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lunes, 17 de diciembre de 2012

Antífonas Mayores de Adviento. Día 17: O Sapientia

Hace poco, Ramón me animaba a presentar a los lectores del Blog las “Antífonas O”, cuando casualmente (1) acababa de llegar a mis manos una antigua edición francesa del “Año Litúrgico” del insigne abad benedictino Dom Próspero Guéranger (2), con lo que consideré que unas palabras mías serían algo muy pobre en comparación con los pensamientos del docto a la vez que piadoso restaurador del monacato en Francia, así que preferí limitarme a presentar sus textos y todo lo más introducir alguna pincelada.

Dom Próspero Guéranguer
Antes, nos limitamos a presentar muy brevemente a este autor. Próspero Guéranger (1805-1875), siendo un joven sacerdote, decidió con unos compañeros adquirir el antiguo monasterio de Solesmes, reducido a ruinas tras la Revolución, para restaurar allí la vida benedictina; tras una estancia en el monasterio romano de San Pablo Extramuros, donde emitió su profesión solemne, obtuvo del papa Gregorio XVI en 1837 la concesión a Solesmes de la categoría de Abadía y la creación de la Congregación Francesa de la Orden de San Benito, como heredera de las congregaciones benedictinas antiguamente existentes en dicha nación, de la que Solesmes sería la cabeza y nuestro monje su primer Abad y superior general de la Congregación. Se le considera el iniciador del movimiento litúrgico y destaca por su fidelidad a la Sede Apostólica frente a los restos del galicanismo y el jansenismo. Recientemente se ha iniciado su proceso de beatificación (3).

Tengamos presente que a pesar de las reformas litúrgicas operadas en la Iglesia con posterioridad a su tiempo, éstas prácticamente no han afectado a lo que se dice sobre la materia que nos ocupa, pues dichas reformas, como no podía ser menos, han respetado estos textos venerables, con lo que las Antífonas "O" continúan siendo las mismas que se rezan o cantan estos días en las Vísperas, oración oficial vespertina de la Iglesia, en concreto para el Cántico evangélico del Magníficat, que aunque lo suponemos sabido por la casi totalidad de nuestros lectores, no está de mas recordar que es el cántico de acción de gracias que entonó la Santísima Virgen en su Visitación a su prima Isabel y que recoge el Evangelio de San Lucas (4). Así comienza nuestro Abad la presentación general de dichas Antífonas Mayores:

COMIENZO DE LAS ANTIFONAS "O"
La Iglesia abre hoy el septenario que precede a la Vigilia de Navidad, días celebrados en la Liturgia con el nombre de Ferias mayores. El Oficio ordinario de Adviento se vuelve más solemne; en Laudes y en las Horas del día las Antífonas son propias del tiempo y tienen una relación directa con el gran Advenimiento. En Vísperas, se canta todos los días una solemne Antífona que es un suspiro por el Mesías, en la cual se le da diariamente uno de los títulos que le atribuye la sagrada Escritura. En la Iglesia Romana, estas Antífonas, a las que vulgarmente se les da el nombre de Antífonas O, porque así comienzan, son siete, una para cada día de las Ferias mayores, y se dirigen todas a Jesucristo”.


Nos muestra seguidamente el autor del Año Litúrgico su erudición histórica al recordarnos otras antífonas que antiguamente acompañaban a las que nos ocupan y a las que nos referiremos nuevamente cuando corresponda:
En la Edad Media, algunas Iglesias añadieron otras dos, una a la Santísima Virgen, O Virgo Virginum! y otra al Arcángel Gabriel, O Gabriel! o también a Santo Tomás, cuya fiesta cae durante estas Ferias mayores, y que comienza así: ¡O Thomas Didyme (5). Hubo Iglesias que tuvieron hasta doce grandes Antífonas, añadiendo otras tres a las ya mencionadas, es decir: una a Cristo, O Rex pacifice!, otra a la Santísima Virgen, O mundi Domina!, y finalmente la última, dirigida, a modo de apóstrofe, a Jerusalén, O Jerusalem!”.

