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sábado, 13 de enero de 2018

Taumaturgo, fundador, evangelizador y centenario.

San Kentigern de Glasgow, obispo. 13 y 14 de enero.

Su "vita" está repleta de relatos piadosos y legendarios con vista a darle importancia y dotarle de santidad extrema, al gusto del medievo, pus fue escrita por el monje Jocelyn de Furness lo menos 500 años después de la muerte del santo. Los datos biográficos que tenemos sobre él son sólidos, pero sazonados de estas pueriles leyendas.

Kentigern, a quien también se le conoce como Mungo, fue hijo de Santa Tannoc (18 de julio), hija del rey Loth de Escocia. Este, aunque no era cristiano, confió su hija a Santa Modwenna (6 de julio y 8 de octubre) para que fuera educada en el monasterio de esta. Cuando la joven tuvo edad para el matrimonio su padre la prometió con el príncipe Owen y la mandó llamar a la casa de la familia. Tannoc, que quería ser religiosa, se excusó ante su padre y su prometido, diciendo que ya estaba prometida a un rey más importante que todos los reyes de la tierra. Entonces Loth la castigó echándola de su casa y poniéndola a cuidar una piara de cerdos que tenía en un bosque profundo. 

Allí vivió la joven, dedicada a su trabajo y a la oración hasta que la halló el príncipe Owrn la halló, la violó y dejó embarazada. Al saberse aquello, su padre la condenó a muerte por la vergüenza (!), ordenando fuera puesta sobre un carro y despeñada desde el acantilado de Traprain Law. Sin embargo, Tannoc sobrevivió a este castigo y entonces fue puesta en un barco sin remos ni velas, para que fuera a la deriva y los dioses se hicieran cargo de ella. Pero ocurrió que, milagrosamente, un cardumen de peces condujo la barca sin contratiempos hasta Culross, donde Tannoc dio a luz a nuestro santo apenas tocó tierra. Allí la encontró San Servan (20 de abril; 1 de julio, en Escocia, y Domingo de la Ascensión), quien bautizó al niño como "Kentigern" ("Señor nobilísimo") dándole como apodo "Mungo" ("favorecido"). Luego Tannoc se dedicó al servicio del Señor.

La infancia de Kentigern también nos es relatada como una sarta de continuas señales divinas. Cuéntase que era el encargado de mantener encendido el fuego de la sala de dormir. Una noche despertó y vio que el fuego estaba apagado del todo. Con la fe puesta en Dios, tomó un tronco que estaba congelado, sopló sobre él y el madero ardió al instante. Otra leyenda cuenta que el abad tenía un petirrojo domesticado, al que en una ocasión alguien le cortó la cabeza. Los otros niños del monasterio culparon a Kentigern del crimen. Él solo tomó los dos trozos del pájaro e invocando a Dios, el animalillo revivió, quedando todos edificados de la inocencia del santo niño. 

Cuando Kentigern llegó a su primera juventud, dejó el monasterio y se fue a Kernach, junto a San Fergus (11 de julio), de quien fue discípulo hasta que el santo abad murió. Entonces Kentigern, no sabiendo donde enterrarlo, colocó el cuerpo sobre un carro tirado por dos toros salvajes, que amansó milagrosamente, y dejó que los animales caminaran por si mismos. Estos se dirigieron al río Clyde, donde había vivido San Ninian (16 de septiembre), y allí se detuvieron. Allí mismo Kentigern le sepultó, construyó una ermita y colgó en un árbol la campana que el santo había usado en vida para llamar a los fieles a la oración. Restauró la iglesia, construyó unas ermitas y dio comienzo a la vida eremítica en el lugar. Posteriormente se fundaría allí mismo la ciudad de Glasgow, que significa "iglesia amada" en gaélico antiguo. Está claro que esta leyenda pretende explicar el culto y la presencia de las reliquias de San Fergus en Glasgow, al mismo tiempo que da a la ciudad unos orígenes casi divinos.

