sábado, 9 de enero de 2016

De uno de los Corsini, el santo.

San Andrés Corsini, obispo carmelita. 9 de enero, 4 de febrero (traslación de las reliquias) y segundo domingo de junio (en Florencia).

Del Carmen de Querétaro.
México.
La historia y la leyenda carmelitana han sido generosas con Andrés, el célebre y santo miembro de la no menos célebre, y mucho menos santa, familia Corsini, un clan puntal en la historia de Italia y de media Europa. Sus padres se llamaron Nicolás y Peregrina, y aunque llevaban años de casados no tenían hijos. Fue Nuestra Señora del Populo (22 de abril), cuya imagen se veneraba en el convento del Carmen de Florencia, la encargada de acoger el voto que el matrimonio le hizo: Si concebían un hijo, se lo dedicarían a Ella en la Orden del Carmen. Y cumplió la Santísima Virgen, pues al poco tiempo se supo que Peregrina esperaba un hijo. La noche anterior al parto, víspera de San Andrés Apóstol, tuvo la madre un sueño extraño: veía a su hijo en apariencia de fiero lobo entrar en una iglesia, y salir de esta en forma de manso cordero. Y nació el niño, el 30 de noviembre del año 1301, y le llamaron Andrés en honor al santo del día.

Fue un niño inteligente, despierto y cariñoso, y apenas despertó la inteligencia, le pusieron un preceptor para que adelantara en las letras y la virtud. Y en las primeras iba creciendo, pero en la segunda… Sin ser un niño malo, era malcriado y exigente. Sus padres le consentían, como a hijo único y aunque el maestro intentaba corregirle, los caprichos y desaires fueron a más. Envanecido de sí mismo llegó a la adolescencia y la juventud, donde se sumaron las malas compañías. Abandonó la práctica religiosa, comenzó a frecuentar tabernas, juegos, cacerías. Aunque la leyenda se apresura en añadir que jamás perdió la virginidad, por protección especialísima de la Santísima Virgen. Y con tantas malas acciones, a los quince años llegó a una de las peores que hay: levantó la voz a su madre, además de proferirle insultos y darle la espalda mientras esta le reconvenía. Ante este desaire, Peregina clamó: "¡Ah, mal hijo! Verdaderamente tú eres aquel lobo infame y carnicero que en sueños vi salir de mis entrañas. Y no me ha engañado el pronóstico". Ante aquellas palabras, Andrés se calmó y preguntó a su madre sobre el sueño. Esta le contó lo que había visto y añadió: "Quien hayas sido hasta ahora, bien lo sabes, y te lo han dicho mis lágrimas. Cual has de ser en adelante, no lo sé, pues tus desconciertos no me aseguran tu enmienda. Abre ya los ojos y advierte que aunque por la generación eres hijo de Nicolás y Peregrina, por el voto que hicimos lo eres de la Virgen del Carmen".

Estas palabras, y otras, fueron suficientes para que Andrés dejara su mala conducta y esforzándose y con la ayuda de Dios, se convirtiera en un jovencito modelo. Al otro día pidió a la Virgen María le diese la gracia de la conversión, para pasar de lobo a cordero. Y aún más, pidió la entrada en la Orden del Carmen al provincial, Fr. Jerónimo Meliorato. Este le envió a la iglesia a pedir luz a Dios para ganar tiempo, y envió a dos religiosos a avisar a sus padres (no era cosa de enemistarse con los Corsini) de que su único hijo quería ser religioso. Estos corrieron a la iglesia del Carmen y ellos mismos ofrecieron al hijo amado, quedando los religiosos contentos y le admitieron al noviciado. Tomó el hábito el 5 de enero de 1317, a los quince años. Para probarle y cortar sus aires de noble, le encomendaron trabajar con los animales, limpiar los suelos, y servir en la cocina. Todo lo hacía con alegría, puntualidad y exactitud. Estando en la portería lo vio un pariente suyo y le animó a dejar aquel hábito pobre, que reconsiderara su puesto en la familia y se viese como heredero de su padre. Incluso le dijo que si quería hacer carrera en la Iglesia, ya podría la familia lograrle una abadía, un obispado o incluso el papado si se lo proponían. Pero Andrés respondió solamente enseñando un crucifijo a su pariente y cerrando la ventanilla de la portería con firmeza.

Aparición de la Virgen
en la primera misa.
El 7 de enero de 1318 profesó los votos, y luego le mandaron a perfeccionar su latín y gramática, para pasar luego a la teología. Además, aumentó su oración, penitencia, humildad y caridad para con los demás. Comenzó a usar un cilicio que no dejó nunca más, oraba durante horas por las noches, ayunaba siempre que lo mandaba la regla, y más si podía. Para ejercitar su humildad, fue encargado de pedir limosnas por la ciudad. Su celo apostólico lo mostraba siempre que podía, en especial cuando convirtió a un pariente enfermo, cuya casa se había convertido en un lugar de pecado por parte de amigos desalmados que se aprovechaban de su debilidad. No solo le convirtió, sino que le sanó milagrosamente. En 1325 le dieron la ordenación sacerdotal, y sabiendo que su familia y ciudad preparaban un banquete mundano para después, recibió las órdenes y se fue al célebre convento de Las Selvas donde cantó su primera misa en soledad. En ella se le apareció la Santísima Virgen y le dijo: "Siervo mío eres, y en ti seré glorificada". Y lo confirmó la Virgen con varios milagros que realizó el santo en su nombre. Como sanar a una niña hética, que no podía tragar bocado, la cual aseguraba que si se lo daba el "padre Andrés", sanaría. Y así fue, rogó Andrés a la Virgen y la niña sanó. Sería luego religiosa carmelita y dirigida suya. 