Seguidamente se nos recuerda el lugar del Oficio Divino o Liturgia de las Horas en que se entonan estas antífonas, que anticipábamos nosotros más arriba:
El momento escogido para dirigir esta sublime llamada a la caridad del Hijo de Dios, son las Vísperas, porque fue al atardecer del mundo, vergente mundi vespere, cuando vino el Mesías. Son cantadas antes del Magníficat, para indicar que el Salvador esperado nos ha de llegar por María. Se las repite dos veces, una antes y otra después del Cántico, para mayor solemnidad, lo mismo que en las fiestas Dobles; algunas antiguas Iglesias las cantaban incluso tres veces, a saber: antes del Cántico, antes del Gloria Patri, y después del Sicut erat. Finalmente, estas admirables Antífonas, que contienen toda la medula de la Liturgia de Adviento, llevan un canto armonioso y solemne; y todas las Iglesias las acompañaron de particular pompa, cuyas demostraciones, siempre expresivas, variaron según los lugares”.
Hagamos nuestros los sentimientos que nos pide Dom Próspero antes de presentarnos la primera de estas antífonas:
Entremos en el espíritu de la Iglesia, y recojámonos a fin de unirnos a ella con todo nuestro corazón, cuando dirija a su Esposo esas últimas y tiernas invitaciones a las que habrá de ceder finalmente”.
PRIMERA ANTÍFONA (6) 

“Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, 
abarcando del uno al otro confín 
y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, 
ven y muéstranos el camino de la salvación”.


Todos los días os dejaremos la partitura y la música, esperando que para el año próximo podáis aprenderlas y cantarlas en la liturgia, en sintonía con toda la Iglesia


En YouTube podemos encontrar diversas grabaciones donde escucharla cantada en su original latino; en el siguiente enlace oiremos una versión a la que corresponde la partitura anterior:



Otra versión, que podemos escuchar mientras contemplamos unas hermosas fotografías del Monasterio de San Juan de la Peña (Huesca), y que incluye el cántico del Magníficat, es esta: http://www.youtube.com/watch?v=9u24KlSmSow

 
Finalmente, el piadoso benedictino nos presenta su meditación, explayándose en el texto de dicha antífona:
¡Oh Sabiduría increada, que pronto te vas a hacer visible al mundo, cuán bien aparece en estos momentos que todo lo gobiernas! Por tu permisión divina va a salir un Edicto del emperador Augusto, para ordenar el empadronamiento del mundo entero. Cada uno de los ciudadanos del Imperio deberá acudir a registrarse en su ciudad de origen. En su orgullo, creerá el emperador haber conmovido en su favor a todo el género humano. Se agitan los hombres por todas partes a millones, y atraviesan en todas direcciones el inmenso mundo romano; piensan que obedecen a un hombre y es a Dios a quien obedecen. Todo ese gran movimiento no tiene más que una finalidad: la de llevar a Belén a un hombre y a una mujer que tienen su humilde morada en Nazaret de Galilea; y ello para que esta mujer desconocida de los hombres y amada del cielo, habiendo concluido el mes noveno desde la concepción de su hijo, le diese a luz en Belén, según lo anunciado por el Profeta: "Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es desde lo antiguo, de tiempo inmemorial (7)".
¡Oh Sabiduría divina!, ¡cuán fuerte eres para conseguir tus fines de manera infalible aunque oculta a la mirada de los hombres!, ¡pero cuán suave para no forzar su libertad! ¡y cuán paternal previendo nuestras necesidades! Escogiste Belén, para nacer en ella, porque Belén significa Casa del Pan. Con esto nos quieres mostrar que eres nuestro Pan, nuestro manjar, nuestro alimento de vida. Nutridos por un Dios, no podremos ya morir. ¡Oh Sabiduría del Padre, Pan vivo bajado del cielo! ven pronto a nosotros, para que nos acerquemos a ti, y seamos iluminados por tu claridad; concédenos esa prudencia que conduce a la salvación”.
Dom Géranguer terminaba el texto de cada día presentando un texto tomado de las distintas liturgias (orientales, mozárabe, galicana…) que ayudara a la meditación cotidiana. Los traductores silenses han optado por trasladar a un “Florilegio”, al final del tomo, muchos de estos textos. Sin embargo, no hemos encontrado en dicha edición española el texto, tomado del Breviario Mozárabe y propuesto para este día 17, por lo que lo traducimos de la edición francesa, teniendo también a la vista el texto latino que ésta incluye. Tal vez nos sorprenda el lenguaje un tanto apocalíptico de esta antigua oración, pero recordemos que en el Adviento no sólo recordamos la primera venida de Jesús, sino que también nos preparamos para su última venida en poder y majestad:
Oh Cristo, Hijo de Dios, nacido a este mundo de una Virgen, que conmocionas los reinos por el terror de tu Natividad y apremias a los reyes a la admiración: Danos tu temor, que es el principio de la sabiduría, para que podamos fructificar en él y presentarte como homenaje un fruto de paz. Tú que, para llamar a las naciones, has llegado con la rapidez de un río, viniendo a nacer en la tierra para la conversión de los pecadores, muéstranos el don de tu gracia, a fin de que, siendo desterrado todo pavor, te sigamos siempre en el casto amor de una íntima caridad. Amén”. (Del Breviario Mozárabe, IV Domingo de Adviento, Oración)
Año Litúrgico de Dom Próspero.
Perteneció a la familia de Santa Teresita.
Les Buissonets.
Y por si no tuviéramos con los textos anteriores tema suficiente de meditación en estos días de Adviento, me atrevo a añadir un nuevo comentario de otro autor piadoso sobre la misma Antífona a la que ya nos hemos referido. En este caso lo tomamos de la obra del religioso mínimo francés Juan Bautista Elías Avrillon titulada “Conducta para pasar santamente el Adviento” (8), que en estas Ferias Mayores incluye cada día una paráfrasis a estas antífonas:
¡Oh Sabiduría divina! ¡Sabiduría eterna! ¡Sabiduría increada, que has salido del espíritu, corazón y boca del Altísimo! De su espíritu, para conocer y prever las cosas más remotas, y efectuar las que menos se esperaban; de su corazón para hacerse gustar, y para hacer que los hombres amen los medios de los que te sirves para verificar tus adorables designios; de tu boca, para significar tus voluntades a los hombres y hacerte oír con respeto. Sabiduría que sabes alcanzar de uno al otro término con fortaleza para superar todos los obstáculos, y que lo dispones todo con una dulzura inefable, que gana los corazones más feroces y rebeldes, ven a instruirnos; ven a enseñarnos los caminos de la prudencia, para conducirnos con seguridad en el camino de nuestra salvación”.
 

