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martes, 28 de agosto de 2018

De la blanca alma del negro monje.

San Moisés el Etíope, monje mártir. 28 de agosto y 1 de julio.

Acaeció por aquellos primeros tiempos de nuestra sagrada religión, cuando Moisés "el Etíope" pasó de ser bandido a ser como un serafín todo enarbolado de amor por Cristo. De los muchos padres y madres y del monacato primitivo Moisés también conocido como "el negro" pasó ser una de las figuras más grandes e importantes no solo en la Iglesia Copta sino en toda la cristiandad. Os preguntaréis como pasó esto, pues ahora os lo contaré:

De su infancia y temprana juventud no sabe mucho. Se le llamaba "Etíope" por el tono de su piel. Lo antiguos griegos llamaban "ethiop" a aquellos habitantes que moraban de Nubia al sub-Sahara. Moisés era un hombre de alta estatura y gran fuerza. Él era esclavo de un oficial de la ciudad de Alexandria. Se aprovechaba de su fuerza y fue desarrollando una moral tan negra y unos vicios tan oscuros que abarcaban desde el robar, agredir a los más débiles e incluso asesinar. Fue tanta su depravación que su amo lo echó del palacio. Esto solo hizo que Moisés pasara a ser esclavo del oficial a ser esclavo de sus pasiones. Con otros bandidos formó una banda que se dedicaba a aterrorizar a los habitantes y viajeros de aquellos contornos. Por su astucia, fuerza y malicia pasó a ser el líder.

Nos cuenta el obispo San Paladio de Helenópolis (27 de noviembre) que en cierta ocasión había un pastor y su perro que frecuentemente le arruinaban sus planes de maldad, ya que el perro al ladrar avisaba a las gentes. Esto creó en Moisés un odio tan grande que le hizo perder toda razón. Se cuenta que el pastor estaba en otro lado de Nilo y que Moisés al percatase de esto se echó con solo su navaja en la boca al río y nadó hasta el otro lado. Alguien avisó al joven pastor, el cual con su perro se escondió en un agujero por la orilla. Moisés al no encontrarle se enfureció tanto que mató a cuatro de sus mejores carneros, escogió las mejores porciones para sí mismo, y el resto lo vendió y se compró una inmensa cantidad de vino.

Al parecer este evento le hizo huir y terminó en un monasterio. No se sabe con certeza si ya iba con un corazón contrito, pero sí sabemos que la Gracia Divina le comenzó a transformar de ese momento. Nuestro bandido fue llevado al desierto y ahí Dios le sedujo. Tomó por padre espiritual a San Isidoro el presbítero, quien fue uno de los primeros discípulos de San Macario el Grande (15 de enero). San Isidoro le llevó ante este Grande entre los santos, el cual le instruyó en la fe luego y le bautizó. Moisés pensó retornar al mundo, pero Isidoro le recomendó se quedase en el monasterio y Moisés así lo hizo. Al poco tiempo tomó el hábito monástico. Comenzó para Moisés una gran batalla espiritual la cual duró largo tiempo.

Moisés había pedido permiso para retirase en una celda alejada del cenobio. En cierta ocasión estando en esta celda le atacaron cuatro bandidos, pero él no había perdido nada de su fuerza, y sin hacerles daño les derrotó, los ató y se los llevó a los padres, quienes estaban en la iglesia recitando el Salterio. Los padres, como los bandidos, se quedaron asombrados. Moisés preguntó a los padres: "¿Qué quieren que haga con estos hombres, ya que no soy nadie para maltratarles?". Los padres le dijeron que los liberara. Los maleantes al darse cuento que este negro monje era su antiguo líder y que había sido generoso con ellos tuvieron un cambio de corazón y se convirtieron. También ellos tomaron el hábito monástico.

Moisés e Isidoro.
Moisés siguió teniendo muchas batallas no solo dentro de sí, sino también en su comunidad. Dios le purificaba como había purificado a su pueblo Israel en el desierto. Los ataques de los demonios eran constantes no solo durante el día sino también en sus sueños. Llego a tanta su agonía que en algunas ocasiones pensó regresar al mundo. San Isidoro le consolaba y le daba fuerza Con estas palabras: "Ves a occidente esa cantidad de demonios que están al acecho. Pues mira a oriente, y ve la cantidad de ángeles que son inmensamente más en cantidad. Ellos están aquí para asistirnos". También le dijo que fuera a recibir comunión. Esto le dio mayor determinación y desde este momento no lo pudieron derrotar los demonios por fuertes que fueran sus insidias. Cuando Moisés fue ordenado por el terrible obispo San Teófilo de Alejandría (15 de mayo), este le dijo: "Mira ya eres todo blanco". Moisés respondió: "solo soy blanco por fuera. Pero el que lo ve todo sabe que en mi alma soy negro". Para poner a prueba su virtud este mismo obispo pidió a los otros presbíteros que al comenzar la liturgia lo echaran del presbiterio diciéndole "lárgate de aquí etíope", luego uno le siguió para ver su reacción y le escuchó decirse a si mismo: "Han obrado bien contigo". En otro momento los monjes le llamaron para reprender a un monje que había obrado mal. Moisés cogió un costal de arena le hizo un pequeño agujero y comenzó a caminar, diciéndoles: "así como esta arena viene de tras de mí, así igual me persiguen mis pecados. No soy nadie para juzgar a mi hermano", rehusando dar juicio.

