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martes, 20 de abril de 2021

Restaurador y celoso pastor.

San Wiho de Osnabrück, obispo. 20 de abril y 13 de febrero.

Wiho nació en la región de Leeuwarden, en el seno de una familia frisona. Se educó bajo la dirección de San Gregorio de Utrecht (25 de agosto) en el colegio que este había fundado. Predicó en Sajonia luego de que su rey, Widukind, hubiera sido vencido por San Carlomagno (28 de enero), quien detuvo su política de regresión al paganismo y persecusión de la fe católica. Convertido Widukind, o eso dijo él, retomó la fe cristiana como religión de sus reinos y la fe católica pudo predicarse libremente. Y, además, cosa curiosa, a pesar de sus desmanes, le conmemoramos en el santoral a 7 de enero como santo.

En fin, que nuestro santo volvió a evangelizar Sajonia por orden de Carlomagno, quien pidió al papa Adriano II que le ordenara obispo de para la región. Fue un hombre de gran cultura, que reconstruyó numerosas iglesias, fundó colegios, monasterios, hospitales y avivó la vida espiritual de sus fieles durante los 25 años que estuvo en la sede. Subió al empíreo en 804.

lunes, 23 de noviembre de 2015

La Dama Gris.

Santa María Margarita de Youville, viuda y fundadora. 23 de noviembre.

Nació el 15 de octubre de 1701 en Varennes, Quebec. Fue la mayor de tres hermanas y tres hermanos. A los siete años quedó huérfana de padre y su familia atravesó un período de gran pobreza. Estudió dos años en las Ursulinas de Quebec. Cuando regresó a su hogar, ayudó a su madre en el cuidado de la casa y en la educación de sus hermanos. Más tarde siguió a Montreal a su madre, quien se casó nuevamente. Allí conoció a François d´Youville, con el que contrajo matrimonio en el año 1722 y del que tuvo seis hijos, de los cuales sólo dos sobrevivieron. Bien pronto comprendió que su marido no se interesaba por la familia y se ausentaba frecuentemente para el comercio del alcohol con los indios; a estas pruebas se añadía la convivencia con la suegra, que era muy exigente. Cuando su marido se enfermó de improviso, ella lo cuidó con gran ternura hasta que murió en el año 1730, dejándola encinta con el sexto hijo, que no sobrevivió. Fue entonces cuando comprendió mejor el amor solícito de Dios hacia todos los hombres.

Con gran confianza en la providencia de Dios Padre, emprendió muchas obras para responder a las necesidades de los demás. Siguió la educación de sus dos hijos, que se hicieron sacerdotes en 1737. Luego, con tres amigas, se consagró a Dios el 31 de diciembre de ese año, para servirlo en la persona de los más necesitados. Sin pretenderlo, Margarita se convirtió en la fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Montreal, más conocidas como “las damas grises”, por el color del hábito. Al ponerse al servicio de los pobres, Margarita revolucionó las costumbres sociales de su época, y fue objeto de maledicencias y calumnias por parte de los suyos y de su ambiente social. Sin embargo y a pesar de su delicada salud y de la muerte de una de las primeras que se le asociaron, perseveró en su proyecto. El 2 de febrero de 1745 ella y sus compañeras pusieron todo en común para ayudar a un número mayor de necesitados. Dos años más tarde asumió la dirección del Hospital de los Hermanos Charon, que había caído en ruina y lo convirtió en lugar de refugio para los desamparados.

En el año 1765 un incendio destruyó el hospital, pero no quebrantó la fe ni la valentía de esta mujer: exhortó a sus hermanas y a los pobres a reconocer la mano de la Providencia en esa prueba y a alabarla. A los 64 años emprendió la reconstrucción del hospital. Falleció el 23 de diciembre de 1771. Juan XXIII la proclamó beata el 3 de mayo de 1959 y Juan Pablo II la canonizó el 9 de diciembre de 1990, siendo la primera santa canadiense.




Fuente: 
Jhonatan Alarcón.


A 23 de noviembre además se celebra a
San Paulino de Withland, abad.

domingo, 30 de agosto de 2015

San Pamaquio, el sufrido.