Pbro. Ángel Luis Estecha González. 

LAS DEMÁS ANTÍFONAS:


Día 18: O Adonai.
Día 19: O Radix Iesse.
Día 20: O Clavis David.
Día 21: O Oriens.
Día 22: O Rex Gentium.
Día 23: O Emmanuel.

 



(1) En ocasiones se ha dicho que Casualidad es el nombre que los no creyentes dan a la Providencia divina.
(2) “L'Année Liturgique” Par le R. P. Dom Prosper Guéranger, Abbé de Solesmes. Citamos el tomo primero: “L´Avent” (Dix-septième édition. Libraire Religieuse H. Oudin. Paris-Poitiers, 1907). Aunque he recurrido a una edición digital de la traducción española publicada por los Benedictinos de Silos, lo hago contrastándola con la citada edición francesa, según la cual en ocasiones introduzco algunos cambios.
(3) Sobre Dom Próspero Guéranger: http://ec.aciprensa.com/wiki/Prosper_Louis_Pascal_Gu%C3%A9ranger
(4) Lc 1, 46-55.

(5) Es ésta más moderna, pero desde el siglo XIII substituyó en casi todas partes a la anterior. (n. del
a.) [Ya recordaremos en su momento que la fiesta del Apóstol Santo Tomás ha sido actualmente
trasladada].
(6) Tanto hoy como en los días sucesivos presentamos el texto castellano de las antífonas según la versión
oficial de la edición española de la Liturgia de las Horas.

(7) Miq 5, 1. Citamos según la traducción litúrgica; actualmente esta lectura se lee en el ciclo C en la Misa
del cuarto domingo de Adviento.

(8) Utilizamos la edición española publicada en Madrid (Librería Religiosa; Pontejos, 8) en 1905. El autor aparece citado en la “Historia General de la Iglesia…” de Berault-Bercastell, donde se nos dice que nació en París en 1652 y murió en 1729, tras ejercer fructíferamente durante más de medio siglo el ministerio de la predicación. Entre otras obras, además de la que nos ocupa, es autor de la titulada: “Sentimientos sobre el amor de Dios”.

lunes, 17 de septiembre de 2012

San Alberto de Jerusalén, Padre nuestro

Santos Alberto, Brocado y Bertoldo.
Basílica de la Stella Maris

Celebraba nuestro Carmelo a muchos santos que no fueron carmelitas, sin eremitas o monjes de otras Reglas o de ninguna, simples ermitaños por su cuenta. Ya ninguno queda en el propio de la Orden, solo uno, un canónigo regular, obispo y mártir: Alberto, Patriarca de Jerusalén, y el motivo está claro: Nos dio la Santa Regla de vida.

