñan que los que están condenados no recibieron de Dios medios de salvación.
5. Anatema a los que declaran que una vaso de deshonor no puede elevarse para convertirse en vaso de honor.
6. Anatema a los que afirman que Cristo procuró la salvación de algunos y no de todos los hombres.

Lucidio suscribió la carta, comprendiendo el peligro de excomunión que cernía sobre él. Acató la fe católica sin fisura alguna y su herejía terminó. San Leoncio de Arlés (1 de diciembre) y los Padres Sinodales de Arlés pidieron a Fausto que escribiese una obra sobre la gracia y la predestinación, exponiendo la recta doctrina católica. Así, Fausto se puso manos a la obra y escribió "De gratia Dei" y "Humanae mentis libera arbitrio", dedicando ambas a Leoncio. Pero si bien las obras son una maravilla expositiva, yerran al culpar a San Agustín como la fuente de todas las herejías sobre la gracia, la predestinación y la libertad del hombre. Si bien es cierto que el predestinarianismo agustiniano está tocado por su maniqueísmo, las contribuciones de San Agustín a la fe católica son suficientes como para pasarle por alto esta "culpa".

Este ataque al gran Padre de la Iglesia hizo caer sobre Fausto la losa del tiempo y el olvido, pues su memoria no fue incluida en martirologio alguno, ni celebrada nunca, máxime cuando había acogido a un pelagiano desterrado. Durante siglos han sido muchos los detractores de Fausto, pero al purificar su memoria y escritos, puede verse la integridad católica de su doctrina.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo X. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 28 de septiembre además se celebra a
Santas Lioba y Tetta, abadesas.
San Simón de Rojas, presbítero trinitario.

martes, 24 de mayo de 2016

San Vicente de Lérins, el semi hereje.

San Vicente de Lérins, monje. 24 de mayo.

Origen y formación.
La primera referencia a este santo, la hallamos en "De viris ilustribus", de Genadio de Marsella, contemporáneo suyo y que le dedica numerosas alabanzas. Esta obra no nos dice nada sobre el origen y familia de Vicente. San Euquerio de Lyon (16 de noviembre), dice de Vicente que "distinguía por su elocuencia y su saber". Durante mucho, los posteriores biógrafos apuntaban que fue un soldado hastiado del mundo, basándose en las mismas palabras del santo sobre su juventud: "En otro tiempo, arrebatado por los tristes y turbulentos torbellinos de la secular milicia, con la gracia de Cristo he arribado al puerto de la religión, refugio seguro para todos. Aquí, calmados los vientos de la vanidad y de la soberbia, entregado al ejercicio de la humildad cristiana que tanto agrada a Dios, lograré verme libre no sólo de los naufragios de la vida presente, sino también de los incendios del siglo futuro". Pero no hay que entender "secular milicia" como pertenencia al ejército, sino como el mundo y sus altibajos, tentaciones y luchas constantes. También, sin mucho fundamento, se le ha hecho hermano de San Lupo de Troyes (29 de julio).

Así que luego de esta juventud agitada, Vicente profesó en el celebérrimo monasterio de Lérins, fundado en 410 por San Honorato de Arlés (16 de enero), fuente de saber, evangelización y santidad durante siglos. Aunque no consta fehacientemente, todos los historiadores coinciden en que fue monje presbítero, y no es de extrañar que así fuera por los vastos conocimientos en teología, Biblia, historia de la Iglesia que demuestra. Conocimientos de los que, en la mayoría, quedaban excluidos los monjes legos.

El Pelagianismo.
La época en que Vicente irradia su luz al mundo está llena de definiciones y contrastes teológicos. Sobre todo los dogmas de la Trinidad y la Encarnación sufren ataques, purificaciones y clarificaciones. Es el momento en que se van definiendo, no su núcleo, sino la manera de explicarlos, presentarlos y sus implicaciones en la teología y la vida de la Iglesia. Sacudía la Iglesia una doctrina llamada “pelagianismo” que se enfrentaba a la corriente teológica de San Agustín (28 de agosto; 24 de abril, bautismo; 29 de febrero, traslación de las reliquias a Pavía; 5 de mayo, conversión; 15 de junio, en la Iglesia oriental).