En 1329 recibió una herencia y construyó un convento de la Orden en Segna. Este mismo años el Capítulo lo envió a estudiar a la Universidad de París (esto no está claro, pues el apellido Corsini no aparece acompañando a ningún Andrés, aunque sí aparece un Andrés con su apellido materno). En París se ganó el mote de "ciego, sordo y mudo”, por lo abstraído que vivía en Dios y los estudios, sin prestar atención al bullicio estudiantil, en el que algunos frailes entraban. En 1335 se doctoró con grandes felicitaciones de sus maestros. Regresó a París, pasando por Avignon, donde sanó a un ciego que pedía limosna a las puertas de una iglesia. Llegado a Florencia comenzó la labor del confesionario y la predicación, donde destacaba por su elocuencia y caridad, siendo alabado por el General de la Orden, el Beato Pedro de Cesis (3 de agosto). En 1337 fue elegido prior del convento florentino, y si bien había sabido obedecer, bien sabía mandar. Fue paciente, caritativo y justo en los castigos. Acompañaba a sus religiosos en sus males, entretenía a los enfermos, aconsejaba y amonestaba cuando era necesario. Incluso algunos milagros realizó para sanar algún religioso enfermo. En 1345 regresó a París a estudiar Sagrada Escritura y al año siguiente pasó a Avignon, donde conoció al Procurador General de la Orden, San Pedro Tomás (8 de enero), al cual sustituyó tres años mientras este viajaba a París para doctorarse en Sagrada Escritura. En 1347 Andrés fue elegido Provincial de Toscana y en 1348 presidió el Capítulo de Metz. En estos años Europa fue asolada por la peste, y el santo demostró su caridad heroica, atendiendo personalmente a los religiosos y a cuantos necesitaban su caridad. Una vez pasada la peste, reorganizó la provincia, reunió comunidades, reparó conventos devastados por la precariedad y los saqueos, y logró aumentar las vocaciones carmelitanas. En 1349 presidió un capítulo provincial en el convento de las Selvas donde se dio fuerza a la vida religiosa carmelita, reforzando la disciplina monástica y el apostolado.

Uno de los que falleció por la epidemia fue Fulgino Carbone, obispo de Fiésole, y nuestro santo fue elegido por el capítulo catedralicio para ocupar la sede. Súpolo el santo por revelación y huyó a la Cartuja de Florencia, para esconderse y pedir a Dios no le cargase con el peso de la mitra. El capítulo de Fiésole fue a buscarle, pero no le hallaron, así que se volvieron para celebrar nueva elección. Estando en ella, apareció en medio de los capitulares y el cabildo un pequeño niño que clamó: "Dios escogió a Andrés para su sacerdote, id al monasterio de la Cartuja, que allí le encontraréis orando". Y desapareció, mientras que al instante daba a Andrés el mismo mensaje. Salió de la Cartuja y vio el cortejo que le venía a buscar, y humildemente aceptó la mitra fesulana. Por su parte, el papa Clemente VI confirmó la elección el 13 de octubre de 1349. Como obispo redobló los alcances de su caridad y su celo apostólico, reformando al clero, los monasterios, dando ejemplo a los fieles. Y tanto molestó esto al demonio que en una ocasión en que se dirigía a una iglesia que le daba devoción, a cantar los maitines, el diablo levantó un muro en plena calle, impidiendo su paso. Pero el santo, sabiendo era cosa del maligno, trazó la señal de la cruz y la pared se desvaneció. Restauró la catedral y el culto a San Rómulo (6 de julio). Fundó la Asociación de la Santísima Trinidad, para fomentar la formación y espiritualidad de los sacerdotes y promover su celo apostólico. Siempre vestía su pobre hábito carmelita, el cual siempre llevaba bajo los más pomposos ornamentos litúrgicos, sin admitir se lo cambiasen salvo cuando ya se le caía a jirones. Y aun así, se procuró le enviasen un hábito de algún religioso fallecido. Predicaba al pueblo siempre que podía y en su mesa, aun siendo tan frugal, los pobres y miserables siempre tenían un sitio. Cada jueves sentaba a doce a su mesa, les lavaba y atendía personalmente, como Cristo. Imitó a San Gregorio Magno (3 de septiembre y 12 de marzo), haciendo un censo de los pobres de Fiésole, para atenderles personalmente o por medio de sus presbíteros. Y tanta era su caridad que en un reparto de pan, lo multiplicó milagrosamente, sin que faltara alguno en ser atendido y sobró. No se permitía faltar al coro de la catedral a las horas canónicas, y hacerlo por asuntos de gobierno o recibir visitas, le era una gran mortificación. Gustaba de oír los sermones de los religiosos, y siempre que podía visitar Florencia, acompañaba a sus hermanos de hábito en el convento del Carmen, a los que servía como un religioso más. Aunque estos al principio protestaron viéndole humillándose, le dejaban hacer por darle placer de ser el último de todos.