San Alberto de Jerusalén, Legislador del Carmelo, obispo y mártir. 17 de septiembre y 8 de abril.
Afortunadamente contamos con documentos antiguos y de primera mano sobre Alberto, aunque, claro, embellecidos con el lenguaje medieval. Su vida la escribieron sus canónigos regulares de Vercelli, luego de su muerte, precisamente para que no se perdiera testimonio de su ejemplaridad. Nació el santo en Castro Gualterio, Parma. Sus padres eran nobles, de la familia de los Avogadro y emparentados con aquel Pedro el Ermitaño, gran Predicador de las Cruzadas y la conquista de Tierra Santa. Fue niño aventajado en los estudios y la piedad. Desde muy joven se inclinó a la virtud y al estado clerical y entró con los canónigos regulares de Santa Cruz, en el monasterio de Mortara. Fue destacado religioso, prudente, sabio, elocuente predicador y orante. Elegido prior, aunque se negó, tuvo que obedecer por caridad. Varios años tuvo este cargo hasta que el papa le nombró obispo de Bobbio, ante lo cual de nuevo tuvo que obedecer y aceptar. Pero resultó que la iglesia vercelense, que estaba sin pastor (su obispo había sido nombrado Nuncio en Inglaterra), le pidió también como obispo, y el Papa Lucio III le mandó fuese allí. tomó posesión en 1185.

En esta sede realizó grandes obras y reformas: Saneó las cuentas, promovió la disciplina de los clérigos, reformó monasterios, restauró iglesias, construyó hospitales e inaguró obras de caridad. Se ganó el amor y respeto de los fieles y los clérigos honestos. Fue un gran predicador y algún milagro dicen que obró, como el sacar 5 demonios de una mujer, el 9 de agosto de 1189, octava de San Eusebio de Vercelli. Intervino en varias peleas entre nobles y el emperador; o entre el papa y nobles y eclesiásticos. Enrique VI le nombró príncipe del Sacro Imperio Germánico, título que luego conservaron los obispos de la diócesis de Vercelli. Celestino III e Inocencio III le amaron y fueron generosos con la diócesis en bienes materiales y espirituales. El último le encomendó poner la paz entre Parma y Piacenza, cosa que hizo Alberto con su palabra, obra, sacrificios y oraciones. En 1192 inauguró un Sínodo para la reforma total de la diócesis.

En 1203 quedó vacante el Patriarcado de Jerusalén y habiendo declinado la sede el cardenal y legado papal, Sofredo, sugirió que eligiesen a un obispo experimentado y de probada virtud (incluso es probable que les haya sugerido a Alberto). Así fue que el rey Amarico (o Amaury) de Jerusalén, junto al clero eligió al obispo de Vercelli, nuestro Alberto, el 18 de febrero de 1204, y escriberon a Inocencio III que le obligase a aceptar, si se negaba. Y este lo hizo, le escribió una carta que, entre otras razones dice: "en ninguna manera se diga que temes los trabajos, evitas los dolores, huyes las pobrezas, angustias y necesidades, no queriendo admitir aquella carga a que por Divina disposición eres llamado. No se diga, no, en manera alguna, que evitas los trabajos en servicio de Aquel que por el Profeta, afirma de sí: que trabajó, según aquello que leemos del salmo 'Trabajé sufriendo'". Y tuvo que aceptar. Asi que fue a Roma, recibió el palio arzobispal y fue nombrado legado pontificio y Patriarca de Jerusalén. En 1204 llegó a Acre, donde estaba la sede jerosolimitana, por estar la ciudad de Jerusalén en manos de los moros.

En el artículo anterior sobre San Brocardo (2 de septiembre), veíamos que este había acudido a Alberto entre los años 1205 y 1209 a solicitarle una regla de vida. Los escritos apócrifos de San Cirilo, que dice estar presente en el momento, narran que Alberto estudió la anterior regla (?) que había dado Juan, Patriarca de Jerusalén en el año 412, así como las “constituciones” escritas por Brocardo, tomadas de los escritos de San Basilio y las normas de San Bertoldo (29 de marzo). Luego de estudiarlas, entendió que más que Regla, eran un compendio de consejos y máximas espirituales, así que procedió a escribir una Regla en armonía con las reglas de las demás órdenes religiosas.

Continuó Alberto siendo un pastor solícito, como lo había sido en Europa. Continuó las obras de caridad y beneficencia, el rescate de prisioneros, la fundación de hospederías, iglesias; la reforma de monasterios y del clero secular. En 1206, para mejor desempeñar su misión, al estar Jerusalén ocupada, Alberto cambió la sede jerosolimitana a Acre. Mandó acuñar una moneda propia en la que figuraban su nombre y armas episcopales, como remedio a la situación económica, para poder comerciar con los latinos. Puso paz entre los príncipes cristianos, haciéndoles fuerte contra los moros. En 1211 puso paz entre los templarios y los caballeros teutónicos por una cosa que afectó a los carmelitas: Pugnaban los Templarios por la exclusividad de usar manto blanco, que era propio de la Orden Templaria, mientras los otros lo hacían solo por dispensa por comodidad del clima. Mandó Inocencio III a Alberto lo solucionase con paz, como así hizo, resolviendo a favor del Temple. Y, decía, afectó al Carmelo, según Cirilo, en que Brocardo no pudo a Alberto que les restituyese la capa blanca, perdida en el 639 por orden de los moros, y continuar usando la barrada, hasta 1288, en que se recuperó definitivamente ya en Europa.

