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martes, 13 de febrero de 2018

La muerte les separó, la gloria los unió para siempre.

San Polyeucto, mártir. 13 y 14 de febrero, 7 y 9 de enero.

Sobre ese santo tenemos dos "Actas", unas antiguas y escuetas, y otras más tardías y que pretenden completar a las otras.

Hubo dos soldados que eran grandes amigos, llamados Nearco y Polyeucto, siendo el primero cristiano y el segundo pagano aún. En 259 ambos amigos fueron destinados a Melitene de Armenia, donde les llegó el Edicto de persecución contra los cristianos emitido por Decio y Valeriano. Nearco, quien siempre lamentaba que Polyeucto no aceptara la fe cristiana, se llegó adonde su amigo para decirle que su amistad terminaría en breve. Este le protestó diciéndole que solo la muerte podría separarles. – "Dices bien" – le respondió Nearco – "estamos a punto de ser separados por la muerte", y le mostró el edicto imperial. Entonces (esta es una de las adiciones) Polyeucto contó a su amigo que había tenido una visión en la cual veía a Cristo quitarle sus vestiduras de militar, ponerle una túnica blanquísima, para luego subirle a lo alto en un caballo alado. Oyendo esto, Nearco se alegró, pues su amigo estaba más cerca del Señor que antes. Entonces le instruyó en la fe, Polieucto creyó en Jesucristo y comenzó a desear el martirio.

Para esto Polyeucto se declaró abiertamente cristiano, reprendiendo a los que le rodeaban por continuar el culto a unos falsos dioses y a los emperadores, como si fueran divinos. Fue sometido a la flagelación con varas de espinos, pero él no cejó. Le ofrecieron puestos de honor y riquezas, pero él solo se burlaba de ellos. Entonces le trajeron a su mujer y a su hijo pequeño, para que a la vista de estos, se ablandara. Ella lloró y suplicó por el amor que se tenían y por su hijito, pero Polyeucto respondió a su esposa predicándole de Cristo, de quien ya no podía apartarse nunca más. Luego de esto, los jueces le condenaron a muerte y le llevaron a las afueras. Mientras le sacaban de la ciudad, se encontró con su amigo, quien le dijo que pronto se verían en el cielo. Con esta alegría, Polyeucto alcanzó jubilosamente el martirio.

Por su parte Nearco, según las adiciones, le enterraría y luego sería él mismo mártir.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo II. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1916.


A 13 de febrero además se celebra a
San Agabo, profeta y carmelita.
Beato Jordán de Sajonia, dominico.

jueves, 7 de julio de 2016

San Enoch, del Carmelo y del mundo.

San Enoch de Amatin, carmelita. 7 de julio.


Nació Enoch en un pueblo de Egipto, llamado Amatin, de padres judíos piadosos, que lo educaron en la Ley de Moisés. Siendo muy joven, abandonó la casa paterna, y pasando por el Monte Carmelo, supo de aquellos eremitas que aún en la Antigua Ley, esperaban al Mesías prometido, mientras veneraban en espíritu a la que sería su Santísima Madre, a ejemplo del gran profeta San Elías (20 de julio, 12 de enero, en la Iglesia Oriental, la ascensión al Paraíso; y 20 de junio, traslación de reliquias a la iglesia de los Santos Apóstoles en Constantinopla). Junto a San Agabo (13 de febrero y 8 de julio, Iglesias Orientales) y San Elpidio (4 de marzo), construyó el primer templo dedicado a la Madre de Dios viviendo en carne mortal, pues el anterior había sido levantado por San Elías mucho antes de la Natividad de la Virgen.

También juntos bajaron del Carmelo y se fueron al Jordán, donde predicaba San Juan Bautista (24 de junio, Natividad; 23 de septiembre, Imposición del nombre; 24 ó 21 de febrero, primera Invención de la cabeza; 29 de agosto, segunda Invención de la cabeza, hoy fiesta de la Degollación; 25 de mayo, tercera Invención de la cabeza) y se hicieron discípulos suyos. Una vez que conocieron al Cordero que anunciaba San Juan, le siguieron, se bautizaron y regresaron al Carmelo para dar la buena noticia a los demás hermanos. Agabo fue destinado como Archimandrita de una de las lauras del Carmelo. Enoch pasó a Jerusalén, al monasterio que los carmelitas tenían en la ciudad, junto a la Puerta Dorada, donde había estado la casa de Santa Ana y San Joaquín.

La leyenda le pone el día de Pentecostés en el Cenáculo, recibiendo el Espíritu Santo. Allí trabó amistad con el evangelista San Marcos (11, Iglesia griega, y 31 de enero, traslación de las reliquias a Venecia; 9, 25, y 30 de abril, Iglesia Copta; 25 de junio, invención de las reliquias, 23 de septiembre, 3 Octubre, 8, y 30 de octubre, Iglesias Orientales) y le acompañó a Roma y a Alejandría, donde le ayudaba en la predicación del Evangelio, y fundando varios monasterios carmelitas. Luego de estar forjado en el Evangelio y las persecuciones, San Marcos le consagró como obispo de Nicópolis. Luego del martirio de San Marcos, Enoch regresó al Monte Carmelo, donde murió luego de una vida de penitencia y oración, el 7 de julio de 64 (?).

El primero en hacer mención de este santo es Juan Paleonidoro, a inicios del siglo XVI, y de él tomarán Lezana, Daniel de la Virgen María y cuantos escribieron sobre la “historia profética” de la Orden del Carmen. Algunas Bulas papales le mencionan de pasada, con lo cual, podemos deducir que la creencia de su historicidad era bastante sólida. Aún así, nunca tuvo culto en la Orden, y a lo sumo aparece representado en las típicas Apoteósis del Carmelo.