Fue un artífice de la paz entre las distintas familias enemigas de Florencia, entre ellas la suya propia. Predicaba constantemente por la paz y las buenas costumbres. Se cuenta que en una ocasión en que le prepararon un púlpito a las puertas de la catedral (se llenaba hasta los topes) para que predicase a más gente. Sabiendo que había entre los oyentes algunos enemigos entre sí, predicó y levantando los ojos al cielo invitó a todos viesen quienes les animaban a la lucha. Y todos vieron bandadas de cuervos enfrentándose a bandadas de milanos, desgarrándose, con lo que todos entendieron que las pugnas eran cosa del diablo. E hicieron las paces, alabando el pueblo al santo obispo por su intervención. Además, fue intercesor ante el emperador Carlos IV para que perdonase a los levantiscos florentinos. Por esta acción le nombró legado pontificio suyo el papa Urbano V, para que pusiese paz en Bolonia, donde antes lo había logrado efímeramente San Pedro Tomás. En Bolonia fue apresado por una facción que no quería la paz, pero los que lo hicieron enfermaron y padecían tantos dolores, que le dejaron libre, y el santo les visitó, sanándoles milagrosamente uno a uno. Y, claro, después de esto, hicieron la paz.

En 1372, teniendo el santo 71 años gastados en el servicio de Dios, quiso este darle el premio merecido por su labor, y antes quiso avisarle. Estando el día de Navidad del mismo año, listo para cantar la primera misa del día, como era su devoción, se le apareció la Madre de Dios y le dijo: "Llegado es el tiempo de tu deseado tránsito, Andrés, hijo mío. El día de la Epifanía vendré por ti y en mi compañía y la de los ángeles irás al cielo". Quedó Andrés muy contento con semejante anuncio, que comunico a Guidon, canónigo de su confianza. Celebró y predicó con singular júbilo. Pasó toda la mañana en éxtasis y luego de comer, se recostó aunque no se sentía mal, pero no volvió a levantarse del lecho. Desde allí se extendió la noticia y Fiésole en pleno, y media Florencia se fue a las puertas del palacio episcopal para acompañar al santo en su muerte. El santo gastó el tiempo que le quedaba en pedir perdón, repartir sus pocos bienes y en rezar los salmos y el santo rosario de la Virgen. En la mañana de la Epifanía, se iluminó su rostro de repente, cantó el “Nunc Dimitis”, y expiró dulcemente.

Los funerales duraron varios días, durante los cuales Dios obró varios milagros por parte de su siervo, y el cadáver permaneció flexible, oloroso y resplandeciente. El cuerpo fue enterrado en la catedral de Fiésole, aunque el santo quería ser enterrado en su convento de Florencia. A los quince días del entierro, los carmelitas lograron su traslado al Carmen de Florencia, donde lo introdujeron en la capilla de Santa Úrsula. No le enterraron, sino le sentaron en una sede, ricamente vestido, para que le venerasen los florentinos, mientras preparaban un lugar para sepultarle. Otros milagros ocurrieron al contacto con sus reliquias, fuera su cuerpo u objetos que utilizó, como su mitra o el báculo. En 1439 se rigió otro altar de más calidad y las reliquias fueron trasladas, verificándose varios milagros. En 1440 mostró su santidad y protección sobre los florentinos en la batalla de Anghiari, en la que se le vio en el cielo montado sobre un caballo blanco, alentando a las tropas florentinas contra las tropas de Piccinino. Fue tanto el fervor del pueblo, que al ir el clero a darle gracias a la iglesia del Carmen, estando mostrando sus reliquias, la gente clamaba “sancte Andrea, ora pro nobis”, dándole título de santo sin más trámites. Su culto fue promovido, mucho antes de ser beato, por el Beato Ángel Agustín Mazinghi (17 de agosto). En 1464 se presentó la súplica de canonización, pero no fue beatificado hasta 1629 y canonizado hasta el 22 de abril de 1724, por Benedicto XIII. El martirologio recoge su memoria a 6 de enero, pero su festividad fue puesta por Alejandro VII para la Orden y toda la Iglesia a 4 de febrero. Actualmente es a 9 de enero.


Fuente:
-“Flores del Carmelo, vidas de los santos de N. S. del Carmen”. FR. JOSÉ DE SANTA TERESA. Madrid, 1678. 


A 9 de enero además se celebra a
San Adrián de Canterbury, abad
Beato Antonio Fatati, obispo.

viernes, 8 de enero de 2016

Para la artritis, San Alberto, obispo.

Pregunta: Hola, padezco de artritis y querría saber a quién puedo encomendarme además de nuestro Señor y su Madre Santísima. Gracias. Argentina.

Respuesta: Tengo en mis archivos como patrono de la artritis, a:

San Alberto de Cashel, obispo. 8 de enero.

Se sabe muy poco de él, puesto que su vida fue escrita por primera vez en 1160, más de 400 años después de muerte. Esta vida le hace nacido en Anglia, y hace un juego de palabras latinas “natione Anglus, conversatione Angelicus” (de nación anglo, de palabras ángel). Dice que fue ordenado por el papa Formoso, que predicó en Irlanda, donde fue obispo de "la arquidiócesis de Cashel", Tipperary, y en Baviera. Pero la diócesis de Cashel no se creó sino en 1111, por lo que sí fue contemporáneo del Formoso y fue obispo, pero no de la diócesis. Es de suponer que fue de los llamados obispos itinerantes, o sea, sin diócesis y que tenían permiso del papa para predicar, ordenar sacerdotes y constituir comunidades y fundar monasterios. Al parecer predicó el evangelio en Baviera junto al obispo San Erhard (8 de enero) y que en el año 800 emprendió una peregrinación a Jerusalén. No se sabe como murió, pero fue enterrado en Niedermünster, Ratisbona. Aunque no estaba canonizado formalmente, en 1741 se le nombró patrón de la diócesis. El 19 de junio de 1902 el papa León XIII autorizó su culto inmemorial, lo que equivale a una canonización. En 1972 se abrió su sepulcro y se descubrió que era un hombre alto, que murió en edad avanzada y que sufrió de artritis en la columna vertebral y la pelvis. Eso hizo que, sin mucha fuerza ni devoción, la verdad, se le considerase patrón de esta enfermedad en esta región.