Más pugnas y “dimequetediré” arregló Alberto, con el rey de Armenia, el Patriarca de Antioquia, y otros príncipes y nobles. En 1213 fue convocado por el papa al IV Concilio de Letrán, que habría de celebrarse en 1215, y para ello fue encargado por el papa para tratar asuntos de diplomacia y concordatos con Saladino, para lo cual Alberto nombró legado suyo a San Brocardo. Pero y, fue más peligroso, le encargó la reforma y cuidado de la honestidad de los fieles y los clérigos, conociendo acerca de caballeros y religiosos corruptos que solo buscaban su beneficio económico, dejando de lado la caridad, la piedad y la rectitud. Y le dice: “y porque la conversación detestable de algunos que habitan en esa tierra, no impida o retarde la ejecución de este saludable propósito, pues con sus obras nefandas provocan a Dios, no al perdón, sino a la ira y castigo: "...rogamos en el Señor a la prudencia de tu Hermandad, de nos muy amada, que a fuer de prudente médico, uses de diversos remedios para la cura de llaga tan mortal y procures reducirlos a la verdadera penitencia”. Y Alberto comenzó una purga entre responsables, que terminó con la destitución del Maestre de los Hospitalarios de San Juan (Orden de Malta) de su hospital del Espíritu Santo. Y fue su cruz.


El 14 de septiembre de 1214, mientras Alberto participaba en la procesión por la festividad de la Exaltación, al salir de la iglesia de la Santa Cruz de Acre, este Maestre le apuñaló. Algunos corrieron a decir que había sido un moro disfrazado, en aras de hacerlo mártir de la fe, pero se sabe que era cristiano, y religioso. Como el Bautista, murió por denunciar el vicio y la corrupción, lo que le hace mártir sin duda alguna. Enseguida la diócesis de Vercelli, consternada, pidió al papa fuera considerado mártir y canonizado. No lo ha sido oficialmente, pero sin embargo, el papa Clemente X concedió a la orden del Carmen celebrar su memoria, con oficio propio, primeramente a 8 de abril, por ser el 14 de septiembre día de solemnidad. Luego se trasladó al 17 de septiembre, primer día libre después del 14. El martirologio romano, fiel a situar los santos en su “dies natalis” lo trae a 14 de septiembre.

Durante mucho tiempo se creyó que Alberto llegó a profesar la regla y fue santo carmelita, pero se trata de una confusión con San Alberto de Belén (3 de abril), obispo y legendariamente tenido como religioso nuestro. Aún así, se le reconoce aún hoy en día no por fundador, pero sí por padre y legislador, y su categoría litúrgica es de Fiesta, para la orden.


A 17 de septiembre además se celebra la Impresión de las Llagas de San Francisco.

jueves, 28 de junio de 2012

De San Manuel y sus hermanos, y otros Manueles.



Pregunta: Hola yo soy de Barcelona y en casa siempre hemos celebrado el santoral de Manuel el dia 1 de enero, pero cuando consulto los santorales que tengo es que el santoral de Manuel es el 17 de junio, les pido consulta y aprovecho para enviarles un saludo desde Sant Joan Despi.

Respuesta:
Efectivamente, el calendario franciscano, por iniciativa de San Bernardino de Siena, celebraba esta fiesta del Santísimo Nombre de Jesús (que recordamos es Emmanuel) como Solemnidad, y luego se extendió a toda la Iglesia. Muchos celebran su santo, Manuel, basándose en la fecha del 1 de enero. Esta fiesta fue suprimida, aunque siguió celebrándose en algunos sitios, para ser repuesta posteriormente. Desde la edición del Misal Romano del año 2000 está colocada a 3 de enero, aunque con el grado mínimo de memoria libre. 

San Manuel.
Santos Manuel, Sabel e Ismael, hermanos mártires. 17 de junio .
Es común dar por supuesto que con la paz concedida a la Iglesia por el emperador Constantino en 313 por el Edicto de Milán terminaron las persecuciones del Imperio Romano contra los cristianos, pero esto supondría olvidarse de Juliano el Apóstata, que si ha pasado a la historia con ese apodo es porque a pesar de haber sido educado en la fe cristiana, optó por volver al culto de los antiguos dioses del Imperio, lo que implicó nuevas víctimas, entre las que se encuentran San Manuel, al que no podemos separar de sus hermanos y compañeros San Sabel y San Ismael. 