San Pamaquio, confesor. 30 de agosto.

Probablemente hubiera pasado desapercibido Pamaquio, a pesar de ser un cristiano ejemplar, de no ser por su relación con el tempestuoso San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo, invención y traslación de las reliquias). Perteneció a la Gens Camilla, y de joven fue educado en la gentilidad. Conoció las artes, la retórica y, por interés más que por devoción, también se formó en la lectura de las Sagradas Escrituras. Fue siendo estudiante cuando conoció a San Jerónimo. En 370 terminó sus estudios y sobre 374 entró en el Senado, cuerpo en el que llegó a ser procónsul. Entre 385 y 388 casó con Santa Paulina (30 de agosto), hija de Santa Paula (26 de enero), la fiel y paciente discípula de Jerónimo. En 393 murió Paulina y Pamaquio se entregó a la caridad, donando sus cuantiosos bienes a los pobres de Roma. Junto a Santa Fabiola (27 de diciembre) construyó un hospital en el puerto de Ostia, para acoger a los extranjeros que llegaban enfermos y no se les permitía entrar a la ciudad por miedo a contagios. Las ruinas de este hospital pueden visitarse aún hoy. Visitaba diariamente este hospital y siempre estaba rodeado de mendigos y niños pobres que reclamaban su atención. Y junto con la limosna, se llevaban la atención, la escucha, la palabra atenta y la caricia pertinente. Fue también apóstol de la palabra, pues escribió algunas obras apologéticas, llegando a convertir a algunos de los principales herejes donatistas. Fue amigo y "director" de Santa Melania "la Joven" (31 de diciembre) y de su marido Piniano Valerio. 

San Agustín (28 de agosto; 24 de abril, bautismo; 29 de febrero, traslación de las reliquias a Pavía; 5 de mayo, conversión; 15 de junio, en la Iglesia oriental) elogia a Pamaquio en una carta, que reproduzco íntegra, por su valía (más que lo que yo pueda escribir):