Además, como abogados de este mal también se conocen, al menos a:

San Maurilio de Angers: Se invoca contra la parálisis, la gota, la artritis y en general contra cualquier enfermedad que impida la movilidad. 13 de septiembre.
San Mort de Andenne, ermitaño: Se le invoca contra los dolores de cabeza, las enfermedades de los huesos, la artritis y parálisis. 15 de enero.
San Erasmo de Formio, obispo: Abogado de la onicomicosis y la artritis. 2 de junio.




Fuente:
- "Diccionario de los Santos" C. LEONARDI, A. RICCARDI Y G. ZIARRI. Ed. San Pablo. Madrid, 2000.


A 8 de enero además se celebra a  
San Pedro Tomás, carmelita. 
Santa Peggy de Crowland, virgen

miércoles, 6 de enero de 2016

Gertrudis, la mística de la Encarnación.

Si hace poco veíamos de una mística flamenca de la que poco se sabe, la Beata Hadewych de Flandes (15 de diciembre), hoy estamos en el mismo caso. Gertrudis debe haber nacido en sobre 1320. Un juego de palabras entre su ciudad de origen, Oostburg (ciudad de Oriente) y un conocido himno llamado "Het daghet in den Ooste" (“Albores en Oriente”), que se le atribuía, es conocida como:. 

Beata Gertrudis “la Oriental”, beguina y mística. 6 de enero. 

Nació en una familia muy pobre, pero piadosa, y aún niña fue colocada como empleada doméstica para una familia rica, donde conoció a otras chicas empleadas, de nombre Lielta y Dievera. Con ellas comenzó a alejarse de la religión y se dio a una vida mundana, de fiestas, juergas en las tabernas. Cantaban en las esquinas para beberse y comerse lo recaudado, frecuentaban hombres y casas de mala reputación. Y aún en medio de aquellos desenfrenos, según contó a un director espiritual luego, en su interior bullía Dios. En estos peligros del mundo, Gertrudis conoció a un joven que le prometió matrimonio y luego la abandonó para casarse con otra. Gertudis supo que su rival estaba embarazada y juró vengarse de ella. En el momento del nacimiento del niño, supo Gertrudis que  la joven estaba en peligro de muerte, y su primer impulso fue orar por ella. Sin cuestionamientos ni preguntas, solo oró por su curación y obtuvo la gracia. Ambos, madre y criatura se salvaron. Para nuestra beata aquello significó un punto y aparte, una gracia fundante que llaman los místicos a ese momento y ocasión en que Dios ilumina al alma de tal manera que ya no hay paso atrás en el camino de la conversión.

Así que Gertrudis, imbuida en el movimiento de la Devotio Moderna, iniciada por el Beato Gerardo el Grande (20 de agosto), comenzó una vida espiritual intensa, a la que atrajo a sus amigas Lielta y Dievera. Comunión, confesión frecuente, ejercicios devotos, penitencia y una estricta dirección espiritual la llevaron a pedir la admisión en un convento de beguinas de Delft. Y sus amigas harían lo mismo años más tarde. Allí pudo entregarse al estudio y la vida de oración, aspectos de la vida interior que el beguinato mimaba muchísimo. Gertrudis se lanzó a la misericordia de Dios, y teniendo presente el amor de Cristo por los pobres, que le llevó a hacerse uno de ellos, también se dedicó a la caridad activa con los necesitados. Y esta asimilación con la caridad de Cristo, la llevó a la asimilación con la Encarnación y Pasión de Cristo, que recibió el curioso fenómeno (místico para sus contemporáneos) en el cual todos los años sus pechos se llenaban de leche en Adviento y Navidad. Además, durante Cuaresma y Pascua recibía los estigmas de la Pasión. En 1351 tuvo una serie de visiones de la Santísima Virgen que dieron pie a la construcción de la iglesia de Santa María la Nueva en Delft.
Gertrudis falleció el 6 de enero de 1358 y fue sepultada en el cementerio de lo pobres, el de las Hermanas del Espíritu Santo. A inicios del siglo XX una asociación de mujeres para el servicio doméstico la eligió como patrona.

Para terminar, en el siguiente vídeo podéis escuchar una interpretación al órgano del himno "Het daghet in den Ooste".




Fuentes:
-“Prophets in Their Own Country: Living Saints and the Making of Sainthood in later Middle Age”. AVIAD M. KLEINBERG. Chicago, 1992.
-“La mirada interior: Escritoras místicas y visionarias en la Edad Media”. VICTORIA CIRLOT y BLANCA GARÍ. Ediciones Siruela. Madrid, 2008.
-Grosses vollständiges Universal Lexicon” Volumen 10. Leipzig, 1735.