La actual edición del Martirologio Romano no recoge a estos santos, pero ello no implica necesariamente que se dude de su historicidad. El Martirologio es ante todo un libro litúrgico y su catalogación no tiene un carácter exhaustivo [1]; de ahí que anteriormente se terminara cada día su lectura pública añadiendo: “Y en otros lugares, otros muchos santos mártires, confesores y santas vírgenes”. Sin embargo, las antiguas ediciones sí recogen su elogio en estos términos:

Los Santos Mártires Manuel, Sabel e Ismael, en Calcedonia; los cuales yendo por embajadores del rey de Persia para tratar de paces con Juliano Apóstata, quiso éste obligarlos a que adorasen los ídolos; pero rehusando ellos obedecer, y manteniéndose constantes en confesar a Jesucristo, fueron degollados[2].
Los autores del “Acta Sanctorum”, conocidos como los Bolandistas, por haber sido el jesuita P. Juan Boland (+ 1665) el iniciador de la ingente obra de recopilar con espíritu crítico toda la documentación auténtica relativa a los santos, dedican siete páginas, en el tomo III de Junio [3], a recoger el texto griego y la versión latina de unas Actas de estos mártires según un manuscrito conservado en la Biblioteca Vaticana. Aunque parece ser que estas Actas son tardías, son sin embargo la fuente más importante de que disponemos sobre estos mártires y por ello la que sigue el clásico Año Cristiano del jesuita Juan Croisset [4]. Manuel, Sabel e Ismael eran tres hermanos persas; aunque su padre era pagano, su madre, cristiana, los educó en la fe de Jesucristo con la ayuda de un presbítero. Aparte de sus virtudes cristianas y su sólida formación, poco más sabemos de su vida; únicamente, los suponemos cercanos a la corte de su soberano, al que las Actas dan el nombre de Baltano.

El texto del Martirologio que hemos citado anteriormente ya nos describe su misión: tratar de mediar ante el emperador Juliano para lograr la paz en la guerra que sostenía con los persas. Sin embargo, su misión se vio truncada por la negativa de ellos a participar en los sacrificios paganos que les exigía el emperador. Los tres hermanos trataron de hacer ver la distinción entre su misión diplomática y sus convicciones personales, pero el soberano, olvidándose de las inmunidades debidas a los embajadores, mandó ponerlos en prisión [5]

Manuel, Sabel e Ismael
Continúan las Actas (y de ello se hace eco Croisset) refiriéndonos los reproches del Emperador a los santos, tildándolos de necios, y la respuesta de éstos que no dudan en despreciar a Juliano por poner su confianza en unos mudos ídolos de piedra. Tras ello, vienen los azotes por parte de los verdugos y que, colgados de un leño les rasgasen los costados y les clavasen clavos en los talones, que son acompañados por las súplicas confiadas de los mártires a Aquél que padeció en la Cruz para salvar al género humano. A las amenazas siguieron las lisonjas, hechas por separado a los dos hermanos menores y al mayor, que todos rechazaron categóricamente, por lo que fueron objeto nuevamente del suplicio del fuego en los costados. Seguidamente, el tirano mandó clavar a Manuel un clavo en la cabeza y otros dos en los hombros y que fuera llevado, amarrado junto a sus hermanos, al lugar donde finalmente serían decapitados. Era el lunes 17 de junio de 362 [6].

Terminan las Actas señalando que la intención del perseguidor era quemar los cuerpos sagrados de los mártires para privar a los cristianos de sus reliquias, pero que se produjo un hecho prodigioso que provocó la conversión de muchos paganos: Se abrió la tierra acogiendo en su seno los restos venerados, siendo así preservados de su destrucción y posibilitando que después la comunidad cristiana los recogiera y sepultara reverentemente. Posteriormente, en tiempos del Emperador Teodosio, se edificaría una Iglesia en su honor en dicho lugar. Juliano el Apóstata murió en la guerra contra los persas y es tradición que sus últimas palabras, en referencia a Jesucristo, fueron: “Venciste, Galileo”.
 
San Manuel.
Bélgica.
Aunque sea común representar juntos a los tres hermanos mártires, en ocasiones encontramos sólo a Manuel; en estos casos lo identificamos por aparecer con los tres clavos a los que antes nos hemos referido, en la cabeza y los hombros (o más bien el pecho); algo se ha difundido su figura especialmente en Portugal por haber llevado su nombre el rey Manuel I (1469-1521) [7].