La fe católica enseñaba como Verdad: 

1. Dios ha dado al hombre libre albedrío. 
2. Dios ha hecho al hombre para la felicidad perfecta. 
3. La felicidad perfecta sólo se alcanza por la voluntad del hombre, libremente de acuerdo con la voluntad de Dios. 
4. La voluntad del hombre se ve debilitada por la caída del primer hombre. 
5. Para remediar esta debilidad, Dios provee al hombre de la gracia para fortalecerlo para seguir la voluntad de Dios. 
6. El hombre para obtener la felicidad debe querer servir a Dios. 
7. La voluntad del hombre sin la gracia no es capaz de alcanzar este fin. 

Es decir, que Dios, que crea libremente y da libertad al hombre, no puede "oprimirle" con una gracia que anule su voluntad, pues estaría destruyendo su propia obra, al eliminar el libre albedrío. Pero tampoco la voluntad del hombre puede por sí sola alcanzar la salvación, sin la gracia efectiva de Dios. Sin embargo, los pelagianos rompían este equilibrio entre la gracia de Dios y la voluntad humana, negando la prolongación del pecado original en la raza humana partiendo de Adán, único al que habría afectado este pecado. Por ende, el bautismo de infantes era innecesario. También propugnaba que la gracia era supletoria en la salvación, para la cual bastaba el conocimiento y el seguimiento de Cristo. San Agustín había refutado con amplitud y profundidad estos errores, demostrando que todas las acciones humanas dependen de Dios, que es el que otorga gratuitamente al hombre la salvación. En 418 había sido condenada esta herejía por el Concilio de Cartago, convocado por el papa San Zósimo (26 de diciembre). Esta condena fue luego refrendada por el Concilio de Éfeso, en 431.

El Semipelagianismo.

La Galia estaba influenciada por las corrientes teológicas provenientes del también célebre monasterio de San Víctor, en Marsella. Allí su abad y fundador, San Juan Casiano (23 de julio y 29 de febrero, Iglesia Ortodoxa) es partidario de lo que llamamos "semipelagianismo". Esta corriente moderaba el pelagianismo, considerando que algunos movimientos de la voluntad humana preceden a la gracia. Según los semipelagianos, la fe no sería un don de Dios, sino que dependía de la voluntad humana, la cual con pretender hacer el bien, ya podía salvarse. El semipelagianismo admite la doctrina sobre el pecado original. San Agustín rebate esta corriente teológica con dos obras: "De la predestinación de los Santos" y "Del don de Ia perseverancia", reafirmando la doctrina católica sancionada por los dos concilios antes mencionados:
"Se ha de evitar, pues, ¡oh hermanos amados del Señor!, que el hombre se engría contra Dios, afirmando que es capaz de obrar por sí mismo lo que ha sido una promesa divina. ¿Por ventura no le fue prometida a Abrahán la fe de los gentiles, lo cual creyó él plenamente, dando gloria a Dios, que es poderoso para obrar todo lo que ha prometido? El, por tanto, que es poderoso para cumplir todo lo que promete, obra también la fe de los gentiles. Por consiguiente, si Dios es el autor de nuestra fe, obrando en nuestros corazones por modo maravilloso para que creamos, ¿acaso se ha de temer que no sea bastante poderoso para obrar la fe totalmente, de suerte que el hombre se arrogue de su parte el comienzo de la fe para merecer Bolamente el aumento de ella de parte de Dios?

Tened muy en cuenta que si alguna cosa se obra en nosotros de tal manera que la gracia de Dios nos sea dada por nuestros méritos, tal gracia ya no sería gracia. Pues en tal concepto, lo que se da no se da gratuitamente, sino que se retribuye como una cosa debida, ya que al que se cree le es debido el que Dios le aumente la fe, y de este modo la fe aumentada no es más que un salario de la fe comenzada. No se advierte, cuando tal cosa se afirma, que esa donación no se imputa a los que creen como una gracia, sino como una deuda". (Praedestinatione sanctorum. II, 6).