Cuenta la "vita" de San Zacarías el Egipcio (24 de marzo) que cuando este entró al monasterio, Moisés vio descender sobre el niño una blanca paloma. En cierta ocasión el santo, acompañado de otros monjes, fue a visitar a San Macario el Grande. Este al verles llegar dijo: "Veo que entre vosotros hay uno que recibirá la corona del martirio". A esto respondió Moisés: "he de ser yo, pues todos los que empuñan la espada, a espada perecen".

Moisés se retiró con una gran cantidad de monjes a Petra. Luego se marcharon hacia el Valle de Natrun en Egipto, al tiempo en que unos bárbaros atacaban la región. Al saber Moisés que el monasterio sería atacado mandó a sus discípulos que huyeran, quedándose con él solo 7 monjes. Los bárbaros saquearon el monasterio, mataron a Moisés y sus compañeros. Un monje que se había ocultado en unas palmeras vio bajar unas coronas de oro que se posaron sobre las cabezas de monjes mártires.

En el año 405, en el mes Copto 24 Paoni, nuestro 1 de julio, se cumplió lo que había dicho San Macario el Grande. Actualmente sus reliquias están el Monasterio de la Madre de Dios de Paromes, en Egipto

La iglesia copta y otras iglesias orientales le alaban en su liturgia con estos hermosos textos:

Reliquias de San Moisés.
Polytikion.
"Has demostrado ser un ciudadano del desierto, un ángel en la carne, y un trabajador maravilloso, oh Moisés, nuestro Padre que portas a Dios. Mediante el ayuno, la vigilia y la oración obtuviste dones celestiales, y resucitas a los enfermos y las almas de aquellos que recurren a ti con fe. Gloria al que te dio fortaleza. Gloria al que te ha coronado. Gloria al que hace sanidades para todos a través de ti".

Kontakion.
"¡Oh, Padre bienaventurado y justo Padre Moisés!, tú disipaste las tinieblas de las pasiones, siendo ricamente iluminado con luz divina; y con tus oraciones vigilantes, marchitaste el orgullo licencioso de la carne y subiste a lo alto de la ciudadela de arriba, donde suplicas continuamente a Cristo Dios para que conceda gran misericordia a nosotros".

Fuentes:
-http://oca.org
www.mystagwgia.gr


Leonel Varela.


A 28 de agosto además se celebra a:



San Elouan de Bretaña, ermitaño.
San Julián de Brioude, soldado mártir.
San Vivien de Saintes, obispo.

sábado, 26 de mayo de 2018

De Santos Reyes (XXIII): San Edmundo I.

Pregunta: pudiera saber mas sobre san Edmundo y otros santos con ese nombre.

Respuesta: Hay varios santos de ese nombre, pero te respondo al menos sobre uno de ellos:

San Edmundo I "el Magnífico" de Inglaterra, rey mártir. 26 de mayo.

Fue hijo primogénito del rey Eduardo el Viejo, rey de Wessex y de Edgiva, hija de Sigehelm, un caballero de Kent. A los 18 años subió al trono, siendo coronado el 29 de noviembre de 939. Muy pronto tuvo que defender su reino de los ataques de Olaf de Irlanda, que había ocupado la Northumbria, pero alfinal tuvo que aceptar la paz y abstenerse de reconquistar su tierra hasta la muerte de Olaf, en el año 942. En el año 940 se casó con Santa Ælfgifu de Shaftesbury (18 de mayo). Tuvieron tres hijos: Edwy, rey de Northumbria, de vida licenciosa, depuesto por los nobles, una hija de la que no se sabe ni el nombre, casada con Balduino de Hesdin, y San Eduardo el Pacífico (8 de julio).

En 945 Edmundo conquista Strathclyde pero concede sus derechos al rey Malcolm I de Escocia, estableciendo un pacto de ayuda mutua y unas relaciones pacíficas con Escocia. Durante su reinado comienza el renacimiento de los monasterios y abadías, dándose el gran impulso a la Iglesia en los reinos ingleses. En el 946, ya viudo, se casa pocas semanas antes de morir, con Ethelfledis, hija de Alfgar, señor de los Wilsaetas. 