Otros Santos y Beatos llamados Manuel:
El principal es el que sigue apareciendo en el Martirologio Romano el 26 de Marzo: “En Anatolia, actual Turquía, santos Manuel, Sabino, Codrato y Teodosio, mártires. (Siglo incierto) [8]. La antigua edición no citaba a Sabino pero sí añadía genéricamente a otros cuarenta mártires.

"Pasión de los mártires beatos Ignacio de Acevedo, presbítero y 38 compañeros religiosos de la Orden de la Compañía de Jesús [entre ellos Manuel Álvares, Manuel Rodrigues, Manuel Fernandes y Manuel Pacheco, religiosos], que cuando se dirigían a las misiones del Brasil en una nave llamada “San Jacobo”, fueron asaltados por piratas y, en odio de la religión católica, traspasados todos ellos con espadas y lanzas. (1570)”. 15 de julio.
 
"Junto al río Uruaçu, cerca de Natal, en Brasil, beatos Ambrosio Francisco Ferro, presbítero, y compañeros, mártires [entre ellos, Manuel Rodrigues Moura y su esposa], que dieron la vida víctimas de la opresión que se desencadenó contra la fe católica. (1645)”. 3 de octubre.

"En Hué, en Annám, hoy Vietnam, pasión de San Manuel Nguyen Van Triêu, presbítero, mártir bajo el régimen del emperador Canh Thinh. (1798)”. El “dies natalis” es el 17 de septiembre, pero su fiesta se celebra el 24 de noviembre, junto con los demás mártires vietnamitas.
 
"En la ciudad de Châu Dôc, en Cochinchina, actual Vietnam, San Manuel Lê Van Phung, mártir, padre de familia, que, pese a estar detenido en la cárcel, no cesó de exhortar a sus hijos y familiares para que fueran caritativos con sus enemigos, y finalmente fue decapitado por orden del emperador Tu Duc. (1859)”. 13 de Julio, “dies natalis”; fiesta, 24 de noviembre.

“En Cây Mét, lugar cercano a la ciudad de Saigón, en Cochinchina, hoy Vietnam, Santos Pedro Doàn Con Quý, presbítero, y Manuel Phung, mártires, que tras pasar cerca de siete meses en la cárcel, fueron decapitados por ser cristianos. (1859)”. 31 de julio, “dies natalis; fiesta, 24 de noviembre.
 
“En Damasco, en Siria, muerte de los mártires beatos Manuel Ruiz y López, presbítero, y diez compañeros, siete de la Orden de los Hermanos Menores y tres hermanos fieles de la Iglesia maronita, que, entregados fraudulentamente por un traidor, sufrieron toda clase de vejaciones a causa de su fe y consiguieron la palma del martirio con una muerte gloriosa. (1860)”. 10 de julio.
 
“En Tortosa, en España, beato Manuel Domingo y Sol, presbítero, que instituyó la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús, para fomentar las vocaciones sacerdotales. (1909)”. 25 de enero.

-No recogido en el actual Martirologio, por haber sido beatificado con posterioridad a su edición (2007), es el Beato Manuel Gómez González, sacerdote español (natural de un pueblo cercano a Tuy, Pontevedra) que ejercía su ministerio en la diócesis de Santa María del Río Grande del Sur, en Brasil, donde fue martirizado en 1925 junto a un acólito de 16 años. 24 de mayo.
 
“En la localidad de Chalchihuites, en el territorio de Durango, en México, santos mártires (…) Manuel Morales, padre de familia (…) que por odio al cristianismo, sufrieron la muerte durante la persecución mexicana. (1926)”. 15 de Agosto el “dies natalis”; fiesta el 21 de julio

-“En Madrid, ciudad de España, Beato Manuel González García, obispo sucesivamente de Málaga y de Palencia, que fue un pastor eximio según el corazón del Señor. Promovió el culto a la Sagrada Eucaristía y fundó la Congregación de Hermanas Misioneras Eucarísticas de Nazaret. (1940)”. 4 de enero.


Diversos beatos mártires de la persecución religiosa en España de 1936 (Según el citado Martirologio Romano):

Manuel Martín Sierra, presbítero muerto junto a un Agustino Recoleto en Motril (Granada). 26 de Julio.
Manuel Segura López, sacerdote asesinado junto con un Escolapio en Gabasa (Zaragoza). 28 de julio.
Manuel Albert Ginés, presbítero, junto a un grupo de dominicos, en Calanda (Teruel). 29 de julio.
Manuel López Orbara y Manuel Jiménez Salado, novicios de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Calafell (Tarragona). 30 de julio.
Manuel Buil Lalueza y Manuel Torras Sais, claretianos mártires en Barbastro (Huesca). 13 de agosto.
Manuel Martínez Jarauta, claretiano como los anteriores, pero muerto el 15 de agosto.
Manuel Medina Olmos, Obispo de Guadix, muerto en Almería junto al Obispo de dicha diócesis. 30 de agosto.
Manuel Torró García, seglar, casado, en Benisoda (Valencia). 21 de septiembre.