Vicente y su recta equivocación.
Nuestro Vicente, y con él su abad San Fausto (28 de septiembre), al leer estas obras de Agustín, las rebatió argumentando con lo que él creía que era la Tradición de la Iglesia, si bien sus argumentos eran válidos, lo hacían a partir de un principio errado: la doctrina de San Agustín eran una novedad a rechazar. Para Vicente, la enseñanza de Juan Casiano venía avalada por los orígenes orientales del abad, y le creía depositario de la verdadera enseñanza sobre la Gracia. En general, Vicente admiraba la enseñanza y autoridad de Agustín, sólo en este punto difería de él, aunque nunca llegaron a extremos de desacreditaciones personales ni acusaciones. Un ejemplo es el apoyo y difusión de la obra agustiniana sobre la Trinidad y la Encarnación que hace Vicente en la Galia. La controversia entre ambos fue en el plano de las formulaciones teológicas. Por otra parte, el semipelagianismo no había sido condenado por la Iglesia, incluso el papa San Celestino I (6; 8, Iglesia Oriental; 9 de abril y 27 de julio) defendió la buena intención de los semipelagianos al compararlos con los nestorianos al condenar a estos. De hecho el pelagianismo no sería condenado formalmente sino hasta casi 100 años de la muerte de Vicente, en el Sínodo de Orange, en 529. Y por su probada fidelidad a la íntegra fe de Cristo está claro que hubiera aceptado la verdad proclamada por la Iglesia, que repito es esta: La gracia sin la cooperación libre del hombre no es operativa para llevar a cabo la salvación del hombre. Por su parte, la voluntad humana sin la ayuda de la gracia no tiene poder para obtener la salvación por sí sola. 

Al exagerar el poder del libre albedrío o la función de la Gracia, se cae en la herejía. Pelagiana si se exagera el libre albedrío, calvinista si se dota a la gracia de fuerza absoluta. De hecho, luego del nacimiento de la herejía luterana, algunos de los llamados "reformadores" y sus ideas semipelagianas (que por supuesto ellos consideraron una supuesta vuelta a la fe cristiana) como arma frente al bautismo de los infantes, aunque por causa errada, y se valieron de "Commonitorium", la más famosa obra de San Vicente, escrita en 434. El papa Benedicto XIV, a la par que condenaba los errores de dicha obra, defendió la buena fe de San Vicente de Lérins y su adhesión a la única fe cristiana: la de la Iglesia. Y estas palabras de dicha obra lo confirman:
"Acaece con la religión de las almas lo que sucede con el desarrollo de los cuerpos. Con la edad los cuerpos crecen y se dilatan sus proporciones, permaneciendo siempre los mismos. (...) Esta ley del progreso se aplica igualmente al dogma cristiano: los años lo consolidan, los tiempos lo desarrollan, la edad lo hace más vulnerable; pero debe permanecer incorrupto e intacto, completo y perfecto en todas sus dimensiones y – si así podemos hablar – en todos los miembros y en todos sus propios sentidos. El dogma no admite ninguna alteración, ninguna atenuación, ninguna variación de lo que ha sido definido".
"No ocurra nunca, por tanto, que los rosales de la doctrina católica se transformen en cardos espinosos. No suceda nunca, repito, que en este paraíso espiritual donde germina el cinamomo y el bálsamo, despunten de repente la cizaña y las malas hierbas. Todo lo que la fe de nuestros padres ha sembrado en el campo de Dios, que es la Iglesia, todo eso deben los hijos cultivar y defender llenos de celo. Sólo esto, y no otras cosas, debe florecer y madurar, crecer y llegar a la perfección".
"Todo cristiano que quiera desenmascarar las intrigas de los herejes que brotan a nuestro alrededor, evitar sus trampas y mantenerse íntegro e incólume en una fe incontaminada, debe, con la ayuda de Dios, pertrechar su fe de dos maneras: con la autoridad de la ley divina ante todo, y con la tradición de la Iglesia Católica".

Vicente murió en Lérins, entre los años 445 y 450. La polémica sobre su ortodoxia hizo que nunca tuviera culto público y que hasta el siglo XVI no fuera insertado en el martirologio romano por Baronio, que lo pone a 24 de mayo copiando este dato de Molano, del que se desconoce el por qué lo pone en este día, cuando el martirologio de Pedro de Natalibus coloca a San Vicente de Lérins a 1 de junio.


Fuentes:
-"Vidas de los Santos". Tomo V. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.
-"Nuevo Año Cristiano". Tomo 5. Editorial Edibesa, 2001. 




El 24 de mayo además se celebra a


Santa Afra de Brescia,
virgen y mártir
.
Nuestra Señora,
María Auxiliadora
.
San Juan Estilita. 
La Traslación de
Santo Domingo.






Santa Almedha, virgen y mártir.

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