Agustín saluda en el Señor a Pammaquio, señor eximio y justamente digno de ser acogido, e hijo amadísimo en las entrañas de Cristo:
Tus buenas obras germinan con la gracia de Cristo y te han hecho para nosotros muy honorable, famoso y amadísimo entre sus miembros. Si viese yo tu semblante cada día, no te conocería mejor que cuando miré y conocí, reconocí y amé tu interior, decorado con la hermosura de la paz, radiante con el brillo de la verdad, en el candor de un solo hecho que presencié. A éste hablo, a éste escribo ahora, a éste, querido amigo mío que se ha mostrado a mí, aunque está ausente en cuanto al cuerpo. Sin embargo, ya antes estábamos juntos, vivíamos reunidos bajo una misma Cabeza. Si no vivieras arraigado en el amor de la misma, no te resultaría tan amada la unidad católica, no hubieses amonestado con tales palabras ni hubieses animado con tal fervor de espíritu a tus colonos africanos, establecidos en ese país en que nació el furor donatista, es decir, en el centro de la Numidia consular. Les amonestaste con palabras, les animaste con gran fervor espiritual a que siguiesen lo que pensaban que un varón tan destacado y grande como tú sólo podía aceptar después de haber reconocido la verdad. Separados de ti por tan larga distancia de lugar, hablan de marchar bajo la misma Cabeza y ser contados para siempre contigo entre los miembros de ella los que por su precepto te sirven y obedecen temporalmente.
Reconociéndote y abrazándote en esta hazaña tuya, me regocijé para felicitarme contigo en nuestro Señor Jesucristo y enviarte esta carta de congratulación, como índice de mi corazón y amor. Ya no pude hacer más. Pero te ruego que no midas por ella la fuerza de mi amor. Trasciende tú la carta, después de leerla, con un vuelo invisible, que se realiza en el interior; llégate con el pensamiento hasta mi pecho y mira lo que aquí se piensa de ti. Al ojo de la caridad se abrirá el sagrario de la caridad, que tengo cerrado para las bagatelas tumultuosas del siglo cuando allí adoro a Dios. Aquí descubrirás los deleites de mi alegría por tan buena obra tuya, deleites que no puedo manifestar con la palabra ni expresar con la pluma; deleites ardientes e inflamados en el sacrificio de alabanza de aquel que te inspiró el querer y te ayudó a poder. Gracias a Dios por tan inefable don.
¡Oh, cuántos senadores hay que, como tú, son hijos de la santa Iglesia! Deseo que realicen en África una empresa semejante a la que celebro por ti. Pero es harto difícil exhortarlos a ellos, mientras nada se arriesga felicitándote a ti. Quizá ellos nada harán, y hasta podrían poner asechanzas para engañar a los débiles, como si en su ánimo estuviésemos ya vencidos por los enemigos de la Iglesia. En cambio, tú hiciste de tu parte algo para confusión de esos enemigos y para alcanzar la libertad de los débiles. Por eso me contento con que leas tú mismo con amistosa confianza esta carta a los que puedas hacerlo con derecho cristiano. Estimulados por tu ejemplo, podrán creer que puede hacerse en África lo que quizás actualmente piensan que no se puede lograr, y por eso se retraen. En cambio, no quiero contarte las insidias que los herejes traman con torcido corazón; me he burlado de ellos porque piensan que valen algo en la posesión de Cristo. Pero podrán contártelas mis hermanos. Los recomiendo con interés a tu excelsitud, para que no alimenten un temor superfluo en esta tan grande e inopinada alegría que celebramos por la salud de esos hombres tuyos. Por ellos exulta, gracias a ti, la Madre Católica.
Su amistad con San Jerónimo se vio enturbiada por la radicalidad de este último, propicio a defender la verdad católica con rudeza e ironía. La cuestión fue que Pamaquio pidió a Jerónimo refutase a Joviniano, hereje que negaba la excelencia de la virginidad. Jerónimo respondió encendidamente al hereje, pero para valorar la castidad y la elección virginal denigró el sacramento del matrimonio y la vida conyugal, lo cual, por supuesto, ofendió a Pamaquio y otros cristianos casados, que se sintieron ofendidos ante las consideraciones de Jerónimo. La respuesta de este fue su “Apología a Pamaquio”, donde aunque rebaja el tono, sigue considerando la vida matrimonial inferior a la virginidad. También se vio Pamaquio envuelto en la polémica entre Jerónimo y Rufino, sacerdote erudito, entusiasta de Orígenes, con el que Jerónimo tuvo años de discrepancia. Todo por malentendidos, pues Rufino en realidad no compartía las herejías que algunos predicaban partiendo erróneamente de los escritos de Orígenes. Pero para San Jerónimo, que también había sido amante de estos escritos, el hecho de que hubiera herejías que tomaban a Orígenes como principio, ya le supuso emprender una guerra contra las obras de Orígenes y todo aquel que las promoviese.

Volviendo a Pamaquio. Algunos dicen que ya viudo fue monje, o presbítero, pero lo más certero es que permaneció como laico célibe entregado a la caridad y la oración. En 410 murió en la paz del Señor.


Fuentes:
-http://www.augustinus.it/spagnolo/lettere/lettera_058_testo.htm
-"Vidas de los Padres, Mártires y otros principales Santos". Tomo VIII. ALBAN BUTLER. Valladolid, 1791. 


A 30 de agosto se celebra además a 
Santa Rizza de Koblenz, eremita.
San Fiacre de Meaux, eremita

domingo, 10 de mayo de 2015

La paciencia todo lo alcanza...

San Job, Patriarca. 10 de mayo (Iglesia romana), 30 de marzo y 27 de abril (Iglesia etíope) 6 de mayo (Iglesias orientales), y 22 de mayo (en Jerusalén). 