El rey Rhydderch quiso que Glasgow fuera sede de un obispo, para impulsar mejor la evangelización, y eligió a Kentigern como primer obispo, quien aceptó a regañadientes el nombramiento, porque pensaba que era demasiado joven para ello. Una vez consagrado, comenzó una febril acción evangelizadora de los escoceses, que dio como fruto numerosas conversiones y la fundación de varios recintos monásticos donde se fomentaban la piedad y el saber. Cuando Morken, un tributario del rey se hizo con el poder, expulsó a Kentigern, e intentó reimplantar el paganismo. Entonces nuestro santo tomó camino del destierro y se fue a Cumbrië, donde vivió en el monasterio de San Asaf (1 de mayo) y luego pasó a Gales, donde convivió con San David de Gales (1 de marzo). En 573 el rey Rhydderch retomó su trono y Kentigern pudo regresar y continuar la proclamación del evangelio, principalmente en el suroeste de Escocia.

Una leyenda cuenta que, siendo Rhydderch un rey muy generoso, hubo un monarca irlandés que lo dudaba y quiso ponerle a prueba. En una visita que hizo este rey a Rhydderch, luego de ser agasajado espléndidamente y recibir costosos regalos, dijo a Rhydderch: -"Si realmente quisieras honrar tu fama de rey generoso, me darías un plato de moras frescas". Parece algo simple, pero era pleno invierno y las moras, claro, eran inexistentes en ese momento. -"Miraré lo que puedo hacer por ti", contestó Rhydderch avergonzado. Y expuso su pena a nuestro biografiado, el cual, en atención al celo de Rhydderch por el Evangelio, hizo una larga oración. Y he aquí que, al amanecer, entró en el bosque y halló una zarzamora que colgaba lleno de moras, las cuales recolectó llevó al rey, quien salió airoso, por milagro, de la situación.

Otra fábula nos dice que Kentigern también acudió en socorro de la reina Strathclyde, quien tenía un amante al cual le había dado su anillo de bodas. El amante, temeroso de que el rey supiera la verdad, arrojó el anillo al mar. Cuando el rey vio a la reina sin el anillo y le preguntó, ella respondió que lo había perdido. El rey, lleno de cólera, le exigió que lo hallara sí o sí. Recurrió la mujer a San Kentigern, quien hizo oración por ella. Ese mismo día uno de los monjes pescó un salmón y al abrirlo, resultó que tenía el anillo dentro. El santo lo entregó a la reina a la par que le amonestaba por su liviandad.  Otra leyenda cuenta que en una ocasión el santo se quedó sin luz, y sus dedos en alto, cual velas, iluminaban la estancia. Un monje lo veía oculto y cuando Kentingern terminó la oración dijo al monje: "por curioso, una cigueña te comerá un ojo". Así mismo fue, al salir de allí, una cigüeña le arrancó un ojo al monje, pero el santo se lo repuso milagrosamente. Esta misma leyenda se cuenta de San Columba de Iona (9 de junio), San Flannan de Killaloe (18 de diciembre) y San Senan (8 de marzo).

Otro relato cuenta que Kentigern envió a su discípulo San Constantino (11 de marzo) al monasterio de Iona, donde era abad el célebre San Columbano (9 de junio), con el cual intercambiaron presentes de reliquias y libros sagrados, iniciando una relación de colaboración. Sin embargo, San Adamnan de Iona (23 de septiembre), biógrafo de Columbano, no menciona este hecho en absoluto, por lo que se considera un añadido de Jocelyn de Furness para remarcar las excelentes relaciones que, efectivamente, existieron entre las sede de Glasgow y el monasterio de Iona. 

Pero tal vez la leyenda más curiosa sobre Kentigern sea la que habla de su encuentro con el mago Merlín en Drummelzier. En este encuentro nuestro santo predicó el Evangelio al famoso mago, quien aceptó a Jesucristo, hallando gracia y perdón justo antes de su muerte.

San Kentigern murió sobre 612, aunque si computamos todas las épocas en las cuales se le data, debió vivir nada menos que ¡180 años!. Fue sepultado en su primitiva catedral de Glasgow. En Escocia tiene fuerte devoción, y es abogado contra varias enfermedades y males, de pescadores, leñadores y en general casi todos los oficios rudos.


Fuente:
-"St. Mungo, founder of Glasgow". Univ. Ottawa Press, 1989.
-"Celtic Saints". MARTIN WALLACE. Apple Tree Publish,
Belfast.