El 26 de mayo de ese mismo año, con solo 25 años Edmundo fue asesinado en Pucklechurch, por Leofa, un ladrón exiliado. Edmundo le escupió frente a la muchedumbre, que respondió peleando, muriendo ambos durante esta pelea. Fue sepultado en la abadía de Glastonbury, en Somerset. Aunque nunca fue canonizado, recibió el típico culto religioso-patriótico que recibieron muchos reyes ingleses.

Otros santos que llevan este nombre son:

San Edmundo de Inglaterra, rey y mártir. 20 de noviembre.
San Edmundo Rich, obispo. 16 de noviembre
San Edmundo Gennings, presbítero mártir. 10 de diciembre
San Edmundo Arrowsmith, jesuita mártir. 28 de agosto
San Edmundo Champion, jesuita mártir. 1 de diciembre
San Edmundo de Escocia, príncipe. 3 de octubre
Beato Edmundo René de Vezelay, canónigo mártir. 2 de octubre
Beato Edmundo Sykes, presbítero mártir. 23 de marzo
Beato Edmundo Bojanowski, presbítero fundador. 7 de agosto
Beato Edmundo Ángel, religioso de La Salle, mártir. 6 de noviembre.
Beato Edmundo Ignacio Rice, presbítero fundador. 29 de agosto.


A 26 de mayo además se celebra a:


Santos Dyfan y Fagan,
misioneros.
La Invención de
Santiago Apóstol.
San Berenger de
St-Papoul, monje.









viernes, 15 de enero de 2016

Si dormía, no le dejaban dormir.

San Alejandro el Acemeta, abad. 15 de enero.

La "vita" de Alejandro la escribió un discípulo suyo, así que nos llega de primera mano. Un tanto adornada y en estilo hagiográfico, pero válida. Según esta, Alejandro era asiático y se educó en Constantinopla y aunque parecía que se inclinaría hacia el estado clerical, entró al ejército, alcanzando grados militares. Nunca abandonó la lectura de las Escrituras y precisamente, cuando se preguntaba qué hacer con su vida espiritual, leyendo el Nuevo Testamento vino en su ayuda con la frase de Jesús al joven rico: "si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme" (Mateo 19, 21). Y fue lo que hizo nuestro Alejandro, vendió sus bienes, socorrió a los más necesitados y se internó en las soledades de Siria, donde vivió siete años en el desierto. Allí estuvo hasta que el celo apostólico le llevó al mundo. Entró en Edesa y habiendo una fiesta en honor de los dioses locales, incendió el templo. Por supuesto que fue capturado y llevado ante Rábulo, el gobernador, el cual le libró de las turbas airadas, metiéndole en la cárcel para juzgarle con calma y sin el calor del momento.

Todos los días Rábulo hacía ir a su presencia a Alejandro, para oír su doctrina. Alejandro le enseñaba la verdad que enseñan las Escrituras. Un día que leía el ciclo de San Elías (20 de julio; 12 de enero, la Ascensión al Paraíso, y 20 de junio, traslación de las reliquias a Constantinopla), leyó como el santo profeta hizo caer fuego del cielo para consumir su sacrificio (1 Reyes, 18). Al oír este pasaje Rábulo le dijo "Esos son cuentos. Si el Dios del que hablas ha hecho esas maravillas entonces Él podría obrar ahora. Clama a Él para que envíe fuego la tierra para que yo pueda ver y creer". Al instante, lleno de confianza, Alejandro, se volvió hacia Oriente, extendió sus brazos y oró a Dios. Entonces cayó fuego del cielo y consumió las esteras que habían sobre el suelo, sin dañar nada más. Y el gobernador dijo: "El Señor es Dios, el Señor es Dios!" Fue bautizado con toda su familia y esclavos. Además, renegó públicamente de la idolatría rompiendo todos los ídolos que había en sus casas. Posteriormente consagrado obispo de Edesa, y sería un gran apologeta de la fe cristiana.

Luego de esto Alejandro se fue al desierto, pues se había enterado de una banda de ladrones, y quiso salvar sus almas, como Jesús en la cruz había salvado al ladrón. Merodeó por el desierto hasta que los mismos ladrones le atraparon. Y no perdió el tiempo, pues les predicaba a tiempo y destiempo, logrando se arrepintiesen de sus pecados y quisieran cambiar de vida. Para empezar, Alejandro les bautizó. Cuando bautizaba al jefe de los ladrones, Alejandro vio que este musitaba unas palabras, y le preguntó que era aquello que rezaba. El ex ladrón le dijo: "He sido un gran pecador, y temo que mis viejos hábitos regresen. Pedí a Dios que, si era su voluntad, me dejara en paz, ahora que mis ojos han visto su salvación" (Cf. Lc. 2, 22-32). Y Dios, para salvarle del todo, lo llevó consigo a los ocho días del bautismo, vestido aún con la vestidura blanca que conservaba puesta. Alejandro quedó, de alguna manera, como jefe de aquellos cincuenta antiguos ladrones y neófitos, por lo que, para cuidar de su nueva fe y su vida espiritual, convirtió en improvisado monasterio la guarida de los ladrones. y allí, donde antes sólo había paganismo, peleas y delitos, ahora había una comunidad unida en el amor a Dios y entre ellos. Se iniciaron en el ayuno, la oración y la predicación en las aldeas y ciudades cercanas.