Talla en la iglesia de San Sulpicio
de Diest, Bélgica. Siglo XVII.
La vida de este santo patriarca la hallamos en las Sagradas Escrituras, narrada en un hermoso libro de carácter didáctico en el que el protagonista es tentado en su fe y paciencia hasta límites sobrehumanos, pero el santo siempre responde con mansedumbre a la voluntad divina. Todo le viene de Dios, lo bueno y lo malo. Curiosamente, lo que más le duele es la crítica de sus amigos Elifaz, Bildad y Sofar, y es que el respeto humano es uno de los más grandes escollos que los hijos de Dios hemos de superar. Estas críticas hay que leerlas en el contexto judío donde Dios premia en la virtud y castiga el pecado. Enfermedad, desgracias, pérdidas, todo era causa de un merecido castigo divino, así que al ser Job tan castigado, necesariamente ha de tener un pecado oculto, acusación ante la que él se defiende. Primero le acusan de pecar contra Dios, luego de pecar contra el prójimo.

Lamentablemente es esta una visión que aún muchos cristianos no han superado y constantemente están tentados a explicar los males como un castigo divino, lo cual habla de su poca comprensión del mensaje de Cristo, que sobre pasa la supuesta venganza divina.

La historia de Job habla de no aventurarse en juicios temerarios, de lo inescrutable de la providencia divina y de la absoluta liberalidad de Dios para con los hombres.  De hecho, el mismo libro, por medio del profeta Elihú da una visión nueva al asunto: los padecimientos del Job le purifican en la virtud, y no son castigo de Dios, sino una prueba de este para que demuestre su fe, paciencia y fidelidad. Aún así, el libro no deja a Job en la miseria y enfermedad sino que, una vez probada su virtud, recobra la salud, bienes y vuelve a tener una numerosa familia, signo de bendición. Ya premia Dios en esta vida a sus fieles. Con Cristo esta visión se supera (de la enseñanza católica hablo), pues no se esperan premios en la vida, y los bienes no se consideran premios de Dios, pues el Único premio ya está dado, y es Jesucristo y su redención. Dios no necesita ya probarnos ni premiarnos, Cristo ha satisfecho por nosotros, y ampliamente.

Hay amplio debate sobre si la historia de Job es histórica, o sea, si se trata de un hombre real, o es un relato tradicional, personificado en alguien y localizado en el tiempo y el espacio. Por siglos tanto judíos como cristianos lo consideramos un relato histórico y veraz. Aunque algunos pasajes son fabulaciones y discursos catequéticos, como la reunión de Dios y Satán, el silencio de 7 días de los amigos delante de Job, o la intervención de Dios desde el torbellino. Y, claro, sobre todo el “happy end”, tan consolador como sospechosamente aleccionador. Hay una nota curiosa, para entender el contexto en el que esta obra se encuentra: Job vuelve a tener descendencia, pero mientras tiene el doble de hijos, solo tiene la misma cantidad de hijas que se mencionan en el prólogo. Haberle dado más hijas, sería signo de castigo, en la mentalidad del momento.

Así que, considerado Job como un personaje real, ha recibido culto en las iglesias occidental y oriental, y desde muy antiguo. En la Edad Media europea, era abogado de los apestados, los hospitales, los leprosos, hasta que el imparable culto a San Roque de Montpellier (16 de agosto) lo desplazó. Unas supuestas reliquias se veneran en Brabante. En Belsele, Bélgica, aún hay una fiesta popular en su memoria el segundo domingo de mayo. También es abogado contra la sífilis, hemorroides, úlceras, erupciones cutáneas, arañazos y golpes.

Para los espirituales, el santo Job es, sobre todo, ejemplo de paciencia, y así lo expresan en muchas ocasiones. Catecismos, predicaciones, exhortaciones morales tienen en Job un rico símbolo de penitencia, mansedumbre, fe y sobre todo, paciencia. Para ello una muestra, entresacada de la Autobiografía de Nuestra Madre Santa Teresa (15 de octubre y 26 de agosto), refiriéndose a su enfermedad de juventud: 