A 13 de enero además se celebra a
Santos Hermilo y Estratónico de Sigidon, mártires.
Beata Jutta de Huy, reclusa cisterciense.

sábado, 7 de julio de 2012

A Pamplona hemos de ir...


San Fermín. Olloki.
Pregunta: Hola, he buscado en vano a San Fermín... Mi esposo me dice que cuando le preguntó el nombre a su Santo, le vino a la cabeza el nombre de Fermín  ¿existe? Gracias.

Respuesta: Hola. Claro que sí, existe, y no uno solo, pero me detendré en el más conocido, aunque no por su vida, sino por los famosos encierros de toros que se realizan en Pamplona, España, por su festividad. Lo que se sabe de él es bastante legendario y de poco fiar. Aparece como obispo de Amiens donde hay dos San Fermín de Amiens más, uno celebrado el 11 de marzo y el otro el 1 de septiembre. Pero vamos al nuestro:

San Fermín "de Pamplona". 25 de septiembre (invención de las reliquias), 7 de julio y 10 de octubre (traslación de las reliquias a Pamplona).

Las primeras referencias son entre los siglos V o VI, y solo son intentos de reconstruir una “vida”, lo que indica que el culto es anterior y bastante sólido. Esta leyenda dice que nació en Pamplona, España, de padres paganos: Firmo y Eugenia. Sus padres se convertirían y su padre sería incluso obispo. La conversión ocurrió así: Firmo fue a sacrificar a los dioses en el templo a Júpiter, cuando el sacerdote San Honesto (26 de febrero y 28 de noviembre) le dijo que los dioses paganos eran nada y no tenían poder alguno. Firmo le dice: "Muéstrame algo mejor", a lo que Honesto le habló de San Saturnino (29 de noviembre), su maestro, a la sazón, obispo de Tolosa y que, coincidentemente, pasaría una semana más tarde por allí. Instruidos y bautizados, el niño Fermín fue educado por Honesto. Fermín creció fue ordenado sacerdote y obispo por el sucesor de San Saturnino, que fue San Honorato (21 de diciembre). Según la tradición pamplonesa, llegó a ser el primer obispo de esta ciudad. Luego iría, como obispo itinerante (hubo muchos de estos en la antigüedad) a evangelizar en Aquitania, Anjou y otras zonas francesas. Allí sufrió persecución por parte de los sacerdotes paganos, fue apresado y condenado por el gobernador Valerio a recibir azotes, por predicar el Evangelio.

Procesión con el busto relicario. Pamplona.
Llegó a Amiens, donde fue proclamado obispo sedente de la ciudad, allí convirtió con la palabra y el ejemplo a varios nobles, magistrados y más de tres mil pobladores. Un noble llamado Faustino se convertiría y de su descendencia nacería el otro San Fermín obispo de Amiens, el del 1 de septiembre.

Fue mandado a apresar por los magistrados Sebastián y Longulo, fue encarcelado y comenzó un proceso en el que se le pidió que se retractara de su fe, pero se negó, manteniéndose firme. Ante la posibilidad de una revuelta popular, por el aprecio que se le tenía al santo obispo, le decapitaron en la cárcel se cree que, a más tardar el año 303. Su tumba se perdió y no fue hasta casi 400 años más tarde, en el siglo VII cuando lo encontró San Salvio (11 de enero), obispo de Amiens, que organizaría rogativas para que un milagro permitiera hallarla. Un rayo de sol la señala y al abrirla, una agradable fragancia lo inundó todo (fragancia que, por cierto, también sintieron los obispos de Beauvais, Noyon, Cambrai y Thérouanne en sus respectivas sedes).