Fuente:
-"Flos Sanctorum del Carmelo". P. SIMEÓN MARÍA BESALDUCH, O.Carm. Barcelona 1951.


A 7 de julio además se celebra a 
San Fermín, obispo y mártir.
Beato Ralph Milner, laico mártir.

martes, 25 de septiembre de 2012

San Agabo, el pretendiente de María.

Comentando en facebook esta preciosa pintura (al lateral) de San Agabo Profeta, del pintor barroco Juan Bautista Maíno, me surgió la idea de dedicarle una entrada a este santo nuestro del Carmelo, del que nadie se acuerda. Y como me alentaron a ello, allá va.


San Agabo, profeta, carmelita. 13 de febrero y 8 de abril (Iglesia Oriental).
De Agabo hay que decir que aunque verdadero profeta, su fama se la ha ganado por la leyenda. El santo aparece en los Hechos de los Apóstoles en dos ocasiones:
"Por aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que ciertamente habría una gran hambre en toda la tierra. Y esto ocurrió durante el reinado de Claudio". (Hechos 11, 27-28).

Esta hambruna, efectivamente, ocurrió sobre el año 45 [1]. El otro texto dice:
"Y deteniéndonos allí [en Cesarea] varios días, descendió de Judea cierto profeta llamado Agabo, quien vino a vernos, y tomando el cíngulo de Pablo, se ató las manos y los pies, y dijo: 'Así dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cíngulo, y lo entregarán en manos de los gentiles'. Al escuchar esto, tanto nosotros como los que vivían allí le rogábamos que no subiera a Jerusalén. Entonces Pablo respondió: '¿Qué hacéis, llorando y quebrantándome el corazón? Porque listo estoy no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús' ". (Hechos 21, 10-13)

Es decir, que este Agabo, del que nunca antes se oyó hablar en el Evangelio, predice la prisión de San Pablo, a lo que este contesta con determinación, a padecer por Cristo. Y se pierde la memoria de su nombre, aunque luego aparece en una lista de profetas en un escrito de Melquíades contra Montano [2]. Pero ¿de donde salió Agabo? El verbo "descender" utilizado en ambos textos bíblicos, dio pie a hacerlo venir desde el Monte Carmelo, como uno de aquellos hijos de los profetas que en Pentecostés habrían recibido el Espíritu Santo. Pero ahí no quedó la cosa, la leyenda carmelitana le dotó de una vida y sucesos muy interesantes:

Resulta que Agabo era un mago que vivía prendado de la Virgen María y, al enterarse de que se había hecho un concurso de varones de la casa de San David, para elegir pretendiente, quiso presentarse al "casting", aunque no pertenecía a esta descendencia. Cuando supo que María habría de ser casada con aquel cuya vara floreciera, Agabo recurrió a su magia, pero de poco le sirvió. La vara florecida fue la de San José, y:
"como no fuese Agabo el destinado en los decretos eternos para compañero de la Madre de Dios, sino el santísimo patriarca José, viendose excluido de la dicha a que aspiraba, retiróse a las soledades del Monte Carmelo, pesándole de haber gastado tiempo en aquella ciencia falaz; y más luego que pudo averiguar que en María se encerraba un misterio oculto a los siglos, y que la magia no podía penetrar. Asocióse a los elianos, en cuyo instituto hizo penitencia de su vida pasada, con lo que vino a hacerse hijo y hermano espiritual de la Virgen Santísima, ya que no fue digno de ser su esposo, y a ser compañero y cohermano de los apóstoles". [3]

San Agabo. Icono moderno
Y, allí en el Carmelo construiría una iglesia dedicada a la Virgen María junto a San Enoch de Amatin (7 de julio). Que restauró la de San Elías, dicen otros, como Dorlando, en su "Vida de Santa Ana". Del Carmelo, junto a Enoch, descendería del Carmelo para predicar el Evangelio, residiendo ambos en el convento "carmelita" de la Puerta Dorada, que había sido casa de Santa Ana. Muy bonito, pero cuando los Padres de la Iglesia, como San Gregorio de Nisa (9 de marzo, 10 de enero, 14 de octubre y 22 de noviembre), San Juan Damasceno (4 de diciembre y 7 de mayo) o San Germán de Constantinopla (12 de mayo) hablan de los Desposorios de María y San José, no mencionan esta irrupción dramática de Agabo. Ni ningún libro apócrifo lo alude.

En cuanto a su culto, hay que decir que solo lo recibe en la Iglesia oriental, junto a otros discípulos y profetas, a veces con el título de mártir. En occidente aparece su memoria por primera vez en el martirologio de San Adón de Vienne (16 de diciembre), que a 13 de febrero dice: "El triunfo de San Agabo profeta, en Antioquía, del cual habla san Lucas en los Hechos de los apóstoles" [4]. Aunque otros le citan a 8 de abril. En la orden, aunque fue muy representado junto a otros santos, no tuvo nunca culto litúrgico, ni oficio. Se le reconoce iconográficamente por llevar una iglesia con la inscripción "Virginis Matris" y tener una vara o báculo roto. 

A 13 de febrero además se celebra a

San Polyeucto, mártir
Beato Jordán de Sajonia, dominico.




[1] Historia Eclesiástica. Libro Segundo; 2, 8.
[2] Historia Eclesiástica. Libro Quinto; 17, 3.
[3] Vinea Carmeli, 315.
[4] Glorias del Carmelo. Libro V. Gloria XVI

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