“Todos me desahuciaron, que decían sobre todo este mal, decían estaba hética. De esto se me daba a mí poco. Los dolores eran los que me fatigaban, porque eran en un ser desde los pies hasta la cabeza; porque de nervios son intolerables, según decían los médicos, y como todos se encogían, cierto -si yo no lo hubiera por mi culpa perdido- era recio tormento. En esta reciedumbre no estaría más de tres meses, que parecía imposible poderse sufrir tantos males juntos. Ahora me espanto, y tengo por gran merced del Señor la paciencia que Su Majestad me dio, que se veía claro venir de El. Mucho me aprovechó para tenerla haber leído la historia de Job en los Morales de San Gregorio, que parece previno el Señor con esto, y con haber comenzado a tener oración, para que yo lo pudiese llevar con tanta conformidad. Todas mis pláticas eran con El. Traía muy ordinario estas palabras de Job en el pensamiento y decíalas: 'Pues recibimos los bienes de la mano del Señor, ¿por qué no sufriremos los males?'" (Vida 5, 8)


A 10 de mayo además se celebra a 
San Comgall de Bangor, abad.
Can Calepodio y compañeros mártires.
Santa Solange de Bourges, virgen y mártir.

sábado, 18 de agosto de 2012

San Roque, vida y leyenda


Pregunta: Agradecería recibir información sobre la vida de san roque y el porque se lo asocia con un perro. Desde ya muy agradecido y lo felicito por el impresionante trabajo que realiza, lo claro y bien completo de las respuestas. He pasado horas leyendo en su blog un poco de cada cosa, desburrándome un poco. Argentina.

Respuesta: Gracias por dedicarle tantas horas al blog, me halaga que te guste.

San Roque de Montpellier, peregrino. 13, 16 y 18 de agosto.


De San Roque hay algunos datos históricos, pero lo más que se sabe es por tradición oral, aunque de existir, existió, eso no tiene duda. Así que ni es un mito celta, ni una antigua divinidad pagana reconvertida. Estos pocos datos afirman que nació en 1350 (no en 1295, como se decía antes) y nació en una familia de clase media. Desde su nacimiento tenía un curioso lunar en forma de cruz que, típico de los tiempos, fue tomado como una señal divina. 

Muy joven, Roque perdió a sus padres y decidió hacerse peregrino y atender a los necesitados, por lo que dio todo su dinero a los pobres y confió a su tío administrar sus bienes en beneficio de estos. Se dirigió a Roma, pero deteniéndose en cada sitio que podía cuidar enfermos e inválidos. En Roma estuvo tres años y, de regreso a su casa, pasando un tiempo en Piacenza, atendiendo a los enfermos, quedó contagiado de la peste.

Desalojado de la ciudad, donde tanto bien había hecho, se refugió en un bosque, esperando morir. Alli, día tras día, un perro le llevaba un trozo de pan; el dueño del perro, que no era hombre piadoso ni siquiera una buena persona, quedó admirado por semejante hecho y se convirtió, arregló sus asuntos y cambió de vida. Contra todo pronóstico, Roque sanó de la peste, se dirigió a su tierra, que estaba en ese momento en guerra. No fue reconocido, sino tomado por un espía, y sin juicio alguno lo enviaron a la cárcel, y según la historia estuvo entre 5 y 8 años entre rejas, donde murió. La leyenda dice que, al ser preparado su cadáver, su abuela lo reconoció por el lunar. 

Esto es la historia, pero como siempre… hay una leyenda creada posteriormente y que busca florear la vida del santo, hacerla más vistosa: Roque era hijo de Juan y Libera, príncipes de Montpellier y descendiente de la Casa Real francesa. Sus padres no podían tener hijos y rogaron a la Virgen María les concediera un hijo. Nacido este (con lunar incluido), le llamaron Roque. El niño se abstenía del pecho de su madre dos días a la semana, para ayunar. A los siete años ya hacía todo tipo de obras piadosas y caritativas. Entonces su padre cayó enfermo y le dijo: “Roque, me estoy muriendo. Como legado te dejo cuatro cosas; la primera, servir a nuestro Señor Jesús; la segunda, servir siempre a los pobres; la tercera, te nombro dueño de mi propiedad y bienes, que deberás emplear en beneficio de los pobres; la cuarta, que siempre haya en tus casas, espacio para pobres, enfermos y huérfanos”.