San Fermín predica en Amiens.
A pesar se saberse poco de su vida, el culto se extendió por Francia, sobre todo el norte, por donde habría predicado. En Pamplona, ciudad que le reclama como hijo y primer obispo, ya aparece documentado el culto en el siglo XII, con la llegada de las reliquias desde Amiens, lo que habla que ya se le tributaría algún culto. En el siglo XIII, su fiesta alcanza la categoría de Rito Doble de Primera Clase (lo que hoy se llama solemnidad) y se celebraba la Traslación y su Octava, del 10 al 18 de octubre. En el siglo XVI se trasladó al 7 de julio y luego se expandió por toda España y América sobre todo en el siglo XVIII, por la emigración e influencia navarra. En 1657 Papa Alejandro VII lo declaró junto a San Francisco Javier (3 de diciembre), patrón de la ciudad de Pamplona (antes y aún hoy, lo era San Saturnino).

Desde la Edad Media fue protector de toneleros, panaderos, comerciantes e invocado contra la sequía, el escorbuto y la erisipela. A veces le acompaña un unicornio, pero no sé por qué. En Amiens se celebra su memoria, el 25 de septiembre, día que también lo recoge el Martirologio Romano. Como decía al principio, famosos son los encierros de toros por su fiesta en Pamplona. Un detalle interesante, el toro no tiene nada que ver en su leyenda o iconografía, mientras que sí aparece en la vida de San Saturnino de Tolosa, pues uno de sus castigos fue ser arrastrado por las calles atado a un toro.



Fuentes:
-"Actas sinceras nuevamente descubiertas de los santos Saturnino, Honesto y Fermín". R.P. MIGUEL JOSÉ DE MACEDA. Madrid, 1798.
-"Panegírico en honor del glorioso martir San Fermín. FR. JUAN BERNAL O.M. Valencia, 1765. 



A 7 de julio además se celebra a
Beato Ralph Milner, laico mártir.
San Enoch de Amatin, carmelita.

viernes, 8 de junio de 2012

Santa Blandina y los mártires de Lyon.

Los mártires lyoneses.
Lyon y su Iglesia local.
Lyon era una ciudad cosmopolita, puente de comercio y política entre Roma y la Galia, y el resto del continente. El cristianismo, como es usual en el estos tiempos, llegó no por misiones organizadas, sino por cristianos de diversos sitios que fueron uniéndose y formando comunidad. Se reunían para la eucaristía, se ayudaban unos a otros y, se distinguían de los demás ciudadanos.

Había ya una comunidad incipiente en la ciudad de Lyon, que pidió a San Policarpo (23 de febrero) le enviase algunos sacerdotes y algún obispo. En 177 envió este desde Esmirna a su querido discípulo San Ireneo (28 de junio y 23 de agosto, Iglesia Ortodoxa) y San Potino, obispo (2 de junio). Potino organizó la comunidad, celebrando los sacramentos, estableciendo la ayuda a los pobres y viudas. Se valió de la ayuda de los presbíteros Marcelo, Valeriano (galos) y de Atalo (natural de Pergamo, ciudadano romano) y el diácono Sancto. Puntales de la comunidad fueron los seglares Alejandro (frigio), Alcibíades, Filomeno y Macario (ciudadanos romanos), Aristeo, Zózimo, Zótico y Apolonio (griegos). Griego sería también el niño mártir, Póntico. Jóvenes célebres la iglesia local eran San Epipodio (22 de abril) y San Alejandro (24 de abril), ambos lioneses, aunque de familia griega y gala, respectivamente.

Otro era Vecio Epagato, noble influyente y gran predicamento entre la ciudadanía. Otros de los que nada se sabe, pero cuyos nombres recogen las actas del martirio, aunque no todos fueron mártires: Maturo, Silvio, Primo, Ulpio, Vitolo, Gemino, Octubrio, Pio Tito, Cornelio y Julio. Puntales también fueron en la organización de la iglesia varias mujeres, vírgenes, casadas o viudas, como Bibliada, Tolima, Samnita, Rodana y Elpis (Esperanza), de origen romano. Otras eran galas y esclavas libertas, como Julia, Albina, Grata, Roguia, Emilia y Pompeia. Y otras, de las que se desconoce su estado y origen, que son Antonia, Justa, Ulumpa (Eulampia), Ausonia, y Lucía, una viuda que vivía a las afueras. Y finalmente, la más conocida y venerada, la que encabeza la lista de mártires:

Santa Blandina, esclava, virgen y mártir. 2 de junio.