A 6 de enero además se celebra a
San Peran de Landevennec, eremita.
San Erminold de Prüfening, abad.
Los Santos Reyes Magos.

lunes, 4 de enero de 2016

San Rigoberto, contra las congestiones.

Pregunta: Existe el santo con nombre de RIGOBERTO y cual es su biografia. El Salvador.

Respuesta: Sí que eviste el santo, como no. Aquí va:

San Rigoberto de Reims, obispo. 4 de enero  y 17 de junio.

Su nombre, que a veces se confunde con Roberto, significa “príncipe brillante”. Nació al final del siglo VII y sus padres se llamaban Constantino y Francine. Desde muy joven se dio a la disciplina y oración. Fue un gran amante de la castidad, que alcanzó con trabajos, oraciones, y la asidua meditación de la Palabra de Dios. Muy joven fue elegido abad del monasterio benedictino de San Pedro de Orbais. Por su humildad, sabiduría, justicia y prudencia fue elegido arzobispo de Reims en 690, sucediendo a su primo San Rieul (3 de septiembre). En sus sermones hablaba insistentemente de la importancia de la penitencia y las buenas obras. Escribió varias obras por las que muchos se convirtieron y, alentados por sus ejemplos, se congregaban junto a él para alcanzar la santidad, como un maestro. Lamentablemente fue expulsado de su sede por Carlos Martel, contra la legalidad de los cánones eclesiásticos, luego de treinta años de gobierno pastoral, por no querer apoyarle en sus peleas con Austrasia (además que Carlos quería para la sede episcopal a un sacerdote de su agrado). Luego de estas luchas, Rigoberto regresó del exilio en Gascuña y para evitar el escándalo entre los fieles, no intentó recuperar su obispado, y su sucesor, el oscuro Milo de Tréveris, le encargó servir de acólito en la catedral, para humillarle, pero Rigoberto prefirió retirarse a la soledad y Milo le permitió vivir como un eremita en Gernicourt, cerca de Reims. Allí se dedicó a la oración y la penitencia, sin guardar rencor alguno a sus enemigos. Aunque Milo fue depuesto por San Bonifacio (5 de junio), Rigoberto no quiso regresar y la sede fue dada a San Abel (5 de agosto), a la par que se elevaba la diócesis a arquidiócesis.

Una bonita leyenda dice que iba Rigoberto de camino desde su ermita hacia Reims con su discípulo Pedro, pero se atrasaron en el camino y como era día de ayuno, pues llevaban el estómago vacío. A las pocas horas tenían hambre, y aunque Rigoberto llevaba dinero para entregar a Wibert, gobernador de la ciudad, no se atrevía a usar en provecho propio un dinero ajeno. Pedro miraba con hambre dentro de cada pastelería por la que pasaban, pero Rigoberto le entretenía con salmos y cánticos. Aunue descansaron en algunas casas, ninguno de los pobladores, avaros, les dio ni un vaso de leche ni un trozo de pan. Y así, padeciendo llegaron adonde el gobernador, Rigoberto entregó el dinero y aunque la mesa estaba puesta, no mencionó para nada el hambre que traían, con angustia del joven Pedro. Pero este miraba con tal ansia la mesa, que Wibert lo notó y aunque Rigoberto ya salía por la puerta, le dijo: "Me haríais un gran honor si vos y vuestro discípulo comierais de mi mesa". Rigoberto respondió: "Eso es muy amable de su parte, Señor Wibert. Gracias, pero tenemos que volver rápidamente a Gernicourt estar a tiempo para los oficios”. Y se volvió a Pedro diciéndole: "Vamos, Pedro, hijo mío, tenemos que irnos". Y salieron; el chico con lágrimas en los ojos. Apenas cruzaron la puerta, hallaron un sirviente de Wibert, que intentaba controlar un gran ganso, con grandes esfuerzos del criado y graznidos de la bestia. Preguntó Wibert que sucedía y fue informado que el ganso era un regalo que le enviaban. Wibert se volvió a Rigoberto y le dijo: "Si no puedes quedarte a cenar conmigo, pero puedes llevarte el ganso y comerlo en tu ermita". Antes que Rigoberto pudiera aceptar, Pedro tomó el ganso fuertemente, y echaron a andar.

Iba el santo arzobispo sumido en sus pensamientos y alabanzas cuando el joven, cansado, dejó escapar al ganso sin querer. Se echó a llorar, viendo como la deliciosa comida se le iba volando. Exclamó Pedro: "¡Oh padre, lo que faltaba. Ahora no tendremos nada de comer. Soy un idiota". Y se echó a llorar. Rigoberto le respondió: "El animal no tenía, por supuesto, ningún deseo de ser asado y comido. Si te atrapasen a ti con la intención de matarte, asarte y comerte, por supuesto que harías cualquier cosa para ser puesto en libertad. Entiendo a esa bestia. Y tú no eres idiota, sino que ella es sabia". Y siguieron andando, y pronto notaron que el ganso les seguía, sobrevolándoles y graznando. Y no solo eso, sino que bajó a tierra, a los pies del santo, como diciendo "yo no podía saber que estabas tan hambriento, y que no tenías que comer, así que tuve remordimientos y volví". Pedro quiso atrapar al ganso, pero Rigoberto se lo impidió, permitiendo que el ave les siguiera hasta la ermita. Allí Rigoberto dijo al ganso: "No tenemos que comer, pero tampoco podemos comernos a un amigo tan leal. Puedes vivir con nosotros, jamás levantaremos un dedo contra ti". Al ver la generosidad y caridad del santo, los otrora avaros habitantes de Gernicourt, se arrepintieron de no haber socorrido al santo y su ayudante, y se volcaron para darles alimentos, ayuda y algunas mantas. Y Rigoberto dijo a Pedro: "Ves, hijo mío, nunca te arrepentirás, de ser bueno con una persona, un pájaro, o cualquier otro animal". Y el ganso le acompañaba a todos sitios. Cuando el santo iba a la iglesia, el ave le esperaba fuera, tomando el sol. Cuando estaba enfermo, le llevaba hierbas curativas del bosque, y cuando estaba orando o de retiro, el ave espantaba a los que se acercaban a la ermita. Cuando envejeció, el ganso murió y Rigoberto y el pueblo con él, lloraron su pérdida. 