En Palmira, ciudad cristiana, les ocurrió que los habitantes cerraron las puertas de la ciudad, diciendo que esa gran cantidad de monjes devoraría todos los productos del mercado, y cómo vivían de limosnas, les arruinaría. Entonces Alejandro y sus monjes se detuvieron fuera de la ciudad durante tres días, y la gente pagana de alrededor les traía comida, que los monjes aceptaron y pagaron con el alimento de la Palabra de Dios, convirtiendo a muchos. Después de que Alejandro constatase que no les dejarían fundar su monasterio allí, tomó los Evangelios y gritó: "¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad". Y partieron todos hacia Antioquía, donde Pedro, hermano de Alejandro, era abad de un gran monasterio. Al llegar, el portero vio tantos monjes y dijo a Alejandro que esperasen fuera, que preguntaría al abad para que este les diese permiso de entrar, o no. Pero Alejandro se metió en el monasterio y fue tras él a la habitación de su hermano, que se echó a sus brazos. Pero Alejandro dijo: "Nuestro padre Abraham salió él mismo a recibir los extranjeros y los invitó a entrar, y nuestro Señor Jesucristo exhortó a sus seguidores a mostrar hospitalidad, pero tú echas fuera a los caminantes, ¡y crees que haces un favor al admitirlos!" Y se volvió, negándose a comer en el monasterio de su hermano. Además, tuvo problemas con el obispo Teodoto, que tampoco quiso permitirle la fundación en la ciudad de Antioquía, así que Alejandro y los monjes acamparon a las afueras de la ciudad y comenzaron a orar y cantar, atrayendo a los antioquenos, que les condujeron a una antigua casa de baños, donde les establecieron. Allí Alejandro fundó un hospital para atender a los enfermos y pobres. Pero poco le duró la paz, pues un diácono de la iglesia de Antioquía, llamado Malco, hizo barullo con otros clérigos, que protestaron ante el obispo y el gobernador por permitir que aquellos ladrones se establecieran en la ciudad. Y se fue el diácono y sus adeptos al recién fundado monasterio y Malco gritó a Alejandro: "¡Sal fuera, tú bribón!" Alejandro solamente citó el Evangelio diciendo: "El nombre del criado era Malco" (Juan 18, 10). Y entre todos les sacaron de la ciudad a pesar del pueblo. Y sin embargo, salieron más de los que entraron, pues muchos hombres de la ciudad se les unieron para profesar la vida monástica.

Todos se dirigieron a Crithene, donde veinticuatro monjes de Alejandro se unieron al monasterio que allí había, donde se vivía observantemente. De allí se fue a Constantinopla, seguido de trescientos monjes. Fundó un monasterio con la regla de San Basilio en Gomon, Bósforo, cerca Constantinopla. Alejandro estableció seis turnos de coro, divididos en monjes griegos romanos, y sirios que se sucedían uno a otro. Cada coro cantaba la salmodia dos veces al día durante dos horas. Así completaban las veinticuatro horas del día y a toda hora se alababa a Cristo, permaneciendo vigilantes los monjes, como las vírgenes que esperan al Esposo. Este modo de orar incesante, hizo correr la creencia que aquellos monjes eran acemetas, o sea, que no dormían nunca, pues siempre estaban en el coro. En Constantinopla estuvieron un tiempo, pero su modo de vida y su pasado agradaba a pocos. Así que los poderes civil y eclesiástico intervinieron y se disolvió el monasterio. Alejandro y los monjes fueron encarcelados y golpeados y maltratados en diversas formas. Al ser liberados, volvieron a reunirse y formaron una comunidad monástica, retomando su vida “insomne”. Se desconoce cuando murió Alejandro, que fue sepultado en el monasterio y su tumba se veneró durante siglos, hasta la caída de Constantinopla, cuando el monasterio fue saqueado y destruido. Ni siquiera la historia fue leal con Alejandro, pues muchos tuvieron a San Marcelo Studita (29 de diciembre) como el fundador de los acemetas, los cuales desaparecieron en el siglo VI.


Fuente: 
-"Vidas de los Santos". Tomo I. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 


A 15 de enero además se celebra a 
San Bonet de Clermont, obispo. 
San Erembert de Arras, obispo

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...