Formaba parte de la comunidad cristiana antes esbozada, junto a su ama, también cristiana, cuyo nombre no nos ha llegado. Esta iglesia local no tardó en destacar, lo que atrajo el temor de nobles, de pueblo que no se fiaba de los cristianos y del gobernador Tácito, que mandó apresar a algunos para hacerles apostatar. Fueron hechos prisioneros el diácono Sancto, Maturo, aún neófito, Alcíbiades, Bibliada, Blandina, su ama y otros varios que, según la costumbre, habían ido a visitarles, llevarles consuelo y a orar. El juicio público coincidió con la celebración de unos festejos y juegos. Entre estos juegos, ya sabemos, era frecuente la lucha entre hombres y bestias, como toros, leones, osos, así que teniendo prisioneros, que mejor que fueran los cristianos los que “jugaran” con los animales.

El día del juicio los cristianos fueron llevados ante el gobernador y la multitud. El escenario estaría preparado: potro, fuego, flagelos… Un pregonero debía anunciar la causa del enjuiciamiento (ateísmo, canibalismo, traición al César, etc.) a la multitud, entre la que había cristianos escondidos, orando por sus hermanos. Y uno era Vecio Epagato, noble y cristiano en lo oculto; cuando se anunció el juicio, se adelantó y dijo:

-“Yo pido que se me autorice para defender á estos hombres. Me empeño probar que no han cometido ninguno de los actos que se les imputan”.
-“¿Con que tú también eres cristiano?" dijo el gobernador.
-“Si, lo soy” - respondió Vecio, por lo que pasó de defensor a acusado con los demás.

Apenas comenzó el interrogatorio, se mostró la entereza de unos y la flaqueza de otros; entre estos últimos estaba Bibliada, que renunció a Cristo. Los que quedaron, les suplieron en valentía. Preguntado el diácono Sancto por sus orígenes, dijo - “Yo soy cristiano”, es decir, que su única familia, su única patria y origen era su Dios.

Fue llamada Blandina, que se adelantó resueltamente. Torturada hasta el cansancio, repetía contantemente: - “Soy cristiana, y entre nosotros no se hace mal alguno”.

Bibliada, cuando vio a sus hermanos padecer, aunque había apostatado, aún tuvo valentía para negar una de las causas de la condena, y gritó: –“¿Nosotros, comer niños? ¡Nosotros, ¿a quienes ni es lícito gustar la sangre de los animales?!

Santa Blandina.
Vidriera modernista
Duraron los interrogatorios varios días, y todas las tardes, los sobrevivientes eran llevados a la cárcel de nuevo, o encadenados o en el cepo. Algunos morían allí mismo, de agotamiento o las heridas, pero no se cansaban los perseguidores, cada día traían más cristianos a sustituir a los fallecidos. Algunos pastores, ante esto, aconsejaron huir a los fieles más prominentes y conocidos. Epipodio y Alejandro, traicionados por un esclavo, a la choza apartada de la viuda Lucía.

Potino, el obispo de todos, se quedó para animar y consolar a los que no podían huir, pero fue apresado y llevado a la cárcel. Era un anciano de 90 años y su traslado fue un acontecimiento: querían verle derrotado y suplicante, pero le vieron digno y con la frente alta de ir al martirio. Cuando no pudo andar más, no pidió clemencia, sino que lo llevaran en brazos, para llegar antes a su destino: el martirio. Preguntado por el juez, sobre que dios era ese, el de los cristianos, respondió: -“Tú le conocerás, si de ello te haces digno”. Y no quiso preguntarle más. Le llevaron a la prisión nuevamente y aquí se apoderó de él la multitud, que le apaleó y le arrojó piedras y cuanto pudo. Finalmente, al llegar a la prisión, desfalleció durante dos días, para morir en paz, rodeado de sus hijos amados.

El día final de los juegos, fueron llamados a comparecer Sanctos, Maturo y Blandina, Pero la multitud quería más, y empezó a clamar “Atalo, queremos a Atalo”, aunque por su ciudadanía romana estaba exento de sufrir bajo las fieras, pero aún así fue llamado por el gobernador, al menos para reírse de él. Le puso un cartel que decía “Ved aquí a Atalo el cristiano” y le mandó a dar vueltas, para enviarlo a prisión nuevamente. Pero a Sancto, Maturo y Blandina les mandó lanzar al circo a latigazos.