Finalmente, Rigoberto murió en 743, y allí mismo fue enterrado. En 864 San Hincmar (21 de diciembre) trasladó su cuerpo a la iglesia de San Thierry en Reims. Luego serían divididas entre la iglesia Reims y la catedral de París, donde se dedicó una capilla a su memoria. Su primera “vita”, ensalzando sus virtudes, fue escrita en en 890 por un canónigo de Reims. Desde muy antiguo se le invoca contra los males de dientes y de la boca, así como contra las congestiones pulmonares.


Fuentes:
-"Vidas de los Santos". Tomo I. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 
http://alexandrina.balasar.free.fr/rigobert_de_reims.htm.


A 4 de enero además se celebra a  
San Gregorio de Langrés, obispo.
Beata Elizabeth de Rosendaal, virgen cisterciense.

domingo, 3 de enero de 2016

San Gordio, centurión y mártir.

San Gordio de Cesarea, mártir. 3 de enero.

A mí (…), haciéndome olvidar de mi debilidad y flaqueza, me atraen los prodigios y milagros de este Mártir: ea pues, buen ánimo, y esforzando la voz hasta donde alcancen las fuerzas, a manera de abejas que zumban alrededor de las flores, celebremos y elogiemos los hechos maravillosos de un varón, condescendiendo en ello a la piedad y gratitud de los presentes. 'Cuando se alaba al justo, se alegrarán los pueblos', nos decía el sabio Salomón”.

Con estas palabras introduce el Gran San Basilio (2 de enero y 14 de junio) su sermón laudatorio sobre el mártir San Gordio, un santo local, y casi contemporáneo de Basilio. San Gordio era originario de Cesarea de Capadocia, y era Centurión del ejército, y suponemos que era cristiano en oculto, porque los cristianos tenían prohibido acceder a puestos militares o civiles. En 303, cuando Galerio emitió su edicto contra la Iglesia en Oriente, Gordio dejó a un lado el servicio militar, y se retiró al monte Horeb, donde vivió en ayuno y oración entre las bestias salvajes. Las iglesias en Cesarea habían sido destruidas, el clero se había dispersado, y muchos cristianos se habían conformado con aparentar sacrificar a los dioses con tal de perder no sus vidas. Había vuelto Cesarea a ser una ciudad pagana. En el desierto pasó muchos años, pero su celo por Cristo no le dejaba descansar, y se compadecía de sus antiguos hermanos cristianos, ahora ocultos y caídos en la idolatría. Supo que en la ciudad se celebraría una gran fiesta en honor al dios Marte, con carreras, sacrificios y otros espectáculos, y entonces cuando… 
lleno estaba ya todo el teatro, ya estaban todos esperando la carrera de los caballos, cuando bajando desde lo más alto del monte, nuestro esforzado y generoso atleta, con un ánimo verdaderamente grande y con una constancia y sufrimiento inalterable, sin miedo de la plebe y sin reparar en los muchos adversarios, que tenía a la mano (…) se puso en medio de todos (…) le oyeron decir con mucha confianza y con clamor muy grande muchos de los que viven todavía: 'Hallado fui por los que no me buscaban descubiertamente aparecí a los que no me preguntaban' [Isaías]. En cuyas palabra dio a entender que no era traído por fuerza y con violencia a los riesgos y peligros, sino que por su propia voluntad se ofrecía al combate, imitando al Señor”.

Efectivamente, Gordio, desfigurado por las penitencias, enflaquecido y encanecido logró que todos miraran hacia él, desviando la atención de los caballos y fieras. El gobernador mandó le llevaran ante su estrado y allí le inquirió sobre quien era. Gordio se descubrió, declarando su país y familia, profesión y abandono de esta. Y añadió "He regresado para manifestar abiertamente que no me importan en nada tus edictos, porque pongo mi esperanza y confianza en Jesucristo". A lo que el gobernador, al verse desafiado por un desertor, mandó le castigasen. Y, según Basilio, la gente dejó los festejos por regodearse en los tormentos que infligirían al mártir. Y así habrá sido, pues entre los oyentes de Basilio había testigos del martirio de Gordio. Y no solo curiosos, sino que muchos cristianos se sintieron animados con aquel testimonio, e igualmente confesaron a Cristo.

San Gordio fue atormentado con látigos de plomo, el potro, el fuego y además, le rasgaron los costados. Pero nada logró que renegase de Cristo ni que dejase de confesar su Nombre. Basilio pone en su boca una serie de razonamientos, frases bíblicas y alegorías que indudablemente son de su propia cosecha, pero que no quitan veracidad al testimonio de Gordio. Adorno son, no más. Finalmente fue decapitado. Es venerado por todas las Iglesias Orientales, y es uno de los principales patronos de Cesarea. 