Cuando Roque tenía 20 años, su madre murió y él se dedicó a visitar las casas de los pobres, a ayudar a enfermos y necesitados de palabra y obra. A las chicas pobres les dotaba para que pudieran casarse, en fin, que todo lo que su padre le había dejado lo dio a los pobres. Cuando consideró que había cumplido a su padre, decidió llevar vida de peregrino. Después de un largo viaje por varias regiones, llegó finalmente a Roma, que estaba llena de apestados. Obtuvo alojamiento en el palacio de un cardenal que, al poco tiempo, también cayó enfermo, pero Roque lo sanó haciéndole la señal de la cruz.

Permaneció tres años con el cardenal, dedicado a los enfermos y los pobres, sin revelar su origen noble. Cuando el cardenal murió, se fue a Piacenza, pues había oído decir la peste hacía estragos allí. Se llegó al hospital donde pasó mucho tiempo acogiendo pobres, hasta que un día tiene la visión de un ángel que le dice: "Roque, levántate y prepárate a sufrir tu propia llaga”. En ese momento se dio cuenta de que había enfermado de peste, por lo que fue arrojado por los mismos que hasta hacía poco atendía. Algunos protestaron, pero el dueño del hospital mintió: "El peregrino enfermó de la peste y se fue en contra de nuestra voluntad”.

Algunos lo buscaron, temerosos que Dios les castigara con más plagas, por arrojar a un hombre tan bueno, pero no le hallaron. Roque se fue a un bosque, donde se hizo una choza. Por un milagro, de la tierra brotó una fuente que le daba agua. A los pocos días apareció el perro con el pan en la boca, y el ya conocido dueño, llamado Gottard que le persigue y halla a Roque, que le dice: "amigo, aléjate de mí, porque tengo la plaga”. El joven se va, pero regresa impactado si no debía hacer lo mismo él, que es cristiano, mientras su perro es un animal. Roque le contestó que aunque cumpliera los mandamientos, que dejara todo, se hiciera pobre con los pobres, salvaría su alma y ocurriría un milagro. Así fue, Gottard lo dejó todo, se dedicó a los pobres a pesar de su familia y entonces llegó el milagro: sanaron los apestados de Piacenza.

Entonces, Roque oró para que Dios le librase de su enfermedad, y así pasó. Se dirigió a su tierra natal y pasó lo que ya sabemos. Error, cárcel, muerte, reconocimiento y entierro solemne, salvo que la leyenda incluye otros detalles: una intervención mariana, la confesión y comunión y un pergamino en el que Roque aclara quien es en verdad.

En 1485 las reliquias fueron trasladados desde Montpellier a Venecia, hecho que desplegó su culto por toda Europa, sobre todo gracias a los franciscanos, que le hicieron terciario de su orden. Las primeras representaciones del santo están en Nuremberg y Bingen, asimismo los primeros traslados de otras reliquias fueron a Amberes. Así que fueron los Países Bajos los que fomentaron más su culto. En los campos de Francia, el 16 de agosto se bendicen hierbas que mezclan con el forraje, para la protección del ganado. 

Es patrón contra la peste, el cólera y otras epidemias, y para el dolor en los pies, las rodillas y las piernas, la rabia, la peste y todo tipo de accidentes y llagas. También protege a presos, enfermos, hospitales, hospicios, médicos, cirujanos, farmacéuticos y sepultureros, peregrinos, agricultores, jardineros, vinateros, camineros, carpinteros,  fabricantes de fuegos artificiales, marinos y carreteros. También es patrono de las ciudades de Montpellier, Parma, Venecia y cientos de pueblos.

Su iconografía aunque variada, es abundante y perfectamente reconocible: viste de peregrino (bastón con calabaza, sombrero, esclavina con concha). Suele levantar la ropa con un bonito gesto, para mostrar las llagas, y casi siempre le acompaña el perro, que lleva el pan en la boca, y a veces un ángel. Su fiesta es el 16 de agosto, pero también aparece a 13 ó 18 del mismo mes.


Fuentes:
-“La leyenda de oro para cada día del año”. Volumen 2. PEDRO DE RIBADENEIRA. Barcelona 1865.
-http://www.franciscanos.org/bac/sanroque.html



A 16 de agosto además se celebra a  
Santa Triaise de Poitiers, reclusa.
San Teodoro de Octodorum, obispo

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...