Había un madero en la arena, donde ataron a Blandina, para que la alcanzaran las bestias. A Maturo y Sancto los sentaron en una silla de hierro, debajo de la cual había un brasero ardiente pero mientras duró el tormento (el pueblo decidía la duración), ni uno ni otro se quejó. Sancto continuaba diciento “Yo soy cristiano”. Mientras, Blandina, rezaba en voz alta, para darles ánimo. Por esta vez las bestias no la tocaron y fue conducida la prisión, junto a Maturo y Sancto.

Al contrario de lo que pensaban los jueces y pueblo, el regreso de estos tres últimos a la cárcel, desfallecidos y atormentados, no hizo vacilar a los que allí estaban, sino todo lo contrario, hizo avergonzarse a los que por miedo habían apostatado de la fe, como Bibliada. Pedían a los carceleros los llevasen ante el juez, para retractarse de su apostasía y declararse cristianos. Se acercaron a sus hermanos y les pidieron perdón, todos juntos se abrazaron y animaron en lo que les esperaba: El tiunfo por medio del tormento. Dicen las Actas: "así, los miembros vivos de la Iglesia resucitaron los miembros muertos".

Llegó una carta de Marco Aurelio, el emperador, que mandaba tener clemencia con los que renegasen de la fe, y ajusticiar a aquellos que insistieran en ser cristianos. No tuvo prisa el gobernador y dejando a los cristianos presos, detuvo los juicios hasta principios de agosto, fechas en las que volvían a hacerse grandes festejos en la ciudad. Llegado el día, fue detenido Alejandro, el médico frigio, que era cristiano en secreto. Fue conducido al tormento junto con los cristianos que quedaban, que eran sólo 28, pues 18 habían muerto en prisión. Fueron condenados a ser degollados, menos cuatro, que serían reservados para las fieras. Atalo y Alejandro, luego de ser embestidos por las fieras y quedar vivos, fueron extendidos sobre planchas incandescantes. Atalo gritó:

- "¿No es esto realmente devorar a los hombres? ¡Y sois vosotros los que nos acusáis de ese crimen!"
- "¡Cristiano, ¿como se llama tu dios?!" - le gritaba la multitud.
- "Los nombres son para los bombres, Dios no tiene nombre". - respondió. 

Martirio de Blandina y Póntico.
Estaban allí también Blandina y el niño Póntico, que habían sido reservados para el último día, pero pero les habían sacado para que la visión de sus hermanos martirizados les hiciese sufrir más aún y recapacitasen. Finalmente, llegó el día de ambos y la gente creía que podría doblegar a Póntico, por su juventud, y le conminaba a sacrificar a los dioses. Blandina le animó mientras los verdugos y las fieras le destrozaron, luego ella misma fue envuelta en una red y expuesta a un toro, que a cornadas, la levantó por los aires, la pisoteó varias veces, mientras el pueblo gritaba y aplaudía eufórico. Y en medio de tanto dolor, Blandina elevaba sus oraciones al cielo. Fue la última en padecer tormentos, luego de animar a todos los demás. Los otros cristianos fieles, fueron decapitados directamente, por ser ciudadanos romanos, en la plaza del Ateneo.

Sabiendo el gobernador de la veneración que los crisitanos sentían hacia sus mártires, mandó juntar los cuerpos desmembrados y decapitados en un montón para ser quemado y lo que quedase, fuera arrojado al río Ródano. No quedaron reliquias, pero sí el recuerdo del sitio del martirio, donde se levantaría la bella basílica de Santa Blandina.

Fuentes:

-"Historia Eclesiástica. Libro V, I". EUSEBIO. Traducción de George Grayling. Barcelona 2008.
-"Vidas de los santos: colección de biografías publicadas en español". D. JOAQUÍN ROCA CORNET. Barcelona 1856.
-"Los mártires o el triunfo de la religión cristiana". François-René Chateaubriand. Madrid, 1856.


A 2 de junio además se celebra a
San Eugenio I, papa.
San Sadoc y compañeros mártires dominicos.

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...