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo XV. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.  

-"Homilías de San Basilio Magno". P. PEDRO DUARTE. OSBM. Madrid, 1796. 


A 3 de enero además se celebra a  
Santos Theopento y Theonás, mártires.
San Blimont de St-Valery, abad

sábado, 2 de enero de 2016

Santa Eufrosina, o al cielo por el travestismo.



Pregunta: oie hablános de Eufrosina, yo ni la conocía! jejejej. YA NO APARECE EN EL CALENDARIO, NI O. CARM, NI OCD.

Respuesta: Dice San Pablo, que para los que aman a Dios, todo les sirve para el bien. Y es la historia de esta mujer, travestida en hombre, por una causa: el Reino de los Cielos. 


Santa Eufrosina-Esmaragdo, virgen. 2 de enero y 10 de febrero.

Vivió Eufrosina en tiempos de Teodosio el Menor y fue hija de Pafnucio y de una mujer cuyo nombre no se recoge. Este matrimonio, bueno y piadoso, padecía el no tener hijos. Acudían a santuarios a orar por su intención, y monasterios a suplicar oraciones, en especial a uno, donde era abad un conocido de Pafnucio. Y al parecer, Dios, satisfecho o cansado de sus oraciones, les premió con una hija, a la que pusieron el nombre de Eufrosina, nombre que en griego quiere decir “alegría”. Fue una niña hermosa, buena y piadosa, y a los doce años ya decidió consagrarse a Dios. A los dieciocho comenzó a recibir pretendientes y, como es lógico, el padre comenzó a analizarlos y eligió a uno de noble familia y mejor virtud. Antes, llevó a su hija ante su amigo, aquel abad que había orado por él, para pedirle la bendijera y tuviera un buen matrimonio. Pero sucedió que, al ser bendecida, Eufrosina se confirmó en su decisión primera: su matrimonio sería con Cristo. Al volver a casa cambió de costumbres y comenzó, si cabe más, una vida de profunda piedad y oración. Llegó incluso a recibir la consagración de las vírgenes en secreto, ante lo cual, se determinó salir de su casa, puesto que su padre no cejaba en su intento de casarla.

¿Y que se le ocurrió? Pues travestirse, asumiendo una identidad masculina. y huyó de casa. Así, Eufrosina, o Esmaragdo, el nombre masculino que eligió, se fue al monasterio de marras, y pidió el hábito al abad, que no la reconoció. Fue recibida y le dio por maestro al santo monje Agapio, para que la enseñara el estilo de vida monástico. Cuando Pafnucio volvió a su casa y no la halló, dio la voz de alarma, mandó cerrar las puertas de la ciudad y se fue al monasterio, a llorar junto a su amigo, pidiéndole orara para que su amada hija apareciera viva y sana. El abad le consoló diciéndole que confiaba que su hija estaba feliz y contenta, y de seguro estaba al servicio de Dios; aún más, le aseguró que Dios no dejaría que muriera sin verla. Y así, tranquilo, se fue el buen hombre a su casa. Y Esmaragdo sin saber nada, siendo un monje más, solo destacando por su mansedumbre, piedad y obediencia.

Y sucedió que algunos monjes (copio literalmente del Flores del Carmelo) “se le aficionasen torpemente por su extremada hermosura, sin saber que era mujer”, vamos, que en el monasterio algunos la hubieran dejado más tranquila si se hubiera sabido que era una mujer. Por esta razón le mandó el abad a Esmaragdo viviera recluido en una celda, apartado de los otros, sin que tuviera comunicación con nadie, salvo con Agapio. Allí vivió Esmaragdo, hasta que un día, viniendo su padre al monasterio, oyó a los monjes a hablar de aquel que se santificaba en una celda solitaria y quiso conocerlo. Entró a su celda, le contó sus lágrimas y sufrimientos por su hija desaparecida, ante lo cual, Esmaragdo se echó a llorar, pensando el padre que eran lágrimas de empatía, por lo cual le encomendó que rezara por él.

Eufrosina se revela a su padre.
Treinta y ocho años vivió allí, en oración, penitencia y feliz, hasta que llegó el día en que Dios reveló a Eufrosina que moriría pronto, y sabiendo que su padre estaba de visita, mandó decirle que no saliera de allí, hasta pasado tres días, al cabo de los cuales le llamó a su celda y le dijo: “Quiero librarte, Pafnucio, de muchos cuidados, y declararte lo que sé de tu hija; pues tienes gran deseo de saber de ella. Yo, padre, soy tu hija Eufrosina, y este es el rostro de tu bija: Dios me ha encaminado en este encerramiento y manera de vida, como Esmaragdo, sin que ninguno pudiese entender que era Eufrosina y me ha inspirado que tomase este hábito de monje, y perseverase en él hasta esta hora; y me ha dado gracia, para que habiéndole visto muchas veces en esta casa, nunca me he arrepentido de haber venido a ella, ni tus lágrimas me hayan ablandado, ni movido a volver atrás. Dios te ha traído, para que entierres mi cuerpo”. Y murió. Su padre, a voces, contó a los monjes la verdad. Pidió, y obtuvo del abad, la gracia de quedarse en aquella celda bendita donde vivió su hija, y allí vivió diez años más, hasta morir.