 
-Otros mártires de la misma persecución, que no aparecen en el Martirologio Romano, al menos en la edición española de 2007, por haber sido beatificados el 28 de octubre de dicho año. Beatos:

Manuel es el nombre de pila de Eduardo María Serrano Buj, carmelita, muerto en Cervera (Lleida) 29 de julio.
Manuel Moreno Martínez, dominico, en Madrid. 5 de agosto.
Manuel Formigo Giráldez, agustino, en Málaga. 15 de agosto.
Manuel Fernández Ferro, salesiano, en Málaga. 24 de agosto.
Manuel Álvarez Álvarez, dominico, en Madrid. 14 de septiembre.
Manuel Gómez Contioso, salesiano, en Málaga. 24 de septiembre.
Manuel Borrajo Míguez, salesiano, en Madrid. 2 de octubre.
Manuel Martín Pérez, salesiano, en Paracuellos de Jarama (Madrid). 7 de noviembre.
Manuel Álvarez Rego de Seves, agustino, inmolado en Paracuellos de Jarama (Madrid). 28 de noviembre.
Manuel Santiago Santiago, dominico, muerto en Paracuellos de Jarama (Madrid). 3 de diciembre.
Manuel Gutiérrez Ceballos, dominico, muerto en Santander. 23 de diciembre.

Y también: Manuela del Sagrado Corazón Arriola Uranga, adoratriz, en Madrid. 10 de noviembre.

-Otro mártir español de 1936 beatificado posteriormente a dicha edición del Martirologio (en concreto, el 17 de diciembre de 2011) es el Beato Manuel Gutiérrez Martín, oblato de María Inmaculada, de la Comunidad de Pozuelo de Alarcón (hermano escolástico de 23 años, subdiácono), martirizado en Madrid el 24 de julio.

Y como sin duda habremos omitido a muchos otros, permítasenos terminar evocando, retocada, con todo respeto la antigua fórmula del Martirologio: “Y en otros lugares otros muchos santos y beatos Manueles y Manuelas. Deo Gratias”. 

Pbro. Ángel Luis Estecha González 


A 17 de junio además se celebra a San Adolfo de Torney, obispo.

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[1] “El Martirologio, que se ha considerado como un libro litúrgico, no se propuso ofrecer una exhaustiva enumeración de todos los santos y beatos, ni extensos elogios de los mismos. (…) No ofrece un catálogo completo de todos cuantos gozan de la eterna visión beatífica de Dios. Por esta razón el Martirologio Romano incluye a los santos inscritos en el Calendario Romano cuando tienen una importancia universal en toda la Iglesia del Rito Romano, y también a otros muchos, pero no a todos de entre aquellos que han sido más estimados en cada Iglesia particular o familia religiosa y se conmemoran en cualquiera de las categorías litúrgicas”. (“Martirologio Romano”. Coeditores Litúrgicos; Madrid, 2007. Prenotanda, Introducción General, nn. 27-29).
[2] Transcribimos la traducción castellana que incluyen algunas ediciones del “Año Cristiano” de Juan Croisset, como la de la Librería Religiosa de Barcelona, 1853. Algunas ediciones latinas antiguas, como la de París de 1613, incluyen las notas críticas del Cardenal Baronio, en las que recoge las principales fuentes; así, por ejemplo, de los mártires que nos ocupan cita entre otros datos que los griegos los recogen en su Menologio en el mismo día.
[3] Editado en Amberes en 1701. Páginas 289 a 296.
[4] Seguimos la edición de la Librería Religiosa (Imprenta de Pablo Riera); Barcelona, 1853. Tomo 6º, pp. 284-286. Otros Años Cristianos, más modernos, omiten la referencia a estos santos.
[5] Así se expresa Croisset, o.c., p. 284.
[6] Ignoramos porqué Croisset señala el 22 del mismo mes, cuando las “Acta Sanctorum”, que en general sigue dicho autor, indican claramente el 17.
[7] Suponemos que es el co-titular de la Iglesia madrileña de San Manuel y San Benito, hermoso templo agustiniano de estilo neo-bizantino, terminado en 1911, junto al parque del Retiro. Recibió esta titularidad por ser la onomástica del matrimonio que sufragó su construcción.
[8] Todos los textos entrecomillados están tomados del “Martirologio Romano”. Coeditores Litúrgicos; Madrid, 2007.


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