La Orden del Carmen la tuvo como Santa propia hasta la reforma del santoral en 1972. Su memoria se celebró primero el 10 de febrero y luego el 2 de enero, hoy está suprimida. Sín embargo, su iconografía permanece en muchas iglesias antiguas de la Orden, sobre todo iglesias de monjas. 


Fuentes:

-“Flores del Carmelo, vidas de los santos de N. S. del Carmen”. FR. JOSÉ DE SANTA TERESA. Madrid, 1678.  
-"El Carmelo Ilustrado con favores de la Reina de los ángeles". P. FRANCISCO COLMENERO. Valladolid, 1754.
-"Jardim Carmelitano". Primera Parte. FR. EGIDIO LEONINDELICATO. OCarm. Lisboa, 1761. 


Otras  mujeres que vistieron de hombre son:
Santa Eugenia-Eugenio. 25 de diciembre.
Santa Eusebia-Hospedes. 23 24 de enero.
Santa Ángela-Ángelo. 6 de julio.
Santa Hildegundis-José. 20 de marzo.

Santa Teodora-Teodoro. 11 de septiembre. 


A 2 de enero además se celebra a 
San Isidoro de Zaragoza, obispo y mártir.
San Basilio de Ancyra, mártir.

viernes, 1 de enero de 2016

San Concordio, el alabador.

San Concordio, presbítero y mártir. 1 de enero y 4 de julio (traslación de las reliquias).

Las Actas de San Concordio, que la mayoría de hagiógrafos da por ciertas, recogen su martirio datado en el reinado del emperador Marco Antonino. Era Concordio hijo del presbítero Cordiano, el cual le educó en el temor de Dios, el conocimiento de las Escrituras y la caridad cristiana. Cuando llegó a la edad adecuada, el papa San Pío I (11 de julio), le ordenó subdiácono. Justo en esta época estalló la persecución y Concordio le pidió a su padre le permitiera ir con el presbítero San Eutiques (19 de septiembre) para acompañarle en esos tiempos recios. “Déjame” – le dijo – “para que sea coronado donde Cristo quiere sea coronado”. Y se fue con Eutiques a Spoleto, donde a pesar de la guerra a los cristianos, predicaron el Evangelio y sanaban a los enfermos en nombre de Cristo.

Su actividad apostólica llegó a Torcuato, gobernador de Umbría, que radicaba en Spoleto. Mandó llamar a Concordio y se desarrolló el siguiente diálogo: 

Torcuato: "¿Cuál es tu nombre?" 
Concordio: "Soy cristiano". 
T: "Te pregunto acerca de ti, y no acerca de tu Cristo". 
C: "Yo he dicho que soy cristiano, y a Cristo confieso". 
T: "Sacrifica a los dioses inmortales, y seré para ti un padre, y obtendré para ti favores de manos del emperador. Él te encumbrará para que seas sacerdote de los dioses". 
C: "Sacrifica tú al Señor Jesucristo, y escaparás de la miseria eterna".

Entonces el gobernador ordenó que lo golpearon con palos y lo echaran en la cárcel. Esa noche le visitaron Eutiques y el obispo San Antimio (1 de abril), que era amigo de Torcuato. Gracias a esa amistad, Antimio obtuvo que el gobernador dejara libre a Concordio. Antimio lo llevó a su casa y allí le ordenó presbítero. Su nueva condición de apóstol de Cristo no permitió a Concordio vivir oculto y de nuevo comenzó a predicar la Palabra de Dios y hacer curaciones. Y de nuevo le llamó el gobernador. 

Torcuato: "¿Qué has decidido hacer para salvarte?" 
Concordio: "Cristo es mi salvación, ¿a quién crees que diariamente ofrezco el sacrificio de alabanza?".

Entonces fue condenado a ser colgado del potro y atormentado, pero alegremente gritaba: "¡Gloria a Ti, Señor Jesús!". Después de esto fue arrojado de nuevo en prisión con cadenas en las manos y el cuello, y allí alababa a Dios constantemente, cantando en voz alta: "¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!". Esa misma noche se le apareció un ángel y le dijo: "No temas el tormento, yo estaré contigo". A los tres días el gobernador envió a Concordio dos soldados con una imagen de Júpiter, que estos le presentaron diciéndole: "Oye lo que el gobernador ha ordenado; sacrifica a Júpiter o perderás tu cabeza". Y Concordio se acercó al ídolo, lo escupió y repitió sus únicas palabras: "¡Gloria a Ti, Señor Jesucristo". Y uno de aquellos soldados, le decapitó allí mismo. San Antimio envió a dos hombres de confianza que tomaron el cuerpo y lo enterraron a las afueras de la ciudad de Spoleto. En breve, una fuente de aguas curativas brotó a la vera de su sepultura.


Todos los martirologios recogen su memoria a 1 ó 2 de enero, y el 4 de julio la traslación de sus reliquias a Bisbal, en la diócesis de Gerona, España. De allí serían trasladadas al monasterio San Pedro de Besalú, donde son veneradas.


Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo I. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.  



A 1 de enero además se celebra a  
San Demet de Plozévet, eremita.
San Oyend de Condat, abad

Santa Almedha, virgen y mártir.

Santa Almedha, virgen y mártir. 1 de agosto.   Fue esta una de las legendarias hijas del rey de Britania, San  Brychan  ( 6 de abril ). Hast...